Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 28:

Salto de Fe

 

Da tu primer paso con fe. No es necesario que veas toda la escalera completa, solo da tu primer paso.

(Martin Luther King)

 

 

 

Luego de casi una hora de arduo y meticuloso trabajo, Levi apenas y había acabado de echar las pertenencias que quedaban en su escritorio a una de las dos cajas que pensaba llevarse, cuando la puerta de la que había sido su oficina se abrió sin pedir permiso alguno.

Erwin, impecable como siempre en su uniforme marrón, ribeteado de oscuro verde, lo observó con una expresión indescifrable que lo incomodó un poco, quizá porque en el fondo Levi entendía lo complicado que para su amigo estaba resultando ese momento, del mismo modo en que lo era para él.

—¿Por qué no me dijiste que venías hoy? —inquirió este, saltándose los saludos y tiñendo su tono con un ligero regaño que prefirió ignorar para evitar una discusión—. ¿Y dónde está Eren?

Apilando en una esquina del desgastado escritorio de madera unas cuantas carpetas con documentos que debía entregar a su superior, Levi se entretuvo un par de minutos antes de levantar la vista y encontrarse con su amigo que parecía de pésimo humor.

—Buenos días también a ti, Erwin. Que alegría verte —masculló con sarcasmo. Al oír como el otro inspiraba pesado debido al enfado, le preguntó burlón—. ¿No se supone que esta situación debería ser a la inversa? Por lo habitual, siempre eres tú el chico bien educado y yo el que habla mierda, ¿no?

Tras lanzarle una nueva mirada llena de reproche, su amigo suspiró con resignación y respondió al tiempo que asentía:

—Tienes razón. Buenos días, Levi. Como siempre, es encantador verte. —La mirada llena de cinismo que él le dedicó no pasó desapercibida a Erwin, que simplemente rodó los ojos—. Y ahora, ¿podrías responder a mis preguntas?

—Tch, como si no supusieras ya la respuesta. Quería evitarme esta escena contigo, así que por eso no te avisé —admitió sin una gota de arrepentimiento—. Pero tenía pensado invitarte a almorzar mañana.

—Gracias. Muy considerado de tu parte —replicó el otro, mordaz.

—De nada. Y en cuanto al mocoso, ha debido quedarse en casa haciendo de niñera de Isabel. —Al ver como las pobladas cejas de su amigo se alzaban con curiosidad, Levi desdeñó aquello con un par de chasquidos de lengua y volvió a centrarse en su trabajo—. Nada memorable de contar, créeme; además que acabó por jodernos todos los planes que teníamos para esta mañana. Solo espero encontrar a los dos vivos cuando regrese.

Respetando su derecho a guardar silencio, Erwin dejó de interrogarlo de momento. Este, con sus grandes manos entrelazadas tras la espalda, giró y observó la oficina ya casi vacía, de cuyas paredes beige no colgaba ni un solo cuadro ni fotografía que otorgase calidez y hablara de quien había trabajado durante tantos años allí.

En realidad, Levi debía admitir que aquella estancia era bastante pequeña; no mayor de tres metros cuadrados y con el mobiliario mínimo para ser funcional. Un escritorio de pesada madera oscura y tres incómodas sillas a juego era lo que allí primaba, recibiendo la luz directa de las dos pequeñas ventanas que daban al patio interior del establecimiento militar. El resto, no obstante, era tan sencillo como una pequeña mesilla auxiliar, donde solía disponer algunos utensilios para el té, y un par de estantes adosados a los dos muros laterales que era donde guardaba sus libros y los informes que archivaba.

Meses atrás, se recordó, el escritorio de su despacho solía estar repleto de documentos e informes pendientes de revisar; tantos que muchas veces había maldecido furiosamente a Erwin por endosarle aquel condenado trabajo. Hoy, sin embargo, lucía tan vacío como él primer día que él puso un pie allí.

—¿Así que ya es definitivo? —le preguntó el otro acercándose hasta donde Levi se encontraba, sentándose de forma descuidada en la esquina del escritorio para verlo trabajar—. ¿Has presentado tu retiro anticipado?

Él asintió.

—Lo he hecho y lo han aceptado. De todas formas aún me queda un poco de papeleo por resolver, lo que es una mierda, ya que me obligará a tener que hacer un nuevo viaje hasta aquí solo para firmarlos; pero ya estoy fuera. —Al notar como el rictus de su amigo se torcía un poco al oírlo, Levi intentó suavizar su tono y no parecer tan desesperado por huir de allí—. Hoy solo he venido a recoger lo que quedaba aquí para desocupar la oficina; aunque como puedes ver, no es mucho.

Como si deseara comprobarlo con sus propios ojos, Erwin miró con curiosidad dentro de la caja que aún estaba abierta. Tal como él le había dicho, esta no contenía muchas cosas: papeles personales, informes sin sentido, material de escritorio junto a algún que otro libro que se había escapado de la primera caja y un par de tazas de té. Al contemplar lo poco que allí había, Levi no pudo evitar pensar en lo deprimente que resultaba el hecho de que, a pesar del mucho tiempo que trabajó en ese lugar, lo que le pertenecía fuera en realidad tan poco. Ni siquiera iba a extrañarlo, en realidad. Lo único que le importaba de esa ciudad, Isabel y Erwin, seguirían a su lado.

La repentina intrusión del otro al comenzar a revolver en la caja sin su permiso lo sacó de sus pensamientos, haciéndolo fruncir el ceño con disgusto al ver que agarraba algo.

—Esto es mío —le dijo su rubio amigo enseñándole un bolígrafo negro que Levi había guardado ordenadamente junto a todos los demás, temeroso de que fueran a reventarse durante el viaje y causaran un desastre.

—¿Cómo que es tuyo, cabrón? Si estaba en mi escritorio, me pertenece —lo reprendió arrebatándoselo. Al ver las huellas dactilares de este sobre la brillante superficie del lápiz, no pudo evitar torcer los labios en una mueca de repulsión—. ¡Joder, Erwin! ¿Cuántas veces te he dicho que no toques mis cosas con tus manos sucias? ¡Sabes que lo odio!

—Te recuerdo que me lo pediste prestado la última vez que trabajamos juntos y no me lo devolviste, Levi; así que sí, es mío —explicó este con una seriedad extrema que contrastaba con aquel arrebato infantil—. Además, mis manos están impecables —prosiguió, tendiendo ambas en su dirección para que él examinara sus palmas limpias y uñas perfectamente recortadas.

—Tch, quédate el puto bolígrafo entonces, me da igual —masculló, cerrando finalmente la caja y notando como su malhumor iba escalando a niveles alarmantes, probablemente porque apenas y había dormido algo durante la noche anterior. Al ver como las pobladas cejas del otro se fruncían ligeramente y sus ojos azules se oscurecían unos cuantos tonos, por completo pesarosos, Levi soltó un cansado suspiro y le preguntó medio en broma, medio en serio—: Oi, Erwin, no me digas que te pondrás a llorar por el jodido bolígrafo.

—¿Debería? —le preguntó este, volviendo a adoptar el mismo semblante educado e impasible de antes. Su máscara de perfecto e inalcanzable comandante.

—Quien sabe. A lo mejor la edad ya te está haciendo chochear.

Para su sorpresa, Erwin le dio una colleja en la cabeza que, a pesar de no estar pensada para hacer daño, lo desestabilizó lo suficiente para hacerlo trastabillar un paso hacia adelante. Molesto, Levi se volvió a verlo, fulminándolo con la mirada; sin embargo, cuando fue a devolverle el golpe, simplemente no pudo hacerlo. Algo en aquella sutil camaradería, en aquel día gris que se apreciaba a través de las ventanas y presagiaba mal tiempo, en aquella otra mirada cargada de pena, acabó por desarmarlo; por echarle encima mucho de lo que llevaba cargando durante todo esa semana y que ni siquiera se sentía capaz de comprender o admitir sin acabar hecho un puto lío.

—¿Sabes, Levi? Está bien que te sientas triste. Es humano. —Poniéndose nuevamente de pie, Erwin se dirigió hacia una de las pequeñas ventanas y miró a través de ella, volviéndole la espalda.

Por un instante, Levi estuvo tentado de burlarse y decirle que aquello era una tontería, que no tenía motivos para sentir tristeza cuando la decisión de su marcha era algo que él mismo había tomado, pero, ¿realmente no la sentía? Mucho de lo que llevaba pasando por su cabeza y su corazón durante los últimos días era como un cúmulo indescifrable de cosas extrañas: miedos, emociones y un sinnúmero de inseguridades. ¿Aquella decisión estaba bien? ¿Dejarlo todo de ese modo tan total y absoluto era lo correcto?

Dejar su puesto en el ejército, vender la casa que Farlan y él habían compartido, era cortar vínculos con todo lo que había sido su vida durante los últimos años, y daba miedo, carajo; asustaba como pocas cosas lo habían hecho en su vida. Aun así, su decisión no se había tambaleado ni un poco, y no por él, sino por Eren; por la certeza de saber que por muy mierda que se pusieran las cosas, este seguiría a su lado y le tendería una mano si fuese necesario, recordándole a cada paso que todo estaba bien y que podía seguir adelante.

Cuando el día anterior le dijo al mocoso que de ambos, él era el más valiente, las palabras de Levi no habían sido dichas solo para infundirle valor en esa situación que sabía le era difícil, sino porque también eran una completa verdad. Desde el primer momento en que se conocieron, Eren siempre se había mostrado mucho más valiente que él para enfrentar los embates de la vida, teniendo la asombrosa capacidad de seguir contemplando al mundo con ojos amables a pesar de todo el dolor que cargaba.

Observando su propio reflejo vestido por completo de negro, el recuerdo de su luto, Levi finalmente dejó escapar un tembloroso suspiro y dijo:

—Hay una chica, Frieda Reiss, que es la hermana mayor de una amiga de Eren. Ella tiene una floristería en Shiganshina, y ahora me está ayudando con todo lo necesario para saber qué pasos debo seguir antes de abrir mi tienda: hablar con los dueños de algunos locales en venta, ir a ver lo de los permisos, contactarme con algunos posibles proveedores… Joder, son tantas cosas que acaban volándote la cabeza —soltó casi atropelladamente, sin saber el real motivo de contarle al otro todo aquello—. Y la madre del mocoso, Carla, es amable, muchísimo. Ella lo quiere como ni te imaginas, y porque yo he decidido estar a su lado, se siente agradecida conmigo, ¿puedes creerlo? Conmigo que por lo general soy una basura de ser humano. Es una locura… Y tengo una mascota, una cachorra. No, realmente tenemos una mascota, porque fue idea del mocoso el traerla a casa, y es un total y absoluto desastre, te lo aseguro: orina en todos lados, deja sus juguetes tirados en cualquier sitio y se asusta por las cosas más absurdas, por lo que nos sigue a donde vayamos. El dejarla con los amigos de este por el fin de semana fue terriblemente difícil, ya que Morgana no paraba de llorar y Eren no dejaba de lloriquear por ello. —Levi dejó escapar una queda carcajada y miró el blanco techo del despacho, tan vacío como las paredes de este y su propia sensación al estar encerrado allí—. Joder, Erwin, estoy tan aterrado ante la posibilidad de hacer las cosas mal.

Durante unos minutos ninguno de ellos dijo nada, el silencio solo roto por el bullicio procedente desde fuera y el constante tictac del sobrio reloj negro que descansaba sobre la puerta.

—¿Lo dices por lo ocurrido con Farlan? —le preguntó su amigo finalmente. Él solo asintió en respuesta—. Levi, no puedes seguir culpándote por ello.

—Y no lo hago. Ya no; o por lo menos no como solía hacerlo —le aseguró, teniendo la total certeza de que aquello era verdad—. Pero… ¡demonios, Erwin! Las cosas entre nosotros se arruinaron tanto, fue tanto lo que hice mal por ese entonces, que ahora muchas veces me horroriza la posibilidad de cometer los mismos errores con Eren, por más que intente evitarlos. A veces, cuando le veo tan confiado a mi lado, tan seguro de que si estamos juntos todo estará bien, tengo miedo de acabar estropeando las cosas y causándole tanto sufrimiento como se lo provoqué a Farlan.

Poner aquello en palabras, pensó Levi, no estaba resultando fácil. Confesar sus miedos a alguien más los volvía por completo reales, tanto como el hecho de estar de regreso en Stohess con todo lo que eso implicaba.

Lo cierto era que durante los últimos meses no había pensado demasiado en todas las cosas que había dejado allí tras marcharse a Shiganshina, probablemente porque no sentía un apego emocional especial por aquella ciudad, y todo lo que su nueva residencia estaba significando para él en ese momento opacaba el resto; pero ahora, que volvía a estar en la vorágine que aquel sitio siempre resultaba, que había regresado a la casa que él y Farlan compartieron por tantos años, y donde muchas veces tuvieron que enfrentar lo peor de su relación, Levi se sentía desbordado, como si todo lo que llevaba tanto tiempo conteniendo amenazase con explotarle a la cara de golpe; y era una mierda.

De hecho, pensó él, era casi ridícula la manera en que las tornas se habían volteado. Meses atrás, la sola idea de regresar a Shiganshina, con todo los malos recuerdos de su infancia que esta albergaba, le resultaba dolorosamente insoportable; hoy, no obstante, lo único que deseaba era poder escapar de vuelta allí, porque esta representaba su lugar seguro y todo lo que deseaba para su presente y su futuro, mientras que Stohess era un recordatorio oscuro y deprimente de todos sus fallos y equivocaciones pasadas.

—No porque las cosas se hayan complicado con Farlan, significa que vaya a ocurrir lo mismo en tu relación con Eren, Levi —aseveró Erwin, volviéndose para mirarlo con los brazos cruzados sobre el amplio pecho y una resignada expresión de conmiseración pintada en el rostro.

—Tampoco nada me asegura que no —contravino él.

Al oírlo, su amigo dejó escapar un suspiro y negó lentamente, permitiendo que la escasa claridad que entraba por la ventana arrancara suaves destellos dorados a su siempre bien peinado cabello rubio.

—Y por eso necesitas dar un salto de fe —le aseguró este con aquel tono paternalista que a Levi casi siembre le enervaba, pero que, contrariamente, en esa oportunidad le vino bien—. Mírame a mí con Hange, por ejemplo. La amaba, y aun así cometí errores terribles con ella, y supongo que de cierto modo ella también los cometió conmigo. Nos queríamos, y sin embargo llegamos a un punto en que nos hacíamos tanto daño que comenzamos a odiarnos. Terminar nuestra relación fue lo último que pudimos hacer bien para salvar el amor que aún nos quedaba, y es debido a ello que hasta el día de hoy podemos ser amigos —reconoció Erwin con pesar—. Si quieres que sea honesto, a veces me duele un poco saber que ella va a ser feliz con alguien que no sea yo. Resulta duro, provoca un poco de celos y lastima el orgullo terriblemente, ¿pero sabes, Levi? Va a ser feliz, y eso compensa todo lo demás.

Aquella confesión por parte del otro resultó al mismo tiempo impactante y un poco dolorosa, probablemente porque él siempre había sido amigo de ambos y debió sobrellevar con ellos esa ruptura y la posterior restructuración de su amistad.

Lo cierto era que Levi, en el fondo, siempre había creído que la relación de Erwin con Hange representaba más amistad que otra cosa. Durante todo el tiempo que estos estuvieron juntos como una pareja, pocas veces los vio discutir, o por lo menos no tanto como él y Farlan lo hacían; además, sus malos entendidos solían solucionarse con facilidad, también a diferencia de lo que pasaba con ellos dos. En ese momento, no obstante, viendo lo abatido que parecía su amigo al contarle aquello, solo podía preguntarse cuan ciego había estado durante ese periodo de su vida debido a sus propios problemas.

—Aun así —insistió él—, tu situación y la mía son por completo diferentes, Erwin. Hange y tú han podido solucionar las cosas; yo en cambio…

—Lo sé, amigo, lo sé. Sin embargo, Levi, en estos últimos meses has cambiado más de lo que crees. Has cambiado tanto que no puedo evitar darme cuenta de cuanto has crecido.

Enarcando una de sus negras cejas al captar el doble sentido tras sus amables palabras, él mismo cruzó los brazos frente al pecho y le espetó, molesto:

—Si esta es tu manera de hacerte el gracioso conmigo, cabrón, que sepas que no me causa ni puta gracia.

—Ese lenguaje, Levi —lo regañó Erwin, suspirando a penas; sin embargo, una sutil sonrisa se dibujó en sus labios, delatándolo—. Además, no es una broma, lo digo completamente en serio —aseveró al tiempo que regresaba hacia el escritorio y volvía a tomar asiento sobre este, sin romper para nada con su imagen de militar perfecto y correcto—. Sabes, Levi, cuando te conocí por primera vez eras como una granada: inteligente, afilado y lo suficientemente peligroso para explotar en cualquier momento, arrasando no solo contigo, sino que también con todos los que estuvieran a tu alrededor. Por ese entonces eras terrible y dabas miedo, muchísimo; motivo por el que no me agradabas y te odiaba un poco.

Tras el shock inicial que le produjo aquella inesperada confesión por parte de Erwin, Levi tuvo que reconocer que este tenía un poco de razón en lo referente a su pasado. Aun así, cuando habló lo hizo un poquito resentido:

—Tch, ahora me siento en desventaja. Debería haberte dado una paliza por ese entonces, cabrón. Hubiese estado justificada.

—Sí, deberías haberlo hecho —admitió Erwin riendo someramente—; pero la verdad es que mi desagrado por ti tampoco duró mucho, solo hasta que te vi junto a Farlan y comprendí que en el fondo no eras tan molesto. De alguna manera impensable, él siempre solía sacar lo mejor de ti; aquello que no dejabas ver a cualquiera.

Analizándolo desde aquella perspectiva, Levi debía reconocer que su amigo tenía razón. Por aquel entonces la vida le resultaba una burla constante y se sentía demasiado resentido con todo el mundo, especialmente él mismo, motivo por el cual detestó a Farlan nada más conocerlo: demasiado superficial, demasiado alegre y amistoso, demasiado idiota, Aun así, fue tanto lo que este insistió para acercársele, que Levi acabó cediendo por cansancio, hasta que sin saber siquiera cómo, terminaron siendo amigos.

Sí, Erwin tenía absoluta razón al decir que él nunca había sido alguien especialmente agradable, pero aun así hasta el día de hoy estaba rodeado de personas que lo apreciaban, incluso podría decirse que contaba con una familia; sin embargo, Levi sabía con total seguridad que nada de eso lo había obtenido solo por sí mismo, sino gracias a Farlan que insistió lo suficiente con él, que creyó lo suficiente en él, para pensar que valía la pena y merecía todo aquello.

—Y ya nuevamente comienzas a sentir culpa —lo atajó su amigo, meneando la rubia cabeza y soltando uno de sus tantos suspiros de cansancio—. ¿Sabes, Levi? A pesar de que estaba al tanto de que a veces ambos tenían muchos problemas, yo nunca cuestioné si Farlan era bueno o malo para ti, simplemente asumí que él «era», porque representaba una parte fundamental de tu vida sin la cual no podías estar; y fue por eso mismo que tras su muerte, Hange y yo sentimos tanto miedo. Por primera vez en mucho tiempo no parecías encajar en ningún sitio, por más que lucháramos e intentáramos hacerte entender que su fallecimiento no era tu culpa y debías seguir adelante. Nosotros no éramos suficiente porque no éramos él, y nada de eso cambio hasta que decidiste regresar a Shiganshina y conociste a Eren.

Ante el nombre del mocoso, Levi no pudo más que estar de acuerdo en lo mucho que su vida había cambiado en tan poco tiempo. Si lo pensaba con detenimiento, solo era desde hacía unos cuantos meses atrás que lo conocía; pero, de alguna forma curiosa, cuando estaba junto a este se sentía casi como otra vida. Como si encontrar a Eren hubiese marcado un antes y un después de todo lo que él había conocido y sido hasta ese momento.

—Al igual que tú —prosiguió Erwin con cierto pesar—, soy un completo desastre en lo referente a relaciones amorosas, por lo que no puedo asegurar si tu relación con Farlan hubiese durado o no en el tiempo. Puede que sí, puede que no, eso es algo que probablemente nunca sabremos con certeza; pero si tengo seguridad de algo, es de qué conocerlo y amarlo te hizo bien, Levi. Querer a Farlan te brindó la oportunidad de permitirle a otros entenderte y apreciarte; de permitirte bajar lo suficiente la guardia para dejar que alguien más cuidara de ti y te amase como te mereces. Y es por eso mismo que creo que conocer a Eren también es un regalo para ambos. Has avanzado y crecido lo suficiente para ser quien en esta oportunidad quiera amar y cuidar de alguien más; quien tiene el valor suficiente para arriesgarlo todo por ese alguien sin pensar en las consecuencias.

Inspirando profundo y reteniendo el aire unos segundos antes de dejarlo ir lentamente, Levi miró con velada curiosidad a su amigo antes de atreverse a preguntar:

—Entonces, Erwin, ¿te parece bien que desee cortar así con todo? ¿Qué desee hacer un cambio tan radical en mi vida?

—Me parece bien —reconoció este sin el menor atisbo de duda—. No niego que te extrañaré y será doloroso el no contar contigo por aquí, pero aprecio mucho más el tenerte de regreso y bien en mi vida, Levi. Con todo lo bueno y lo malo que eso pueda significar.

Una ligera sonrisa asomó a sus labios y clavó la vista en sus manos apretadas con fuerza sobre la superficie del escritorio. Ciertamente, él no había ido hasta allí esa mañana con la intención de encontrarse con Erwin, mucho menos esperando recibir su aprobación ante sus descabellados planes; pero aun así, al oírlo decir todo aquello, al saber lo que este en realidad pensaba sobre su decisión, Levi se sintió increíblemente aliviado.

Demonios, era patético lo mucho que se estaba ablandando con los años.

—Tch, que cobarde de mierda soy —se burló de sí mismo al notar como las manos le temblaban un poco debido a la ansiedad y a todas las emociones que lo embargaban en ese momento—. A pesar de saber que lo que estoy haciendo es lo correcto, sigo estando asustado.

—¿Y quién no lo está, Levi? —preguntó Erwin finalmente, rompiendo aquel silencio entre los dos—. Si la vida fuera siempre una apuesta segura, no valdría la pena jugar en ella. ¿No es acaso el futuro nuestro compañero de póker? Lo interesante es descubrir que mano será la que saldrá de la baraja e idear que es lo que puedes hacer con ella.

Al oír de labios de su amigo aquellas palabras que tantas veces había repetido Farlan para él cuando la vida se volvía demasiado cuesta arriba, Levi sintió que algo dentro suyo se rompía en pequeños trozos antes de volver a pegarse. Su esencia obviamente ya no sería la misma, porque era imposible, pero eso no eclipsaba el hecho de que el efecto de mirar a través de aquel cristal siguiera siendo añorado y hermoso.

—Entonces, confiemos en que esta vez mi mano sea la adecuada —le dijo a su amigo y apiló juntas las dos cajas para tomarlas entre sus brazos. Erwin, que seguía viéndolo con su total atención, asintió—. Ya debo marcharme. Gracias por todo, comandante. Ha sido un placer trabajar contigo; aunque desease matarte unas cuantas veces durante estos años.

—Lo mismo digo —repitió este, con un brillo en sus ojos azules que se parecía peligrosamente al de las lágrimas contenidas.

—Y muchas gracias por todo, Erwin —añadió a continuación, poniendo en cada una de sus palabras la inmensa gratitud que sentía hacia ese hombre por todo, absolutamente todo lo que había hecho por él, no solo durante los últimos meses, sino que a través de todos los años que se conocían. Una deuda tan enorme que Levi no creía le alcanzase la vida para saldarla—. Te espero en Shiganshina.

En aquella oportunidad no obtuvo respuesta, pero a él le pareció mejor de esa manera. Tantas emociones entre ambos eran siempre algo complicado de manejar y ninguno de ellos era alguien especialmente dado a las muestras de sentimentalismo.

Dirigiéndose hacia la puerta sin mirar atrás, sujetó las cajas con una mano y abrió esta con la otra; sin embargo, al oír que el otro lo llamaba detuvo su marcha, volviéndose lo suficiente para mirarle con renovada curiosidad.

—La muerte de Farlan no solo fue tu pérdida, Levi, sino que también la de todos nosotros. Mi dolor no puede equipararse al tuyo, pero eso no lo hace menos, ya que también tuve que dejar ir demasiado pronto a un amigo —le dijo Erwin, ante lo que él solo pudo contener el aliento—; sin embargo, es por esa amistad que Farlan y yo compartimos, que sé algo con total certeza, y eso es que no hay nada que él deseara más en su vida que tu felicidad, al coste que fuera; tanto que si hubiese sabido que esa felicidad no estaba a su lado, sino que junto a alguien más, incluso en otro lugar, habría sido lo suficientemente valiente para dar un paso al costado y ser el primero en alentarte a que fueses por ello.

Sorprendido y algo confundido, sin saber que más decir, Levi asintió solemne y salió de aquella oficina que le había pertenecido por tantos años y que aun así le resultaba tan ajena. Y a cada paso dado, a cada error perdonado, no pudo evitar sentir como poco a poco el peso que atormentaba su corazón comenzaba a aligerarse hasta que solo la gratitud y las esperanzas quedaron en este.

Aquel cambio en su vida, confiar en su amor naciente por Eren, era su salto de fe.

 

——o——

 

—¿Podrías explicarme por qué demonios alguien necesita de tantos libros en su vida? —protestó Izzi por centésima vez en lo que iba de aquella hora.

Al ver como esta observaba con renovado odio un desgastado ejemplar de empaste gris azulado, Eren se apresuró a quitárselo de las manos antes de que lo lanzase sin piedad alguna a la nueva caja que ahora estaba llenando.

—Porque leer es bueno e interesante —replicó él al tiempo que la empujaba con suavidad lejos del enorme estante de libros que cubría por completo una de las paredes de lo que era aquel pequeño despacho.

Esta, frunciendo sus pelirrojas cejas, se cruzó de brazos y observó la desordenada estancia con cierto reproche.

—Pues yo odio leer. Cada vez que pienso en ello lo asocio a horas y horas de estudio, horas y horas de regaños y tutores insufribles intentando meterme cosas absurdas en la cabeza, horas y horas de informes de trabajo que rebotan en mi cerebro —le dijo Izzi mientras se acercaba a uno de los dos esquineros que allí había y comenzaba a decidir que valía la pena guardar, para enviar a la casa de Levi en Shiganshina, y que debía quedarse para obsequiar—. Y a ti, Eren, ¿qué es lo que te gusta leer?

Apartándose con una mano los mechones de cabello que caía por su frente, él se encogió de hombros.

—Lo normal, supongo. Algún que otro libro que sugiera una historia interesante, revistas de historietas, libros sobre fotografía y técnicas fotográficas. Antes leía mucho sobre medicina y no me desagradaba.

—Pues entonces, buena suerte con mi hermano —le dijo Isabel—. Antes de que te des cuenta, acabará llenando la casa de libros.

—Bueno, es su casa; Levi puede hacer lo que guste con ella, ¿no?

La chica dejó escapar un resoplido nada femenino y limpió sus manos empolvadas en el enorme suéter turquesa que ese día llevaba en conjunto a sus celestes vaqueros deslavados y sus azules deportivas que la hacían parecer diminuta.

—Sí, de momento. Pero las cosas cambiarán gradualmente cuando comiencen a vivir juntos.

A pesar de que el corazón le dio un vuelco al oír aquello, Eren intentó mantener bajo control sus expresiones para que estas no delataran su nerviosismo. Sonriendo un poco burlón a la chica, le dijo con tono calculadamente despreocupado:

—No creo que eso ocurra luego, Isabel; Levi y yo apenas llevamos saliendo poco más de un mes.

—Lo sé, pero aun así estoy segura de que ocurrirá tarde o temprano —reafirmó esta—. Así como te advertí de que mi hermano es terriblemente sobreprotector, también es un egoísta de lo peor. Odia que otros toquen sus cosas, detesta que lo que lo que considera suyo pueda estar lejos de sus ojos. Supongo que se debe a su TOC y a que este lo hace sentir nervioso.

—Bueno, comprendo el punto, pero dudo que eso pueda asociarse a las personas, Isabel.

—Lo hace, créeme —insistió esta, levantando una figura deforme y mirándola con ojo crítico—. Lo conozco mucho más tiempo que tú y sé de qué hablo. Mi hermano puede parecer muy frío y bien controlado, pero suele ponerse ansioso por las cosas más pequeñas y absurdas. Te aseguro que si pasaras una semana entera sin llamarle o aparecerte por su casa, comenzaría a desesperar de los nervios al pensar en tantas tonterías. —Eren rio disimuladamente al oírla, sin poder evitar pensar en cuanta verdad tendrían aquellas palabras y si es que debería inquietarse un poco de ser así. De forma extraña, no lo hacía—. Por cierto, esta se la tendrán que llevar sí o sí, porque la hice yo de regalo para Levi cuando tenía diez años. Es una bailarina —añadió, enseñándole la estatuilla con orgullo.

—¿De verdad? —preguntó él, abriendo los ojos al verla más de cerca y soltando una pequeña carcajada debido al desastre colorido y sin forma que esta era.

—De verdad; así que deja de reírte si no quieres que estampe uno de esos pesados libracos en tu cabeza. Si te mato por accidente, te cubriré con todos estos libros y me defenderé asegurando que la biblioteca colapsó y no pude hacer nada para salvarte.

Eren rio aún más.

—Bueno, me disculpo entonces. Creo que tu trabajo es… interesante.

—Pues no lo es. Es horrible —lo contravino Isabel—; pero aun así está hecha con todo el amor de mi dulce corazón de niña, por lo que es valiosa. Asegúrate de que mi hermano la coloque en la sala donde todos puedan apreciarla.

—Entendido —respondió él, divertida y obedientemente. Sin pensar mucho en lo que hacía, posó una mano sobre la pelirroja cabeza de esta y la acarició.

Durante unos segundos ambos se quedaron perplejos por aquello; Isabel mirándolo con sus enormes ojos verdes llenos de una emoción difícil de discernir y Eren sin saber que hacer a continuación. Había actuado por instinto, del mismo modo en que solía hacerlo con Annie o Historia, olvidando por completo la difícil relación que tenía con aquella otra chica. Durante una fracción de segundo, pensó en disculparse por aquel arrebato, pero temió hacerla sentir mal, por lo que prefirió mantener la boca cerrada. Por otro lado, tomarse aquello tan a la ligera tampoco parecía la situación correcta…

Finalmente, fue Izzi la primera en volver a la acción. Poniéndose de puntillas, estiró sus brazos para sujetar sus mejillas y apretarlas un poco; no lo suficiente para hacerle daño, pero sí en un evidente gesto de reclamo.

—Odio a los chicos altos, porque siempre me hacen sentir en desventaja; aun así, eres un chico alto y guapo, Eren Jaeger, así que voy a perdonarte por ahora.

Asintiendo apenas, él la vio alejarse. Isabel, como si nada hubiese ocurrido, volvió a concentrarse en su trabajo de vaciar los esquineros, cantando a todo pulmón la canción que sonaba desde la lista de reproducción de su móvil y haciéndolo sonreír mientras comenzaba a guardar ordenadamente los libros del estante.

A pesar de que jamás rondó por su cabeza la idea de que se pasaría toda la mañana de aquel sábado embalando las cosas de la casa de su novio junto a su hermana pequeña, los planes que Levi y él tenían se vieron cambiados bruscamente con la inesperada llegada de Isabel.

Antes de marcharse la noche anterior, Izzi les había prometido pasarse por allí después de la hora de almuerzo para ayudarles con el trabajo de separar las cosas para la mudanza, por lo que Levi había insistido para que él lo acompañase mientras resolvía el asunto de su retiro anticipado; no obstante, esa misma mañana la chica se había aparecido en su puerta cuando apenas desayunaban, informándoles que, por motivos de trabajo, debía viajar de manera urgente a Mitras esa tarde, por lo que solo podría ayudarlos hasta después del almuerzo, ya que luego debía prepararse para tomar un vuelo.

Y fue así como Eren decidió quedarse trabajando junto a esta a pesar de que su novio había insistido en que a Isabel no le importaba quedarse sola hasta que ellos regresaran, algo que sabía era cierto porque ella misma se lo dijo; aun así, él simplemente no pudo hacerlo. Si su madre se llegara a enterar en alguna oportunidad que había dejado todo aquel pesado trabajo a una chica, esta lo mataría.

En la siguiente hora, y tras un arduo esfuerzo, Eren logró guardar todos los libros que llenaban el estante en cajas que había ido apilando en un rincón del despacho. Poniéndose de pie para estirar su espalda, observó lo que les quedaba por hacer allí, lo cual ya no era mucho. Al ser una habitación no demasiado espaciosa, entre los dos habían logrado desocuparla casi completa en menos de dos horas.

Aparte del escritorio de vidrio y metal que era enmarcado por el enorme ventanal que daba al hermoso patio trasero, la estantería con libros que repletaba una de las blancas paredes era lo que dominaba aquella estancia. Nada más entrar allí, Isabel le había informado que casi todos estos pertenecían a Levi, por lo que iban a llevárselos a Shiganshina, algo que él confirmó al ir revisando los títulos mientras los guardaba y ver que se correspondían con los gustos de su novio. El resto del mobiliario por otro lado, consistía en un cómodo sofá de dos cuerpos, forrado en tela gris oscuro, y dos muebles esquineros repletos de adornos y fotografías.

Observando aquel espacio desde un punto de vista más profesional, Eren podía asegurar que contrastaba terriblemente con el resto de la casa y su aire más cálido y acogedor. Aquel sitio era frío e impersonal, el tipo de lugar que recordaba las preferencias de Levi y su simplicidad. De toda la casa, era la habitación que más le había gustado y donde se sentía más cómodo.

Sacudiéndose los restos de polvo adheridos a sus vaqueros azules y la roja sudadera que llevaba ese día, observó cómo Isabel terminaba de apuntar con el rotulador el contenido de las cajas ya cerradas.

—Creo que hemos trabajado bastante bien aquí. Aparte de las cosas que quedan del escritorio, ya no hay mucho más que hacer. Mi hermano ha decidido que no va a llevarse ninguno de los muebles —le informó esta, apoyando sus manos en la parte baja de su espalda para masajearla. Al ver que él doblaba con meticulosidad un par de mantas que estaban sobre el pequeño sofá, alzó sus cejas y le preguntó intrigada—: ¿Quién de ustedes durmió aquí?

—Levi —respondió él sin mirarla, terminando de apilar todo sobre el mueble para luego subirlo al cuarto.

—¿Y tú?

—Cuarto de invitados. —Al notar como esta lo miraba con obstinación, Eren levantó la cabeza y añadió—: Levi insistió en que tenía algunas cosas que organizar para su reunión de hoy, por lo que prefería pasar la noche aquí ya que no sabía a qué hora acabaría. No era algo en lo que yo pudiese ayudarle, de todas formas, así que me envió a dormir.

La mirada que Isabel le dedicó, llena de silencioso entendimiento y conmiseración, le dolió tanto como la noche anterior lo hizo la certeza de que el trabajo tenía bastante poco que ver en la decisión que tomó su novio de mantenerlo a distancia.

—Dudo mucho que haya dormido algo —le dijo Isabel, molesta, tomando asiento tras el elegante escritorio—. Seguramente el muy tonto se pasó toda la noche en vela.

Eren no dijo nada, pero asintió en silencio, dándole la razón.

La noche anterior, luego de que cenaran e Isabel se marchase, Levi y él habían trabajado durante unas cuantas horas desarmando la sala y el comedor, avanzando así el trabajo del día siguiente.

Durante ese tiempo compartido, Eren había ido notando como, a pesar de lo duro que lo intentaba, su novio parecía más y más melancólico a medida que la noche avanzaba, como si el solo hecho de estar en aquella casa le fuese minando energías y ánimo. Él no había necesitado ser un genio para saber por qué: Levi no podía dejar de pensar en Farlan.

Y fue por ese motivo que no resultó una sorpresa cuando este le dijo que se quedaría en el despacho esa noche, y tampoco lo fue el que no pudiera conciliar el sueño. Eren, igualmente inquieto, se había despertado a cada tanto solo para oír a Levi dar vueltas por la casa como si fuese un espectro.

Dios, hacía meses que no pasaba una noche tan mala.

—Temo que todo esto va a tener que revisarlo mi hermano —le dijo Izzi, leyendo unos cuantos papeles de las pilas que estaban sobre el escritorio, cambiando de tema en forma abrupta—. Tan solo pondré las cosas en una caja y la dejaré abierta hasta que él lo vea más tarde, ¿te parece bien? —Al caer en cuenta de que los verdes ojos de Isabel lo observaban inquisidores, él intentó mejorar su semblante taciturno y asintió; esta, no obstante, solo dejó escapar un largo y pesado suspiro, negando lentamente—. Aaah, Eren, eres tan obvio. No puedo creer que el recuerdo de Farlan te afecte a ti también.

—No de la forma que piensas, Isabel —se apresuró a defenderse, no queriendo que esta lo malinterpretara. Algo abochornado al saberse descubierto, clavó sus ojos verdeazulados en el pulido suelo de oscura madera y dio unos cuantos golpecitos en este con el pie. Si tan solo hubiese podido tener su cámara entre las manos…

—Sabes, Eren, reunirnos aquí este fin de semana, desarmar la casa y decidir que se hará con todo esto, para Levi y para mí es como un cierre a la vida que conocimos hasta hace dos años atrás. Lo supe en cuanto él me llamó para informarme que vendría y pedirme ayuda, y aunque me duele, sé que es un paso necesario para ambos si deseamos avanzar. —Abandonando su puesto tras el escritorio, Izzi se acercó hasta el sofá, sentándose en este y palmeando a su lado para que él hiciese lo mismo, cosa que obedeció—. No sé por qué motivo mi hermano te trajo con él si sabía lo doloroso que resultaría, pero creo que ambos tienen sus razones para ello; aun así, y aunque sé que es injusto, te pido que soportes un poquito más y seas valiente, Eren. Comprendo que ahora todo puede parecerte muy difícil e injusto, pero te aseguro que una vez mañana se marchen de vuelta a Shiganshina, una vez regresen a la vida que conocen, todo volverá a la normalidad.

—¿Y tú estás bien con eso? —le preguntó, sabiendo perfectamente lo angustiante que debía ser para Isabel el intentar reconfortarlo así, lo mucho que debía dolerle.

En los labios de esta se dibujó una sonrisa algo rota.

—Para nada, ha sido un fin de semana de mierda, tanto que el tener que viajar a Mitras para una aburrida reunión de negocios se sintió casi como un regalo, ¿puedes creerlo? —Izzi meneó la cabeza y chasqueó la lengua en una perfecta imitación de Levi—. No quiero despedirme aun de mi hermano, pero sé que debo hacerlo. Creo que ya es tiempo de que dejemos descansar a Farlan. Ha hecho más que suficiente por nosotros dos, ¿no crees?

A pesar de que después de su conversación con Levi, Eren se sentía bastante más reconciliado respecto a todo lo que tenía que ver con el hermano mayor de Isabel, todavía hablar tan abiertamente de este le resquemaba un poco.

De manera sorprendente, y como si presintiera su incomodidad, desde el día anterior la chica se había mostrado muy cuidadosa cada vez que traía a Farlan a la conversación, hablando solo lo justo de él para explicar sus puntos e intentando no hacerlo permanecer entre ellos como un recuerdo vivo, a diferencia de lo ocurrido durante su anterior visita a Shiganshina.

El saber que era por su causa, solo lo hizo sentir tan agradecido como culpable por quitarle a esta esa oportunidad de dejar salir su dolor. Fuera como fuese, para Isabel estar allí, desarmando aquella casa y sabiendo que ninguno de los que allí vivieron y la acogieron volverían, debía ser desgarrador. Tan doloroso como quitar una costra cuando la herida apenas y había sanado, observando como la sangre volvía a fluir mientras fingías que el dolor no estaba allí, que no importaba.

—Mi hermana, Mikasa, es alguien mucho más valiente y fuerte que yo —le dijo a Izzi. Esta, con su habitual curiosidad, le prestó total y completa atención, observándolo con sus oscuros ojos verdes bien abiertos—. Cuando éramos pequeños, y no tan pequeños, yo solía meterme en peleas de todo tipo, muchas de ellas increíblemente absurdas e imposibles de ganar. Entonces, cuando ya me estaban pateando el trasero, aparecía Mikasa y acababa dándoles una paliza a los otros chicos por mí. Aquello era en realidad muy frustrante, me hacía sentir terriblemente patético en ese entonces y me enfadaba mucho con ella, por lo que teníamos discusiones horribles.

—¿Y ahora no? —le preguntó Isabel con genuina curiosidad.

—No, ahora no. Ya solo me meto en peleas que sé puedo ganar —le dijo, sonriéndole burlón, por lo que esta le pegó un puñetazo en el brazo y sonrió a su vez—. Además, ella y yo ya ni siquiera hablamos mucho —reconoció Eren con un ligero suspiro—. Supongo que extraño esos días.

Apoyando los codos sobre sus muslos, Isabel dejó caer la cara entre sus manos y miró al vació mientras asentía.

—Sé perfectamente lo que es eso. Cuando tenía catorce, me conseguí un novio. Bueno, no era un novio real, solo un chico que me pidió salir y me pareció divertido el intentarlo. Aun así, estaba muy emocionada. —Al menear la cabeza, su rojiza coleta se agitó en todas direcciones—. El verdadero problema vino cuando Farlan se enteró. Nada más decirle que tenía un novio, me interrogó tanto sobre él que pareció más un tercer grado que una charla entre hermanos. Levi se lo tomó con más calma, o por lo menos lo hizo en apariencia. Dos días después, aquel chico terminó conmigo, ¿puedes imaginar el por qué?

—¿Tu hermano fue a hablar con él?

—¡Exacto! —exclamó la chica exaltada—. Sin que apenas le dijese nada, Farlan averiguó quien era y fue a aclararle las cosas. Cuando me enteré me puse furiosa, por supuesto, y no le hablé durante una semana completa. Aun así, mi hermano siguió haciéndolo con cada uno de los chicos con los que salía, y cada vez que eso pasaba, me daba cuenta de lo idiotas que estos eran, porque si yo les hubiese gustado lo suficiente, ni siquiera el miedo los habría apartado de mí —aseveró la chica con total seguridad—. Desde que Farlan murió, no he vuelto a aceptar ni una sola cita, ¿sabes? Supongo que en el fondo temo acabar equivocándome en mi elección y que él no esté allí para abrirme los ojos.

Eren, sintiendo una profunda congoja que no comprendía del todo, tragó con cierta dificultad, pero no apartó los ojos de esta.

—Aun tienes a Levi.

—Lo sé, y me tengo a mí misma; pero es difícil acostumbrarse a ir por tu cuenta y no depender siempre de los demás. —Volviendo su verde mirada de bosque hacia él, Isabel le preguntó—: ¿Por qué no hablas con tu hermana, Eren? Recuerdo que dijiste que ella sí acepta el hecho de que te van los chicos y no creo que tenga problemas respecto a que estudies Fotografía como lo hace tu padre. Entonces, ¿qué hace que dos hermanos se distancien de esa manera si eran tan unidos de pequeños?

Al no esperar aquel tipo de pregunta, durante unos segundos él se quedó completamente en blanco, sin saber que decir. Isabel lo seguía mirando por completo atenta, con aquellos ojos llenos de interrogantes mientras Eren sentía a su corazón latir desenfrenado dentro de su pecho, angustiado y asustado a partes iguales; pesaroso y al mismo tiempo desesperado por encontrar absolución.

¿Qué diría aquella chica si le contaba su historia? ¿Lo juzgaría o se pondría de su parte? ¿Comprendería su dilema o pensaría que todo lo que obtuvo estuvo bien merecido?

Desde el último encuentro que Mikasa y él habían tenido durante Navidad, Eren había intentado no pensar mucho en ello, permitiendo que el tiempo pasase y ayudara a sanar la herida. Su relación con Levi y su nueva determinación a avanzar le habían permitido aquello, distrayendo su mente en otras cosas menos dolorosas y dejándole así poner algo de distancia con su familia y el dolor que esta constantemente le causaba. Aun así, él sabía a la perfección que los problemas que tenía con su hermana menor no podrían solucionarse así de fáciles, por más que lo deseara. Añoraba recuperar su relación con Mikasa y volver a tenerla en su vida; sin embargo, la culpa y la vergüenza persistían, y hasta que no pudiese aprender a convivir con ello, a perdonarse, estar juntos les sería imposible.

Hallándose tan perdido en sus pensamientos, en su dolor, Eren no se percató de que Isabel se había puesto de pie para quedar a su lado. Aun sentado en el sofá, contuvo el aliento cuando sintió que los pequeños y delgados brazos de esta lo rodeaban con cálida suavidad, abrazándolo.

—Ya, ya. Está bien, Eren. No tienes que decirme nada si no lo deseas —oyó decir consoladoramente a Izzi. Al sentir el ligero calor correr por sus mejillas, comprendió que estaba llorando.

Y aquello, tuvo que reconocer, fue al mismo tiempo extraño y reconfortante. Esa muchacha resultaba por completo diferente a las mujeres que solían formar parte de su vida, pero aun así él se sintió seguro a su lado. De manera torpemente hábil, Izzi había comenzado a susurrarle palabras de consuelo que no tenían ningún sentido, pero que de todas formas calmaron parte del enorme cúmulo de emociones negativas que venía guardando desde hacía días, y no solo por Farlan y lo que este significaba para Levi, sino que también debido a su propia vida que parecía seguir estando en un eterno punto suspensivo hasta que reuniese el valor suficiente para cerrar todo aquello y comenzar nuevamente.

—Lo siento —murmuró él, todavía ocultando su congoja contra el pecho de Isabel y sintiendo como sus pequeños dedos acariciaban su cabeza suavemente, por lo menos hasta que estos mismos bajaron hacia sus mejillas y lo obligaron a levantar el rostro para que la mirara.

Temiendo parecer completamente patético, aunque de seguro lo era, Eren intentó bajar los ojos y apartarse, pero la fuerza de aquella chica era casi tan increíble como la de Historia cuando estaba determinada a algo.

—¿Por qué ni siquiera puedes dejar de ser guapo cuando lloras, Eren? —Haciendo un puchero con sus labios pintados de rosa, Izzi infló las mejillas y estiró las suyas hasta hacerlo protestar un poco a causa del dolor—. Es completamente injusto. Estoy segura de que de ponerme a berrear como un bebé, como por cierto acabas de hacer tú, luciría horrible. Tan espantosa y colorada como una manzana demasiado madura.

Agradecido porque esta abordara su momento de debilidad con la naturalidad y el buen humor que la caracterizaba, él inspiró profundo y decidió seguirle el juego.

—Ventajas de la buena genética. Mi madre es absolutamente hermosa —le dijo.

Dándole una nueva y suave palmada en la cabeza, Izzi asintió.

—La mía también. Lástima que me parezco terriblemente a mi padre.

Sin poder evitarlo, Eren rio, oportunidad que la chica aprovechó para poner algo de distancia entre ambos y sonreírle a su vez. En aquella ocasión, fue la mano de esta la que se posó sobre su cabeza y fue su turno de tener que levantar el rostro para verle, pero en vez de la animosidad cautelosa que Isabel siempre acostumbraba a mostrar, en vez de aquella amistad un poco fría, todo en esta hablaba de comprensión, porque aunque su pérdida no era la misma, seguía siendo igual de dolorosa.

—Habla con tu hermana e intenten arreglar las cosas, Eren. No tiene que ser mañana mismo, pero no dejes pasar mucho tiempo. Nunca sabemos cómo las cosas puede cambiar de un día para otro, y quedarnos con el arrepentimiento de todo lo no dicho, es lo peor del mundo.

Sin esperar una respuesta de su parte, Isabel volvió al escritorio y reanudó su trabajo, protestando y riendo a medida que encontraba cosas que iba echando en la caja sin ningún cuidado ni determinar su uso.

El resto del tiempo que compartieron esa mañana fue curioso, trabajando sin descanso mientras hablaban de todo un poco, Farlan incluido, y compartiendo una camaradería que antes no había estado allí. Isabel era bastante divertida cuando dejaba de lado su sutil crueldad, por lo que él acabó descubriendo, con cierta sorpresa, que ambos congeniaban más de lo que había parecido tras su primer encuentro.

Eren acababa de terminar de llevar las últimas cajas con libros al salón, cuando oyó la puerta de entrada abrirse. Al levantar la vista, se encontró con Levi que lo observaba a su vez desde el recibidor; una negra silueta en blanco y negro que desde aquella distancia lejana le recordó a sus primeros encuentros. Una lejanía que se vio completamente eclipsada por el cálido brillo de sus ojos grises al mirarlo.

Tras dejar las dos pesadas cajas que llevaba consigo sobre las que él ya tenía apiladas, su novio se quitó el negro abrigo y lo colgó de uno de sus brazos, acercándose luego para dejar un ligero beso sobre sus labios a modo de saludo.

—Hola, mocoso, ¿me has extrañado?

—Ya lo creo que sí. Isabel ha estado a punto de incendiar tus libros, por lo que he tenido que intervenir para evitar el desastre. —Levi sonrió someramente al oírlo y asintió con un sutil movimiento de su morena cabeza—. Por lo demás, hemos logrado trabajar en conjunto sin matarnos el uno al otro, como temías, así que ya tenemos desarmada casi toda la cocina, dejando solo lo imprescindible. También hemos dejado lista la habitación principal junto a su cuarto de baño; sin embargo, la habitación de invitados y el patio trasero han debido quedar para esta tarde. Ahora mismo Isabel se está ocupando de lo que queda en el despacho. ¿Cómo te fue a ti en la reunión?

—Bien, pero el idiota de Zackly me hizo ir de un lado a otro antes de dignarse a firmar los malditos papeles. Viejo bastardo —gruñó Levi, enseñándole el fólder donde tenía parte de los documentos de su retiro—. Además, me encontré con Erwin y tuvimos una despedida lacrimógena y emotiva que fue una auténtica mierda. Desde que nos despedimos el muy cabrón ya me ha enviado quince mensajes de texto hablando de lo mucho que me extrañará, ¡ni que fuese mi novia, joder! Iba a invitarlo a almorzar con nosotros mañana, pero creo que cambiaré de planes. Temo que acabe proponiéndome matrimonio con tal de no dejarme ir. Creo que tendremos que soportar su visita en Shiganshina mucho antes de lo esperado, mocoso.

Eren rio ante sus protestas, pero la sonrisa se congeló en sus labios cuando Levi, en un inesperado momento de debilidad, apoyó la frente contra su hombro. A pesar de la sorpresa que eso le produjo, él lo abrazó en respuesta, sintiéndose reconfortado y lleno al tenerlo entre sus brazos, completamente en calma; o por lo menos fue así hasta que oyeron un grito de dolor y luego una sarta de espantosas maldiciones por parte de Isabel que hicieron hasta a su novio fruncir el ceño.

Rápido como siempre, Levi se apartó de su abrazo y corrió a ver qué ocurría con su hermana, con él siguiéndolo a la zaga. Nada más entrar al despacho, se encontraron con una enfurruñada Isabel que estaba sentada en el suelo, al lado del escritorio, y miraba a este con un odio casi visceral.

—¡Joder, mocosa de mierda, que susto nos has dado! ¡¿Qué demonios te ocurre ahora?!

—Que casi me arranco una puñetera uña intentando abrir esta porquería —explicó Izzi entre dientes, enseñando su mano izquierda, desde donde su dedo índice chorreaba sangre. Poniéndose de pie con algo de dificultad, esta pegó una patada al lateral del mueble que lo hizo temblar—. ¡Maldito escritorio!

Indignado y aliviado a partes iguales, Levi se acercó hasta donde su hermana estaba y tomó su mano para examinarla. Luego de seguramente asumir que no necesitaría ir por atención médica, su novio sacó su blanco pañuelo del bolsillo y la vendó con este.

—Ve al cuarto de baño y pon el dedo bajo el chorro de agua; subiré enseguida para curarte. Ya nos encargaremos con el mocoso de terminar con esto más tarde.

Isabel asintió obediente, pero al ver que él iba a examinar el único cajón del escritorio que seguía cerrado, le advirtió:

—Ninguna de las llaves le hace y al parecer también está trabado. Intenté forzarlo porque no parecía demasiado resistente, pero fue inútil.

Teniendo una vasta experiencia al respecto debido a todas las veces que solía ocurrirle lo mismo con sus propios cajones debido a la gran cantidad de cosas que guardaba, Eren se acercó a este para examinarlo, tirando un par de veces para comprobar que la chica tenía razón.

—Creo que puedo solucionarlo; solo necesitaré de unos cuantos minutos. Ve por mientras a encargarte de Izzi —instó a Levi, poniéndose de pie para ir a la sala por la caja de herramientas—. Cuando regresen ya lo tendré solucionado —aseguró.

No más de quince minutos después, su novio regresó al despacho, con la negra camisa arremangada hasta los codos y expresión de haber sobrevivido a una batalla; algo que Eren pensó era bastante probable debido a los alaridos de dolor que había soltado Isabel desde la segunda planta y las maldiciones sulfuradas de Levi en respuesta a estos.

—¿Y? ¿No ibas a tenerlo solucionado a mi regreso? —le preguntó este con velada burla.

Aun sentado en el suelo y haciendo presión con un desatornillador mientras hurgaba con un alambre en la cerradura, Eren oyó el suave «clic» que hizo el seguro al girarse. Con una sonrisa de suficiencia dibujada en los labios, tiró del cajón y este se abrió fácilmente, logrando que su novio arqueara una de sus oscuras y delgadas cejas, sonriendo a su vez.

—Genial, Jaeger, ahora sé que tienes madera de delincuente. Muy útil.

Bufando en respuesta, él se apartó el cabello de la frente y demandó en su dirección:

—Mejor pásame esa caja a medio llenar, ¿quieres? Con Isabel teníamos la intención de acabar aquí antes de ir a comprar algo para el almuerzo. No hemos comido nada decente desde el desayuno.

Obedeciendo su petición, Levi se la acercó y se acuclilló a su lado para ayudarlo, decidido a terminar aquella fastidiosa tarea lo más pronto posible. Sin embargo, cuando Eren echó el último fajo de estos a la caja, sintió como algo resbalaba sobre el pulido suelo y bajó los ojos para buscarlo, encontrándose con la pálida mano de su novio que ya lo había recogido.

Al levantar el rostro para verle, la expresión de Levi al contemplar aquella pequeña caja negra, tan aterrada y muda, tan desconcertada y llena de dolor, hizo que su propio corazón doliera de manera insoportable; más aún cuando este la abrió y reveló su contenido.

Sortijas de compromiso. Aquellas que Farlan jamás pudo entregarle.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que el capítulo fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

En esta oportunidad, me alegra no haber tardado tanto con la actualización (el punto bueno de la cuarentena), por lo que confío en que la espera no les resultase tan larga. Aun así, y como temía, el capítulo fue mucho más largo de lo que esperaba al estructurarlo, por lo que me vi obligada a dividirlo en dos partes y por ello todavía queda una entrega más de lo que vendría siendo el viaje de Eren y Levi a Stohess; pero prometo que solo es un capítulo más. Luego de eso ya pasaremos a otra cosa, todo mucho más centrado en Eren.

Y sobre el capítulo en sí mismo, espero les gustase a pesar de ser un poco triste y a que ni Eren ni Levi interactuaron mucho entre sí. Ya en el próximo compensaré eso.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que las siguientes actualizaciones son todas para el fandom de SnK. Durante la próxima semana debería estar listo el nuevo capítulo de La Joya de la Corona (al fin después de tanto) y para el 30 de este mes el capítulo número dos de Zodiaco, dedicado a Tauro. Luego de eso, regresamos a In Focus.

Una vez más agradezco a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos, y alertas. Son siempre la mayor motivación para seguir con esto.

Mis mejores deseos para ustedes y sus cercanos en estos tiempos complicados. Un abrazo a la distancia.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).