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Infierno por jotaceh

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Capítulo 8: La próxima víctima

 

La mansión se llenó de detectives y en las afueras, todos los medios de comunicación trataban de cubrir la noticia del segundo asesinato ocurrido en el clan Grimaldi.

Los titulares de los periódicos se llenaron de especulaciones sobre lo que realmente sucedía en la familia. Partiendo del hecho que el supuesto asesino de Elia estuviera preso, les hacía pensar que tal vez fuera otra persona la culpable. También conjeturaban que era un plan entre el padre y el hijo, que pertenecían a una secta satánica o cualquier otra teoría estúpida que les ayudara a vender ejemplares.

Yo estuve en el lugar del asesinato y por eso, me interrogaron fuertemente.

-¿Usted vio a Camilo Grimaldi cometiendo el crimen? - me preguntó una detective.

-No... Llegué a la habitación por los gritos de una sirvienta... Cuando entré vi a mi primo bañado en sangre y a Valentina muerta sobre la cama... No sé qué sucedió antes de eso. Acababa de llegar a casa.. - fue lo que dije.

-Según lo vivido en su familia, ¿usted cree que Camilo Grimaldi pudo haber cometido el asesinato? - prosiguió.

Me quedé callado unos segundos. ¿Qué debería responder? ¿Que ambos se disputaban el mismo hombre? ¿Acaso tendría que revelar que vi al novio de la difunta besándose con el supuesto asesino?

-No lo creo, lo conozco muy bien y es incapaz de dañar a alguien... - terminé respondiendo.

No me une ningún cariño hacia mi primo, nos criamos como si no fuéramos parientes. Don Diego siempre ha odiado a su hermano, le encuentra una vergüenza para la familia y es que en toda su vida no ha conseguido nada, incluso ha llegado a la quiebra. Por eso, es que si oculté información a la policía no fue por ayudarle.

La verdad es que lo hice por Felipe, no quería involucrarle en un asunto así, aun cuando después de todo lo que me hizo, me da a pensar que es capaz de asesinar a alguien. No, no quiero eso para mi amado, y por ello, callé.

La interrogación culminó cuando mi padre ingresó a la habitación.

-Mi hijo es menor de edad... Cualquier procedimiento debe ser autorizado por su tutor legal, es decir, yo... Así es que esto se termina aquí... - ingresó con la arrogancia que le caracteriza.

-Señor, nosotros estamos cumpliendo con la ley... En esta casa ha ocurrido un asesinato y debemos dilucidar la verdad... - la detective intentó detener a don Diego.

-¿Sabes quién soy? Con una sola llamada puedo hacer que te echen de esa institución mediocre y que no vuelvas a conseguir trabajo nunca más en tu maldita vida... Ahora desaparece de mi vista si es que no quieres comprobarlo... - aquel hombre era mi padre.

Su mirada penetrante, su voz poderosa, aquella manera que posee de denigrar a todo aquel que le rodea, de demostrar con cada gesto que realiza que es superior, toda su presencia logró que la policía decidiera marcharse y es que no muchas personas han podido ganarle.

Tras la retirada de la mujer, nos quedamos a solas en mi cuarto. Solo habían pasado horas desde el asesinato de Valentina y el caos reinaba en el exterior.

Mi padre llegó hasta mí e hincándose puso sus manos en mis piernas. Estaba sentado sobre la silla de mi escritorio. Él quedó a mí altura y con toda la dulzura que su alma poderosa podía albergar, besó mi frente.

-Estaba tan preocupado por ti... Lo primero que imaginé cuando me contaron sobre el asesinato en la oficina, fue que algo malo te había sucedido... Si eso hubiera ocurrido, mi vida ya no tendría sentido... - me observó detenidamente, como si quisiera corroborar centímetro a centímetro de mi piel que me encontraba a salvo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y pronto, estaba llorando frente a mí. Uno de los hombre más poderosos del país se había convertido en un niño pequeño en mis piernas.

-Estoy bien... Solo vi a esa muchacha muerta... Nada más... - respondí aún impactado por su estado.

-Me da igual esa zorra trepadora... Incluso me alegro que se haya muerto. Lo único que quería era apoderarse de nuestra fortuna. Tan solo que era muy estúpida... ¿Cómo se le ocurre jugar con Felipe? Él es solo un allegado, no pertenece a la familia y jamás tendrá nada de los Grimaldi... En cambio tú, tú heredarás todo lo que poseo... Tú estás destinado a ser la persona más poderosa de este país... - la pena desapareció por completo y fue reemplazada por la pasión, el fuego que crea en él mi supuesta grandeza.

-¿Qué sucederá ahora? ¿Qué le pasará a Camilo? - cambié de tema.

-Se lo han llevado... Es el principal sospechoso y ahora será recluido por el servicio de menores mientras dure la investigación... Es aberrante que tanto el padre como el hijo estén detenidos por lo mismo... De tal palo, tal astilla... - concluyó don Diego.

-¿Y Felipe? - era lo que realmente me interesaba.

-¿Qué tiene él? Estará triste porque le mataron la puta, pero se le pasará... - dijo sin tapujos, como si no le importara que aquella a quien llama puta ahora esté muerta.

Tras ello se marchó. Me quedé solo en mi habitación. La noche había sido larga y de a poco comencé a ver como los primeros rayos del sol entraban por la ventana.

Estaba sentado sobre la cama, viendo a un punto fijo en la nada, un espacio sin importancia que nadie le presta atención y que para mí en ese instante, era mi mundo. No tenía energías para continuar, me sentía tan cansado que mi mayor anhelo era quedarme en ese estado para el resto de mi vida, para dejar de sufrir, para no sentir más esa presión latente en el pecho que te ahoga lentamente y te lleva a una muerte que en el mejor de los casos, será la solución a tus problemas. Mis ganas de vivir son tan inexistentes como mi pesar por la muerte de Valentina.

Fue difícil para Felipe continuar con su vida después de lo sucedido. Tras encontrar el cadáver de su novia, y saber que su hijo había muerto, tuvo que encarar a los medios y a todos sus conocidos, quienes con insistencia le preguntaban por lo acontecido, por su estado tras tan macabro suceso. Se le vio en los periódicos y la televisión llorando desconsoladamente, pidiendo justicia.

-Espero que quién haya sido el culpable de este asesinato sea descubierto y pague el resto de su vida por lo que cometió... No tiene perdón de Dios...-fue una respuesta que dio a un periodista.

¿Qué significaba eso? Las investigaciones tienen como principal sospechoso a Camilo, su amante, el mismo con quien le vi horas antes de la muerte de Valentina. ¿Acaso su amor por él, si es que existía, se terminaría con su culpabilidad? ¿Qué sentiría en estos momentos al perder a sus dos amores? Era una duda que me rondaba por la cabeza.

Por días tuve las ganas de hablarle, de ir hasta su cuarto y revelarle todo lo que sé, que me confesara a quién pertenece en realidad su corazón y por quién está tan afectado, si por la niña que le daría a su primogénito o por la captura de su amante, quien a estas alturas se encuentra tras las rejas. 

Preferí mantenerme alejado, especialmente por lo sucedido en el colegio. No quería ver a quien se suponía mi enemigo, al hombre a quien amo y a quien escuché desearme la muerte. ¿Quién es finalmente Felipe? 

Asistí al colegio con normalidad, aunque obviamente las miradas de los alumnos se centraban en mí y es que nuevamente la tragedia golpeaba a mi familia. 

-Nunca pensé que mis deseos se harían realidad... ¿quién podría imaginar que mis palabras fueran tan poderosas? Ojalá me fuera tan bien en el amor...- se me acercó Esteban en el patio.

Me sonreía como si nada hubiera ocurrido, como si el descuartizamiento de nuestra enemiga hubiera sido una broma, le restaba gravedad a lo macabro. 

-Aunque ahora que lo pienso... Te han dejado el camino libre. La preñada está muerta y el amante preso... Tu querido Felipe está solo y triste, quizás deberías consolarlo...- de la supuesta felicidad pasó de inmediato al enojo, volviendo a recalcar mis sentimientos por mi hermanastro.

-Pues sí... ahora que lo dices, tienes toda la razón...Voy a conquistarle, éste es el momento para hacerlo...- quería enfadarle, y es que ni siquiera me atrevía a hablarle.

-Lo puedes intentar, pero él no te verá jamás con otros ojos, eres simplemente su hermano menor... Puedes hacer todo lo posible, sin embargo no lo tendrás nunca...- sentenció con frialdad.

Sus palabras me dolieron, fueron sumamente hirientes y por eso, saliéndome de mis cabales, le abofeteé con fuerza, liberando todo el odio acumulado que poseo en mis entrañas. Le observé como si fuera una basura, como si estuviera frente al ser más repulsivo del mundo.

-No vuelvas a decir eso... Un día seré feliz, y estaré al lado del hombre a quien amo. Nada me va a detener...-dije respirando entrecortado, aquel imbécil había logrado alterarme.

Me fui rumbo al salón, quería esconderme en mi rincón y dejar atrás el mal momento vivido con Esteban. Iba caminando por el pasillo, cuando me encontré con Alice.

-Lucas... ¿qué ocurre? ¿te sientes bien?-la extranjera al observar mi alteración, se preocupó de verdad.

-Nada... estoy bien...-respondí parco.

-Debe ser difícil para ti seguir adelante después de todo lo vivido... Quizás te serviría distraerte un poco...Podrías ir a mi casa luego de clases- dijo sonriendo, con aquel encanto que tanto ha caído bien en el curso.

Yo sé a dónde quería ir la muchacha, y es que no he podido olvidar la advertencia de mi padre. Aquel hombre, Christopher Campbell, está interesado en nuestra familia y por eso desea acercarse a mí, su atracción hacia mi madre es dudosa y por ello, ir hasta su guarida es peligroso. 

-Lo siento, pero mi padre me ha prohibido que hable con gente de tu familia...-me excusé.

-Mi chofer es muy precavido, nadie se dará cuenta que te fuiste conmigo... Por favor ven, no te arrepentirás... Tu madre querría que nosotros fuéramos amigos...- sus palabras me ahogaron, y es que el recuerdo de doña Carolina es sagrado para mí.

La quedé mirando un largo tiempo, pensaba en su oferta y en las oportunidad que abriría al ir. Tal vez me enteraría de secretos que nadie se ha atrevido a revelarme, podría conocer al desconocido hombre que idolatra  a mi madre y dilucidar la razón por la cual don Diego le teme tanto.

-Está bien... vayamos a tu casa...- finalmente acepté, traicionaría a mi padre, pero es que tenía un corazonada, aquel hombre debía entrar en mi vida.

La jornada transcurrió con rapidez y sin darme cuenta estaba al lado de Alice sentado en su auto, camino al lugar prohibido.

-¿Va a estar tu papá allá?- hablé de pronto.

-Claro que sí... anhela desde hace mucho conocerte...- era evidente que todo era un plan.

No hablé más, y es que mi mente sacaba conjeturas y teorías tan diligentemente, que no tenía más energías, todo se empleaba en aquel mundo nuevo.

Nos detuvimos frente a la mansión comprada por la familia Campbell. Una construcción aislada de la ciudad, en medio del campo y rodeado de plantaciones con tanta vitalidad que el ambiente parecía tan amable, tan gentil que la paz llegó de pronto a mi pecho. 

-Me siento muy relajado...- murmuré y es que sentía mis extremidades distendidas. Mi mente se había despejado y me encontraba en un estado tan placentero que todas mis armaduras se habían desactivado.

-Lo siento Lucas... esto es necesario...- pronunció apenada Alice tocando con sus dos manos el frasco que poseía.

No podía creer lo que había sucedido, había caído estúpidamente en su trampa, me acababan de drogar, habían puesto una droga en el agua que había bebido recién y por ello todo parecía extraño a mi alrededor. Lo último que recuerdo de aquella situación, es que de a poco mi visión comenzó a nublarse y el rostro de la muchacha se perdía.

Mi padre había tenido razón, aquel hombre no es de fiar y yo ahora estaba en sus garras, tal vez qué es lo quería conseguir conmigo. ¿Y si quería hacerme daño? Tal vez todo se trata de una venganza y con mi muerte todo quedaría pagado. ¿Tal vez éste sería mi final? ¿Otra muerte en la familia? ¿Y qué tal si todo lo que ha ocurrido es plan de una sola persona? Podría ser que Christopher Campbell sea el asesino de Elia y Valentina, queriendo destruir la reputación de su enemigo. Y ahora, yo estaba en sus manos, siendo quizás la próxima víctima. 

 


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