Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Huellas||Sterek|| por Dark_Ness

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

    ¿Qué harías si de repente te levantas a mitad de la madrugada y descubres que tienes el nombre de la persona a la que más quiers marcada en alguna parte de tu cuerpo?

    El frío de la calle le calaba en la cara, la cual tenía enrojecida e irritada. Sus labios estaban rojizos, como las cerezas de los pasteles de la panadería que siempre frecuentaba Laura. 

    Ese día no quiso llevarse la bufanda de lana que le había regalado el día de su cumpleaños, más que todo porque la había usado para limpiar la cocina sin darse cuenta; y gracias a ello estaba pagando las consecuencias. Tenía las puntas de las orejas rojas y calientes, mientras que el aliento se le manifestaba en una nube blanca. Definitivamente, la próxima vez tendría que estar más atento a lo que hacía.

    Pero era raro, porque Derek muy pocas veces se distraía. 

    Laura siempre se quejaba de que era más una máquina gruñona que una persona, porque la perfección al llevar varias ideas al mismo tiempo era algo que ella carecía. Pero esta vez, falló estrepitosamente; porque tomó la bufanda en vez del trapo de cocina y limpió el desastre que había en la encimera.

    Tal vez todo tenía que ver con la llamada que recibieron en la llamada. Venía de California. De Beacon Hills.

    Un nombre que habían tratado de olvidar con todo ese tiempo en New York. Y que a pesar de todo los seguía como una segunda piel a todos lados.

    Laura era una de las últimas Hales, la que quedaba en el puesto a liderar la familia y los negocios que su madre había dejado tras su descenso; los cuales ella no tomó. Tal vez era por eso, porque necesitaban a la responsable Hale para que diera la cara y continuara el legado familiar. Porque ya habían pasado tres años de luto, y era más que suficiente.

    Derek arribó al apartamento que tenían en New York, en Manhattan, y se dio cuenta que estaba cálida. Seguramente Laura ya había llegado y puso la estufa eléctrica a calentar el frío lugar. Porque no solo era frío por las bajas temperaturas, sino por la falta de personas que pudieran llenarlo. Era frío, porque carecía de esa hermosa calidez familiar que tuvo la mansión Hale.

—Ya llegué —se anunció mientras dejaba las llaves en el plato de metal cerca de la puerta— ¿Laura?

—Aquí Derek, ven. Necesito que hagas algo por mi —Derek se quedó en medio de la puerta de entrada confuso. Laura muy pocas veces reconocía que necesitaba ayuda, en especial de Derek, no después de— ¿Vas a venir?

    Derek dejó de lamentar —como lo hacía últimamente— y caminó sin prisas hasta la habitación de su hermana. Estaba iluminada con el blanquecino color de las paredes y la luz amarilla de la lámpara del techo; no tenía mucho que pudiera decir que era la habitación de ella; estaba ambientada más como una habitación de huéspedes, con la decoración neutral que tenía cuando la habían comprado hace tres años. Era todo tan blanco, que parecía más una sala de hospital que una habitación de una persona.

    Sin embargo, en la cama con sábanas azules estaba una maleta abierta, con ropa regada por dentro y por fuera la cual caía en el suelo. Tal vez la única pizca de color entre todo ese mar de blancos y celestes pálidos. ¿Por qué Laura estaba haciendo una maleta?

—Necesito que me ayudes a doblar la ropa, todo tiene que caber en la maleta —Laura caminó hasta el armario y siguió sacando prendas de más colores, dejando los ganchos regados por el suelo— Tenemos un límite de equipaje, y la otra maleta es para ti... ¿me estás escuchando al menos? 

— ¿A dónde vamos? —Derek comenzó a doblar la ropa, siguiendo los pasos mentales que recordaba haber seguido en un tutorial de youtube. Laura lo miró con el ceño fruncido; no le gustaba la idea de tener la ropa arrugada después del viaje, más que todo con la forma en como Derek doblaba.

    Laura reaccionó a la pregunta, y notablemente se le pudo ver el nudo que se le formó en la garganta al hablar; esa fue una gran pista para Derek, quien dejó de doblar la ropa y se quedó observando fijamente a su hermana. Esa mirada que cargaba Laura sólo la había visto una vez; y fue cuando le había preguntado sobre sus padres después del incendio.

—Regresaremos a Beacon Hills —murmuró más para sí mismo, en un tono que más allá de ser de duda, era una afirmación absoluta. Temía que eso fuera a suceder; pero no podía seguir yendo contra la corriente— ¿Aceptaste ir, así sin más?

— ¡Por supuesto que no! —gruñó inmediatamente escandalizada. Como si Laura fuera ese tipo de personas que no tiene respeto sobre los recuerdos— Me opuse rotundamente; y aún me sigo oponiendo. Pero Derek, tenemos que regresar; ya no podemos seguir huyendo. Los Hale no huyen. Recuérdalo.

    Y claro que Derek lo sabía y lo recordaba todos los días. Pero aún así era muy duro. No se imaginaba caminando a los alrededores de la casa incinerada que una vez fue el mejor lugar en donde pasó su vida; era como si la familia de un condenado a muerte pasara por la horca en donde lo habían colgado. Los escalofríos esta vez eran más por la potencia del recuerdo que por el frío.

—Ahora, apúrate Dek, tenemos que tomar un vuelo —Derek salió de sus ensoñaciones. ¿Tan rápido se irían?— Tus ropas (y las mías, obviamente) no se doblarán solas.

— ¿Y cuánto tiempo nos queda? —Derek siguió doblando la blusa carmesí que tenía entre sus manos. Esa prenda fue la primera que Laura se compró después del incendio; estaban caminando por el Times Square, y entre el gentío de personas que transitaban las calles, Laura logró divisar una tienda que exponía en sus vitrinas un hermoso conjunto veraniego. Pero la blusa fue lo más le llamó la atención— ¿Días?

—Horas... —le corrigió con ese dejo de arrogancia que tenía cuando ella sabía algo que Derek no— cuatro, en realidad. Pero el aeropuerto no está tan cercano; así que muévete.

   Así que Derek, con una expresión pálida, asintió y siguió doblando la ropa para que encajara en la maleta de su hermana, la cual no era tan grande. Era más el desastre de Laura que el del propio Derek.

←•→

    El vuelo fue lo más fácil en todo lo que tuvieron que atravesar. Más que todo cuando ambos se quedaron profundamente dormidos en todo el trayecto de New York hasta California. Esa sería la primera vez en la que Derek dormiría tanto tiempo sin tener las usuales pesadillas que le quedaron después del incendio; y todo gracias a que estaba rodeado de personas.

    Sin embargo, cuando aterrizaron en California, parecía ser que el peso de la atmósfera le hubiera caído en los hombros por primera vez. La cantidad de recuerdos y familiaridad fue tan abrumadora, que alguno de los vio blanco por un momento antes de marearse completamente.

—Supongo que aquí estamos —murmuró Derek después de recuperarse de su mareo. El sol seguía siendo brillante y el ambiente se sentía fresco por la agradable brisa que agitaba los árboles. Estos eran verdes y sanos. El otoño no atacaba a este lado del país tan fuerte como lo hacía en New York.

    Laura asintió a las palabras de su hermano. Estaba concentrada buscando a alguien que se le hiciera conocido; pero no se sorprendió al no encontrar a nadie; después de todo, su contacto le dijo que estarían esperándolos a que llegaran, mas no hablaban de que alguien iría a recogerlos. Suspiró un poco decepcionada y caminando junto a Derek salió del aeropuerto hasta el estacionamiento. 

    Que agradable fue para Derek observar lo vacío que estaba ese sitio; le daba una excusa para mirar a Laura y convencerla de irse de nuevo por donde vinieron. Pero, a los lejos se veía una silueta negra, de lo que sería un genial auto. Auto que se acercaba cada vez más hasta donde estaban ellos dos. Era un camaro negro, hermoso y lujoso, brillante y despampanante como sólo podría serlo un auto de ese nivel; Derek se quedó observándolo fijamente, parecía serle familiar entonces.

    Cuando se estacionó frente a ellos, salió de el una figura alta y conocida para ambos. Un hombre, con cabellos castaños y la piel un poco tostada por el sol; cargaba una sonrisa en los ojos, de añoranza a algo que no ha visto por tanto tiempo. Laura fue la primera en reconocerlo.

— ¿Peter? —preguntó estupefacta— ¡Peter, eres tú!

    Prácticamente soltó sus cosas y corrió hasta los brazos del hombre que había estado junto a ellos durante toda su vida. Su tío Peter, el hermano de su madre Talía.

    Él la abrazó con un sentimiento tan embriagador que hizo que las lágrimas de los tres salieron un poco. Las sonrisas no faltaban; mucho menos los abrazos. Derek estuvo primeramente un poco reacio a abrazar a su tío; pero le venció todo, y se permitió ir a los brazos de su tío y abrazarlo como cuando era un pequeño muchachito.

    Tres años que no pasaron juntos era una brecha enorme; y más aún cuando ninguno de los dos sabía que su tío seguía viviendo.

    •→

    Durante el viaje en el camaro, las palabras no fluían de la forma quisieran. Era callado, y un poco tenso.

    Derek se quedó mirando fijamente a su tío después del abrazo, y se dio cuenta que había un nombre dibujado en el pliegue de su cuello, donde corría internamente la sangre en su vena yugular. Se estaba desdibujando, pero era muy distinto a como lo hacían los nombres de las personas que fallecían; este se veía como si las letras las estuvieran borroneando, como si la pinta se hubiera corrido. 

    Eso significaba que Peter había rechazo a esa persona que pudo haber sido su alma gemela. Después del rechazo, las letras comenzaban a volverse ilegibles, como las letras de tinta se vuelven ilegibles cuando les cae agua al papel, y después comenzaban a borrarse poco a poco. Al final, la piel quedaba tersa, como si nunca hubiera pasado un nombre por ella; pero quedaba sensible, como si hubiera sanado de una quemadura.

    Derek comenzaba  preguntarse que había sucedido con Peter como para que peste hubiera rechazado a su alma gemela; desde que tenía memoria, su tío era una de las personas que —aunque lo negara— anhelaba a su alma gemela.

— ¿Alguien más... —comenzó Laura con duda en su voz— digo, alguien más está...?

— ¿Vivo? —preguntó Peter— No. O al menos eso creo. 

    A ambos le cayó la noticia como una roca en el estómago. 

—Me enteré recién que ustedes dos estaban en New York. Después de salir de salir del hospital, habían muchos cabos sueltos, y entre esos su paradero... Los llevo buscando desde hace dos años —Peter alejó los ojos del camino un momento y observó a sus dos sobrinos— Si que crecieron —les sonrió con la misma calidez que ambos extrañas; sintiendo un revoltijo en el estómago—  Ahora cuéntenme, ¿qué tan frío es el Central Park en otoño?

    Fue ese el momento en donde los hermanos comenzaron a hablar sin tensión.

•→  

     Derek sintió un jalón todo el rato en el nombre que tenía escrito en el antebrazo. Era como un pequeño pero constante piquete que le daba ansiedad. Pasó todo el trayecto del viaje en el camaro tocando el borde de las letras, tratando de aliviar la inquietud, pero hubo un momento en donde no soportó más la tensión del piquete y se subió la manga con disimulo. Aún en la oscuridad dentro del auto, podía ver claramente el nombre enrojecido, como si tuviera una reacción alérgica. 

    Las letras nunca habían reaccionado así antes, o al menos no así durante los tres años que había pasado. La primera vez que se sintió así de incómodo y ansioso fue cuando comenzó a formarse la M en el antebrazo. ¿Qué quería decir la molesta y tediosa sensación de que pequeñas agujas picoteaban su piel con ocio?

— ¿Qué te pasa en el brazo? Pareciera que quieres arrancarte la piel con las uñas —Peter, oh Peter. Por supuesto que él se había dado cuenta de la impaciencia de su sobrino, más que todo porque estaba al lado de él, en el puesto del copiloto— ¿Quieres un ungüento o algo cuando lleguemos?

    Derek negó. Lo que quería era saber que le pasaba a su piel.

    Cuando llegaron hasta la casa de Peter —quien se supone que vivía en unos apartamentos— descubrieron que Laura dormía profundamente en la parte trasera del auto, acurrucada en un rincón con las piernas pegadas al pecho y la cabeza descansando en el asiento. Peter quería cargarla hasta su habitación, como cuando era una pequeña; pero ya había crecido, y a pesar de que tenía fuerza suficiente como para poder levantar... bueno, el punto es que no quería incomodarla más de lo que estaba con los roces innecesarios, así que la despertó.

    Era gracioso ver la mirada desorientada de Laura cuando despertaba, como si se hubiera despertado en un lugar distinto y estuviera haciendo todo lo posible por adaptarse. Pero aún así, con el fantasma del sueño sobre sus ojos, se dio cuenta que a Derek le sucedía algo.

    Pero no lo mencionó. Sólo le dedicó una mirada algo preocupada mientras tomaba sus cosas y caminaba a los edificios. El nombre le picaba cada vez más, como si estuviera acercándose a una fogata y su piel sintiera el calor de las llamas. Estaba notablemente más ansioso.

    Peter abrió la puerta de su apartamento. Estaba todo oscuro y silencioso. 

    Encendió la luz que estaba cerca de la puerta, y la sala se iluminó. Sin embargo, más allá de estar sumida en silencio, no estaban solos.

—Les dije que no se aparecieran por aquí —Peter alzó la voz un poco, estaba molesto— ¿Pueden siquiera escuchar algo más allá de lo que dicen su propia estupidez?

—Te escucho a ti, que es igual... así que no puedes negar que no presto atención —esa voz... Derek sintió que el nombre le quemaba. Soltó un pequeño jadeo de dolor y se llevó la mano izquierda hasta donde estaba el nombre— ¿Qué? ¿Tienes visitas?

— ¿Puedes venir a molestar otro día? No puedes dejar a Scott sin niñera. —el tono burlón de Peter hizo reír al otro muchacho.

 —Scott está entrenando con Allison, ya sabes, cambiamos de turno —el chico se fue acercando hasta la puerta y por primera vez fue visible para los otros Hale— Oh, si tienes visitas.

    El chico era larguiducho, envuelto unas cuantas capas de ropa estampada con motivos de superhéroes; tenía la piel pálida, bonita y repleta de pequeños lunares que parecían infinitos, los cuales le daban una belleza delicada y casi exótica. Sus ojos eran castaños, claros y expresivos; parecía ser un siervo en medio de la ciudad; y esa sonrisa, carente de maldad, fue lo que le hizo a Derek caer poco a poco en la ensoñación de creer ver a la perfección. Era como ver una luz castaña reluciente, cálida y familiar; aunque no lo conociera, o al menos, no lo recordara.

    Era tan... bonito. 

—Hey, soy Stiles. Un gusto —les saludó con un asentamiento de cabeza.

—Laura Hale —le dijo la chica, un poco seca pero sin ser hostil. Stiles sonrió un poco nervioso.

— ¿Y tú, chico grande? ¿Tienes nombre? —Stiles dirigió su mirada a Derek, quien seguía mudo e impresionado. Su brazo se sentía ardiente, como si las llamas del fuego más ardiente del infierno le envolviera el antebrazo hasta dejárselo reducido a huesos y cenizas.

—Derek Hale.

    Stiles entonces pareció tener un leve estremecimiento, y se tocó inconscientemente el antebrazo derecho.

    En ese momento, pareció que todo desaparecía. Y Derek no tenía ojos para ver a nadie más.

———

Notas finales:

     Derek sin palabras... ¿Genial, no?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).