Luego de mucho discutir, Takeda corrió con el director de la escuela, para proponerle su plan. Algo demasiado codicioso a los ojos de los directivos. –Véanlo de esta manera, podremos estrechar lazos con otras escuelas, y lograr beneficiarnos no solo en volleyball, también en otros deportes –insistía el pelinegro, con una extraña mezcla de emoción y nervios. Más de una junta al respecto, se llevó a cabo; incluso, se informó a las diferentes escuelas recomendadas por el profesor Takeda.
Apenas pasaron un par de meses, cuando el profesor llegó emocionado al gimnasio. Ukai, al ver esto, solo pudo esbozar una pequeña sonrisa, adivinando lo que pasaría después. – ¡Vengan! –los apuró el moreno, agitando unas hojas en su mano. Ni siquiera Kiyoko sabía lo que pasaba. – ¿Qué sucede, Take-chan? –preguntó Tanaka, llegando primero junto a Nishinoya. Una vez que todos se reunieron alrededor de los adultos, Takeda, con una sonrisa de oreja a oreja, les mostró una de las hojas. – ¡Nos han aprobado hacer un campamento de entrenamiento! –exclamó orgulloso el moreno.
Y diferente a lo que creía, los chicos solo se miraron entre ellos, confundidos. El único que brincaba de alegría, era Hinata. – ¿Campamento de entrenamiento? –habló por fin Daichi, mirando a los adultos. –Si, como al que asistimos en Tokio –ayudó un poco Ukai, con una expresión demasiado divertida ante las expresiones de los chicos. –Pero… eso significa que traerán a otras escuelas, ¿no? –Takeda asintió ante la pregunta de la morena. –Esta mañana he enviado las invitaciones formales a las escuelas. Solo esperamos su confirmación –añadió con una pose que denotaba su orgullo al respecto.
Los chicos se miraron con una sonrisa, ante la forma en que el profesor actuaba. –Y y y… ¡¿y a qué escuelas invitó, sensei?! –preguntó un Hinata rebosante de emoción. Y todos quedaron en silencio. Ni siquiera Kageyama se atrevió a regañarlo, simplemente se limitó a mirar insistente a los adultos. El enano había dicho lo que cruzaba la mente de todos. –Veamos –murmuró Takeda, revisando en las hojas. –Aoba Johsai, Date Tech, Nekoma, Fukurodani, Shiratorizawa –todos escuchaban atentos, mientras la lista seguía. Varios eran contrincantes con los que ya habían tenido un partido; otros, ni siquiera sabían quiénes eran. – ¿No son muchos? –preguntó Sugawara a Ukai. –Los directores hicieron una junta junto a Takeda –habló el rubio, dando a entender que no sabía mucho al respecto. – ¡Cierto! –saltó a su rescate el moreno. –La mayoría de esas escuelas no estaban convencidas con el campamento, así que dudo que acepten una segunda invitación –comenzó a explicar, acomodándose los lentes. –Pero si logramos que escuelas fuertes vengan, no importará que seamos pocos –aclaró con una sonrisa.
Luego de esa pequeña junta, los chicos regresaron a la práctica, sin saber muy bien que pensar al respecto. Todos, menos uno. Y el único que se había dado cuenta de esa casi imperceptible emoción, fue un pecoso, que le miraba algo sospechoso.
***
Apenas habían pasado unas semanas, cuando las escuelas mandaron su respuesta al campamento. Solo tres habían aceptado la extraña idea de la escuela Karasuno. Un par de días después, se reunieron para ultimar los detalles del “evento”. Finalmente, decidieron elegir otra sede, siendo el Aoba, los encargados de albergar a las otras cuatro escuelas. Apenas acabó la junta, y Takeda fue libre, corrió como alma que lleva el diablo, directo al gimnasio. – ¡Chicos! –apenas entró, cayó al suelo, haciendo que los muchachos corrieran hacia él. – ¡Está listo! –exclamó, ignorando las preocupaciones y el dolor de su caída, poniéndose de pie con rapidez. –Iremos a Aoba Johsai para el campamento –su sonrisa iluminaba su rostro, haciendo que no notara los rostros de preocupación de sus alumnos. – ¿Y qué escuelas irán? –preguntó Tsukishima, con una emoción perfectamente disimulada. –Seijo, Nekoma y Fukurodani.