Personajes: Harry/Severus
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, solo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.
Advertencia: Esta historia es un AU. Si quieren magia, pues aquà no la encontraran. Pero sà encontraran mucho romance, malos entendidos, angustia y, más romance.
CapÃtulo 7. Cambios necesarios
Severus no querÃa aceptar que su encuentro con Harry le habÃa causado más dolor del esperado. Y aunque nunca pasó por su cabeza la idea de una reconciliación, la certeza del desamor del chico era muy dolorosa.
De pronto nació una necesidad imperiosa de alejarse. Pero ya no deseaba regresar al mismo hogar que habÃan compartido. Estando ahà nunca podrÃa olvidarlo. Consideró seriamente la posibilidad de marchar al extranjero. HabÃa pasado tiempo desde su último viaje. Eso sÃ, tenÃa claro que era probable que Remus no le acompañara, pues desde hacÃa un tiempo le escuchaba hablar del hijo de Lucius con mucho interés. Sonrió con amargura al recordar los primeros dÃas de la llegada de Draco Malfoy. Sus celos se despertaron de la forma más tonta e infantil por causa del chico rubio que jamás tuvo interés en Harry. Su amor por el joven de ojos esmeraldas le hizo convertirse en un hombre inseguro y torpe. Ahora pagaba el precio.
Esperaba que Harry sanara su corazón y le perdonara finalmente. Y aunque el idilio fue muy breve guardarÃa un bello recuerdo de esos dÃas de felicidad, por corta que esta resultara.
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Hermione a esas alturas ya se encontraba incomoda en la mansión de la familia Malfoy. CreÃa que la estancia ya se prolongaba más de lo recomendable y buscaba el momento para comentárselo a Harry. Aunque intuÃa que para el muchacho de ojos esmeraldas el sentimiento era similar. Tener invitados por varios meses era algo muy usado entre las familias de alto rango, pero Hermione creÃa que ahora que el interés amoroso de Draco ya no se centraba en ella debÃa abandonar la mansión de la familia lo antes posible.
Su dilema radicaba en el hecho de que deberÃa separarse de Harry. Ella por fuerza debÃa regresar al hogar de su tutor, pero no sucederÃa igual con el chico de ojos esmeraldas. Harry acababa de cumplir veinte años ese verano que ya llegaba a su fin y ella cumplirÃa la misma edad a comienzos de otoño. Ninguno de los dos se emancipaba aún, faltaba un año para que eso sucediera, sin embargo, Harry podÃa vivir fuera del hogar de Severus, en el caso de ella era imposible, pues no contaba con medios para mantenerse y por otra parte que una joven viviera sola era algo inaudito. Por supuesto que no lamentaba tener que regresar al que siempre considerarÃa su hogar, solo lamentaba hacerlo sin Harry.
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Harry miraba por la ventana de su habitación el jardÃn de la mansión de sus anfitriones. ComprendÃa que habÃa llegado el momento de tomar una decisión definitiva. Ya no era posible continuar como invitado en la casa de la familia Malfoy, la estadÃa se prolongaba por demasiados meses. Aunque estaba seguro de que tanto Draco como su madre, estaban a gusto con ellos. Pero los sentimientos de Draco por Hermione no eran los mismos, ahora estaba interesado en Remus, por lo tanto, no era prudente que la chica continuara ahÃ. La caballerosidad del chico rubio no le permitirÃa acercarse a Remus para concretar nada mientras ellos permanecieran ahÃ. Hermione por fuerza deberÃa abandonar la ciudad y regresar con Severus. Era muy posible que este último hubiese venido a Londres por petición de Remus.
DebÃa resolver su vida. Sus circunstancias eran diferentes. BuscarÃa la forma subsistir por sus propios medios. No le parecÃa una mala idea, por el contrario. Su excelente educación le capacitaba para trabajar, aunque no era muy bien mirado que alguien de su clase trabajara, pero eso le daba igual, pues antes de que Severus los sacara a Hermione y a él de ese orfanato, a pesar de ser niños debÃan trabajar duro para ganarse el sustento. No le parecÃa apropiado solicitar un crédito para mantenerse, a pesar de que podÃa hacerlo, dentro de unos meses tendrÃa acceso a la herencia que le dejó su padre. Además un trabajo podÃa ayudar a distraerle, asà no pensarÃa a cada minuto del dÃa en Severus y su amor perdido.
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El organismo de Severus se hizo eco de su estado anÃmico, que pareció decaer tras el encuentro con Harry. Los siguientes dÃas no hubo forma en que Remus pudiera convencer a Severus de acompañarle a pasear por la ciudad. Sin embargo, una noche en que Remus fue a cenar con unos amigos recién llegados a la Londres, Severus sintiéndose sofocado dentro de la casa, salió a caminar. El clima habÃa estado muy extraño, pero no constituÃa una preocupación para el hombre.
Caminó por las calles de la ciudad, pese a que no era aconsejable, pues toda una suerte de personajes peligrosos parecÃa hacerse dueños de cada rincón durante las horas en que la gente respetable dormÃa. Pero el hombre de ojos negros no se preocupaba demasiado por aquello. Se alejó bastante de la mansión, pero la caminata pareció sentarle bien y se sintió más animado al regreso. Le faltaban varias cuadras cuando se desató una inesperada lluvia. Llegó empapado a la casa y de inmediato se fue a su cuarto. Se metió en la cama sintiéndose algo cansado. Sin embargo sus ideas estaban más claras. ArreglarÃa todo para regresar al campo. No existÃa razón alguna para permanecer más tiempo en Londres. Su encuentro con Harry le dejó bien claro que no debÃa albergar esperanzas de ningún tipo. El chico definitivamente habÃa tomado un rumbo diferente.
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Hermione después de la última visita de Remus a la mansión Malfoy, tomó una decisión definitiva. Se marcharÃa con Severus de regreso al hogar a fines de octubre. La atracción entre su ex pretendiente y Remus no podÃa ser más clara y contaba además con la aprobación de la madre del chico rubio. Esa mañana se levantó muy temprano y sin avisar a nadie fue en busca de Severus para pedirle que dejaran lo antes posible la ciudad. En cuanto a Harry ya sabÃa que se quedarÃa en Londres, tal vez en la misma mansión después de que Severus y ella se marcharan.
Harry contaba con libertad para decidir sobre su vida como era claro que ya habÃa hecho.
Al entrar a la mansión la chica castaña se encontró con la mucama, quien le avisó que Severus aún no bajaba de la habitación. Hermione sintiéndose muy impaciente por la tardanza del hombre de ojos negros subió a su cuarto sin importarle la mirada escandalizada de los empleados.
Tocó la puerta de Severus, pero no recibió respuesta, esperó y pasados varios minutos simplemente se armó de valor para entrar al cuarto. Esperaba no encontrarse a Severus a medio vestir, pues serÃa muy bochornoso. Cuando abrió la puerta de la habitación comprobó con alivio que el hombre aún dormÃa, pensó en retirarse enseguida y dejarle descansar, pero un acceso de tos que aquejó a Severus le hizo alarmarse. Decidió acercarse al lecho para despertarlo, de inmediato comprobó que el hombre dormido no respiraba bien y esto la asustó mucho, alargó la mano y palpó su frente. Estaba ardiendo en fiebre.
Reaccionó enseguida. Salió del cuarto llamando a viva voz. Severus habÃa viajado con solo dos de sus sirvientes. Cuando estos se presentaron con rostro alarmados envió al mozo a casa de los Malfoy en busca de Remus y Harry. A la joven mucama la envió a hervir agua y buscar ropa limpia. Su cabeza trabajó de modo acelerado. La fiebre de Severus era un mal indicio, pésimo en realidad.
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Harry acompañaba en la sala a Draco y a su madre, cuando el muchacho enviado por Hermione se presentó preguntando por Remus, pero como éste no estaba habló con Harry y le entregó la nota que traÃa.
—¿Sucede algo Will? —preguntó Harry con algo de preocupación, pues le parecÃa extraño que Hermione enviara una nota desde la casa de Severus —. Remus salió hace un rato y no volverá hasta el mediodÃa.
—La señorita ha dicho que su excelencia no se encuentra bien.
Harry sintió que de golpe el corazón se le paralizaba. Hizo un esfuerzo y volvió la vista hacia Draco y Narcisa, que evidenciaron preocupación.
—¿Le ha sucedido algo a lord Snape? —insistió Harry —¿A caso tuvo un accidente?
—Al parecer está enfermo, anoche regresó tarde y lo pilló la lluvia y ahora arde en fiebre.
La palabra fiebre alarmó a todos, pues en muchos casos podÃa significar la muerte de quien la padecÃa. Harry sintió que las piernas le fallaban, pero se controló y sin mostrar otra cosa que una preocupación contenida, dirigió su vista hacia sus anfitriones.
—Lady Malfoy, voy a casa de Severus de inmediato, por favor, serÃa usted tan amable de enviarle un aviso a Remus, fue a visitar a la señora Longbottom.
—Por supuesto Harry —respondió la mujer que ya se habÃa levantado del sofá.
Harry luego miró a Draco.
—Iré contigo —dijo el rubio sin darle a Harry tiempo de hablar.
—Te lo agradezco. Creo que deberÃamos pasar a buscar al doctor Weasley a su casa.
—Por supuesto —concordó Draco.
En el trayecto hacia la casa del doctor Weasley, el muchacho de ojos esmeraldas no dijo palabra. SentÃa el corazón oprimido. Nunca pasó por su cabeza que Severus pudiese enfermar tan gravemente. Siempre habÃa gozado de buena salud según recordaba. Trató de vaciar su mente de todo pensamiento funesto. Nada malo le sucederÃa a Severus, se repitió una y otra vez con tanta convicción que su angustia en parte desapareció y cuando llegaron a las inmediaciones de la casa del doctor Weasley, ya estaba más calmado.
No tardaron mucho en llegar a la casa de Severus. Hermione fue quien los recibió en la entrada. El rostro pálido de la chica le indicó a Harry que la situación era seria. La opresión en su corazón se acrecentó.
El doctor Weasley se dirigió a la habitación de Severus y allà permaneció mucho tiempo.
Harry ya no daba más de los nervios y cada minuto que corrÃa en el reloj era una eternidad. Finalmente el doctor Weasley salió para darles su primer diagnóstico. Y lamentablemente no era alentador. Mucha fiebre podÃa significar NeumonÃa. La sola mención de la enfermedad hizo temblar a todos. Especialmente a Harry. Lo único que pudo hacer fue sentarse porque las piernas apenas le sostenÃan. Mientras escuchaba al doctor Weasley, intentaba comprender cómo un hombre tan fuerte y sano como Severus hubiese contraÃdo semejante enfermedad. Pero después de oÃr que desde hacÃa varios meses su estado estaba debilitado, el muchacho sintió deseos de llorar. Sin embargo, reunió todas sus fuerzas y se contuvo.
TenÃa que estar junto al hombre que amaba. Hizo acopio de todo su valor y mientras el doctor les informaba como procederÃa con el enfermo, Harry corrió escaleras arriba hacia la habitación del hombre. La doncella en ese momento salÃa con la ropa que acababa de cambiar. Temblaba como una hoja cuando se acercó al lecho. Si cuando se habÃa encontrado con el hombre se sintió impactado por los evidentes cambios fÃsicos operados en él, lo que veÃa ahora le dejaba aterrado. Ya no contuvo las lágrimas, se dio permiso para dejarlas caer a raudales.
La respiración del hombre era trabajosa.
El muchacho se inclinó y le acarició el rostro demacrado, con ternura.
—Por favor, por favor… lucha Severus, aún tienes mucho porque vivir. Tienes personas que te quieren y necesitan. Tienes que reponerte, no puedes dejar este mundo sin haber encontrado a tu amor verdadero —dijo Harry —. Me hubiese gustado ser yo ese amor, pero aunque no pudo ser igual quiero que vivas y seas feliz, con aquel que esté destinado para ti y…
Las palabras del muchacho fueron interrumpidas por la puerta que se abrÃa. Era el doctor Weasley, acompañado de un joven muy parecido a él. De inmediato se levantó y miró interrogativamente al hombre de pelo rojo y a quien le acompañaba.
—Señor Potter, este es mi hijo Ronald —explicó el hombre —, está muy interiorizado de mi trabajo, además quiere ser doctor, asà que…
—Por mà no hay problema doctor Weasley —dijo el muchacho de ojos esmeraldas tendiéndole la mano al joven pelirrojo —. Encantado, Harry Potter.
—Ronald Weasley.
Después de la presentación el doctor Weasley y su hijo dirigieron toda su atención al enfermo que yacÃa en la cama.
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El desánimo era patente en el rostro del doctor cuando ya anochecÃa. El enfermo no respondÃa bien al tratamiento. La situación se agravaba.
—Será un milagro si pasa la noche —sentenció el doctor Weasley.
—Debes hablar con la familia, papá —dijo el joven pelirrojo.
—Es la parte que menos me gusta de este trabajo.
—Es necesario ser honesto.
—Por supuesto. Iré enseguida, hazte cargo.
—SÃ, descuida.
Cuando el doctor Weasley llegó hasta el salón, solo encontró a los miembros de la familia. Durante el dÃa estuvieron presentes los miembros de la familia Malfoy, pero ya se habÃan marchado.
Con una mirada rápida estudió los rostros de los presentes. La joven de pelo castaño, llamada Hermione, tenÃa los ojos hinchados de tanto llorar. El señor Lupin estaba pálido y demacrado, y el joven Potter, pues su aspecto era de absoluta desesperación.
Los tres se levantaron al verle entrar.
—¿Cómo está Severus, doctor? —preguntó de los primeros Harry.
—Realmente lo siento, pero no está respondiendo bien… su condición empeora a cada momento. Es probable que no pase de esta noche.
Remus no atinó a decir nada, solo se sentó.
Hermione escondió el rostro entre las manos y comenzó a llorar.
Harry, sintió que iba a desmayarse. No era posible que la vida de Severus acabara asÃ. No podÃa aceptar que perderÃa al amor de su vida de esa manera. Hubiese preferido mil veces perderlo porque se marchara lejos.
—No puede estar hablando en serio doctor Weasley —dijo Harry mirando al hombre con incredulidad.
—Lo siento mucho, señor Potter. He puesto todo mis conocimientos en esto, pero ha sido inútil… es como sà el señor Snape no tuviera voluntad de vivir.
—Tiene que hacer algo —exigió Harry con voz temblorosa.
—Créame cuando digo que ya no está en mis manos.
Y en manos de quién estaba si no eran en las del doctor. Quien podÃa infundirle a Severus deseo de vivir.
—Entonces si ya no está en sus manos su presencia no es necesaria.
Estas palabras asombraron a todos.
—Harry, el doctor Weasley ha sido de gran ayuda —apuntó Remus un tanto sorprendido por la hostilidad repentina del muchacho.
—Pero has oÃdo Remus. Ya no está en sus manos. Si cree que ya no puede ayudar más a Severus entonces no le necesitamos.
—Señor Potter, le aseguro que mis conocimientos…
—Disculpe doctor Weasley —interrumpió Harry —, pero si usted ya se dio por vencido y solo va a sentarse a esperar que Severus muera, se lo repito, su presencia no es necesaria.
—Harry, ya basta, el doctor no tiene la culpa —intervino Remus, levantándose del sofá.
—No he dicho lo contrario. Pero yo no me sentaré a esperar simplemente que Severus deje de respirar para siempre.
—¿Y qué pretendes hacer?
El muchacho miró desesperado al hombre de ojos dorados.
—No sé qué puedo hacer, pero no me resignaré como ya lo hicieron todos ustedes —dijo el muchacho con resentimiento y girándose salió del salón con paso rápido.
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Harry no se apartó del lado de Severus. Se atrincheró en la habitación del hombre mayor y no permitió que nadie entrase. Se encargó personalmente de atender al enfermo, siguiendo las indicaciones transmitidas por el doctor Weasley a través de su hijo Ronald.
Severus ardÃa en fiebre especialmente al final del dÃa. El muchacho sin perder la calma y con una convicción que dejó a todos entre temerosos y sorprendidos, no dejó ni un momento de hablarle al enfermo. En todos los tonos posibles le pidió que no se rindiera, porque él tampoco lo harÃa. Le aseguraba a Severus que aún tenÃa muchas cosas que hacer en su vida, por lo tanto, tenÃa que vivir y recuperarse.
La convicción del chico de ojos esmeraldas era tan profunda que hasta Hermione que ya casi se habÃa resignado a lo inevitable, pareció recuperar la esperanza y ayudó a Harry en todo lo que este le pidió.
Esa primera noche fue larga, pero las que siguieron lo fueron mucho más. El enfermo empezó a mostrar signos positivos. La fiebre persistÃa pero de modo más leve. Al cabo de siete dÃas por fin el estado febril pasó y el doctor Weasley se asombró de la resistencia del paciente, eran demasiado los que no resistÃan a una fiebre tan persistente.
El que parecÃa que caerÃa enfermo en cualquier momento era Harry. TenÃa dÃas sin dormir y apenas comÃa. Pero después de diez dÃas de agonÃa finalmente se sintió feliz. El doctor Weasley aseguró que lo peor ya habÃa pasado y que de ahà en adelante solo habrÃa mejorÃa.
Por supuesto que la recuperación definitiva no serÃa cosa de unos dÃas, posiblemente tardarÃa meses. El regreso al hogar fue postergado para después de las fiestas de fin de año. Severus habÃa perdido mucho peso y estaba muy débil. DeberÃan extremar los cuidados para que no tuviese una recaÃda.
Después de dormir un dÃa entero, Harry despertó sintiéndose como nuevo. Su cuerpo joven recuperó rápidamente la vitalidad tras el descaso. Sintió alivio cuando le dijeron que Severus ya habÃa recuperado la conciencia.
Pero cuando Remus y Hermione creÃan que las cosas estarÃan bien, Harry les sorprendió al decirles que volverÃa a casa de los Malfoy. Pensaron que ese suceso lamentable habÃa servido para que los lazos rotos hacÃa tiempo se restablecieran. Con infinita pena comprobaron que estaban equivocados.
Fue Hermione la que mostró primero su desacuerdo en lo que Harry pretendÃa hacer.
—Harry no tiene ningún sentido que regreses con los Malfoy. Esta es tu casa.
—Hermione te dije que nunca regresarÃa al lado de Severus, no entiendo porque pensaste que podÃa cambiar de idea.
—Porque tú lo amas.
—Te equivocas, hace tiempo que olvidé a Severus.
—Oh por favor, puedes decirle eso a Remus, pero no a mÃ, te conozco demasiado.
—Es la verdad.
—Déjate de tonterÃas Harry. A mà no puedes engañarme. Y en realidad a nadie, después de verte cómo has cuidado de él todos estos dÃas.
—Hermione, para todos solo estoy mostrando gratitud hacia la persona que se hizo cargo de mà durante tantos años. Nada más.
—Pero Remus y yo sabemos la verdad.
—Esa historia es parte del pasado y ahà es donde debe permanecer.
—No puedo comprenderte Harry.
—No pido que lo hagas, solo que respetes mi decisión.
—Harry, por favor.
—Hermione te aseguro que esto es lo mejor para todos.
La chica no podÃa resignarse a simplemente perder a Harry. Ella desde antes de que Severus enfermara habÃa decidido regresar a su lado, ahora lo harÃa con mayor razón. Era doloroso separarse de Harry.
—¿Qué harás?
—Permaneceré unas cuantas semanas con los Malfoy, después de eso buscaré la manera de ocuparme de mà mismo. No creo que sea tan difÃcil.
—Esos significa que vivirás por tu cuenta.
—SÃ, pretendo ser independiente.
—Severus no te negarÃa su ayuda si se la pidieras.
—Seguramente, pero no se la pediré.
Hermione querÃa insistir. Pero pensó que serÃa egoÃsta de su parte pretender que el chico hiciese algo que no querÃa. La verdad era evidente. Harry aún amaba a Severus, por eso no querÃa estar cerca de él.
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Severus al cabo de una semana se enteró de que Harry, pese al funesto diagnóstico del doctor Weasley, habÃa permanecido a su lado de modo inquebrantable. Sintió que su corazón se apretaba al saber que el chico no dejó de rogarle que se recuperara. Experimentó dolor y agradecimiento a la vez. Harry, pese a que ya no le amaba, acudió a su lado en la hora de mayor necesidad. Lo agradecÃa, pero también dolÃa mucho tener la certeza de haber perdido el amor del chico.
Sin embargo, para Severus no fue lo más doloroso haber tenido a Harry a su lado y luego perderle otra vez, sino que la noticia que vino a partir su corazón por completo fue saber que el muchacho habÃa regresado con la familia Malfoy, pero que no permanecerÃa con ellos por mucho tiempo, pues tenÃa planes de independizarse.
Aunque sabÃa que habÃa perdido el amor de Harry, sentÃa que le debÃa una explicación por lo sucedido entre ellos. Aunque los dÃas felices no podÃan volver, sentÃa que ahora que Harry tomarÃa un camino definitivo lejos de él, debÃa abrirle su corazón y decirle todo lo que calló por tanto tiempo.
Luego de meditarlo un poco tomó pluma y papel y comenzó a escribir una larga carta. Abrió su corazón por completo, como nunca habÃa hecho con nadie. En esa carta comenzó explicándole al chico cómo se dio cuenta de que lo amaba, cuando Gilderoy Lockhart pidió su consentimiento para cortejarle, y de cómo los celos habÃan aflorado de modo espontáneo y más después de que ese mal sujeto le secuestrara.
Pero la parte más difÃcil que debÃa explicar el hombre, fue esa en cómo sus sentidos se despertaban intensamente con cada beso y el inmenso esfuerzo que debÃa hacer para contenerse y no hacer algo que pudiese perjudicarle de modo irreparable. Sin pudor confesó el miedo que le habÃa provocado ese minuto en que casi habÃa traspasado la lÃnea de lo correcto. Habló sinceramente también de los celos que le despertaron la repentina llegada de Draco Malfoy a la comarca y de cómo mal interpretó al chico, al creer que su interés lo despertaba el mismo Harry y que éste le correspondÃa.
Finalmente le explicó a Harry que habÃa roto el compromiso porque le creyó interesado en Draco Malfoy, después de ver cierta escena demasiado tierna en medio del campo y mientras se encontraban a solas. Todo lo que pasó fue una sucesión de malos entendidos no esclarecidos cuando era necesario. Tal vez de haber primado la sinceridad por su parte, las cosas hubiesen sido distintas. Ya era tarde para componerlas. Pese a todo le deseaba la mayor felicidad y esperaba que el chico finalmente encontrara paz en su corazón. Esperaba, le decÃa al terminar, que alguna vez pudiesen recordarse sin sentir culpa ni rencor.
Después de releer la carta Severus sintió gran alivio. Finalmente expresaba lo que su corazón guardaba desde hacÃa tanto tiempo. No sabÃa sà Harry le perdonarÃa, pero al menos esperaba que le comprendiese aunque fuera solo un poco.
Hermione definitivamente abandonó la mansión Malfoy en los primeros dÃas de diciembre y se estableció en casa de Severus. Ya estaba decidido, los primeros dÃas de enero regresarÃa junto al hombre de ojos negros al hogar que habÃa dejado hacÃa tanto tiempo. Remus irÃa con ellos, pero después tenÃa presupuestado regresar para formalizar la petición de matrimonio que le habÃa hecho a Draco.
En cuanto a Harry, tampoco permanecerÃa más tiempo con Draco y su madre. HabÃa aceptado un empleo con el padre de Theodore Nott en Liverpool.
Hermione no ocultó a Severus está información. El hombre se sintió triste. La carta que le habÃa enviado a Harry los primeros dÃas de diciembre jamás tuvo respuesta, asà que no sabÃa cuáles eran los sentimientos del muchacho con respecto a lo que él habÃa dicho. De igual forma le deseaba toda la felicidad y suerte del mundo.