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Mi Historia por Leo-chan y Kirito-san

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Notas del capitulo:

Miércoles, 18 de Julio del 2018.

 

L: Buenas a tod@s, damas y caballeros *bosteza* como el capítulo dice a sido un día muy agotador y aún así por la emoción de pude dejar de escribir este capítulo y ya después de tantas actividades estoy aquí subiendo al segundo día de haber subido el primer capítulo.

 

Espero y les guste este segundo capítulo o más bien primero porque el otro era el prólogo, cuidense y buenas noches porque lo subo en la noche, chao.

 
Salí del gremio un poco más aliviado, mi amigo no me culpaba por lo que pasó pero aún así sentía la culpa aunque no tan pesada como antes. Durante el camino pude ver a muchas personas en la calle, no tantas personas como antes gracias a los trabajos de limpieza y de captura que nos encargaban hacer a los magos del gremio y es que esas misiones nos ayudaban a despejar pueblos, ciudades o fortalezas donde los demonios habitaban después de los tiempos oscuros. Después de asegurar la zona y repeler a los demonios de la zona los altos mandos mandaban un aviso a las familias y magos donde… bueno.
 
 
En primera, a las familias se les da el aviso para que ellos decidan si ir a la nueva zona o simplemente quedarse donde estaban. Mientras que a los magos se les ordenaba, no se les pedía permiso y no podían objetar, no mucho, pues no solo las personas sin magia tenían familia, había magos que también tenían a familiares sin magia en las ciudades ya habitadas y sin un aviso a su familia estos no querían irse sin ellos, querían protegerlos aún apesar de que más magos podían protegerlos junto con el resto de la civilización.
 
 
Ese era uno de los principales problemas entre los magos y los altos mandos en nuestra situación actual, espero que esos problemas se vayan con el pasar del tiempo cuando hayamos eliminado a los demonios.
 
 
"Vamos, mátalos, ¡Mátalos! ¡Yo sé que quieres!" -en el transcurso del camino comencé a pensar en esa voz que resonaba en mi cabeza cuando mordí aquel brazo arrancado.
 
 
La voz reía maniacamente con cada demonio asesinado en la batalla, de repente comencé a acelerar el paso, sentía que debía hacerlo, sentía como si algo me quemará por dentro, tuve la necesidad de reír mientras abría más los ojos, me tape la cara con ambas manos, no quería que la gente me viera así. Comencé a correr tropezando con las personas que se encontraban en el camino, tenía que llegar a casa, tenía que… intentar calmar a la entidad dentro de mí. Choque con alguien de gran tamaño cayendo al suelo pero sin dejar de taparme la cara, cosa que hizo que la caída fuera más dolorosa, no podía controlarme… no podía controlar a la entidad.
 
 
-¿¡Iceen!? -pregunto una voz de una persona conocida para mí.
 
 
 
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El chico se quedó tirado en el suelo sin moverse durante unos segundos, la persona con la que había chocado y agarro al mago de hielo por los brazos levantándola y llevándolo al callejón que se encontraba cerca de ellos, todo ante la atenta mirada de las personas. El chico y el hombre entraron al callejón, el chico siendo guiado a este. El hombre puso al menor pegado a la pared quien seguía en la misma posición.
 
 
-¡Iceen, tranquilizate, no puedes salirte de control justo aquí! -decia preocupado en voz baja posando sus manos sobre los hombros el menor agitándolo levemente sin que se inmutara. De la nada comenzó a reír dejando desconcertado al mayor, sabía lo que tenía que hacer, con sus manos en sus hombros el mayor empujaba al mago hacia el suelo ligeramente hasta quedar sentado, el mayor lo rodeó con sus brazos y se acercó a su oído.
 
 
-Tranquilo, ya estoy aquí, no dejes que te gané, tú eres más fuerte que él -decia tratando de recomponer al mago- piensa en Naomi, piensa en Tsuyoi, piensa en Pride, ellos no querrían que te pusieras así, imagina que están aquí y ponte a pensar en sus rostros viéndote de esa forma ¿Cómo te los imaginas? -sus palabras no eran lentas, pero tampoco rápidas, el de cabellos medianoche parecía dejar de reírse cambiando de poco en poco su risa a leves sollozos. El hombre lo abrazó más fuerte pegándolo a su pecho haciendo que menor dejará de cubrir su rostro y y abrazaba con fuerzas al cuerpo ajeno. Comenzó a dolerle la cabeza, estaba cansado de todo, de resistir el dolor, de aguantar las ganas de gritar, de luchar por el control, de escuchar las voces de su cabeza cada vez que trataba de ayudar a los demás al momento de arriesgar su salud a cambio de un bien mayor.
 
 
El hombre de pelo negro, ojos marrones y tez normal vestido con un traje formal de color negro y una camisa del mismo color, levantó a Iceen del suelo quedando ambos parados, se dejaron de abrazar dejándose ver sus rostros. Sentia pena y preocupación por la condición del mago, tenía una cara dolida con ojeras y lágrimas saliendo de sus ojos, se abrazaba a él mismo poniendo sus manos sobre sus codos mientras miraba directo al suelo.
 
 
-*Suspiro* Ven, te llevaré afuera de la ciudad -el menor asintió y ambos caminaron directo a la calle, al salir del callejón el azabache abrazo a Iceen con su brazo izquierdo pasando su brazo hacia el hombro izquierdo del mago haciéndoles parecer un poco más normal ante la mirada confusa, triste y preocupada de las personas que los veían pasar como si hubiesen perdido a alguien allá afuera.
 
 
 
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Se encontraban fuera de la ciudad arriba de una casa del árbol viendo como los rayos de luz de la puesta de sol iluminaba lo que podía. El Sol se estaba escondiendo más le faltaba un rato más para que se fuera, el viento corría de una forma relajante moviendo suavemente el cabello de los dos magos sobre la casa del árbol. El mago mayor lo miraba de reojo observando como el chico veía sin emoción a la ciudad, tamñoco tenía un punto fijo al que mirar, estaba serio con una mirada agotada; el mayor suspiro cansado de la situación.
 
 
-No deberías seguir haciendo eso -dijo sin más cerrando los ojos un poco enojado.
 
 
-… -guardo silencio.
 
 
-Si sigues haciendo eso tarde o temprano la gente se va a dar cuenta de eso y no querrás que lo sepan -saco un leve pero extenso suspiro del chico. Se le quedaba viendo esperando una respuesta.
 
 
-No tienes que preocuparte por mí, lo hecho hecho está -dijo sin emoción.
 
 
-Por dios ¡Iceen! ¡No puedes seguir con esto, te estás causando un gran daño y lo sabes bien! -grito enojado por las palabras de Iceen quien le devolvió la mirada.
 
 
-No quiero dejar de hacerlo, tengo que ayudar a las personas ¿¡Tú vez las caras que ponen a diario cuando pierden a alguien, cuando pierden esperanzas, cuando llegan heridos a tal punto de morir por culpa de los demonios!? -estaba descargando su frustración contra el azabache.
 
 
-¿Tú crees que no? Todos los días llegan reportes y cuerpos de personas atravesadas o degolladas al cuartel y no son muchos los cuerpos que llegan casi intactos y completos, nos encargamos de informarle a las personas de las tragedias que ocurrieron fuera de la ciudad ¿Crees que me gusta darles las condolencias? ¡Oh, lo siento señor, su hijo está muerto y todo fue por culpa de unos demonios, espero que pueda superarlo como a todos los demás y por favor! ¡¡¡No se suicide!!! -grito enfureciendo al menor.
 
 
-¿¡Y qué crees que trato de hacer cuando me llaman para ir a una misión, eh!? ¡Voy y uso mis malditas habilidades para evitar! ¡Esas! ¡Malditas! ¡¡¡Tragedias!!! -rodeo su mano derecha con hielo golpeando el techo de la pequeña casa haciendole un hollo del tamaño de su mano. Su cara llena de irá se llenó a una cara de tristeza llevándose una mano hacia la cara tapando la mitad de está; ambos se quedaron callados durante unos momentos liberando la tensión del ambiente- *sollozo* No dejo de pensar -comenzo a hablar logrando captar la atención del azabache- en que yo *sollozo* podría haber hecho algo si no me hubiese ocurrido ese *gemido de tristeza* accidente -comenzo a llorar abrazándo sus piernas mientras hundía su cara en ellas.
 
 
-No digas eso, no fue tu culpa lo que ocurrió en ese viejo castillo -llevo su mano izquierda a la espalda del menor dándole unas palmadas suaves tratando de calmarlo tan siquiera un poco de todos sus tormentos- Sé que lo repito mucho, pero si no dejas de usar tu magia vas a terminar muerto o peor, bajo el control de ese demonio dentro de ti y no sabrás lo que puede llegar a hacer -sollozos, es lo único que escuchaba por parte del menor, lo miraba con pesar y tristeza- yo soy el único que sabe lo que tú... sus poderes pueden llegar a hacerte, estuve contigo tanto tiempo y yo mismo pude ver las grandes habilidades que portabas para poder cazar a esos demonios y… eliminarlos sin esfuerzo alguno, pero también el gran daño mental y psicológico que eso te causaba.
 
 
-Pero -se limpiaba las lágrimas de la cara- lo vale, ¿No?
 
 
-¡Deja de decir eso! -su grito exaltó al menor- para ti sonará egoísta que nosotros digamos que queremos que también estés a salvo, porque todos sabemos lo que piensas, ya lo has dejado varias veces en claro pero por favor -tomo las dos manos del chico con las suyas dejando las manos agenas atrapadas dentro de sus manos- también tienes gente que se preocupa por ti… tú también mereces vivir, incluso más que nosotros -sus palabras hacían el que mago de hielo se relajara, que se sintiera tranquilo como si todo estuviera bien.
 
 
El menor abrazo al mayor siendo su abrazo correspondido, miró directamente al sol observando que faltaban pocos minutos para que el Sol se ocultará- creo que ya tienes que irte, el Sol ya se está yendo, tenemos que regresar a nuestros hogares -el mayor se separó del abrazo y se levantó extendiéndole una mano al menor ayudándolo a levantarse.
 
 
-Prometeme que de aquí te vas a ir a descansar, luces agotado, demasiado -y era verdad, se veía tan mal después de tanto daño causado a su cuerpo a causa de las lágrimas, las pocas horas que dormía y lo poco que descansaba.
 
 
-Lo prometo -sonrio levemente, seguro de lo que prometía, ya estaba cansado como para hacer algo más- sé que no estoy en condiciones de pedirte algo pero podrías no decirle a mis hermanos sobre esto -el mayor levantó una ceja- no quiero que se enteren de mi estado, lo último que quiero es que vengan a reprocharme por excederme con la magia -el mayor lo miro unos momentos y luego suspiro sin nada que pudiera hacer, no podía decirle que no a ese chico, y menos en su estado.
 
 
-Esta bien, pero si te volveré a sobrexigir no prometo nada -el menor de alivio por eso, estaba libre de una condena gracias a él- bueno, es hora de irme ¿No necesitas ayuda para llegar al departamento? -dijo sin olvidar las condiciones del chico el cual negó con la misma sonrisa que tenía.
 
 
-No, estoy bien, pero gracias - el azabache asintió y de un salto callo al suelo comenzando a caminar por un lado hacia la ciudad- oye -el azabache se detuvo para verlo con una mirada seria- cuida bien a Naomi por favor -el mayor sonrió y asintió volviendo a caminar directo a la ciudad mientras el ojos medianoche bajaba por las escaleras que tenía la casa del árbol.
 
 
 
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Abrió la puerta del departamento sin ganas, estaba cansado y ya eran las ocho de la noche, cerró la puerta con llave recargando su peso en la puerta, empezó a quejarse con sonidos leves de dolor mientras se encaminaba a su cama.
 
 
-Pense que tú ibas a llegar primero a la habitación pero veo que me equivoque -dijo una persona acostada en una de las dos camas que había en la habitación, el menor no le contesto sino hasta después de aventarse a la cama quedando boca abajo.
 
 
-Me tope con mi cuñado desde que salí del gremio -dijo sin ganas.
 
 
-¿Quién? ¿Con Kenjiro? -dijo llevando sus brazos atrás de si cabeza, el chico volteo a ver a su compañero levemente con una cara de fastidio.
 
 
-¿Tengo más cuñados a parte de él? -dijo fastidiado a lo que su compañero río un poco por la expresión del menor- necesito dormir -dijo volviendo a enterrar su cara en la almohada.
 
 
-Venga, hombre, que solo bromeaba -su mirada se posaba en el techo con una sonrisa- ¿Y cómo te fue?
 
 
-Igual que siempre.
 
 
-Dejame adivinar, primero estaba de amistoso, luego te regaño y finalmente te apoyo -cerro los ojos.
 
 
-Si, como siempre -se acomodo en la cama quedando de lado viendo apenas a su compañero pues ya tenía la vista borrosa, cerró los ojos.
 
 
-Nunca me has contado la historia de cómo se conocieron, ni mucho menos de como se volvieron tan unidos -el chico lanzó un leve quejido, se encontraba cansado y su compañero me lanzaba preguntas.
 
 
-Solo *bostezo* déjame dormir.
 

Notas finales:

¿Qué? ¿Creían que se iban a librar de mí solo por lo que dije allá arriba? Pues no pequeñas almas corrompidas.

 

Lo siento, es que me siento solo y pues escribir me hace sentirme fuera de la soledad :/ necesito una montón de amigos con los que hablar las 16 horas del día de cada persona, más horas o menos ^w^ pero creo que estoy muy bien así, así que... bueno, chao, cualquier queja o sugerencia serán bien tomadas y leídas.


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