Draco lo vio en la estación, y por un momento respiró aliviado. La partida precipitada de los Gryffindor le hizo pensar lo peor.
Pero allí estaba, todo pelo negro despeinado, los complementos no eran lo suyo. Un pelirrojo desgarbado y una sabelotodo sangre sucia. Para completar todo, la pequeña comadreja que no dejaba de ofrecérsele a Potter.
Desde luego, no podía ser más vulgar. No hizo caso a la bilis que le subía cuando Potter era agradable con ella, él era agradable con todo el mundo.
Potter miraba para todos lados, ¿estaba buscando a alguien? Cuando sus ojos le encontraron una amplia sonrisa iluminó el rostro del moreno.
Draco se quedó estático, ¿realmente Harry Potter le estaba sonriendo en mitad del anden 9 y 3/4 rodeado de todos los estudiantes de Hogwarts y sus familiares?
—Draco—le llamó su padre—No me decepciones.
Draco volvió a la realidad, en el rostro de su padre no había ninguna sonrisa.
—Sí, padre—dijo como un autómata sabiendo de antemano que aquellas palabras estaban vacías.
Cuando volvió a buscar a Potter este ya se había ido. Pero aún notaba como su corazón latía con fuerza.
Harry no veía la hora de llegar a Hogwarts, había visto a Malfoy en el andén. Y hacerlo le había alegrado tanto que no había tenido en cuenta que estaba en mitad de una multitud que registraba todos sus movimientos.
Pero ¿qué tan malo podía ser que él y Malfoy fueran amigos? ¿Por qué tenía que seguir haciendo como si ambos se odiaran cuando era claro que él no lo hacía ya?
Su otro motivo para desear llegar era ver a Gatito, le había echado tanto de menos. Era aún tan pequeño que se sentía terrible dejarlo solo allí.
Cuando llegaron al castillo corrió en dirección contraria a sus amigos.
Estos ya no preguntaban a donde se iba siempre. Pero él mismo había comprobado como esos dos al no tenerlo cerca habían estrechado su relación. No había pasado por alto como Ron tomó la mano de Hermione durante las Navidades, cuando creían que nadie los veía.
Abrió la puerta rápidamente. Todo estaba igual a como lo recordaba. Pero no había rastro de Gatito por ningún lado.
Cuando minutos después la puerta se abrió y Malfoy llegó, Harry se quedó mirándolo suplicando a lo más sagrado que se hubiera llevado él a Gatito.
Su rostro debía reflejar el desconcierto porque lentamente Malfoy sacó de su túnica al minino dormido.
Harry corrió y haciendo lo impensable los abrazó a ambos. Su brazo alrededor de la cintura de Malfoy, y su mano derecha acariciando la cabecita de Gatito.
Levantó la vista y fueron unos inmensos y sorprendidos ojos grises lo que vio. Y un brazo rodeándole los hombros que lo apretaba fuerte contra él.
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