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Hímero por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Hola, gracias por leer y acompañarme en este fic.

Un nuevo capitulo, algunas respuestas y nuevas preguntas.

Misaki llamó a Yukihito, era el único con el que podría conversar de lo sucedido sin riesgo a que algún Usami se enterara.

Subió a la motocicleta esperando no tener que dar explicaciones a su pareja. Aunque bien sabía que Akihiko no lo detendría, ese era el trato, podrían gozar de su libertad sin dar cuenta de que hacían o quien se veían. Sin embargo, lo que ocurría era bien diferente, tal vez por respeto o por un simple recuerdo de lo que fueron, ninguno de los dos había pasado la línea.

Por costumbre, fue su primera justificación fue la nostalgia por volver a departir como tiempo atrás. Luego se dio cuenta que era la necesidad de protegerse de la soledad en la cual los dos estaban sumidos. Años de desear olvidar lo que nuevamente tenían…

Yukihito saludo al castaño con una sonrisa, entraron juntos al bar que se convirtió en uno de los lugares preferidos para ellos. En el tiempo que vivieron en New Orleans, tanto el menor de los Sawa como Misaki compartieron varias veces en ese tipo de sitios. Amaban el Blues y el Jazz, pero sobre todo el saber que podían estar ahí sin paparazzi, o personas curiosas que preguntaran por sus parejas.

Hablaron de cosas sin importancia, de sus profesiones, de deportes, música, hasta que el silencio incomodo apareció.

-       Hubieses visto su mirada cuando entró a la sala – los ojos verdes se llenaron de lágrimas. Las limpio de manera rápida tratando de ocultar su tristeza. – Me sentí tan fuera de lugar.

-       Cuando leí el artículo en el que hablaban que Nagisa se había vuelto adicto al sexo y no le importaba con quien se metía, entendí que la culpa era mía – dijo Yukihito levantando la cara de su amigo – yo lo alejé con mi actitud.

Misaki sonrió, si había conocido una pareja estable era la del joven frente a él y su primo. El castaño y Yukihito tenían la misma edad, pero a diferencia suya se mostraba seguro con respecto a lo que deseaba del famoso escritor de “Haru wo daiteita”.

-       Takahashi-kun, quise a Sawa desde el primer día que lo vi a mis trece años, – rio recordando la situación – cuando quisieron que me separara de él por su orientación sexual, no me importo. Con los años acepté que lo amaba más que como un primo, accedí para demostrárselo a todo lo que me propuso, incluso a ensayar una escena sexual con Iwaki -san… - el castaño abrió los ojos con sorpresa, su amigo soltó una carcajada ante la expresión. Al calmarse tomo sus manos y concluyó – si estuve a punto de perderlo fue porque no supe explicarle lo que quería, no hable a tiempo y de manera correcta, solo hui.

¿Tan difícil le era entender al realizador audiovisual que lo que necesitaba era su apoyo y no que lo que le echara en cara sus errores? Pero quizás lo tenía merecido por sus decisiones.

-       Yukihito no puedes comparar nuestras relaciones… - el azabache lo miró con tristeza, sacó de su billetera el costo de lo consumido y antes de marcharse le respondió.

-       Tienes razón – el fotógrafo lo observó esperando las palabras de lastima que nunca llegaron sino unas que le ayudarían a reflexionar – porque la diferencia entre la tuya y la mía es que yo nunca le dije a Nagisa que no lo amaba.

Misaki se quedó pensando en la frase de su amigo, terminó la cerveza y salió del lugar.  A pesar de estar a inicios de diciembre la noche era despejada, se colocó los guantes y el casco. Cuando arrancó ya sabía qué hacer.

 

 

Yuu le colaboró llevando las maletas al automóvil, había decidido marcharse a París, continuar con sus estudios y abrir al fin el negocio que siempre había querido.

Una vez cerró la cajuela le lanzó las llaves al castaño para que condujera, Yanase sonrió abriéndole la puerta y dejándola pasar con un “mi lady”. Llevaban dos años de conocerse, incluso ella era quien se lo presentó a Ijuuin con la esperanza de que este chico lo sacara de la depresión en que se hallaba. Ahora que lo pensaba, había sido un terrible error.

Recordó como el productor lo miró con detenimiento, y con el ánimo de doblegar sus intenciones le obligó a una intensa sesión de BDSM; tanto ella como Kyo se sorprendieron al ver la entereza con que la soportó. Desde ese día se sometió a ambos sin hacer preguntas, comprendía que Kaoruko era una dominatriz; empero cada vez que tenía una reunión, la ayudaba a disfrazarse como la enigmática pelirroja que acompañaba como principal sumisa al ojimatista.

Permitió el juego y aceptó creer que tenía una verdadera relación, cuando con dolor sabía que él no significaba en esa charada nada. Nunca hubo un contrato, ni un símbolo de por medio… sin embargo, tampoco los abandonó.

Decidió acompañarla hasta que dieran la orden para abordar. Sentados frente a frente con una taza de café, pensó en la posibilidad de tenerlo solo para ella, al fin y al cabo, compartieron tanto o más que con el productor, pero el miedo de confirmar la sospecha que tenía sobre el enamoramiento de Yanase, se lo impedía.

-       Sabes que no me gusta dejar las cosas a medias – respondió al cuestionamiento no hecho de Kaoruko, - de lo contrario abordaría ese avión contigo.

-       ¿No lo amas? – Yuu rio. Le parecía ilógica esa pregunta, pero no podía negar que la sospecha existiría.

-       Hace tiempo comprendí que era un remplazo de tu primo – terminó el contenido y dejó la taza de lado. – Nunca te hice preguntas, tampoco pedí respuestas, pero sé que lo que buscabas para él debes hallarlo para ti.

Kaoruko sonrió complacida. Los hermosos ojos marrones con esos destellos rojizos la hicieron querer demorar su viaje. Ella lo había entrenado y conocía cada uno de sus puntos sensibles, si no fuera por el anuncio de abordaje, en ese momento un baño hubiese sido la solución.

-       Quizás cuando termine mis estudios te ayude en tu negocio – dijo Yuu para acercarse a abrazarla, - por ahora no puedo dejar tirado mi trabajo, no sabes que es escuchar un regaño de Kisa, - dijo pasando sus dedos por el desordenado cabello - te aseguro que son peores que los de Takafumi.

La carcajada hizo que varios en la fila los voltearan a ver con reprobación. La pelinegra trato de despedirse, pero el joven colocó sus dedos evitando que cualquier palabra saliera de su boca.

-       En tres días – pidió el castaño dejándola con intrigada – solo entonces si me dices adiós sabré que es para siempre.

La oveja negra de la familia Usami como la llamaban sus primos asintió. Paso sus documentos y se dispuso a subir al avión. Recordó las palabras que le dijo a Ijuuin el día de su cumpleaños, “sigue adelante”, tal vez esa frase también era para sí misma. En ese momento no llevaba el tonto disfraz que desde la muerte de Mizuki la protegía, estaba sola mostrándose libremente ante el mundo como lo que era.

Deseo que el vuelo la llevara pronto a su destino, después de tanto tiempo podía ver la luz al final del túnel… una luz con nombre propio.

 

 

Isaka observó la casa en la cual creció, al igual que el día que se marchó se percibía majestuosa. Era consciente que debió ir con Asahina, pero llevaba tantos años de silencio que le correspondía a él arreglar la situación.

La puerta se abrió dejando ver a su nana quien apenas lo reconoció se lanzó a abrazarlo, correspondió depositando un dulce beso en la plateada cabeza. Durante años esa mujer fue la única que lo acompañó y aceptó lo que era, sin hacer reproches, sin insultos, tan diferente a sus progenitores.

Lo llevó hasta la sala pidiéndole no marcharse hasta que comiera algo, en cuestión de segundos determinó que estaba demasiado delgado, que debía dejar de fumar y que su semblante demostraba que no se estaba alimentando adecuadamente, Ryu rio con gana. Asintiendo le dijo que esperaría hasta que ella lo atendiera.

Paseo un poco por la estancia, el piano en el fondo lucía tan bello como siempre, recordó cada uno de los golpes en sus manos por el tutor que le repetía de su ineptitud y falta de compromiso, odiaba ese instrumento, perpetuaba los momentos amargos antes de su partida… deslizó sus dedos por las teclas blancas y negras y comenzó a interpretar la canción que tocó para ese fatídico día.

La música lleno el lugar transportándolo en los recuerdos de su triste pasado. No pudo concluirla, se levantó secando las lagrimas que brotaban de los ojos azules sin querer detenerse.

-       Dejando todo a medias como siempre…

-       Buenas noches padre. – El hombre lo examinó para finalmente decirle con su gesto que se sentara frente a él – ¿y mamá?

-       ¿A qué regresaste Ryūichirō? – devolvió el hombre la pregunta con frialdad – Sabes que no eres bienvenido a esta casa.

 

Isaka bajó la cabeza, desde los dieciocho años se fue a Inglaterra, prácticamente estuvo bajo el cuidado y la protección de los Usami, pero su familia estaba viva y mantenía cierta comunicación con su madre. Ahora a sus treinta y tres años pensó que era tiempo de terminar con el exilio…

-       ¿Es tan difícil aceptarme? – pronunció automáticamente, años de tener la pregunta guardada lo traicionaron frente al hombre.

-       Eres… eras mi único hijo, quería lo mejor para ti y simplemente… ¿cómo fue que te enfermaste? ¿qué hice mal para que esto te sucediera?

El diseñador observó, indignado por la frase, al hombre frente a él. No podía creer que con tantos títulos y doctorados todavía pensara esa tontería. Se alzó para llegar al lado de su progenitor, hincándose frente a él procuró no perder los estribos, era una necesidad para marcharse definitivamente de Japón poder hacer las paces.

-        Padre entiende ¡yo no estoy enfermo! – pronunció inevitablemente dejando salir su desesperación. El golpe en su mejilla fue la única respuesta.

-        ¡Callate! – al encararlo no había ningún sentimiento en la adusta cara de su ascendiente. Se incorporó apretando sus puños, sintió rabia, pero no iba a irse sin poder hablar correctamente, se lo prometió a su madre; sin embargo, todos tienen un límite… – nunca vuelvas a llamarme así. Mi hijo murió hace quince años… víctima de un robo.

El recuerdo de esa noche volvió con fuerza a su mente, su cuerpo se tensó ante la mención de ese evento. En ese instante sintió cada golpe, cada insulto, pero sobre todo como su ropa era arrancada para someterlo repitiéndole que eso era lo único que se merecía. Llegó al hospital con una herida en su vientre, y otra en el cuello, los médicos aun no entendían como se había salvado.

-       Tu eres un engendro, un desconocido que hace años desterré de mi casa – dijo el hombre dirigiéndose a la salida de la sala, las palabras de Ryu lo detuvieron para voltearse completamente enfurecido.

-       Cada golpe y cada vejación que me hicieron los hombres que enviaste para que me mataran solo lograron que lo amara con más fuerza…

El mayor de los Isaka demostró miedo ante la aseveración de su único hijo.

-       Esa noche mientras me violaban repetían que ese era tu regalo de graduación… ¿sabes cuantos años pasaron para que yo pudiera recuperarme? – el ojiazul continuo al ver la expresión de su progenitor – estoy vivo por Asahina Kaoru, y no me arrepiento de amarlo. Soy homosexual y no lo voy a negar, aunque te duela aceptarlo.

-       Vete… ¡vete! – gritó el hombre volviendo a golpearlo. Tomándolo del cuello apretó sin obtener ninguna resistencia – debí hacerlo yo mismo, debí matarte con mis propias manos, pero todavía tengo tiempo, aun puedo hace…

El sonido de los platos rompiéndose fue lo que saco a su padre de ese trance, tosiendo el menor de los Isaka se acarició el cuello tratando de respirar. Se separo del hombre para dirigirse a su nana, con un beso en la frente se despidió entendiendo que nunca más debía volver a esa casa. Antes de retirarse le respondió la pregunta que al comienzo de su encuentro le había hecho.

-       Regrese porque se que te quedan pocos meses de vida… y a pesar de todo, quería que al morir supieras que estoy en paz contigo… - retomando su compostura, acomodó su cabello y su traje, para con la hermosa sonrisa que lo caracterizaba decirle con total sinceridad: - Padre te amo y por eso te perdono.

Al llegar al parqueadero los brazos de Asahina lo recibieron, eso era suficiente para él, subiendo al auto sonrió tranquilo, más cuando escuchó las palabras de su amante “volvamos a Londres, a nuestro hogar amor”.


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