"...So you think you can tell
Heaven from hell
Blue skies from pain?..."
Wasted Times
Parte Dos
Un par de días después...
—Lo siento...
Esas últimas palabras fueron pronunciadas con temor; temor nacido en su interior, crecido en sus ojos, y fue liberado a través de su voz, en forma de suplica.
¿Por qué?
Ya la había oído antes. Él mismo la había dicho antes, y los últimos días era lo que más había estado escuchando.
¿Por qué tenía que escucharlo de él? ¿Por qué de ellos?
El dolor era real. El vacío ahora era real.
¿Cómo habían llegado hasta este punto?
El aire era pesado. Podía ser la atmósfera, o la creciente culpa abrasadora.
Unas cuantas lágrimas bajaban por su rostro. Llorar ya no servía de nada.
¿En qué momento... todo cambió?
Durante más de diez años luchó por proteger la tierra.
Durante dos años luchó por ellos.
Hace tan sólo unas semanas... estaba bien. Más que bien.
Hace unos días, las cosas comenzaron a desmoronarse gracias a un visitante de su pasado... no.
Él también tuvo la culpa.
Pero admitir su culpa tampoco serviría de nada.
Lo habían sido todo. Lo lograron casi todo.
Y en un segundo, en un parpadeo, en un suspiro... en un "lo siento"...
...Ya nada estaba ahí.
No más oportunidades. Ni más héroes.
Algo se había roto. Le habían arrebatado aquello que tanto amó. Otra vez y para siempre.
Sólo permanecían los recuerdos que le apuñalarían en cada buena oportunidad y los asfixiantes fantasmas siempre caminarían tras sus talones, como recordatorio de su derrota.
Todo era tan malditamente confuso.
Hace dos días, un nervioso Wong, le había dicho que Stephen... ya no era más el Stephen que conoció. Gracias a un hechizo.
Tony no pudo oír más de la larga explicación que en realidad era muy sencilla. Los brazos de Peter le había rodeado. El chico también le tenía afecto.
El amigo del hechicero prometió buscar una solución.
Era casi imposible creer que Stephen los hubiera olvidado.
Que Tony le hizo tanto daño al punto de querer borrarlo de su vida. Pero no sólo a él, a Peter, a Pepper, Rhodes,..
Stephen eliminó cada recuerdo con ellos. De un momento a otro, Tony ya no tenía un pasado, ni mucho menos un futuro, con Stephen Strange.
Fue una sorpresa para Pepper y él, cuando el Doctor apareció frente a ellos pidiendo su ayuda.
En su mirada no había nada que para Tony fuese familiar, era una mirada nada más que neutra, de esas que sólo se le dedican a los desconocidos. Y que estuviera buscándole había sido obra de Bruce Banner, el cual anunciaba la llegada de un terrible mal.
"—Pero debes entender que si debo salvarte a ti, al niño o a la gema del tiempo, no voy a dudar en que mueran ustedes."
Lo que Wong había dicho cobró sentido en las palabras de Stephen, palabras que parecían ir en serio. Dolía más la indiferencia que el resentimiento.
Entonces, ¿por qué había sacrificado la maldita gema por su vida? ¿Por los millones de futuros que vio?
"—Era la única manera." dijo antes de desaparecer.
No lo había podido procesar.
"—¿Señor Stark?" La voz temblorosa de Peter llegó hasta sus oídos, Tony sintió un vuelco en su corazón.
Peter también se había ido.
Así como Stephen lo olvidó, Tony moriría olvidado por los demás.
¿Qué más daba? La muerte era algo que en verdad estaba anhelando desde ese "lo siento", proclamado por un chico de diecisiete años que tenía toda una vida por delante.
El olor a muerte invadía sus pulmones.
Peter Parker, Stephen Strange, y la mitad del universo estaban muertos.
Un incontrolable terror no le permitía abrir los ojos. No quería hacerlo y saberse completamente solo.
Si esto era una pesadilla, quería despertar.
Si en verdad lo era, entonces, al despertar, respiraría agitado, sudaría a mares y confundido, observaría a su alrededor tratando de saber dónde se encontraba, para hallarse con unos sujetos frente a él, de rodillas, vistiendo de una forma poco peculiar, que le verían entre curiosos y preocupados.
Ese par de miradas; una de un profundo castaño, juvenil y llena de vida. La otra, increíblemente impactante, entre azul, verde y gris; además de que esa le robaría un suspiro, ambas le indicarían que estaba bien, que estaba a salvo. El par que encendía un cálido fuego en su pecho, le recordaría que estaba en casa.
Que Stephen le cantara en el oído, como una droga tranquilizante; besar esos labios a los que se había vuelto adicto y perderse en las galaxias que el hechicero tenía en sus ojos. Y que al final, Peter siempre les interrumpiera con su jovial entusiasmo.
Pero por más que suplicaba, no podía despertar. No oía esa voz que le pedía despertar.
Y no quería hacerlo más, si ellos no estaban ahí.
"—Lo hizo" anunció la extraña androide.
No era ni la voz que esperaba ni lo que quería escuchar.
La calidez en su pecho se consumió.
Como resultado, dejó un invierno en su interior, con el inerte frío, cenizas como copos de nieve, un silencio que hacía sangrar sus tímpanos y una pena que nunca se iría.
Juró protegerlos.
Ahora ya no podía jurar vengarlos.
Todo terminó.
Thanos había ganado.
"...And how we found?
The same old fears
Wish you were here..."