Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 26:

Aquí y Ahora

 

Aquí estaba yo...

pensando que la magia no existía,

y ahora eso es todo lo que veo

cuando te miro.

(Ron Israel)

 

 

 

Aunque Levi se consideraba como alguien que había estado en un buen número de sitios a lo largo de su vida, algunos impensables, otros terribles, una residencia de ancianos era uno que jamás estuvo en sus planes visitar; por lo menos hasta que él mismo residiera en una, claro. No tenía familia viva y sus relaciones sociales eran tan mierda que no contaba con nadie sobre los cuarenta a quien desease ver, por lo que aquel tipo de lugar le era completamente desconocido.

Eren, por el contrario, parecía sentirse muy cómodo allí. Nada más ingresar a la enorme casona de dos plantas tipo campestre que era Calm Place, la residencia de ancianos de la ciudad que se hallaba sumergida en medio de frondosas y extensas áreas verdes a las afueras de Shiganshina, este comenzó a saludar a muchos de los presentes con educado entusiasmo. Las dos jóvenes chicas que esa tarde estaban a cargo de la recepción, prácticamente se volvieron locas al verlo llegar, coqueteándole con todo descaro y hablándole sin parar cuando este se acercó para dejar sus datos de ingreso, mientras que Levi no pudo más que incomodarse un poco cuando su novio lo presentó formalmente y estas comenzaron a sonreírle entre saludos que él acabó devolviendo entre palabras masculladas.

Con la seguridad que le otorgaba el haber estado allí en oportunidades anteriores, el mocoso lo guio a través de los largos corredores que separaban las salas llenas de ancianos. El sitio era más colorido y luminoso de lo que él esperaba, con amplios ventanales que daban hacia los jardines, pasillos de clara madera brillante y una atmosfera de orden y limpieza que tranquilizó a su cerebro inquieto. Algunos de los residentes y trabajadores los miraban con curiosidad al pasar, mientras que otros cuantos los detenían de tanto en tanto para saludar a Eren que, imperturbablemente amable y de buen humor, les dedicaba unos minutos. Solo después de casi un cuarto de hora de interrumpido paseo, llegaron finalmente a uno de los patios interiores del recinto, donde la vegetación invernal, de colores oscuros y severos, se retrataba como un cuadro al carboncillo contra el cielo blanco y nuboso de esa tarde de domingo.

—El señor Arlert es realmente una persona muy agradable; ya lo verás, Levi. Cuando era pequeño e iba a su casa para jugar con Armin, él siempre me hablaba sobre un montón de cosas nuevas e interesantes. Lo cierto es que ellos dos se parecen bastante —le dijo Eren mientras oteaba a su alrededor para hallar a quien buscaba. El cariño patente en su voz era tan evidente que él no pudo sino preguntarse que tipo de persona sería aquel anciano para que el mocoso estuviese tan entusiasmado con aquella visita.

El final de su paseo los llevó a una diminuta pérgola de buganvillas, la cual lucía su colorida floración blanca y rosa en medio del follaje verde oscurecido que cubría por completo el entramado de metal. Bajo ella se centraba una pequeña fuente de piedra de agua burbujeante, mientras que en una de las desgastadas bancas de madera oscura se sentaba un hombre mayor que seguramente ya rozaba los ochenta años. Este, vestido con un grueso suéter verde musgo y pantalones marrones de pana sobre los que descansaba una manta de lanilla azul, se hallaba por completo concentrado en el libro que leía en ese momento, por lo que no notó la presencia de ellos hasta que la larguirucha figura de Eren hizo sombra sobre él. De inmediato el anciano levantó la encanecida cabeza y una amplia sonrisa floreció en medio de su blanca barba y bigote, haciendo que él sintiese una extraña y desconcertante sensación de déjà vu.

—¿Así que finalmente te acuerdas de venir a verme, muchacho?

Eren, fingiéndose contrito, se dejó caer sentado a su lado y le sonrió a modo de disculpa.

—Lo siento mucho, señor Arlert, pero he estado muy ocupado con todo el trabajo que he tenido estas últimas semanas y las clases. Ya sabe lo terrible que puede llegar a ser Rico —explicó, poniendo a su jefa como excusa—. Sin embargo, le he traído un obsequio a modo de disculpa.

Las blancas cejas del anciano se arquearon ligeramente y al instante sus ojos azules, iguales a los de su nieto tras las delgadas gafas, se posaron curiosos sobre él. Levi, a pesar del enorme dominio que tenía siempre de sí mismo, no pudo evitar ponerse un poco nervioso por aquel escrutinio, pero aun así se mantuvo firme y en espera, casi como si estuviese aguardando el veredicto de una revista militar.

—Oh, ¿has decidido traerme a alguien para que me haga compañía, Eren?

La risa del mocoso estalló de inmediato, clara y vibrante elevándose en aquella agradable tarde de diciembre. La verdeazulada mirada de este lo buscó, cargada de diversión, y él, como tantas otras veces, no pudo más que sentir que en aquel simple gesto se hallaba el mundo.

—Lamentablemente no. Este es mío, ¡y me ha costado mucho conseguirlo! Así que no puedo dejárselo. —Sonriendo juguetonamente, Eren tendió una mano en su dirección; una clara invitación que él aceptó, entrelazando sus dedos con los suyos—. Señor Arlert, este es Levi Ackerman, mi novio.

Para su sorpresa, el abuelo de Armin no pareció escandalizarse ni sentirse contrariado por el hecho de que la pareja de Eren fuese otro hombre, por lo que Levi supuso que el anciano ya lo sabía o bien lo sospechaba. Este, al igual que había hecho Grisha Jaeger el día anterior, lo observó con detenimiento, casi evaluativamente; no obstante, a diferencia de lo sucedido con el médico, él no encontró ningún signo de reproche o disconformidad en su mirada, por el contrario. Aquel hombre parecía satisfecho con la elección del chico.

—Oh, eso está bien; muy bien. Ya era hora de que pensaras en sentar cabeza, muchacho —felicitó al mocoso dándole una palmadita en el muslo. Volviendo su atención hacia él, le dijo con una expresión un poco meditativa y extraña—: Un placer conocerte, Levi.

Él, sintiéndose todavía algo confundido, asintió ligeramente en respuesta.

—Igualmente, señor Arlert.

—Realmente es muy raro que este chico venga a verme acompañado, porque prefiere ir a su propio aire y no desea que nadie descubra lo amable que es, lo que es una auténtica pena. Si está de humor, suele visitarme en algunas ocasiones con Annie o mi nieto, a veces con Carla, si ella insiste mucho y no le deja más opción. Supongo que debes significar mucho para él, Levi, si quiere que este viejo te conozca.

El rostro de Eren enrojeció de inmediato y se apresuró a suplicar con voz lastimera para que este parase con aquella vergonzosa confesión:

—Señor Arlert…

El anciano, no obstante, ignoró su protesta con una suave sonrisa y volvió a palmear su muslo a modo de consuelo.

—Ya, ya. Nada de lo que estoy diciendo es mentira, ¿por qué tendrías que mortificarte, muchacho? Querer a alguien no es algo malo como para que te avergüences por ello. Además, estoy seguro de que Levi también es muy consciente de lo que sientes por él, ¿no es así?

Algo cohibido por haber sido nuevamente incluido en aquella conversación, Levi asintió.

Eren, con las morenas mejillas teñidas de un rosa furioso, jugueteó con uno de los desgastados agujeros de sus vaqueros celestes y protestó con cierto infantilismo mientras sujetaba su bolso y comenzaba a rebuscar dentro de él.

—Usted es casi peor que mi madre, ¿sabe? Tome, su obsequio.

El anciano solo rio, pero sus azules ojos lucían llenos de cariño cuando aceptó el pequeño libro de rojizo empastado que el chico tendía en su dirección.

—Estoy viejo y ya no le debo nada a la vida, por lo que puedo dedicarme a decir la verdad. Ya nadie me regaña por lo que hago o digo. Si algo no les gusta, la mayor parte del tiempo solo fingen que perdí la cabeza —añadió el hombre con alegre sinceridad mientras abría el libro que este acababa de darle, el cual resultó ser un álbum fotográfico que contempló con auténtica emoción—. Como siempre, tu trabajo es absolutamente maravilloso, muchacho. Muchas gracias.

Levi, que seguía de pie al lado de Eren ya que este no había dejado ir su mano, percibió de inmediato como una suave emoción se apoderaba de este al oír las palabras del abuelo de Armin. Sus ojos verdeazulados tornaron en un verde mucho más claro, como el de las hojas recién brotadas tocadas por el sol, y una tímida sonrisa se perfiló apenas en sus labios llenos. Aquel era el mismo tipo de felicidad calma que el mocoso había mostrado ante los halagos de su madre por saberse reconocido y amado; probablemente, la misma felicidad que había guardado de forma incondicional durante todos esos años en espera de la aceptación de su padre, sin obtener resultado alguno.

Cabrón.

Intentando desterrar el enfado que le provocaba el solo pensar en el maldito médico, Levi volvió a centrar su atención en el álbum del señor Arlert, el cual era hojeado y admirado por este en ese momento.

Las fotografías que lo conformaban eran prácticamente solo flores en su totalidad, muchas y diversas, de seguro capturadas en distintas estaciones y diversos sitios a lo largo de meses de trabajo. Y él, como tantas otras veces, no pudo dejar de admirarse de como algo que podía ser tan común y sencillo para el resto, visto a través de los ojos de Eren simplemente se convertía en arte.

—Vaya, cada vez lo haces mejor. Siempre le digo a ese nieto mío que tienes mucho talento, sí que lo tienes. —Cerrando el álbum, el anciano lo dejó sobre sus rodillas y se quitó las gafas de lectura, volviendo a fijar su atención en ellos, especialmente en él, antes de negar con un gesto pesaroso y decirle—: Es un chico talentoso, pero no se lo cree. Una completa lástima. ¿Cuándo me darás la alegría de saber que finalmente has decidido arriesgarte a más, Eren? Trabajar tanto para darle solo un poco de alegría a estos ojos cansados… Que desperdicio, muchacho. Que desperdicio…

Eren negó obstinadamente, logrando que su despeinado cabello se volviese todavía más caótico a causa de la leve brisa invernal que se colaba dentro de la pérgola.

—Usted las disfruta y no hay nada que pueda ser mejor recompensa para mí que esa, señor Arlert. Jamás podría ser un desperdicio. Además… —comenzó a decir este, dudando una pequeña fracción de segundo antes de proseguir—, me he decidido a participar en un concurso.

Los ojos del anciano se abrieron a causa de la sorpresa al oírlo, pero su mirada se suavizó de inmediato cuando contempló al chico, llena de un cariño difícil de determinar.

—Entonces, esperaré con ganas ese momento, Eren. Seguramente tendrás una interesante historia que contarme. —Este, que había aguardado ansioso por su reacción, sonrió cohibido y asintió. Volviendo su atención a él una vez más, el anciano le dijo—: ¿Por qué no te sientas, Levi? Me temo que, por mucho que permanezcas allí de pie, no crecerás más.

Si cualquier otro le hubiese dicho aquello en ese tono tan desenfadado, él seguramente le habría devuelto de inmediato el comentario con alguna grosería. No era que Levi se acomplejara por no ser tan alto, ya estaba resignado, pero le jodía enormemente que algunos utilizaran aquello para tomarle el pelo. Aun así, el caso del señor Arlert no parecía ser ese, se dijo. Tal como el anciano les había advertido antes, todos los años vividos le daban la libertad para hablar como desease sin tener que preocuparse de si estaba o no hiriendo sensibilidades.

—Gracias —masculló, aceptando el lugar que Eren acababa de dejar para él. Una vez lo tuvo sentado a su lado, este volvió a tomar su mano para entrelazarla con la suya de forma posesiva, ante lo que Levi no dijo nada, dándole en el gusto.

Durante un silencioso instante, el abuelo de Armin lo observó con detenimiento, demasiado para su gusto y tranquilidad, haciéndole preguntarse si acaso su relación con Eren en el fondo a este sí le incomodaría un poco. Joder, detestaba no poder leer a alguien y sentirse en ese tipo de desventaja.

—No recuerdo haberte visto antes en la ciudad, Levi. ¿Has llegado hace poco? —le preguntó el anciano con sincera curiosidad una vez acabó su escrutinio.

Él asintió, pero luego negó ligeramente.

—Algo así. Nací y crecí aquí hasta mi adolescencia, pero después me mudé a Stohess e hice toda mi vida allí, hasta ahora. Solo hace unos cuantos meses que he regresado a Shiganshina.

El abuelo de Armin lo observó con más avidez aun.

—Entonces, ¿no me equivoco si asumo que eres el sobrino de Kenny?

Desconcertado, Levi afirmó nuevamente con un gesto.

—No, tiene razón. Kenny es mi tío —corroboró.

Algo confundido, Eren los miró a ambos sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo; pero, nada más abrir la boca para preguntar, el señor Arlert le sonrió amablemente, tranquilizándolo para que guardara silencio un poco más.

—Lo supuse —admitió este, y en esa oportunidad fue él el receptor de aquella mirada consoladora—. Lamento mucho lo que le ocurrió a tu tío, muchacho. A pesar de todo, Kenny era un buen hombre.

Levi jamás creyó que en su vida encontraría a alguien que asociase el término «buen hombre» con su tío, pero por como el anciano le había dicho aquello, parecía hablar en serio. Al parecer, el desgraciado de Kenny no era tan desgraciado en el fondo, o simplemente el señor Arlert era demasiado benevolente con todo el mundo. Él se inclinaba más por esa última posibilidad.

—Gracias —le dijo de todas formas, sintiendo como el agarre de su mano entre la de Eren se hacía más firme, como si el mocoso desease reconfortarlo de alguna manera—. No sabía que conociera a Kenny. Mi familia hace mucho que desapareció de este lugar.

—Esta es una ciudad pequeña después de todo, muchacho, por lo que aquí todo el mundo se conoce de una u otra forma. Solía hablar a veces con tu abuelo, ya que frecuentábamos los mismos grupos; sin embargo, cuando tu tío se peleó con él y decidió marcharse a Stohess, se encerró en casa y comenzó a consumirse poco a poco. Era evidente que le pesaba mucho lo ocurrido con tu madre, pero supongo que no tuvo el valor suficiente para reconocer su error, pedir perdón y comenzar de nuevo. Kuchel era realmente una buena chica que debió pasar por demasiadas cosas. Te pareces increíblemente a ella, aunque lo has hecho desde que eras pequeño. Como dos gotas de agua.

Las palabras de aquel anciano resultaron un golpe tras otro para su compostura. Su tío, su abuelo, su madre… una familia completa que acabó desmembrándose a causa de errores y desacuerdos, junto a mucho remordimiento por lo que jamás pudo ser, por todo el perdón que nunca se pudo pedir. Para Levi, su familia siempre había sido simplemente un dolor inevitable teñido de mucho rencor por todo lo que tuvo que vivir su madre. Durante los últimos años, más de una vez él mismo acabó pensando en que habría ocurrido con ella si su abuelo hubiese cambiado de opinión, decidiendo ayudarla, ayudarles; si Kenny, dejando de lado su enfadado egoísmo, hubiera acudido antes en busca de su hermana y no cuando ya fue demasiado tarde.

Nada de lo que aquel hombre había dicho cambiaba lo que sentía, por supuesto, probablemente necesitaría de otra vida para ello; pero, por una vez, aquello ya no parecía doler tanto; quizá porque en esa historia no existían buenos y malos, favorecidos y desafortunados, solo una simple familia que cometió demasiados errores para resolverlos a tiempo y acabaron pagando por ello.

Al notar la expresión preocupada con la que Eren lo observaba, de seguro preguntándose si aquella visita había sido un error, Levi le sonrió de forma breve para tranquilizarlo. Por otro lado, el señor Arlert se mostraba totalmente calmo e imperturbable, como si tuviera la seguridad de que nada de lo dicho alteraría el orden de su corazón, por mucho que lo removiese un poco.

Y fue entonces que él lo supo, o más bien lo recordó. Un pequeño atisbo de ese pasado distante que tanto intentaba evitar y que, sin embargo, insistía con volver una y otra vez a su presente, todo porque la vida era una condenada cabrona que tenía su propia forma de hacer las cosas.

—Tch, ¿así que era usted después de todo? Me sorprende que siga vivo, anciano; pensé que ya llevaba años metido bajo tierra y ya nadie recordaría a los Ackerman por aquí. Que jodida ciudad con una memoria tan larga —dijo finalmente, ante lo que el abuelo de Armin dejó escapar una sonora carcajada.

—Ya lo creo que sí, muchacho; ya lo creo que sí. Veo que ese agrio carácter tuyo no ha cambiado para nada y solo ha empeorado con el paso del tiempo; obra de Kenny, me temo. De hecho, si la memoria no me falla, todavía recuerdo que cuando tenías más o menos unos diez años, soltaste todas las gallinas del señor Lobov solo porque este había sido grosero con tu madre. ¡Y vaya que se armó un buen alboroto porque eran más de cien de esos bichos! Ese viejo rabioso estuvo todo un día intentando recuperarlas, sin mucho éxito —añadió el abuelo de Armin, volviendo a reír—; aunque luego Kuchel te obligó a ayudarle e incluso tuviste que disculparte.

—¿De verdad hiciste eso, Levi? —le preguntó Eren asombrado; sus verdes ojos parecían enormes a causa de la incredulidad.

Él chasqueó la lengua, deseando que la tierra se lo tragase.

—No le hagas caso, mocoso. Este anciano exagera.

—¡Claro que no lo hago! Este muchacho se metía en problemas un día sí y el otro también. Su pobre madre la tuvo difícil para enderezarlo —insistió el otro hombre con absoluta convicción. Sus ojos azules se entrecerraron ligeramente a causa de una sonrisa al mirar a Eren—. Nada demasiado diferente de lo mal que Carla lo pasó contigo.

—Supongo que en ese punto tiene algo de razón —admitió su novio, tan avergonzado como compungido. Cuando volvió ligeramente el rostro para verlo, el enorme esfuerzo que este estaba haciendo para contener la risa le fue más que evidente—. Entonces, Levi, ¿te gustaría aprovechar este momento de sinceridad para confesar algo más?

—Oi, mocoso, deja de poner esa cara si no quieres pasarlo muy mal —le advirtió él pellizcando una de sus mejillas con fuerza. Eren se quejó, por supuesto, pero ni aun así desapareció el brillo de diversión que iluminaba sus ojos—. Además, no todo fue tan malo como este anciano lo quiere hacer parecer. Y usted —dijo, dirigiéndose nuevamente al abuelo de Armin—, deje de meterle ideas raras a este tonto chico en la cabeza.

A pesar de su petición, el resto de la tarde transcurrió así para ellos tres, con el señor Arlert rememorando parte de aquel pasado que Levi tanto había intentado olvidar, para unirlo con aquella parte de la vida de Eren que él jamás había visto y de la que el chico hablaba tan poco. Para ese hombre, ambos habían sido niños que acabaron convirtiéndose en adultos, con vidas tan diferentes y dispares que prácticamente los dejaban en lados opuestos del mundo, y aun así terminaron llegando al mismo lugar para encontrarse.

Las horas pasaron una tras otra con rapidez, y cuando una de las empleadas de la residencia les avisó que la hora de visita ya estaba llegando a su término, Eren ayudó al abuelo de su amigo a ponerse de pie para guiarlo hasta el comedor donde servirían la cena.

—Bueno, muchachos, ya es hora de que se marchen a casa. De seguro hoy va a llover; me lo están diciendo mis huesos —señaló el anciano con su habitual buen humor mientras masajeaba la parte baja de su espalda—. Muchas gracias por la visita y el obsequio, Eren; ambos han sido maravillosos. Dale saludos a tu madre de mi parte, ¿quieres? —Palmeó con cariño la mejilla del chico y luego se volvió en su dirección, observándolo con aquellos celestes ojos llenos de una indescifrable emoción—. También gracias a ti por venir a verme hoy, Levi. Ha sido una visita muy grata. Espero volvamos a vernos pronto.

—Así será —respondió él, sabiendo con total certeza de que lo haría.

—Eso está bien, eso está bien. Te enviaré con Armin las anotaciones que me has pedido sobre el cultivo y el cuidado de las camelias. Si tienes alguna duda, no dudes en venir a preguntarme; aunque la madre de este muchacho también es muy hábil en jardinería. Una de las mejores en esta ciudad, me atrevería a decir.

—Oh, ella se alegrará de saber que ha dicho eso, señor Arlert —acotó el chico y el anciano rio por lo bajo.

—Como si Carla no supiera que es verdad; pero dile, dile. Si se siente lo suficientemente agradecida por el cumplido, pídele que me hornee una de esas tarta suyas, ¿quieres? Sin embargo, asegúrate de que me la traiga a escondidas de Armin. Ese nieto mío últimamente está obsesionado con que debo cuidar mi ingesta de azúcar. Como si de todos modos no me fuese a morir cualquier día de estos —suspiró resignado. Tendiendo una de sus huesudas manos para posarla sobre el hombro de Levi, le dijo seriamente—: A veces, muchacho, es bueno dejar el pasado atrás. No olvidar lo que somos ni de donde venimos, pero sí permitir que el dolor no nos domine. Somos lo que nosotros mismos decidimos ser. Es bueno verte de regreso.

Tras asimilar aquello, él aceptó en respuesta.

—Lo tendré presente. Y muchas gracias… por todo —añadió, sabiendo que no sería necesario especificar que tanto el ayer como el ahora estaban inmersos en aquellas palabras.

El ligero asentimiento que el anciano le dedicó fue suficiente para que Levi comprendiera que todo lo no dicho había sido perfectamente entendido.

—Entonces, ya pueden irse marchando a casa. Muero de hambre y si llego tarde siempre roban mi puesto o se quedan con los mejores postres —refunfuñó, moviendo la cabeza—. Y no tarden demasiado en formalizar y casarse, muchachos; no como ese terco nieto mío que jamás me escucha. Ustedes los jóvenes dan tantas vueltas y vueltas que solo terminan por marearse. A los diecinueve me puse de novio con mi mujer y un año más tarde me casé con ella. A los veinticinco tuvimos a nuestro hijo y fuimos muy felices juntos, aprovechando cada minuto a su lado hasta que el Señor decidió llamarla y llevársela. ¿Por que ustedes lo retrasan siempre todo? Pensando una y otra vez que el tiempo es inacabable e infinito, cuando no es más que un breve suspiro que desaparece demasiado rápido, más de lo que nos gustaría. Estos jóvenes que no saben usar bien esa cabeza…

Tras ese regaño, el señor Arlert se despidió de ambos con un gesto de la mano y entró a la enorme sala de alegres tonos amarillos y blancos que fungía como comedor, dirigiéndose con paso lento a una de las mesas donde un grupo de ancianos lo recibieron alegremente en cuanto lo vieron llegar.

Tras salir del recinto, Eren tomó su mano una vez mas y caminaron así, uno al lado del otro en un cómodo silencio mientras iban en busca del coche. Al sentir su cercanía, lo correcto y adecuado que parecía aquello, el que estuviesen juntos, Levi no pudo evitar pensar en todo lo acontecido no solo esa tarde, sino también el día anterior con el padre del chico.

Sorpresivamente, justo cuando estaban ingresando a la zona de aparcamiento, una gota cayó del cielo, salpicando su mejilla y corriendo como una lágrima por esta. Antes de que él pudiese siquiera abrir la boca para decir algo, el cielo pareció oscurecerse con violencia en apenas un parpadeo, abriéndose con fuerza y comenzando a llorar sobre ellos.

Tirando de su mano para que se diese prisa, Eren lo instó a correr hasta que alcanzaron el coche, refugiándose a toda prisa en el interior de este antes de comenzar a reír a carcajadas al contemplarse y ver lo mojados que ambos estaban.

El sentir un par de húmedos labios sobre los suyos pilló a Levi desprevenido, pero respondió al beso del otro con ganas, importándole una mierda que alguien pudiese verlos o que estaban mojados a causa de la maldita lluvia, arruinando la tapicería del coche.

Cuando por fin se separaron, jadeantes, sonrojados, el chico le miró con aquellos enormes ojos llenos de determinación, brillantes en la semipenumbra reinante. Y aunque Levi no creía que el tiempo fuese infinito, tampoco tenía prisa. Le gustaba el aquí y el ahora, porque Eren estaba a su lado y representaba el futuro que deseaba alcanzar. Su más preciado sueño.

 

——o——

 

Para cuando la lluvia que el abuelo de Armin pronosticó terminó convirtiéndose en tormenta, Eren, que estaba terminando de servir los espaguetis en los platos, ya se sentía de un humor pesado y extraño. Algo más desanimado que de costumbre, volvió a remangarse hasta los codos las mangas de la camiseta negra que llevaba y observó por la ventana de la cocina, frunciendo ligeramente el ceño al notar la espesa cortina de agua que se apreciaba desde la intemperie, otorgando al negro manto nocturno que era el horizonte un aspecto de plateado filtro.

Morgana, que acababa de salir de su baño tras embarrarse completamente al bajarse del coche, en ese momento sufría los cuidados de Levi que, sentado frente a la chimenea de la sala, la secaba concienzudamente con el secador de cabello. La cachorra estaba un poco asustada e inquieta debido al constante sonido del agua al golpear en el techo y los cristales, así como también por los bramidos desacompasados del mar a la distancia que generaban una cacofonía profunda y cavernosa que invitaba a resguardarse bajo las mantas y no salir de allí hasta que el temporal amainara.

—Quieta de una vez, pequeña bestia —regañó Levi por centésima vez a la perrilla que nuevamente luchaba por escapar de sus brazos—. Si te gusta meterte en problemas, tienes que aprender a enfrentar las consecuencias.

Un poco intrigado, Eren se sacudió lo mejor posible su humor sombrío y se volvió a ver dónde los otros dos estaban. Morgana ahora solo gimoteaba bajito, pero obedientemente se había quedado quieta, dejándose cargar como un peludo bebé por su novio que la observaba con el ceño fruncido.

Al percatarse de lo increíblemente esponjosa que esta parecía en ese momento, él no pudo evitar reírse.

—¡Pero, Levi, la has dejado como una bola de pelusa!

—Eso es porque esta condenada bicheja se niega a permanecer tranquila —gruñó este, dejándola finalmente en el suelo para concederle su libertad. Con algo de fastidio, comenzó a quitar con meticuloso cuidado los pelos que la cachorra había dejado prendidos tanto en la gris camiseta de manga larga como en los pantalones de chándal, unos tonos más oscuros, que se había puesto tras el reciente baño—. Tal vez sea buena idea que hoy cenemos arriba, mocoso. He revisado el pronóstico del tiempo mientras estabas en la ducha e informan que habrá vientos muy fuertes esta noche. Si nos quedamos sin luz…

Al haber vivido toda su vida en aquella ciudad, Eren sabía con certeza de que las posibilidades de que eso ocurriera eran altísimas, por lo que Levi tenía total razón al sugerir aquello. Ingenuamente él había esperado que pasadas unas pocas horas la lluvia llegara a su fin, pero, por el contrario, esta había ido aumentando en una intensidad creciente. Si seguía así para cuando acabasen de cenar, volver a casa se convertiría en un auténtico infierno.

—Claro, como quieras —aceptó, comenzando a rebuscar de inmediato en uno de los estantes superiores una bandeja donde poner la cena—. Pero mientras subo todo esto a la segunda planta, tú tendrás que encargarte de buscar la comida y las cosas de Morgana. También sería bueno que ahogaras un poco el fuego de la chimenea; no vaya a ser cosa de que salten chispas y pueda producirse un incendio. Dios, el aguacero de esta noche parece realmente un diluvio…

Su protesta fue acallada cuando una de las manos de su novio se posó sorpresivamente en la parte posterior de su cuello, haciendo que se inclinase lo suficiente para dejar un corto beso sobre su mejilla antes de pellizcarla.

—Pero que mandón estás hoy, Jaeger. Creo que esta puta lluvia está haciendo estragos con tu, ya de por sí, poca obediencia. Si estás así ahora, cuando ni siquiera son las nueve, ¿qué me queda para el resto de la noche?

Sonriendo ante esa tontería, Eren acabó de acomodar todo lo que iban a necesitar y se encaminó hacia la segunda planta, no sin antes volver a recordarle a su novio que se diese prisa.

Como cada vez que subía allí, los nervios provocaron un ligero revoloteo dentro de su estómago, por lo que tuvo que recordarse que no estaba haciendo nada malo ni prohibido. Llevaba ya un mes saliendo formalmente con Levi y había estado allí en unas cuantas ocasiones junto a este, pero de todos modos la segunda planta de aquella casa seguía pareciéndole un recinto demasiado íntimo y privado como para que pudiera sentirse del todo cómodo en él.

Tras dejar la bandeja sobre la isleta de la pequeña cocina adyacente, Eren encendió algunas luces y se dirigió hacia la chimenea, donde añadió unos cuantos leños para encender el fuego ya extinto. Acababa de terminar con aquella tarea cuando oyó el desacompasado trote de Morgana al subir por las escaleras, seguida de cerca por Levi que llevaba un plato con su comida y su pequeña cama que acomodó cerca de la chimenea.

—Joder, que frío hace aquí arriba. Parece una puta nevera —se quejó su novio frotándose las manos luego de poner un cuenco con agua sobre el tapete impermeable de la cachorra—. Totalmente un día de mierda. Maldita ciudad costera.

Divertido por su evidente malhumor, él se acercó hasta donde el otro se hallaba y lo envolvió entre sus brazos.

—¿Quieres que te ayude a entrar en calor, Levi? Ya sabes, transmisión por conducción y todo eso —sugirió con juguetona coquetería; su novio, no obstante, le dio un suave codazo en el estómago y lo apartó sin reparo alguno.

—Las manos lejos, Jaeger; no te emociones demasiado. Ahora mismo muero de hambre y solo deseo comer de una puta vez. Nunca pensé que ir a ver a un anciano sería tan jodidamente agotador.

Soltando una pequeña risa, Eren lo dejó ir y se apresuró a disponer la comida para ambos, observando cómo Levi casi corrió hacia el fregadero para lavarse meticulosamente las manos. Tras preparar un poco de té para este y dejarlo en su lado de la isleta, él mismo tomó asiento, acariciando la cabecita de Morgana que acababa de apoyar sus patitas delanteras sobre los negros pantalones de chándal que su novio le había prestado hasta que su propia ropa volviese a estar seca. La cachorra gimoteó para llamar la atención y lograr que él la alzara una vez más; sin embargo, la mirada de advertencia que recibió por parte del otro hombre lo disuadió de hacerlo y solo la instó con palabras cariñosas, y un par de caricias furtivas, a que comiese tranquila de su propia comida.

Una vez se sentaron el uno frente al otro y empezaron a cenar, Eren, que llevaba pensando en como abordar aquel tema desde que salieron de la residencia, se atrevió a decirle finalmente a su novio:

—Muchas gracias por haberme acompañado hoy a ver al abuelo de Armin, Levi. Realmente ha sido algo muy importante para mí —admitió, llevándose un bocado de la comida a la boca y masticando despacio antes de proseguir—: Solo espero que lo que él te dijo… sobre tu familia, ya sabes, no te haya incomodado demasiado.

Los ojos de su novio, pálidos e insondables debido a la oscuridad nocturna y la tenue iluminación de la habitación, se apartaron de su propio plato para posarse en él. La sorpresa de Levi por sus palabras dio paso a cierta confusión, la cual fue casi de inmediato remplazada por una semisonrisa.

—Tch, que mocoso más tonto eres. ¿Eso era lo que te tenía tan preocupado? —Tras debatirse un poco, Eren asintió, sintiéndose ligeramente abochornado. Este negó con un gesto—. Por supuesto que no estoy molesto ni nada, ¿por qué debería estarlo en primer lugar? Nada de lo que ese anciano dijo es mentira y tampoco era como que tú no estuvieras al tanto sobre lo mierda que fue mi familia y mi vida mientras viví aquí. Además, verlo fue una sorpresa agradable, créeme. Si alguien en esta ciudad fue decente con mi madre y conmigo durante esos años, ese fue él. Siempre. Me alegra haber tenido la oportunidad de agradecerle. —La mano de Levi se estiró a través de la isleta para posarse sobre la suya, trasmitiéndole tranquilidad; y él, sintiéndose en verdad aliviado por no haber arruinado aquella visita causándole un dolor innecesario, le dedicó una leve sonrisa.

—Yo también me siento en deuda y muy agradecido con el señor Arlert, ¿sabes? Cuando era pequeño siempre fue muy bueno y paciente conmigo, a pesar de que solía meter a Armin en todo tipo de peleas y problemas —reconoció con cierta diversión al recordar aquellos lejanos días de su infancia, cuando todo era mucho más fácil—. También soy muy consciente de que su decisión de trasladarse a vivir a una residencia en parte fue impulsada por mí, debido a los enormes problemas que yo tenía con mi padre a causa de mi orientación sexual y mi determinación de estudiar Fotografía. Por aquel entonces me la pasaba huyendo a casa de Armin cada vez que las cosas con papá se salían de control, y muchas veces fue el mismo señor Arlert quien me convenció de regresar; por mamá, principalmente. Cuando Armin me dijo que este pensaba marcharse a una residencia y poner en alquiler la casa de su familia, supe de inmediato que la sugerencia de que viviéramos juntos para compartir gastos era algo planeado por ellos dos.

Aunque Eren ya había hablado de aquel tema con Levi en una ocasión, en otra noche de tormenta, casi nada más conocerse, esa era la primera vez que permitía que todo su arrepentimiento, nacido del egoísmo y la desesperación, se filtrara en sus palabras. Tomó un sorbo de su jugo de manzana, pero esto no sirvió para mitigar la amargura que sentía lo consumía poco a poco desde la conversación que tuvo con sus amigos horas antes.

—Oi, mocoso, cambia esa cara. La vida ya es bastante complicada teniendo que sobrellevar nuestras propias decisiones como para que además tengamos que cargar también con las de los demás. Y dudo mucho que a tu amiguito y a su abuelo les agrade saber que estás atormentándote así por su culpa. ¿Acaso tú te sentirías feliz de saber que alguien sufre a causa de una buena acción que has hecho de corazón?

A pesar de que las palabras de Levi tenían un tono más cercano al regaño que al confort, Eren se sintió secretamente tranquilizado al oírlas, como si a través de estas alguien le hubiese otorgado el perdón, aliviando parte de su autoimpuesta culpa. Su novio tenía razón en lo que acababa de decirle, y probablemente muy en el fondo él mismo también lo sabía, pero llevaba tanto tiempo culpándose por todo, cargando con todo, que ya ni siquiera dudaba de ser el portador del dolor y las desgracias para quienes lo rodeaban.

—He decidido que hablaré con Rico durante nuestra siguiente jornada de trabajo. Le diré que acepto su oferta para recomendarme a otra sección de la editorial, donde me paguen más —soltó a toda prisa. Levi, que estaba comiendo tranquilamente, lo miró lleno de curiosidad—. Hoy, cuando dejé a Morgana con Armin y Annie, me di cuenta de que ha llegado el momento de que comience a avanzar por mi cuenta, sin depender de alguien más para hacerlo. Ellos llevan tantos años saliendo y es tan evidente que quieren comenzar una vida juntos que… solo deseo poder darles esa oportunidad. Hacer por ellos lo mismo que hicieron por mí cuando más lo necesité. Obviamente no será de la noche a la mañana, porque aún no tengo los medios y convencer a Armin no será cosa fácil, pero estoy decidido a dar ese paso.

Luego de acabarse lo que quedaba de su cena, Levi tomó su taza de té, sujetándola de aquella forma tan curiosa que solía utilizar para acercarla a sus labios. El silencio de este, largo y profundo como las noches de invierno, los envolvió a ambos, siendo solo roto por la tormenta que rugía en el exterior y el crepitar de las llamas al consumir los leños para avivarse.

A pesar de toda la seguridad que Eren intentó aparentar cuando le confesó al otro sus planes, no pudo evitar inquietarse ante la espera por una respuesta de su parte; como si necesitara de que Levi validara sus decisiones porque él mismo se sentía todavía demasiado inseguro para confiar ciegamente en ellas.

Totalmente patético.

—Si es tu decisión, Eren, si es lo que realmente deseas hacer, entonces te apoyaré. Incondicionalmente —le dijo al fin, pasados unos minutos. La mano de este volvió a tenderse en su dirección, pero cuando en esa oportunidad se tocaron, él sintió como algo cálido y seguro pareció crecer dentro de su pecho y derramarse en su interior—. También, si ya estás decidido a buscar un sitio donde vivir, podrías venirte aquí.

Al oír su propuesta, Eren apartó suavemente su mano y negó con un gesto lleno de vehemencia.

—Levi, no te he contado sobre mis planes para esto.

—Y yo tampoco te lo estoy ofreciendo con ninguna otra intención, mocoso. Solo digo que es una opción que te puedes pensar llegado el momento y solo si así lo quieres. Tengo una habitación libre, y una vez que comience a poner en funcionamiento la tienda ya ni siquiera pasaré mucho tiempo en la casa. —Dio un sorbo a su taza y lo observo detenidamente a través del borde de esta—. Tch, pareces una condenada virgen a la que quieren ofrecer en sacrificio, joder. Solo te estoy dando una opción, Eren. Ni siquiera he dicho que no vaya a cobrarte por ello.

Sintiéndose como un completo idiota, Eren se maldijo por haber actuado tan impulsivamente. Solo podía culpar a sus desmedidos nervios tras haber oído aquella proposición por parte de Levi y a su nula experiencia al respecto.

De hecho, ahora que lo pensaba bien y sin la ansiedad del primer momento, él mismo comprendía la veracidad de lo que el otro le intentaba hacer entender. Al ofrecerle aquello, Levi nunca lo hizo sonar como una petición formal para que viviesen juntos como una pareja, sino que más bien lo sugirió como una idea de que fuesen compañeros de vivienda; más amigos que otra cosa. Y aunque aquella idea debería haberlo tranquilizado, porque iba de acuerdo a sus planes, Eren sintió que en lo más profundo de su corazón ese detalle le dolió un poco; aun así, intentó disimularlo lo mejor posible.

—Lo cierto es que tengo miedo de acabar arruinando las cosas entre nosotros si te digo que sí, Levi —acabó por confesarle a este; cada una de sus palabras llenas con sus temores y su total sinceridad—. Me gusta como estamos ahora; el tener la oportunidad de conocerte poco a poco y que me conozcas, el que puedas descubrir si soy realmente el tipo de persona que pensaste era cuando decidiste confesarme tus sentimientos y que así estos puedan reafirmarse con el tiempo. Y es por eso que te voy a decir que no; no ahora por lo menos, ni en los meses próximos. Te quiero demasiado para arriesgarme a arruinar las cosas al tomar todo lo que pueda de ti y apresurarnos.

Durante un momento Levi no dijo nada, sumido en un meditativo silencio que puso a Eren más nervioso todavía. Morgana, que ya había acabado de comer y seguía inquieta, se acercó hasta él y tironeó de la pernera de su pantalón para llamar su atención, por lo que él se inclinó un poco para acariciar su peluda cabeza y ocultar así parte de su ansiosa vergüenza.

—Oh, joder… creo que en este sentido estás siendo más maduro que yo, mocoso —admitió Levi, tamborileando de manera acompasada sus pálidos dedos sobre la superficie de la isleta—. Supongo que es porque soy un completo desastre en este tipo de cosas, pero… mierda. Muchas veces ni siquiera sé que hacer contigo, Eren.

Sintiéndose un poco conmovido ante aquella inexperta confesión por parte del otro, sonrió apenas antes de preguntarle tentativamente:

—¿Quererme?

Levantándose de su puesto, Levi se acercó hasta donde él se encontraba y dejó un delicado beso sobre su frente.

—Siempre.

Sintiendo como una alegría cálida colmaba su corazón, Eren imitó a su novio y se puso de pie para retirar los platos vacíos, ayudándole a poner nuevamente en orden la cocina.

Minutos después, cuando apenas habían terminado de secar y guardar todo, la intensidad de la iluminación pareció bajar ligeramente, parpadeando con pereza un par de veces antes de irse del todo, tal y como ellos habían temido.

Mientras sus ojos se adaptaban a la escasa iluminación de la estancia, Eren oyó a Levi mascullar un par de maldiciones y a Morgana soltar un gemidito, como si se hubiese golpeado con algo; no obstante, la forzosa oscuridad no duró demasiado, ya que su novio prendió la luz del móvil y se apresuró a coger una de las lamparillas de gas, que ahora mantenía sobre las mesillas laterales de la sala, y encenderla.

—Que tormenta de mierda —soltó Levi mientras se acercaba al ventanal frontal y miraba hacia el horizonte que ahora no era más que un fondo oscuro y cavernoso. El puerto a la distancia era indefinible, mientras que el mar embravecido solo dejaba ver una sombra de su blanca estela al ir a morir en la playa; el aullido del viento, sin embargo, resultaba hasta un poco ensordecedor debido al silencio reinante—. Oi, Eren, conducir con este viento va a estar en verdad jodido. Creo que vas a tener que pasar aquí la noche, mocoso.

Aunque el tono utilizado por su novio fue tan neutro como de costumbre y sus palabras no estaban cargadas de ninguna intención aparte de la evidente, él se tensó tanto como la cuerda de un violín al oírlo.

Había sido en una noche similar a esa cuando Eren se quedó a dormir en aquella casa y su relación con Levi pasó a tornarse más cercana, convirtiéndose de simples conocidos a algo como amigos. Por ese entonces, aparte de temer causarle alguna incomodidad con su autoimpuesta visita, nada más lo había inquietado; pero ahora que eran una pareja formal, debía reconocer que sus dudas eran otras completamente diferentes. Aquella era la primera vez que se quedaba allí siendo el novio de Levi y no sabía que esperar de ello. No era que temiese al sexo, por supuesto que no, incluso él mismo se lo había planteado en un par de oportunidades durante aquellas semanas; sin embargo, no sabía que era lo que este esperaba de su parte y eso lo desconcertaba. Además, no era que su experiencia en el tema fuera tampoco tan vasta y la gran cosa.

—Tch, puedo oírte pensar, mocoso. Tu cerebro es como una condenada locomotora a toda máquina cuando estás nervioso —le dijo Levi tirando de él para que se sentara a su lado en el sofá—. No tengo intención de acostarme contigo hoy, Eren; así que respira nuevamente, joder. Lo dicho, como una maldita virgen.

—¡Hey, ni siquiera he dicho nada al respecto! ¡No saques conclusiones por tu cuenta! —protestó él, indignado.

Su novio chasqueó la lengua, divertido ante su bochornoso enfado.

—¿No te lo acabo de decir? Puedo oírte pensar, mocoso. A veces, eres como un libro abierto.

Sintiéndose tan ofendido como avergonzado, Eren le pegó un codazo en el estómago que hizo al otro quejarse antes de devolvérselo, con más fuerza de la necesaria en su opinión. Tras un rato de inútil lucha llena de maldiciones de ambos y una que otra carcajada de su parte, los dos acabaron tumbados en el negro sofá y sintiéndose extrañamente satisfechos. Al estar prácticamente recostado sobre Levi, con su cabeza apoyada a la altura de su corazón y sus piernas enredadas, Eren se permitió relajarse al ritmo de aquellos acompasados latidos y las lánguidas caricias que la mano de este deslizaba entre sus castaños cabellos, que caían sueltos y aun algo húmedos tras la ducha.

—Da un poco de miedo, ¿sabes? —le confesó él mientras observaba las gotas de agua descender por los cristales de los ventanales—. Asusta mucho el que puedas entenderme con tanta facilidad.

—¿Por qué? ¿Crees que es malo? ¿Qué me aprovecharé de ello?

Eren se apresuró a negar, sacudiendo de un lado a otro su cabeza.

—Claro que no, pero… Supongo que simplemente me he acostumbrado demasiado a fingir frente a los demás.

Nada más decir aquello, una parte dentro de él entró inmediatamente en pánico; aquella que estaba acostumbrada a resguardarlo todo por miedo a salir herida, que estaba acostumbrada a mostrar sonrisas falsas y tragarse lo mejor posible el dolor y las recriminaciones. Sí, aquella parte suya que parecía haber primado durante dos años de su vida ahora era incapaz de comprender ese cambio, y le recordaba a gritos lo tonto que estaba siendo por confiar de esa manera en alguien más, que iban a romperle el corazón nuevamente; pero entonces sintió la boca de este posarse sobre su frente y, como en tantas otras ocasiones, tanto sus miedos como sus dudas se esfumaron.

Aquel era Levi, se recordó. Levi que le enseñó que no había nada de lo que avergonzarse por ser diferente a los demás y tener otros ideales, que lo hizo valorarse por como él era y lo quería por ello. Levi que le había dado el coraje suficiente para ser valiente y arriesgarse una vez más.

—Oi, mocoso… Ayer me encontré con tu padre. Y hablamos un poco.

Levantándose lo suficiente para poder apoyar un antebrazo sobre el pecho de este y así verlo a los ojos, Eren le preguntó preocupado:

—Mi padre, ¿vino a buscarte?

La lengua de Levi chasqueó con disgusto.

—Nada de eso; solo fue… mala suerte, supongo. Culpa de esa pequeña demonio para ser exactos, ya que decidió mearle encima —añadió, señalando a Morgana que estaba recostada en su camita junto al fuego. Al sentirse observada por ellos, rápidamente se puso de pie para acudir a su encuentro, tumbándose feliz junto al sofá—. Así que bueno, tu viejo y yo nos encontramos y me pidió hablar, por lo que le di el gusto. Pero puede que haya jodido un poco las cosas entre nosotros.

Durante unos segundos Eren se sintió preocupado, temeroso de lo que podría significar ese suceso tan inesperado; sin embargo, al caer en la cuenta de que Levi admitió que aquella plática había sido el día anterior y que hasta el momento su madre no le había llamado, él supuso que o bien su padre decidió guardar silencio o las cosas no fueron tan graves como su cerebro pesimista lo instaba a imaginar.

—¿Qué tan «jodido» piensas que puede ser? —le preguntó de todos modos a su novio con cierta precaución.

—Mmm, puede que un poco… algo considerable. Que ahora el bueno del doctor sepa con certeza que somos pareja y que, debido al cabreo, le dijese algunas cuantas cosas sobre lo que pienso de él. Probablemente tu viejo me odie bastante en estos momentos, mocoso. De seguro piensa que ha sido una total desgracia el que yo viniese a Shiganshina. Creo que le encantaría exterminarme si pudiese.

Aunque Eren sabía que Levi estaba intentando aligerar las cosas para él al contarle aquello tan desenfadadamente, todavía así no pudo relajarse en absoluto. Sabía de primera mano lo muy hiriente que podía llegar a ser su padre enfadado. Lo muy certero que podía ser cuando deseaba hacer daño.

—¿Te golpeó? —inquirió con cierta urgencia, intentando enfocar con atención aquellos pálidos rasgos para encontrar cualquier imperfección que confirmara sus sospechas.

Levi, no obstante, sin compasión alguna tiró de uno de los largos mechones que caían sueltos alrededor de su rostro.

—Me ofendes, mocoso. ¿De verdad piensas que tu viejo habría tenido alguna oportunidad contra mí? Tch, como si pudiera —protestó con desprecio. Los dedos que segundos antes habían tirado de su cabello, se posaron en ese momento sobre su mejilla, quedándose allí un instante mientras la trazaban con absoluta delicadeza—. Tampoco lo golpeé, si eso es lo que te preocupa; aunque ganas no me faltaron. Tal vez debería haberlo hecho, pero no por mí, sino por todo lo que ha hecho contigo.

Sintiéndose conmovido y totalmente removido por dentro, Eren tragó con algo de dificultad, mordiéndose con fuerza el labio inferior para evitar que este le temblase; aunque, por la forma en que su novio lo contempló, al parecer sin muchos resultados.

—Levi, lo que haya ocurrido entre mi padre y yo… ya está en el pasado. No hay necesidad de guardar rencor. De verdad.

—Lo sé, lo sé, pero… ¡joder, no es fácil! Para mí no es fácil —admitió este con pesar—. Mientras hablábamos y lo oía decir todos sus absurdos disparates sobre lo que era o no correcto, sobre ti perdiendo oportunidades, yo solo podía pensar en lo idiota que me parecía, en lo muy ciego que está por no ser capaz de ver lo que realmente tiene frente a él.

Apoyando su propia mano sobre la que descansaba contra su mejilla, Eren dejó un pequeño beso sobre el interior de la pálida muñeca de Levi y le sonrió suavemente.

—Porque lo que mi padre tiene en frente tampoco es la gran cosa. No debes preocuparte por eso.

—Lo es. Lo eres —lo contradijo su novio con convicción. Sus tormentosos ojos grises entrecerrados y fijos en los suyos, sin permitirle escapar—. Siempre que te veo con una cámara en las manos, sumido en tus fotografías, no puedo dejar de asombrarme por el mundo que se aprecia a través de tus ojos. Lo maravilloso que se vuelve todo lo que ves. Tú no eres alguien normal, Eren; eres alguien extraordinario. No permitas que nadie te haga creer lo contrario, ni siquiera tú mismo.

Abochornado, desconcertado, pero sobre todo emocionado hasta un extremo inimaginable, Eren bajó la vista, pestañeando con fuerza para contener las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos. Una vez más enterró el rostro en el pecho de su novio, pero este no dijo nada, simplemente aceptando el tenerlo así de cerca mientras acariciaba su cabeza, sus hombros y el contorno de sus mejillas, las cuales parecían arder a causa de aquel cúmulo de emociones contenidas.

Era tanto lo que Eren quería decirle a Levi, desde agradecerle a confesar sus sentimientos, que las palabras se enredaron en sus complicadas emociones y acabaron siendo resguardadas por sus labios mudos.

No obstante, el ligero gemidito de Morgana, seguido de unos cuantos resoplidos de esfuerzo, desviaron su atención hacia esta. La cachorrilla, decidiendo que si ellos parecían estar tan cómodos tumbados en el sofá, también ella debía participar, acabó por subirse a este y se apretujó lo mejor posible al lado de Levi, mirándolos a ambos muy satisfecha por su logro.

—Joder con ustedes dos. ¿Es que acaso se piensan que soy su puta almohada o algo así? —protestó su novio.

Soltando una queda risa, Eren apretó aún más los brazos que mantenía en torno a la cintura del otro.

—Es que hoy hace mucho frío y tú nos das calor, Levi. Venga, no seas egoísta; además, nosotros te mantenemos abrigado a ti. ¿No piensas que es un trato justo?

Su novio gruñó por lo bajo, pero la mano que seguía apoyada sobre sus hombros no se retiró, así como tampoco lo hicieron aquellos pálidos dedos que rozaron la oscura cabecilla de Morgana que gimoteó feliz en respuesta.

Alguien extraordinario, ¿eh?

Eren, que no podía sentirse más normal, ante los ojos de quien amaba era alguien extraordinario, alguien sorprendente. Él, que para todos quienes lo conocían había sido siempre un chico demasiado perdido en su mundo, demasiado ansioso de alcanzar sueños imposibles, por primera vez en su vida se sentía realmente especial, y no porque en verdad lo fuera, sino por quien lo veía de esa forma.

Oyendo los aullidos del viento mezclados con la lluvia que caía en el exterior, cerró los ojos y en esa oportunidad ni siquiera intentó contener las lágrimas que silenciosamente se derramaron. Si Levi lo notó, no dijo nada; tan solo siguió tumbado allí, abrazándolo y acariciando su cabello suavemente, dulcemente, hasta que los pensamientos de Eren se disolvieron como la espuma del mar rugiente al llegar a la costa, sumiéndolo en un profundo y cálido sueño que solo hablaba del aquí y el ahora.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que la lectura fuese de su agrado y compensara el tiempo invertido en ella.

Por lo demás, lamento la demora de esta actualización, pero la semana pasada estuve con visitas en casa que, aunque siempre son una alegría, también acortan un poco los tiempos. Pero ya finalmente he logrado publicar el capítulo, el cual me gustó bastante escribir ya que todo fue bastante fluff, sin mucho drama ni conflicto, y es la antesala para lo que será el viaje de estos dos a Stohess.

Igualmente me gustaría informar que In Focus por fin entrará oficialmente a corrección, por lo cual el capítulo uno estará arreglado dentro de estos días. Por motivos de tiempo, y a que corregir es bastante pesado, las modificaciones se irán haciendo poco a poco, sobre todo porque esta historia tiene capítulos larguísimos. Aun así, confío que en un par de meses ya pueda darla por corregida en su totalidad.

Y hablando de modificaciones, también me gustaría señalar que In Focus tiene finalmente su portada. Como en el resto de mis historias, el bello arte de esta ha salido de manos de mi queridísima Akira Kousei, que siempre convierte mis palabras en cosas maravillosas. Ella acepta comisiones y sus precios son totalmente asequibles, así que si alguien está interesado pueden encontrarla en Instagram bajo el mismo nombre o ver el enlace a su página en el primer capítulo de cualquiera de mis historias.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que la siguiente actualización será para el fandom de KnB con Tormenta. Luego de ello, y como siempre, retomamos con In Focus. ¡Confío en no tardar demasiado!

Una vez más agradezco a todos quienes leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Son siempre la llamita que mantiene viva la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).