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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 23:

Gratitud

 

Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra.

(Rabindranath Tagore)

 

 

 

Tras acabar de vestirse y sintiendo como con cada maldito minuto que pasaba se ponía más y más nervioso, Levi se observó por última vez en el espejo del armario y suspiró resignado con el resultado. A pesar de que Eren le había dicho que la cena de esa noche sería muy informal, aun así él prefirió esforzarse un poco más que de costumbre, eligiendo un par de pantalones de pana negros en vez de vaqueros y un suéter gris de cuello vuelto para complementar.

Ciertamente, se dijo, el tener que conocer a la madre del mocoso parecía un reto de lo más complicado.

Cogiendo el móvil de la mesilla de noche, escribió un mensaje a Eren para preguntarle a qué hora pasaba a recogerlo y se dispuso a poner el cuarto en orden, intentando de ese modo aplacar parte de su ansiedad; sin embargo, no había ni siquiera comenzado a recoger la ropa sucia para llevarla a al cuarto de lavandería cuando recibió una llamada de este como respuesta, por lo que se apresuró a contestar.

—¡Levi, estoy muy nervioso! —exclamó Eren a modo de saludo nada más oírlo; cada una de sus palabras cargadas de una tensión que pocas veces dejaba transmitir—. ¿Crees que sea demasiado tarde para cancelar? Tal vez si le digo a mamá que has enfermado…

—Tch, enfermado y una mierda. No tientes al karma conmigo, mocoso. ¿Qué ocurriría si me enfermo de verdad? ¿Vas a hacerte responsable? —protestó él y se dejó caer sentado a los pies de la cama. Durante unos segundos masajeó la rasurada zona de su nuca intentando aliviar la tensión acumulada, pero aun así no obtuvo ningún resultado—. Es tu madre, Eren. De seguro sabes mejor que yo como se tomaría una cancelación de última hora.

—Me mataría —respondió el otro sin dudar siquiera—. Se pondría en verdad furiosa conmigo. Muchísimo. Luego se entristecería y eso me haría sentir fatal.

Sin necesidad de tener que estar viéndolo directamente, Levi pudo imaginar a la perfección toda la amalgama de emociones que de seguro estarían dibujadas en el rostro del mocoso en ese momento. Miedo mezclado con ansiedad, así como también culpa con anticipación; sentimientos complejos con los que él mismo había tenido que convivir durante los días anteriores mientras más se acercaba la fecha acordada para su cita en casa de los Jaeger.

—Es la primera vez que llevaré a alguien a casa para que ella lo conozca —murmuró Eren por lo bajo, tanto que si Levi no hubiese estado atento a sus palabras, seguramente lo habría pasado por alto.

La forma en que el chico dijo aquello, mitad vergüenza, mitad anhelo, hizo que algo dentro de él pareciera quebrarse; probablemente porque en el fondo lo comprendía ya que se sentía igual de inseguro.

—Bueno… también es mi primera vez conociendo formalmente a la familia de mi pareja —admitió de mala gana—, por lo que supongo que eso nos deja en igualdad de condiciones, mocoso. Si la cagamos, la cagamos juntos.

El silencio de Eren fue roto de forma repentina por una queda risilla que rápidamente se convirtió en una abierta carcajada que pareció iluminarlo todo y desterrar parte de sus miedos, como si fuese magia.

Sonriendo también al oírlo, Levi se tumbó de espaldas en la cama, importándole una mierda estar arrugando la blanca colcha que acababa de estirar con tanto esmero y, simplemente, concentrándose en el brillante sonido de aquella risa mientras contemplaba las plateadas y serpenteantes figuras que decoraban el techo de la estancia como si fuesen el firmamento.

—Joder, quiero verte —confesó; las palabras saliendo de sus labios antes de que su cerebro pudiese procesarlas siquiera. Aun así, no se arrepintió de ellas.

La sorprendida exclamación de asombro del chico, fue seguida de inmediato por un leve suspiro que apenas y fue audible desde el otro lado de la línea.

—Entonces, supongo que eso nos deja nuevamente en igualdad de condiciones —respondió Eren con suave sinceridad, devolviéndole así su comentario anterior.

En esa oportunidad fue el turno de Levi de echarse a reír, sintiéndose por primera vez relajado en lo que iba de ese día.

—Entonces, no tendrás que esperar mucho, mocoso. Dentro de una hora pasaré por ti. —El inconfundible sonido de un cuerpo estrellándose contra el suelo, así como la repentina sarta de imprecaciones que soltó el chico, lo hicieron sospechar de inmediato de que este acababa de caerse de una silla. Frunciendo el ceño, Levi le preguntó receloso—: Oi, Eren, ¿es que aún no te has alistado?

—Estaba trabajando y no me percaté de que había transcurrido tan rápido la hora. Tengo que entregar este trabajo para el lunes —se excusó de inmediato con tono combativo, pero un nuevo quejido, acompañado de una maldición, rompió todo el efecto de indignación que de seguro este quería dar—. Además, todavía es temprano para nuestra cita con mamá. ¡Apenas y son las cinco! No nos espera hasta las siete como muy pronto.

Él chasqueó la lengua en señal de desaprobación.

—Una hora, mocoso. Pasaré por ti en una jodida hora. Si no estás listo, te llevaré a casa de tu madre a base de patadas en el culo.

Tal y como suponía que ocurriría tras soltar su amenaza, las protestas de Eren no se hicieron esperar, como tampoco las promesas hechas a la ligera y un sinfín de disculpas.

Conociéndolo como ya lo hacía, Levi tuvo plena certeza de que una hora no le sería del todo suficiente para estar listo, por lo que cambiando su plan original de contar con su ayuda para que lo ayudase a elegir un presente que llevarle a Carla, acabó pidiéndole ideas.

—Ni se te ocurra llevarle algo de comer —le advirtió de inmediato su novio cuando él sugirió comprar algo para el postre en la cafetería de Hannes—. Si lo haces, mamá se lo tomará como una afrenta personal hacia sus habilidades en la cocina y ambos lo pasaremos muy mal. Piensa mejor en otra cosa.

—Entonces, ¿qué, mocoso? Es tu madre, joder. ¡Se supone que la conoces!

—Sí, es mi madre, pero te aseguro que ni veinte años me han bastado para comprenderla —señaló Eren con auténtico pesar—. ¿Qué tal flores? —sugirió de repente, mucho más animado.

—¿Le gustan?

—Supongo. Es amiga de Frieda.

Levi rodó los ojos con exasperación.

—Tch, ¿qué jodido razonamiento es ese? Yo soy amigo de Hange y apenas puedo con toda su mierda —masculló irritado—. Preguntaré de nuevo: ¿le gustan?

—Sí —afirmó el mocoso en esa ocasión, pero su tono fue tan inseguro como antes, por lo que él, suspirando, simplemente cerró los ojos y se resignó.

—Bien, flores entonces. ¿De qué tipo?

—Eh… ¿lirios? —contestó Eren con igual tono de duda—. Si vas a la floristería de las Reiss, de seguro Frieda podrá ayudarte.

—Entendido, iré donde Frieda —respondió con cansancio y se pellizcó el puente de la nariz. No tenía sentido seguir alargando la tortura de ambos—. Y ya lo sabes, mocoso, estaré allí en una hora para recogerte, así que date prisa.

—Lo sé, lo sé. No te haré esperar, Levi. Descuida.

—Más te vale. Nos vemos en un rato —dijo él, dando por finalizada la conversación; sin embargo, antes de que cortase la llamada, la voz de Eren llamándolo desde el otro lado de la línea lo detuvo—. ¿Qué ocurre?

—Nada, simplemente… quería decirte que te amo. Y gracias por hacer esto, Levi.

Antes de que pudiese reponerse de la sorpresa que aquellas inesperadas palabras le produjeron, antes de que pudiese decir siquiera nada, oyó el tono vacío del final de la llamada y maldijo al mocoso por hacer siempre las cosas a su manera.

Aun así, él permaneció tumbado en la cama durante unos cuantos minutos más, pensando en todo lo que había cambiado, ganado y perdido desde su regreso a Shiganshina. Como su vida, oscura y triste, cargada de infinita culpa, había acabado tomando un rumbo tan extraño e inesperado.

Conocer a Eren, amar a Eren, se dijo, era casi como estar constantemente de pie al borde de aquellos acantilados que tanto lo fascinaban; maravillándose con asombro por todo lo que podía vislumbrar a la distancia, pero aun así temiendo, casi con un respeto reverencial, lo que aguardaba en el fondo.

Si una caída desde aquel sitio sería sin duda alguna mortal, Levi estaba seguro de que superar a Eren, si las cosas entre ellos no llegaban a resultar, no sería muy diferente. Tenía al chico metido bajo la piel, en los huesos, y eso lo aterraba hasta lo imposible; pero todavía así, y a pesar de haber sido un completo cobarde durante gran parte de su vida, sabía que lo seguiría eligiendo una y otra vez a pesar de los riesgos.

Si amar a Eren era como lanzarse a una caída libre con los ojos cerrados, lo haría sin dudarlo un segundo.

 

——o——

 

A pesar de haber pasado en bastantes ocasiones por fuera de la floristería de las Reiss, generalmente cuando iba rumbo al gimnasio para sus clases con Annie, entrar a esta resultó una experiencia completamente distinta para Levi.

Aunque la floristería Belle Époque no era un establecimiento grande y espacioso como otros en los que él había estado, sobre todo comparado con algunos de Stohess y Mitras, la forma en que todo allí se encontraba distribuido, otorgaba al lugar de una sensación de amplia y acogedora libertad, casi como estar sumergido en un precioso jardín.

Las paredes pintadas de claro beige y adornadas con pájaros al vuelo, presentaban un perfecto lienzo para el verde profundo y los vibrantes colores de las flores que allí predominaban descansando sobre los blancos anaqueles. A pesar de que Levi jamás en su vida había sido alguien demasiado dado a las flores, no pudo dejar de contemplar asombrado todo lo que lo rodeaba, sintiéndose un poco abrumado al verse rodeado de aquel sinfín de plantas coloridas que parecían surgir por doquier. Estas le gustaban, por supuesto, pero solo lo justo para admirarlas de tanto en tanto y creer que eran bonitas; no obstante, nunca en su vida había entrado a una floristería de manera voluntaria para comprar algo que no fuese una ofrenda para sus difuntos.

Mierda, aquel día parecía estarse llenando de primeras veces.

El leve repiqueteo de las campanillas anunciando su llegada, hizo salir de inmediato a Frieda de una puerta que él supuso llevaría a la bodega, sobre todo porque esta apareció cargada con un par de cajas llenas a rebosar de flores.

Al verlo, su bonito rostro se iluminó, regalándole de inmediato una amplia sonrisa que la hizo parecerse de manera alarmante a su hermana pequeña.

—¡Levi, que alegría verte por aquí! —le dijo esta mientras él se apresuraba a quitarle de los brazos las cajas que cargaba para ayudarla, dejándolas posteriormente sobre el mostrador—. Gracias, eres muy amable.

Él asintió con un gesto seco y miró una vez más a su alrededor.

—¿No está tu hermana hoy contigo? —inquirió, temeroso de que aquella menuda chica rubia fuese a abordarlo nuevamente debido a su relación con Eren.

Frieda negó riendo por lo bajo, haciendo que la baja y larga coleta negra que llevaba ese día rebotase una y otra vez contra la espalda de su ajustado suéter azul oscuro, casi idéntico al color de sus vaqueros.

—Historia e Ymir han ido a visitar a los padres de esta a Trost. Enero suele ser una época de poco trabajo, por lo que no me importa ocuparme sola de la tienda durante unos cuantos días. —Acercándose al mostrador, ella extrajo una pequeña tijera de podar del bolsillo de su delantal rosa y comenzó a abrir las cajas con cuidado para sacar las coloridas flores que se hallaban dentro de estas—. ¿Y qué te trae por aquí? ¿Has venido a hacerme una visita o quieres comprar algo? —inquirió en tono juguetón.

—Comprar —admitió él, notando como la vergüenza le arrebolaba el rostro a pesar de no estar haciendo nada malo.

Al oírlo, los celestes ojos de Frieda buscaron los suyos.

—¿Para Eren? —preguntó; sin embargo, nada más decir aquello, ella misma negó, corrigiéndose—: Para Carla.

Por un instante, Levi no pudo más que sentirse profundamente sorprendido por lo astuta que esa mujer era y lo acertado de sus suposiciones. Se preguntó si aquella habilidad la habría adquirido debido al trabajo que realizaba o tan solo sería algo inherente de la propia Frieda.

—Sí, para Carla. ¿Cómo lo has sabido?

Ella se encogió de hombros.

—Solo he atado un par de cabos. Ayer Carla vino a comprar algunas flores para decorar la casa y me contó que hoy irías a cenar junto a Eren —le explicó—, por lo que supuse que si estás buscando un obsequio de este tipo, entonces debía ser para ella. ¿Tienes algo especial en mente?

Él negó.

—Eren me aconsejó que pidiese tu ayuda. Él tampoco estaba demasiado seguro sobre que podría gustarle.

La clara carcajada de Frieda resonó dentro de la tienda y a Levi le pareció que aquello encajaba perfecto en aquel sitio, como si todo allí fuese una parte de Frieda y ella misma se reflejase en todo lo que la rodeaba.

¿Le ocurriría a él lo mismo si lograba poner sus planes en marcha?, se preguntó. Si instalaba su tienda, ¿sería un reflejo de sí mismo y su personalidad de mierda? Joder, eso daba un poco de miedo.

—¡Dios, ese muchacho siempre tiene la cabeza perdida en su propio mundo! —refunfuñó esta, sin embargo no había ni una pizca de enfado real en sus palabras—. Pero no te preocupes, Levi; déjamelo a mí. Tendrás el obsequio perfecto para impresionar a la madre de tu chico. ¿Prefieres un ramo o un arreglo?

—Lo que consideres más conveniente —se apresuró a decir, sintiéndose totalmente inseguro.

—Un arreglo entonces. —Nada más asegurarle aquello, Frieda se dirigió hacía el estante que tenía grandes tiestos con flores apiladas y comenzó a elegir unas cuantas de aquí y allá. Cuando pareció satisfecha con su elección, volvió hacia el mostrador para dejarlas allí sobre papel absorbente, rebuscando a continuación entre los diferentes floreros y pequeñas macetas que tenía para la venta hasta hallar uno de color blanco, cuya forma labrada y redondeada al parecer le resultó adecuada para lo que pensaba hacer.

—Eren dijo que probablemente a su madre le gustarían los lirios —señaló al recordar aquel detalle—. Aunque, una vez más, no estaba del todo seguro.

Frieda volvió a sonreír.

—Sí, lirios del valle —respondió, tomando una ramilla cuyas acampanilladas flores blancas se mecieron suavemente al enseñárselas—. Tenía razón en ello.

Con admiración, Levi contempló como las pálidas manos de la mayor de las Reiss trabajaban con elegante eficacia mientras daban forma al arreglo, cortando y recolocando con gracia aquellas flores que había seleccionado y el verde follaje entre ellas. De cierto modo, el verla trabajar le recordó a Eren con su cámara entre las manos, dando forma a lo intangible y creando inconscientemente magia a su paso.

Durante los últimos minutos, Frieda le había estado explicando un poco sobre su trabajo en la floristería, los pros y los contras de este y el qué la impulsó finalmente a arriesgarse para tomar esa decisión. Levi la oyó con total atención, deseoso de hacer mil preguntas pero sintiéndose al mismo tiempo demasiado inseguro para dar el paso. Aquella mujer le agradaba y no podía negar que desde el primer momento en que se conocieron esta siempre se había mostrado amable con él; sin embargo, aún no se sentía con la confianza suficiente para hablar de todo sin más.

—He de suponer que ese profundo ceño que tienes ahora mismo, se debe a que algo te preocupa y no a que mi trabajo te disguste, ¿verdad, Levi? Porque, y aunque sea yo misma quien lo diga, este arreglo está quedando precioso —dijo Frieda repentinamente, admirando con ojos brillantes su trabajo casi acabado.

—Tch, claro que no hay queja alguna. ¿Cómo podría? —se apresuró a responder él, sintiéndose un poco culpable.

—Entonces, es porque algo te preocupa —insistió esta, poniendo unos cuantos lirios más entre aquel verde follaje y observando con ojo crítico el resultado—. ¿Puedo ayudarte a resolverlo?

Tras un momento de duda, en los que sopesó todos los inconvenientes que podría traer consigo el explicarle sus planes a Frieda, Levi, inspirando profundo para darse algo de valor, al fin se decidió a hablar:

—Estoy pensando en abrir una tienda de tés e infusiones en Shiganshina.

La sorpresa reflejada en el rostro de la joven al oírlo fue evidente. Esta levantó la cabeza de golpe, mirándolo con sus enormes ojos azules muy abiertos. Durante unos cuantos segundos, Frieda pareció por completo confundida, sin saber que decir; no obstante, las palabras que salieron un poco después de sus labios, como siempre, estuvieron cargadas de completa amabilidad.

—Eso está bien. Eso está muy bien, Levi —le dijo ella con una cálida y enorme sonrisa—. ¿Has pensado ya en algún sitio donde establecerte? ¿Has mirado algo?

Él negó.

—De momento solo es una idea bastante vaga. Lo hablé con Eren hace unos días y le pareció bien; sin embargo, todavía debo solucionar algunos asuntos que tengo pendientes en Stohess antes de mudarme aquí definitivamente.

Frieda pareció satisfecha con su respuesta.

—Comprendo. Aun así, hace poco han quedado dos locales libres en este sector. Uno está tres puestos más abajo, cruzando la calle. Anteriormente fue una librería, pero la dueña se mudó recientemente con su hija a Mitras para ayudarla con el cuidado de sus nietos, así que lo ha puesto en venta. El otro local está emplazado al final del paseo comercial y era una sastrería, sin embargo su dueño murió hace un par de meses y nadie se ha hecho cargo del negocio. Si estás interesado, Levi, podría ayudarte a contactar con los responsables de estos para que puedas echarles un vistazo.

A pesar de saber que las intenciones de Frieda eran por completo buenas y desinteresadas, aunque él mismo estaba decidido a sacar aquel proyecto adelante como fuese, por un momento Levi tuvo miedo. Si aceptaba lo que esta le ofrecía, sus ideas se estarían convirtiendo en algo real y tangible, y eso acojonaba un montón; aun así, una chispita de ilusión teñida de atrevimiento prendió en él. Las ganas de arriesgarse y dar el siguiente paso para convertir sus «posibilidades» en algo seguro.

—Me parece bien.

La sonrisa que Frieda le dedicó en esa oportunidad al oír su respuesta, no fue tan alegre ni brillante como las anteriores, pero estaba cargada de entendimiento y comprensión, como si esta supiera de la lucha interna y las inseguridades a las que Levi se enfrentaba en aquel momento, porque lo más seguro fuese que también hubiera pasado por aquello.

Atando un satinado lazo de pálido verde en torno al florero, ella le dijo:

—Los domingos no suelo trabajar, por lo que, si no tienes planes con Eren para este, podemos quedar para tomar un café y hablar sobre lo que significa llevar un negocio propio. Lo que necesitarás para ello, con quien debes hablar para ponerlo en marcha o sobre lo que desees, Levi. Cualquiera de tus dudas. —Frieda suspiró de forma dramática; sus ojos celestes llenos de pesarosa diversión—. Tener una tienda no es algo fácil, te lo aseguro, pero la mayoría de las veces compensa y vale la pena. Aun así, siempre viene bien algo de ayuda.

Sintiéndose profundamente conmovido y algo cohibido, él agradeció a esta su amabilidad, pero Frieda de inmediato le restó importancia al asunto, asegurándole que era lo menos que podía hacer.

Una vez hubo acabado con el arreglo floral, ella lo tendió en su dirección para que lo admirara más de cerca. Al verlo al detalle, notando todo el cuidado y dedicación que la joven había puesto en este, Levi no pudo más que alabar con sinceridad su gran trabajo.

Tras pagar por el arreglo y agradecerle a esta una vez más por su trabajo, observó el conjunto de flores que tenía entre las manos y notó como los nervios una vez más comenzaban a hacer presa de él ante la perspectiva de lo que le esperaba.

—Tranquilo, todo resultará bien con Carla; ya lo verás —le aseguró Frieda con plena confianza—. Además, llevas una clara y sincera declaración de intenciones en tus manos, Levi. Ella sin duda lo entenderá —añadió, guiñándole uno de sus azules ojos y sonriendo misteriosamente.

Confundido, él volvió a observar el arreglo que sostenía, sintiendo nacer cierta sospecha. Levantando su gris mirada para clavarla en la mayor de las Reiss que lo observaba muy atenta, Levi le preguntó:

—Esto, lo que has hecho, ¿tiene algún significado especial?

Sonriendo aún más, Frieda comenzó a enumerar las diferentes flores que componían el inusual arreglo:

—Lirios del valle, camelias y pensamientos blancos; cincoenrama, dalias malva y heliotropos. Unas cuantas violetas dobles y mirto para acabar. —Los delgados dedos de esta acariciaron delicadamente los pétalos de una camelia y ladeó un poco la cabeza para mirarlo con algo cercano a la diversión—. Es un agradecimiento por lo que han dejado en tus manos, y también una promesa de que cuidarás a quien ella ama. Conozco a Carla, y sé con certeza que jamás podrías ofrecerle un mejor regalo.

Una vez estuvo de regreso en el coche, Levi contempló nuevamente aquel conjunto de flores simples y sencillas que en blancos, lilas, verdes y amarillo parecía significar tanto.

Un agradecimiento y una promesa, ¿eh?

Mientras enfilaba rumbo al complejo de departamentos donde Eren vivía, se dijo que no podía estar más de acuerdo con ello.

 

——o——

 

—Es aquí, Levi. Ya hemos llegado —murmuró Eren, con apenas un hilillo de voz, en cuanto llegaron a una de las tantas casas de rojizos tejados a dos aguas y pálidos adoquines amarillos que estaban emplazadas en aquel tranquilo sector de la ciudad.

Durante unos minutos los ojos del chico permanecieron clavados en sus dedos que jugueteaban con uno de los rasgados de sus vaqueros negros, sumido en un completo silencio cargado de tensión; no obstante, cuando este volvió el rostro para mirarlo, una mezcla de terror y vergüenza se reflejó en su mirada verdeazulada, diciéndole sin palabra alguna que deseaba huir de allí.

—Oi, ni se te ocurra, ¿me oyes, mocoso? Ya estamos aquí, así que lo enfrentamos y punto —le dijo él con firmeza, frenando de aquel modo cualquier intento de huía o posible ataque de histeria. Buena parte de su vida había tenido que lidiar con situaciones así de jodidas cuando estaba en el ejército y los malditos críos a los que enseñaba entraban en pánico, y aunque ahora el problema a abordar ahora fuese totalmente diferente, no dejaba de ser una completa mierda. Al ver que Eren se desabrochaba el cinturón de seguridad para volverse a rebuscar entre las cosas que tenían en el asiento trasero del coche, le preguntó con obligada calma—: ¿Y ahora que buscas?

—Mi cámara —le respondió este como si fuese lo más obvio del mundo, y quizá, pensó Levi, para el chico sí lo fuera debido a su ansiedad—. No es que vaya a fotografiar algo, pero…

Las palabras de Eren murieron en cuanto él, perdiendo un poco la paciencia, lo sujetó sin muchos miramientos de la solapa del abrigo negro que llevaba sobre el suéter verde oscuro y lo jaló en su dirección, besándolo duramente en los labios.

De inmediato la expresión de desconcertado pánico del mocoso dio paso a una de sorpresa que se tornó en vergüenza, arrebolando sus morenas mejillas y dejándolo boquiabierto.

—¡Levi, mi madre podría vernos!

—¿Y qué? Dudo mucho que no sepa cómo van estas cosas. Tiene dos hijos, ¿no?

Eren lo miró horrorizado y le cubrió la boca con una mano antes de regañarlo:

—¡Oh, por Dios! ¡No quiero seguirte oyendo! Eso que has dicho es perturbador —le dijo, compungido; sin embargo cuando volvió a mirarlo, su ceño estaba fruncido y sus ojos tenían el tono verde oscuro del profundo bosque, lo que auguraba desastres—. ¿Cómo se supone que salude a mi madre después de esto?

—Como lo haces siempre, supongo —respondió él tras apartar con suavidad la mano que estaba contra su boca—. Joder, pero que mojigato te pones a veces, mocoso —lo reprendió en broma, tirando de un mechón de cabello que, como siempre, había escapado de la coleta que este llevaba—. Venga, deja de pensar en tonterías y pongámonos en marcha. Mientras más demoremos en superar esto, más miedo te dará —señaló con total seguridad—. Además, es tu madre, Eren. Todo esto debería ser mucho más fácil para ti que para mí. Yo ni siquiera la conozco.

—Es justamente porque se trata de mi madre que estoy tan nervioso. Demonios, esto es lo peor —se quejó su novio, cubriendo su rostro con las manos durante un instante y respirando profundo para intentar tranquilizarse—. Ella nos va a someter a un tercer grado.

Aunque la situación tampoco estaba resultando del todo divertida para él, de todos modos Levi no pudo evitar sonreír al percibir lo dramático que el otro sonaba. De inmediato buscó una de sus manos para entrelazarla con la suya, dándole un ligero apretón para reconfortarlo; algo que pareció funcionar a la perfección, porque cuando las miradas de ambos volvieron a encontrarse, el sordo terror que minutos atrás inundaba los ojos del chico había desaparecido, siendo remplazado por su calidez habitual.

—Entonces responderemos, Jaeger. Así es como se enfrentan las cosas. —Dio un último apretón a la mano de este antes de soltarla y le dijo con determinación—. Ya mocoso, saca tu culo de mi coche. No planeo quedarme toda la tarde aquí como un imbécil.

De mala gana Eren obedeció, saliendo del vehículo y desperezándose como un desgarbado y larguirucho gato una vez estuvo fuera.

Al ser ya mediados de enero, el invierno húmedo de Shiganshina los estaba golpeando con fuerza, por lo que una vez salió del coche y de la protección que este ofrecía, Levi se estremeció un poco al notar el gélido aire azotándole la piel expuesta. Era una suerte que hubiese optado por coger también su bufanda negra para complementar con su abrigo antes de salir de casa, pensó mientras enterraba la mitad del rostro en esta. Joder, como detestaba el invierno en aquella ciudad.

Mientras Eren sacaba del coche las pertenencias de ambos para pasárselas, Levi se permitió contemplar con mayor detenimiento la casa de los padres de este.

A primera vista, el hogar de los Jaeger ciertamente no era una vivienda demasiado llamativa como otras que había en la ciudad, pero lucía acogedora y bien cuidada. En ella todo eran colores amables y suaves, con sus blancas cortinas de volantes decorando los amplios ventanales y el bonito jardín que la circundaba bellamente cuidado a pesar de ser pleno invierno, con las camelias blancas y rosas dando un toque de alegría en contraste con el oscuro follaje de los setos que bordeaban la propiedad.

Cuando era más joven y su madre aún vivía, Levi siempre se había preguntado que se sentiría el vivir en un sitio así, donde las inclemencias del clima no fuesen un problema constante, como tampoco la seguridad o la falta de comida. Una vez esta murió y él estuvo fuera de Shiganshina con Kenny, su vida se convirtió en un tipo de rutina muy diferente, donde ese tipo de cosas simples y sencillas tan solo dejaron de importar. Eren, por otro lado, había contado siempre con aquello, un hogar seguro y una familia bien constituida; pero, a pesar de ello, este de todos modos acabó por abandonarlo todo, y en aquel momento, de pie frente al hogar de su infancia, lucía como un completo extraño a pesar de estar en un sitio al que había pertenecido buena parte de su vida.

—Aunque mi madre suele ser un poco entrometida a veces, no es una mala persona, Levi —le dijo el mocoso al tiempo que le entregaba con cuidado el arreglo floral—. De todos modos, si llegase a ponerse demasiado pesada, te prometo que intentaré distraerla.

—¡¿Se puede saber qué tipo de presentación es esa, Eren Jaeger?! ¡Debería darte vergüenza! ¡Yo no te eduqué así!

Nada más oír aquella voz proviniendo desde sus espaldas, los verdes ojos del chico se abrieron enormes y aterrados. Cuando la mirada de Levi buscó a la dueña de esta, no pudo más que soltar un ahogado jadeo de asombro a causa de la sorpresa.

Ataviada con un sencillo y bonito vestido rosa claro hasta las rodillas, Carla Jaeger los observaba de pie bajo el umbral de la puerta. Esta era delgada y solo un poco más alta que él, apenas pasando de los cuarenta años como mucho, pero lo que en verdad dejó a Levi descolocado, fue el notable parecido que aquella mujer tenía con su hijo. A pesar de que la complexión de Eren, así como su cabello castaño, eran una clara herencia de su padre, todo el resto parecía ser un calco de su progenitora, desde la forma del rostro y los grandes ojos, hasta el color de piel y la manera en que sus dramáticas cejas oscuras se fruncían con disconformidad. Descontando el cálido color ámbar que teñía la mirada de esta en vez del verdeazulado al que estaba tan acostumbrado, él podría haber jurado que estaba contemplando la versión femenina de su novio.

—Te dije que me parecía a mi madre, ¿no? —le recordó el chico sonriendo veladamente al pasar a su lado, adivinando el motivo de su asombro. Cuando Eren llegó a donde esta se encontraba, se inclinó lo suficiente para envolverla en sus brazos y besar su mejilla—. Hola, mamá.

Tras separarse de su hijo, Carla lo observó con el ceño ligeramente fruncido en señal de enfado, aunque aquella emoción no alcanzaba en absoluto sus dorados ojos. Sin reparo alguno, ella pellizcó la mejilla izquierda de su hijo y lo regañó muy seria:

—¿Cómo es eso de que hablas a mis espaldas, Eren? ¿Qué va a pensar ahora Levi de mí?

Nada más ser nombrado, él mismo sintió como los nervios, que a duras penas había logrado mantener a raya durante las últimas horas, regresaban con todas sus fuerzas. En aquella ocasión la madre de Eren lo miró directamente, sin usar a este como un escudo, y, de manera un tanto sorpresiva, Levi descubrió que ambos estaban el igualdad de condiciones. Ella también se sentía nerviosa de aquel encuentro.

—¿La verdad? —respondió el chico bromeando, logrando que la mirada de su madre volviese a recaer sobre él con renovado enfado—. Ya, mamá, lo siento. Me disculpo. —Eren sonrió de aquel modo manipulador con el que lo conseguía todo, y, tomando la mano de su progenitora, la guio hacia donde él se hallaba para hacer las presentaciones—: Levi, esta encantadora mujer que ves aquí, es mi madre, Carla Jaeger —dijo con cierta sorna velada que de inmediato logró que los ojos de esta relampaguearan en señal de amenaza si no se comportaba como era debido; pero, ya fuese por valentía o costumbre, el mocoso no se amedrentó en absoluto y continuó como si nada—. Mamá, él es Levi Ackerman, mi… novio.

Aunque fue evidente que la declaración de Eren resultó una total sorpresa para ella, ya que este no había querido confesarle todavía sobre el cambio de estatus de su relación, Carla se repuso de inmediato y lo disimuló muy bien. Con una enorme sonrisa que iluminó su bonito rostro, ella se acercó lo suficiente a él para poder envolverlo en un cálido abrazo que, a pesar de resultar un poco incómodo debido al arreglo floral que quedó aprisionado en medio de ambos, fue extrañamente reconfortante.

—Me alegra el poder conocerte finalmente, Levi. Eren me ha hablado mucho de ti. —Retrocediendo un par de pasos para volver a poner distancia entre los dos, Carla, tan nerviosa y aliviada como él mismo, suspiró profundamente antes de decirle—: Bienvenido.

—Yo… igualmente. Gracias por la invitación, señora Jaeger —respondió todavía un poco confundido por aquella bienvenida. Al notar la alentadora mirada de Eren sobre él, Levi recuperó un poco la compostura y se apresuró a entregarle a esta el arreglo floral—. Para usted.

—¡Por favor, puedes llamarme simplemente Carla! No es necesaria tanta formalidad, Levi. —Ella rio contenta y aceptó el presente con una suave inclinación de cabeza que hizo balancear su larga cabellera negra que llevaba sujeta en una coleta floja sobre su hombro. Durante unos cuantos segundos, esta contempló el arreglo con silenciosa atención; sin embargo, al levantar el rostro para volver a mirarle, algo en su expresión parecía haber cambiado, llenándola de una compleja emoción que desconcertó a Eren y a él le hizo comprender que Frieda había tenido razón—. Muchas gracias —le dijo con profunda sinceridad—. Es realmente hermoso.

Tras una nueva mirada de muda comprensión por parte de ambos, Carla los instó a que entraran a la casa mientras hablaba de lo contenta que estaba por aquella reunión y de lo muy ingrato que era Eren por visitarla tan poco desde que se había independizado.

Mientras era arrastrado por madre e hijo rumbo a la sala, Levi aprovechó la oportunidad para recorrer con la mirada el interior de la vivienda, preguntándose si esta habría cambiado mucho desde que el mocoso ya no vivía allí. El interior del lugar era bastante acogedor, con sus cuidados muebles de madera lustrada y los tapizados de colores cálidos que cubrían el sofá y las butacas que se hallaban junto a la chimenea encendida. Al notar que todo a su alrededor estaba muy limpio y sin rastro alguno de polvo, se sintió de inmediato aliviado, ya que era una preocupación menos y su condenado TOC no haría de las suyas. Solo una vez estuvo sentado junto a Eren en el sofá, Levi se percató de la serie de fotografías que se hallaban sobre la repisa de la chimenea. Estas mostraban a la familia Jaeger en diferentes etapas de su vida; algunas cuando tanto el mocoso como su hermana eran pequeños, pareciendo infinitamente felices, y otras que él supuso no serían de muchos años atrás, porque aunque este lucía bastante más joven, seguía guardando un gran parecido con su imagen actual.

—Ella es Mikasa, mi otra hija y la hermana pequeña de Eren. Ahora mismo se encuentra en Trost debido a su entrenamiento en la academia militar —explicó Carla al darse cuenta de hacia dónde estaba centrada su atención—. Y él es Grisha, mi esposo; aunque tengo entendido que ustedes ya se han encontrado en una ocasión.

—Por desgracia —masculló el chico con molestia por lo bajo, aunque al parecer no lo suficiente, ya que de inmediato la mirada de su madre se clavó en él a modo de mudo regaño.

—Eren —fue todo lo que Carla dijo, pero Levi vio como eso bastó para que la actitud malhumorada de este remitiera y volviera a comportarse.

Aquello, pensó, era ciertamente interesante.

—Sí, me encontré en una oportunidad con el doctor Jaeger, pero no tuvimos oportunidad de hablar —acotó, volviendo a dirigir la atención de la mujer hacia él mismo para salvar al mocoso—. Quizá la próxima vez —añadió por educación, rogando en el fondo que ese momento nunca llegase o acabaría por darle una paliza al maldito médico debido a todo el rencor que tenía acumulado.

La forma en que Eren lo observó tras oír su respuesta, con sus dramáticas cejas castañas arqueadas y los verdes ojos llenos de malicia, decía a gritos «no te creo». Si la madre del chico no hubiese estado presente, Levi probablemente le habría enseñado el dedo medio y enviado a la mierda sin reparo alguno, pero por consideración a esta se comportó lo mejor posible, tan solo conformándose con lanzarle al otro una mirada de advertencia de que ya se las pagaría más tarde.

Si Carla se percató o no de su pequeño intercambio de tontas amenazas, no dio muestra alguna de sentirse incómoda por ello; por el contrario, mientras les servía té y tarta, esta lo siguió llenando de preguntas sobre su vida en Stohess y los planes que tenía para el futuro ahora que había dejado el ejército para mudarse a Shiganshina.

A pesar de no ser alguien que se sintiera demasiado cómodo en presencia de desconocidos con facilidad, Levi rápidamente se dio cuenta de que Carla le agradaba, por lo que acabó inmerso en su plática. No estaba seguro de si había bajado tanto la guardia frente a ella debido a que era la madre del mocoso o, lo más probable, simplemente por lo mucho que se parecía a este, y no solo en apariencia. El modo de hablar y comportarse, la forma en que ambos reían y el cómo sus ojos parecían enfatizar todo lo que decían, le recordaban muchísimo a Eren, haciéndole difícil permanecer a la defensiva.

Solamente cuando el mocoso, tras su segunda taza de café y acabarse media tarta de fresa él solo, comenzó a quejarse de que moría de hambre, Carla se percató con horror de como había avanzado el tiempo.

Eren, en su papel de buen hijo, se ofreció de inmediato a ayudar a su madre en cuanto esta les dijo que ya era hora de que pasasen al comedor para servir la cena, por lo que, sin darse cuenta de cómo, Levi acabó acomodando la mesa junto a este mientras Carla daba los últimos toques a la comida.

Acababa de terminar de poner los cubiertos correspondientes en cada puesto, cuando al voltearse se encontró con el chico que le bloqueaba el paso. Chasqueando la lengua reprobatoriamente, Levi levantó el rostro para regañarlo, pero este se le adelantó, inclinándose hacia él para robarle un rápido beso.

—Oi, mocoso, ¿no eras acaso tú el que se quejaba hace un rato de que tu madre podría vernos? —le recordó, divertido.

—Tengo un momento de debilidad, así que está bien. —Inclinándose una vez más en su dirección, Eren escondió el rostro en la curva de su cuello, permitiéndose unos pocos segundos de aquella intimidad antes de depositar allí un ligero beso que él correspondió abrazándolo.

—Entonces, ¿ha sido tan terrible como esperabas? —inquirió, deseoso por saber cómo llevaba el chico aquel temido primer encuentro con su madre.

—No tanto —reconoció su novio. Un leve dejo de sonrisa se dibujó en sus labios cuando levantó nuevamente el rostro para verlo—. Además, estás aquí conmigo, Levi, así que puedo ser un poco más valiente.

A pesar de que Eren sonreía como siempre y que su tono al decirle aquello fue por completo desenfadado, algo en su verde mirada le habló de completa certeza. De un significado mucho más profundo e importante que el aquí y el ahora.

Él no era el único que había dado un paso lleno de fe hacia lo desconocido y había caído sin importarle los riesgos, se dijo Levi; y saber aquello lo hizo sentirse profundamente agradecido con el chico que estaba a su lado.

—Sí, estoy aquí, contigo —corroboró, poniendo su corazón en cada palabra, porque aquella era una promesa hecha al futuro que vendría y que ambos esperaban compartir.

 

——o——

 

Una vez acabaron de cenar y entre los tres pusieron todo nuevamente en orden, tanto en el comedor como en la cocina, Carla les pidió que fuesen nuevamente a la sala mientras ella preparaba algo de té para acompañar la conversación.

Cuando esta entró en la estancia cargada con una bandeja llena de tazas, platillos y galletas, Eren se apresuró a ponerse de pie para ayudarla, lo que su madre agradeció complacida antes de disculparse y decirles que había olvidado algo y volvería enseguida.

—Vaya, mocoso, sí que estás bien entrenado —le dijo él bromeando mientras este servía té para los tres.

—¿Y qué me dices de ti, Levi? Hoy también te has portado muy bien. Casi no te reconozco. Si mamá oyera como hablas habitualmente…

El chico se calló de inmediato en cuanto él le pegó un suave puntapié en la espinilla, pero sonrió divertido ante su provocación; no obstante, antes de que pudiese devolvérsela de algún modo, Carla regresó a la sala irradiando felicidad y cargada con unas gruesas carpetas empastadas en azul oscuro, logrando que la sonrisa en el rostro del mocoso se borrara de inmediato.

—Dios, no… Mamá, no. Por favor, no —imploró Eren, pero esta hizo caso omiso de su petición y se sentó recatadamente al lado de Levi, estirando con cuidado la falda de su vestido rosa pálido mientras él se arrimaba un poco más junto al otro chico para dejarle mayor espacio.

—Lo siento, cariño, pero he esperado demasiado tiempo por esto, así que estoy en mi pleno derecho como madre —le dijo Carla sin el menor signo de arrepentimiento mientras tomaba una de las tres carpetas que había dejado sobre la mesilla de centro. Tras ponerla en su regazo, y haciendo caso omiso de la indignación de su hijo, se dirigió a él para llamar su atención—: Mira, Levi, ¡esto te encantará!

—¿Y dónde queda mi derecho a privacidad? —volvió a protestar Eren, pero su progenitora lo ignoró con una sonrisa, abriendo la primera página del álbum fotográfico para que Levi la viera.

—En tu casa, por supuesto. Esta es la mía, así que son mis reglas —aclaró ella con afabilidad—. Cuando tengas hijos, ya podrás desquitarte con ellos, cariño. Además, no sé por qué te quejas tanto, si a ti te encantan las fotografías.

—Me gusta tomarlas, mamá. No ser yo el modelo de estas. Hay una gran diferencia, ¿sabes?

A modo de consuelo, Carla estiró una mano en dirección a su hijo y le dio unas suaves palmaditas en la rodilla que solo consiguieron que el ceño de este se frunciera aún más y él no pudiese contener una sonrisa ante su evidente y avergonzada indignación.

—De pequeño, Eren en verdad era un bebé precioso, ¿no piensas lo mismo, Levi? Aunque siempre fue terriblemente inquieto y no me daba ni un minuto de paz —comentó ella con nostálgica alegría—. Por cierto, ¿te gustan los niños? ¿Quieres tener hijos? —Los ojos dorados de esta lo observaron llenos de ilusión—. Lo cierto es que tengo muchas ganas de ser abuela.

Su desconcierto fue roto por el quedo gemido angustiado de Eren ante aquella vergonzosa pregunta. Levi farfulló alguna respuesta que hasta a él mismo le resultó inentendible, permitiendo que Carla siguiera mostrándole fotografías y relatándole historias sobre el chico y aquella otra parte de su vida que no conocía.

Eran ya pasada la medianoche cuando finalmente decidieron irse a casa. Por supuesto Carla insistió para que se quedasen un poco más, pero Eren le recordó que debía trabajar al día siguiente y que estaba cansado a causa de las clases de ese día, por lo que su madre acabó aceptando.

Aduciendo que estaba sola en casa debido al viaje de Grisha y que no podría acabar con todo lo que había preparado antes de que se estropease, esta envolvió comida y tarta para ambos a pesar de sus protestas. Además, aprovechó aquella oportunidad para quejarse de lo mucho que Eren había adelgazado desde que vivía solo, lo muy preocupada que ella estaba por ello y la deplorable alimentación que de seguro el chico tenía ahora que no podía vigilarlo.

Intentando desviar la atención que su madre tenía puesta sobre él, el traidor de su novio dejó caer de forma «casual», que Levi prácticamente vivía a base de comida congelada y un repertorio de cocina muy básico. Como era de esperar, Carla lo miró llena de horror.

—¡Eren! —exclamó esta con indignación.

—¡Ey, no me regañes a mí, regáñalo a él! Yo soy el que siempre cocina cuando voy a visitarlo para que se alimente como corresponde, ¿sabes?

Levi abrió la boca de inmediato para defenderse y protestar, pero la mirada de enfado que le lanzó Carla lo hizo callarse en el acto, dejándole muy claro por qué Eren, a pesar del carácter del demonio que se cargaba cuando estaba enfadado, se mostraba tan obediente con esta. Nunca en sus treintaicinco años de vida, había sentido que diez minutos fuesen tan aterradoramente largos como los que demoró la madre del mocoso en darle aquel sermón sobre su irresponsabilidad consigo mismo y su salud.

Aprovechando que Eren se había ofrecido a llevar las cosas al coche para guardarlas, Levi decidió tomar aquella oportunidad para despedirse de Carla y agradecerle por la invitación y la comida. Cuando mencionó también la improvisada cena que ella había preparado para la inesperada cita que el chico y él tuvieron días atrás, esta sonrío encantada.

—No hay nada que agradecer, Levi. Para mí fue un placer. —Abrazando su cintura para protegerse un poco del frío del exterior, Carla observó al mocoso que en ese momento parecía ensimismado fotografiando algo a la distancia con la cámara del móvil—. A pesar de ser mi hijo y saber que puede contar conmigo para lo que sea, Eren me pide ayuda en muy pocas ocasiones. Es casi como, si desde un tiempo a esta parte, hubiese decidido hacerlo todo por sí mismo, dejándonos al resto fuera de su mundo. Es tan frustrante…

Las palabras de la madre del chico fueron como un golpe directo a su plexo solar, dejándolo momentáneamente sin la capacidad de respirar o pensar correctamente siquiera. Si veía aquello en perspectiva, él mismo debía reconocer que había actuado de un modo similar con sus personas cercanas en el pasado, apartando e hiriendo a todos quienes se preocupaban por su bienestar simplemente porque sufría, porque se culpaba; porque Levi, tan lleno de arrepentimientos como se hallaba en ese momento, no se sentía merecedor de ningún tipo de afecto.

Eren, de cierto modo, era igual a él en aquel entonces; aunque en vez de malas palabras y un comportamiento de mierda, se ocultaba tras sus falsas sonrisas y la equívoca impresión de que nada le afectaba.

—Está bien. O mejor dicho, está mejorando —le dijo a Carla, necesitado de darle algún tipo de consuelo—. Es un chico fuerte.

—Lo sé, y solo por eso le he dejado ser —admitió ella—. Además, ahora estás tú, Levi, y por ello te estoy profundamente agradecida.

Algo avergonzado, se apresuró a replicar:

—Yo realmente no he hecho nada.

Carla negó con un suave gesto.

—Claro que lo has hecho, aunque no te hayas dado cuenta siquiera, Levi. Eren ha vuelto a ser feliz porque tiene una ilusión, y ha comenzado a valorarse nuevamente a sí mismo. Puede que tú no lo veas o que incluso ni él mismo lo note, pero yo soy su madre y lo he amado y cuidado por más de veinte años, así que, ¿cómo no voy a conocerlo? Que Eren no me diga las cosas no significa que no las entienda aquí —le explicó, posando una mano sobre su propio corazón—. Ese también es mi derecho como madre.

Levi asintió en esa ocasión, sin decir nada más; no creía que lo necesitaran. Con una nueva sonrisa, Carla volvió a abrazarlo como había hecho nada más conocerlo esa tarde, pero de algún modo en aquel momento se sintió diferente, como si compartiesen algo importante; probablemente lo hacían.

—Gracias, Levi —volvió a repetir ella junto a su oído—. Mi deuda contigo es infinita.

Casi una hora después, mientras contemplaba el agitado e infinito mar a la distancia desde la segunda planta de su solitaria casa, Levi no pudo evitar pensar en que a pesar de todas las verdades que Carla le había hecho notar aquella tarde, en una de ellas estaba equivocada. Esta le había dicho al despedirse que se sentía profundamente agradecida con él por todo lo que había hecho por Eren; no obstante, era él quien tenía una gran deuda con ella por haberle dado la oportunidad de conocer a alguien tan maravilloso como su hijo.

Esperaba al menos tener la oportunidad de retribuirle, aunque fuese solo un poco, todo lo que le debía por su actual felicidad.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que este capítulo fuese de su agrado y compensara el tiempo invertido en él.

Lo siguiente es disculparme por la enorme tardanza en publicar. Lo cierto es que entre una cosa y otra que ha ocurrido en mi vida durante este último mes, he dejado más que nada el tiempo libre que tenía para ir corrigiendo todos los capítulos anterior de otra de mis historias (Hilo Rojo), ya que le resta solo un capítulo para acabar y deseo que quede lo mejor posible. Debido a ello, y que siempre, siempre soy muy lenta corrigiendo, he dejado un poquito de lado todo lo demás, ya que acabar esa historia este año es uno de mis objetivos del 2019.

Aun así, espero que disfrutaran de este capítulo tanto como yo al escribirlo. Prácticamente no tuvo correcciones ni grandes cambios a la hora de la revisión, lo que casi es un milagro tratándose de mí; así que acabé doblemente contenta. Tenía muchas ganas de escribir sobre Levi conociendo a Carla y me sentí muy bien por como resultó todo. Puede parecer un poco bobo, pero aunque yo suelo estructurar los capítulos para saber qué ocurrirá en ellos y cómo, estos siguen siendo 50% planificación y 50% magia, por lo cual en muchas ocasiones igualmente son una sorpresa para mí mientras los escribo.

Otra cosilla que deseaba explicar, es que puede que estos últimos capítulos, y los próximos que vienen, sean muy centrados en la perspectiva de Levi. Esto ocurre más que nada porque esta parte de la historia es un descubrimiento del personaje de Eren desde los ojos de este, y eso lleva a que, de cierta manera, parezca muy protagonista. Poco a poco nuevamente todo se irá equiparando, pero prefiero explicarlo por si alguien siente que Eren está desapareciendo por aquí.

Un detalle que también me gustaría aclarar, es sobre el significado del ramo de flores que hace Frieda y Levi le entrega a Carla. La verdad, es que estoy lejos de ser una experta en floriografía; sé algunas cosas básicas y el resto lo saqué de buscar información, leer un montón y preguntar otro tanto. Así que podría decirse que todo, más que un significado exacto, es uno simbólico. De todos modos, dejaré apuntado abajo el significado de cada una de las flores utilizadas por si a alguien le interesa; de igual manera, estoy abierta a correcciones si existe algún error. Como he dicho, no soy una experta, así que de seguro hay fallos. Como suele decirse, «aprendiz de mucho, maestro de nada». Mi realidad en la vida, jaja.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que la siguiente actualización será para Hilo Rojo del fandom de KnB, cuyo epílogo espero subir la próxima semana para así ya ponerle un punto final, y probablemente para Tormenta, del mismo fandom que está saliendo del hiatus. Luego de eso tocaría nuevamente actualización para In Focus, y cruzo los dedos para que el tiempo sea benevolente conmigo y logre sacar un nuevo capítulo de Cantarella antes de que acabe el año. Sobre ese algo llamado Amor, no creo poder tener actualización para mañana; pero puede que haya el lunes o martes de la siguiente, aunque solo un capítulo en esta oportunidad. Lo lamento por eso, pero tengo algunos compromisos importantes que me dejarán poco tiempo.

Por supuesto, y aprovechando que la temática principal de este capítulo fue la gratitud, una vez más agradezco a todos los que leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Siempre son la llamita que mantiene encendida la hoguera. Mi deuda hacia todos ustedes es, definitivamente, infinita.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.

 

Mirto: amor verdadero.

Lirios del valle: vuelta de la felicidad. Lazos de amor.

Camelia blanca: amor puro.

Cincoenrama: amor maternal.

 Dalia malva: agradecimiento.

Heliotropo: deseo de amistad.

Pensamiento blanco: amor que comienza.

Violeta doble: comparto tu amor.


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