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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Capítulo 32:

Una Canción Para el Alma

 

Cada corazón tiene su propia melodía, y tú conoces la mía.

(Cassandra Clare, Princesa Mecánica)

 

 

 

Sintiendo como su cuerpo se tensaba a causa del terror, y oyendo a su propio corazón comenzar a resonar sin pausa alguna en sus oídos, tan fragoroso como los tambores de una batalla e igual de atemorizantes, Eren solo pudo resignarse al comprender que aquel momento tan temido finalmente había llegado.

Manteniendo sus ojos verdes clavados en la distancia, observó el mar sin verlo realmente, notando el miedo apretarle el pecho de manera asfixiante y casi dolorosa tras las preguntas de Levi y sus propias respuestas.

Dios, como odiaba sentirse de ese modo. Detestaba no ser dueño de sus propias emociones y saber que el menor descuido podría precipitarlo hacia el barranco sin que pudiese evitarlo, algo que había comenzado a experimentar años atrás luego de la primera de sus crisis. Sí, detestaba muchas cosas de su vida, de sí mismo, de sus decisiones; pero, sobre todo, Eren detestaba vivir constantemente en aquella especie de farsa que había inventado para él, intentando de ese modo no dañar, más de lo que ya había hecho, a quienes lo querían.

Escuchando los débiles gimoteos de Morgana, quien luchaba porque Levi volviese a dejarla sobre la fría arena, Eren cerró los ojos durante un momento y se sumergió en aquella calma, inspirando profundo para intentar tranquilizarse lo suficiente y no perder la cabeza debido a la angustia que lo embargaba.

Aguzando el oído entre cada inspiración y exhalación, pudo oír perfectamente como la ligera brisa de la tarde arrastraba las olas hacia la orilla del mar para hacerlas morir sobre esta, así como también el desesperado graznido de las gaviotas al zambullirse en las gélidas aguas en busca de comida. Si se concentraba, él incluso podía escuchar los ligeros pasos de la cachorra al corretear por la arena y sobre todo, por sobre todo, podía oír la respiración de Levi: suave y acompasada, un ir y venir constante que, de cierta manera, ayudó a Eren a concentrarse y volver poco a poco a la realidad.

Al abrir nuevamente los ojos, notó que nada había cambiado a su alrededor, pero aun así se sentía distinto. No era que el miedo o la ansiedad hubieran desaparecido, por supuesto que no; él aun los podía sentir reptando bajo su piel como serpientes, dispuestas a atacar ante la menor muestra de debilidad de su parte; pero, aun así, podía volver a respirar sin que fuese doloroso, podía volver a sentir que aquel cuerpo traicionero era suyo y a tener la confianza suficiente para creer que no perdería la cabeza a causa del terror en cualquier momento; o por lo menos eso esperaba.

A pesar de que no creía que hubiese transcurrido demasiado tiempo desde que Levi y él se sumieron en aquel profundo silencio, Eren no pudo evitar cuestionarse si en verdad sería así. No percibía cambios evidentes en el entorno, ya que la playa aún se hallaba tan solitaria como cuando llegaron y aquel pálido cielo todavía era teñido con el blanco puro de los picos nevados; no obstante, una extraña sensación de distorsión lo embargaba, haciéndole imposible medir el paso de los minutos con exactitud.

Sentado sobre la fría arena, con la brisa marina desordenando sin piedad su cabello y haciendo cosquillear la sal en su nariz, sintió el roce del brazo de Levi contra el suyo, cálido a través de la tela de los abrigos de ambos y tan reconfortante como un lugar querido y seguro. Sin detenerse a pensarlo demasiado, acabó apoyando la cabeza sobre el hombro izquierdo de este y refugiándose en él.

La mano de su novio, ligeramente cálida a pesar del frío, buscó de inmediato la suya para entrelazarlas; un gesto ante el que Eren sintió unos profundos deseos de ponerse a llorar. Aun así, se contuvo lo mejor posible, desesperado por no parecer más patético de lo que seguramente en ese momento ya era.

—¿No quieres saber nada más? ¿Se acabaron las interrogantes? —se atrevió por fin a preguntarle a Levi, oyendo su propia voz tan distante y ajena que llegó a cuestionarse si esta realmente le pertenecía.

—¿Quieres hablarme de ello, mocoso?

Él no pudo más que negar con un gesto, porque lo que menos deseaba era rememorar y revelar esa parte de su vida que tanto odiaba. Aun así, Eren se recordó que él mismo ya se había planteado desde hacía algunos días hablar de ello con Levi, dejando así ver un poco de aquel pasado que tanto había cambiado su vida; sin embargo, lo que jamás esperó, fue que todo acabara por explotarle en la cara sin estar siquiera preparado para afrontarlo. En verdad su suerte era una auténtica porquería.

—No es una historia demasiado bonita, ni siquiera es del todo interesante; pero supongo que es una parte de mi vida que no puedo eliminar ni aunque lo desease con todos mis fuerzas —reconoció Eren. Enterrando su mano izquierda en la fría arena, la levantó unos cuantos centímetros y dejó que los blancos granitos se deslizaran entre sus dedos, cayendo sin pausa y de manera inevitable, del mismo modo en el que él se sentía caer en ese momento—. ¿Qué fue lo que te contó Annie sobre Jean, Levi? —inquirió nervioso, buscando en la plateada mirada de este alguna pista a su interrogante que aplacara su ansiedad.

—No mucho en realidad —respondió su novio, observando como Morgana perseguía con sigilo a una gaviota que daba saltitos por la playa, burlándose de ella—. La primera vez que tú y yo discutimos, ella me habló sobre la existencia de un idiota al que en el pasado le dislocó el hombro por hacerte sufrir. Me dijo que si yo hacía lo mismo contigo, entonces tendría la misma suerte que este, pero mucho peor, porque me rompería el brazo. Ah, pero prometió que sería una fractura limpia, para que sanase más deprisa y así tú te enfadaras menos.

En cuento escuchó salir aquellas palabras de boca de Levi, Eren no tuvo duda alguna de que estas eran completamente ciertas: aquella era Annie hablando.

Levantando la mano que tenía libre, se cubrió el rostro con esta, muerto de vergüenza tanto por el arrebato de su amiga como también por el hecho de que esta hubiera hablado con su novio respecto a lo ocurrido con Jean tiempo atrás; aun así, Eren no pudo más que sentirse aliviado al saber que Annie no había contado más de la cuenta. Simplemente no hubiese soportado el que Levi estuviese enterado desde hacía mucho antes del horrible lío en el que Mikasa y él estaban metidos por culpa del otro chico.

—Siento mucho lo de Annie —se disculpó en nombre de su amiga, imaginándose más o menos como debía haber sido esa escena para su novio. Levi, no obstante, solo se encogió de hombros, restándole importancia.

—¿Por qué lo sientes, mocoso? Ella solo actuó según lo que consideraba adecuado debido a todo lo que se preocupa por ti. En su caso, yo habría sido mucho menos considerado, créeme. Probablemente habría roto primero el brazo y dado las explicaciones después —murmuró este, volviendo el rostro para mirarle y sonriéndole apenas, aligerando increíblemente su corazón solo con aquel pequeño gesto.

—No hay caso con ustedes dos —lo regañó Eren con suavidad, apartando con cuidado unas cuantas hebras de negro cabello que la brisa había dispersado sobre el rostro de Levi, cubriéndole los ojos—. Y bien, ¿cómo supusiste que era Jean el chico del que hablaba Sasha? —se atrevió finalmente a preguntarle, intentando mantener bajo control la ansiedad que aquella simple duda generaba en él.

Soltando un largo suspiro, su novio apartó otra vez su mirada para volver a posarla en el mar que tenían frente a ellos. Morgana, por otro lado, cansada y disgustada por no haber conseguido capturar a su presa, llegó a echarse sobre su regazo, haciendo a Eren sonreír al ver lo muy satisfecha que parecía cuando rascó tras sus orejas para consolarla.

—Supongo que en parte fue debido a lo muy mierda que siempre quedas hecho cada vez que ocurre algo con tu viejo, y de lo mucho que sé que te duele el tener que programar horarios con tu madre para poder ir a verla cuando este no está en casa. Nadie que sufra así por el distanciamiento con su familia, va a desear cortar relaciones con su hermana tan drásticamente; entonces, era lógico pensar que si ella y tú estaban distanciados, era por algo más, y ese algo debía ser otra persona —le explicó Levi con tranquilidad—. Luego solo uní todo aquello y llegué a la conclusión de que debía ser alguien muy cercano a ustedes dos, por lo que si no era el bueno del doctor, metiendo mierda para generar conflicto entre ambos debido a tus decisiones, entonces debía ser el novio de esta, y eso explicaría lo mucho que te afectó la conversación de antes con Sasha.

Profundamente asombrado por el rápido y acertado desarrollo de pensamientos de Levi, Eren lo miró impresionado. Siempre había supuesto que aquel hombre era listo, tal vez mucho más que eso debido a las pláticas que solían mantener y al ver lo mucho que este siempre leía y se informaba sobre diversas cosas, pero descubrir directamente como trabajaba su cabeza, era algo por completo diferente.

—Vaya, Levi, sí que eres inteligente —lo alabó con sinceridad; sin embargo, los dedos de la mano libre de su novio fueron con rapidez hacia su fría mejilla, aprisionándola y pellizcándola sin piedad alguna.

—Oi, mocoso, ¿con eso quieres decirme que lo dudabas?

—¡Por supuesto que no! ¡Yo solo…! ¡No, no, piedad! —imploró él, logrando quitarse aquellos dedos castigadores de encima y sobando la zona lastimada tras lanzarle al otro una verde mirada de reproche—. Solo quería decir que me ha sorprendido. No muchos habrían podido llegar a una conclusión tan acertada con tan poco.

Y aquello, pensó Eren, era completamente cierto.

A pesar de que todos sus amigos habían pertenecido al mismo estrecho círculo, a pesar de que tanto su familia como la de Jean habían mantenido una relación bastante estrecha, solo algunos pocos habían llegado a conocer la verdad tras el distanciamiento de ellos tres. Si bien Mikasa, Jean y él eran los protagonistas de todo aquel drama, Armin y Annie acabaron metidos de lleno en este sin proponérselo, como luego también lo hicieron Historia y Frieda por añadidura. Por supuesto, todos ellos se habían esforzado al máximo por minimizar los daños colaterales, pero a cambio habían tenido que enfrentar el despedazamiento de sus propias relaciones en el proceso.

—Cuando estaba preparándome para ingresar en la rama de Operaciones Especiales, tuve que estudiar Psicología. Me enseñaron a analizar como actúa una persona, a enlazar hechos y pensar como lo hacen otros, por lo que no es la gran cosa, realmente —admitió Levi, restándole importancia al asunto—; además, ¿no te lo dije ya, mocoso? Siempre te estoy observando; desde la primera vez que nos conocimos y sin importar lo que hicieras, aunque fuese una jodida tontería. Desde la primera vez que te vi, yo he sido incapaz de apartar mi mirada de ti, Eren, y eso me ha llevado a conocerte, a entenderte; incluso en todas aquellas cosas que no puedes o no quieres decirme.

Acercando su pálida mano a la negra cabecita de Morgana, que descansaba en su regazo, su novio la posó sobre la suya que todavía permanecía allí. Al sentir como este acariciaba a la cachorra a través del espacio que quedaba entre sus propios dedos morenos, Eren se avergonzó un poco, dotando a aquel gesto de una mayor intimidad de la que él sabía en verdad tenía; no obstante, la vergüenza que hasta segundos antes sentía dio paso a un sentimiento muy diferente tras las palabras de Levi; una emoción compleja que rivalizaba entre el enorme amor que sentía por el otro y el miedo, así como también la angustia y una enorme gratitud.

Era curioso, se dijo Eren, como a pesar del tiempo que muchas veces se invertía en convivir junto a alguien, en amar a alguien, aun así no siempre se lograba el llegar a conocerlo realmente, y no porque no se deseara, sino porque era más fácil conformarse con lo que se veía a simple vista y esa persona deseaba mostrarte. O quizá, tan solo, se debiese a que esa persona se conocía tan poco a sí misma, era tan ajena a quien en verdad era, que no podía dejar ver nada más al resto.

Ahora, a sus casi veintiún años, Eren tenía la sensación de que todo había sido así para él. Tenía una buena familia y una buena vida, por lo que nunca cuestionó el tener que vivir bajo la sombra y expectativas que su padre cargó sobre sus hombros. Cada uno de sus arrebatos infantiles y adolescentes fue silenciado por este, cada una de sus quejas y protestas, achacadas a los cambios de la edad; todo lo que él hacía, todo lo que sentía, tenía una explicación lógica a ojos de su progenitor, hasta el punto en el que él mismo llegó a creérselo y aceptarlo sin discutir, porque mientras cumpliera, mientras fuese un buen estudiante y el hijo modelo que su padre esperaba, sería perdonado y aceptado por este. Y fue debido a todo aquello, que el primer gran quiebre que Eren tuvo que asumir, fue el descubrir su propia sexualidad y comprender que le gustaban los chicos. El tener aquella certeza ciertamente resultó un duro golpe para todo lo que conocía, casi como mirarse al espejo sin saber quién demonios era él en realidad y comprendiendo, desde el fondo de su corazón, que su padre nunca podría aceptarlo de aquella manera tan dañada y torcida, por completo lejos del chico perfecto que este tanto deseaba.

Y ahora allí estaba Levi, mirándolo con sus tormentosos ojos grises llenos de certeza y diciéndole que a pesar de todas las cosas no dichas, de todos sus silencios e historias vacías, lo conocía. Lo conocía lo suficiente para que su mirada no le juzgara ni su mano se hubiese apartado de la suya. Lo conocía lo suficiente para hacer que el miedo que Eren sentía no se convirtiera en un monstruo que lo devorase hasta convertirlo en algo irreconocible. Lo conocía lo suficiente para borrar en un instante años de dolor y darle una seguridad que quizá jamás en su vida había tenido, porque por primera vez se sentía en el lugar correcto, junto a la persona correcta; por primera vez, en mucho tiempo, no se odiaba a sí mismo ni quien era, y tal vez aquel era el verdadero primer paso para aceptarse en su totalidad.

Inspirando profundo, tanto que pudo notar el frío salobre y gélido del exterior entumecerlo por dentro, se armó de valor y acalló los gritos desenfrenados de sus miedos, tan afilados como dagas e igual de hirientes y mortíferos que estas.

Desesperado por aferrarse a algo, por sentirse seguro en aquella caída emocional, Eren aferró con más fuerza todavía la mano de Levi, la cual seguía sosteniendo la suya. A pesar de saber que quizá le estaba haciendo un poco de daño, este no protestó ante su arrebato, y cuando sus miradas se encontraron una vez más, lo que él vio reflejado en esta acabó por desarmarlo completamente. Nadie, aparte de su madre, lo había amado y aceptado jamás de forma tan profunda y desinteresada.

—Conocí a Jean cuando tenía trece años —comenzó, notando la boca terriblemente seca y las manos tan frías que apenas podía moverlas—. Tras la muerte de su padre, su madre decidió trasladarse a Shiganshina por motivos de trabajo, así que él debió acompañarla. Por supuesto, acabó asistiendo a la misma escuela a la que todos nosotros íbamos, con tan mala suerte para ambos, que el muy idiota fue asignado a mi misma clase. Debido al mal carácter que los dos teníamos, terminamos convirtiéndonos en una especie de rivales, declarándonos la guerra casi nada más conocernos. —Sonriendo tras el cálido lengüetazo que Morgana dio al dorso de su mano, Eren continuó hablando antes de perder todo el valor—: Lo cierto era que con Jean nos detestábamos, por lo que peleábamos todo el tiempo, desde disputas pequeñas y ridículas, hasta enfrentamientos a golpes que acabaron por obligar a nuestros padres a venir a la escuela para reprendernos y disculparse por nuestro mal comportamiento. Sin embargo, lo más inverosímil de todo, fue que, sin saber cómo, el muy idiota acabó formando parte de mi grupo de amigos, por lo que nuestra enemistad se convirtió en una cosa muy complicada. Nos odiábamos de una forma terrible, pero a su vez pasábamos juntos una gran cantidad de tiempo y hacíamos cosas para divertirnos, ¿no crees que es absurdo, Levi?

Volviendo su mirada hacia el pasado, Eren no podía más que angustiarse al ver las señales tan obvias que habían marcado aquel desastre desde un comienzo. Su carácter y el de Jean eran similares: explosivos, tercos y temperamentales; los dos demasiado llevados a sus ideas y acostumbrados a liderar. Cuando este aún no había llegado a la ciudad, para él había sido fácil lograr que el resto de sus amigos hicieran lo que deseaba, por más riesgoso o alocado que esto fuera; sin embargo, cuando Jean apareció y se integró al grupo, este comenzó a cuestionar todo lo que Eren hacía, intentando imponer sus propias ideas absurdas y solo consiguiendo que los otros chicos se sintiesen divididos respecto a quien debían seguir.

Por aquel entonces, Armin y Mikasa siempre habían estado de su parte, mientras que Sasha y Connie se dejaban manipular fácilmente por Jean. Historia, por otro lado, solía fluctuar entre ambos, convirtiéndose así en la pieza ganadora cada vez que ambos deseaban triunfar en alguna de aquellas disputas, algo que cambió drásticamente con la llegada de Annie, quien al tener solo ojos para Armin, se dejaba llevar por las decisiones de este como si fuera el juez y la razón del universo.

Y ahora sin embargo, siendo honesto consigo mismo, Eren debía reconocer que probablemente mucho de aquello no había sido en verdad importante para él en el pasado. Debido a lo muy decidido que estaba de imponerse ante Jean, de vencerlo, de que lo reconociera, acabó por centrarse tanto en este que dejó de notar al resto. Sin saber cómo, toda su atención había acabado volcándose en el otro chico, y antes de que él comprendiera del todo lo que había sucedido, se había sumergido de lleno en aquella catástrofe, enamorándose de este.

—Entonces, ¿cuándo te diste cuenta que ese bastardo te gustaba? —le preguntó Levi, rompiendo finalmente el silencio y haciendo que, a pesar de lo mucho que le dolía recordar aquello, Eren sonriera.

—Supongo que como a los quince, pero no lo sé de seguro. Para ese entonces ya tenía claro que me iban los chicos, algo que Frieda me ayudó a asumir con bastante paciencia, ya que yo tenía verdadero terror de que mis padres se enterasen y se enfadaran conmigo. Lo cierto es que tampoco había tenido el valor suficiente de contárselo a Mikasa, por lo que aparte de ella e Historia, no lo sabía nadie más; sin embargo, un día Armin me confrontó y me lo preguntó directamente, diciéndome que llevaba ya un tiempo sospechándolo y que suponía que mi rivalidad con Jean era producto de mi verdadero interés romántico por él —confesó Eren, sintiéndose un poco avergonzado—. Aquel fue un descubrimiento terrible para mí, porque yo de verdad odiaba a ese idiota.

Para su sorpresa, Levi se rio al oírlo, y aquello bastó para liberar parte de toda la enorme tensión que anidaba dentro de su pecho y sentía lo estaba ahogando.

Debido a que todos a quienes conocía siempre estuvieron demasiado involucrados en aquella historia, Eren nunca se había visto en la necesidad de contársela a nadie más; sin embargo, a pesar de lo muy asustado que estaba minutos antes, temeroso de que Levi se enterase de lo muy idiota que había sido y lo juzgara por ello, ahora todo parecía muy fácil.

Hablar con este de aquella dolorosa etapa de su vida, estaba resultando tan sencillo como antes lo había sido el hablarle de su padre y su horrible relación, o lo muy inseguro que él se sentía de sí mismo, probablemente porque Levi jamás lo había juzgado ni cargado sus expectativas sobre él. Aquel hombre tenía un bagaje emocional tan pesado como el suyo, sino era que más, y por eso tal vez no le sorprendía conocer la parte más fea de una persona. Para este, todo siempre eran cosas claras, sin vueltas absurdas, dudas innecesarias o miedos constantes. Levi decía las cosas de frente, aunque doliesen, y luego actuaba acorde a ello para intentar solucionarlas; todo lo contrario a él, se dijo Eren, que podía ahogarse irremediablemente en un vaso de agua a causa de la angustia y todas aquellas inseguridades que parecían como un agujero negro ante sus ojos.

—¿Crees que es absurdo? —le preguntó a su novio, volviendo a observar el mar batiente a la distancia—. Ya sabes, ¿llevarte tan mal con alguien, discutir y pelearte todo el tiempo, y que aun así en el fondo te guste?

Las delgadas y oscuras cejas de Levi se fruncieron lentamente, haciendo que sus ojos se afilaran hasta ser apenas dos rayitas grises que lo miraron con atención.

—Tch, ¿de verdad me estás preguntando eso, mocoso? Te recuerdo que estuve junto a Farlan durante diecisiete años, trece de los cuales fueron en una relación de pareja, y ni te imaginas como lo odiaba cuando nos conocimos. Era el bastardo más hablador y cabeza hueca con el que había tenido la desgracia de cruzarme en mi puta vida. —Sin poder evitarlo, él igualmente sonrió al oír la queja de este, pero la sonrisa se suavizó en sus labios cuando Levi lo miró directamente a los ojos; una mirada de invierno llena de toda aquella seriedad que este siempre dejaba para las cosas importantes—. Joder, Eren, lo cierto es que no tengo ni la más mínima idea de porqué nos sentimos interesados en alguien o porqué no. Ya te lo dije una vez, a pesar de lo mucho que te quiero, ni siquiera sé bien porque comenzaste a gustarme; tal vez porque eras completamente diferente a mí, o, por el contrario, porque logré ver en ti reflejada una parte de mí mismo; o a lo mejor fue tan solo como tú lo dijiste en una ocasión, y todo esto ha sido cosa del destino que nos llevó el uno hacia el otro. Creo que hay muchas razones por las que podemos interesarnos en alguien, mocoso, sean estas comprensibles o incomprensibles para nosotros o el resto; pero creo, de igual forma, que nunca son equivocadas, que siempre hallamos algo que necesitamos en ese otro, aunque sus consecuencias luego nos lastimen.

Las palabras de Levi resultaron ser casi un golpe para Eren, no porque lastimasen, sino porque resultaron como una absolución a su corazón demasiado herido.

Durante demasiado tiempo, sus sentimientos por Jean habían sido un error para él; algo que estaba mal y debía cambiarse, desaparecer para evitar más daños y dolor al resto. En un comienzo, cuando Eren se dio cuenta de ellos, de que no era solo amistad lo que sentía por este, la vergüenza y la culpa lo embargaron por completo, haciéndole desesperar casi hasta lo imposible por la necesidad de no ser descubierto y así mantener su feo secreto a resguardo; sin embargo, cuando las cosas entre Jean y él finalmente cambiaron, a pesar de que parte de su inseguridad se mitigó, nunca logró quitarse completamente de encima la angustiante sensación de que aquello estaba mal; algo que se acrecentó todavía más cuando Mikasa se enteró de ello y el peso de la culpa amenazó con consumirlo y pulverizarlo de un momento a otro.

Sin embargo, Levi estaba ahora a su lado, sujetando su mano y asegurándole que nada de aquello estaba mal, que no habían motivos reales para sentirse culpable, y Eren deseaba tanto creerle… En verdad lo ansiaba tan desesperadamente… Pero, aun así, una parte suya seguía gritándole que todo lo que había ocurrido entre su hermana y él sí era por su culpa. Que si sufría, era porque se lo merecía.

—Yo… realmente jamás le dije nada a Jean. Nunca intenté imponerle mis sentimientos, porque ni siquiera deseaba que se enterase de ellos —admitió con voz apagada pasados unos instantes. Sintió a Morgana acurrucarse un poco mejor entre ellos en busca de cobijo, pero se notaba tan entumecido por dentro que no logró embargarse del calor que esta siempre le proporcionaba con su cercanía—. Durante casi dos años completos me quedé callado respecto a mi enamoramiento por él, intentando con todas mis fuerzas que las cosas siguieran tal cual entre nosotros, que nada cambiara. Todos dentro del grupo sabíamos que a Jean le gustaba mi hermana, de hecho, ella misma lo sabía pero lo ignoraba a propósito porque decía que él le resultaba insoportable, así que yo tenía muy claro que a Jean le iban las chicas y eso lo dejaba muy lejos de mis posibilidades; pero, por más que intenté que dejase de gustarme, me resultó imposible, y eso me hacía sentir culpable cada vez que los dos estábamos juntos, ya fuese hablando o discutiendo, porque no sabía si era realmente yo quien lo hacía, o el chico gay que había en mí y que tanto detestaba.

La mirada de Levi, pálida y reluciente debido a los débiles rayos solares que se colaban a través de las nubes, se posó nuevamente sobre él. Desde la primera vez que lo vio en aquella misma playa, Eren siempre había pensado en este como una fotografía monocroma: blanco y negro desplegados en todo su esplendor para crear arte; sin embargo, mientras más conocía a Levi, más se desdibujaban las formas demasiado afiladas de sus bordes y sus maneras frías. Aquel hombre, a pesar de la enorme distancia que habitualmente ponía con el resto del mundo, de su trato cortante, era una de las personas más cálidas que él había conocido en su vida; tal vez no de la manera habitual, con palabras amables y gestos cariñosos, pero cada vez que Levi lo miraba, que sentía su atención sobre él, sabiendo que cada cosa que dijera sería oída y comprendida, que este realmente intentaría permanecer a su lado para apoyarle, no había nada que llenara y sanara más su corazón.

—Tch, así que fue un jodido amor adolescente no correspondido —soltó su novio con un ligero atisbo de sonrisa burlona en sus delgados labios—. ¿Y qué cambió entonces? ¿Cómo conseguiste que el chico «hetero», que supuestamente te odiaba y gustaba de tu hermana, acabara enredándose contigo, Jaeger?

Al sentir la cálida mano de Levi rozar su fría mejilla, Eren se estremeció un poco, pero aun así inclinó su cabeza para aprisionar esta contra su hombro y no dejarlo ir. Ante aquel pequeño arrebato infantil de su parte, este solo sonrió y continuó prodigándole mimos, por lo menos hasta que él, luego de suspirar largamente, levantó el rostro para poder verle a los ojos otra vez, permitiéndole su libertad.

—Bueno, todo se debió a que apareció otro chico. —Una de las delgadas cejas de su novio se alzó con curiosidad y Eren sonrió en respuesta—. La verdad es que aquello tan solo fue un ligero interés por parte de ambos que nunca llegó a nada. Él iba a otra clase, por lo que no coincidíamos casi nunca, pero repentinamente comenzó a prestarme mayor atención y a hablar conmigo. En un principio yo no me sentía realmente interesado, pero de todas formas decidí conocerlo un poco mejor ya que era el primer chico que se interesaba en mí, por lo que no pude evitar sentirme un poco halagado —reconoció él con cierta vergüenza—. Para ese entonces, mis amigos ya sabían que yo era gay, ya que gracias al valor de Historia, que asumió su homosexualidad casi desde el principio, tuve la confianza suficiente para hablar con ellos y decírselo, lo cual aceptaron bastante bien a pesar de mis temores. Por eso, cuando este chico apareció declarando su interés en mí, ellos insistieron en que le diese al menos la oportunidad de ser mi amigo.

—Mmm… —murmuró Levi pensativamente, ladeando apenas el rostro para mirarle con seriedad—, entonces, ¿debo suponer que el otro idiota se tomó pésimo tu repentino interés en alguien más?

Eren asintió con un gesto de cabeza y sonrió.

—Sí, has acertado nuevamente, Levi. Jean se lo tomó muy mal. Si antes discutíamos tres o cuatro veces por semana, por ese entonces lo hacíamos todos los días. Me hacía la vida imposible tanto en la escuela como después de clases, y aunque me libraba un poco de él cuando estaba en casa, todavía así muchas veces el muy imbécil solo me llamaba o me enviaba mensajes para complicarme la vida. —Apretando la mano de Levi entre la suya, Eren suspiró—. Para cuando cumplí los diecisiete, mis amigos decidieron hacerme una fiesta sorpresa e invitaron a este otro chico, ya sabes; sin embargo, Jean, como el idiota que era y sigue siendo, acabó arruinándolo todo, convirtiendo la celebración en un completo desastre, y yo, bueno… simplemente me harté y no pude seguir quedándome callado respecto a lo que sentía —reconoció—. Una vez los demás se fueron a casa, ambos discutimos, discutimos de verdad, porque yo ya no lo soportaba, ni a él, ni a mis sentimientos por él. Le pedí que me dejara en paz, porque ya no aguantaba esa situación, no así, sabiendo que él me gustaba, pero comprendiendo que era inútil, porque jamás podría corresponderme; sin embargo, en vez de burlarse de mí o decirme alguna de sus habituales estupideces… Jean, bueno, tan solo se me quedó viendo y… me dijo: «tú también me gustas». Luego… me besó.

Decir aquello, dolió, dolió muchísimo. Durante dos años, Eren había detestado aquella frase, sabiendo que su principal error había sido creer en ella de manera tan ciega y absoluta. Durante aquellos dos últimos años, muchas veces se preguntó cómo había podido ser tan estúpido, porque, si ni siquiera se gustaba a sí mismo, ¿cómo iba a poder gustarle a alguien más? Entonces, su rabia hacia Jean, su desprecio por este, acababa convirtiéndose en autoodio hacia sí, encerrándolo dentro de aquel terrible círculo de culpa y desprecio del que no había logrado escapar hasta que conoció a Levi.

Al contemplar a este, Eren se percató de que a pesar de que la expresión de su rostro seguía siendo tan imperturbable como siempre, el gesto de Levi lucía ligeramente más frío de lo habitual y su mano sujetaba la suya de manera más posesiva, lo que delataba lo incómodo que se sentía con aquella historia aunque intentara demostrar lo contrario. Y él lo comprendía, por supuesto, ¿cómo no hacerlo cuando había tenido que vivir algo similar a eso debido a Farlan?

Por mucho que quisieras a alguien y confiaras en él, por mucho que tu cabeza te recordara que ese alguien en ese momento te amaba a ti, saber que tenía otra historia detrás, con otra persona a la que había querido, resquemaba un poco. Podías aceptarlo y aprender a vivir con ello, por supuesto; incluso llegaría un momento en el que ya ni siquiera importara demasiado, pero en un comienzo siempre estaban las dudas y las inseguridades, las comparaciones absurdas con aquel otro a quien no conocías, así como la angustia que se sentía cuando veías a quien amabas sufrir por un corazón roto que tú no habías lastimado. Era duro y dolía, pero al mismo tiempo compartir aquello con la persona que elegías era un voto de absoluta confianza, permitiéndole conocer quién eras en el pasado y en quien te habías convertido, con todo lo bueno y los mil errores que cometiste, y era en aquella confianza que Eren lo estaba apostando todo ahora mismo.

—Y bueno, después de eso las cosas cambiaron irremediablemente para nosotros —le dijo a su novio con honestidad—. Que Jean reconociera que sentía lo mismo que yo sentía por él, fue casi como un sueño para mí, tanto que ni siquiera me detuve a pensar en que este llevaba persiguiendo intensamente a Mikasa casi el mismo tiempo que yo estuve enamorado de él. Por ese entonces me sentía afortunado, tanto que no me extrañó o incomodó el hecho de que Jean insistiese tanto en que mantuviéramos lo nuestro en secreto de los demás. Supuse que era normal, de cierta manera, ya que a mí mismo me había tomado casi tres años revelarles a mis amigos cual era mi orientación sexual, así que pensé que para él sería algo similar, o todavía peor debido a lo muy orgulloso que era. Así que tan solo me quedé callado y fingí que entre nosotros todo seguía siendo igual que antes, a pesar de que para mí ya no era así

—¿Así que nunca llegaste a formalizar nada con aquel bastardo? —masculló Levi a su vez. Al ver que él negaba, torció los labios con disgusto—. Que basura.

—Sí, realmente. Aunque puede que yo también tuviese algo de culpa al respecto —. Al ver la mirada acerada que su novio le dirigió, Eren estiró una mano y le pellizcó la mejilla—. Lo digo en serio, Levi, y después de pensarlo muchísimo. Por ese entonces no le di mucha importancia al hecho de poner un nombre a nuestra relación, tal vez porque nunca había tenido la experiencia real en una. Quería a Jean y deseaba estar con él, así que eso me bastaba. En verdad creí que lo nuestro era un noviazgo como cualquier otro, con sus cosas buenas y malas; nunca pensé que estaría tan equivocado como sentí que lo estaba casi un año después.

Como cada vez que pensaba en ese periodo de su vida, Eren no pudo evitar sentirse por completo estúpido. Por aquellos días había estado tan cegado por aquella supuesta felicidad, que nunca se permitió ver las obvias señales de que algo estaba mal entre los dos; o tal vez todo fuese cosa de que Jean podía llegar a ser un excelente mentiroso cuando se lo proponía.

—Ya sabes que la relación que tengo con mi hermana es mala, Levi, y ahora seguramente supones el porqué. Casi un año después de que Jean y yo comenzáramos a salir, Mikasa se enteró de ello, y no fue nada agradable, créeme. Por ese entonces los dos siempre teníamos mucho cuidado para que los demás no descubrieran que éramos más que amigos, por lo que ideábamos momentos para poder quedar a solas sin levantar sospechas, así que comenzó a convertirse en algo habitual que él fuese a estudiar a mi casa o yo a la suya; y, bueno, fue en una de esas ocasiones en las que todo acabó yéndose al demonio —le explicó—. Aprovechando una tarde en la que mi madre tuvo que ir a la consulta de mi padre y se llevó a mi hermana con ella para que echara una mano, ya que él estaba con mucho trabajo, Jean fue a mi casa. Lo que ninguno de los dos esperó jamás fue que Mikasa, siempre tan tranquila y obediente, se peleara con mamá, por lo que regresó a casa hecha una furia y bueno, nos encontró teniendo sexo —masculló él sintiéndose morir de la vergüenza, casi del mismo modo en que lo hizo por aquel entonces al contemplar la completa incredulidad en los ojos de su hermana cuando entró en su cuarto y los encontró allí.

—Oh, vaya. Supongo que aquello tiene que haber sido una buena impresión para ella, mocoso. Una jodida buena impresión —oyó decir a Levi, por lo que volvió el rostro de inmediato para verle.

Al darse cuenta de que este parecía más divertido que enfadado, Eren le pegó un codazo en las costillas que despertó a Morgana y la hizo protestar con un pequeño ladrido que debió apresurarse a acallar con caricias que esta correspondió tironeando sin piedad de la manga de su abrigo negro.

—¿Te parece divertido? —le preguntó con incredulidad a su novio mientras intentaba tranquilizar a la cachorra—. ¡Fue una de las peores situaciones de mi vida, Levi! ¡Estuve a punto de morir a causa de la vergüenza! Que tu hermana te encuentre en algo así es espantoso. Piensa como te sentirías tú si hubieses tenido que pasar por eso con Isabel.

—Tch, habría sido una auténtica putada —reconoció este con sinceridad—; pero aun así, sigues aquí, ¿no, Eren? A pesar de la vergüenza y del sufrimiento que tuviste que enfrentar entonces, sigues aquí, y eso por si solo debería demostrarte lo increíblemente fuerte que eres.

Emocionado por la seguridad con que Levi retrataba una fortaleza de la que en realidad él no se sentía dueño, y siendo incapaz de molestarse con este, como casi siempre ocurría, Eren tan solo se rindió. Apoyando la cabeza sobre su hombro izquierdo, aspiró el ligero aroma cítrico impregnado en el suave paño de su abrigo gris, perdiéndose en la tranquilidad que aquella familiaridad le producía. Al sentir como las manos de ambos se desentrelazaban quiso protestar, pero de inmediato notó el brazo del otro pasar sobre sus hombros demasiado tensos, atrayéndolo un poco más hacia sí.

—Sí, sigo aquí —fue su respuesta, apenas murmurada. Al sentir como los labios de Levi se posaban sobre su frente en un ligero beso, su corazón se contrajo hasta un punto casi doloroso.

—Entonces, ¿qué pasó después de eso, mocoso? —le preguntó este con suavidad—. ¿Qué hizo tu hermana?

—Pues se puso como loca. Lo cierto es que Mikasa siempre fue muy sobreprotectora y posesiva conmigo, desde que éramos pequeños, por lo que detestaba a Jean por molestarme todo el tiempo, así que en ese momento asumí que su enfado era debido a eso —le dijo a su novio con desgana—. Nada más vernos juntos, mi hermana rompió a llorar, comenzando a vociferar contra él y contra mí sin que yo lograse comprender del todo su angustia. Debido a la situación tan incómoda en la que nos había encontrado, me sentía demasiado avergonzado y aturdido como para pensar en nada con claridad, así que a pesar de que quería decirle a Mikasa que no se enfadara, que no se preocupara, ya que las cosas con Jean y yo estaban bien y no debía temer que este se estuviese aprovechando de mí, me quedé callado; sin embargo entonces, al oírle decir que le contaría a nuestros padres que yo era gay, solo me aterré y me quedé en blanco. Mikasa me había jurado no decirles nada hasta que yo estuviera preparado para hacerlo, y de repente, allí estaba ella, amenazándome sin que yo lograra comprender el porqué. Entonces, cuando Jean comenzó a hablar, el mundo se destrozó a mis pies y empecé a entenderlo todo.

—¿El bastardo negó su relación contigo?

Eren asintió.

—Le dijo a mi hermana que lo sucedido conmigo esa tarde había sido un error del momento y que lo sentía, que no sabía qué demonios le había ocurrido, pero que le juraba que nunca más volvería a pasar. En un principio yo realmente no podía entender nada de aquello: ni el porqué de la terrible angustia de mi hermana, ni el motivo por el que Jean parecía tan desesperado por obtener su perdón, negando así lo que nosotros teníamos cuando llevábamos casi un años saliendo. En algún punto de aquel desastre Mikasa soltó que yo la había traicionado, que ella había aceptado mi condición y confiado en mí, pero yo tan solo me metí con su novio a la menor oportunidad y la lastimé. Al ver la expresión de Jean al oírla decir aquello, fue que finalmente comprendí todo, sintiéndome como el peor de los idiotas, por supuesto. Estaba claro que el muy imbécil llevaba un tiempo saliendo tanto con mi hermana como conmigo sin que ninguno de nosotros lo supiera, y yo no tenía que ser un genio para saber a quién él elegiría mantener de entre nosotros dos.

A pesar de que ya iban más de dos años de aquello, el recordarlo seguía siendo algo doloroso para Eren, y no porque aun mantuviese sentimientos por Jean ni nada parecido, sino porque por primera vez en su vida se había sentido infinitamente vulnerable, comprendiendo de golpe lo poco aceptado que podía llegar a ser incluso por quienes decían amarlo; lo muy diferente que era frente a los demás. Por primera vez al pensar en sí mismo, se había visto como una pieza deformada a la que intentaban ensamblar dentro de un puzle enorme conformado por todo y todos los que lo rodeaban, y la cual nunca tendría un lugar adecuado porque simplemente no era igual al resto; y aquella certeza le había hecho un daño terrible.

—Al final —continuó tras unos minutos de silencio—, estaba tan cansado de todo, tan confundido y triste, tan desesperado por escapar de la enorme decepción y rabia que veía en el rostro de mi hermana y los suplicantes ojos de Jean, que acabé dándole la razón a este. Le dije a Mikasa que todo era culpa mía, que había aprovechado aquella oportunidad para intentar seducir a Jean e imponerle mis propios sentimientos. Al final, agarré mi ropa y hui de mi habitación, encerrándome en el cuarto de baño durante horas hasta que mis padres llegaron, ya que mi hermana cumplió su amenaza y les contó a ambos que yo era gay. Ya podrás imaginarte como se puso mi padre al obligarme a salir y confrontarlo para que le dijese la verdad.

Al estar envuelto por su abrazo, Eren oyó con facilidad la profunda respiración de Levi cuando acabó de hablar de aquello. Al levantar el rostro para observarlo, se percató de como su ceño estaba ligeramente fruncido y sus labios convertidos en aquella pálida línea que siempre anticipaba sus enfados.

—¿Te golpeó?—le preguntó este con cierta tensión en la voz—. Tu viejo, ¿te golpeó? Recuerdo que me dijiste hace un tiempo que no quiso creerte en un principio, pero…

Eren se apresuró a negar, tragándose un poco amargamente la mentira al recordar los hechos de aquel horrible día. No era que no confiase en Levi o desease proteger a su padre de la ira de este al enterarse de lo que le había hecho, sino que tan solo él sabía que a veces una verdad a medias podía evitar más daño que una sinceridad absoluta, sobre todo en lo referente a aquellas cosas dolorosas que por desgracia ya no se podían cambiar.

—No, mi padre no me golpeó al enterarse de que era gay, pero de cierto modo hubiese preferido que lo hiciera. La forma en que me miró cuando le dije que era verdad, que me gustaban los chicos, fue como si lo hubiese decepcionado de la peor manera; como si no pudiese creer que yo fuera su hijo… Luego, solo me dio una charla sobre lo muy confundido que seguramente yo estaba, por mi edad, por mi inexperiencia, y como seguramente me aclararía con el tiempo y tras conocer a una chica adecuada. Cuando le dije que ya había tenido casi cuatro años para aclararme y que dudaba mucho de que algo cambiara, se marchó furioso; no me dirigió la palabra durante semanas —le explicó a su novio con desagrado—. Mi madre, por el contrario, se lo tomó muchísimo mejor. Ella tan solo me abrazó y me dijo que ya lo sospechaba desde hacía un tiempo, así que no tenía nada de qué preocuparme, que estaba bien. Que no tenía que avergonzarme ni sentirme culpable por quien yo era, porque estaba bien; y aunque en verdad quise creerle, Levi, aunque intenté hacerlo, no pude, me fue imposible. Después de todo lo vivido, de ver todo el dolor que mis decisiones y deseos causaron a quienes amaba, me odié demasiado.

Aunque durante gran parte de aquella angustiante y dolorosa conversación Eren logró mantener la calma gracias a Levi, quien había aliviado buena parte de su carga con su silencioso apoyo y comprensión, nada más acabar de rememorar aquel terrible episodio, el que parecía haber sido el detonante de la peor etapa de su vida, no pudo soportarlo más y se derrumbó.

La angustia dio paso al miedo, y este dio paso a todas aquellas emociones negativas que invadían a veces su cabeza sin darle tregua y acababan reflejándose en su cuerpo. Tenía frío, y debió demostrarlo, porque sintió que su novio lo miraba preocupado y lo acercaba aún más a su costado. Eren inspiró todo lo profundo que pudo, pero le costaba un poco respirar, no de forma alarmante como en sus peores momentos, pero sí lo suficiente para que se asustara, sobre todo al oír lo violentas que eran las palpitaciones de su corazón al golpear contra su pecho.

—Oi, mocoso, ¿qué te ocurre? —oyó a Levi preguntarle con evidente inquietud. Al sentir la mano de este, cálida y suave contra su frente, comprendió que o bien debía estar sumamente helado o había comenzado a sudar frío.

A pesar de sentir la boca tan seca como el desierto, Eren intentó hablar para asegurarle que estaba bien y así tranquilizarlo; sin embargo, al oír la ligera respiración sibilante que escapó de entre sus labios, comprendió que estaba a punto de comenzar a hiperventilar y que tenía que salir de allí antes de que su condición empeorara.

—Necesito que nos vayamos a casa ahora, Levi —le dijo a este como pudo, siendo al mismo tiempo una orden y un ruego. Enterrando el rostro en el hueco de su cuello, inspiró lentamente e intentó recordar cómo debía respirar—. De verdad necesito que nos vayamos a casa ahora.

Al notar como los brazos de su novio lo soltaban, Eren quiso protestar debido a lo muy indefenso que repentinamente se sintió, temeroso de caer sin poder detenerse; no obstante, Levi solo se apartó lo justo para arrodillarse en la arena frente a él y sujetar su rostro entre sus manos, mirándolo muy serio.

—Oi, mocoso, escúchame bien. ¿Sufres de ansiedad? —A pesar de lo mucho que él había intentado ocultar aquello de este, asintió, notando los ojos llenos de lágrimas que sabía no podría contener por mucho más. Levi inspiró con fuerza—. ¿Tomas medicación? ¿La andas trayendo contigo? —Eren volvió a asentir—. ¿Crees que puedes andar solo o necesitas ayuda?

—Solo —murmuró él apenas.

—Entonces vamos —lo apremió este, tendiendo una mano en su dirección y tirando de ella para ayudarlo a levantarse.

Morgana, de seguro preocupada al verlos tan alterados, comenzó a ladrar y tironeó del deshilachado borde de sus vaqueros; su novio, no obstante, se agachó y la tomó en brazos, avanzando a paso vivo con ambos rumbo a la casa.

Desde que había comenzado a visitar a Levi de manera regular, aquel corto trayecto desde la orilla de la playa hasta la casa nunca le había resultado a Eren tan largo como en ese momento. Sentía las piernas pesadas y débiles, y la ansiedad bullendo dentro de él como una pesadilla que le embotaba la cabeza y no lo dejaba pensar en nada más, por mucho que lo intentara.

Cuando vio a Levi dejar a Morgana en el piso para poder ingresar el código de acceso en el tablero de seguridad, se sintió aliviado; más aún cuando la puerta finalmente se abrió y pudo ingresar al interior.

A pesar de que la casa estaba silenciosa y vacía cuando entró en ella, Eren aun pudo notar flotando en el ambiente el aroma ligeramente cenizo de la leña quemada y el recuerdo de su cálido rastro impregnado en las paredes de clara madera. Nada más oír la puerta cerrarse tras él, se dejó caer sentado en el suelo frente a la entrada, ya sin fuerza alguna. De inmediato, tanto Levi como la cachorra se acercaron a su lado a ver como se encontraba.

—Tu medicación, ¿dónde está? —lo apremió este con tono imperativo.

—Yo… creo… Tu habitación. Sí, tu habitación —respondió Eren, sintiéndose morir a causa del frío, por lo que se rodeó con los brazos en busca de calor, aunque sin mucho éxito.

—¿Tu bolso? —insistió Levi.

—Mi bolso. En el bolsillo frontal.

Vio a este asentir apenas y subir corriendo la acaracolada escalera, la cual bajó en solo un par de minutos con el diminuto bote de píldoras en la mano. Tras llenar de agua un vaso en la cocina, Levi se apresuró a ir hacia él, ayudándole a destapar el frasco, para obtener su dosis, y beber con cuidado cuando notó sus manos terriblemente temblorosas.

Tras tomar su medicación, Eren cerró los ojos y se concentró en acariciar el suave pelaje de Morgana, quien estaba tranquilamente echada en su regazo. Mientras esperaba porque el tranquilizante hiciese efecto, intentó relajarse con respiraciones profundas y sosegadas tal como le habían enseñado en terapia; sin embargo, al estar su cabeza tan llena de cosas negativas, al sentirse tan triste y dolido, le fue imposible.

No protestó en absoluto cuando Levi lo instó a levantarse para ir hasta la sala, ni tampoco cuando este lo obligó a quitarse el abrigo y recostarse en el sofá, cubriéndolo con la prenda; no obstante, cuando su novio se apartó de su lado para echar leña a la chimenea y avivar el fuego ya extinto, algo finalmente pareció quebrarse dentro suyo y rompió a llorar.

Entre lágrimas y sollozos desgarradores, Eren no se percató de que Levi había regresado a su lado hasta que lo sintió sentarse en el sofá, ya que este le hizo apoyar la cabeza sobre su regazo. Demasiado hecho un lío por dentro, él lloró y lloró hasta que ya no pudo más, o hasta que ya simplemente no le quedaron lágrimas para seguir haciéndolo; lloró hasta que la sensación de vacío que lo embargaba se convirtió en un envolvente entumecimiento. Sin embargo, cuando sintió los dedos del otro enredándose entre sus cabellos en una suave caricia tranquilizadora, parte de la angustia que lo embargaba por fin remitió, convirtiendo los sollozos que aun escapaban de sus labios en respiraciones temblorosas y suspiros hondos que, poco a poco, fueron haciendo pesar sus párpados.

En medio del sueño y la consciencia, dentro del nebuloso espacio que quedaba entre su presente y sus sueños rotos, Eren oyó la grave voz de Levi elevándose. Una palabra y luego otra, todas ellas enredadas de forma desconocida entre las notas de una melodía que él no había escuchado nunca y que, aun así, le pareció tan familiar y acogedora como el regresar a casa, y tan esperanzadora como el rayo de sol que arrastraba las nubes tras la tormenta.

Y mientras se dejaba caer en el sueño, Eren tuvo plena seguridad de que el vendaval finalmente se había convertido en calma. Levi seguía allí, a su lado, y estaba cantando para él.

 

——o——

 

Una vez estuvo seguro de que el mocoso se hallaba por completo dormido, Levi, teniendo mucho cuidado de no despertarlo, dejó de cantar y permitió que sus dedos recorrieran con suavidad el rostro de este, alegrándose en silencio al comprobar como el calor del fuego había caldeado una vez más su piel, demasiado fría, y como el cálido tono moreno que teñía esta había regresado luego de haber sido remplazado, momentos antes, por aquel perturbador pálido que solo hablaba de un miedo tan profundo que él ni siquiera lograba imaginar.

A pesar de que hacía años que no cantaba, mucho menos en presencia de alguien más, como la mayoría de las cosas que le sucedían junto a Eren, aquello había nacido de manera por completo natural para Levi. Él no lo había planeado, en absoluto, pero al ver al chico llorar como si se estuviese rompiendo por dentro, al saberse tan impotente a la hora de contener su dolor, tan solo había abierto la boca y entonado aquella canción de mucho tiempo atrás; una canción de cuando su madre aún vivía y había sido entonces él quien necesitaba consuelo.

Contemplando a Eren, viendo como la suave respiración que escapaba de sus labios ligeramente entreabiertos hacía temblar sus largas y oscuras pestañas contra sus pómulos, Levi desenredó con una mano los castaños cabellos alborotados y se sumió en un silencio meditativo.

Estaba tan furioso… Era tanta la ira que sentía en ese momento, que temía acabar perdiendo el control y estallar de un momento a otro.

Grisha Jaeger, Jean y Mikasa; tres nombres que en ese momento se arremolinaban dentro de su cabeza de forma venenosa, haciéndole arrepentirse de no haberle dado al maldito médico una paliza cuando lo tuvo en frente, y deseando al mismo tiempo tener la oportunidad de cruzarse con el otro bastardo para acabar lo que Annie había dejado a medias.

Aquella tarde, mientras oía al chico hablarle sobre su pasado y todo lo que para él había significado, lo muy deficiente y culpable que se sentía, lo mucho que se detestaba por ser quien era, Levi realmente había tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano para que su genio de mierda no saliera a la luz.

Desde casi la primera vez que platicaron, él siempre había supuesto que Eren tenía graves problemas de autoestima. Lo había notado en el poco aprecio que este ponía al hablar de sí mismo y lo mucho que se apocaba cuando alguien lo halagaba; en lo receloso que habitualmente parecía sobre sus cualidades, y lo muy temeroso e insuficiente que siempre se mostraba cuando debía enfrentar a su padre. Habían sido cosas pequeñas, pero las cuales encendieron de inmediato las alarmas dentro de él, sobre todo cuando fue el mismo Eren quien reconoció que tenía algunos problemas; sin embargo, Levi nunca se imaginó que estos eran tan serios.

Demonios, ver como el mocoso sucumbía ante aquella crisis de pánico frente a sus ojos, realmente había sido una experiencia aterradora, mil veces peor que tener a un desquiciado apuntando un puto rifle a su cabeza. Ver sufrir de esa manera a quien amaba y no poder hacer nada para evitarlo, para aliviarlo, lo había hecho darse cuenta de lo muy insuficiente e impotente que era, y joder, como se había odiado por ello.

Tras analizar si sería una buena idea llamar a Hange para que esta le ayudase, y descartar casi de inmediato la idea porque estaba seguro de que aquella maldita loca llegaría haciendo un alboroto que alteraría aún más al chico, Levi decidió que lo mejor sería esperar hasta que este despertase por sí solo y luego ya decidir qué hacer.

Con cuidado de no molestar el descanso de Eren, apartó con delicadeza su castaña cabeza de su regazo y se puso de pie. Morgana, que había estado echada junto al sofá observándolos, se levantó en el acto e intentó subirse a este, pero Levi la detuvo nada más verla apoyar sus patitas delanteras para darse impulso. De inmediato esta gimoteó en protesta al no conseguir su propósito, por lo que tras pensárselo un poco mejor, le permitió acostarse junto al chico. Levi estaba seguro de que este agradecería la compañía de la cachorra cuando despertara.

Acuclillándose a la altura de la perrilla, la miró a sus redondos ojillos oscuros y le advirtió en un murmullo muy serio:

—Tendrás que comportarte, bestezuela. Nuestro mocoso ahora mismo no se siente bien, así que debemos cuidarlo, ¿entendido? Ni se te ocurra despertarlo.

A modo de respuesta, Morgana le dio un lengüetazo en la mejilla que lo hizo tragar duro a causa del asco, pero al ver como esta se aovillaba obedientemente al lado de Eren, quietecita y callada, él decidió olvidar aquella ofensa por el momento y no la regañó.

Tras regresar de la segunda planta con una confortable manta de lanilla, quitó al chico tanto las deportivas como el negro abrigo con el que se cubría, cambiando este último por la manta para que estuviese mucho más cómodo; sin embargo, una vez avivó el fuego y puso a calentar agua para prepararse un poco de té, Levi se sintió impaciente y nervioso; aquel tipo de inquietud que en el pasado lo llevó en más de una oportunidad a meterse en peleas absurdas, las cuales no habían tenido otro propósito más que desahogar parte de su rabia.

Luego de colgar los abrigos de ambos en el perchero, extrajo el móvil de Eren del bolsillo de la prenda y lo dejó sobre la mesilla de centro para que lo tuviese a mano cuando despertara; no obstante, en un arrebato por completo impropio de él, Levi encendió este e ingresó al menú de inicio, comprobando que, como de costumbre, no tenía ninguna contraseña.

Jodido mocoso confiado.

Antes de pensar siquiera en lo que estaba haciendo, llegó al directorio y encontró el número que buscaba. Durante unos segundo se quedó allí, observando el nombre de la hermana de Eren y pensando en lo fácil que sería llamarla y hablar con ella para hacerle ver la mierda de novio que había elegido; sin embargo, luego de preguntarse si aquello realmente serviría de algo, tuvo que reconocer que no sería así.

Aunque le doliese reconocerlo, él sabía mejor que nadie que había batallas personales que no podían lucharse por nadie más que uno mismo, y, lamentablemente, aquel era el caso de Eren. No importaba lo mucho que él interviniera ni a quien se lo hiciese pagar, mientras no fuera el propio mocoso quien enfrentara a sus fantasmas, no podría sanar y avanzar. Lo único que Levi podía hacer para ayudarlo, era permanecer a su lado, incondicionalmente.

Cerrando los ojos, soltó en un murmullo una retahíla de espantosas groserías que de seguro habrían disgustado muchísimo a Erwin, pero las cuales sirvieron para liberar parte de su enorme enfado.

Decidido a apartar la tentación de sí, Levi apagó el móvil de su novio y lo dejó sobre la mesilla una vez más, sentándose a continuación sobre la blanca y mullida alfombra de la sala para apoyar la cabeza sobre el sofá. Al quedar frente a frente a Eren, sintió la respiración de este escapar de entre sus labios y golpear suavemente contra los suyos, por lo que inclinándose apenas un poco, él dejó un corto beso sobre estos.

—Un día de estos vas a acabar conmigo, Jaeger. Realmente vas a hacerlo —le recriminó; sin embargo, al recordar lo roto que este había parecido minutos antes, lo terriblemente solo e incomprendido que se había mostrado ante él, Levi no pudo más que desear sanar todo aquello; tomar todo el dolor que pudiese de Eren con tal de que este fuera feliz y jamás tuviera que enfrentarse nuevamente a algo así—. Nunca más —murmuró, sin apartar los ojos de aquel rostro dormido—. Nunca más —repitió, rozando apenas sus labios llenos en otro casto beso.

Y aquello, se dijo, Levi no era una simple promesa, era un juramento. Él no podía luchar las batallas de Eren, pero se convertiría en la espada y el escudo de este cada vez que fuese necesario.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que la lectura fuese de su agrado y que valiera la pena el tiempo invertido en ella.

Lo siguiente es avisar que, una vez más, debido a lo muy extenso que resultó el capítulo, me vi en la obligación de dividirlo en dos partes; pero lo bueno de ello es que la semana siguiente habrá nuevamente actualización de In Focus, ya que el capítulo está escrito y solo esperando la corrección. Sé que a muchos no les incomodan los capítulos larguísimos, lo que les agradezco, pero siempre siento que es una crueldad para mi beta tener que corregir más de treinta páginas de una sola vez, y ya sobre cuarenta es una locura total.

Por lo demás, solo espero que esta entrega les haya gustado. Supongo que ya habrá una idea más clara, mucho más clara, sobre el pasado de Eren con Jean y Mikasa, por lo que con el siguiente capítulo deberían quedar pocas dudas al respecto, porque la historia comenzará a avanzar en plan de que Eren pueda solucionar y superar estos problemas, junto a Levi, por supuesto. Como podrán haberse dado cuenta durante la lectura, a diferencia de Levi, que cargaba mucha culpa por sus errores y sufría su pérdida tras la muerte de Farlan, en el caso de Eren las culpas que siente son por quien él mismo es y sus elecciones, y su pérdida va un poco más en torno a su verdadera identidad y aceptación.

Para quienes siguen el resto de mis historias, como ya he comentado antes, la siguiente actualización volverá a ser para In Focus, en lo que va de estos días. Después de ello, seguimos con el fandom de SnK, esta vez con La Joya de la Corona.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Siempre son la llamita que mantiene encendida la hoguera.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes en estos tiempos complicados.

 

Tessa.

 


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