Su plan de quedarse con Gatito solo para él no estaba saliendo como había imaginado.
No podía llevárselo a su dormitorio, no se fiaba que el resto de mascotas no le hicieran daño. Y por otro lado no podía llevárselo a Malfoy Manor. Su padre era capaz de cualquier cosa desagradable si lo encontraba.
Miraba entretenido cómo el animal jugueteaba con los muñequitos que le había comprado Potter y su collar, aunque no eran de los colores que él había elegido, le quedaban bien en su pelaje negro.
Potter estaba escribiendo una redacción para Historia de la magia. Él ya la había acabado, y le sorprendía lo lento que era escribiendo.
—No vas a acabar a ese ritmo—le dijo mientras hacía como si leyera su libro de pociones.
—Gracias por los ánimos—dijo, pero vio como se tapaba la mano con parte de la camisa como si quisiera ocultar algo.
Llevaban varias semanas compartiendo espacio y mascota, y Draco no quería reconocer que era “agradable” estar con el Gryffindor. No hablaban demasiado y Potter fue el primero que sacó sus libros para ponerse a estudiar allí un día que Gatito estaba del todo perezoso. Podrían haberse ido y dejarlo allí dormir. Pero era poco el tiempo que tenían para estar con el animal entre las clases y detenciones que se ganaba el moreno.
—¿Qué te pasa en la mano?—le preguntó al fin.
—Nada—fue la respuesta mecánica que le dio Potter, como si no fuera la primera vez que contestaba a la pregunta. Pero la pluma le tembló en la mano.
Draco no era paciente y tampoco muy dado a preocuparse por nadie más que su persona, así que aquello era mera curiosidad.
Se acercó al gryffindor que estaba tirado de cualquier forma sobre una de las sillas y mesas que almacenaba la sala.
Le agarró el brazo rápidamente sin darle tiempo a zafarse, ¿reflejos de buscador? No, al parecer.
Potter tenía la mano roja e inflamada, y algo en relieve.
—¿Qué es eso?—le preguntó mientras Potter luchaba por soltarse.
—No te importa—dijo una vez consiguió deshacerse de su agarre.
—No, no me importa—se defendió.
Gatito paró de jugar y se los quedó mirado.
—¿Por qué no has ido a la enfermería?—continuó, estaba aburrido y con ganas de molestarlo. En su defensa diría que hacía demasiado tiempo que no peleaban y eso no podía ser bueno para el destino de la Humanidad. Algo malo podía ocurrir si ellos no discutían un rato.
—Estoy harto de ir a la enfermería—Potter volvió a coger la pluma y siguió con su redacción.
Draco siempre había pensado que ese chico no era normal, y nunca en el buen sentido de la palabra. Sufrir y no ponerle remedio, Merlín, ellos eran magos había infinidad de productos para no tener que sufrir por esas cosas.
Volvió a mirarle la mano antes de seguir con su lectura de pociones.