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Incluso si el mundo se acaba, seguiré contigo por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Antes de comenzar, me disculpo con todos ustedes por la tardanza (tanto para los que siguen solo este fic, como el resto de mis historias) pero...bueno...un familiar murió, hace pocos días. No he tenido tiempo para conectarme a mi computador, ni mucho menos escribir. Tenía apenas medio cap, pero pensé que sería mejor terminarlo antes de subirlo. Quería hacer eso al menos bien.

Aún tardaré para el siguiente, hay cosas que se deben solucionar, pero a partir del cap 6 todo volverá a la normalidad con una actualización por semana. Espero lo entiendan.

Cómo prometí...este cap tendrá el pov de Tony, con el esperado reencuentro (parte dos)

Agradecimientos especiales a: Maar, Lunaz y alexayaoi23. Muchas gracias por comentar.

Los Vengadores, los Guardianes de la Galaxia y el resto de los personajes pertenecen a Marvel. Disculpen las posibles faltas ortográficas.

Notaba la ira, gastada pero no por ello menos cruel, escapando con cada palabra, como si se estuviera ahogando con ellas. Nada menos alejado de la realidad, pensaba Steve, pues seguro había esperado todo ese tiempo para decírselas.

Eso no evito sentir como cada una era un golpe, retrocediendo lentamente, por primera vez en su vida. Tony debió percatarse de aquel silencio, deteniendo su diatriba. Y debió ver algo en su rostro, pues de sopetón su tez se puso pálida, adquiriendo un tono ceniciento, a la par que intentaba ponerse de pie y extendía una mano, en un mudo gesto, pidiéndole que esperara.

Pero ya no podía hacerlo, tenía que irse de allí, o terminaría por romperse. Sus últimas palabras fueron “lo sé, claro que lo sé” antes de abandonar la habitación, sin escuchar las suplicas y los gritos que resonaban detrás de él.

xxxxx

Decir que lo había jodido era quedarse corto.

Un sinnúmero de sinónimos venía a su mente, pero ninguna palabra era capaz de equipararse a lo que había hecho. O dicho, si era más específico.

Se había dirigido a la habitación de Rogers con la clara intención de tener una conversación, o al menos una charla que no llegara a los golpes. Tenía presente que aún se encontraba enfadado y resentido y que, del mismo modo, Steve no estaba muy lejos de su propia realidad. Pero nunca había pensado que, en menos de cinco minutos, el causante de tan espantoso quiebre hubiera sido él.

Creía ser capaz de manejar la rabia, solía ser mejor que esto.

Aún se sentía devastado al recordar lo ocurrido en la Guerra Civil, cómo su equipo se había roto, los Acuerdos…el encubrimiento de la muerte de sus padres, por el hombre a quién consideraba uno de sus mejores amigos…

Lo había odiado, desde lo más profundo de su corazón. Creía firmemente que se encontraba haciendo lo correcto, que los Acuerdos era algo que todos necesitaban. Se sentía traicionado no solo por Steve, sino que por el resto: los veía como idiotas, ineptos que caminaban a ciegas, quienes solo pensaban seguir sembrando el caos, aún peor de lo que habían hecho antes. Sokovia era solo una prueba más de lo lejos que estaban de ser capaces de manejar sus decisiones en el campo de batalla.

Suerte que contaba con Rhodey en esos momentos. Solo su mejor amigo era capaz de arrancarle de ese estado de ánimo, de su auto confinamiento, y mostrarle un poco de verdad tras su realidad.

Se sentía orgulloso al pensar que no había recaído en el alcohol, pero si se había afanado aún más en su trabajo. Nuevos prototipos, reuniones a todas horas, lidiar con el Consejo Superior y los militares. El General Ross en tal caso, era solo la punta del iceberg. Casi no dormía, ni mucho menos solía llevar una dieta saludable.

La construcción de la nueva armadura de Rhodey le había mantenido conectado a él, y tras ser informada de lo ocurrido, se había acercado gradualmente a Pepper otra vez. Su noviazgo, sorpresivamente, había florecido en medio del caos. Y por dos años había sido relativamente feliz, cumpliendo sus deberes y poniendo un ojo en el chico, Parker.

Pero todo lo bueno tenía un final. Así como sus propios pensamientos cargados de veneno por quienes, durante algunos años, habían sido su único apoyo.

Más tarde que temprano, se había dado cuenta que los Acuerdos eran una sencilla mierda. No solo porque los habían enfrentado en una batalla que había estado a punto de escapar de sus manos, sino porque buena parte, había sido debido a sus acciones. Durante las solitarias noches en su laboratorio en la Torre, poco antes de venderla, no podía dejar de pensar en que su arrogancia le había llevado a ese punto, y que tenía tanta culpa como todos. Era justo que cargara con sus pecados, por Sokovia, pero no para el resto.

No tenía por qué arrastrarlos a firmar un contrato que clausuraba su libertad, su derecho a decidir, solo porque Banner y él habían jugado con algo que iba más allá de su alcance. Una batalla que había cobrado cientos de vidas. Y que si su equipo, enfadado con ambos y con el primer brote de desconfianza sembrado entre ellos, aun así, se habían puesto de pie y luchado codo a codo. Dejando sus errores atrás, por el bien del resto.

Y les había agradecido tal muestra de amistad… ¿exactamente cómo? Uniéndose al gobierno, a los jodidos militares, y llevando la contra de todo lo que creía cuando más necesitaban estar unidos.

Con un demonio, durante el incidente de Ivan Vanko y el tarado de Justin Hammer, había afirmado frente a las cámaras y el mundo que nunca estaría de su parte.

Claro, ello no quitaba la culpa al resto, y de quién se hacía llamar su líder. Pero finalmente lograba aceptar que él tampoco era una blanca paloma. Que era tanto víctima como culpable de la situación en la que se encontraban.

Ese era un pensamiento, también recurrente, durante las largas semanas que le habían costado a Nébula y a él regresar a la Tierra. Su nave se encontraba muy dañada, y un encuentro fortuito con una lluvia de meteoritos no había sido de gran ayuda en su travesía. Pero al menos habían recuperado repuestos, comida y un cambio de ropa del Milano de Quill…Oh, joder, solo pensar en lo que había ocurrido le hacía sentir enfermo…

No había compartido mucho con ellos, pero las batallas a muerte siempre forjan lazos de amistad. Pelear por una misma causa hace que confíes en el otro, que entregues tu vida en las manos de un desconocido. Quizás por eso la pérdida de todos los Guardianes y de Strange le sentía tan mal, un horrible vacío en su pecho, mucho peor que su viejo reactor.

Pero Peter…Pobre muchacho. Se había prometido protegerlo, devolverlo con vida a la Tierra. Había pensado que sería un buen plan llevar la pelea al planeta de Thanos, pero eso solo había dividido sus fuerzas. Su corazón se había roto un poco más al escuchar a Bruce relatar parte lo ocurrido en su hogar, pero le había pedido expresamente que no mencionara quienes se habían ido y quienes formaban la resistencia actualmente. Necesitaba mantener su mente libre de más dolor, pues herido o no, Nébula necesitaba su ayuda. Solo eran ellos dos, luchando en un planeta alejado de la mano de Dios.

Esa primera noche, tras discutir con el doctor, había vomitado lo poco que había comido durante la cena. Por primera vez había maldecido los poderes arácnidos del chico, que le habían hecho sentir la muerte incluso antes que él resto. Una muerte que, según el maldito Titán, se suponía que sería lo menos terrorífica y dolorosa posible.

Ni siquiera ese último deseo, había podido concederle a Peter. Solo le había sostenido en sus brazos, intentando infundirle un poco de confianza, pero sin ser capaz de evitar que aquello sucediera.

Y el chico, en cambio, había entregado todo por él. Incluso había preferido seguirle antes que regresar a la Tierra. Si existía un verdadero héroe allí, entre ellos, ese era él.

Tampoco podía dejar de pensar en lo que había hecho el Hechicero Supremo. Se suponía que no debía entregar la Gema que poseía, una de las más poderosas. Pero Strange había dicho que era el único camino posible, y si aquel era el universo en el obtenían la victoria, quizás aun existiera una solución. Debían encontrarla, y traer a todo mundo de regreso.

Además, necesitaba golpear al idiota de Quill por ser tan imprudente, un golpe que él mismo había recibido en su tiempo, cuando intentó matar a Barnes en medio de una furia ciega…

Porque sí, otra de las cosas de las que se había dado cuenta, es que agradecía en lo más profundo de su corazón que Steve le hubiera detenido. Se sentía molesto, furioso por que le hubiera ocultado la verdad sobre la muerte de sus padres. Ver el metraje le había destrozado, y en esos momentos, solo había pensado en asesinar con sus propias manos al causante de su sufrimiento.

Difícilmente, y luchando con una armadura como la suya, Rogers le había hecho frente. Por un instante incluso creyó que le mataría, pero en vez de golpear su rostro, había cortado en dos el reactor y con ello, la energía que movilizaba su armadura. Solo le había detenido, aunque en un momento había estado a punto de escapar de las manos de ambos esa pelea…

Había tardado casi dos años, pero entendía mejor la razón por la que había roto su casco antes de dar el último golpe. Había querido que viera lo que estaba costando para él hacer eso, y tiempo después lo había confirmado con la carta que había enviado. Incluso había entregado su escudo, dejándolo prácticamente indefenso, sin más que sus manos como armas para rescatar al resto de sus amigos, prisioneros en La Balsa. Sin protección, sin apoyo.

Inclusive, el Quinjet en el que habían viajado, estaba listo para él, una vez había sido capaz de ponerse en pie y abandonar el viejo complejo de HYDRA.

Maldito bastardo considerado. Seguro había pensado que, con el traje frito, necesitaría un vehículo para volver a la civilización.

Después de actuar como lo había hecho, justificaba mínimamente, solo un poquito, el temor de su líder al omitir ese hecho. Al ocultar la verdad para proteger a su amigo quien, en esos momentos, se tambaleaba frágilmente entre su persona y todo lo que HYDRA había metido en su cabeza.

Tony cerró los ojos, soltando un quejido de dolor, dejando esos recuerdos atrás. Había intentado ponerse de pie, ir en busca de Steve, pero la herida en su abdomen había protestado ante sus movimientos.

Después de tanto tiempo ya debería haber curado, pero se había vuelto a abrir durante la lluvia de meteoritos. Había tenido que arrastrarse bajo unos paneles y sostener pesadas placas para cambiarlas, todo mientras Nébula hacia lo mejor que podía para desviar su trayectoria de cada mortífero aerolito. Luego de ello, había pasado tres días en cama, sudando producto de la fiebre y jadeando por el dolor, sin tener medicamento alguno a su alcance que pudiera ayudarle.

Actuando de un modo bastante sorprendente, Nébula había estado a punto de redirigir el curso de su nave en busca de un médico. Entendía su preocupación, de terminar sola en el espacio, sin fuerza de voluntad alguna más que para la venganza. Pero Tony se había dado cuenta antes que realizaran el salto, lo que les habría puesto en mayor peligro y demorado aún más su regreso.

A fin de cuentas, habían aterrizado en buenas condiciones. Cojeaba un poco, y era ciertamente vergonzoso que la androide le ayudara a descender por la rampa, teniendo en cuenta que no había sido capaz de reconstruir todas las partes de su cuerpo. Su brazo no estaba del todo terminado, ni tampoco una pequeña sección de su muslo. Entendía que ella no estaba en la mejor de las condiciones, pero era reconfortante saber que, aunque era una mujer de pocas palabras, que contaba su apoyo incluso cuando se encontraban a salvo.

“Tony, hombre, no sabes lo preocupado que me encontraba. Ven aquí”

Había descendido con la cabeza gacha, mirando sus pies, incapaz de encontrar el valor para comprobar los estragos que Thanos había causado entre sus seres queridos. Pero la voz de Rhodey, del hombre al que consideraba su mejor amigo desde sus tiempos en el MIT, había sido como un suave bálsamo.

“Yo también lo estaba, no sabes cuánto, viejo amigo. No tienes idea”

Con evidente torpeza, había rodeado los hombros de War Machine, sosteniéndolo tan cerca como era capaz. Rhodey no se quedó de lado, teniendo cuidado con el lugar de su abdomen donde destacaban las vendas. Había sido ese simple gesto, que le había dado la fuerza para alzar su mirada, viendo de reojo como Nébula empezaba a discutir con un… ¿Mapache parlante? Bien, la chica no había estado bromeando, después de todo.

Las lágrimas seguro brillaban en esos momentos en sus mejillas, algo sucias, cubiertas de sus heridas y de algo de grasa de motor. No había tenido tiempo de asearse, no con un suministro de agua que amenazaba en cualquier momento de llegar a su fin. Pero a pesar de todo, se sentía feliz. Creía que su reencuentro con sus viejos camaradas, no podría haber sido de otra forma.

“Hermano Anthony, es un honor encontrarnos en este hermoso día. Ya pronto tendremos tiempo para que relates tus épicas batallas en el extenso cosmos” la voz de Thor tronó con fuerza hasta lo profundo de su pecho, una sorpresa que era más que bienvenida, luego de escuchar de Bruce que este había muerto a manos de Thanos. Por algún motivo, seguía vivo y se encontraba ahora con ellos. Era un milagro.

“Es bueno verte otra vez” Natasha se encontraba a su lado, con el cabello teñido rubio, para su sorpresa. Estaba cerca de Bruce, quien la miraba con un deje de ensoñación en su mirada. Además del tipo Mapache y de su compañera, estaba la princesa de Wakanda y su General, a quienes había conocido durante otra cumbre de las Naciones Unidas, cuando habían abierto su país al resto del mundo.

“También es un gusto para mí, Natasha, siempre que no me intentes matar entre esos muslos tuyos” Tony movió las cejas sugerentemente, pero sin ningún deje de malicia detrás. Aquello arranco una carcajada al dios del trueno, quien una vez había quedado inconsciente durante sus entrenamientos gracias a esa técnica. El resto también rio, e incluso la famosa Viuda Negra se permitió una pequeña sonrisa.

Por un instante, todo era verdadera felicidad, hasta que hizo un recuento mental de los presentes. Sintió que su corazón caía en picada, al darse cuenta de quienes se habían ido. Solo había escuchado de parte de Bruce, que tanto Barton como el chico hormiga seguían desaparecidos, información que había aceptado conocer. Pero fuera de ellos…Dios, cuantos habían perecido, era terrible…

Visión…ya se imaginaba su muerte, siendo un portador de la Gema del Infinito. Pero tampoco se encontraban Wanda, Sam, o el rey T’Challa. Fury debía ser uno más, de otra forma, habría estado allí mismo para recabar información o arrancársela de ser necesaria. O Barnes, ahora que lo pensaba.

“Pepper…díganme que ella no…” ante la mirada compungida de Maquina de Guerra, supo que la chica a quien amaba, su futura esposa, tampoco había sobrevivido.

Estuvo a segundos de gritar de rabia, de dejarse caer de rodillas, de maldecir a Thanos y el poder del guantelete. Pues tampoco, entre ellos, se encontraba…

Fue entonces que lo vio, a lo lejos, en el umbral de una entrada semi destruida del palacio. Sintió como el aliento se enganchaba en su garganta, porque esta vez, ocurrió a causa de la admiración y la sorpresa: vistiendo un traje completamente negro, destacando en su admirable físico, se encontraba Steve. Y no solo eso, sino que también portaba el cabello mucho más largo de lo que había creído posible, y una perfecta barba. Le daba un toque salvaje, resaltando aún más el azul profundo de sus ojos…

“Steve fue la persona que se hizo cargo de hablar en las Naciones Unidas” la voz de Banner la escuchaba lejana, aun con la mirada fija en la aparición a solo unos metros de distancia. Al parecer, el buen doctor había intentado aclarar que su compañero se encontraba vivo, desviando la mirada, nervioso, como si supiera la razón tras su ausencia. Aunque ausencia no era la palabra exacta, dado que Steve no se había ocultado del todo, seguro mirando desde lejos esa escena, pero sin ser capaz de oír sus conversaciones

 “Fue realmente impresionante, pues con un solo discurso, la mayoría de los representantes accedieron a cooperar con recursos y reestablecer la iniciativa…” Rhodey secundó sus palabras, asintiendo con un gesto de solemne asombro “los Acuerdos ya no existen, gracias a Dios, y dado que el General Ross paso a mejor vida…fue sencillo encontrar a un culpable…”

Apretó con fuerza la mandíbula, intentando desviar esa línea de pensamientos, o al menos todo lo respectivo a la nueva apariencia del rubio, al darse cuenta que se alejaba en dirección al palacio. Al mismo tiempo, se deshizo del abrazo de Rhodey “debo ir por el” jadeó, cojeando sin reparos en la dirección en que el Capitán había desaparecido “necesito hablar con el”

Hizo caso omiso de sus llamados, teniendo su atención centrada en la imponente figura que se alejaba cada vez más de él. Por suerte, lo que parecía ser su habitación solo se encontraba a dos pasillos de distancia. De otra manera, le habría perdido en ese mar de cuartos antes que pudiera dar con su paradero.

También fue capaz de encontrarse cara a cara con Steve antes que se dirigiera, por lo que parecía, al gimnasio. Frunció el ceño, sin poder evitarlo, pues realmente le había gustado su apariencia con aquel traje, pero tampoco desdeñaría su vieja ropa de entrenamiento. Siempre considerado, el rubio le había llevado haya el sofá, respetando su deseo de hablar y dejando que fuera el quien iniciara la conversación.

Luego de eso, todo habia ido cuesta abajo.

Quizás había sido la molestia de darse cuenta que lo Steve había logrado con las Naciones Unidas en tan poco tiempo, aunque se encontraran en una situación tan lamentable como aquella. Tal vez fue el resentimiento de no verlo cuando había llegado, pensando que podía haberlo perdido. Fuera lo que fuera, eso abrió las puertas de todo lo que había guardado dentro por casi tres años.

La ira, que creyó que había disminuido luego de tanto tiempo, había brotado como un geiser desde su interior. Las imágenes de la última vez que le había visto sacudieron su mente, y como en muchas de sus peores borracheras, había hablado sin pensar. Estaba en lo más profundo de una diatriba, descargando la molestia que sentía, hasta que el evidente silencio de Steve llamo su atención.

Bajo aquellas circunstancias, le había resultado extraño que el rubio no contraatacara. Era común para ellos pelear, discutir, gritar hasta quedar exhaustos y luego ser capaces de charlar con algo más de calma. Pero el rostro ceniciento y dolido del Capitán llamo su atención, y tras pensar en lo último que había dicho, se dio cuenta de su error…

(¡¿Tienes idea lo que es perder todo lo que te importa?! ¡¿ver cómo quienes creías que eran tu familia, dejarte de lado?!”)

… ¿Cómo podía ser tan imbécil? ¿tan insensible?

Aun estupefacto, aterrado por el verdadero peso que cargaban sus palabras y de las posibles consecuencias que estas podrían acarrear, solo fue capaz de extender su mano, escuchando las últimas palabras pronunciadas por Steve (lo sé, claro que lo sé) antes que huyera de la habitación.

Steve Rogers, Capitán América. La persona más valiente que había conocido en su vida, había huido por primera vez a causa de sus palabras.

Aquello era trágico a mas no poder, pues por la crueldad de estas, sabía que al menos se merecía un puñetazo en plena boca. Por supuesto que Steve lo entendía: había perdido a todos los que conocía, arrancado de su propio tiempo y que, solo dos semanas después, se enfrentara a lo desconocido casi sin recursos…

…Pero esto era cientos de veces peor: otra ve había visto a sus amigos caer frente a sus ojos, perder lo que más amaba…a ser dejado de lado, otra vez como uno de los pocos sobrevivientes que tendría que reconstruir sobre los escombros de un planeta al borde del caos…

El momento en que le había conocido, había mencionado algo similar, que sus pensamientos eran obsoletos. Claro, podía culpar al cetro de Loki, y pensar que había dejado ese capítulo de su vida atrás, dado que había sido un error influido por la magia de ese bastardo. Ahora no tenía excusa válida para la crueldad que le había demostrado.

Simplemente genial, Stark. Eres un genio.

“Soy un imbécil…” murmuro a la habitación vacía, aun luchando por ponerse en pie. Una mano en su brazo y otra en su espalda le hicieron reaccionar, aún más que la suave voz de Bruce “Vaya que lo eres. Creo que es cosa nuestra, de los científicos, hablar sin pensar y cometer el peor tipo de errores. Intentamos hacer lo correcto y, a fin de cuentas, dañamos a las personas que más amamos”

Tony guardó silencio unos instantes, calibrando el peso de lo que había dicho Banner “supongo que tienes razón…pero al menos tienes la oportunidad de cambiar. Te vi con Natasha, no lo niegues. De haberlo querido, ella habría rehecho su vida, pero te esperó…” repasó en su mente aquel inspirador discurso, deteniéndose en las últimas palabras del doctor “E-eso no significa que lo ame, solo estimo a ese idiota. Incluso ahora ¿en qué diablos pensabas? ¿acaso el otro tipo te ha jodido la mente, Banner?”

Quizás vio algo en su rostro, pero el doctor no pudo evitar reír. Por el brillo de su mirada sabía que algo más ocurría, pero misterioso como era, prefirió ignorar olímpicamente sus quejas “Sí, ella me ha dado otra oportunidad, una que sin duda no merezco. Tomaremos las cosas con calma, mi huida le hizo mucho daño. Pero si tu no enmiendas esas palabras, quizás pierdas la tuya”

Abrió la boca, listo para volver a discutir tales insinuaciones, seguramente una nueva burla del doctor, cuando este levantó un poco su camiseta para examinar sus vendas con deteniendo, por suerte libres de manchas de sangre “Te seguí, preocupado que al exigirle tanto a tu cuerpo, podrías desmayarte antes de encontrar a Steve. Sigo diciendo que no soy ese tipo de doctor, pero con ustedes, supongo que puedo hacer una excepción…”

“Eres el único médico en quién confió, Brucie oso. Deberías estar feliz de ello”

“Lo estoy, lo creas o no lo estoy” aparentemente satisfecho, e ignorando nuevamente lo que sus palabras provocaban en él, se enfrentó sin dudas a su mirada. Fuera lo que fuera que hubiese vivido durante esos años de ausencia, había reafirmado su personalidad “no quise escuchar su conversación, pero la puerta estaba abierta. Pensé en regresar y esperar a que resolvieran sus asuntos, pero tus palabras…” negó suavemente con su cabeza “y la huida de Steve me dejaron aún más preocupado. Es un hombre fuerte, pero no puedo olvidar que es menor que nosotros. Sigue siendo un niño y ya ha pasado por tanto…supongo que escuchar algo como eso viniendo de ti, fue la gota que colmó el vaso”

“Yo…sé que lo jodí…” aceptar lo que había hecho y afirmarlo en voz alta era muy distinto, pero sabía que podía confiar ciegamente en Bruce, a pesar del tiempo en que habían estado separados “debí tener hace mucho tiempo esta conversación, y el bastardo seguro creyó que era lo mejor darme espacio, nunca intentó establecer contacto conmigo, aunque era bastante obvio quién estaba tras el sabotaje de los planes de Ross y su gente…” Sí, no tenía que pensar mucho para darse cuenta que había sido el Capitán y sus amigos, aún fugitivos, peleando por las causas que aún creían justas, a pesar del daño que el mundo les había causado.

Una pequeña sonrisa, sin duda maliciosa, cruzó los labios de su amigo por un instante. Oh, aquello no auguraba nada bueno “He estado hablando con Tasha, ya sabes. Nadie sabía exactamente para que era el viejo teléfono que cargaba consigo a todos lados, pues ya lo tenía cuando rescató a los chicos de la prisión, y semanas antes que ella se uniera oficialmente a sus misiones” Tony sintió como un leve rubor cubría sus mejillas, pues tampoco él había pronunciado palabra alguna sobre aquel monstruoso aparato. Ni siquiera a Rhodey, quién había estado con él el día en que había llegado el paquete, había revelado el verdadero remitente “pero ella estaba con él cuando lo llamé. Y ella afirmó que hizo pucheros y que estuvo sentado en un lugar apartado del Quinjet, realmente miserable, por casi media hora. Incluso yo pude notar el pesar en su voz, incluso antes que fuera capaz de explicar lo que había pasado y me dirigiera a la sede gracias a las instrucciones de Wong”

“… ¿A dónde pretendes llegar con esto, Bruce?” preguntó Tony con un deje de dolor en su voz. Sí, él también se arrepentía de dudar y no ser capaz de llamar a Steve antes. El chico había arriesgado todo lo que tenía al tender una rama de olivo entre ambos, un voto de confianza, y a fin de cuentas había sido el doctor quién había terminado por llamar. Era lo primero que había dicho, y solo entonces, se daba cuenta de cuán importante era que ambos estuvieran en la misma página respecto a ese tema.

“A que debes disculparte, y luego tener una conversación decente con Steve. Son nuestros líderes, ambos, y los necesitamos” la expresión de Bruce se suavizó “y también necesitan dejar el episodio de la Guerra Civil atrás. No estoy al tanto de todos los acontecimientos, pero puedo apostar que ambos han cargado con demasiada culpa. Es hora que lo dejen ir, y se den otra oportunidad” colocó una mano en su hombro, dando un suave apretón, como si de ese modo pudiera reafirmar sus palabras “Es el fin del mundo, Tony ¿qué puedes perder?”

Ni siquiera necesitó pensar en esa afirmación, pues era algo que había rondado su mente durante un tiempo. Ya sintiéndose un poco mejor, le pidió instrucciones a Bruce, pues no dudaba del paradero del súper soldado: el gimnasio. No solo por la ropa que llevaba antes de la discusión, sino porque conocía lo suficiente al Capitán como para saber que era su forma predilecta de descargar su ira a su tristeza.

Se dirigió aun cojeando, aunque mucho menos que antes, hacia el lugar que le había indicado. El doctor se dirigió en la dirección contraria, pero comentó en voz lo suficientemente alta para que lo escuchara, antes de desaparecer “¿Sabes? Cuando Ross se enfrentó a él, poco antes de la invasión a Wakanda, le dijo que la Tierra había perdido a su mejor defensor”

Sí, sin duda había sido aquella frase, la exacta para evitar que diera marcha atrás. Y es que, para Tony, aquellas palabras significaban un mundo.

Era el notorio cambio de su relación, de cómo en un inicio Steve había creído que el único valor que poseía era su traje, y ahora afirmaba justamente lo contrario. A su pesar, una enorme sonrisa iluminó sus facciones, haciendo que pareciera muchos años más joven. Capitán América siempre había sido su héroe de la infancia, y aunque lo mantuviera oculto del mundo, realmente deseaba haber estado en el momento que había pronunciado esas palabras.

Un elogio como el que pocos recibirían, y sabía cuan sincero era Steve con cada uno de ellos.

Pero también creía que, tras lo dicho, ya no mereciera tales palabras.

Tardó más de lo estimado al llegar al gimnasio, y los potentes golpes que provenían en su interior, indicaban que el buen Capitán se encontraba asesinando a un nuevo saco de entrenamiento. Suspiró. Al menos no había perdido la oportunidad, pero dependía de él solucionar ese lío.

Para su sorpresa, por segunda vez ese día, casi no necesitó palabras.

Al ingresar al gimnasio, Steve detuvo en seco su brutal entrenamiento. La camiseta empacada de sudor se pegaba a su piel, y los guantes en sus manos goteaban sangre fresca. Tony tragó saliva, audiblemente, preocupado ante el daño que el propio chico se había infringido. Seguro aquel era el coste de su fuerza de voluntad, la razón por la que no le había golpeado tras semejante insulto.

Sabía perfectamente que Rogers era capaz de reconocer sus pasos, por lo que no quiso demorar lo inevitable, dirigiéndose hasta donde se encontraba. Se detuvo a una distancia prudente, comenzando con la única frase que venía a su mente en aquellos momentos “Tú… ¿te encuentras bien?”

Lentamente, Steve se dio la vuelta, dejando que el moreno viera como las lágrimas aun corrían libremente por su rostro. Con duda, acercó una mano a sus mejillas, limpiando con suavidad cada una de ellas, hipnotizado y a la par culpable de haber provocado eso en quién aún consideraba su amigo.

“Estoy bien” la voz de Steve sonaba ronca por el llanto, pero no por ello menos determinada “Lamento haber huido…debió ser muy difícil dar el primer paso y yo…solo no pude evitarlo” casi sin darse cuenta, el rubio se recargó más en su toque. Tony se percató de aquella acción, pero esta vez mantuvo su boca cerrada, permitiendo que fuera el soldado quién continuara en esa ocasión “Tus palabras solo afirmaron algo que negué por mucho tiempo. Aún no puedo aceptar que todos se hayan ido, haber perdido a la mitad de mi familia…” esa palabra hizo que el corazón del castaño latiera dolorosamente “pero también recordó el sacrificio que hiciste todo este tiempo, y lo mucho que te dañé por mis acciones. Lo siento tanto, Tony…”

Y ahí estaba, el hombre que por mucho había admirado, sincerándose completamente frente a sus ojos. La oportunidad que Bruce le había hablado, presentada a él, a quién no la merecía. E incluso, recibía disculpas por ello, ni un ápice de ira frente a la actitud que le había mostrado.

Por eso dio un voto de confianza, saltó al vacío, esperando que el suelo se encontrara a solo un metro de sus pies: abrazó a Steve contra sí, permitiendo que se desahogara, y haciendo lo mismo en su fuerte y robusto pecho “Te perdono, Capsicle. Y yo también lo siento…debí llamar antes, no dejar que la situación se escapara de nuestras manos…” Los brazos del soldado rodearon su cadera, aliviado al notar que aquel contacto no había sido denegado “me molestó no verte allí para recibirme…eso me hizo perder la razón…”

“Creí que no querrías verme, pues no fui capaz de ponerme en contacto contigo. Sería un golpe duro darse cuenta de quienes se han ido, y prefería que lo hicieras en paz, antes de tener esta conversación. Tus hombros han cargado suficiente peso para mil vidas, no quería agregar otro tanto de dolor si podía evitarlo”

“Fuimos unos idiotas”

“Realmente lo fuimos”

Tony rio ahogadamente, entendiendo con certeza que tal situación, era el resultado de la terquedad de ambos y del miedo que ambos sentían: de pensar que, tras tener esa conversación, se darían cuenta que su relación estaba rota, imposible de reparar. Pero para su alivio, y tras la afirmación de Steve, se daba cuenta que aún podían seguir adelante. Recuperar lo perdido.

“Será un camino difícil, aún siento ira…pero quiero que volvamos a ser amigos…”

“Yo siento desconfianza, pues tus decisiones durante los Acuerdos…” su voz se cortó abruptamente, sin terminar la oración, pero ambos conscientes de lo que eso significaba “pero también quiero intentarlo. No quiero volver a perderte. Haremos esto juntos, como debió ser desde un inicio”

“Es lo suficientemente justo. Y como bien dices, lo haremos juntos. No volveremos a caer”

Ambos se sonrieron, ligeramente divertidos por su espantosa apariencia, pero mucho más libres y tranquilos de lo que se habían sentido en meses. Claro, la muerte de sus amigos y lo que había hecho Thanos aún pesaba en su interior, pero ahora poseían las fuerzas necesarias para hacer frente al Titán y su ejército. No se dejarían vencer.

Y como si eso no fuera suficiente, la voz de Okoye, proveniente de los altavoces situados en el techo del gimnasio, les hizo sonreír aún más ampliamente a ambos.  “Necesito que todos se dirijan a la sala de operaciones, en el segundo piso. Un Quinjet ha aterrizado hace pocos minutos” una pequeña pausa, antes que ambos estallaran en gritos de júbilo “Uno de los suyos ha regresado”

Notas finales:

Espero les haya gustado, y cualquier duda pueden dejármela en los comentarios. Y si alguien es capaz de adivinar ¿quién creen que sea el personaje que llegó sorpresivamente a Wakanda? Espero sus opiniones

Desde el siguiente cap, iniciará como tal la historia: cómo nuestros héroes favoritos se las arreglarán para vencer a Thanos, y como la relación de Tony y Steve comienza a dar sus primeros frutos. 

Nos vemos en la próxima ¡Hasta entonces!

 


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