Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Huellas||Sterek|| por Dark_Ness

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

    Aunque sea un universo alternativo, algunas cosas no cambian...

 El otoño siempre había sido atractivo para los neoyorquinos; pasear por el Central Park y ver como sus árboles sanos y enormes cambiaban de color con el paso de los días, era un espectáculo que a todos les encantaba. Y es que tenía su encanto, la forma en como el pasaba al ocre y luego al marrón, la manera en como se desprendían sin dolor y caían con movimientos suaves y ondulados; la maravillosa naturaleza haciendo su trabajo frente a miles de espectadores.

    Pero para él, que venía de una cálida tierra cubierta por el calor del verano, era mucho más novedoso. California tenía buenas playas, era cierto, y el condado en donde él vivió tenía el bosque más hermoso que se pudo haber pedido para crecer. Explorar cada trecho entre los árboles, llenos de ese olor tan puro y suave, con el roce del viento en su espalda fue lo que le dejó un hermoso recuerdo de la tierna infancia; hasta que el fuego arrasó con todo. No hubo nadie que pudiera escapar de las maravillosas e impotentes llamas peligrosas del incendio en la mansión; los gritos se elevaban al cielo junto a la luz y los lamentos. El olor a madera quemada, a tierra chamuscada, y a carne, fue lo que se le grabó en la memoria.

    No podía pensar siquiera en regresar a lo que antes solía ser el lugar más feliz del mundo para él. No sin rechazar la idea entre escalofríos estremecedores. Por eso estaba ahí, en medio de una caminata por el Central Park, junto a la sobreviviente del incendio de la mansión; ambos maravillados con las frescas brisas que pasaban y agitaban los árboles desnudos del parque.

    El café era algo que extrañamente le disgustó desde que llegó a la ciudad. Nadie sabía prepararlo tal como a él le gustaba; o tal vez era, que sólo podía beberlo si fuera preparado por las manos de su madre. Por eso tomaba un poco de chocolate, a pesar de que nunca fue muy fan del sabor dulce de este.

    También estaba otra cosa que extrañaba, la cual nunca le había dicho a nadie. Y era la compañía de los demás: de sus primos, de sus tíos, de sus padres, de sus amigos. Hasta de los amigos de su hermana menor, los cuales le agotaban la paciencia con sus cosas de niños; pero, que no daría él por volver a verlos y saber que están bien, que están sanos y que están a salvo del peligro. Desde que había huido, las cosas comenzaron a cambiar.

    Estaba en ese momento de la adolescencia en donde comenzaban los cambios, la transición de joven a adultos; y entre eso comenzó a dibujarse las letras del nombre. Oh sí, la antigua leyenda que regía a todas las personas del mundo, o al menos a las personas que vivían en California; aquella que te decía cual era el nombre de la persona que estaría junto a ti en los mejores y peores momentos de tu vida.

    El nombre de la persona que acompaña a tu alma.

    Él se acordaba de todas esas veces en las que se rió del tono solemne de su mamá al explicarle lo más básico de la tradición. No era una ceremonia nupcial, ni tampoco era un ritual pagano a algún Dios impío. Era meramente tener el conocimiento de que hacer cuando se te dibujara el nombre de una persona, ya saben, para no enloquecer en el proceso.

    Como todo buen niño curioso, siempre se había preguntado si la persona que le tocara compartir su destino sería alguien al azar. Como si él estuviera en ese momento en Beacon Hills, y su persona destinada estuviera en Yakarta. Pero su madre rió contra sus dudas bien infundadas. En ese entonces ella resumió el proceso para que él lo entendiera en ese momento.

    «El nombre que tendrás en tu piel será de la persona que cuando conozcas, sepas que es para ti... Porque no puedes amar a nadie que nunca hayas conocido, ¿no te parece?»

    Y eso fue suficiente para él en ese entonces; estaba conforme con saber que no tendría el nombre de alguien al azar que viviera al otro lado del mundo. Sólo por eso, accedió salir de su casa y conocer a muchas personas, con la esperanza de que un nombre se le grabara en la piel.

    Pero nada pasó durante mucho tiempo. Miraba, conocía, hablaba con las personas, pero parecía ser que ninguna era suficiente como para que se le grabara en la piel; así que terminó por creer que eso era mero alboroto de personas fanáticas del destino. Luego, su madre volvió a decirle que el nombre se le grabaría cuando tuviera cierta edad; y profundamente en él, le dio esperanza.

    Lo más triste no fue que no se le haya marcado las letras del nombre; porque en realidad si había sucedido. Sino el hecho de que cuando por fin iba a decirle a sus padres, lo único que encontró en la mansión fue una estructura consumida por las llamas del incendio que le marcó más fuerte el las letras que apenas empezaban a aparecer en su piel.

— ¿Cómo crees que estarían nuestros padres? —salió de sus ensoñaciones con la voz de su hermana. Ella a diferencia de él, si podía tomar café; aunque seguía haciendo muecas— Ya han pasado tres años... ¿a veces no los extrañas, Der?

    Extrañar era una palabra muy pequeña.

—Ya conoces la respuesta, Laura —le respondió, evadiendo las palabras que no quería pronunciar— Siempre ha sido la misma...

    Laura comprendió que no hacía falta seguir hurgando en la herida.

— ¿Y cómo va tu nombre? ¿Ya se dibujó completamente? —Derek miró sus manos. El tema de la escritura del nombre en su piel había pasado a segundo plano desde lo ocurrido en el incendio; y sólo Laura se había dado cuenta que las letras comenzaban a escribirse en el antebrazo, como si la hubieran hecho con una quemadura que un fierro ardiente— ¿Sabes quien es la persona?

    Derek no quería responder. Sabía de primera mano que el nombre que Laura tenía escrito en el tobillo era de una persona que había fallecido en el incendio. Era por eso que no estaba ya tan visible en la piel, porque había comenzado a desdibujarse. Esa era una de las tantas razones por las cuales no le hablaba de ello tan seguido; no sabía como podría reaccionar.

—Sigo sin saber quien podría tener ese nombre tan raro —rió un poco, como tratando de aliviar la tensión en el ambiente— Y ni siquiera sé pronunciarlo.

    Laura lo miró interrogante. Derek sabía que ella iba a levantarle la manga de la chaqueta de cuero y le haría derramar el chocolate; así que se lo bebió rápidamente. Ella sonrió, y sin necesidad de emplear la fuerza de hermana mayor, le levantó la manga y ahí vio el nombre.

    « Mieczyslaw »

———

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).