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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola

 

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo.

 

Para escuchar con el cap: ?? ???–???

 

CONCURSO!!

Les tengo un concurso, el primero que responda mi pregunta, podrá pedirme que haga un OneShot(historia de solo un capitulo, pero prometo que largo) de lo que quiera... puede pedir cualquier historia que se le ocurra, con personajes de cualquier historia o inventarlos.

 

Y esto es así... ganará la primera persona que me diga con quién está, de las otras historias que he escrito, emparentado Lucas Grimaldi... Los leo!!!

Capítulo 4: Esa noche

 

Si hay algo peor que ser dañado, es sentir la lástima de todos aquellos que te rodean, de esos que supuestamente te quieren. Eso lo aprendí de muy pequeño, luego del asesinato de mi madre, luego de hacer todo lo posible por salvarla. Sin embargo, en la mente de un monstruo no existe la compasión, solo el gozo por el sufrimiento ajeno.

 

Desde ese momento, desde aquella época en que dejé de hablar por meses, todos a mi alrededor me han visto como el pobre indefenso, como el niño a quien todos deben proteger, porque es imposible que pueda volver a sufrir, nadie lo debe permitir. ¡Por favor! Si ese fue solo el inicio de mi infierno, de aquel mundo de fuego que me consume lentamente, tanto que no queda casi nada de humanidad en mí, solo carne putrefacta y carente de alma.

 

Quizás he visto algo de eso en Camilo y es que, tras la ida de Felipe, he sentido que mi afecto hacia él ha crecido. Le he visto sufrir por la muerte de Elia y el encarcelamiento de su padre, he observado desde cerca como todos nuestros sirvientes le tienen la misma pena que a mí, he escuchado sus voces murmurando lo penoso que debe ser estar en los zapatos de mi primo. De a poco se convierte en el fantasma del palacio, en el alma en pena que deambula por los pasillos en silencio, con la mente en blanco tratando de recordar el camino a su antigua vida.

 

-Soy el único en esta mansión que comprende por lo que estás pasando...-fue lo primero que dije al entrar a su cuarto.

 

-Tú por lo menos tienes a tu papá... yo ni siquiera eso...-respondió dolido, como si se tratara de una competencia.

 

No le di mayor importancia a su mal humor, supongo que es normal en alguien que ha pasado por un shock tan grande.

 

-Felipe me pidió que te cuidara... Por eso estoy aquí...- cambié de tema.

 

-No quiero tu lástima... Lo único que necesito ahora es amor, el amor de mi novio, el amor de mi papá... el amor de mi mamá... pero no puedo tener ninguno. ¿Comprendes cómo me siento? ¿Te has enamorado alguna vez? Claro que no... si no eres más que un témpano de hielo...- me gritó expulsando todo el veneno que llevaba por dentro.

 

¿Qué debía responder? ¿Que sí, que estoy enamorado de Felipe también? Claro que no, solo preferí hacer uso de mi fama y quedarme inerte, como si estuviera fabricado con hielo.

 

Al rato, le vi llorando, desvaneciéndose el enojo de su rostro, pasando a la desesperación a la cual se estaba acostumbrando.

 

-Lo siento... lo siento mucho Lucas. No quería tratarte mal, tan solo que yo... no estoy bien...- y sin darme cuenta, se abalanzó a mi pecho y abrazándome, lloró desconsoladamente.

 

¿Qué debía hacer? Nunca he podido soportar el contacto físico, me siento incómodo y es que no quiero que el resto se dé cuenta de mi debilidad, de mi cuerpo huesudo, de mi hedor constante. Me costaba tenerle cerca, más recordando que es el muchacho que me ha quitado a Felipe.

 

De pronto, un recuerdo fugaz apareció en mi mente. Unas manos acariciaban mi cabello mientras lloraba, mientras me deshacía en dolor. Su cariño era cálido, como los tenues rayos del sol por las mañanas que lentamente te despiertan con su tacto. Todo parecía mejorar con sus manos, con su olor perfumado, con su dulce voz.

 

-Todo estará bien, ya verás...- es lo que le dije a Camilo mientras le acariciaba el cabello.

 

Las mismas palabras que mi madre me dijo aquella noche, aquella última vez que le vi.

 

El llanto se detuvo paulatinamente, como una lluvia que amaina y luego deja entrever el sol. Un suspiro profundo le devolvió a la vida, cual princesa que acababa de recibir el beso de su príncipe azul.

 

-Muchas gracias... sé que no es tu deber protegerme, pero... ¿puedes pasar conmigo esta noche? Tengo miedo de estar solo...- me miró tristemente a los ojos, haciéndome la petición que estúpidamente acepté.

 

Esa noche nos acostamos en la misma cama, mirando el techo que de a poco se iluminaba con el resplandor de la luna. La luz ingresaba desde el ventanal ubicado en frente, ese cuyas cortinas no habíamos cerrado. El silencio se apoderó del lugar, aunque supongo que eso no le importó a Camilo porque parecía sereno recostado a mi lado.

 

-No entiendo cómo Pamela permitió que la alejaran de su hijo...-comentó mi primo sin mayor preludio.

 

-Ella nunca hará nada en contra de mi padre... Es como si fuera su perro faldero...- le respondí de la misma manera en que me habló.

 

-¿Le tiene miedo?.... Mi papá siempre decía que el tío Diego era temible, que es capaz de todo con tal de lograr lo que se propone... que es igual al abuelo Augusto. Tú has escuchado lo que dicen de él ¿verdad? Que participó en el asesinato de comunistas en la guerra civil... que, de hecho, nuestra abuela no huyó de su lado, sino que él la mató por celos... Era una persona muy mala, y si mi papá decía que don Diego era así de malo, es porque sabe algo...- su tono cambió, ahora estaba intrigado, quería sacarme algún secreto.

 

-¿Tú crees que él mató a mi mamá?- fui directo al grano, para saber si tendría la valentía como para inculparlo.

 

-No... claro que no... ¿cómo se te ocurre? Nunca diría eso... Disculpa, fui un imbécil...- se puso tan nervioso que se levantó de la cama para contenerse.

 

Le vi tragar saliva y caminar hasta el ventanal, donde deslizó la ventana para salir al balcón. Se quedó un largo rato allí, contemplando la noche oscura coronada por la luna menguante, que radiante se presentaba en el centro del orbe.

 

Después de sentir el ambiente más calmado, salí para reunirme con él.

 

-¿Quién crees que mató a tu mamá? Al final nunca pudieron dar con el culpable... Yo me he preguntado todos los días lo mismo y es que estoy seguro que mi papá no lo hizo...- era solo lo que más le preocupaba.

 

-Tal vez quien asesinó a la tía Elia es el mismo que acabó con la vida de mi mamá... quizás regresó para seguir con su venganza...-era una posibilidad que se me había pasado por la cabeza.

 

-Pero... ¿quién? ¿Quién querría hacernos daño?... - Camilo no podía encontrar a un villano.

 

-Quizás no a nosotros, eso es evidente... Tal vez destruir nuestra familia como núcleo, como un todo... Tal vez lo que buscan es exterminarnos como ratas...- Todo es posible con alguien que es capaz de torturar de tal manera.

 

La idea mortificó aún más a mi primo, y es que le había revelado un lado macabro, una sombra tenebrosa que su alma inocente no era capaz de soportar.

 

-¿Y tú no recuerdas nada? Te encontraron al lado de tu mamá, tuviste que haber visto al asesino... ¿En serio no lo reconoces? - volví a escuchar la misma pregunta que todos me han hecho durante estos últimos años.

 

-No, nada... Mi psiquiatra me dijo que como era tan pequeño y había vivido un shock tan fuerte, mi cerebro profirió borrar muchas situaciones de mi infancia... - es lo que había sucedido.

 

Finalmente Camilo se resignó, no teníamos cómo averiguar quién era el sangriento asesino.

 

La luna siguió con su recorrido nocturno, mientras nos acostamos a dormir. Nunca había dormido con otra persona, me costó conciliar el sueño y cuando lo logré, solo fui capaz de tener pesadillas. Mil demonios me perseguían para arrebatarme el pequeño tesoro que tenía en mi pecho, ese diminuto espacio de humanidad que todavía poseo, el que está apartado solamente para la memoria de mi madre. Aquel muchacho me había hecho recordar los peores momentos de mi vida, y aunque ya hayan pasado diez años, las heridas siguen tan abiertas como cuando se abrieron.

 

Cuando desperté encontré la cabeza de Camilo en mi pecho, como si fuera mi deber protegerle, como si me hubiera convertido en el nuevo Felipe, en su nuevo príncipe azul. La idea de recibir el amor de ese muchacho me hizo revolver el estómago, y es que en mi corazón solo puede latir por un hombre, por el único que ha logrado conquistarme con la dulzura de su alma.

 

Tras palidecer ante su cercanía, el muchacho despertó de inmediato. Me observó con una seguridad que yo jamás tendré, con una confianza en sí mismo que me hace envidiarle, porque se siente capaz de enfrentar a otro mostrándose tal cuál es.

 

-No pensé que te colocaras nervioso con mi presencia... Ahora que te veo, entiendo a Esteban Santamaría... Eres muy guapo...-su coqueteo me pareció abusivo, me sentí amedrentado ante su mirada fogosa.

 

-¿Tú no estabas enamorado de Felipe?- pregunté ofuscado, levantándome de la cama.

 

-Sí, al igual que tú...- me dijo serio, cambiando radicalmente su semblante.

 

Me volteé asombrado, alguien había descubierto mi secreto.

 

-Lucas... era una broma, somos primos, solo quería molestarte porque sé que no te gusta el contacto físico...Y no te preocupes, nunca le he dicho a nadie lo que sé de ti...- mi corazón latió fuertemente, me sentía estúpido frente al muchacho que sonreía amablemente.

 

-No estoy enamorado de él...- mentí y es que no quería ser descubierto.

 

-Siempre tuve la duda, pero me costaba creer que alguien tan frío como tú pudiera querer a alguien... Un día, te descubrí viendo a tu hermanastro de una forma inusual, con una dulzura que no pensé que tuvieras. Y luego, cuando supiste que los dos estábamos juntos, pude comprobar que lo amabas, porque tú rostro se desfiguró con la noticia...pero como dije, no te preocupes, tu secreto está bien guardado...-insistía.

 

No pude soportar su bondad, o tal vez su actuación. Camilo es una persona extraña, alguien que te dice algo de frente, aunque sientes que te intenta decir otra cosa muy distinta. Me fui de la habitación con el corazón apretado, como si hubiera pasado una humillación.

 

Cerré la puerta de su cuarto y me encontré de frente con los ojos inquisidores de Pamela. La mujer se había enterado que había pasado la noche con mi primo y por su mente, pasaron todo tipo de conclusiones, aunque creo que se quedó con las más retorcida.

 

-A tu padre no le gustará lo que acabas de hacer...- me dijo con desagrado, mirándome de pies a cabeza.

 

No le tomé atención e intenté marcharme, tan solo que me tomó del brazo y con mucha fuerza me arrastró hasta el despacho de don Diego.

 

-Tu hijo pasó toda la noche con Camilo... creo que también cayó en la labia de ese asqueroso...- toda palabra pronunciada por esa boca era escupida con odio.

 

El rostro de mi padre se descompuso, se alteró de tal manera que su respiración era parecida a la de un toro. Embravecido se levantó de su asiento para buscarme, para mirarme con asco antes de golpearme fuertemente en la cara, tan poderosamente que caí de bruces al suelo.

 

-No puedo creer que esa perra te haya convencido a ti también... A ti, a mi hijo... a mi propio hijo... ¿qué le viste? ¿Qué te hizo?... ¿Acaso te gustó lo que ese maricón te hizo? ¿Te folló? ¿Ah? ¡Respóndeme! - el hombre estaba fuera de sus cabales, gritaba enfurecido y me zamarreaba estando aún en el piso.

 

Me levantó con fuerza descomunal y me lanzó contra el escritorio, golpeándome el estómago con la esquina de madera.

 

-Te hice una pregunta... ¿te folló?... Creo que voy a tener que comprobarlo con mis propios ojos...- y con la misma bestialidad con la que se estaba comportando, me bajó los pantalones para dejar mis glúteos desnudos.

 

Sin pudor, abrió mis carnes e introdujo sus manos para encontrar algún resto de semen, como si realmente creyera que mantuve relaciones sexuales con mi primo.

 

Tenía muchas ganas de llorar, de estallar en llanto en ese momento, pero sé que nada ganaría. Reuní fuerzas para aguantar la humillación que mi propio padre me estaba haciendo pasar. Mi garganta estaba apretada, y mis ojos húmedos, tan solo que la tortura no terminó en ese momento.

 

-Eres un mal niño... un niño que no sabe cómo comportarse... ¿cuántas veces te he dicho que tienes que cuidarte del resto? Ellos te pueden hacer mucho daño, y lo van a hacer porque tú eres superior... Eres mi único hijo y me muero si te sucede algo... ¿entiendes?... No quiero volver a verte nunca más cerca de aquel sodomita... - me volteó para mirarme directamente a los ojos y lanzar aquella amenaza.

 

Tras ello me dejó libre. Me subí los pantalones y salí caminando del lugar. Cerré la puerta del despacho y solo después de ello, comencé a correr rápidamente por los pasillos hasta llegar a las escaleras. Las bajé rápido y es que solo quería escapar de esa estructura de piedra, de ese castillo medieval que tanto sufrimiento ha visto.

 

Llegué hasta el patio y me escondí en aquel lugar rodeado de arbustos detrás de la estatua de mi madre. Solo allí me siento a salvo, como si la energía de mi madre impregnada en la roca tallada fuera lo único que pudiera protegerme en este mundo. Solo en ese lugar pude llorar, allí boté toda la tristeza que se había acumulado en mi pecho.

 

Me sentí aún más asqueroso, aún más putrefacto, ya ni siquiera podía soportar el hedor que emitía mi carne descompuesta. Mi estómago se revolvió de tal manera que me dieron arcadas, pero no había ingerido nada que pudiera vomitar.

 

Mi vida es una pesadilla, mi existencia es un infierno que comenzó la maldita noche en la que aquel demonio, en la que aquel hombre desgraciado decidió asesinar a sangre fría a mi madre. Esa noche de luna llena en la cual ingresé a su cuarto y la vi bañada en sangre, recostada en la cama frente a aquel que la apuñalaba bestialmente.

 

Su maldito rostro, ese enigma que se creó en mi cabeza. Ante el dolor, preferí olvidarlo, dejar atrás a quien me torturó de la manera más sádica. Destruyó mi alma y se llevó a mi madre, huyó y jamás ha pagado por sus pecados, nunca fue sentenciado por la justicia y ahora está allá afuera, libre y tal vez, deseoso de seguir con sus fechorías. ¿Qué le hice para que me matara en vida? ¿Por qué tuve que ser yo el elegido por el destino para tener un final tan funesto?

 

-Si tú haces algo por mí... yo dejaré vivir a tu mamá...- fueron las palabras que pronunció ese hombre.

 

Yo... Solo tenía cinco años cuando tuve que entregar mi cuerpo al asesino de mi madre. Fui violado mientras ella gritaba desesperada por ayuda, desangrándose en la cama. Tenía solo cinco años cuando el mundo me mostró qué es el horror, cuando me enseñó que no puedes confiar en nadie. Ese monstruo finalmente no cumplió su palabra, y acabó con la vida de Carolina Goycolea una noche de luna llena. Ella murió a mi lado, tras arrastrarse por el piso para encontrarme ultrajado, golpeado, mi pequeño cuerpo sangraba por lugares que ni siquiera conocía. Mi mamá sólo quería abrazarme, consolarme después de tanto sufrimiento. Y yo, yo solo quería que ella no se durmiera, que no cerrara sus ojitos, que me mirara para siempre y se quedara conmigo.

 

-Tienes que ser feliz... - fue lo que me dijo con su último aliento.

 


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