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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estésn muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo!!!!

 

Gracias por darle una oportunidad a esta historia :D

 

 

Para que escuchen con la lectura:Ayumi Hamasaki -Ourselves

Capítulo 2: El asesino de Elia

 

El asesinato de Elia apareció en todos los noticieros y periódicos del país. Todos los medios de comunicación que agolparon a las afueras de la mansión para cubrir la nota. Los veía desde mi ventana, sintiéndome como un animal de zoológico, como una atracción de feria rodeada de personas intrigadas por escudriñar hasta tus detalles más mínimos.

 

Vi todo desde lejos, y es que hasta hoy en día aquel accidente me parece lejano, como una película de terror que fui a ver al cine, una historia más que quedará en mi cabeza, mas no pertenece a mi vida. Sin embargo, no es así, porque a quien asesinaron tan brutalmente fue a mi tía, la esposa de Rubén y madre de Camilo.

 

-No puedo creer que haya sucedido esto… Ella… Ella… Por dios… lo último que le dije fue que me dejara en paz, que no se metiera más en mi vida…- decía llorando mi único primo aferrado al pecho de su padre. Ambos estaban completamente destrozados.

 

-No pienses en eso… Ella te amaba, tan solo que le costó mucho comprender que eres homosexual, pero estoy seguro que con el tiempo te hubiera apoyado…- mi tío intentaba fingir que estaba bien, aunque desde lejos se notaba que estaba destrozado por dentro.

 

-¿Quién pudo hacer algo tan horroroso?... Le hicieron tanto daño…- Camilo no podía encontrar razonamiento a lo que había ocurrido, era dantesco para cualquiera que hubiera visto la desfiguración de su cuerpo.

 

Los detectives llegaron luego que todos los invitados se fueron despavoridos. Recuerdo que estuvieron tres días sin dormir revisando cada centímetro de la mansión, buscaban pistas, algún indicio que les llevara hasta el o los culpables de tremenda atrocidad. Sin embargo, no encontraron nada concluyente.

 

-El cuerpo fue traído hasta acá, pero la tortura ocurrió en otro sitio… Aquí solo hay indicios de su caída por las escaleras… es como si hubiera venido desde el cielo… Revisaremos las cámaras de seguridad de las avenidas cercanas para averiguar si podemos encontrar el vehículo en el cual se trajo el cadáver…- fue la última sentencia que le dio el detective en jefe a mi padre, quien dio la cara por la familia al encontrar a su hermano tan abatido.

 

-Ni siquiera pudo cuidar a la puta de su esposa…- escuché cómo comentó don Diego a su esposa tras la retirada de la policía.

 

Usualmente mi papá es alguien serio, un hombre que al parecer no posee sentimientos y es que nadie normal es capaz de hacer un comentario de ese calibre ante tal asesinato.

 

Su esposa, Pamela Salvatierra, madre de mi hermoso Felipe, es perfecta para él, alguien carente de emociones que no demuestra nada más que malhumor, una señora estirada que de lejos reluce por su belleza, aunque tan solo al conversar con ella eres capaz de darte cuenta lo destruida que se encuentra por dentro.

 

-Será mejor que no te acerques a Camilo, no se encuentra para nada bien… es un despojo humano. Da lástima verle así…- me dirigió la palabra mi madrastra, un tanto asqueada por la imagen que se viene a su cabeza.

 

Debo reconocer que no le hice caso y es que quería verle, necesitaba contemplar el estado en el cual se encontraba. Y no, no es tanto por quererle, sino más bien… para hablar con el muchacho que me ha robado a Felipe, con quien ha podido realizar el sueño que he tenido toda mi vida.

 

Me dirigí hasta su nuevo cuarto en la mansión, tan solo que al llegar al umbral de su puerta, me percaté que ésta se encontraba abierta y husmeando entre el espacio que quedaba libre, pude ver que no se encontraba solo, sino que estaba con el amor de mi vida.

 

-Debes ser fuerte, seguir adelante… No puedes derrumbarte ahora, tu madre no querría que eso sucediera…- mencionaba el muchacho pecoso, mientras tomaba con sus dos manos el rostro de Camilo.

 

Se veían a los ojos como dos amantes prófugos, pude sentir a la lejanía aquella aura que les rodeaba, aquella complicidad que tienen solo los enamorados. Mi pecho se contrajo de tal manera que me dificultaba la respiración. Verles tan cerca era como volver a cortarme las muñecas, era como seguir introduciéndome los dedos en mi garganta para vomitar aquella comida rancia que ingerí y que me deforma horriblemente, que me afea aún más, que me sigue convirtiendo en el monstruo que soy.

 

Y como en esas situaciones, en vez de dejarlo, de actuar sanamente y terminar con el sufrimiento, preferí seguir observando y mortificándome por el romance de aquellos dos.

 

-¿Qué voy a hacer ahora?... ¿Cómo voy a seguir con mi vida?...- se cuestionaba mi primo mientras reposaba su cabeza en el pecho de Felipe.

 

-Tienes que ser fuerte, debes continuar y yo te voy a ayudar en eso… Siempre voy a estar contigo, puedes contar conmigo para todo lo que desees… Te amo, te amo como nunca lo había hecho y estoy dispuesto a todo con tal de hacerte feliz… De eso puedes estar seguro…- el amor se desbordaba de los labios del muchacho, era tanta la pasión que transmitían sus palabras que se me llegaron a erizar los vellos de todo mi cuerpo.

 

Mi primo levantó la mirada y con sus hermosos ojos verdes vio a mi amado como si fuera una princesa indefensa, como un ser endeble que estaba siendo rescatado por su príncipe prometido, por quien le estaba jurando amor eterno.

 

En ese momento no pude resistir más el sufrimiento y un suspiro doloroso se escapó de mi boca, asustando a la pareja de enamorados. Ambos me miraron sorprendidos, y es que les había descubierto. Sentí tanto pánico por estar haciendo el ridículo, que salí corriendo despavorido.

 

¿Por qué soy tan imbécil? Me había humillado delante de ellos por entrometido, ahora se reirían por mi estupidez, por la osadía de verles juntos  a escondidas. Mi corazón latía muy fuerte, tanto que no paré de correr hasta encontrarme en el patio de la mansión, detrás de los pinos y entremedio de las enredaderas que cubrían gran parte del suelo de aquella esquina.

 

Tiritaba por la conmoción, por mi mala suerte y es que ni siquiera puedo espiar bien a alguien, soy tan patético que no hago nada correcto, todo me sale terrible.

 

-¿Lucas? ¿Estás ahí?...- apareció de pronto Felipe, asustándome. ¿Cómo me había encontrado tan fácilmente?

 

Me quedé callado, pero el muchacho llegó frente a mí.

 

-Yo… él… Es algo reciente, en serio… No sé cómo sucedió. Un día Camilo estaba muy triste porque les había contado a sus padres que era gay y la tía Elia no lo aceptaba. Yo lo consolé, porque estaba destruido y bueno… No sé qué pasó, le vi tan débil, tan frágil… Nunca me había gustado otro hombre, pero con él… con él es diferente… No es algo que Diego vaya a aceptar, lo sé y por eso… te quería pedir que no lo comentes con nadie… Por favor hermanito, no quiero perder a Camilo… Realmente lo amo…- me dijo en tono de súplica, desesperado por la posibilidad de ser reprendido por mi padre.

 

-Y… ¿Y Valentina? Ella se supone que es tu novia ¿no?... ¿No la amas?- aunque odio a la ricitos de oro, me acordé de ella en este momento.

 

-Hace mucho que no siento nada por ella… pero no la puedo dejar…- reveló el pecoso.

 

-¿Por qué? –me causaba curiosidad toda esa historia.

 

-Bueno, porque… es la coartada perfecta para esconder mi relación con Camilo… Se supone que soy hetero y que tengo novia. ¿Quién podría dudar de mí al estar tan cerca de él? Más que mal, somos como primos…- se justificaba un poco apenado, y es que le costaba aceptar que estaba obrando sucio.

 

Le observé intentando imaginar lo afortunado que ha de ser Camilo por tener el honor de recibir el amor de alguien tan especial. Por dios, que es todo lo que he deseado desde que tengo cinco años. Es el sueño más hermoso y no lo estoy viviendo yo, sino que mi primo.

 

-¿Puedo contar contigo? –insistió el muchacho.

 

Asentí con la cabeza, aun con la mente un tanto descontrolada ante tantos sucesos.

 

-Muchas gracias… Te prometo que te pagaré este favor en algún momento…- y me levantó del suelo donde me encontraba en cuclillas, para abrazarme fuertemente como salía hacer cuando éramos más pequeños.

 

Solo ese tacto, ese contacto con mi amado me elevó hasta el cielo y fui inmensamente feliz.

 

Transcurrieron dos semanas antes que don Diego nos dejara asistir al colegio nuevamente. Quería que se disiparan un poco los rumores por el asesinato de Elia, aunque obviamente, eso no ocurriría en tan poco tiempo. Tan solo al ingresar a la escuela, todas las miradas se centraron en Camilo, todos murmuraban la horrible muerte que había tenido su madre, lo doloroso que debería ser para él seguir adelante.

 

El pobre siguió caminando hasta nuestra aula, acompañado de Felipe, el primo preocupado que hacía a un lado a todo aquel que quisiera preguntarle algo sobre lo sucedido. Aunque él fuera mayor, lo acompañó hasta la clase y lo dejó sentado en su puesto. Tras cerciorarse que nadie le hablaría mal, porque de lo contrario les golpearía a la salida, abandonó la sala justo en el momento en que yo estaba entrando.

 

-Cuídalo por favor…- me pidió y es que era la única persona cercana en ese curso.

 

Debido a esto, es que decidí sentarme al lado de mi primo para acompañarle, aunque no le hablé en ningún momento. No suelo platicar de todos modos, soy el típico bicho raro que está en una esquina siempre callado y mirando al suelo. Ese que se viste de negro y que pareciera que su vida ha terminado hace mucho tiempo.

 

-Gracias Lucas… tenerte cerca me da fuerzas…- Camilo me sonrió como suele hacer, con su rostro hermoso que logra cautivar incluso al hombre más heterosexual.

 

Asentí con la cabeza, para continuar el resto de la jornada reprimiendo todo lo que ocurría en mi interior, todo ese vendaval de sentimientos que colapsaban mi mente y apretaban aún más mi pecho. De pronto, el mundo parecía todavía más horrendo, la poca luz que existía en él se extinguía y debía seguir adelante en penumbras.

 

Al recreo corrí hasta el baño para encerrarme en un cubículo, era tanta la desesperación que no era capaz de respirar bien y pude sentir nuevamente como todo mi cuerpo comenzaba a pudrirse. Apestaba, mi carne se descomponía rápidamente y mi estómago se revolvió de tal manera, que tuve que llevar mis dedos a la garganta para poder expulsar la comida asquerosa que se fermentaba en mi interior. Vomité tumbado sobre el inodoro, aliviando mi cuerpo y pudiendo calmar mi alma. Así me sentía un poco más limpio, un poco menos asqueroso.

 

-¿Lucas?... ¿Qué estás haciendo? ¿Estás vomitando de nuevo? –de pronto escuché la voz de Esteban afuera del cubículo.

 

Me limpié el mentón con papel higiénico y tiré la cadena. Salí de aquel espacio y me encontré de frente con el trigueño. No pude mirarle a los ojos, solo le esquivé para poder lavarme las manos en el lavatorio.

 

-Te hice una pregunta… Te dije que no lo hicieras más, que eso te hace daño…- volvió a reprenderme.

 

-¿Me escuchas?... ¿Eres capaz de comprender qué estás haciendo?- Esteban perdió la cabeza y me tomó de los hombros para zamarrearme.

 

Me miraba preocupado, descolocado por volver a encontrarme de esa manera, por volver a producirme el vómito, cosa que no hacía hace mucho tiempo gracias a él mismo.

 

En ese momento, teniéndolo en frente y mirándome tan profundamente, es que colapsé y comencé a llorar descontroladamente. Todas las lágrimas que me había reprimido después de la muerte de Elia, brotaron de pronto como un vendaval sin control. Me refugié en el muchacho, quien me abrazó con fuerza, estrechando mi cuerpo endeble contra su carne poderosa.

 

-Sabes que puedes contar conmigo siempre ¿verdad? Soy capaz de todo con tal de defenderte…- me volvió a prometer su ayuda incondicional, tan solo que después de haber llorado en su pecho, no quise nada más que salir de allí.

 

Caminé por el patio hasta encontrarme de frente con Valentina, con esa desgraciada que suele golpearme. La vi reírse por mi apariencia, sus ojos eran venenosos y como puñales me herían tan solo al posarlos sobre mí.

 

Mil ideas transcurrieron por mi cabeza, formas de vengarme de ella, incluso de hacer con su cuerpo lo mismo que hicieron con Elia. ¿Acaso sería capaz de asesinar? La sangre fue descartada de mi lista y un pensamiento cobró mayor vitalidad, porque sabía algo que ella no y que podría destruirla por completo. ¿Qué tal si le confesara que su novio en realidad no la ama y que mantiene una relación secreta con Camilo?

 

Tantos años soportando sus maldades, me estaban dando ánimos para traicionar a mi amado Felipe y contarle todo a la ricitos de oro. Juro por lo más sagrado que estaba a punto de hacerlo, sin embargo, algo sucedió justo en ese momento y me lo impidió.

 

Por el medio del pasillo vi correr a Camilo, desesperado se dirigía a la salida del colegio. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba tan alterado?

 

-Ups, parece que se enteró que acaban de apresar a su papá… Parece que él fue quien asesinó a su madre. Como quedaron en la bancarrota y ella lo presionaba tanto...-comentó la venenosa de Valentina al verle correr, como si disfrutara de la desgracia del pobre.

 

En ese momento me quedé congelado, no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Entonces fue el tío Rubén quien mató a Elia? ¿A su propia esposa? Eso significaría que Camilo quedaría realmente solo, que había perdido a sus dos padres y aun peor, porque eso significaría que ha vivido con un monstruo toda su vida… Tal como lo he hecho yo.


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