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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 31:

Al Cerrar los Ojos

 

Quizá solo se trate de encontrar a quien te sigue mirando cuando tú cierras los ojos.

(Elvira Sastre, Baluarte)

 

 

 

A una semana exacta de su regreso a Shiganshina, Eren aun no podía creer como tantos pendientes se le habían acumulado en una ausencia tan corta. Durante los primeros cinco días de aquella semana, no había tenido absolutamente nada de tiempo para ir a ver a Levi, en parte debido a los muchos deberes que tuvo para la universidad, como también a un montón de visitas con las que debió cumplir, tanto a su madre, que tenía un sinnúmero de encargos para él, como a los dueños de algunas tiendas de la zona para organizar la remodelación de sus páginas web promocionando sus ofertas para el próximo día de San Valentín que ya estaba a la vuelta de la esquina.

Dios, era como si repentinamente todo el mundo hubiese enloquecido de golpe sin darle la más mínima tregua.

Tumbado de espaldas en la cama perfectamente estirada del cuarto de Levi, Eren observó con crítica atención la cámara de su abuelo, asegurándose de revisar que todo estuviese bien con ella. Hacía demasiado tiempo que no la utilizaba, ya que por asuntos de trabajo y comodidad prefería usar su propia cámara, pero siempre se daba el tiempo de limpiar y mantener en condiciones aquella otra, por lo que no creía hubiese problemas en su funcionamiento. En todo caso, aquello siempre era una puesta, se recordó.

Soltando un resoplido cuando Morgana saltó sobre su estómago a modo de juego, tironeando una manga de su grueso suéter negro, contempló a la cachorra que también lo estaba mirando con sus redondos ojillos llenos de alegría. Dejando finalmente la cámara a un lado, él comenzó a rascarle tras las orejas mientras la elogiaba con afecto, riendo al ver como la cola de esta se meneaba sin control alguno, producto de la felicidad que sentía.

A pesar de que ellos solo habían estado tres días fuera y a que Armin y Annie cuidaron de ella con total esmero, Morgana prácticamente había enloquecido de alegría cuando los vio de regreso; aun así, desde aquel momento, esta se aseguraba a cada instante de que tanto Levi como él no se perdiesen de su vista, buscándolos constantemente. Su novio incluso lo había llamado durante la madrugada del martes, para decirle que había tenido que dejar que Morgana se metiese en la cama con él, ya que esta no dejaba de llorar y temblar, algo que luego Connie les aseguró era normal y solo se debía al miedo que la perrilla sentía de que ellos volviesen a dejarla sola, por lo que tan solo tenían que darle algo de tiempo hasta que se acostumbrara.

—¡Vaya, Morgana, cuanta energía! ¿Estás emocionada porque vamos a salir? —le preguntó a la cachorra que respondió dándole un lengüetazo en la cara que lo hizo sonreír—. Ya veo, yo también. Hoy sin duda va a ser un día emocionante.

Entusiasmada por la atención que él le prestaba, Morgana bajó de la cama de un salto y se metió bajo esta, de seguro para buscar alguno de sus juguetes con la intención de luego llevárselo para tentarlo a jugar con ella.

Oyendo como su novio aun trasteaba en el cuarto de baño terminando de vestirse, Eren volvió a tomar la cámara y tamborileó sus dedos sobre ella, sin poder evitar llenarse de una extraña emoción ante lo que aquel día le deparaba: finalmente iba a conocer el local de Levi.

A pesar de que él estaba al tanto de casi todo lo referente a los planes que este tenía sobre la adquisición del sitio donde pensaba montar su tienda, lo cierto era que Eren no había esperado que ocurriese tan rápido.

Antes de su viaje a Stohess, Levi, ayudado por Frieda, había estado en contacto con algunos locatarios, viendo las propiedades que estos ofrecían y haciendo ofertas, pero sin llegar a nada en específico aún; no obstante, mientras cenaban juntos la tarde anterior, su novio repentinamente le había dado una enorme sorpresa al informarle que ya había firmado los papeles de compra por uno de ellos y que la puesta en marcha de la tienda ya era algo inminente. Por supuesto, él no pudo más que emocionarse ante aquello, más aun cuando el otro le pidió que lo acompañara aquel domingo para que conociese el local y le diera su opinión al respecto.

Aquel paso, se dijo Eren entusiasmado, sin duda alguna marcaba el inicio de la gran apuesta de Levi y el hecho de que este se quedaría en Shiganshina de forma definitiva. Junto a él.

Al oír el ligero gruñido de Morgana, bajito y amenazante, Eren inclinó ligeramente la cabeza hacia el borde de la cama para verla; pero nada más hacer aquello, acabó soltando un gemido de dolor cuando esta lo atacó de forma inesperada y se hizo con la goma que sujetaba su cabello, tirando de ella sin piedad y enredándola todavía más en el proceso, mientras él intentaba, desesperadamente, soltarse para quitársela de encima.

—Oi, ¿qué mierda están haciendo ustedes dos? —preguntó Levi, parándose a los pies de la cama para mirarlos con gesto ceñudo mientras se secaba el cabello con la blanca toalla que llevaba sobre los hombros para no mojar su camisa gris, un par de tonos más clara que sus vaqueros—. Joder, mocoso, ¿por qué estás dejando que la pequeña bestia te tire del cabello? ¿Te gusta el dolor acaso? No me vayas a salir ahora con esa mierda de que te van las cosas sadomasoquistas.

Molesto, Eren le lanzó una mirada venenosa.

—¡Deja de decir tonterías! ¡Claro que no me va…! ¡Auch, Morgana, detente! —gimió e intentó agarrar a esta, pero ella volvió a esconderse astutamente debajo de la cama—. ¡¿Qué no lo ves?! ¡Morgana me está…! ¡Auch, Morgana, no, deja de tirar! ¡Mierda! ¡Levi, ayúdame! —imploró él, sintiendo que los ojos se le llenaban de lágrimas a causa del dolor. Mientras más luchaba para liberarse, más la cachorra tiraba para arrancar la goma enredada de su cabello, ya que esta pensaba que aquello era un juego.

Viendo como su novio desaparecía nuevamente en el cuarto de baño, Eren comenzó a maldecirlo mentalmente; sin embargo, el alivio que sintió al oírlo regresar murió en cuanto notó lo que este llevaba en la mano, haciendo que casi se le saliera el corazón del pecho.

—Bien, procedamos —le dijo Levi, todo seriedad, al tiempo que hacía chasquear las hojas de la tijera que portaba en su mano.

Ahogando un nuevo gemido de dolor, él se sujetó con una mano el largo cabello para que doliesen menos los tirones que le daba la perrilla y miró al otro lleno de indignación.

—Córtame un solo cabello, Levi, y juro que voy a castrarte con esas mismas tijeras —amenazó con rotundidad a este; sin embargo, un nuevo jalón de la cachorraobligó a Eren a volver a apretar los dientes—. ¡Demonios, Morgana, no sigas jugando con mi cabello! Por favor.

—Tch, que quisquilloso eres, Jaeger. Al fin y al cabo, el cabello siempre vuelve a crecer —le dijo su novio, sentándose en el enmoquetado suelo del cuarto y dejando la infame tijera sobre la mesilla de noche. Sujetando con una mano a la cachorra, con la otra Levi la obligó cuidadosamente a que abriese el hocico para que lo soltara de una vez—. Venga, jodida bestezuela, deja de molestar a mi mocoso. ¿No ves que es un chico delicado?

—No soy delicado, tan solo me gusta mi cabello tal y como está ahora, por lo que quiero que siga así, gracias —protestó él, sintiéndose profundamente aliviado al estar ya libre de aquel tormento. Sentándose sobre la cama con las piernas cruzadas en posición de loto, se tocó con cuidado el desastroso nudo que tenía en el cabello y miró a Levi que acababa de liberar a Morgana, quien echó a correr ladrando feliz por el cuarto.

—Déjame a mí —se apresuró a decirle su novio, poniéndose de pie y apartándole la mano del cabello para observar el catastrófico estado en que este se encontraba. Con dedos hábiles, Levi empezó a desenredar los nudos procurando no hacerle daño, lo que mentalmente él agradeció—. Oi, Eren, ¿desde cuándo comenzaste a usar el cabello largo? —oyó preguntarle a Levi, quien seguía trabajando en su cabeza.

—¿Y quién te dice que no lo tuve siempre así de largo? —respondió él, volviéndose a penas para verlo con una ceja arqueada y una sonrisa juguetona en sus labios, la cual se borró en cuanto el otro tiró, sin nada de delicadeza, un mechón especialmente anudado.

—Porque dudo mucho que el bueno del doctor hubiera aceptado que mostraras una imagen menos que perfecta, estudiante modelo —replicó este socarronamente, ante lo que Eren rio.

Touché, tienes un punto en eso —admitió él—. Creo que fue más o menos poco antes de acabar mi último año en la escuela, aunque por ese entonces no lo llevaba tan largo como ahora. Después de que entré a la universidad, lo dejé crecer mucho más; por lo general es Historia quien se encarga de recortarme las puntas cuando lo necesito. Antes solía ser mi madre la que se preocupaba de cortármelo regularmente, pero la primera vez que le pedí que me recortara solo las puntas luego de dejármelo crecer un poco, ella arrasó con casi quince centímetros, «accidentalmente», por supuesto.

Levi resopló, divertido.

—¿Y le creíste?

—¡Claro que no! ¿Pero que más iba a hacer? Ya lo había cortado. Fin. Si me ponía a discutir con ella, mamá iba a voltear las cosas hasta ser yo quien tuviera que pedirle perdón —continuó—. Ahora por lo general solo ignoro sus protestas cuando comienza a insistir en lo muy largo que lo tengo y en como debería permitirle que me lo recorte un poco. ¿Y qué me dices del tuyo, Levi?

—Lo corto yo mismo una vez por semana desde que estaba en la escuela. Ya estoy acostumbrado. —Tras dar un último tirón, su novio acabó por sacarle finalmente la maldita goma del cabello y se la enseñó triunfante—. Listo, mocoso, ya eres libre. —Oyéndolo soltar un sonido de repulsión, Eren se giró para verlo—. Mierda, que asco. Morgana te ha dejado todo lleno de babas. ¿Por qué demonios permites que juegue contigo así?

—No es que se lo permitiera, ¿sabes? Ella solo me atacó cuando fui a ver si se encontraba bien —se defendió él, lleno de indignación. Tocándose con una mano la parte posterior de la cabeza, notó que el otro tenía razón, por lo que torció los labios con desagrado—. Creo que tendré que volver a lavarme el cabello antes de que salgamos. Realmente está asqueroso.

—Ya lo creo que sí, Jaeger. Ahora mismo eres un total desastre. Que desagradable —le dijo este en respuesta, aun así no protestó para nada cuando él le rodeó la cintura con los brazos para atraerlo hacia sí, levantó el rostro lo suficiente para poder mirarlo.

—Estoy tan contento de poder verte hoy y que pasemos el día juntos, Levi. Ha sido una semana muy larga —murmuró Eren.

Con cariño, su novio enmarcó su rostro entre sus manos y sonrió apenas.

—¿Acaso no me viste ayer en la tarde, mocoso idiota?

—Sí, pero solo fue durante la cena, ya que en verdad estaba muy cansado del trabajo. Rico realmente se esforzó en cobrar venganza por haberme permitido tener una semana libre —refunfuñó—. Cuando tenga que repartirme el tiempo para trabajar junto con ella e Ian Dietrich, será una auténtica locura, Dios. Ni siquiera sé si tendré tiempo suficiente para verte los fines de semana. Moriré —señaló él, recordando con desánimo que en dos semanas más empezaría a trabajar de manera formal con el amigo de Rico para la revista de arte de la editorial.

Los labios de Levi se posaron sobre los suyos en un rápido beso que hizo a su corazón inmediatamente acelerarse en anticipación. Pasara el tiempo que pasase, se dijo Eren, aquellos jamás dejaba de ser emocionante.

—Sabes que mi oferta sigue en pie, mocoso. Por si quieres venirte a vivir aquí. Así podríamos vernos todos los días.

Un poco nervioso tras oír aquello, él pestañeo repetidamente; pero al final acabó sonriendo cuando Levi apretó con suavidad sus mejillas.

—No me tientes cuando sabes cuál será mi respuesta. Sin embargo, si termino lo suficientemente desesperado con todo, puede que acabe bajando la guardia y aceptando. Odio cuando no puedo verte tan seguido como desearía.

Apartándole con una mano los rebeldes mechones de castaño cabello que caían por su frente, este se inclinó para dejar un ligero beso sobre ella.

—Yo igualmente me frustro cuando no puedo verte cada día, mocoso. Para mí, esta también ha sido una semana de mierda —reconoció, Levi—. Me alegra tenerte hoy aquí, Eren.

En aquella ocasión el beso no duró solo unos segundos, sino que fue lo suficientemente intenso para hacer que su cerebro dejase de funcionar y todo lo que lo rodeaba se difuminara, perdiéndose solo en ese momento y el ahora, en el tener a Levi entre sus brazos y lo muy afortunado que él se sentía por ello.

Aun así, el movimiento junto a la cama los alertó de que algo ocurría, obligándolos a separarse.

Con inmenso asombro, ambos vieron como Morgana, con una habilidad que no había tenido semanas atrás, se subía sin ayuda alguna a la cama y depositaba con total alegría a su nueva víctima, la cual comenzó a mordisquear sin la menor piedad: uno de los botines negros de Levi, el cual, teniendo en cuenta su estado actual, no parecía posible de salvar en esa oportunidad.

—Por favor, recuérdame por qué mierda acepté quedarme con esta bestezuela —le pidió su novio con resignación, cerrando los grises ojos y apoyando su pálida frente contra la suya.

—Porque la adoraste nada más verla. Además, forma parte de nuestra pequeña familia —respondió él, juguetonamente; no obstante, cuando aquellos ojos del color del cielo invernal volvieron a mirarlo con una intensidad desconcertante, Eren supo con total certeza que nada de aquello era una mentira.

Contemplando a Levi y sabiendo todo lo que sabía de este, él comprendió que no existía otro lugar en el mundo donde desease estar, porque desde que lo había conocido en aquella destemplada mañana de noviembre, meses atrás, aquel hombre era todo lo que sus ojos podían ver. Porque al contemplar la delgada alianza dorada que ahora rodeaba su pálido dedo, representando el lazo que lo unía a Farlan aunque este ya no estaba, Eren supo que sería igual con él.

Pasara lo que pasase, Levi seguiría a su lado firmemente, inalterablemente, como la imagen permanente grabada en su retina; lo último que sus ojos verían una vez se cerrasen; y eso, se dijo Eren, era mucho más de lo que alguna vez siquiera se atrevió a soñar.

 

——o——

 

—Vaya, en verdad es un buen sitio —dijo Eren con asombrada curiosidad en cuanto Levi abrió la puerta del local y lo invitó a pasar al interior mientras encendía las luces.

El establecimiento que su novio había comprado se hallaba ubicado en la calle principal de la zona comercial, a unos tres puestos de distancia cruzando la calle de la floristería de las Reiss. Levi le contó, en su camino hacia allí, que solo desde hacía muy poco que este se había desocupado y puesto a la venta, ya que debido a su mudanza a Mitras por motivos familiares, su antigua dueña ya no podía hacerse cargo de él.

Al haber sido anteriormente una librería, el lugar se encontraba en muy buenas condiciones, algo que Eren pudo comprobar de inmediato al ver lo cuidadosamente pintadas que estaban las blancas paredes, cuyas molduras de un pálido dorado en las juntas y las esquinas dibujaban delicados arabescos florales, y el excelente estado del claro piso de fresno que todavía conservaba parte de su último pulido.

Al igual que el resto de las tiendas que se encontraban emplazadas en aquella calle, el ventanal frontal era enorme para que la luz ingresara al interior y permitiese a su vez al público ver lo que el local ofrecía, mientras que la puerta acristalada utilizaba la misma madera suavemente dorada que cubría el piso, formando un entramado delicado y elegante entre ambos materiales. Eren tenía la seguridad de que una vez quitasen el papel que cubría ambas, todo se llenaría de una agradable claridad natural que volvería el lugar visualmente más espacioso de lo que en verdad era.

—Te dije que era un buen lugar, ¿no? —respondió Levi soltando a Morgana de su correa y permitiéndole así a esta la libertad que tanto deseaba para explorar todo a sus anchas, lo cual la puso muy contenta—. Tiene un cuarto de baño y una cocinilla pequeña allí detrás, así como también un cuarto de almacenaje, por lo que no está mal. En un principio había pensado en hacer una remodelación completa del lugar, desde el color de las paredes hasta quitar todos estos estantes, pero ya no estoy tan seguro —le dijo, señalando los intrincados pasillos de libreras vacías que formaban una laberíntica escena en el lugar—. ¿Qué opinas tú, mocoso?

Encaramándose sobre el mostrador de pulido y claro fresno para sentarse, e ignorando el ceño fruncido de Levi por su atrevimiento al tratar así aquella hermosa pieza de ebanistería, Eren miró con ojo crítico el lugar, contemplando lo que ese sitio ahora era en aquel momento, e imaginando lo que había sido en el pasado y podría ser en el futuro.

Por lo que su novio le había comentado, deseaba que la tienda tuviese un aire cálido pero sin dejar de ser al mismo tiempo elegante, lo que era comprensible teniendo en cuenta el público al cual iba dirigido. La librería en cambio, a pesar de ser delicada y refinada como un salón de baile, tenía el mismo aire frío que este, sin los libros que antes de seguro la llenaban y posibles clientes que diesen la sensación de un lugar vivo.

—Realmente sería un crimen sacrificar el trabajo de las paredes —soltó él, mirando con admiración las bellas formas de los arabescos dorados dibujados en ellas—, pero siento el lugar un poco frío. ¡Morgana, no mordisquees eso! —llamó la atención a su mascota, la cual acababa de encontrar una fregona en alguna parte y la arrastraba con emoción por el suelo haciéndola sonar a su paso.

—Pienso igual que tú, pero aún no se me ocurre como solucionarlo —reconoció Levi, agarrando a la perrilla del collar para quitarle su nuevo «juguete» y cargarla en brazos, sin importarle mucho que su abrigo gris quedase lleno de los pelos de esta—. Y sobre los estantes, he pensado en utilizar algunos para exponer los productos; aun así, me gustaría…

—… cambiarles el color —dijo Eren al mismo tiempo que este, sonriendo cuando Levi, después de la sorpresa inicial por su intervención, también lo hizo.

—Sí, cambiarles el color a uno mucho más oscuro, como el de la caoba por ejemplo; aunque me preocupa que pueda resultar un poco chocante debido al fuerte contraste que haría con el resto del lugar.

Él asintió.

—Hay una chica que trabaja conmigo en la revista, Nifa; ella es decoradora de interiores y es realmente buena en ello. Si quieres, podría pedirle que se contacte contigo para hablar sobre este asunto. De seguro a Nifa se le ocurre como adaptar todo esto a la decoración que tienes en mente. ¿Qué te parece, Levi?

Tras pensárselo un momento, la cabeza de su novio se movió de forma afirmativa.

—Me parece bien. Creo que necesitaré trabajar con alguien para que me guie respecto a todo lo relacionado con la decoración —admitió este, acariciando la cabecita de Morgana que ahora parecía muy satisfecha entre sus brazos—. Había pensado en pedir ayuda a Frieda si en algún momento llegaba a estar muy desesperado, pero me aterra que ella acabe por llenarlo todo de flores. Para esa mujer todo en la vida luce mejor con flores, joder. A veces pienso que está tan loca como Hange.

Sin poder evitarlo, Eren se echó a reír al oír aquello y ver el ceño fruncido de su novio, ya que él mismo se había visto en más de alguna ocasión atrapado en ese tipo de situación con la mayor de las Reiss.

Sacando la cámara que llevaba en el negro bolso que colgaba junto a su cadera derecha, Eren la llevó hasta su rostro y enfocó hacia Levi, quien aún sostenía a Morgana y no le estaba prestando atención en ese instante.

—Sonrían, chicos —les dijo a ambos casi al mismo tiempo que disparaba.

Sorprendido y un poco desconcertado ante lo que él acababa de hacer, Levi miró en su dirección, frunciendo el ceño con fingida desaprobación por su actuar y acortando en un par de pasos la distancia entre ellos.

—Joder, mocoso, ¿qué te he dicho sobre las fotografías? —lo regañó; sin embargo, al notar el aparato que él tenía entre las manos, aquellos pálidos ojos grises se afilaron todavía más a causa de la curiosidad—. Oi, Eren, ¿por qué no estás usando hoy tu cámara? ¿Has vuelto a enviarla a reparación?

Él negó con una enigmática sonrisa.

—Esta también es mía, o de mi abuelo, si somos más exactos. ¿Recuerdas que te hablé en una oportunidad de sobre como comencé a tomar fotografías con ella? —Levi asintió—. Pues hoy quise probar a hacerlo también de esta forma. Después de lo que hablamos ayer durante la cena, me quedé pensando en que si hoy íbamos a venir aquí, quería grabarlo de alguna manera que fuese especial, y esto fue lo único que vino a mi mente —señaló, volviendo a llevar el objetivo de la cámara hasta su ojo para poder enfocar a Levi, quien se hallaba enmarcado por la tienda casi completamente vacía tras él, y disparar—. Decidí que gastaré todo el rollo desde hoy hasta el día de la inauguración. Será nuestro recordatorio de este momento especial, por lo que después haré un álbum con él.

Una de las negras cejas del otro se alzó con ligera confusión al oírlo.

—¿No se supone que esas cosas ya no funcionan?

Eren se echó a reír con ganas.

—¡Claro que sí lo hacen! Pero, debo reconocer que con bastantes desventajas en comparación a la fotografía digital —admitió con cierto pesar—. Por ejemplo, acabo de tomarles una fotografía a ti y a Morgana, ¿verdad?, pero ni siquiera sabré si esta salió bien o mal hasta que la revele; incluso ni siquiera eso. Si en el proceso de revelado velo la película por error, adiós todo. Oh, eso me recuerda que tendré que montar un cuarto oscuro cuando llegue el momento y comprar algunos implementos.

—Joder, mocoso, ¿no es eso un trabajo innecesario? Tan solo podrías haber ocupado la otra cámara y punto, ¿no?

Él simplemente se encogió de hombros.

—Podría haberlo hecho, sí, pero hoy es un día de altas apuestas, así que quería conmemorarlo de alguna manera. —Inclinándose lo suficiente hacia su novio, dejó un corto beso sobre la nariz de este que la frunció en protesta—. La fotografía análoga es siempre una apuesta, Levi: tomas una foto y sabes que no podrás cambiarla una vez hecha, hagas lo que hagas; además, muchas cosas pueden resultar mal en el proceso, como la entrada de la luz o el movimiento involuntario, incluso que cerraras los ojos en el momento menos oportuno; pero al mismo tiempo eso es lo que la hace tan emocionante, ya que nunca podrás anticipar cual será el resultado final hasta que reveles la película. Podría decirse que es casi tan arriesgado como lo que estás haciendo ahora mismo al poner todas tus esperanzas en este negocio. No tienes seguridad de que resulte, pero existe la ilusión de que las cosas vayan a salir bien porque es lo que esperas, en lo que confías; así como yo también lo estoy haciendo. Es tan emocionante como esperar por estas fotografías.

Tras dejar nuevamente a la inquieta Morgana en el piso, ya que había comenzado a lloriquear desesperada, Levi sujetó ambos lados de la negra bufanda que Eren llevaba y lo hizo inclinarse una vez más en su dirección.

—¿No te dije desde un comienzo que todo lo que te incluye es una apuesta, mocoso?

—Lo hiciste —respondió él con una coqueta sonrisa—. Y te dije que estoy dispuesto a arriesgarme contigo. Siempre. En todo lo que te propongas, Levi. Tú eres todo lo que mis ojos pueden y quieren ver.

Sin poner ninguna resistencia, Eren se inclinó un poco más para besar los labios de este en cuanto Levi lo instó a que lo hiciera, riendo contra aquella otra boca al sentir como su novio tiraba de uno de sus mechones de cabello, todavía ligeramente húmedo, y haciéndolo aún más cuando Morgana, cansada de que no le prestaran atención, comenzó a tirar sin piedad alguna de las cintas de sus deportivas negras y los bordes deshilachados de sus vaqueros azules.

Sin bajarse del mostrador, le pidió a Levi que se la subiera un momento. Nada más tomarla entre sus brazos, él empezó a regañarla sin enfado alguno, por lo que la cachorrilla solo jadeó feliz al saber que volvía a ser el centro de atención para ambos.

Al oír el ligero clic de la cámara al activarse, de inmediato Eren volvió sus ojos hacia Levi, sorprendido. Este, sin advertencia alguna, lo había fotografiado, y aunque aquella no era la primera fotografía que él se tomaba después de aquellos dos años, sí era la primera en la que de seguro no habría filtro alguno en sus emociones.

No obstante, por una vez saber aquello resultó al mismo tiempo tan emocionante como aterrador, quizá porque no podría descubrir el resultado final hasta que aquella aventura terminase.

—Tú también eres todo lo que mis ojos pueden contemplar desde que te conozco, Eren. Y tampoco deseo ver nada más si no eres tú.

Sabiendo que aquella confesión viniendo de labios de Levi era solo certezas, un cálido sentimiento brotó dentro suyo al saberse aceptado de esa forma tan total y absoluta, tan decidida a confiar en que el roto chico que en esos momentos él todavía era, se convirtiese en algo más, en algo mejor, cuando finalmente pudiese crecer y quererse lo suficiente para ser capaz de sanar por completo sus heridas.

—Entonces, no dejes de mirarme —le dijo a este con una ligera sonrisa dibujada en los labios y el corazón rebosante de todos aquellos sentimientos que difícilmente podría poner en palabras—. Obsérvame hasta que pueda convertirme en la persona que realmente deseo ser, Levi.

Sin preguntas que él aún no se sentía capaz de responder, sin extrañeza ante sus palabras, este solo asintió.

Acercándose lo suficiente hasta donde Eren se encontraba, Levi apoyó su pálida frente contra su hombro, ante lo que él dejó que su propia cabeza reposara contra aquella otra morena.

—No te quepa duda, mocoso —lo oyó murmurar quedamente, grabando cada una de aquellas palabras a fuego en su corazón—. No te quepa la menor duda.

 

——o——

 

Una vez terminaron de ver el local y plantear posibles ideas para este, Eren, que se hallaba increíblemente entusiasmado con aquella salida, acabó sugiriendo que mientras hacían la hora para ir a almorzar a algún sitio, diesen una vuelta por los puestos del paseo marítimo. El mocoso le explicó que necesitaba comprar algún presente para el cumpleaños de su hermana, el cual sería el jueves, y como no tenía nada en mente, quería echar un vistazo por si algo llamaba su atención, por lo que Levi acabó accediendo a su petición.

A pesar de estar ya en febrero y con el invierno a cuestas, aquel día había estado extrañamente apacible, con un brillante cielo de un blanco puro que recordaba a las mañanas más benévolas de octubre y una agradable brisa marina que invitaba a pasar las horas fuera. Tanto Eren como Morgana parecían muy entusiasmados con aquella salida tan fuera de lo común para ellos, por lo que de forma inevitable él mismo acabó sumándose a su espíritu aventurero.

El paseo marítimo, como su nombre lo decía, consistía en una amplia calle al borde de la costa que solía utilizarse para diferentes actividades, desde hacer deportes y ciclismo, hasta albergar a un buen número de cafeterías y restaurantes que atendían a diversas horas del día; sin embargo, una de sus mayores atracciones solía ser siempre el pequeño mercado que funcionaba allí: un sinnúmero de tiendecillas de productores artesanales e independientes, las cuales ofrecían desde alimentos diversos y ropa, hasta bisutería y orfebrería en general.

Durante el tiempo que llevaban saliendo juntos, Levi había descubierto que a pesar de lo increíblemente reacio que siempre se mostraba Eren a la hora de salir de compras, a menos que fuese por comida o implementos de fotografía, a este en verdad le encantaba ir al mercadillo, de seguro porque por allí casi todos lo conocían y se la pasaban hablándole mientras curioseaba entre los diversos puestos y la mercadería que ofrecían.

En un principio a Levi se le había hecho un poco extraña ese tipo de interacción con el resto, dejándolo casi siempre sin saber cómo debía actuar o que decir. Al ser alguien que por lo general no socializaba demasiado, él siempre se complicaba con la enorme tendencia a la curiosidad que parecían tener todos los habitantes de Shiganshina, quienes al verlo como una cara nueva en la ciudad, solían llenarlo de preguntas de todo tipo, más aun cuando su relación con Eren se hizo oficial. De hecho, y aunque le doliese reconocerlo, Levi casi podía comprender por qué el bueno del doctor Jaeger había puesto el grito en el cielo cuando comenzó a expandirse el rumor de que Eren y él estaban saliendo. De seguro un enorme número de cotillas había estado ansioso de contarle a este con quien se relacionaba su querido hijo.

Aun así, del mismo modo en que se había ido acostumbrando a muchas cosas desde que llegó a esa ciudad, Levi acabó adaptándose también a aquello. Por supuesto estaba lejos de ser tan comunicativo y agradable como su novio, pero tomando en cuenta su carácter de mierda, creía que podía entrar en un estándar de hasta pasable.

—Levi, ven aquí un momento —lo llamó Eren, haciendo un gesto con la mano para que se acercara al puesto de tejidos en el que se encontraba.

Controlando los desesperados intentos que Morgana hacía por soltarse de su correa para correr libre por allí, él la guio fácilmente para ir junto al mocoso que los esperaba.

—¿Qué ocurre? —preguntó; sin embargo, pestañeó confundido al ver que el chico levantaba un bonito suéter celeste con flores blancas bordadas y lo colocaba sobre él.

—Mmm, es en verdad muy bonito, pero no acaba por convencerme del todo —murmuró Eren, mirándolo con ojos críticos para, seguramente, apreciar el efecto.

De inmediato su propio ceño se frunció en respuesta.

—Oi, Jaeger, ¿deseas morir hoy? —le preguntó con peligrosa suavidad a su novio, logrando que los enormes ojos verdes de este se abriesen con espanto y la dueña del puesto rompiera a reír.

—Yo no… ¡No es lo que piensas, Levi! ¡Ni siquiera era una broma, te lo prometo! —se apresuró a defenderse Eren—. Tan solo es que Mikasa… Ella, bueno, pienso que se parece un poco a ti y…

—¿Me estás comparando con tu hermana menor, Jaeger? Que halagador —lo cortó él con ironía, ante lo que el chico dejó escapar un gemido estrangulado y Morgana comenzó a ladrar feliz, entusiasmada con el inminente desastre—. Sí, definitivamente deseas morir, mocoso.

Karina Braun, la rubia y algo mayor dueña del local, todavía riendo del poco tino del mocoso y su creciente indignación, salió detrás de su puesto con la larga falda de su vestido marrón revoloteando entre sus piernas y le quitó a Eren la prenda de las manos.

—Lo que este chiquillo tonto intenta decir, es que la hija del doctor tiene colores similares a los suyos, ya sabe: cabello negro y piel muy clara, a diferencia de él mismo que es clavado a su madre —le dijo esta, golpeando con cariño la mejilla de Eren que rio aliviado al saberse comprendido.

—Eso mismo, Levi —corroboró su novio con una expresión contrita que para nada se reflejó en su mirada, loa cual aún brillaba divertida por aquel malentendido.

—Oh, ya veo. Perdona mi error entonces —respondió él a su vez, lo que hizo que el mocoso sonriera todavía más al saber que Levi no había caído en su juego.

—A pesar de lo listo que eres la mayor parte del tiempo, a veces te comportas de forma tan necia como Reiner, Eren —lo regañó la señora Braun, haciendo referencia a su propio hijo, el cual había asistido a la misma escuela que su novio y era dos años mayor—. Este de aquí le iría bien a tu hermana; le dará algo más de color —señaló la mujer, entregándole al mocoso una prenda similar a la anterior, pero en un tono rosa oscuro—. De seguro entre tanta ropa militar Mikasa debe extrañar ponerse algo bonito en algunas ocasiones, sobre todo para impresionar a ese novio suyo.

—Seguramente —añadió Eren con una sonrisa, la cual Levi notó que no alcanzó sus verdes ojos y le hizo preguntarse a que se debería aquel ligero cambio en su actitud.

Una vez acabaron de pagar por la compra, los tres dieron una vuelta más por el mercadillo. Levi, sin entender bien el cómo, acabaron adquiriendo un montón de cosas que sentía completamente innecesarias, pero las cuales compraron porque habían entusiasmado al mocoso, desde productos alimenticios elaborados en la zona, hasta algunos libros de segunda mano que a él le parecieron interesantes y Eren se empeñó en obséquiaselos. Incluso Morgana ahora lucía un nuevo collar rosa, el cual, al parecer por los enormes intentos que esta hacía por quitarse, no le gustaba demasiado.

Cuando ya pasaba del mediodía, finalmente decidieron ir a comer. Como la cafetería de Hannes estaba llena a rebosar a esas horas, acabaron decantándose por el restaurante de los Blouse, ya que Eren tenía plena seguridad de que allí les permitirían quedarse con Morgana mientras utilizaran la terraza.

Nada más llegar, fue la propia dueña del local, Lisa Blouse, la morena y delgadísima madre de la amiga de Eren, quien los recibió. Al explicarles la situación, esta se mostró encantada con la cachorra, por lo que les aseguró que podían quedarse con esta sin problemas y los acompañó a la terraza que estaba desocupada para que se acomodaran. Tras una breve conversación sobre el estado de los padres del mocoso y las ventas del restaurante, la mujer finalmente se despidió de ellos, diciéndoles que pronto alguien vendría a atenderlos.

Mientras esperaba a que Eren decidiera lo que iba a ordenar, Levi palmeó la cabeza de Morgana y observó el lugar.

A diferencia de la cafetería de Hannes, que tenía un aire mucho más desenfadado y marítimo, el restaurante de los Blouse, Alma, contaba con un aspecto completamente acogedor y familiar, como el de una casa campestre, con sus redondeadas mesas de madera desgastada cubiertas por pulcros manteles blancos y pequeños floreros acristalados con flores frescas de temporada, así como las diferentes estufas que se dispersaban por dentro del local y generaban una atmosfera cálida y agradable debido al olor de la leña quemada al mezclarse con la comida. Al estar toda la estructura del lugar revestida de madera, incluso la terraza cubierta por acristalados paneles en la que ellos se encontraban y que daba a la playa, la brisa marina no resultaba tan perceptible, por lo que a pesar de estar sentados a la intemperie, no era para nada desagradable.

No habían pasado ni cinco minutos desde que la señora Blouse se había marchado, cuando oyeron los apresurados pasos de alguien saliendo del interior. Al levantar la vista, Levi vio como una morena y alta muchacha, ataviada con un blanco uniforme de cocina, cruzaba la puerta acristalada y se cargaba sobre la espalda de su novio, abrazándolo hábilmente por el cuello sin soltar la bandeja que llevaba en una mano.

—¡Eren! —le dijo la recién llegada, plantando un sonoro beso en la mejilla de este y sonriéndole contenta. Clavando luego su ámbar mirada en su dirección, la chica volvió a sonreír de oreja a oreja—. ¡Hola, Levi! Es bueno verte al fin por aquí.

—Hola, Sasha. Lo mismo digo —saludó a la amiga del mocoso, con la cual ya se había encontrado en algunas cuantas oportunidades después de la fiesta de año nuevo de las Reiss.

—No podía creer cuando mamá me dijo que habían venido a comer. ¿Así que finalmente has decidido aceptar la invitación de papá? —le preguntó la chica evidentemente ilusionada, dejando sobre la mesa una cestilla con bollos de pan recién horneado y un pote de mantequilla, así como una jarra de agua con limón y sendos vasos que se apresuró a servir para ellos.

—Lo hemos hecho; sin embargo, vamos a cancelar lo que consumamos —aclaró Eren, tirando de un mechón castaño que caía sobre el rostro de su amiga y escapaba del ejército de pasadores con el que esta se sujetaba el corto cabello. De inmediato Sasha le dio un manotón para que la dejase en paz.

—¡Sobre mi cadáver, Eren Jaeger! Estoy más que harta de dar excusas por ti y tener que llevarme luego el regaño de mis padres —protestó la chica muy seria, sentándose en una de las dos sillas desocupadas—. Además, Nicolo ya sabe que están aquí, así que me ha exigido que los entretenga, disimuladamente claro, mientras él les prepara algo especial para hoy. Va a ser una sorpresa —añadió Sasha, traviesa.

—Eso es injusto —protestó Eren, pero la chica solo soltó un suspiro y le revolvió el cabello como si fuese un niño con una rabieta.

—El único injusto aquí eres tú, Eren, que nunca permites que te devolvamos la mano por ninguna de las cosas que haces por la tienda. «Gratis» —señaló esta en su dirección para dejarlo claro, de seguro esperando que Levi se pusiese de su parte—. Además, tómalo como una manera de demostrarte nuestro enorme agradecimiento por las próximas fotografías de la boda.

—Eso no es nada, Sasha —masculló su novio apenas, sujetando su vaso con agua y dándole un sorbo.

—¡Claro que lo es! —protestó la chica muy seria—. Con Nicolo nos emocionamos mucho cuando el otro día nos dijiste que te encargarías de tomarlas y que ese sería tu obsequio para nosotros. No sabes cuánto ha significado eso para mí, Eren.

A pesar de no tener una real idea de lo que ambos chicos estaban hablando, a Levi solo le bastó una rápida mirada al mocoso, que estaba con las mejillas y las orejas ardiendo a causa de la vergüenza, para intuir más o menos por donde iba el asunto.

Casi nada más conocerse, Eren le había confesado que hacía más de dos años que no fotografiaba personas, algo que acabó cambiando cuando lo vio a él por primera vez en la playa y le hizo aquellas fotografías sin su consentimiento. Después de eso, todo parecía haber sido un proceso paulatino de mejoría para el chico, volviendo así a abrirse a todas las cosas que dejó de lado en el pasado por temor y otorgándose de ese modo una nueva oportunidad. De todas formas, Levi todavía notaba lo muy incómodo que este se sentía a veces en algunas situaciones; el mucho esfuerzo que le suponían a pesar de intentar ocultarlo. Probablemente el ofrecerse a fotografiar en la boda de su amiga, donde todo sería gente y más gente, debía ser un desafío enorme para Eren.

Tras un par de minutos intercambiando bromas y pullas, que lo incluían a él de vez en cuando, Sasha volvió a convertirlo en el centro de su atención, a pesar de que Levi siempre se sentía mucho más entretenido como simple espectador que participando tan activamente.

—Oh, ¿te ha tenido Eren de compras, Levi? —le preguntó esta tras lanzar una rápida mirada a la silla que ahora era ocupada por las bolsas que llevaban.

—Algo así —respondió él, divertido—. El mocoso se ha entusiasmado un poco.

—Dios, Levi, no lo digas así —protestó Eren avergonzado, pero Sasha solo rio y se inclinó un poco para rascar la negra cabecilla de Morgana, que seguía feliz intentando mordisquear su nuevo collar.

—¡Pero mira qué grande estás ya! ¡Cómo has crecido, Morgana! —alabó esta a la cachorra—. Hace un par de semanas atrás, Ymir e Historia se pasaron con la suya por aquí. Qué envidia —les contó Sasha con mirada anhelante—. Connie quería que Nicolo y yo nos quedásemos con uno también, pero ambos nos la pasamos casi todo el día en el restaurante, así que lo tenemos difícil. Las chicas han dicho que Friga les ha hecho un auténtico desastre en casa; que incluso arruinó todo un pedido de flores que aún no llevaban a la floristería y que Frieda acabó llorando, después de regañarlas por el descuido, claro.

Levi bufó.

Morgana es un monstruo —le dijo a esta con sinceridad—. Esta pequeña bestezuela no comprende que no debe jugar con nada más que no sean sus propios juguetes, por lo que ha estropeado un montón de mis zapatos.

Como si supiera que hablaban de ella, la cachorra comenzó a gimotear feliz y a mover la cola, alzándose en sus dos patitas traseras para apoyar las delanteras sobre su muslo izquierdo, mirando feliz a la amiga de Eren.

—Igual pienso que debe ser maravilloso poder tener una mascota en casa —insistió Sasha, volviendo a rascar las orejillas de la perrilla—. Annie no ha dejado de lloriquear durante toda la semana sobre lo triste que está porque debió devolverles a Morgana. Por cierto, antes que lo olvide. Si quieren hacer reservaciones para San Valentín en el restaurante, deben darse prisa, chicos. Nos estamos quedando sin cupos —les advirtió esta; sin embargo, al ver la cara de sorpresa de ambos, les preguntó incrédula—: ¿Es que acaso no piensan celebrarlo?

—Tengo clases hasta tarde ese día y trabajo temprano el sábado —se defendió Eren.

—Yo… no suelo fijarme en esas cosas —reconoció Levi cuando la afable mirada de la chica le exigió una respuesta.

Sasha dejó escapar un exagerado suspiro y se golpeó la frente con una mano.

—Rueguen porque no se entere Historia o les estará haciendo un verdadero drama por su poco romanticismo. Tendrían suerte si ella no les organizara el día. En todo caso, Nicolo y yo tampoco podremos celebrarlo debido al trabajo. Aun así —añadió esta con una deslumbrante sonrisa—, estoy segura de que él me preparará chocolates.

—¿Y tú no le harás nada? —inquirió Eren con curiosidad.

—No es necesario. Nicolo es más feliz viendo lo feliz que yo soy comiendo que recibiendo obsequios. No hay nada que lo llene de más alegría, y la idea de San Valentín es poder hacer feliz a quien amamos, ¿no? —argumentó esta, logrando que el mocoso sonriera y él tuviera que admitir que, a pesar de la retorcida lógica que aplicaba, el razonamiento de Sasha no le resultara tan errado—. Oh, ¿has comprado un obsequio para Mikasa, Eren? —preguntó la chica al ver el paquete envuelto en marrón papel de estraza y con un llamativo listón rosa pálido decorándolo.

Su novio asintió.

—Mi madre me advirtió que si quiero enviarlo mañana con las cosas que ella le mandará, entonces debo pasar a dejárselo hoy en la noche. Insiste que si no envía el paquete mañana a primera hora, no alcanzará a llegar para el jueves.

Sasha asintió y, sin pedirles permiso siquiera, sacó uno de los bollos de pan de la cestita, abriéndolo luego con un cuchillo para untarlo con mantequilla y comenzar a mordisquearlo.

—Pero puede que tu madre tenga razón, Eren; con tanta lluvia como ha habido estos últimos días en la zona central, muchos caminos se han cortado. Con Nicolo teníamos planeado ir a Trost el mes que viene para entregarles personalmente los partes de matrimonio a Mikasa y Jean, pero Armin nos ha dicho que su abuelo asegura que tendremos tormentas espantosas a finales de febrero y principios de marzo, por lo que nos lo estamos pensando. —Tras tragar su último bocado, Sasha se volvió hacia él para preguntarle con sus ojos llenos de curiosidad—: ¿Has estado en Trost, Levi?

—Solo por motivos de trabajo —respondió él—. Solía quedarme un par de semanas a lo sumo antes de tener que volver a moverme.

—Verdad que tú también formabas parte del ejército, como los chicos —masculló esta pensativamente. Sacando los tres bollos que quedaban en la cesta, los preparó con esmero para luego dejarlos en los platos vacíos frente a ellos, tomando el tercero para sí misma—. Con mi familia vivíamos en Dauper antes de trasladarnos a Shiganshina, ¿lo conoces, Levi? —Él asintió—. Mi padre incluso se planteó la posibilidad de abrir el restaurante en Trost, ya que está mucho más cerca de nuestro pueblo, pero aquella ciudad es… tan industrial. Me alegra que él finalmente decidiera que nos mudásemos aquí. Shiganshina es tan bonita como mi pueblo natal; además, aquí conocí a Nicolo cuando él llegó de Marley para estudiar.

Justo en el momento en que Eren ofrecía su intacto bollo con mantequilla a Sasha, que lo miraba ilusionada, hizo su aparición un alto muchacho de cabello claro y ligeramente ondulado, como si hubiese sido invocado por sus palabras. Al igual que esta, Nicolo vestía el blanco uniforme de cocina y portaba una bandeja que la chica se apresuró a recibir, prácticamente saltando de la silla en cuanto este llegó a la mesa.

—¡Oh, Dios, eso huele muy bien! ¡Espaguetis a la vongole! —señaló Sasha aplaudiendo con entusiasmo al ver la fuente de pasta con pequeñas almejas incrustadas en ella—. La cocina de Nicolo siempre es la mejor.

—No es para tanto —murmuró el prometido de esta, intentando restarle importancia, pero al contemplar lo secretamente complacido y enamorado que se apreciaba este al observar a la chica mientras disponía los platos, Levi no pudo evitar pensar en cómo las cosas más simples, dichas por alguien que amabas, podían alegrar tanto el corazón.

—Lo es, y espero que hayas dejado un poco para mí —imploró esta con voz ligeramente lastimera.

—Te acabas de comer tres bollos, Sasha —le recordó Eren, pero esta solo suspiró.

—Y eso no es nada para mi estómago. No sabes la cantidad de energías que se gastan trabajando en una cocina, sobre todo un fin de semana. ¿Verdad, Nicolo? —preguntó la muchacha a su novio, el cual asintió obedientemente, dándole la razón.

—Sí, suele ser tal como Sasha dice. Acabamos siempre agotados y, por increíble que parezca, no muchas veces contamos con el tiempo suficiente para comer como corresponde. Por cierto, hola, Eren; hola, Levi. Me alegra que finalmente hayan decidido pasarse por aquí.

Mientras ellos intercambiaban los saludos de cortesía habituales con Nicolo, Sasha, tomando un pequeño pocillo de lo que parecía algún tipo de potaje, se lo acercó a Morgana que, a pesar de mirarlo esperanzada, no hizo ningún intento de probarlo, por más que la chica la tentaba.

—Venga, Morgana, cómelo. Está muy bueno, de verdad. La comida de Nicolo es deliciosa.

Eren soltó una carcajada al verla.

—Olvídalo, Sasha. Morgana no comerá hasta que Levi le diga que es seguro y que puede hacerlo. Creo que teme que la envenenen, así que la está entrenando para que no acepte nada de desconocidos —explicó el mocoso muy contento—. De momento, aparte de nosotros dos, solo acepta lo que Annie o Armin le ofrecen. ¡Incluso ha rechazado hasta a mi madre!

—Oi, Eren, deja de hablar mierda —protestó él sintiéndose un poco avergonzado por verse expuesto de esa manera, pero cuando los otros dos chicos también rompieron a reír, no le quedó más remedio que resignarse y sonreír a su vez.

Luego de dar permiso a Morgana para que comiera, lo que esta obedeció casi ahogándose con su plato, Levi se dedicó a oír la plática de su novio con la otra pareja, quienes realmente parecían muy entusiasmados de que estuviesen allí.

Por lo que Eren le había contado de estos, ambos chicos se habían conocido hacía cosa de unos cinco años atrás, cuando Nicolo, con solo diecinueve años, entró a trabajar como ayudante de cocina al restaurante de los Blouse para pagarse sus estudios de gastronomía tras haber migrado de Marley para cumplir su sueño. Por ese entonces, Sasha tenía solo quince años, pero se mostró interesada en el talento que este parecía tener, y convenció a su padre para que le diese a Nicolo la oportunidad de preparar algunos platillos que mezclaban el estilo de su país natal con el de Paradis, logrando casi de inmediato un alto reconocimiento entre los clientes del local. Sin embargo, no fue hasta dos años después de aquello, que ambos se convirtieron finalmente en una pareja, ya que a pesar de que para el muchacho había sido casi amor a primera vista, Sasha necesitó algo más de tiempo para comprender que la admiración que sentía por este estaba teñida de una emoción aún más profunda.

Observando lo mucho que ambos jóvenes parecían complementarse, lo bien equilibrada que se mostraba su relación a pesar de las enormes diferencias entre ambos al ser la amiga de Eren un poco atolondrada y extrovertida, mientras que su prometido era bastante más comedido, Levi no pudo evitar preguntarse cómo se verían ellos dos a ojos del resto. Cierto era que a él jamás le había importado un carajo la opinión de los demás, pero sabía que para el chico todo era diferente. Eren solía rodearse de gente, muchísima gente que parecía apreciarlo sinceramente, y por primera vez en su vida Levi se encontró deseando que su carácter de mierda no fuera a entorpecer la relación que su novio tenía con los demás y sabía le era importante.

Después de acabar de servir los platos y llenarles las copas, con vino blanco para él y solo agua para Eren, que acabó declinando de este, Nicolo se despidió de ellos aduciendo que no podía ausentarse por tanto tiempo de la cocina; aun así, les prometió que saldría a despedirse antes de que ellos se marchasen.

De inmediato Sasha igualmente se puso de pie.

—Bueno, también es hora de que yo regrese al trabajo, así que los dejaré disfrutar con tranquilidad de su comida. Ya he cumplido con mi parte, ¿no Nicolo? —le preguntó esta a su prometido, quien ya se encaminaba a la puerta y asintió sonriente.

—Estupendamente.

La chica sonrió a su vez.

—Ya ven, soy una excelente novia. Muy útil. Si necesitan cualquier cosa, chicos, solo avisen, ¿está bien? El postre que recomienda la casa hoy es fabuloso, porque lo hice yo misma: pastel de chocolate con salsa de frambuesa —les dijo Sasha divertida, guiñándoles un ojo—. Oh, por cierto, Eren; anoche hablé con Jean y me preguntó cómo estabas, ya que hace bastante no saben nada de ti. Se sorprendió un poco cuando le dije que estuviste de viaje con Levi en Stohess el fin de semana pasado. Me dijo que no tenía ni idea de que ustedes estaban saliendo formalmente. ¿No se lo has comentado a Mikasa? —inquirió esta, extrañada.

Llevándose nerviosamente el vaso de agua a los labios, el mocoso dio un sorbo y negó.

—No todavía.

Sasha suspiró.

—Pues deberías hacerlo, y pronto. Ya sabes lo intensa que suele ponerse Mikasa cuando sabe que le has estado ocultando las cosas; aún más si es un novio —lo previno esta. Volviendo su ámbar mirada en su dirección en esa oportunidad, Sasha solo suspiró con dramatismo antes de decirle—: Prepárate, Levi, no te imaginas cómo de terriblemente celosa es la hermana de este chico. La última vez que Eren salió con alguien, fue casi una batalla campal. Ambos discutieron durante semanas e incluso algunos de los chicos del grupo acabaron involucrándose en el asunto. Para cuando todo acabó, nunca volvimos a saber del novio en cuestión. ¿Qué fue lo que hizo al final tu hermana con él, Eren?

—Quien sabe —murmuró el mocoso adoptando una expresión inescrutable muy parecida a la que Levi adoptaba en algunas ocasiones, obviamente incómodo con el tema, aunque la otra no pareció notarlo en absoluto.

Una vez la muchacha los dejó a solas, todo el ambiente entre ellos se volvió un poco más pesado; no de manera alarmante, pero sí lo suficiente para que él se sintiese intranquilo con el hecho de que Eren luciera bastante taciturno, lo que no era habitual en este.

Platicaron como siempre mientras disfrutaban de la comida, e incluso el chico bromeó un poco sobre varias cosas como siempre solía hacer; sin embargo, aquel malestar que Levi sentía, seguía allí, y no pudo evitar pensar que todo había comenzado a irse al carajo en cuanto la hermana de Eren, Mikasa, entró en la conversación, así como el novio de esta, Jean, y el misterioso chico del que Sasha había hablado minutos antes.

Tras acabar de comer y luego de agradecer a los señores Blouse por la comida, así como también a Sasha y Nicolo que los instaron a regresar pronto, los dos, junto a Morgana, partieron de regreso a casa, dando un paseo por la orilla de la playa para permitir que la cachorra correteara a su gusto, divirtiéndolos al ver lo aterrada, y al mismo tiempo fascinada, que esta se mostraba con el oleaje del mar.

A diferencia de otras ocasiones, en las que solía ser Eren quien llevaba gran parte del peso de la conversación con él como oyente, esa vez tuvo que ser Levi quien lo hiciera, comentándole sobre sus planes para la tienda, poniéndolo al tanto de cómo iban los asuntos de la venta de la casa en Stohess y los mil reclamos de Isabel por lo muy mierda que estaba resultando el trabajo debido a todos los compromisos con los que su padre se esforzaba en cargarla; no obstante, no fue hasta que llegaron casi frente a la casa que él sintió que aquella lucha interna, entre su presunta indiferencia y respeto hacia la privacidad de los demás, se enfrentaba violentamente con su curiosidad. Llevaba ya un rato dándole vueltas al asunto, repasando una y otra vez en su cabeza la conversación que Sasha y Eren habían tenido en el restaurante y como este reaccionó al respecto; lo muy descolocado y taciturno que quedó después de ella. Aun así, la única conclusión a la que Levi había logrado llegar no le gustaba demasiado, y eso lo hacía sentir todavía más incómodo.

—Oi, mocoso —le dijo finalmente a este, llamando su atención. Ambos habían decidido descansar un rato antes de entrar a la casa, por lo que acabaron sentados sobre la fría arena y mirando hacia la playa, con sus brazos rozándose uno al otro a través de los abrigos y Morgana correteando libre y feliz alrededor de ellos—, ¿puedo preguntarte algo?

Alzando una de sus dramáticas cejas castañas, Eren lo miró y sonrió de medio lado.

—¿Y desde cuando eres tan cuidadoso a la hora de decir lo que piensas, Levi? No pareces tú mismo.

—Tch, solo intento ser considerado contigo, joder. Además, pienso que es algo que no va a gustarte demasiado, así que prefiero asegurarme por si termino cagándola.

Tras observarlo atentamente durante unos instantes, como si intentara descifrar lo que había en su cabeza, Eren acabó asintiendo con un ligero gesto.

—Puedes —fue su única respuesta.

—Verás, llevo un rato preguntándome esto, pero, ¿es acaso el chico del que habló Sasha el mismo al que Annie le dislocó un hombro tiempo atrás?

Evidentemente sorprendido de que él estuviese al tanto de eso, los ojos del mocoso se abrieron enormes, como dos claras esferas de un verdeazulado que recordaba al verano y contrastaba de forma notoria con el gris cielo de aquel día de febrero.

—Sí, es el mismo —masculló Eren luego de unos segundos de duda. Su voz sonó tan plana y monótona que no parecía pertenecerle en absoluto.

Levi asintió.

—Bien. Entonces, ¿es ese mismo chico el que acabó por romperte el corazón dos años atrás?

Sin cambiar en nada su imperturbable rostro, Eren asintió.

—Sí, lo es.

Clavando su gris mirada en el mar, tranquilamente mesurado y calmo ese día, él observó las olas llegar a morir a la playa con la suavidad de una caricia antes de acabar desvaneciéndose. Inspirando profundo hasta llenarse los pulmones del aire salobre, tomó a Morgana entre sus brazos cuando esta, cansada de tanto correr, lloriqueó para que la cobijara en busca de mimos.

«Tch, que auténtica mierda», pensó Levi, tanto por aquella absurda situación como por lo complicado que sus propios sentimientos eran en ese momento. Si pudiera, a una parte suya le hubiese encantado retroceder en el tiempo para obligarse a cerrar la maldita boca, ahorrándole así sufrimiento innecesario a Eren; sin embargo, otra sabía bien que no podría quedarse tranquilo con aquella duda una vez sembrada en su cabeza.

Joder, deseaba tanto equivocarse…

—Puede que a lo mejor esté errado, mocoso. Que mierda, probablemente lo esté y luego pienses que he perdido el juicio; pero… el tipo ese, ¿es el mismo que ahora es novio de tu hermana?

Durante unos minutos, Eren no dijo nada. Unos minutos que se hicieron muy largos con solo el graznido desesperado de las gaviotas que sobrevolaban el cielo y el suave oleaje del mar a sus pies; sin embargo, cuando este volvió a mirarlo, Levi sintió como si acabasen de golpearlo directamente en el plexo solar. Hacía mucho que no veía al chico tan devastado y quebrado, por lo que se odió inmensamente al saberse culpable de aquello, aunque en el fondo comprendía bien que nada de aquel dolor era en realidad por su causa. Un odio que se incrementó aún más al saber que la peor de sus sospechas era cierta.

—Sí, Levi —murmuró Eren quedamente—. Yo solía salir con Jean. 

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que la lectura fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Por lo demás, ya finalmente estamos de regreso en Shiganshina y con ello el rumbo de la historia comienza a centrarse más en Eren y en lo que sería llevar esto al tramo final de la misma, para la que espero ya no falte demasiado.

En esta oportunidad el capítulo ha resultado un poquito largo, tanto por sus escenas como por los personajes nuevos que han aparecido. Esta es mi primera vez escribiendo directamente a Sasha y Nicolo en una historia, así que estoy muy nerviosa con ello, pero lo cierto es que me lo pasé realmente bien al hacerlo y espero que el resultado no fuese del todo malo, ya que en verdad quería intentarlo.

Por otro lado, creo que ya ha quedado un poco más clara la relación de Eren con Jean, aunque habrá una aclaración completa de ello en el siguiente capítulo para desentrañar parte de este enorme misterio que parece rodear a Eren y que solo ha mostrado trazos de lo que realmente es.

Para quienes siguen el resto de mis historias, aviso que la siguiente actualización es para Cantarella con la línea de Pecado, así que pueden esperarla durante estos días para seguir sufriendo con ella. Luego retomaremos con un capítulo más de In Focus.

Una vez más agradezco a todos quienes leen, comentan, envían mp’s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Son siempre la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos en estos tiempos complejos.

 

Tessa.


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