La primavera sin duda alguna es la estación más calurosa de todas, pero no solo eso.
En el sentido poético muchas personas la describen con una sola palabra, mágica.
Simboliza que el invierno a llegado a su fin y que aquellos fríos que podrían congelar a cualquier persona son sustituidos por los cálidos rayos del sol, la nieve blanca que antes cubría todo lo que había en la ciudad empieza a deshacerse hasta convertirse en agua y volver a mostrar aquellos edificios, las flores vuelven a hacer y con ellas el paisaje se vuelve muchos más alegre, haciendo que hasta el humor de las personas mejore.
Realmente la primavera es mágica.
¿Saben porque también pienso que lo es?
Porque fue en ese tiempo donde lo conocí.
Sus cabellos anaranjados que bien podrían confundirse con aquella intensa luz que brindaba el sol, sus bellos ojos azules que parecían dos joyas únicas en todo el universo, su tez clara que a simple vista figuraba ser tan sensible y aquellos rasgos tan finos que daban la impresión de haber sido moldeados con tanta paciencia y esfuerzo, todo de él me atraía.
Puede que fuera la primera vez que me topara con ese chico pero sin dudarlo algún momento sabía que era aquella persona que había estado esperando toda mi vida.
—Te he encontrado...
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En aquella ocasión no pude dirigirle la palabra, mis piernas se negaban a cooperar conmigo y por más que trataba se seguían rehusando a moverse de aquel lugar hasta que ese chico desapareció de mi vista.
Desde aquel encuentro todos los días me dirigía al mismo parque con la simple esperanza de poder volver a encontrarlo, puede que fuera un iluso e ingenuo pero me negaba a perder toda esperanza de vincularme con él, existía la posibilidad de que solo hubiera pasado por ahí en esa ocasión y de que no viviera para nada cerca de aquel parque aun sabiendo eso iba todos los días a la misma hora esperando al pelinaranja causante de mis desvelos.
Me senté en una banca esperando que los minutos pasarán y comencé a sumirme en mis recuerdos tratando de recordar cada detalle de su rostro como si fuera capaz de olvidarlo, evidentemente no prestaba atención a mi alrededor hasta que escuché una voz...
—Disculpa, ¿puedo sentarme a tu lado?-Preguntó aquella persona con un tono cortes.
Era aquella persona que había estado en mis pensamientos desde hacía dos semanas, realmente era él.
—Adelante, toma asiento.-Trate de sonar lo más tranquilo posible.
—Muchas gracias.-Contestó mientras se sentaba a mi lado.
Vi que de una pequeña mochila sacaba un libro y lo comenzaba a leer con extrema concentración, verlo sentado junto a mí con una expresión tan seria mientras pequeños rayos de sol iluminaban su cara era la escena más hermosa que jamás había presenciando.
Mi mirada no podía dejar de observarlo y tarde o temprano sucedería lo que menos quería, él se percataría de eso.
—¿Tengo algo en el cara?-Preguntó mientras cerraba suavemente su libro y me dirigía una mirada de molestia.
—No es nada, solo que de perfil te veías hermoso.-Confesé tratando de sonar bromista, aunque en realidad lo decía en serio.
—¿Solo de perfil me veo bien?- Contestó haciéndose el ofendido.
—Claro que no, siempre te ves igual de atractivo.
—Pffff...-Una pequeña risa escapó de sus labios.-Es la primera vez que alguien coquetea conmigo de manera tan directa.
—Me gusta ser lo suficiente directo cuando se trata de algo que me interesa.-Pude notar que un leve tono carmesí apareció en sus mejillas.- Mi nombre es Dazai, Osamu Dazai.
—Chuuya Nakahara, un gusto conocerte.
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Ese fue el día en el que nos conocimos y en el que nuestra historia juntos comenzó a transcurrir.
Poco a poco nos fuimos reuniendo más y más veces en aquel parque, intercambiamos números de celular, comenzamos a mandarnos mensajes, hacer llamadas, acordábamos en vernos en diferentes lugares que al comienzo era comunes pero en cada ocasión empezaban a ser más especiales hasta que finamente a esas salidas se les podía denominar como ˝citas".
Tuvimos diversas citas en varios restaurantes, tiendas, plazas, parques, museos o cualquier parte de la ciudad que alguno de los dos quisiera visitar, recuerdo que en una ocasión en cierta cita me encontraba nervioso por la sorpresa que quería darle a Chuuya y por lo tanto me había esforzado por que esa fuera la mejor cita de todas, sin embargo no todo sale como planeas.
La primera cosa que haríamos sería ir al nuevo parque de diversiones al cual Chuuya moría por visitar, cuando llegamos el lugar estaba de lo más lleno y era casi imposible poder caminar si chocar con alguien, las filas para subir a cualquier juego eran fastidiosamente largas por lo tanto solo pudimos subir a cinco atracciones en las que desperdiciamos seis horas esperando.
Luego del parque lo invité al cine a ver una película de terror que había llamado la atención de ambos y ese sería el último que estuviera en cartelera, cuando pedí los boletos para la función la señorita de la taquilla me dijo...
—Lo siento mucho, el último día de funciones fue ayer.
Obviamente la suerte estaba en mi contra.
—¡Hey! No me digas que porque algo salió mal te piensas deprimir, recuerda que aún estoy a tu lado, ¿Que mejor cosa puedes pedir?- Chuuya trataba de darme ánimos a su manera y como siempre funcionaba.
—Tienes razón, tengo la mejor compañía.- Dije entre risas gracias a sus palabras.
—Vamos, te invitaré un helado.-Me tomó de la mano y me llevó a un puesto de helados.
Creo que esa era la única cosa que había salido a la perfección en ese día y ni siquiera lo había planeado o hecho yo.
El día no se acaba y aún me quedaba una jugada, el festival de fuegos artificiales sería una buena oportunidad para confesarle mis sentimientos y tratar de dar un paso más allá de la amistad entre ambos.
Cancelado.
Eso era la noticia que acabamos de recibir. Debido a que había comenzado a llover de repente el festival fue cancelado y pospuesto para otro día.
—Realmente este día apesta, ¿Cómo es que en primavera llueve? Se supone que debería de hacer solo calor.-Dije con una molestia bastante notoria.
—A mí me gustó mucho esta cita.-Su voz interrumpió mis quejas.
—¿En serio?
—Si, fue divertido ver cómo algunas cosas no salían como querías y te molestabas.- Se burló al recordar lo sucedido.
—Eres realmente cruel.-Le dirigí una mirada seria.
—Era broma, siempre que salgo contigo me divierto, no por el lugar o las actividades que hagamos, si no por el hecho que poder compartir tiempo contigo.-Confesó con la mirada baja mientras trataba de ocultar un sonrojo que hasta sus orejas delataban.
—¿No te da vergüenza decir esa clase de cosas?-Era mi turno de hacer una pequeña broma.
—¡Idiota! Claro que me da vergüenza, solo lo digo porque eres tú.-Dijo en lo que parecía ser un susurro.
—Me hace muy feliz escuchar eso.-Le dediqué una pequeña que sonrisa que él también me devolvió.
La lluvia seguía cayendo mientras nos refugiábamos bajo el techo de un pequeño mirador, tal vez esa no hubiera sido la cita más romántica y estuviéramos en las mejores condiciones, sin embargo por alguna razón consideré que era el momento perfecto.
—Chuuya...-El nombrado volteó a verme.
—¿Qué sucede?
—Me gustas.
—Dazai...
—Me gustas de forma romántica, me gustas desde la primera vez que te ví en aquel parque, me gustas en cada aspecto, tu cabellos, tus ojos, tu rostro, tu actitud, tu personalidad, me gusta todo tú.-Dirigí mi mirada hacia la de él y pude notar que una sonrisa adornaba su rostro.
—Dazai, también me gustas.-Esas simples palabras lograron hacer que mi corazón se acelerará en un solo instante.
—¿Te gustaría salir conmigo?
—Tardaste demasiado en preguntarlo, idiota.
Se acercó y jaló del cuello de mi camisa hasta que logró que quedara a su altura para susurrarme en el oído un pequeño "Si", nuestras miradas se cruzaron y nuestro rostro se acercaron lentamente haciendo la distancia desapareciera, nuestros labios comenzaron a rozarse hasta que se fundieron en un cálido beso.
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Así fue como nos convertimos en una pareja, aquel extraño día lluvioso en la primavera.
—Tienen razón, la primavera es mágica.