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Notas del capitulo:

Aquí el capitulo 5

Advertencias:

No realmente, las generales en todo caso... Y que Bill es un bastardo, eso ya lo sabemos (y así lo amamos) XD

V

Así que esto era el fin del mundo…     

Abrupto y totalmente desastroso, un tanto cliché si se lo preguntaban. Claro, eso último era algo que solo podía apreciarse estando dentro de un edificio al que la locura parece no ser capaz de alcanzar. Lo que sea que su hermano y su sobrino le hicieron a la cabaña parecía funcionar y eso era bueno. Stan miró por la ventana para ver como la ola de demencia era rechazada por una especie de burbuja protectora que se había activado alrededor del lugar. Trataba de recuperar su respiración agitada por la carrera de huir de todo el caos que se había desatado. Una vez pasado el susto inicial, no pudo evitar comenzar a preocuparse por su familia que se encontraba fuera, especialmente por que las horas comenzaron a pasar y ninguno de ellos aparecía.

El cielo estaba teñido de colores y luces totalmente extraños, y horribles creaturas (mucho más terribles de las que ya de por sí plagaban el pueblo) se habían hecho con el control de una manera tan grotesca como violenta. No sabía qué es lo que había pasado o cómo se había desatado todo pero tenía una idea bastante acertada, y más porque una risa muy conocida podía ser escuchada por doquier desde el instante mismo en que el desastre había comenzado. No había duda de que Bill tenía algo que ver con todo esto.

Seguramente éste horrible caos había sido el propósito del triangulo desde un principio.  No lo sorprendía, y al mismo tiempo era algo totalmente inesperado. Lo primero porque siempre había tenido sus sospechas de que Bill tramaba algo extraño, desde el mismo momento en que se había presentado ante él por primera vez. Y lo segundo porque ni en sus más grandes pesadillas se habría esperado que fuera algo de tal magnitud.

A pesar del temor que aún lo consumía al ver tanta locura y maldad desplegadas, no pudo soportar por mucho la zozobra de no saber qué había sido de su familia  y terminó por salir de la protección que rodeaba la cabaña.

-¡Bill!

Dijo su nombre en voz alta. No era la primera vez que lo llamaba, pero sí  la primera vez que necesitaba que se presentara con tanta urgencia ante él. Pero el demonio no apareció, ni siquiera cuando hubo dicho su nombre completo tres veces. Solamente se quedó ahí, mirando hacia todos lados esperando una de sus entradas dramáticas, pero nada pasó. Un sentimiento extraño se instaló en la boca de su estomago, una rara mezcla de decepción y amargura (no es que esos sentimientos fueran extraños para él, pero era la primera vez que los sentía con algo relacionado a ese ser). Lanzando un suspiro un tanto resignado, se dio la vuelta para regresar a la seguridad de su casa.

Intentó convencerse de que no tenía ninguna razón para sentirse así de molesto y decepcionado. Al final, tanto él como Bill habían obtenido lo que querían (a pesar de que en su caso no había sido para nada lo que se había esperado). Así que era normal que ya no tuvieran más asuntos que tratar. Era normal que una vez que Bill había obtenido lo que necesitaba ya no tuviera interés alguno en él. ¿No era eso lo que hacía todo el mundo? Seguramente el demonio preferiría la compañía de Stanford y esa era la razón por la que su hermano no se había dejado ver desde que el apocalipsis había comenzado. Apretó los dientes ante el pensamiento.  Se recordó que lo que su hermano y ese maniático hicieran o dejaran de hacer no era algo de lo que debiera preocuparse. Lo único que le interesaba era que sus sobrinos estuvieran bien. Bill le había asegurado alguna vez que mientras no se metieran en sus asuntos no tenían porque salir lastimados y aunque sabía que la palabra de Bill no era precisamente algo en lo que se pudiera confiar por el momento lo mejor que podía hacer era eso. Sabía que los chicos eran astutos. ¡Tenían que estar bien en algún lado! Así que esperaba que eventualmente terminarían encontrando la forma de regresar con él a la cabaña.

No debía molestarse en darle vueltas al asunto y debía confiar en que las cosas se arreglarían. Tomó varias respiraciones profundas tratando de tranquilizarse, limpió furiosamente su mejilla al sentirla repentinamente húmeda y después se dispuso a esperar.

 

***~~~***

 

Efectivamente, los chicos terminaron reuniéndose nuevamente con él, así como Soos y Wendy (empleados suyos que, le gustara o no, habían terminado convirtiéndose también en partes importantes de su vida). Solo que les tomó más días de los que le habrían gustado.  Pero lo importante  al final es que todos los que le importaban estaban a salvo.   Así que pudo sentir que ahora podía relajarse. Su cabaña se encontraba ya completamente llena con refugiados de todo tipo, edad y especie. No le cabía duda que ahora todo podría ir bien y que todos juntos podrían sobrevivir sin problema el cruento apocalipsis que les había caído encima, especialmente con sus huéspedes que se mostraban tan serviciales.

Pero, ¡oh, sorpresa! Las cosas nunca podían salirle como él quería. Los chicos salieron con la absurda idea de querer rescatar a Ford. ¿Rescatar de qué? Hasta donde sabía, había sido el mismo Stanford quien había salido a buscar a Bill. Lo más absurdo es que los demás se dejaron convencer demasiado fácilmente, como si creyeran que su hermano fuera alguna especie de salvador todo poderoso o algo así. ¿No se daban cuenta que todo eso había comenzado precisamente gracias a él? Después de todo, Stanford fue el primero que tuvo trato con una creatura tan peligrosa.

Por más que intentó disuadir a todos del tonto (y peligrosísimo) plan de rescate todo fue en vano, no quedándole más remedio que participar él mismo aunque sin dejar en ningún momento de quejarse por eso. Con mucho trabajo lograron infiltrarse en la guarida de Bill y rescatar a todos mientras el monstruo estaba distraído.  Eso debería haber sido suficiente. Debieron aprovechar el momento para escapar y ponerse a salvo. El poder ver tan de cerca todas las atrocidades que ese demonio estaba cometiendo solo hizo que Stan se llenara más de espanto, aumentando su urgencia de salir del lugar para evitar que pudiera hacer daño a su familia. Su hermano ya estaba a salvo así como todos los demás. Tenían que salir de ahí.

¡Pero no!

Stanford debía comenzar con sus delirios de héroe sobre como “creía” (o sea, ni siquiera estaba seguro) conocer una manera para poder derrotar a Bill de una vez por todas. ¿Estaba loco? ¿No veía todo el poder que Bill tenía? Porque Stanley sí que podía verlo y por supuesto no era nada alentador. Además ¿Por qué quería detenerlo? ¿Que no eran los grandes amigos?

No tenía mucho tiempo para reflexionarlo, ocupado como estaba observando cómo Bill masacraba a aquellos que seguían luchado afuera mientras su hermano balbuceaba tonterías sobre profecías y hechizos raros. Pero todo el mundo parecía creer ciegamente en todo lo que su hermano decía. Bien, quizás él mismo pudiera tomarse más en serio a Stanford si éste hiciera lo mismo por él al menos una vez. Un poco de agradecimiento después de todo lo que había hecho ¿era realmente tanto pedir?

El hecho de que su hermano se tragara su orgullo, así fuera totalmente a regañadientes, lo hizo ceder. Aunque no fue algo que pudiera durar, al final la soberbia de Stanford volvió a hacerse presente, haciéndolo perder el control y comenzar así una absurda pelea donde ambos por fin comenzaron a sacar la frustración que le provocaba el otro, justo en el peor de los momentos. El más grande error.

Bill apareció de pronto. Se encargó de la mayoría de los que estaban ahí reunidos de una manera grotesca. Y esta vez amenazó a su familia directamente. Fue solo entonces que Stanley terminó de comprender las verdaderas dimensiones de lo peligroso y demente que estaba el triangulo. Ahora el demonio iba detrás de sus sobrinos. Pequeñas almas inocentes e ingenuas que aún podían atreverse a creer que podían derrotar al monstruo. Una esperanza que pronto sería aplastada junto a sus frágiles cuerpos. No podía permitirlo. ¡Tenía que hacer algo!

Pero  ¿qué?

 

***~~~***

 

Un remo… dos remos… tres remos…

Contar y respirar.

Eso era todo lo que tenía que hacer. De acuerdo al plan que había diseñado con su hermano, si realmente querían que funcionara debían asegurarse de engañar a Bill. Y para eso tenía que asegurarse de que el demonio no notara que había entrado en la mente equivocada hasta que fuera demasiado tarde. Según Ford, la mejor manera de lograr eso era limpiando su mente de todo pensamiento que pudiera delatarlo y, bueno, él era el genio.

-Procura concentrarte en una sola idea- Le había dicho su hermano, no tenían mucho tiempo para algo demasiado elaborado así que en su mayoría no les quedaba más que improvisar -No dejes que vea nada más. Si es posible, céntrate en un escenario o actividad específica, algo que conozcas bien  y sea sencillo mantener sin involucrar emociones u otros pensamientos… ¿crees que podrás hacerlo?

La verdad es que estaba resultando mucho más fácil de lo que había imaginado, tomando en cuenta que se estaba muriendo de terror a pesar de que, en realidad, la idea de cambiar lugares había sido suya. Se concentraba solo en la raqueta de ping-pong en su mano dentro de su mente sin permitir que ninguna de sus preocupaciones lo alcanzara. El plan podría no funcionar. Bill podría darse cuenta fácilmente de que había intercambiado ropas con Stanford y los castigaría a ambos por atreverse a algo tan estúpido y arriesgado. Podría ser ya demasiado tarde para los niños. Si el plan funcionaba jamás sería capaz de regresar con su familia…Pero no dejaba que ninguno de esos pensamientos fatalistas (y de hecho, bastante realistas) lo alcanzaran.

Cuando Bill apareció de nuevo (trayendo a Dipper y Mabel en sus manos), Stan se concentró solo en el papel que debía asegurarse de interpretar. Para su gran sorpresa todo salió increíblemente bien. Bill aceptó su trato sin darse cuenta de que había sido engañado. Al verlo entrar en la sala de estar que estaba recreando en su mente supo que esta vez sí había hecho las cosas bien.

-¡¿Qué?!

-Hola Bill. Bienvenido a mi mente. Me sorprende que no me reconocieras.

Hacía ya un tiempo que no tenía  a Bill cara a cara y por supuesto jamás se habría imaginado que alguna vez lo haría en una situación así. A pesar del terror que había vivido en las últimas horas a causa de ese triángulo, no pudo evitar sentir un cierto alivio y extraña alegría al tenerlo frente a él de nuevo, sensaciones a las que prefirió no poner atención para dudar por lo que estaba a punto de hacer.

-Se cancela el trato.- Declaró Bill intentando salir de su mente.

Stan temió por un momento que lo lograra pero ver que el demonio se había quedado sin poderes fue a la vez alivio y sorpresa. Cuando unas llamas azules comenzaron a consumir lentamente el lugar, el demonio se vio asustando de verdad y más cuando Stan confesó que su intención era borrarlo. La cara de sorpresa y temor mezclados de Bill en ese momento fue la cosa de la que Stan se había sentido más orgulloso en toda su vida

-Nunca me dijiste que tenías pensado conquistar el mundo.

Comentó el hombre solo para ganar tiempo, no había querido que eso sonora como un reproche pero no pudo evitar el tono que lo delató en la voz.

-Ese solo era el pequeño precio que habrías tenido que pagar a cambio de mi ayuda, Stan. Si no fueras tan horriblemente terco no habría tomado tanto tiempo-  Bill intentó aparentar que tenía las cosas bajo control pero no fue suficiente para engañar a Stan- No es que me queje. Fue muy entretenido.

-Jamás fue tu intención sacar a Stanford del portal.

-Nop, solo necesitaba ese portal abierto. Fue realmente fastidioso que Stanford apareciera en el momento exacto para ser absorbido, siempre fue un estúpido inoportuno-

Stan apretó los puños, odiaba que cualquiera que no fuera él insultara a su hermano. Lo que decía Bill era algo que en el fondo siempre había sabido pero no por eso confirmarlo lo hacía sentir menos estúpido y utilizado.

-No tendrías porque quejarte Stan, al final los dos tuvimos lo que queríamos ¿no es así? …

Stanley no contestó. No le veía caso a discutir sobre algo que ahora ya no importaba más.

-¿De verdad crees que alguien como tú sería capaz de detenerme?

-A juzgar por tu cara de susto en este momento yo diría que sí, eso es exactamente lo que “alguien como yo” va a hacer.

-¿No te das cuenta de que también destruyes tu mente?

Bill casi parecía retarlo. El demonio lucía nervioso, lo cual solo podía significar que el plan estaba teniendo éxito, sin embargo había también en su mirada una pizca de temor reverencial y respeto que hizo que Stan se sintiera empoderado de una manera que no había sentido nunca, tenía que admitir que la sensación le gustaba y mucho.

-No es como que este lugar sirva de algo.

Contestó el hombre tratando de sonar indiferente. Por supuesto que le aterrorizaba y preocupaba el hecho de tener que perderse a sí mismo con tal de derrotar a Bill, pero eso era un sacrificio que estaba más que dispuesto a hacer si de esa manera podía poner a salvo a aquellos que tanto amaba.

-¿Por qué sacrificarse por un mundo que nuca te apreció? – Insistió el triangulo ya con algo de desesperación en la voz, tratando de hacer que se rindiera.

-No lo estoy haciendo por este mundo. Los dos sabemos que eres un sujeto brillante Bill, pero cometiste un error enorme: te metiste con mi familia.

Le recriminó Stan. Era verdad. A él no le habría importado lo que sea que Bill tuviera planeado hacer con el mundo. No tenía mucho aprecio por esa vida, así que ¿qué más daba si alguien como Bill quería volver las cosas más “divertidas”? Stan habría podido fácilmente mantenerse fuera de su camino. Incluso no le habría importado que se quedara con Stanford. O al menos eso había sido cuando creía (debido a todas las insinuaciones que siempre le había hecho el triangulo y que él estúpidamente había creído) que su hermano estaba con él por voluntad propia; enterarse que no era más que otro de sus prisioneros y que Ford en realidad lo odiaba y le temía por igual solo lo había hecho llenarse de furia e indignación. Pero lo que realmente lo había convencido de que Bill era un monstruo que debía ser detenido era el hecho de que se hubiera atrevido a amenazar a sus sobrinos. Esos niños eran el mundo para él, mucho más que eso. Y ya le había advertido alguna vez al demonio que por ellos era capaz de cualquier cosa.

Bill intentó convencerlo de que lo dejara salir. Le ofreció todo lo que pudiera desear: fama, fortuna, poder infinito. Pero nada de eso podría jamás tentar a Stan. Bill ya debería saberlo, jamás había logrado seducirlo en verdad y eso parecía ser lo que al demonio más le molestaba.

Todo terminaría pronto y ambos lo sabían. Especialmente Bill, quien cada vez lucía más asustado ante la inminente derrota.

-…Así que eras tú…-

Comentó el demonio entre balbuceos incoherentes mirando fijamente a Stanley con terror, como si acabara de percatarse de algo que no había notado antes en el hombre. Stan no supo ni le interesaba saber a qué demonios se refería.

-¿No te das cuenta, Stan? Juntos seríamos mucho más poderosos…

Intentó tentarlo de nuevo. Cada vez lucía más desesperado, su imagen se distorsionaba de una manera que parecía muy dolorosa mientras soltaba gritos inteligibles. Stan jamás lo había visto de esta forma. No era algo que hubiera esperado. No después der ver todo el poder que poseía y lo que era capaz de hacer con él. Pero no importaba porque no tenía pensado permitir que nada lo distrajera. Tal como le había prometido a su hermano, se encargaría de derrotar a ese monstruo de una vez por todas y lo liberaría por fin de su tormento. Reuniendo todas sus fuerzas, finalmente terminó con Bill con un último puñetazo cuando el triangulo intentó acercarse a él mientras gritaba su nombre con furia.

 

***~~~**

 

De verdad lo había hecho. Bill no volvería a ser una amenaza ni para él ni para su familia. Todo había terminado de verdad. Su corazón le retumbaba de una manera dolorosa al saber que no volvería ver al triangulo de nuevo. Pero era así como debía ser.

Una vez que quedó solo, intentó relajarse y simplemente dejar que las llamas terminaran de consumir lo que quedara de su mente, sintiéndose de verdad en paz y satisfecho por primera vez en toda su vida. Tomó la fotografía de sus sobrinos y la abrazó con una ligera sonrisa en el rostro.

Finalmente había hecho las cosas bien.

Y ya no volvería a cometer más errores.

 

***~~~***

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Esto es practicamente el final. Solo falta mi acostumbrado epilogo. 

Gracias por leer. =)


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