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¡Maldita casualidad! por Pikacha-sama

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Notas del capitulo:

Hellloooou, team.

Bueno, principalmente gracias por la oportunidad de este NS, la verdad que tenía muchas ganas de sacar un NS con omegaverse. También he subido un fic corto SN también omegaverse, pero ese fic no creo que tenga un final feliz XDDD

Disfruten, y no olviden votar en los SJDH por este fic.

 

¡MALDITA CASUALIDAD!

Capítulo dos.

 

 

 

 

 

No existe la casualidad, y lo que se nos presenta como azar surge de las fuentes más profundas.

Friedrich Schiller (1759-1805).

 

           

Cuando Sasuke volvió a cobrar su sentido común supo que algo no estaba bien desde que se visualizó en una habitación que no era la suya. Estuvo tentado a entrar en pánico al sentir los olores mezclados de dos razas distintas. Lobos y zorros, pero logró controlarse, tenía la suficiente inteligencia emocional para tranquilizarse.

 

            Era una pequeña carpa, sólo había una cama improvisada de heno con pieles de diferentes animales donde estaba reposando. Las paredes eran blancas y blandas, no tardó en darse cuenta que estaba en un tipi. Suspiró desganado para volver a reposar entre la calidez en que lo envolvían los cueros.

 

Lo último que recordaba no le reconfortaba de ninguna manera ¡Ese maldito zorro! ¡¿Dónde mierdas estaba?! ¡Tenía que matarlo! Pasó su mano sobre el cuello, la mordida estaba sanada, pero aun podía sentir al tacto las cicatrices de los colmillos del alfa. Ese ingenuo adolescente había tenido el descaro de morderlo en su momento de debilidad ¡Era un oportunista! Y sin quererlo, gruñó frustrado.

 

¡Estaba emparejado! ¡De un niñato! Su padre iba a matarlo, iba hacerle pagar su osadía al salir del límite de la pradera. Itachi y Fugaku se habían confabulado para hacerlo caer en sus maquiavélicos (porque no había otra forma de llamarlo) planes. Al final, harto de la discusión había huido al bosque. Juraba a ver tomado la píldora supresora antes de partir, no entendía porque el celo había hecho efecto en él.

 

Cerró los ojos maldiciendo su suerte mil veces.

 

— Veo que ya despertaste, ttebane.

 

El azabache se sorprendió de la voz femenina que le hablaba, ni siquiera había sentido el olor aproximarse. Había colapsado su mente, pensando en cada una de las consecuencias que su acto imprudente tendría. Probablemente ni siquiera podría regresar a casa, la mordida en su cuello significaba tantas cosas.

 

Levantó la vista para fijarla con la fémina, pero ella evitó contacto con sus ojos, paseando la mirada por la pequeña carpa. Kushina era hermosa, sus cabellos rojos hipnotizaron a Sasuke, era un color tan intenso y atrayente que resplandecía por sí solo. Los ojos verdes de la mujer eran vibrantes, hiperactivos y atrapantes. Sí fuera un alfa, ella seria su omega perfecta.

 

— ¿Tú eres…? — preguntó con desdén, no estaba en su naturaleza ser simpático, mucho menos amable. Ni siquiera tenía el humor de soportar estar con otra especie que no fuera la suya.

 

— ¿Quién eres tú? ¿Un Uchiha? — cuestionó molesta, el tono de su voz había subido sin llegar a gritar, pero su mirada le indicó que no era de su agrado y lo peor de todo, es que era un sentimiento mutuo.

 

— ¿Por qué estoy aquí? — evadió la pregunta, si ella tenía algo en contra de los Uchiha estaría en problemas al estar en su manada, sabía el comportamiento que tenían los lobos, aunque ella fuera un zorro, el olor que desprendía era de un lobo, por ende, el olor de su alfa.

 

Ella gruñó en señal de furia, Kushina le estaba mostrando los colmillos mientras las orejas de animal se erizaban mostrando aún más su molestia. El saber que tenía a uno de ellos durmiendo entre sus allegados le hacía hervir la sangre, la única razón por la que estaba ahí era porque el muy idiota se había dejado morder por su hijo.

 

— ¡Mamá! —exclamó Naruto tomando a su madre de los hombros por la espalda. La fémina se soltó en un ágil movimiento y desapareció justo como había llegado. Estaba frustrada, enojada y deseaba que el gato se fuera de sus tierras, odiaba el simple olor que desprendía.

 

Sasuke chasqueó la lengua en señal de molestia. Su mirada mostraba furia y ferocidad, estaba enojado por toda esa situación y ver al culpable de toda de ello delante de sí, no podía pronosticar nada bueno. El saber que ese chiquillo con cara de tonto lo había tomado sin la menor delicadeza (sin olvidar que lo había mordido) lo llenaba de rabia, de odio, y sobre todo de coraje.

 

— Am… —trató de hablar el rubio, pero el omega lo ponía nervioso. Lo estaba matando con la mirada —. Veras… yo…

 

— Voy a matarte, dobe… de una manera lenta y dolorosa — soltó el azabache mientras sacaba las garras. Estaba dispuesto a atacarlo, si para volver a ser libre tenía que matarlo, lo haría, aun si le costaba su propia vida.

 

— ¡Espera, teme!

 

Naruto hubiera querido usar el “rugido” para controlar las acciones de su pareja (porque, aunque no quería denominarlo así, la marca en su cuello significaba que era suyo), pero todavía no había desarrollado del todo la habilidad. Su fuerza había incrementado con creces en los últimos dos años, además de que su Alfa manifestaba proclamarse líder de la manada.

 

—Vas a pagarlo caro, idiota… — juró reluciendo sus filosas uñas mientras el rubio retrocedía nervioso. No dudaba de sus habilidades, pero su instinto le exigía proteger al minino, un extraño afecto se había instalado en el pecho por culpa de su apareamiento, sin embargo, también su orgullo quería prevalecer.

 

—¡No fue mi culpa ´ttebayo!, ¡si estabas en celo no debiste salir de casa! — rugió enojado. Las cosas se habían complicado cuando el celo se acabó y Naruto se vio enlazado con un chico que no conocía. Había tenido que pelear con dos alfas por él, sin mencionar que su madre lo había rechazado desde el momento en que lo olió.

 

—¡Eso no era de tu incumbencia!, ¡me largo de aquí! — vociferó poniéndose de pie, caminó hacia la pequeña apertura que traspasaba un camino de luz, pero el Alfa lo tomó de la muñeca. Sus miradas se encontraron con tenacidad. Ambos echaban chispas por los ojos, demostrando una rivalidad inapelable.

 

—¡No vas a irte!, ¡ahora me perteneces, teme!

 

—Voy a matarte, no cabe duda de ello.

 

Minato desde fuera de la carpa suspiró, los gritos de ambos se podían escuchar por el alrededor, sin mencionar que el sonido de cosas romperse y estrellarse le daba un tono cómico a la situación. No entendía como un gato había terminado por los límites de su territorio, pero el Alfa de su hijo no iba a permitir que el moreno regresara con los suyos. Y eso, definitivamente era un grave problema.

 

Kushina estaba demasiado afectada por los hechos, había sido una odisea encontrar a Naruto cuando el olor a sangre se había hecho tan penetrante. Su omega corrió lo más rápido que pudo en su forma animal hasta encontrar a su hijo en medio de una batalla llena de tempestad.

 

Era un lobo que no pertenecía a su manada, acompañado de un tigre embistiendo a su hijo. Una peligrosa esencia a celo se apreciaba en el ambiente, Minato no tardó en localizar un cuerpo inerte detrás de su primogénito, pero la pelirroja no, ¡estaba furiosa! Había enseñado los colmillos dispuesta a atacar, pero antes de que pudiera intervenir el zorro había matado al felino, sus colmillos yacían encajados en la yugular del animal.

 

El can había medido su siguiente movimiento encestando un golpe directo en los ojos del contrario, pero el raposo había contraatacado con una mordida sobre su pata. Dos bestias de dos metros peleaban por un ser inconsciente que Naruto había tomado como suyo, su alfa estaba segado por la necesidad de remarcar esa pertenencia, no iba a dejar que nada, ni nadie tocara lo que por derecho le correspondía.

 

Su madre iba a intervenir, pero Minato se lo impidió. No dejaría que su pareja destinada saliera herida, y tampoco se interpondría en esa pelea, el orgullo de su hijo estaba en juego. Su sed de alfa debía ser saciada con la sangre de aquel que había tenido la osadía de retarlo por su omega

 

Bastaron dos minutos más para que Naruto rugiera en victoria. Estaba aturdido, extasiado por la honra del triunfo, pero confundido con sentidos que no conocía. Podía olor a sus padres, pero no los quería cerca, gruñó cuando sintió su cercanía ¡los quería fuera!, ¡lejos de su felino! Aún en su forma de animal se acercó al cuerpo anestesiado para acicalarlo con su lengua.

 

Su alfa lo necesitaba más que nunca…

Notas finales:

¿Quieres continuación? ¡Deja un favorito o comentario! Mi beta y yo te lo agradecemos, por la confianza, el apoyo y la noción a que el NS siga más vivo que nunca.


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