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Infierno por jotaceh

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Capítulo 17: Buenos deseos

 

Aquella noche fue especialmente fría. Hace muchos años que no estaba encerrado en esa habitación, en el sótano donde mi padre me encerraba de pequeño, allí donde aprendí que debo obedecer todos sus caprichos y es que, al no hacerlo, me arriesgo a sufrir.

-¿Pudiste recapacitar sobre tu comportamiento? –me preguntó don Diego a la mañana siguiente, cuando me fue a liberar.

Estaba en una esquina, acurrucado y tiritando por el frío que se siente en esa habitación. Escuché cómo crujía la vieja puerta de acero, y tras ello, un pequeño haz de luz inundó el lugar. El hombre ingresó envuelto en un aura de superioridad, de fuerte moral e indulgencia, como si todo lo que hizo fue en mi beneficio, como si el sufrimiento vivido fuera parte de un plan mayor para convertirme en un buen humano.

-No quiero dañarte... Solo te estoy protegiendo, esa gente es peligrosa –se acercaba lentamente hacia mí.

Se hincó para levantarme el rostro y observarme detenidamente, directo a los ojos como si pudiera ver mi alma, como si buscara en mi interior algún indicio de rebeldía. Solo le seguí la corriente, traté de parecer sumiso y es que lo único que deseaba era salir de aquel lugar. Al verme doblegado, hizo lo que tanto ansiaba.

Llegué a mi cuarto y me escondí entre las cobijas de mi cama, deseaba encontrar un poco de calor, un tanto de tranquilidad. Lo que detesto de aquel lugar no es el frío ni la oscuridad, sino que la soledad, el recuerdo de mi infancia, la seguridad que tengo que nadie irá en mi rescate, que soy igual que aquel lugar, vacío, oscuro y frío.

Ese día no fui clases, no estaba en condiciones para salir de casa ni mucho menos mi padre me dejaría esta cerca de Alice.

-¿Entonces ya no iré más al colegio? - le pregunté asustado.

-Sí irás... Pero me aseguraré que no te veas más con esa chica... Tengo ojos en todas partes y si sé que le has hablado, ella pagará las consecuencias... - me amenazó.

Siempre he sabido que me vigila, que tiene gente dentro de la escuela que le informa de todo lo que hago, por lo que no me sorprende que ya haya sabido de la extranjera. Lo único que no previó fue que la llevaría a casa.

Aún cuando ya estaba a salvo en mi cuarto, no pude dormir. A cada momento venían a mi mente recuerdos del pasado, noches enteras llorando cuando apenas tenía cinco años, las horas interminables en el sótano, las amenazas de mi padre. Todo parecía haber vuelto, hace mucho que él no estaba tan agresivo, había logrado calmarlo, tan solo que ahora se siente realmente asustado, cree que está a punto de perderme.

La mañana transcurrió con lentitud, tanto como si hubiera estado un siglo debajo de las cobijas de mi cama. No comí nada hasta que alguien ingresó con una bandeja con comida.

-¿Lucas? Te traje el almuerzo... - se trataba de Camilo.

Aunque vivimos en el mismo lugar, no suelo verlo seguido, hace semanas que no hablábamos.

-¿Ahora estás de sirviente? - le pregunté sin mirarle.

-No, solo quería hacerlo... No quiero que sigamos distanciados. Necesito a alguien con quien platicar, porque si sigo así de solo me volveré loco... - su voz emitía desesperanza.

Después de lo sucedido con don Diego, mi primo ha estado todos los días en casa. Decidieron por darle clases particulares para que no tuviera que poner un pie fuera de la mansión. Obviamente fue decisión de mi padre y no del tío Rubén.

-¿Por qué permites que te encierren como si fueras un animal? ¿Por qué no te defiendes? - sabía que esa pregunta le dolería.

Nos quedamos en silencio un par de minutos, esperaba a que se marchara, tan solo que prefirió responderme. Cerró la puerta, dejó la bandeja en mi escritorio y se sentó a mi lado en la cama. Yo todavía no sacaba la cabeza de debajo de las cobijas.

-Ya lo sabes... Mi padre le tiene miedo al tuyo. No entiendo por qué, pero así ha sido siempre. Si él le dice que es mejor que me maten, probablemente aceptaría... - estaba apenado y es que debe ser difícil reconocer la debilidad de su papá.

Al darme cuenta de su sinceridad, decidí salir de mi escondite y mirarle a la cara.

-¿Qué es lo quieres? - fui al grano y es que después de todo lo sucedido entre nosotros, sabía que se trataba de algo más.

Tragó saliva antes de sincerarse.

-Lo vi todo... Sé lo que el tío Diego le hizo a Alice, y también a ti... ¿Cómo puedes permitir que te encierre en ese calabozo?... ¿Por qué le respetas?... ¿Qué tiene él que todos le temen? - el chico tenía muchas dudas en su cabeza, algunas que le dañaban.

-Tú le has visto, él te pegó muy fuerte... - ¿acaso debía haber otra prueba?

No, él no se tragó esa mentira, sabía que había llegado al inicio de algo grande, a una historia que explicaría muchas tragedias.

-¿Sabes lo que encontré el otro día entre las cosas de mi papá? - cambió el tema drásticamente, aunque intuía que todo tenía una intención. No respondí a su pregunta.

-Una fotografía de tu madre... Solo de ella, sonriendo muy feliz... ¿Por qué la guardaría? - aquello me descolocó.

Siempre he obviado la presencia de Rubén, es como un fantasma en la historia familiar, y por eso me sorprendió lo descubierto por Camilo.

-¿Qué insinúas- pregunté atemorizado.

-Siempre supe que mis padres no se amaban, era obvio... Mi mamá estaba obsesionada con Diego, tanto que se le ofreció como si fuera una puta... ¿Qué? ¿Acaso creías que no sabía que eran amantes? - de pronto comenzó a revelar tantos secretos que mi corazón colapsó. ¿Cómo puede saber tanto? ¿Acaso no sabe que es peligroso?

-Entonces, si mi padre no amaba a mi mamá, y suponiendo que sabía lo que sentía ella por Diego... ¿Es muy extraño creer que Rubén estaba enamorado de Carolina? Viendo esa foto, me di cuenta que no... Que todo es posible en esta familia... - me miraba serio, estaba hablando de verdad.

En ese instante quería correr de ese lugar, sabía que ese solo era el comienzo, que Camilo no se detendría hasta saber toda la verdad, sin saber a lo que se arriesga.

-Hay cosas que es mejor no saber... No inicies algo que no podrás terminar... - le advertí.

-Entonces estoy yendo por el camino correcto... Tú sabes algo y tienes miedo que lo descubra ¿verdad? - no, él no había venido en son de paz, solo quería utilizarme.

Aquella amabilidad, que había demostrado siempre, se había desvanecido y ahora podía ver al verdadero Camilo, al cual no le importo y que nunca ha sentido verdadero afecto por su primo.

-Si mi padre le tiene miedo a Diego es porque sabe de lo que es capaz... ¿Y si eran amantes? Tal vez Rubén y tu mamá tenían un amorío secreto y al saberlo mi tío, decidió... Bueno, tú sabes a lo que me refiero... Tal vez el asesino de Carolina es tu padre y tú lo sabes, pero lo escondes... - hablaba sin detenerse sediento de verdad.

-¡Cállate! ¡Cállate! - gritaba para que se detuviera, pero no lo hacía.

-Has mentido todo este tiempo, no has olvidado el rostro del asesino de tu madre... Fue Diego ¿verdad? Claro que sí, y como tú sabes todo él te trata de esa manera... Por eso te encierra en el sótano como si nada, porque lo ha hecho toda tu vida... Di la verdad maldita sea, él es el asesino ¿cierto? ¿Él mató a mi mamá también? ¡Dime! - estaba fuera de sus cabales y aunque yo le gritaba, él no se detenía. Me estaba haciendo mucho daño.

-¡Detente! - escuchamos el grito de una tercera persona.

De pronto vimos la presencia de mi madrastra, quien se había percatado de nuestra discusión.

-¿Cómo se te ocurre tratar así a tu primo? - Pamela se acercaba a Camilo para regañarlo.

El muchacho la observó con miedo y es que su presencia es intimidante.

-¿Acaso crees que la policía hace tan mal su trabajo? Pues yo no... Porque estoy convencida que fue Rubén quien asesinó a tu mamá. Se enteró que era amante de mi esposo y enloqueció... Claro que no le costaría nada hacerlo... Porque no era su primera vez... ¿Quieres saber un secreto? Tu papá estaba obsesionado con Carolina, la seguía todos los días para saber qué hacía, le sacaba fotos a escondidas y entraba a su cuarto para robarle sus prendas... El que realmente esconde cosas es él, siempre tan callado, tan quieto... Por favor, si todo el mundo sabe que él asesinó a Carolina, su coartada esa noche era muy débil, pero claro, Elia mintió para que no se lo llevaran preso... - Pamela encaró a Camilo como una serpiente venenosa. No tuvo compasión con el muchacho, quien estaba perplejo, a punto de llorar.

-Averigua mejor querido... Porque has estado viviendo toda tu vida con un asesino. Y ahora vete y deja tranquilo a Lucas - mencionó poderosa, ante lo que el chico decidió acatar.

Mi primo se marchó con la cabeza gacha, sumamente perdido y es que tal vez, nunca se había cuestionado la integridad de su propio padre, la única persona en este mundo que le quiere de verdad.

Tras lo sucedido mi madrastra solo me observó un poco para luego marcharse. No me consoló ni me dio algún consejo para soportar el agobio de Camilo. Ella nunca ha sido así, y es que jamás me ha querido, sin embargo, me defendió.

Me quedé nuevamente solo, aunque esta vez eran las palabras de mi primo y de Pamela las que agobiaban mi mente.

Al parecer la mujer sabe mucho sobre el asesinato de mi madre, siendo que en ese momento no era parte de la familia. ¿Acaso ya estaba en contacto con don Diego en ese momento?

Y Rubén, otro hombre enamorado de mi mamá. Primero fue Christopher y ahora mi tío, ¿qué secretos sigue escondiéndose? ¿Por qué cada vez me siento más confuso?

Hubiera seguido con mis divagaciones si no hubiera sido porque alguien tocó a mi puerta.

-Hola Lucas, ¿cómo te sientes? - escuché la voz de Felipe.

Como un rayo de luz, mi amado apareció en la habitación cuando más lo necesitaba. Estaba sumergido en la pena y ver su rostro, escuchar su voz, me reconfortó.

No me importó que ahora fuera el novio de Campbell, ni siquiera lo pensé, solo corrí a sus brazos y me refugié en el calor de su pecho.

-Alice me contó todo lo que sucedió... No puedo creer que me hayan ocultado sobre la enemistad entre su papá y Diego... Aunque lo que más me sorprendió fue su reacción... - decía tan inocente.

Él no ha visto lo que mi padre puede llega a hacer, solo cree que es temperamental, no que es capaz de amenazar de muerte a una pobre chica desahuciada.

-Pero no vengo por eso... Quería entregarte una carta que te envió ella... - mencionó antes de meter su mano en el bolsillo y sacar un papel.

Querido Lucas:

Sé que el mundo ha sido muy cruel contigo, y aunque no lo quisiera, yo también he contribuido en ello.

Tal vez no lo recuerdes, pero cuando eras pequeño pasaste muchas tardes junto a Christopher. Él guarda con mucho cariño esos recuerdos. Nunca ha podido sacar de su cabeza el rostro de ese niño alegre y juguetón. No eres su hijo, pero por muchos años te vio de esa manera y es que eres el fruto de la mujer a quien más ha amado.

Por eso, tras lo sucedido con tu mamá, su corazón se partió en mil pedazos. Le habían despojado a Carolina y a ti, te habían arruinado la vida. Fue débil y huyó, no podía soportar tanto dolor. Tan solo que nunca dejó de pensar en ti. Desde que me adoptó siempre me ha hablado del pequeño Lucas, de lo inteligente que es, de lo cariñoso que es su rostro, siempre estuviste en nuestras vidas y por eso, te guardo un enorme aprecio.

Sé que es loco pensar que te quiero como a un hermano cuando solo nos conocemos hace unos meses, pero esa es la verdad y es que gracias a mi papá, heredé el amor hacia ti.

Por todo ello, es que no puedo soportar que sigas sufriendo al lado de aquel monstruo. Diego es un ser horrendo que te ha robado el derecho a ser feliz, y eso es algo que no se lo perdonaré jamás.

Pronto moriré, pero no quiero irme de este mundo sin haber ayudado a quienes amo. No me iré sin antes haber luchado para cambiar tu vida. No voy a descansar hasta sacarte de esa casa y alejarte de tu padre.

Volverás a ser feliz, eso te lo prometo con el alma. Solo resiste un poco más, y confía en mí, te sacaré de ese infierno.

Queriéndote desde siempre, 

Alice Campbell.

Leí la carta y al terminar, me percaté que la había mojado con mis lágrimas.

¿Por qué? ¿Por qué alguien tan hermoso como ella puede quererme a mí? No puedo creer que una persona tenga tanta bondad en su interior, que sea capaz de sacrificar sus últimos días por alguien como yo, por un ser horrendo y asqueroso. No me merezco su cariño ni nada por el estilo, y aún así, ella me escribe las palabras más hermosas que jamás me han dedicado.

Felipe me abrazó al verme llorar, tan solo que por primera vez en mi vida no era a él a quien deseaba querer, sino que a aquella pequeña persona que ha decidido cambiar mi horrenda vida.

 


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