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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo:Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 25:

Algo Mejor

 

El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor.

(Roberto Bolaño, Amuleto)

 

 

 

Notando la fría mirada de Grisha Jaeger taladrando su nuca, Levi, sujetando la correa de la exaltada Morgana con una mano, terminó de ingresar la clave de acceso y abrió la puerta de entrada, invitando al otro a pasar con un lánguido gesto.

Antes de salir esa mañana para reunirse con Hange, Levi había dejado la casa tan limpia como de costumbre; sin embargo, de forma bastante inesperada, se sintió tenso y en alerta en cuanto notó como los ojos del otro hombre observaban todo a su alrededor con detenimiento, como si esperase hallar algo que desaprobar de él y validara su resentimiento, aparte de su persona y su orientación sexual, claro.

Una vez soltó a Morgana de la correa, dándole libertad para ir a husmear por el resto de la primera planta, Levi se quitó la chaqueta para colgarla en el perchero y se volvió para ver al médico que seguía de pie en el recibidor, tan rígido como una jodida tabla y con su verde mirada acusatoria pendiente de él.

—Siga derecho hacia el fondo y la puerta que hallará es el cuarto de baño. Por si quiere asearse un poco —le ofreció sin un dejo de amabilidad en sus palabras, pero sintiendo un poco de culpa cuando, tras dirigir una rápida mirada a la pernera del pantalón que la cachorra había orinado, comprobó lo desastrosa que esta estaba. Por un momento tuvo la tentación de ofrecerle al otro hombre un par de vaqueros que Erwin se había dejado durante su última visita, diciéndole que estos eran de Eren; pero rápidamente desistió de su idea. Seguro el bueno del médico entraría en ebullición a causa de la furia de solo imaginar el motivo por el cual la ropa de su hijo se encontraba en su casa. De todos modos, se dijo Levi, no se sentía tan generoso.

—Gracias. Lo haré —masculló Grisha en una educada y automática respuesta; no obstante sus palabras carecían de toda gratitud real, siendo tan afiladas como un cuchillo.

Luego de que este se marchara, tras echar un poco más de leña a la chimenea para avivar el fuego, él se dirigió a la cocina y puso a calentar un poco de agua para hacer té. Morgana, que lo había seguido trotando contenta, se encaramó en una de sus piernas, gimiendo bajito en busca de atención, por lo que inclinándose para quedar a su altura, Levi rascó su diminuta y negra cabeza.

—¿Te das cuenta del lío en el que nos has metido, pequeña demonio? —La cachorra lo miró con sus redondos y brillantes ojos, jadeando feliz en respuesta. Él suspiró—. Claro que no lo haces. Eres tan despreocupada como ese condenado mocoso, joder.

Tras darle su comida a Morgana y prepararse un té, se dirigió hacia la sala, encontrándose de frente con el padre de Eren que acababa de salir del baño y lo siguió en silencio. Este de inmediato ocupó una de las butacas con semblante sombrío y serio, pero antes de que él hiciera lo mismo, recordó los innumerables consejos de Erwin sobre ser educado por más que lo detestase, así que, intentando disimular su disgusto, le preguntó al médico:

—¿Desea algo para beber? ¿Té, café, agua? —Cuando este negó sacudiendo la cabeza en respuesta, Levi se sentó en el sofá frente a él y esperó.

Aunque aquella no era la primera vez que ambos se veían, sí era la primera oportunidad en que él podía observar al médico con mayor atención. Este iba vestido formalmente, con un impecable traje marrón claro y una camisa y corbata beige a juego. Al igual que su hijo, llevaba el liso cabello castaño largo hasta un poco bajo los hombros; pero mientras la cabeza del chico casi siempre parecía ser tan desastrosa como un nido de pájaros, el cabello del médico caía perfectamente ordenado, como si ningún tipo de desajuste tuviese lugar en su persona. Al verlo así, era innegable el evidente parecido que Eren compartía con este en algunos aspectos, como la complexión física y el porte; no obstante, todo el resto del mocoso era una copia de su madre. Secretamente, Levi se alegraba de ello.

A pesar de que había sido el propio Grisha quien le dijo en la playa que debían hablar, en ese momento este se encontraba muy callado sentado frente a él, sumiéndolos a ambos en un silencio tenso e incómodo que comenzó a desesperarlo; aun así, Levi se negó a dar el primer paso para romper aquel punto muerto. Si el condenado médico esperaba poner a prueba su paciencia, que se jodiera.

Finalmente, cuando ya llevaba bebida casi la mitad de su taza de té negro, el otro hombre se decidió a hablar, de seguro harto de aquel estúpido juego de tolerancia que no los estaba llevando a ninguna parte.

—Levi Ackerman, ¿verdad? —Él asintió con un gesto. No tenía la necesidad de preguntarle a este como sabía su nombre porque era evidente; en una ciudad como Shiganshina, donde todos se conocían, lo extraño hubiese sido que no lo supiese—. Yo soy Grisha Jaeger, el padre de Eren; pero seguramente ya estás al tanto de eso —añadió el médico con velada ironía que él devolvió con una fría mirada.

Aunque por lo general Eren no solía hablar mucho de su padre y la relación que mantenía con este, Levi poco a poco había ido haciéndose una idea general sobre como el médico veía y trataba al chico, así como también del enorme daño emocional que le había hecho, principalmente a su autoestima.

Lo cierto era que su vida tampoco había sido fácil en ese aspecto, ya que Kenny siempre había sido un cabrón de cuidado y lo fue todavía más cuando descubrió que a él le iban los chicos; pero aparte de intentar corregirlo por las malas, para que se «enderezara», este jamás lo infravaloró, todo lo contrario. Durante el tiempo que estuvo bajo el cuidado del bastardo de su tío, este hizo hasta lo imposible por inculcarle que él era responsable de sí mismo y sus decisiones, por lo que si estas eran buenas o malas, tendría que asumirlas y enfrentarlas solo; no obstante, a pesar de ello, eran suyas y por lo tanto valiosas, así que nadie tenía derecho a interferir ni decirle como vivir su vida.

Eren, por otro lado, era totalmente lo opuesto.

Levi sabía que a pesar de haber crecido en una familia bien constituida, la carga emocional que el chico soportó durante gran parte de su vida fue muy pesada, siempre lleno de expectativas sobre él y siendo constantemente presionado a mejorar, a cumplir, a alcanzar. Para su novio, las palabras de su progenitor habían sido ley, por lo menos hasta que comprendió que esa no era la vida que deseaba para su futuro y luchó por cambiarla. Y entonces sobrevino el desastre que acabó por lastimarlo tanto.

Y el principal responsable de ello estaba en ese mismo instante en su casa; frente a sus ojos.

Cabrón.

Como si percibiera lo tormentoso que estaba su humor y deseara consolarlo, Morgana llegó a echarse a sus pies y se quedó allí, mirándolo con mal disimulada adoración. Al levantar la mirada con indiferencia, Levi se percató de que el otro hombre también lo observaba a su vez, aunque su expresión era diametralmente opuesta a la suya, rayando en un odio absoluto.

—Y bueno, doctor, ¿todo este drama tiene algo que ver con el hecho de que Eren y yo estemos saliendo?

Como si el nombre del mocoso hubiese sido algún tipo de detonante, la rabia se encendió como fuego verde y oscuro en los ojos del médico.

—¿Por qué justamente mi hijo? —le preguntó este con rencor—. No creo que te faltasen… posibilidades; entonces, ¿por qué Eren? ¿Por qué simplemente no lo dejaste seguir con su vida normal?

Levi, sin poder dar crédito a lo que acababa de oír, lo observó incrédulo durante unos cuantos segundos. Luego, sin poder evitarlo, se echó a reír.

—¿Usted de verdad cree que el que Eren asumiera derechamente su homosexualidad es culpa mía? ¿Qué si yo no hubiese aparecido en la ciudad este habría acabando entrando en razón y eligiendo a una chica para establecerse? ¡Joder, usted es mucho peor de lo que pensaba!

Grisha lo fulminó con la mirada.

—¡Por supuesto que es tu culpa, Ackerman! —explotó este—. Eren todavía es demasiado joven y está confundido con su propia vida, por lo que ha tomado malas decisiones. Solo necesitaba tiempo. Vivir un poco más para comprender como funcionan las cosas en realidad y entrar en razón; pero llegaste tú y conseguiste que sus dudas se tergiversaran aún más. ¿Sabes como lo ha dejado eso a ojos del resto? ¿El daño que le has hecho a su reputación?

Durante una fracción de segundo, una ínfima fracción de segundo, el cerebro de Levi pareció dejar de funcionar debido a la rabia y apretó el puño derecho para estamparlo en el arrogante rostro de ese hombre; pero se contuvo justo a tiempo de perder la cabeza.

No podía creer como Grisha Jaeger, a pesar de parecer un hombre listo y capaz, fuese tan cerrado de mente. En algunas ocasiones el mocoso había bromeado acerca de que su padre aun esperaba que se consiguiese una novia ya que pensaba que homoxesualisarse de esa forma era una especie de broma retorcida para molestarlo y causarle disgusto, pero él jamás creyó que ese hombre se lo tomase realmente enserio. Ni siquiera Kenny, en su infinita testarudez, fue tan duro de cabeza llegado el momento de asumir la verdad.

—Lamento ser yo quien mate su ilusión, doctor, pero su hijo ya era totalmente gay antes de que yo pusiera un pie aquí. —Grisha palideció de rabia al oírlo—. Hombre, mujer, ¿qué más da al final? Recriminar a su hijo solo por su orientación sexual es solo una estupidez.

—¡¿Una estupidez, dices?! ¡¿Una estupidez?! —Este se puso de pie, apretando fuertemente los puños a sus costados—. ¿Sabes de todos los comentarios que hay circulando en la ciudad sobre ustedes? ¿Lo mucho que me preguntan en la consulta sobre Eren y la verdadera relación que tiene contigo? ¡Mi hijo debía convertirse en médico y ocupar mi lugar! ¡Mi hijo debía casarse y tener una familia! ¿Y que queda de eso? ¡Nada! Solo rumores y comentarios malintencionados porque ese tonto muchacho decidió arruinar su futuro por andar por allí perdiendo el tiempo tomando fotografías y revolcándose con otro hombre.

Probablemente si Levi no hubiese conocido a Carla una semana atrás, a esas alturas de la conversación Grisha Jaeger ya no sería más que un guiñapo sangrante en el suelo. Todo dentro suyo gritaba por cobrar venganza, no por él mismo, sino por Eren; pero sabía que la madre del mocoso no agradecería que le devolviese a su marido en tan malas condiciones. Así que solo acabó de beberse su té, ya tibio, y se tragó el regusto amargo del odio. Si antes el bueno del doctor ya le parecía alguien despreciable, su rencor había aumentado mil veces más apenas media hora después de conocerlo.

—Tch, si Eren fuese a tener hijos para ser un ejemplo de padre como usted, entonces me alegro mucho de que no pueda hacerlo —soltó sin más, a lo que el otro lo miró indignado.

—¿Qué estás insinuando con eso?

Levi frunció el ceño y torció el gesto.

—No insinúo nada, solo digo la verdad. Tal vez debería haber perdido menos tiempo pensando en toda esta mierda y haberse dedicado a ser un padre de verdad para su hijo.

—¡¿Qué sabes tú sobre mi relación con Eren?! —explotó Grisha sin poder contenerse más. Todo en este era furia apenas contenida y odio visceral—. ¡¿Apenas lo conoces y te atreves a sermonearme sobre como tratar con él?!

—Lo conozco lo suficiente para comprender por qué este lo quiere tener tan lejos. Lo suficiente para saber que el daño que usted le ha causado y le sigue causando es más de lo que cualquier persona merece, y algo que ningún verdadero padre haría —añadió con rotundidad, sosteniéndole al otro la mirada con la que lo estaba fulminando—. Que Eren me tenga más confianza a mí, que como bien ha dicho, apenas soy un recién llegado en su vida, que a usted que, a quien le conoce desde siempre, dice mucho del tipo de relación que tienen, ¿no cree?

—¡Eren es mi hijo! ¡Cómo me relacione con él es mi problema, no el tuyo, Ackerman!

—Lo es. Lo es porque estamos juntos y su felicidad me importa. Y si a usted le importase aunque fuera una mínima parte, ni siquiera estaríamos teniendo esta mierda de conversación.

Aunque desde el primer instante en que se encontraron y reconocieron en la playa aquel día Levi había sido muy consciente del enorme desprecio que el médico sentía por él, la ira que inundó los ojos del otro en ese momento le hizo pensar que probablemente ya no había vuelta atrás en su relación. Realmente había jodido las cosas con el padre de Eren, pero le daba igual. El maldito doctor era un cabrón en lo concerniente a su hijo y alguien tenía que decírselo a la cara, y si era él quien debía ser el cordero de sacrificio, lo sería encantado.

Tras fulminarlo con la mirada nuevamente, la reacción instintiva de Grisha fue intentar sujetarlo del hombro, de seguro movido por el enfado y la indignación que sentía en ese momento; no obstante, Levi actuó más rápido aun, apartando la mano de este de un manotazo antes de decirle muy serio:

—Ni se le ocurra. Tengo veinte años de experiencia en entrenamiento militar y me he enfrentado con éxito a tipos que lo doblan en corpulencia, así que ni siquiera lo piense. Si me pone un dedo encima, le devolveré el golpe, y le aseguro que no podrá regresar por más —le advirtió con dureza, ante lo que Grisha pestañeó momentáneamente asombrado—. Además, esta es mi casa. Si usted quería platicar conmigo, entonces bien. Si cree que esto no tiene sentido y solo estamos perdiendo el tiempo, entonces lárguese de una maldita vez y déjeme en paz.

En ese momento Morgana, que había estado bastante tranquila, se puso a ladrar como loca, de seguro a causa de tanto grito y tención reinante en la sala. Incluso Levi sentía que ya comenzaba a dolerle la cabeza, y eso que apenas llevaba menos de una hora en compañía del médico. Ahora ya comprendía perfectamente por qué Eren parecía siempre tan reacio y desanimado cuando debía ir a visitar a sus padres.

—Arruinará su vida. Completamente —le dijo Grisha de repente, alejándose unos pasos y estirando las mangas de su traje. Recogiendo el abrigo marrón que tenía colgado del respaldo de la butaca, lo dobló pulcramente sobre su brazo izquierdo—. Las decisiones que Eren ha tomado durante estos últimos años son un error tras otro, y acabarán arruinando su vida. Era un muchacho con mucho potencial, demasiado, pero ahora simplemente es patético. Un total fracaso en todos los sentidos.

Levi se enfureció aun más al oírlo, pero controló a duras penas su temperamento y rascó el cuello de su cachorra que seguía gimoteando.

—No lo es. Claro que no lo es —le dijo al otro, enfrentándolo sin dudarlo—. Eren es mucho mejor que usted y que yo en todo, doctor Jaeger; simplemente, usted está tan cegado por sus propias malditas expectativas sobre él, que es incapaz de verlo y no valora la suerte que ha tenido de que sea su hijo. Solo espero que para cuando se de cuenta de ello, no sea demasiado tarde; que cuando desee reparar todo el daño que le ha hecho, él ya no lo necesite.

La mirada que Grisha le dedicó en ese momento fue indescifrable, un cúmulo de demasiadas emociones complejas como para intentar desentrañarlas todas. Tampoco era que él deseara hacerlo en realidad.

No hubieron palabras de despedida ni falsas cortesías, nada. El padre de Eren simplemente salió de la sala tras una última muda y sombría contemplación a Levi, que seguía allí junto a Morgana, intentando que la sangre bajara de su cabeza y se templase su rabia.

El silencio que siguió a la partida del médico se le hizo inesperadamente pesado y opresivo, de seguro porque sus propias emociones lo estaban asfixiando un poco, sobre todo la impotencia. Si pudiera cambiar el sufrimiento de Eren haciéndolo suyo, lo haría sin dudar un segundo; pero, como siempre, la vida era una cabrona y no había nada que él pudiese hacer al respecto.

Posando su húmeda nariz contra su barbilla, la perrilla pidió por su atención. Esta gimió bajito y, acariciando su peluda cabeza, Levi le preguntó:

—¿Crees que ese mocoso tonto se enfadará con nosotros por lo sucedido con su viejo? Después de todo, tú eres la principal responsable de toda esta mierda, pequeña bestia, así que deberías ser la primera en pedir perdón. —Esta le dio un lengüetazo en la mejilla izquierda, contenta, y aunque Levi gruñó a causa del asco que esto le provocó, no la regañó—. Además, el condenado doctor se lo merecía. Eren es demasiado bueno para ser su hijo; no merece tenerlo en su vida.

Y tampoco él, le recordó una molesta vocecilla dentro de su cabeza; pero, egoístamente, Levi no le hizo caso.

Desde que lo había conocido, Eren era el centro de su universo, quizás el universo mismo, estallando ante sus ojos formando galaxias con solo una sonrisa y un par de impresionantes ojos verdes que le hacían desear el infinito. Convirtiendo lo imposible en posible, como un milagro, porque aunque nunca le buscó, tuvo la suerte de encontrarlo entre millones.

Tener la posibilidad de quererlo y que este le correspondiera, era, ciertamente, más de lo que merecía en esta vida.

 

——o——

 

—Bien, creo que esto sería todo. —Eren, aun acalorado tras su loca carrera escaleras arriba desde el estacionamiento, entregó la bolsa que contenía algunas de las cosas de Morgana a Armin y sonrió agradecido a su amigo—: De verdad gracias por esto, Armin. Te debo una.

El aludido, no obstante, simplemente se encogió de hombros ante sus palabras y le restó importancia al asunto.

—No es nada, Eren. Cuidar un rato de Morgana no será un problema; además, Annie está en verdad entusiasmada con la idea. Ya sabes que jamás ha podido tener una mascota —le dijo su amigo señalando con un gesto de su rubia cabeza a su novia. Esta, tumbada de espaldas sobre el sofá de la sala y con las fuertes piernas envueltas en mallas negras flexionadas, abrazaba a la cachorra contra su pecho como si fuese un bebé, importándole nada que su blanca sudadera quedara hecha un desastre de pelos oscuros—. Vas a visitar a mi abuelo, así que la deuda debería ser mía. Ayer se puso muy contento cuando le dije que hoy en la tarde irías a verle.

Eren sonrió todavía más.

—No creí que Levi aceptaría acompañarme a la residencia. Fue una verdadera sorpresa —reconoció—. Por lo general él no es tan sociable y detesta los sitios con mucha gente.

Annie, mirándolo con el mismo tipo de mirada abierta y franca que tenía en ese momento su mascota, bufó al oírlo y se sentó con las piernas encogidas y cruzadas debajo de ella, recostando a Morgana en su regazo.

—¿Y por qué no iba a hacerlo? Es evidente que siempre te las arreglas para arrastrar a Levi en tus locuras y hacer lo que quieres con él. —La sonrisa que su amiga le dirigió estaba cargada de mal disimulada sorna; sus azules y enormes ojos brillando con cierta picardía—. Eres un manipulador de lo peor, Jaeger. Me pregunto como lo haces para que este sea tan obediente contigo cuando tiene un carácter de los mil demonios casi todo el tiempo. Dime, ¿cuál es tu secreto? ¿Sexo?

Eren, que estaba a punto de responder a ese comentario, se atragantó con sus propias palabras y sintió como el rostro le estallaba en rojo a causa de la vergüenza. Armin, que seguía de pie a su lado, comenzó a toser quedamente, de seguro ahogando la risa.

—Dios, Annie, te estás poniendo igual que Ymir —protestó él, pero su amiga le sacó la lengua en respuesta y volvió a sonreír con velada maldad.

—Con las chicas hemos hecho una apuesta, ¿sabes? Historia e Ymir creen que ya te has acostado con Levi, pero yo estoy segura de que no lo han hecho aún —le dijo esta como si nada—. Los dos parecen todavía demasiado frustrados. Y bien, Eren, ¿lo han hecho o no?

—¡Annie! —exclamó Armin alarmado, pero ella lo miró toda inocencia.

—¿Qué? Pero si es solo una pregunta —se defendió—. Además, estoy segura de que ninguno de ustedes me lo contará si no soy directa.

—Porque no es algo que sea de tu incumbencia, Leonhart; como no es de la mía lo que tú hagas con Armin —le dijo él acercándose hasta ella en un par de largos pasos. Enterrando las manos en su pálido y rubio cabello, le quitó el pasador de la coleta para soltárselo y se lo revolvió hasta que este quedó hecho un desastre. Ella le lanzó una mirada indignada.

—Tampoco me importaría responderte si me preguntaras. El sexo es algo perfectamente normal en una pareja, ¿verdad, Armin? —preguntó esta mientras volvía a atarse el cabello con manos hábiles.

Cuando Eren volvió la cabeza para observar a su amigo, vio que el rostro de este estaba tan rojo como una cereza. Sin poder evitarlo, se echó a reír y tomó a Morgana del regazo de su amiga para apoyarla contra su pecho. La cachorra se arrebujó feliz contra su mullido suéter verde oscuro.

—Temo que en estos momentos Armin se esté planteando seriamente si quiere o no que ustedes sigan siendo una pareja —le dijo con burlesca provocación—. Y olvídalo, no voy a responder esa pregunta para ti.

—Mojigato —le soltó su amiga y estiró los brazos para que volviese a entregarle a Morgana, lo que él hizo al instante.

Cuando su móvil sonó, anunciando un mensaje y vio que se trataba de Levi diciéndole que se diese prisa, Eren comprendió que se había demorado demasiado. Se suponía que solo subiría al apartamento un instante para dejar a la cachorra con sus amigos, pero se había entretenido con ellos mientras su novio lo esperaba abajo. Demonios, Levi iba a matarlo.

—Ya me tengo que ir, chicos —les dijo a estos mientras se ponía a toda prisa su anorak gris y echaba sus cosas en el bolso. Durante unos segundos se debatió en si debía o no llevar también la cámara, pero al final acabó colgándosela al hombro mientras ajustaba el bolso—. De verdad espero que Morgana no les cause muchos problemas.

—No tienes que preocuparte por ella, nosotros la cuidaremos bien. Solo disfruta tu tarde con Levi —lo animó Armin con una suave sonrisa dibujada en sus labios.

—Sí, la cuidaremos como si fuese nuestra propia hija. Aunque también nos la podríamos quedar —lo provocó Annie con una sonrisa nada inocente y sus enormes ojos azules llenos de travesura. Besó la cabecilla de la cachorra y miró esperanzadamente a su novio—. Armin, tengamos una mascota —imploró dulcemente a este.

Tras la sorpresa inicial que le produjo esa petición, el chico pareció un poco compungido. Acercándose para sentarse al lado de esta en el sofá, acarició la cabecita de Morgana que parecía feliz de estar recibiendo tanta atención.

—Podríamos, pero tendremos que esperar un poco. Aquí en el apartamento es imposible, y tu padre… bueno… —Aunque no acabó la frase, los tres lo comprendieron. Abel Leonhart no era precisamente un hombre amante de los animales y jamás iba a permitir que su hija llevase uno a casa—. Lo siento, Annie, de verdad. Tendrá que ser en otro momento.

La expresión desolada de la chica, aunque solo duró unos pocos segundos antes de ser oculta tras su inexpresividad habitual, fue para Eren como un golpe; probablemente porque comprendía cual era el verdadero trasfondo de la tristeza de esta y no pudo evitar sentirse un poco responsable de ella.

Durante el último año, para él cada vez había sido más y más claro que la relación de sus dos amigos iba tomando un rumbo más serio a medida que los meses pasaban. Ya no solo era cosa de que Annie y Armin estuviesen enamorados y desearan pasar tiempo juntos, sino que ellos de verdad estaban planeando un futuro en común como una familia, con todo lo que eso significaba: un hogar en conjunto, proyectos en común, de seguro hijos en unos cuantos años más.

A Eren aquello no era algo que le molestase; por el contrario, ¿cómo no iba a alegrarse con la felicidad de dos de las personas que mas quería? El verdadero problema radicaba en que de cierta forma sabía que sobraba en medio de aquella relación, y eso le remordía tanto como dolía.

Desde que las cosas con su padre se torcieron irremediablemente y la vida en su casa se convirtió en un infierno, Armin y Annie siempre habían estado allí para él, apoyándolo y cuidándolo. Su amigo, sacrificando muchas cosas, le había convencido para que viviesen juntos y darle así la oportunidad de escapar de aquella atmosfera opresora, intentando de esa forma comenzar de nuevo lejos de todo ese dolor.

Sí, durante los últimos años, ambos chicos se habían esforzado hasta lo imposible para convertirse en la familia que Eren había perdido por su decisión de ser libre, motivo por el cual les estaba muy agradecido; sin embargo, en ese momento la culpa le pesaba enormemente ya que sabía que estando allí dificultaba las cosas para que Armin y Annie pudiesen vivir juntos y comenzaran una nueva etapa de su relación; lamentablemente, su trabajo en la revista no le daba los medios suficientes para costear sus estudios y vivir por su propia cuenta, por lo que la ayuda que Armin le prestaba pagando la mitad del apartamento y los gastos era vital. Aun así, no pudo evitar sentir que solo estaba retribuyendo con egoísmo las buenas intenciones de sus amigos.

Antes de que la culpa lo empujase a decir algo para disculparse, Morgana, infinitamente entusiasmada con tanta atención y caras nuevas, apoyó una de sus patitas en el rostro de Armin, logrando que este se sorprendiera y dejara escapar un ahogado gritito, ante lo que Annie soltó una alegre carcajada no muy propia de ella. Antes de darse cuenta de lo que hacía, Eren ya se había llevado la cámara al rostro para enfocar y disparar, grabando en un segundo aquel pequeño momento robado al tiempo.

Cuando sus amigos se percataron de lo que acababa de hacer, no dijeron nada, pero la azul mirada de Armin, cargada con un sinfín de cálidas emociones difíciles de discernir, fue suficiente para que Eren se sintiera por completo recompensado. Annie, por otro lado, tan solo enarcó una de sus rubias y delgadas cejas, mirándolo muy seria. Sintiéndose un poco cohibido bajo el escrutinio de ambos, él soltó una queda risita y levantó ligeramente la cámara con una mano para enseñárselas.

—Creo que ha sido una buena fotografía. Cuando regrese a casa y pueda pasarla al ordenador para retocarla un poco se las mostraré. Ahora debo marcharme.

Apurándose a causa de la vergüenza, volvió a colgarse la cámara para irse y acarició la cabecita de Morgana a modo de despedida, lo que esta aprovechó para dejar un húmedo lengüetazo en el dorso de su mano. Apenas había dado un par de pasos hacia el corredor para marcharse, cuando oyó a Annie llamándolo y pidiéndole que regresara.

Nada más ver asomar su cabeza por el pasillo, esta le dijo:

—Eres un idiota, Eren. Aunque realmente lo has sido siempre, desde que te conocí. Aun así, durante los últimos años parecía que habías olvidado como serlo, o lo fingías. —A pesar de la dureza de sus palabras, su tono era por completo amistoso, casi dulce, lo que produjo un extraño contraste que resultaba desconcertante—. Me alegra que estés de regreso, Eren; me alegra muchísimo. Ningún imbécil tiene el derecho de cambiarte. Si alguien no puede quererte y aceptarte como eres, entonces no vale la pena, créeme.

A pesar de que la televisión de la sala estaba encendida y la música se colaba por la ventana abierta desde uno de los apartamentos continuos, las palabras de Annie parecieron quedar flotando dentro de la estancia llenas de todo el verdadero peso que tenían; certeras y ciertas, tanto que por un momento Armin y él se quedaron sin saber que decir.

—Annie… —El rostro de su amigo estaba lleno de asombro al mirarla cuando se atrevió a romper el silencio; no obstante, el resto de lo que fuese a decir quedó interrumpido cuando el negro morro de Morgana rozó sus labios y ella lo lengüeteo, logrando que Armin se apartara hacia atrás y pestañeara visiblemente confundido.

—Quiero que sean dos cachorros, un chico y una chica —le dijo Annie como si nada, ignorando el hecho de que acababa de atacar al otro chico con la pequeña perrilla—. También me gustaría tener un gato, ¿crees que podríamos tener uno, Armin?

Comprendiendo que su amiga ya habia dado aquel tema por finalizado y que se negaría a responder nada más por mucho que insistieran, Eren se despidió nuevamente de ambos, apresurándose a salir del apartamento para ir en busca de Levi que llevaba demasiado tiempo esperándole.

Mientras se dirigía hasta el coche que se hallaba aparcado en la calle lateral, él no pudo evitar sentirse un poco extraño; probablemente porque en el fondo sabía que Annie tenía razón sobre todo lo que le había dicho, aunque le costara aceptarlo por completo.

Durante mucho tiempo, demasiado tal vez, Eren siempre había creído que el que estaba mal era él; que si fallaba y las personas que quería acababan por alejarse de su lado, era debido a que jamás era lo suficientemente bueno, o lo suficientemente adecuado; él siempre era el problema y se detestaba por eso.

Sin embargo, desde que Levi llegó a su vida y comenzaron a frecuentarse, aunque aquellos pensamientos seguían embargándolo algunas veces, sintiéndose insuficiente en demasiados sentidos, por primera vez en mucho tiempo Eren se gustaba un poco más a sí mismo. Aun no tenía total confianza en él ni en todas las decisiones que tomaba, pero tenía la seguridad de que cometiera los errores que cometiera, y aunque fuera un idiota sin remedio, como Annie le había recordado, el otro lo aceptaría por completo y eso era mucho más de lo que alguna vez esperó conseguir en su vida.

La puerta del lado del copiloto se abrió nada más verlo llegar, revelando a Levi que lo esperaba al otro lado con gesto de fastidio y el ceño ligeramente fruncido; increíblemente guapo con aquel suéter gris claro que reflejaba el color de sus ojos y los negros vaqueros de corte informal que lo hacían parecer mucho más joven de sus treintaicinco años.

—Tch, condenadamente lento, mocoso. ¿Qué te entretuvo tanto? No se suponía que solo subías, dejabas a la pequeña bestia con tus amigos y regresabas. ¡Me has hecho esperar más de veinte minutos!

Sentándose a su lado, Eren dejó a sus pies el bolso con las cosas que llevaba y se volvió a verlo, desesperado por conocer la respuesta a la pregunta que rondaba su cabeza desde que abandonó el apartamento para ir a su encuentro.

—Levi, ¿por qué te gusto? ¿Por qué deseas estar conmigo y no con alguien más?

El pálido gris de aquellos ojos se volvió ligeramente oscuro debido a la confusión tras oírlo, pero descontando ese cambio casi imperceptible, el resto de la expresión de su novio permaneció inmutable; por lo menos hasta que una de las manos de este se enredó en la parte posterior de su cabeza, entre sus cabellos, acercándolo hacia él para lograr que la frente de ambos acabara tocándose y su suave y acompasada respiración golpeara cálidamente sobre su rostro, el cual Eren sintió enrojecer de inmediato debido a la vergüenza.

—Mmm… ¿por qué será? —inquirió Levi de forma pensativa sin dejar de mirarlo—. Yo también me lo pregunto a veces.

Él frunció el ceño y resopló.

—Levi, es una pregunta seria.

—Y esa es una respuesta seria, mocoso —replicó su novio—. No es como que exista un motivo específico para que me gustes, Eren, simplemente, eres tú y eso me basta. Apareciste en mi vida y la volviste un caos, como el maldito infierno; pero antes de saber cómo o por qué, descubrí que prefería volverme loco contigo que estar sin ti. Que mierda, yo mismo soy un desastre de ser humano, pero creo que a tu lado siempre soy un poco mejor. Así que ya ves, no puede ser alguien más. No deseo que sea alguien más.

Sintiendo el corazón oprimido dentro de su pecho y las lágrimas apenas contenidas en su garganta, Eren le echó los brazos al cuello a Levi, escondiendo el rostro en la curva de este, desesperado por sentirse seguro y protegido, incluso de él mismo.

—Levi, estoy destrozado —le dijo finalmente con voz estrangulada—. Estoy partido en tantos trozos que a veces ni siquiera yo mismo soy capaz de reconocerme. Yo…

—Lo sé —le dijo este envolviendo sus brazos entorno a su espalda e inundándolo de un sentimiento cálido y seguro que apaciguó de inmediato sus miedos.

—No quiero seguir estándolo. Odio sentirme así, ser de esta manera; pero no sé cómo conseguirlo —reconoció con un deje de desesperación—. No sé por donde comenzar.

Apartándose apenas para poder acunar su rostro entre sus manos, Levi, con aquella mirada afilada e insondable que Eren ya conocía tan bien, lo observó muy serio y atento antes de dejar un suave beso sobre sus labios.

—Ya lo has hecho, mocoso tonto. Decidirte a avanzar a pesar del dolor es siempre el primer paso; también el más difícil.

Sorprendido, Eren clavó sus ojos en los suyos conteniendo momentáneamente el aliento. Durante aquellas últimas semanas, entre la emoción que sentía por el inicio de su relación y todo lo que eso conllevaba, había olvidado casi por completo que el mismo Levi tenía una terrible historia detrás. Este cargaba con tanto dolor como él mismo, sin embargo le había asegurado que tras conocerlo había decidido seguir adelante e intentarlo una vez más.

Por primera vez en su vida, Eren sintió que ser la elección de alguien más, la esperanza de alguien más, podía ser sanador.

—Va a ser difícil, ¿verdad? —le preguntó a Levi a pesar de ya conocer de antemano la respuesta.

Este sonrió apenas y pellizcó una de sus mejillas con muy poca delicadeza.

—Tch, va a ser una auténtica mierda, pero, ¿qué más da? Si se pone muy duro, estaré a tu lado cada vez que me necesites; y si en algún momento sientes que te pierdes, te guiaré para recordarte quien eres, mocoso; aunque sea a base de patadas en el culo.

Eren se rio, sin poder creer que un discurso tan sentimental acabara convertido en un desastre tan terrible debido a la mala boca de Levi; pero estaba bien, lo prefería así. Tal y como Annie le había recordado momentos antes, si podías amar a alguien con lo bueno y lo malo, sin tener la necesidad de cambiarlo, entonces ese amor valía completamente la pena y se convertiría en algo mucho mejor de lo que siquiera podrías imaginar.

—Bien, entonces, comencemos de nuevo. —Inspirando profundo para darse valor, tomó la mano de su novio y la apretó suavemente, sonriéndole con sinceridad—. Hola, Levi, soy Eren Jaeger. Tengo veinte años, ya casi veintiuno, he vivido toda mi vida en Shiganshina y estudio Fotografía. Mi última relación fue un completo desastre, no puedes imaginar cuanto, y acabé con el corazón destrozado; sin embargo, ahora mismo hay alguien que ha cambiado eso —añadió elevando sus cejas un par de veces sugestivamente, logrando que el otro sonriera de medio lado—. Tengo buenos amigos, los mejores, y eso ayuda a que la horrorosa relación que tengo con parte de mi familia, especialmente mi padre, no duela tanto. Y también quiero aprovechar el momento para confesar que estoy muy, muy enamorado de ti.

A pesar de que sabía que era una completa idiotez, para Eren decir todo aquello resulto de cierto modo liberador, como si con aquellas simples palabras hubiese podido sacarse de encima años de dolor y pesar, realmente decidido a intentar comenzar de nuevo, aunque fuese poco a poco.

Sin reírse o burlarse por aquello, Levi entrelazó sus pálidos dedos con la mano que aún lo sostenía, observándolo de aquella forma seria y curiosa que Eren siempre había asociado a los millones de secretos que guardaba el universo y siempre se sentía tan ansioso por intentar descubrir.

—Un gusto, Eren. Yo soy Levi —le dijo este en respuesta—. Y también te amo.

Soltando una alegre risa, él buscó los labios de este para besarlo, teniendo la seguridad de que a pesar del desastre que hubiesen sido sus vidas antes de conocerse, el futuro que les esperaba delante les traería algo mucho, mucho mejor.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que el capítulo fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Por lo demás, me alegra no haber tardado tanto esta vez en actualizar. Aun así, si sienten que el capítulo fue algo corto, es porque realmente lo es, no fue debido a la emoción de la lectura ni nada de eso, jaja. Lo cierto es que esta entrega está muy ligada al siguiente capítulo, por lo que en vez de redondear toda la idea en un solo capítulo de más de treinta páginas (que siempre es muy pesado a la hora de corregir), la separé en dos; así que mis disculpas por ello, pero no deseaba atrasar tanto la actualización y esta semana he estado un poco pegada con otro fandom que me ha succionado buena parte del tiempo por lo que he corrido con los tiempos.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que la actualización de la siguiente semana (si Dios así lo quiere y me da tiempo), es para La Joya de la Corona (¡al fin!). Luego regresaríamos con In Focus durante los primeros días de febrero. De cierto modo, y ahora que lo pienso bien, este ha sido un mes bastante cundidor respecto a la escritura.

Una vez muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Siempre animan mucho y son el mayor incentivo para continuar con ganas.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.


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