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In Focus (Riren/Ereri) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 35:

ESTRELLAS DISTANTES

 

Sólo el amor puede leer el escrito de las estrellas más distantes.

(Oscar Wilde)

 

 

 

Nada más llamar a la blanca puerta que tenía ante él, Levi, sintiéndose más nervioso de lo que había estado en mucho tiempo, esperó con paciencia a que le abriesen. Aquella no era la primera vez que estaba allí, por supuesto, y ya en otras ocasiones había hecho aquel mismo ritual de llamada y espera fuera del departamento, aguardando a que el mocoso saliese; sin embargo, aquella era la primera vez que pasaría la tarde en casa de Eren, y eso lo tenía un poco descentrado.

Durante el tiempo que tenían de conocerse, todas sus citas y encuentros siempre se habían llevado a cabo en su propia casa o fuera de esta cuando el mocoso quería ir a algún sitio o hacer algo en específico. Este, habitualmente se escudaba en el hecho de que el departamento donde vivía era demasiado pequeño, y más aún si Armin y Annie se encontraban en él, lo que ocurría a menudo; por eso a Levi, que debido a su jodido TOC era escrupuloso en extremo cuando estaba en sitios que no conocía ni consideraba seguros, no le importaba pasar su tiempo con Eren en su propio territorio, por el contrario. Aun así, él igualmente comprendía que el que el chico le hubiera pedido ir hasta allí aquel día era un enorme avance, porque si bien no se lo había dicho de manera directa, en el fondo ya intuía que el que Eren le hubiese puesto tantas trabas era porque se sentía bastante inseguro de permitirle invadir su espacio personal, una de las pocas barreras que aún le quedaban. Que lo aceptase allí, que desease tenerlo allí, era sin duda alguna una firme prueba de lo muy comprometido que el otro estaba hacia la relación que ahora mantenían.

Tras arreglar por enésima vez su abrigo gris y las mangas del blanco suéter que llevaba bajo este, Levi comprobó que sus vaqueros —de un gris más oscuro— no estuvieran arrugados, y se inclinó un poco para acariciar la negra cabecilla de Morgana, quien sentada a su lado miraba hacia la puerta y gemía bajito con expectación.

Demonios, ¿en que había estado pensando cuando aceptó esa invitación?, se preguntó.

Debido al asunto de la exposición, y a que ahora también fotografiaba para dos revistas diferentes, Eren tenía realmente mucho en lo que trabajar, demasiado, y casi nada de tiempo libre. Cuando la noche anterior el mocoso lo había llamado disculpándose por no poder ir a verle, Levi le había dicho que no se forzara más de la cuenta y que ya podrían verse el lunes en la tarde como siempre; no obstante, terco como era, su novio lloriqueó sobre que no quería perder los pocos días en los que tenían oportunidad de estar juntos, por lo que él acabó cediendo y aceptando ir hasta su casa aquel domingo para hacerle compañía, aprovechando que Armin estaría todo el día fuera con Annie y que así nadie los molestaría.

Demonios, realmente estaba muy, muy jodido por culpa de aquel condenado chico de ojos verdes…

Abriendo la puerta casi con violencia, Eren, con mirada nerviosa y el rostro ruborizado, luciendo muy guapo en su entallada camisa rojo oscuro y sus vaqueros azules, abrió la boca nada más verlo y comenzó a disculparse:

—¡Levi, lo siento mucho! Lamento haberlos hecho esperar tanto tiempo aquí fuera, pero pensé que tardarían un poco más en llegar y estaba ocupado.

Morgana, que había estado sentadita muy quieta esperando que les abrieran, enloqueció de inmediato al ver a Eren, parándose en sus dos patitas traseras para apoyársele en las piernas y pedirle que la cargara, lo que este hizo de inmediato, relajándose lo suficiente para no parecer muerto de vergüenza cuando volvió a mirarlo. Levi, sin embargo, arqueó una de sus oscuras cejas inquisitivamente y sonrió apenas.

—¿Qué? ¿Acaso hay algo que no deseas que vea, mocoso?

—¡Claro que no! Pero… estaba limpiando un poco —reconoció el chico con cierta mortificación, logrando que el sonrojo de sus morenos pómulos casi igualara al de la camisa que llevaba—. Con Armin solemos apañárnoslo bastante bien respecto al aseo de la casa, pero jamás llegaríamos a tus estándares, y con el asunto de tu TOC…

—Sobreviviré, descuida. Si he sobrevivido en casa de Hange, que es una verdadera asquerosidad, créeme, podré hacerlo aquí —le aseguró él, estirando a continuación una mano para palmearle la mejilla izquierda y, posteriormente, enrollarla tras su cuello para obligarlo a inclinarse un poco y así poder dejar un corto beso sobre sus labios—. Hola, mocoso.

—Hola, Levi —repitió Eren, besándolo nuevamente a su vez, viéndose interrumpidos cuando Morgana, deseosa por obtener su libertad, comenzó a removerse y volvió a ser el centro de la atención.

Una vez ingresaron al departamento, la cachorra —que ya había estado allí con anterioridad, en las ocasiones que Armin y Annie cuidaron de ella— se puso de inmediato a hurgar con la seguridad de estar en un sitio conocido, mientras que Levi, por el contrario, observó todo a su alrededor con absoluta curiosidad.

A pesar de ser indudablemente una vivienda bastante pequeña, el color blanco que predominaba sobre las paredes y el claro piso de madera dotaban a esta de cierta luminosidad y amplitud que ni siquiera el deprimente cielo gris que se apreciaba a través la ventana lograba opacar. Los zócalos y las molduras estaban pintados de un azul marino que los hacía resaltar, un detalle bonito a ojos de Levi, y el cual daba un toque casi minimalista a las estancias con su ausencia de muebles y decoración innecesaria.

Frente a la diminuta cocina —ubicada a su derecha y la cual parecía bastante ordenada y limpia— se hallaba la estancia que fungía al mismo tiempo como sala y pequeño comedor. Un viejo sofá marrón claro de dos cuerpos, una mesilla de centro de vidrio y un mueble para la televisión de plasma y el equipo de música —que ahora se hallaba encendido reproduciendo una de las listas musicales favoritas del mocoso y la cual Levi ya se sabía casi de memoria— era todo lo que había en la sala, mientras que el minúsculo comedor se conformaba solo por una redondeada mesa de madera para cuatro personas, en la que predominaba un sencillo y bonito arreglo de margaritas y girasoles que él identificó inmediatamente como trabajo de Frieda.

A pesar de las advertencias de Eren, Levi consideró que todo estaba bastante limpio y ordenado, ya fuese debido a la ausencia de mobiliario o a que este se había esforzado en extremo porque así fuera. Morgana, arrastrando por las cintas una impecable deportiva blanca, se subió sin esfuerzo alguno al sofá con ella, muy contenta de contar con aquel nuevo juguete para su entretención.

—¡Morgana, no! ¡Eso es de Armin! ¡Suéltalo! —se apresuró a decirle Eren a la cachorra, apurándose a quitarle la deportiva del hocico y luchando un poco para que esta no se la volviese a arrebatar. Posando una vez más su verdeazulada mirada sobre él, su novio le dijo con cierto deje de vergüenza—: Bueno, ya podrás darte cuenta de que no mentía cuando te dije que el departamento no era muy grande, pero queda cerca de la universidad y el alquiler es asequible; además, ni Armin ni yo pasamos demasiado tiempo aquí, así que-

—Respira. —Acercándose al sofá donde el chico estaba sentado con la cachorrilla en brazos, Levi acunó el rostro de este entre sus manos, haciéndole alzarlo ligeramente para que lo mirase—. Respira y relájate, mocoso. ¿Por qué te disculpas en primer lugar? ¿Por qué das excusas que ni siquiera te he pedido? No olvides de dónde vengo —le dijo, todo seriedad, ante lo que los ojos de Eren se abrieron como dos bolitas verdes al comprenderlo—. Que la casa donde vivo luzca ahora bonita, no quiere decir que fuese así cuando yo era un crío; de hecho, era una auténtica mierda. Y antes de irme a vivir con Farlan, el departamento que tenía no era muy diferente a este, ¿sabes?

El semblante de Eren, siempre tan abiertamente expresivo, fue invadido por un sinfín de emociones en apenas unos segundos, desde la vergüenza a la consternación, y el entendimiento al sentirse un completo tonto debido a sus miedos infundados.

Levi, siendo hijo de una prostituta y viviendo en una condición bastante cercana a la pobreza durante su niñez, se había acostumbrado a ser objeto del desprecio y las burlas de otros, por lo que aprendió desde muy temprano a que la opinión que el resto tuviese sobre él le importara un carajo; además, una de las tantas cosas que le había enseñado su madre hasta grabárselo bien en la cabeza, era que jamás debía avergonzarse de quien era y de donde venía, por lo que a pesar de todo, se enorgullecía de sus orígenes humildes y de lo que había alcanzado en la vida pese a ello. Eren, por el contrario, había crecido siendo alguien favorecido en muchos aspectos, un chico con un montón de expectativas cargadas sobre sus hombros y lleno de metas que alcanzar, las cuales acabaron truncándose debido a sus decisiones, decepcionando a otros. Por eso mismo, cada vez que este no se creía a la altura en algo, se avergonzaba en extremo y se sentía en falta, aunque no lo estuviese en absoluto.

Demonios, pensó Levi, como deseaba que Grisha Jaeger le diese al menos una razón, por pequeña que esta fuera, para justificar el que él le propinara una paliza que le volase los dientes, sin que luego tuviera que arrepentirse de su actuar.

—Bueno, supongo que me estoy comportando como un idiota otra vez, ¿verdad? —le preguntó Eren repentinamente; sus intensos ojos de mar de verano fijos en él y una ligera sonrisilla adornando sus labios llenos, la cual lo hizo salir de sus sombríos y sanguinarios pensamientos en apenas un instante.

—Bastante, pero no es que no esté acostumbrado ya, mocoso —le dijo Levi en respuesta, pellizcándole ambas mejillas y viéndolo fruncir el ceño con fastidio—. Además, tu casa no está nada mal. Sería increíblemente rápida de limpiar. Muy práctica.

La risa de Eren, vibrante como siempre, resonó en la estancia, sobreponiéndose a la música que se reproducía en el equipo y haciendo que su corazón latiese más rápido aun, presa de aquella emoción extraña que siempre despertaba dentro suyo ante aquella alegría.

Morgana, aprovechando la oportunidad, se liberó de los brazos del mocoso, que la aprisionaban, y agarró una vez más la deportiva del amigo de este, echando a correr con ella a toda prisa por el corredor, dispuesta a esconderse antes de que la volviesen a capturar.

Mientras oía los regaños y ruegos de Eren —que había entrado a una de las dos habitaciones que se apreciaban al final del estrecho pasillo que bordeaba la diminuta cocina y el cuarto de baño—, Levi observó las seis fotografías ampliadas que allí había colgadas, llenándose de admiración al verlas.

Todas ellas mostraban el mar en diferentes momentos y estaciones, desde una puesta de sol teñida en oro y rosa que hablaba de la apacible primavera, hasta las turbulentas y enrabietadas aguas del océano en pleno invierno. A pesar de no ser un experto en fotografía, él llevaba ya meses conviviendo casi a diario con el mocoso, por lo que estaba más que acostumbrado a su trabajo siempre espectacular, siempre demasiado intuitivo; y quizá por eso, se dijo, aquellas fotografías le parecieron curiosas. Eran Eren y al mismo tiempo no lo eran, o por lo menos no como Levi lo conocía. Aun así, como siempre, estas le resultaron entrañablemente bonitas, haciendo que algo en su interior se agitara nada más verlas.

—Las tomé cuando todavía no entraba a estudiar a la universidad —le dijo este de repente, sorprendiéndolo en su absorta contemplación. Tras cerrar la puerta del cuarto y dejar una vez más a la ofendida Morgana en el piso, su novio ladeó apenas el rostro y le sonrió—. ¿Te gustan, Levi?

—Son interesantes —convino él, asintiendo—. ¿Guardan algún significado en especial?

—Mi determinación por convertirme en lo que soy hoy en día. Esa, por ejemplo, es de cuando tenía quince años —le explicó, señalándole una imagen donde el océano tenía un tono gris azulado salpicado del blanco de las encrespadas olas, el cual contrastaba con el cielo suavemente dorado del atardecer. Al mirarla con detenimiento, Levi pudo distinguir el puerto a la distancia, por lo que supuso que Eren debió haberla tomado cerca de donde su casa estaba emplazada, cuando esta aún se hallaba en remodelación—. Fue la primera fotografía realmente buena que tomé, ¿sabes? Tanto que me costó mucho convencerme de que lo había hecho yo —le dijo riendo de forma queda—. Sin embargo ahora, al mirarla, puedo apreciar todos los fallos en ella.

Siendo honesto consigo mismo, Levi no era capaz de apreciar los fallos de los que este hablaba, tal vez solo vislumbrando en aquella foto algo de su evidente poca práctica, aunque la habilidad que el chico tenía para fotografiar y transmitir a través de ello seguía inmutable.

Al pensar en Eren a esa edad, él supuso que por aquel entonces este ya debía estar luchando con los demonios de su, casi recién descubierta, orientación sexual, y probablemente desesperado por cumplir las expectativas de su padre, por completo ajeno a todo lo que tendría que sufrir después. Tal vez por eso, se dijo, aquella fotografía se sentía tan diferente. Eren volcaba todo lo que sentía, absolutamente todo, en lo que fotografiaba, y aquella ausencia de sentimientos en la imagen, le hablaba de alguien todavía muy joven e inexperto; alguien que aún no había experimentado el verdadero dolor en la vida.

—Entonces, mocoso, ¿piensas que los fallos son malos? —preguntó a este.

Durante unos minutos Eren no respondió, tan solo contemplando la fotografía como si quisiese encontrar en ella la respuesta.

—Antes lo creía —reconoció, finalmente—. Si algo no alcanza a ser perfecto, no sirve. Si no eres lo suficientemente bueno, lo suficientemente obediente, lo suficientemente aplicado, no sirves. Hasta el día de hoy, a veces todavía lo pienso. Tomo una fotografía y me maravillo con el resultado, entonces nacen las dudas y me siento inseguro. ¿Y si no es tan buena? ¿Por qué tendría que serlo en primer lugar? ¿Por qué pienso que sirvo para esto? Supongo que no es fácil librarse de las malas costumbres. Aun así, llegaste tú a mi vida y se produjo el cambio.

Intentando ocultar su vergüenza, Levi resopló con un deje de ironía.

—¿Por qué te enamoraste de mí?

—No, porque prácticamente nada más conocernos me demostraste lo terrible que puedes llegar a ser —le dijo este, riendo—. Casi todos nos esforzamos siempre al máximo para mostrar nuestra mejor cara al resto. Somos amables, educados y considerados, porque eso es lo que se nos enseña y se nos impone desde pequeños; lo que es correcto y está bien según nuestra sociedad. Si un niño desea algo, grita y protesta por ello; si está furioso, deja que todos lo vean; sin embargo, cuando crecemos, nos dicen que no es adecuado actuar de ese modo y entonces comenzamos a guardárnoslo todo, a moderar nuestro carácter y nuestras palabras; pero en cambio tú, Levi, no eras así, para nada. Cuando te conocí, maldecías si estabas enfadado o me mandabas a la mierda si te hartaba. Si algo te gustaba me lo hacías saber de inmediato, y si no era así, con mayor razón me lo decías. Nunca fingiste ante mí, porque no te importaba en absoluto que conociera lo peor de ti; y para alguien como yo, que el ser plenamente quien en realidad era resultaba tan inalcanzable como las estrellas distantes, no pude más que admirarte, deseando ser, aunque fuese solo un poco, más como tú; poder alcanzarte de alguna manera.

Tras oír la confesión de Eren y asimilar sus palabras, Levi observó una vez más las fotografías que decoraban las paredes y luego nuevamente al chico ante él. La primera vez que había visto y hablado con Eren, este no le había parecido la gran cosa en realidad. Guapo, sí, inteligente también, pero nada que desestabilizara demasiado su mundo, por lo menos hasta que descubrió que ambos tenían una cicatriz similar y luego el chico le pidió que posara para él.

Eren no había sido alguien excepcional a primera vista, quizá ni siquiera a una segunda, Eren tan solo se había convertido en alguien excepcional para Levi la primera vez que le enseñó sus fotografías y él pudo sumergirse un poco en aquel mundo que se apreciaba a través de sus ojos; aquel mundo que enseñaba quien este realmente era y el cual se empeñaba tanto en ocultar tras un fingir constante ante el resto.

Acortando la distancia entre ambos, tomó la morena mano izquierda de Eren con la suya, haciendo que las palmas de ambos se rozasen en el sitio exacto donde tenían la misma cicatriz que compartían.

—¿Y ahora qué dices, mocoso? ¿Estoy lo suficientemente cerca?

El desconcierto inicial que se reflejó en la verdeazulada mirada de Eren dio paso al entendimiento en cuanto comprendió lo que aquel sencillo acto significaba, y cuando él sintió aquellos largos dedos envolver su mano en respuesta, supo que como casi todo lo que ocurría entre ellos, aquello estaba bien y era lo correcto.

—Lo estás —le dijo Eren con una ligera sonrisa dibujada en los labios y el corazón reflejado en los ojos—. Lo estás, Levi. Ya no eres un sueño inalcanzable.

Acercándose un poco más a este, lo suficiente para sujetarlo de la pechera de la roja camisa e instarlo a inclinarse en su dirección, le dijo sin apartarle la mirada:

—Eso está bien. Solo, no lo olvides.

Y cuando en aquella ocasión se besaron, muchas de aquellas dudas y fingimientos ya no estaban. Aquellos solo eran Eren y él mismo, sin mentiras ni falsas máscaras de por medio, ya que si los sentimientos eran los correctos, hasta la estrella más distante podía encontrarse al alcance de la mano, convirtiendo finalmente los sueños en realidad.

 

——o——

 

Tras acabar de almorzar y poner orden en el pequeño comedor y cocina, los dos, junto a Morgana, se desplazaron a la habitación de Eren, ya que este tenía que trabajar en algunas cuantas cosas para la universidad que debía entregar al día siguiente.

Lo cierto era que, en más de una oportunidad, Levi se había preguntado cómo sería el cuarto del mocoso, qué tanto de la personalidad de este podría encontrar allí y qué le resultaría extraño y desconocido; sin embargo, nada más poner por primera vez un pie en aquel lugar, su curiosidad se convirtió en un sentimiento mucho más amable y cálido.

La habitación, como el resto de la casa, no era demasiado grande, pero aun así resultaba luminosa, acogedora y caótica, del mismo modo en que lo era el dueño de esta. La cama, cubierta con un grueso edredón de un azul medianoche, ocupaba casi al completo una de las blancas paredes, mientras que una mullida alfombra, de color similar, cubría el suelo de madera del cuarto. Al percatarse de que en la cabecera de esta colgaba el atrapasueños blanco y verdeazulado que él le había regalado al mocoso por Navidad, Levi se sintió secretamente feliz, como pocas veces le ocurría. Del mismo modo que el muchacho había dejado su marca en tantos espacios dentro de su vida, saber que él también tenía un lugar especial en la suya, lo llenaba de una reconfortante alegría.

Permitiendo a sus ojos seguir con su recorrido, Levi no pudo evitar sonreír con cierta sorna al contemplar como la mesilla de noche se hallaba abarrotada de cosas, desde un sencillo reloj despertador y la lamparilla adaptable, hasta la billetera del chico junto a algo de calderilla sobre un par de cómics a medio leer; las llaves de casa y su móvil también se encontraban allí, manteniendo un precario equilibrio para no acabar tirados en el suelo. El resto del mobiliario, consistía en un antiguo armario de madera, emplazado a los pies de la cama, y un escritorio con gavetas para el ordenador y artículos de trabajo junto a la ventana, en cuyo alfeizar descansaba la blanca orquídea que él le había dado días atrás. No obstante, lo que hizo al corazón de Levi agitarse y gritar de desesperación, fue el estante que ocupaba toda la pared cercana a la puerta, el cual se encontraba lleno a rebosar de fólderes apiñados sin orden alguno, volviendo aquello un total caos de colores, formas y tamaños que estuvo a punto de enloquecerlo.

—Sé que está un poco desordenado, pero no es tan desastroso como parece —se justificó Eren mientras encendía el pequeño equipo de música que tenía junto al escritorio y ajustaba algo de rock suave. Acercándose hacia donde él seguía de pie contemplando aquel embrollo, su novio lo rodeó con sus brazos desde la espalda y apoyó la cabeza sobre su oscura coronilla, diciéndole con dulzura—: Respira, Levi. Relájate.

Algo angustiado, sintiendo la ansiedad reptar dentro suyo como algo vivo, él chasqueó la lengua una vez, dos veces a modo de mucho reproche porque este hubiese usado sus propias palabras en su contra; pero ni siquiera eso bastó para lograr calmarlo del todo.

—Por supuesto que estoy relajado —mintió, intentando ocultar su malestar; sin embargo, el otro rompió a reír nada más escucharlo, abrazándolo más fuerte aun.

—Pero que mentiroso eres, ¡sí estás tan tenso como la cuerda de un violín! A puesto que de solo ver este desastre has comenzado a volverte loco, ¿me equivoco? —De mala gana al saberse descubierto, él asintió—. Lo siento mucho, Levi —le dijo Eren con verdadero pesar, dejando un delicado beso en su mejilla izquierda—. Realmente pensé en ordenarlo ayer para que no tuvieses que pasar por esto, pero me venció el cansancio del trabajo nada más cenar y me quedé dormido.

Sintiéndose un auténtico bastardo al preocupar al chico de esa manera por aquella tontería, Levi se maldijo mentalmente. No era que él hiciese aquello a propósito para ser un cabrón insoportable, sino que tan solo no podía controlarlo a su antojo. Su TOC era un maldito monstruo que aparecía en los momentos menos oportunos y le jodía la vida, aunque lo odiase; y por ese motivo, casi nada más conocerse, Eren se había mostrado siempre muy cuidadoso sobre el asunto, teniendo suma consideración de no volverlo demasiado loco con su desorden e intentando respetar sus normas.

—Oi, mocoso idiota, ya deja de disculparte por lo que no tienes culpa alguna. Solo es mi TOC de mierda jodiendo mi cabeza como siempre, pero no pasará de eso; podré soportarlo —le aseguró, levantando una mano para darle una palmadita en la cabeza—. Tan solo necesito acostumbrarme unos minutos, ¿está bien?

Tras mascullar una escueta afirmación y depositar otro corto beso sobre su mejilla, Eren finalmente lo soltó, comenzando a explicarle en detalle el trabajo que tenía que hacer para su clase, cuando él le pidió que lo hiciera para así distraerlo.

Sin otro sitio donde sentarse, Levi acabó ocupando la cama del muchacho con Morgana echada a su lado. Esta, que mordisqueaba su fea ratilla con entusiasmo, parecía muy contenta de estar en casa de Eren, algo por lo que él no podía culparla ya que se sentía del mismo modo.

Durante las dos primeras horas, mientras bebía té y platicaba de todo y nada con el mocoso mientras este trabajaba con algunas fotografías en el ordenador, Levi logró mantenerse tranquilo, ignorando en lo posible el desorden frente a sus ojos y dejando que su cabeza se centrase en otras cosas; no obstante, cuando poco a poco los silencios de Eren fueron volviéndose más prolongados debido a la concentración, su ansiedad acabó por trastocarlo, haciéndolo ponerse de pie para dirigirse hasta el jodido estante de sus desgracias.

—¿Qué haces? —le preguntó su novio con verdadera curiosidad al tiempo que se volvía en la silla giratoria para enfrentarlo. Al ver como él comenzaba a sacar un par de fólderes del estante, sus dramáticas cejas castañas se arquearon con sorpresa.

—Pondré orden —respondió Levi dejando las carpetas que acababa de retirar sobre la cama, teniendo cuidado de no aplastar con ellas a Morgana, antes de volver por unas cuantas más. Al percibir que Eren lo seguía contemplando con pasmo, entrecerró sus grises ojos en una velada amenaza y le soltó—: ¿Qué ocurre ahora, mocoso? ¿Por qué esa cara de estreñido?

—¿Realmente piensas ordenar todo eso, Levi? ¿Sabes siquiera la cantidad de cosas sinsentido que tengo apiñadas allí?

—Supongo que lo averiguaré —masculló él, retador, sintiéndose un poco mejor al estar haciendo algo productivo.

—Podría tener porno —le dijo el chico con tono malicioso, observándolo atentamente con sus enormes ojos verdeazulados, casi como si lo desafiase a decirle algo al respecto.

Levi, siguiéndole el juego, tan solo sonrió provocadoramente en respuesta.

—Oh, ¿lo tienes?

Poniéndose de pie con un movimiento lánguido, Eren se acercó y lo abrazó una vez más, escondiendo el rostro entre el hueco de su hombro y su cuello, dejando un delicado beso allí.

—Claro que no tengo porno, pero… Dios, Levi, esto es un completo desastre. Incluso tengo guardadas algunas cosas de cuando iba a secundaria. ¿Por qué mejor no nos olvidamos del asunto del orden y lo dejamos por hoy? Hagamos algo más divertido —le preguntó este sugestivamente, depositando una serie de cortos besos sobre el borde de su mandíbula que dejaban claras sus intenciones.

—Demasiado tarde, mocoso manipulador —le dijo él, plantándole una mano sobre el pecho para apartarlo—. Si no hago algo con este caos que has montado, quien sabe desde cuándo, no podré quedarme tranquilo.

Soltando un largo suspiro, Eren, a pesar de lo reticente que parecía solo unos segundos antes, asintió con solemnidad, aceptando su decisión.

—Bien entonces, pero te ayudaré.

Sintiéndose algo violento con aquella declaración de ayuda debido a todo el trabajo que el otro aún tenía, Levi negó con determinación.

—Nada de eso, Jaeger. Tú ocúpate de tus cosas y ya veré yo que hago con toda esta mierda. ¿No se supone que tienes que trabajar?

—Ya he avanzado lo suficiente, así que necesito un pequeño descanso —se justificó este, dejando un corto beso sobre sus labios antes de sonreírle con fingida inocencia—. Además, me ha surgido un interesante cambio de planes.

Pellizcando aquella delgada cintura sin piedad, Levi de inmediato borró la sonrisilla de suficiencia que el otro lucía.

—Oh, ¿así que ahora te pone limpiar, mocoso? Es bueno saberlo —se burló él, maliciosamente—. Tch, un cambio de planes de mierda. Realmente eres un tonto, Jaeger.

Su novio, en cambio, negó con un gesto ante su regaño.

—Estoy contigo, Levi, así que hagamos lo que hagamos, siempre es un buen plan.

Algo sorprendido y avergonzado por aquella respuesta por parte del chico, ya que no la esperaba para nada, él guardó silencio y tan solo correspondió al beso cuando este volvió a reclamar su boca, más larga y apasionadamente en aquella oportunidad.

Desde el San Valentín que ambos habían compartido, más de una semana atrás, Eren se mostraba mucho más relajado y abierto que antes cuando estaban juntos. A pesar de ser alguien animado y entusiasta la mayor parte del tiempo, de igual modo el chico siempre había sido terriblemente cuidadoso con sus sentimientos tan bien resguardados, retrocediendo cada vez que algo lo asustaba o se convertía en algo demasiado complicado e intenso para su corta experiencia sentimental; ahora en cambio, parecía no importarle en absoluto el bajar la guardia frente a él y demostrarle cuanto lo quería, cuanto deseaba estar a su lado, y aunque Levi nunca se había sentido demasiado a gusto con las muestras de afecto tan efusivas, por una vez en su vida había comenzado a plantearse si quizá no era tan malo querer y dejarse querer de ese modo.

Una vez Eren lo liberó de su abrazo, los dos comenzaron la horrible y pesada tarea de sacar la enorme cantidad de fólderes que repletaban el estante. Eran tantos que una vez acabaron, Morgana tuvo que abandonar la cama, donde estaba cómodamente acostada, para tumbarse sobre la azul alfombra, mirando indignada las pilas de carpetas que ahora repletaban esta, ofendida en extremo de que le hubiesen arrebatado su preciado lugar.

Tras quitar todo el polvo del mueble, Levi sugirió a Eren que lo mejor sería clasificar el contenido de las carpetas antes de volver a recolocarlas, y que si algo de lo que allí había no servía, lo tirasen directamente a la basura. Por supuesto, obstinado como era, el mocoso protestó un poco ante su idea, pero bastó solo una molesta mirada de su parte para cerrarle la boca y que se pusiese a trabajar.

Tal como Eren le había dicho, la mayor parte del contenido de los fólderes eran fotografías; muchas, muchísimas fotografías. Algunas eran la misma toma trabajada de formas diversas, otras en cambio, solo eran una copia que se había mantenido olvidada en el tiempo. Jamás en toda su vida Levi había visto tantas fotos de diferentes tipos, y aunque no era su objetivo inicial, no pudo evitar quedarse un poco fascinado viéndolas mientras Eren le explicaba sobre ellas.

Aquel recorrido por todo lo que el chico había sido desde que comenzó a fotografiar, lo llenó de nuevos conocimientos sobre este. Él solo conocía a Eren desde hacía unos cuantos meses atrás, pero allí, entre todas esas innumerables imágenes, estaba el chico de quince años, que se enamoró de la fotografía, y el de dieciséis que comenzó a perfeccionarse en ella. Los diecisiete, a sus ojos, fueron el momento exacto en que Eren pasó de ser un fotógrafo promedio a lo que era hoy en día, el chico que capturaba lo común y sencillo a través del lente de su cámara y lo volvía extraordinario.

Revisar aquellos improvisados álbumes uno a uno fue algo al mismo tiempo divertido y sorprendente para Levi. Él, que en el pasado jamás se había interesado en la fotografía y para quien todo lo que se captaba a través del lente de una cámara carecía de importancia, repentinamente había comenzado a ser consciente del sentido mucho más profundo que esta tenía, porque era el mundo de Eren, la vida de Eren, los sueños de Eren.

Joder, era en verdad aterrador contemplar lo mucho que su vida había cambiado en menos de medio año; no obstante, lo más curioso de aquello, era que a pesar de su obsesión con lo inamovible, con el control que le gustaba tener de todo su entorno, aquella transformación ni siquiera lo incomodaba del todo.

Tomando un nuevo fólder de la enorme pila, Levi lo abrió tal cual había hecho con los anteriores; sin embargo, nada más ver la primera fotografía que allí se apreciaba, de inmediato notó la tensión en Eren, casi como si fuese él mismo quien la experimentara.

—Ah, ese álbum contiene fotografías de mis amigos —dijo este con cierta desgana. Cuando sus ojos se alzaron para verlo, Levi descubrió que el chico ya no sonreía como minutos antes y el verdeazulado de su mirada se había enturbiado un poco.

—¿Las tomaste tú? —preguntó, sin apartar los ojos de este.

Eren, sentándose en un hueco libre de la cama, asintió.

—Algunas. Probablemente la mayoría —reconoció—. Por aquel entonces fotografiaba mucho a quienes me rodeaban. Todo el tiempo.

Debatiéndose entre si era buena idea ver o no aquello, si Eren deseaba que viese o no aquello, él dudó durante unos instantes antes de avanzar a la página siguiente. Una vez más levantó la mirada para encontrarse con la del chico, y al ver que este, a pesar de su enorme inseguridad y reticencia asentía en silencio, acabó arriesgándose.

Como Eren le había dicho, aquel álbum de fotografías era solo de sus amigos cuando estos eran mucho más jóvenes. Aquella no era la primera vez que Levi veía fotos de Eren siendo un crío —Carla ya se había encargado de ello—, pero sí era la primera en que la mayoría de esas fotos habían sido tomadas por este.

Con facilidad él pudo distinguir a casi todos en ellas: a Armin, que parecía terriblemente pequeño y aniñado en la primera etapa de su adolescencia, y a Annie, que prácticamente no había cambiado nada, luciendo tan malhumorada y aburrida como siempre. Historia, por el contrario, era como una niña muy pequeña dentro de aquel grupo, mientras que Sasha mostraba una versión mucho menos refinada y madura de sí misma, dispuesta siempre a hacer payasadas junto a Connie cada vez que posaban. Porque ya la había visto innumerables veces en casa de los Jaeger, para él fue fácil reconocer a la hermana de Eren, Mikasa, quien en casi todas las fotografías lucía muy seria, menos en las que era Eren quien estaba a su lado ya que sus pálidas facciones se relajaban y parecía resplandecer; y, sin necesidad de ser un adivino, Levi supuso de inmediato que el alto chico de corto cabello castaño claro y expresión petulante, debía ser el tal Jean.

De manera curiosa, Levi notó que a pesar de que la mayoría de las fotografías eran de casi todos los adolescentes al pleno o en pequeños grupos, existía una buena cantidad de fotos de aquel bastardo solo. Él no sabía con seguridad si Eren había hecho aquello de manera consciente o inconsciente, pero sí le quedaba claro el evidente interés que el mocoso tuvo en aquel otro.

Sin motivo alguno, cierta sensación de malestar se alojó dentro de su pecho, y de mala gana Levi tuvo que reconocer que eran celos, por muy ridículo que eso fuese. Aun así, los acalló lo mejor que pudo y continuó con su revisión de aquellas fotografías, hojeando en silencio el álbum mientras Eren, que seguía sentado en la cama, acariciaba a Morgana que ahora estaba echada sobre su regazo.

Al igual que las fotografías anteriores habían mostrado el progreso del chico a lo largo de los años, las fotos que había tomado a sus amigos contaban una historia en las que todos ellos fueron creciendo y cambiando para finalmente acabar de dar el último paso hacia la adultez. Para el tiempo en que él supuso que Eren tendría ya unos diecisiete años, estaba claro lo muy hábil que era fotografiando personas, lo que le resultó una verdadera impresión. Levi siempre había creído que el muchacho era buenísimo en lo que hacía, transmitiendo un sinfín de emociones a través de una simple imagen, pero tuvo que admitir que aun con toda su inexperiencia, se apreciaba el enorme talento que este tenía en aquel otro ámbito, uno que hasta ese día le había resultado por completo desconocido.

Una sola fotografía le bastó para saber lo muy enamorada que estaba Annie de Armin por el solo hecho de cómo esta lo miraba cuando el otro no se daba cuenta, y lo mucho que Eren los quería a ambos; así como también le fue suficiente para comprender la profunda amistad que compartían Sasha y Connie, y de la cual el mocoso se sentía muy orgulloso. Mikasa, por otro lado, al posar para Eren era alguien completamente diferente a quien formaba parte de las fotografías familiares; siempre mucho más feliz y dispuesta, mucho más cálida y humana, tal vez por el inmenso amor que se notaba sentía su hermano por ella y que claramente era recíproco. Y aquello por sí solo, hizo que él se enfadase todavía más por toda la estela de daño que había provocado el tal Jean.

Sin embargo, no fue hasta que llegó a las fotografías finales del álbum, que sus alarmas saltaron.

En una de aquellas imágenes, Eren posaba junto al otro chico y Mikasa aparecía a la distancia, observándolos, aunque por el ángulo de la toma, Levi supuso que era el mismo mocoso quien sujetaba la cámara. Como siempre, este sonreía con aquella sonrisa que parecía iluminar el mundo, mientras que la expresiones de los otros dos eran complicadas, tanto que nada más verla, él pudo comprender la extraña y compleja relación que había existido entre ellos tres.

Mierda.

—Fue por esa fotografía que dejé de fotografiar personas. De la que te hablé la primera vez que fuimos al bosque de secuoyas, ¿recuerdas? —le dijo Eren sin mirarlo todavía, acariciando con amoroso cuidado la peluda cabecita de Morgana que parecía estar dormida—. Unas cuantas semanas después de todo lo ocurrido con mi hermana y Jean, ordenando mi habitación, me encontré esas fotos y… fue tan obvio, Levi, tan malditamente obvio lo que estaba ocurriendo entre ellos dos, que me odié. ¿Cómo pude ser tan ciego? ¿Cómo, a pesar de estar siempre observando y retratando a otros a través de mi cámara, nunca lo noté? —Mirándolo finalmente, este sonrió de medio lado; una expresión por completo quebrada y triste—. Fue por esa fotografía que descubrí que los sentimientos de Jean siempre fueron para mi hermana y no para mí, y me sentí tan idiota, tan destrozado emocionalmente, que me prometí no volver a fotografiar a nadie nunca más, porque creí que no lo merecía. Aunque lo cierto es que tampoco deseaba hacerlo en realidad; de solo pensarlo me ponía ansioso.

—¿Y es por esa misma foto que no te gusta que te fotografíen, mocoso?

La sorpresa que inundó los ojos de Eren al oír su pregunta fue evidente, pero esta rápidamente tornó en un sentimiento mucho más cálido al devolverle la mirada.

—¿Así que te has dado cuenta de eso?

Levi asintió.

—Me lo he preguntado unas cuantas veces —reconoció—. A pesar de lo mucho que te encanta fotografiar, siempre evitas las fotografías de ti mismo; además, la única vez que tomaste una foto de ambos, parecías en verdad muy tenso, nada cómodo. Y luego, el día que te enseñé la tienda y tomé una fotografía tuya con la cámara de tu abuelo, te mostraste un poco asustado, por lo que supuse que algo debía motivar aquello y llegué a la conclusión de que seguramente tendría una relación directa a tu decisión de no fotografiar a otras personas.

Dejando a Morgana a un lado de la cama hecha una pequeña bola, Eren se puso de pie y fue a su lado. Con cuidado, casi como si no desease hacerlo, tomó el álbum con cierta reticencia y lo observó unos segundos con atención.

—Aquello último no fue premeditado, ¿sabes? No fue como cuando decidí no fotografiar a nadie más, tan solo… ocurrió. Ver esa fotografía me hizo darme cuenta de que mi hermana estaba enamorada de Jean y de que este le correspondía, y de que yo era un completo estúpido. —Cerrando por fin el álbum para dejarlo entre la enorme pila que aún quedaba sobre la cama, este continuó—: No fue algo que planeé, Levi, tan solo lo sentí y me odié todavía más por eso, mucho más de lo que ya lo hacía, porque me seguía doliendo y no podía dejar de sufrir; y lo único en lo que pude pensar durante los días y semanas posteriores, fue en que no quería verme así nunca más, porque no creía poder volver a soportarlo.

»Después de que aquello ocurriese, la primera vez que alguien intentó fotografiarme casi morí del miedo, y pasó lo mismo con la segunda y la tercera; fue entonces que supe que estaba dañado, irreparablemente roto, y no me importó, estaba bien porque podía vivir con ello. Sin embargo, dos años después llegaste tú y lo cambiaste todo, y fue como… Dios, abrir los ojos después de mucho tiempo y tener nuevamente naciendo en mí aquella necesidad que antes siempre sentía de fotografiar. Realmente fue muy especial —reconoció Eren, pasando una mano por sus negros cabellos en una suave caricia—. Aparte de las fotografías obligatorias para la universidad o mi licencia de conducir, las dos únicas fotos que me he tomado han sido contigo y por ti, Levi. A través del lente de una cámara muchas veces es difícil ocultar quien en verdad eres, y ese día sentí que si con alguien podía compartir aquello, era contigo, porque siempre me has aceptado tal cual soy. Completamente.

Antes de que él pudiese responder algo, el chico pasó a su lado y se dirigió hacia el escritorio, rebuscando entre los fólderes que tenía apilados allí. Cuando encontró el que buscaba, volvió junto a él y se lo pasó.

—Oi, mocoso, ¿qué es esto? —preguntó a este con algo de reticencia, no demasiado seguro de si deseaba repetir la experiencia anterior.

Con una dulce sonrisilla nada tranquilizadora, Eren dio unos golpecitos en la negra superficie de la carpeta y volvió a empujarla en su dirección.

—Venga, Levi, solo míralo, ¿está bien?

Débil como siempre era ante las peticiones de aquel condenado chico, acabó cediendo, sintiendo que se quedaba sin aliento cuando finalmente abrió el fólder y vio la primera fotografía que allí había.

De pie ante la playa, con un cielo tan gris como el mar a sus pies y vestido de negro casi al completo, él observaba a la distancia con las manos en los bolsillos de sus vaqueros y total indiferencia. Pudo distinguir a Ludwig a su lado, y a pesar de lo increíblemente hermosa que aquella imagen en blanco y negro era, algo dentro de su pecho se encogió de forma en extremo dolorosa.

—Esta fue la primera fotografía que te tomé. Llevaba tanto tiempo sin fotografiar a alguien, que cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer, no me lo pude creer. Fue algo realmente maravilloso, pero al mismo tiempo me llenó de miedo —reconoció Eren, pasando un dedo por sobre la imagen—. ¿Qué ves al mirarla, Levi?

Tragando con algo de dificultad, aun con las emociones demasiado revueltas, él le dijo:

Mi soledad y tristeza. Tu soledad y tristeza.

Como si fuesen un embrujo, nada más salir aquellas palabras de sus labios, un dolor sordo pareció derramarse en su interior, probablemente por lo certeras que estas eran. A pesar de lo hermosa que aquella imagen resultaba, todo lo que Levi podía percibir, era lo terriblemente solo que allí parecía, lo terriblemente destrozado, pero, ¿acaso no era así como se sentía por aquel entonces? Acababa de regresar hacía solo unas pocas semanas a Shiganshina y muchos pensamientos negativos rondaban por su cabeza debido a la muerte de Farlan. Había detestado aquella ciudad, aquella casa y a él mismo por sobre todo lo demás. Esos días habían sido horriblemente rutinarios y vacíos para él, tanto que el avance de uno sobre el otro ni siquiera había tenido un real sentido, hasta que apareció Eren. Eren, que llegó a cambiarlo todo e iluminarlo todo, volviendo poco a poco con su presencia, aquella vida en blanco y negro en algo mucho más colorido.

—Lo cierto es que yo siento lo mismo —admitió el mocoso, sonriéndole apenas—. En un comienzo no lo noté, porque estaba demasiado impresionado por haberte fotografiado y por cómo te veías a través del lente de mi cámara. Solo deseaba retratarte y hacer que la ansiedad que había nacido dentro de mí después de tanto tiempo tuviese algún sentido; pero cuando tras conocerte un poco mejor las volví a contemplar, lo comprendí, Levi: estabas tan solo, estabas tan triste, que no pude evitar sentirme fascinado por ti, porque yo me sentía de la misma manera, ¿sabes?

»Eres hermoso y me gustaste desde la primera vez que te vi, pero si acabé irremediablemente arrastrado hacia ti, no fue por ello, sino porque de alguna manera incomprensible, mi alma conectó con la tuya y supo que si alguien podía comprenderme, que si alguien podía encajar conmigo a pesar del destrozo de fragmentos que yo era, entonces ese alguien eras tú. —Tomando el álbum de sus manos, Eren lo dejó a un lado y a continuación sujetó estas entre las suyas, entrelazando sus dedos de aquella manera que siempre parecía tan adecuada y correcta entre ellos—. No te estaba buscando, Levi, para nada, pero entonces apareciste en mi vida y fue como un regalo para mí: serendipia. Mi hallazgo afortunado.

Para él, que se había sentido muchas cosas en la vida, y un buen número de ellas bastante malas y deplorables, el saber que era un regalo para alguien resultó al mismo tiempo confuso y emocionante, aterrador y profundamente reconfortante. Levi sabía bien que era importante para Eren, que su llegada lo había ayudado en muchos aspectos, pero aquello era diferente, y por una vez no supo que decir ni cómo actuar al respecto.

—Estoy cambiando, Levi, finalmente estoy madurando y creciendo, y me convertiré en alguien mejor de lo que soy ahora. No será de un día para otro, quizá ni siquiera en los próximos años, pero será; por primera vez no tengo duda alguna de que será. Creo que ya me he odiado y castigado por el tiempo suficiente. Al fin he comprendido que, a pesar de todo, yo también merezco ser feliz.

Aferrando con mayor fuerza las manos de Eren entre las suyas, él pensó en todo lo que el chico acababa de decirle y en todo lo que ambos habían sido en el pasado antes de conocerse. Eren había intentado ser prácticamente perfecto para todo el resto, porque era lo que pensaba se esperaba de él, sintiéndose siempre insuficiente y exigiéndose hasta lo imposible, tanto que en el camino acabó olvidando que también tenía el derecho de ser feliz. Levi, por otro lado, nunca había intentado complacer a nadie, ni siquiera a sí mismo, obteniendo con ello tanta soledad y tristeza, que su propia vida amenazó con destruirlo.

Joder, pensar que habían tenido que recorrer tanto, vivir tanto, sufrir tanto, solo para llegar a conocerse. Que hija de puta más grande era la vida, se dijo, y ni siquiera podía enfadarse con esta porque al fin y al cabo, lo había llevado al sitio correcto.

—Tú también lo eres, mocoso; mi hallazgo afortunado. Y si tuve que cruzar de una maldita punta del país a la otra para encontrarte, pues me parece perfecto, Eren. Me lo seguiría pareciendo aun si hubiese tenido que ir a buscarte a esa estrellas distantes de las que hablas. Yo también deseo ser feliz, y esa felicidad, para mí, eres tú.

Tal cual había ocurrido otras veces, las expresiones del chico se volvieron un total revoltijo, entre la alegría, la incredulidad y la vergüenza, así como aquel enorme cúmulos de emociones que a él siempre le resultaban difíciles de descifrar, tal vez porque a diferencia de todos ellos, Eren siempre sentía mucho más y con mayor intensidad.

Inclinándose ligeramente en su dirección, el mocoso besó sus labios en apenas un roce, pero Levi enterró una de sus manos en el desastre que eran sus castaños cabellos e intensificó el besó, sin importarle nada más.

En cuanto se separaron unos pocos segundos para poder mirarse a los ojos y volver a respirar, Morgana, que hasta momentos atrás había estado profundamente dormida, se levantó toda somnolienta al verlos junto a la cama, con tan mala suerte que acabó tumbada de panza en el suelo cuando intentó bajarse de esta y cayó, lloriqueando y consiguiendo con ello que Eren corriese a verla.

Y mientras él contemplaba a ambos allí, envueltos en aquella escena tan absurda y normal, una escena que probablemente muchos años atrás le hubiese parecido lo más ridículo del mundo, Levi pensó una vez más en lo mucho que había debido recorrer para llegar a ese punto, perdiendo y sufriendo lo imposible hasta al fin lograr ganar. Sin siquiera saberlo, Eren siempre había sido la estrella distante que él aspiraba alcanzar, y ahora que finalmente le tenía tan cerca, no podía dejar de admirar lo maravilloso y especial que era.

 

——o——

 

Ya pasaban de las nueve de la noche cuando Levi anunció, con cierta reticencia, que debía marcharse.

Eren, que hasta ese momento había estado muy cómodo recostado junto a su novio y Morgana en el sofá de la sala mientras veían una película, se sintió infantilmente molesto porque el tiempo hubiese transcurrido tan deprisa; aun así, su parte más madura y racional, fue capaz de comprender que el otro no podía quedarse allí de forma indefinida, no solo porque Armin llegaría en cualquier momento, sino que también porque él tenía clases a primera hora al día siguiente y debía acostarse pronto.

—Oi, deja de poner esa cara de cachorro apaleado —lo regañó Levi tras levantarse, pinzando como siempre una de sus mejillas con aquellos pálidos dedos castigadores—. Ni siquiera Morgana luce tan lastimera cuando desea conseguir algo. Además, nos veremos mañana en la tarde, ¿no? Iré a recogerte a la universidad.

Eren suspiró.

—Realmente detesto despedirme de ti —protestó mientras intentaba desenredarse el cabello con los dedos para volver a atarlo, ya que Levi le había quitado la liga en algún momento de la película y ahora era un completo desastre—. Me gustaría no tener que pasar nunca por este momento.

—¿Y no te he dicho ya que la solución a ese problema es muy fácil, mocoso? Solo tienes que decir que aceptas —replicó el otro con cierto deje de burla, probablemente porque ya sabía cuál sería su respuesta ante aquella propuesta.

Lo cierto era que desde el momento en que Levi sugirió que viviesen juntos, Eren se lo había pensado con auténtico detenimiento en al menos un par de ocasiones, analizando a consciencia los pros y los contras que una decisión de ese tipo podría traer para su relación.

A pesar de tener muy claro que ambos se conocían desde hacía poco tiempo, él también comprendía que ellos encajaban muy bien, por lo que pasar tiempo juntos era fácil. Eren se había adaptado deprisa a las manías de Levi, y por su lado, Levi era alguien muy respetuoso de los espacios y momentos privados, por lo que sabía que este jamás entorpecería sus estudios ni su trabajo exigiéndole un tiempo que no pudiese darle debido a que tuviera que emplearlo en algo más; aun así, la idea de compartir tanto con este, de permitirle ver tanto de él mismo, de su vida con sus días buenos y malos, lo aterraba. No debería ser así, Eren lo sabía, sobre todo porque ya era tanto lo que Levi había pasado a su lado, que aquello tendría que ser un paso fácil; pero Dios, cuanto costaba…

Tras colocar el arnés y la correa a Morgana, que se debatía como un gusanillo para intentar quitársela, él observó cómo su novio terminaba de ponerse el gris abrigo y los guantes de cuero negro, quedando así listo para salir.

Al pensar nuevamente en todo lo que había ocurrido esa tarde, en el nuevo enorme paso que había dado y en como Levi una vez más había vuelto a confortarlo y comprenderlo, Eren se sintió un completo idiota por sus miedos. Tal como le había dicho Annie, era un campeón negándose lo que deseaba, ¡y cuánta razón tenía su amiga! En sus casi veintiún años de vida, él había deseado muchas cosas; sin embargo, lo cierto era que terminó consiguiendo demasiado pocas, y estaba tan harto, tan cansado de perder y perder, que tal vez por eso el miedo lo paralizaba y no le permitía arriesgarse. Lo que más deseaba, lo que más amaba, estaba ahora justo frente a sus ojos; tan cerca que Eren sabía que de solo tender su mano hacia el otro sus dedos se entrelazarían y aquellos tormentosos ojos grises lo mirarían, suavizándose como solo lo hacían cuando lo observaba a él; pero aun así temía cometer un error y romper el hechizo.

Tal como le había dicho a Levi horas antes, este ya no era su lejano sueño ni una fantasía de su imaginación, sino que se había convertido en algo real e importante, pero al mismo tiempo tan frágil como solo podía serlo algo atesorado. Eren amaba a ese hombre de largos silencios y risas escasas, y a pesar de saber que sus sentimientos eran correspondidos, tenía miedo de no ser lo suficientemente cuidadoso, lo suficientemente adecuado, y acabar perdiéndolo.

—Los fines de semana —dijo al fin tras varios segundos de silencio, rompiendo este con una voz extraña que no parecía suya y sintiendo el corazón acelerado cuando Levi levantó su clara mirada para observarlo—. Si quieres… podemos probar conmigo quedándome los fines de semana en tu casa. Ya después, cuando pueda alquilar un sitio por mi cuenta y haya tenido algo de tiempo para mí mismo, para acabar de descubrir quién soy y que quiero en realidad, podría plantearme algo más.

La expresión de Levi, por lo general tan neutra y controlada, se llenó de una sorpresa y una felicidad que le fue difícil disimular; y eso, de alguna manera, hizo a Eren sentirse increíblemente bien y especial. Aparte de su madre, nunca había sido la completa felicidad de alguien más.

—Eso me parece estupendo, mocoso —le dijo este, y cuando él sintió aquella otra boca sobre la suya, tuvo total certeza de que su decisión había sido la correcta.

Lamentablemente no mucho después, Eren se hallaba fuera del bloque de departamentos observando a Levi encender el coche y ponerlo en marcha, con Morgana pegada a la ventanilla trasera observándolo con expresión de absoluta tristeza mientras él le hacía señas con la mano a modo de despedida.

Debido a que a pesar de la insistencia de Levi no se había puesto nada para protegerse del frío nocturno al bajar, la gélida y húmeda brisa que se colaba a través de su delgada camisa lo hizo temblar un poco; aun así, Eren se quedó unos minutos más parado fuera, contemplando el oscuro y aterciopelado cielo sobre su cabeza, donde las estrellas ya relucían y hacían pensar en los mil secretos lejanos y desconocidos que estas albergaban.

Dios, que día tan largo y extraño había sido aquel, se dijo; con él muriendo de miedo ante la idea de tener a Levi por primera vez en su casa y al mismo tiempo tan ansioso como hacía tiempo no lo estaba. Aparte de sus amigos, Eren jamás había llevado a nadie allí, y que fuese su novio el primero y el único, le hizo sentir que ese era un momento muy especial para los dos. Además, a pesar de todos sus miedos idiotas, este había parecido contento y cómodo en el departamento, por lo que él, egoísta y esperanzadamente, deseaba creer que aquello se debía en gran parte al hecho de que estaban juntos y aquello podía mejorarlo todo.

Al pensar en lo ocurrido esa tarde con las fotografías, en todo lo que una vez más le había confiado a Levi y en como este había reaccionado a ello, Eren no pudo más que sentirse inmensamente aliviado; liberado de un peso que ni siquiera sabía cargaba consigo, pero el cual una vez hubo dejado ir, arrastró con él mucho dolor, pesar, culpas y arrepentimiento.

Nunca había confiado nada de aquello a otros, ni siquiera a Armin o a su madre, tal vez porque se sentía demasiado avergonzado de su actuar y prefirió ocultarlo en su fingimiento. De la noche a la mañana, Eren había dejado de fotografiar personas y a su vez no permitió que nadie más lo fotografiase, y a pesar de que todos intuyeron que ese cambio se debía a su mala racha emocional, ninguno de sus cercanos insistió en descubrir el verdadero motivo; hasta Levi. Aun así, no pudo evitar preguntarse si en realidad habría servido de algo el que siquiera lo hubiesen intentado; probablemente no. En aquel entonces él se hallaba tan sumido en su dolor, en sus horribles inseguridades, que por mucho tiempo había sido incapaz de confiar en nadie más, temiendo siempre que no pudiesen comprenderlo y lo juzgaran, por lo menos hasta que aquel otro hombre llegó a su vida y su alma resonó con la suya.

Levantando la mano izquierda, Eren observó como la pálida luz de la luna tornaba de un tono blanquecino su cicatriz y la hacía resaltar contra la piel de su palma. Coincidencia o destino, le daba igual; Levi estaba allí y lo había elegido, convirtiendo así su sueño en realidad.

Tomando una decisión, armándose de valor, sacó el móvil del bolsillo de sus vaqueros negros y programó la cámara. Por supuesto, la fotografía que se tomó estaba lejos de ser excelente, ni siquiera buena, y aunque hubiese intentado mantenerlo a raya, buena parte de la incomodidad que todavía sentía era evidente en sus ojos ansiosos y el rictus ligeramente tenso de la sonrisa en sus labios; aun así, Eren se convenció de que para ser el principio, era un buen primer paso, y nada más aceptar aquello, se sintió casi como la primera vez que fotografío algo. Era pésimo, casi terrible, y aun así la emoción de lo que podría venir a partir de ello estaba presente.

Adjuntando la fotografía al contacto de Levi, escribió un breve mensaje para este, en el cual le decía que esta era un obsequio por lo que debía usarla como fondo de pantalla. Una vez la envió, Eren sintió un ligero cosquilleo de nerviosa emoción invadir su estómago, el cual lo hizo sonreír con satisfacción; más aún cuando, de forma inesperada, no tardó en recibir una respuesta, lo que le hizo suponer que su novio ni siquiera había esperado a llegar a casa para revisar su mensaje. Un pequeño detalle por parte de este que lo hizo sentir increíblemente importante.

Tal y como esperaba, la respuesta de Levi fue enviarlo a la mierda y decirle que se jodiera con su petición, que no lo haría. Aun así, Eren tenía la completa seguridad de que al día siguiente, cuando se encontraran, vería su fotografía en el móvil del otro hombre tal y como le había pedido. La misma seguridad que se tenía al saber que cada día amanecería y que, una vez llegase la noche, las distantes estrellas se reflejarían en el cielo oscurecido.

En verdad Levi era el hallazgo más afortunado de su vida, se dijo; aquel que encontró cuando se estaba buscando a sí mismo y que, sin embargo, fue quien realmente acabó guiándolo a quien él debía ser. Y aquella noche, por primera vez en mucho tiempo, Eren sintió que estaba en deuda con la vida y no al contrario. De verdad era alguien muy, muy afortunado.

Contemplando una vez más el mensaje de este y la fotografía que acababa de enviarle, finalmente reunió el valor necesario para tomar una decisión.

El tono de espera mientras aguardaba que su llamada fuese recibida al otro lado de la línea se le hizo eterno, notando las manos congeladas y el corazón acelerado palpitando furioso contra su pecho en cada nueva pulsación. Un tono tras otro avivó su angustia, y cuando obtuvo respuesta al noveno, contuvo la respiración al oír su propio nombre pronunciado con total incredulidad desde el otro lado.

—Jean —dijo Eren, intentando que la voz no le temblara y que el terror que sentía no se transmitiese en sus palabras—, necesito hablar contigo. ¿Cuándo y dónde crees que podamos reunirnos?

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero que el capítulo fuese de su agrado y compensara el tiempo invertido en él.

Por lo demás, lamento la demora. Esta actualización debería haber estado lista para el domingo o ayer lunes como muy tarde, pero debido a lo mucho que me vi obligada a releer para acabar de armar el capítulo, me fue imposible.

Como ya he dicho, In Focus se está encaminando hacia su etapa final, por lo mismo comienzan a atarse pequeños cabos y cositas que quedaron sueltas para acabar de dar forma a la historia. Por ejemplo, ya en el capítulo tres se había hecho mención de que el estante con fólderes en la habitación de Eren era desastroso, y el motivo de ello era precisamente para que fuese Levi quien lo ayudara a ordenarlo y ocurriese lo que acaba de suceder hoy.

Otra cosa relacionada con lo mismo, ha sido la fotografía que Levi ve y Eren le dice fue la responsable de que dejase de fotografiar. Él ya había hecho mención de ella en el capítulo trece, cuando van al bosque, explicándole a Levi que lo que vio en esta le rompió el corazón porque comprendió que sus sentimientos no eran correspondidos; por eso al verla, Levi supo inmediatamente de que se trataba.

También en esta oportunidad nos remontamos al capítulo uno, y la primera fotografía que Eren tomó de Levi y que este nunca había visto, explicando al fin un poquito a que se debía la conexión que lo impulsó a buscarlo hasta conocerlo.

Como podrán darse cuenta, la historia ya empieza a compactar todas aquellas cosas que fueron quedando sueltas, confiando en que cuando todo termine, pueda quedar lo mejor posible y sin muchas cosas sin resolver.

Por esto, el mayor agradecimiento de esta semana es para mi querida y pobre beta, que sufre y sufre arreglando mis horrores y tirando de mis orejas cuando no aprendo, jaja.

Y bueno, otro agradecimiento especial que me gustaría hacer, es a todos ustedes, quienes leen. El 19 de este mes In Focus ha cumplido dos añitos publicándose, ¡mucho tiempo! Nunca creí que sería tanto cuando empecé a escribirla, pero ha sido una experiencia bonita que me ha dejado de paso muchas cosas buenas, como conocer personas maravillosas y un montón de historias tras esas personas. Así que muchas gracias a todos quienes siguen aquí desde el principio, aguantándome durante estos dos años, y a quienes se han ido uniendo en el camino. Como siempre digo, mi deuda hacia ustedes es infinita, ni se imaginan cuanto, y solo espero que el corto trecho que ya queda para poner el «fin», pueda ser de su agrado y baste para mostrarles mi enorme gratitud. Gracias por ser la llamita que mantiene siempre encendida la hoguera de esta mente inquieta.

Respecto al capítulo, por si alguien tiene dudas, el termino que Eren utiliza para referirse a Levi, «serendipia», corresponde a un hallazgo afortunado cuando se está buscando algo muy diferente, una palabra que realmente encierra un significado precioso y desde un principio me pareció perfecta para ellos y ha formado buena parte de toda esta historia, desde el comienzo (aunque no lo pareciera) hasta lo que será el final de esta.

Y bueno, solo espero que el capítulo fuera de su agrado, que les pareciese bonito y el final no levantara mucha alevosía. Sé que para muchos Jean se ha convertido en el receptor de mucho desagrado y que no desean verlo no cerca de Eren, pero como muchas cosas en esta historia, son pasos necesarios para avanzar.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que la siguiente actualización (que espero sea para este domingo) sea para La Joya de la Corona, que se adelantará un poquito. Aviso también que con ella, comenzaré a implementar una nueva modalidad de pequeños resúmenes del capítulo anterior, ya que algunos lectores me han dicho que con las historias largas, y que demoran mucho, a veces les cuesta recordar que pasó en la anterior actualización. Ya logré planear una idea, que espero funcione, y estaré explicando con mayor detalle en un anuncio en mi tablero de Wattpad por estos días. Y bueno, luego de eso regresamos con In Focus.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Siempre, siempre, son el mayor incentivo para continuar por aquí.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para todos ustedes.

 

Tessa.


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