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Te acompaño a llorar por Mari-Sponge

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Notas del capitulo:

Reprocduzcan esta canción antes de empezar a leer UuU

A diferencia de los días anteriores, esa tarde, Kenma no pudo zafarse de un entrenamiento extra con Hinata. Y justo como creía, pasar  tiempo a solas, con quien consideraba como su mejor amigo fuera de la escuela, aligeró un poco su corazón. –Bueno, si lo sientes lejano, ¿por qué no hablar con él? –soltó el chico, luego de regresar con el balón. –Si hiciste algo que lo molestara, deberías saberlo. Y si no fue tu culpa, no tendría que descargarse contigo –añadió el pelirrojo, con la calma que todos creían, no poseía. Por su parte, Kozume se le quedó mirando, con una gran sorpresa en los felinos ojos. – ¿Kenma? –llamó el enano, algo preocupado por el repentino silencio de su amigo. El aludido esbozó una sonrisa. Y es que ese chico nunca dejaba de sorprenderlo. –Estoy bien, Shouyo – habló finalmente. Hinata podría ser un total despistado, pero eso no evitaba que dijera cosas acertadas de vez en cuando.

Como agradecimiento, el teñido continuó un momento más, entrenando con Shouyo, incluso cuando algunos de primer año de Aoba y Fukurodani, se les unieron. Sin embargo, con más gente cerca, se le hacía más difícil escabullirse de allí. Si no era detenido por Hinata, Kindaichi evitaba que él y Kunimi huyeran. No le quedó de otra, más que quedarse hasta la hora de la cena. Cansado y algo adolorido, caminó hasta la cafetería al lado de Kunimi y Onaga. – ¡Oh! –la voz de Yahaba hizo sobresaltar al moreno, haciendo que rodara los ojos, con una pequeña mueca de fastidio. –Kunimi, ¿estuviste practicando de más? –el castaño se acercó a los chicos, completamente sorprendido por la actitud de su compañero. –Nos arrastraron –respondió con calma y respeto, señalando a Kenma. Sus ojos se pasearon entre Kenma y Akira. –Parecen hermanos –soltó luego de un rato en silencio. Ambos chicos se miraron, claramente confundidos. Y sin más, dieron media vuelta, dirigiéndose a la cafetería.

Al parecer, los capitanes habían decidido cenar en la misma mesa. Las ganas de Kenma de ir y sentarse al lado de su novio, le llenaban por completo. Pero al parecer, las ideas de Kyoutani eran diferentes. El chico gruñón del Aoba, le tomó del hombro, arrastrándolo con él, hacia una mesa, en donde los de segundo, comenzaban a comer tranquilamente. –Fue idea de los entrenadores –habló con calma Akaashi, sonriéndole al notar su expresión confundida. –Ya veo –fue todo lo que dijo, antes de empezar a comer. A diferencia de lo que todos creerían, Kenma se llevaba bien con Kyoutani, aunque apenas si interactuaran. Era como una silenciosa amistad: el gato introvertido, y el silencioso perro rabioso. La idea de los adultos, resultó mejor de lo que creían. Cada mesa estaba envuelta en un agradable ambiente.

Luego de la cena, Kenma y Kyoutani caminaban de vuelta a los “dormitorios”, seguidos de otros chicos. –Es turno de los de segundo de bañarse –habló Kai, entrando a la “habitación” designada para Nekoma. El teñido se despidió momentáneamente de su igualmente silencioso amigo, antes de seguir los pasos de Nobuyuki. Luego de tomar sus cosas, salió tras Fukunaga y Taketora. En su camino, se reunieron con los alumnos de Karasuno; Akaashi comenzó a platicar con Shohei, mientras el teñido se iba rezagando. A lo lejos, observó la silueta de Kuroo, alejándose de Oikawa. –Es mi oportunidad –pensó el chico.

En silencio, trotó hasta el mayor, encontrándolo en una de las escaleras, leyendo unas notas. –Kuro –le llamó, asomando la cabeza por la pared. El otro ni siquiera se molestó en alzar la mirada. – ¿No deberías estarte bañando? –preguntó sin interés, pasando las hojas de los horarios y partidos de mañana. –Yo… quería hablar contigo.

–¿No puede esperar a después? –finalmente dejó los papeles de lado, poniéndose de pie.

–Es posible –el chico no apartaba la mirada de su novio. –Pero realmente quiero hablarlo, ahora.

Kuroo cruzó los brazos sobre su pecho, esperando a que el menor continuara, con lo que sea que quería discutir. Aunque una parte en su interior, temía por saber el tema a tratar. – ¿Sucede algo conmigo? –soltó sin más, mirando fijamente aquellos ojos oscuros. La pregunta tomó desprevenido al mayor. – ¿A-a qué te refieres?

–Te noto distante conmigo últimamente –continuó Kenma sin titubear o apartar la vista. –Si hice algo malo, quiero que me lo digas.

–N-no es eso…

– ¿Entonces? ¿Algo te pasó?

–No.

–Sabes que puedes decírmelo.

–Oh, al fin lo encuentro, Kuroo-san.

Tsukishima se asomó, ignorando a Kenma, casi empujándolo para poder hablar con el mayor. – ¡Tsukki! ¿Sucede algo? –preguntó, visiblemente más alegre con aquella presencia. Kozume frunció un poco el ceño, carraspeando. – ¿Lo siento, interrumpo algo? –habló el rubio, fingiendo haber notado apenas al teñido. –Nada importante. Hablaremos luego, Kenma –soltó un tanto frío el moreno. – ¿Qué necesitas? –y una vez más, el teñido fue ignorado.

–Quería saber si mañana también practicaríamos.

–Claro, cada día mejoras más.

–Gracias.

Ambos chicos se fueron alejando por el pasillo, hablando tan tranquilos, como si el gatito del Nekoma, nunca hubiera estado ahí. Una mezcla de furia y tristeza, armaba un remolino en el interior del armador, quien solo dio media vuelta, encaminándose a los baños. Entró en silencio, manteniéndose alejado de todos. Bajo la regadera, dejó salir las lágrimas libremente, dándole la espalda a todos. Su corazón se oprimía en su pecho, y un nudo atascaba su garganta. Se sentía inútil, frustrado, enfadado, desesperado y triste. Una vez más, la realidad le golpeó sin piedad; frente a él, aquella escena se repetía una y otra vez, haciéndole ver que su felicidad se rompía a pedazos cada día que pasaba. A lo lejos, Kyoutani y Akaashi miraban al pequeño, preocupados. Solo ellos, notaron la tristeza que abrazaba al teñido, sin poder hacer algo; sin siquiera saber la razón de su tristeza.


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