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Hasta El oscuro puede amar por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marver Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión. Créditos a los autores de las imágenes de portada en turno.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, angustia, muerte de personaje, pactos demoníacos y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

Resumen: Todos sueñan con la eternidad, pero pocos conocen la maldición que conlleva.

Beta Reader:

 

—c

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Hasta El oscuro puede amar

 

 

Capítulo 12.- Daemonium filium

 

 

Velkorc Lafarc, el ángel preferido por Dios, un ejemplo de rectitud para sus hermanos en el cielo. El Altísimo le concedió tres dones: la dominación, la retención y el ingenio, también podía adoptar la forma física que quisiera, por eso algunos le llamaban "el cambia formas".

El ángel era una especie de sabio y sus hermanos lo consultaban y respetaban. Un día Dios le encomendó una tarea: conducir a un grupo de almas por el desierto, era una misión de suma importancia que sólo a él se lo podían confiar.

Adoptó la forma de un caminante, guío a las almas, pero cuando iban por las dunas, una serpiente roja apareció, atacó y Velkorc fue derrotado.

Humillado se presentó ante Dios quién perdonó su fallo, pero eso no hizo sentir mejor al ángel. Enfurecido por creer que su padre lo perdonó de manera injusta, se arrancó las alas en presencia de sus hermanos. Escapó del cielo y desde entonces vagó por la tierra como el primer caído.

 

¿Una serpiente roja?, ¿acaso sería?...

 

Los Vengadores miraron a Levi, quien columpiaba sus piernas desde su posición en el sofá jugando con el celular que Tony le regaló.

—¿Qué? —preguntó ella. Se veía tan inocente como su apariencia. —¿Creen que yo ataqué a ese idiota? —La mayoría de los Vengadores asintió con la cabeza. Leviatán sonrió complacida —Me alagan, pero no fui yo quién se lo agarró a putazos. Fue mi señor.

—Lenguaje —la amonestó Steve. Aquello fue en cierta forma doloroso para Bucky. Su amigo había muerto, pero tal parece que una parte de él se negaba a desaparecer.

 

Stephen se encogió de hombros cuando las miradas se centraron en él. Siendo justos técnicamente no fue responsable de la desgracia de Velkorc, quien lo había engañado no era otro que El Oscuro.

Aunque no podía culparle, Dios y Él siempre tuvieron disputas, incluso antes de “la creación”, eran fuerzas opuestas nacidas en el “Gran Abismo”, niños caprichosos que competían por mostrar quien era el mejor.

 

—Eso ya es pasado —dijo Strange zanjando el tema. —¿Qué tiene que ver tu dramático hermano en todo esto? Según recuerdo él te odia, incluso más que a mí.

Lucifer sonrió, tan cínico como solía ser. No iba a negar que disfrutaba la reacción que su persona ocasionaba en su “pomposo” hermano mayor ‹‹incluso Amenadiel era más agradable››.

—No estoy del todo seguro, pero recibí reportes de sus actividades en el mundo humano, además parece que sostuvo contacto con Belcebú.

—Una trampa —por supuesto que sí. Velkorc Lafarc era todo menos estúpido. Vengativo sí pero no estúpido. Un maestro del disfraz que se había ocultado durante siglos aun del mismo Dios no se dejaría ver a menos que él lo deseara.

Stephen se acercó a Lucifer. Estaban a las puertas de una guerra que bien podría desatar el Apocalipsis, de ser así, no podía seguir poniendo en peligro a la humanidad, sobre todo a Tony.

—La sutileza terminó —dijo Strange con seriedad. —Vamos al infierno, es hora de hacer hablar a ese trio de traidores

 

Levi asintió con la cabeza; emocionada por poder regresar al Averno, aunque solo fuese para darle una lección a esos idiotas. Lucifer tan solo sonrió, ansioso por el placer que el futuro sufrimiento que le causarían a esos imbéciles.

 

—Deberías llevar a las otras reliquias. —las palabras de Wong atrajeron la atención de los Vengadores —. Si esto es una trampa, es mejor que no se enfrenten a esto solos. Ustedes dos no serán suficientes.

—¿De qué hablas? —cuestionó Tony mirando al hechicero humano con molestia, como el sí Wong hubiese osado patear a alguno de sus robots. —Por supuesto que nosotros vamos con Stephen.

 

El resto de los héroes asintió con la cabeza, aunque el miedo reinara en sus corazones por la sola idea de ir a aquel lugar donde habitaban las peores pesadillas de la humanidad.

 

—Por supuesto que no —dijo Strange encarando a Tony. —El infierno no es sitio para ti y no voy a permitir que pongas un pie en ese lugar.

 

Levi asintió dándole la razón a su señor; Stark podría no ser “un alma pura y sin mancha”, tenía sangre en sus manos, pero hacía todo lo posible por proteger a sus seres queridos y ayudar a cualquiera que lo necesitara, ese tipo de seres no merecía estar ni siquiera cerca del Infierno.

 

—No pienso dejarte ir solo, ¡en especial si sabes que es una maldita trampa! —ni él mismo sabía por qué estaba tan desesperado, pero tal vez era por aquella horrible sensación.

 

Tony miró de reojo a Lucifer; tal vez sí lo sabía: temía perder a Stephen en todos los sentidos.

 

¿Y si decidía que prefería vivir con el rey del Infierno?

 

¿Qué tal ese maldito tenía éxito y Stephen o Levi salían heridos?

 

Stark se mordió el labio. Se sentía tan desesperado.

 

 

Lucifer observó aquello, ocultó su desconcierto tras una sonrisa.

 

Era tan extraño que un demonio ‹‹podría decirse que hasta antinatural›› pudiese despertar algo tan confuso como cariño en un ser humano y sin embargo ahí estaba ese hijo de Adán, —un pecador en redención—, a punto de llorar, preocupado por una criatura del abismo y no cualquiera no, lo estaba por el creador de todos los seres viles y retorcidos que tenían el Infierno como su hogar, pues mientras Dios era el padre de todos los ángeles y criaturas celestiales, el Demonio de los Mil nombres lo era del báratro.

 

—Tony… —¿qué podía decirle? Por supuesto que no quería separarse de él, no ahora que sabía que le amaba y era correspondido, pero tampoco podía dejar que lo siguiera al Infierno, un lugar del que ningún alma humana podría escapar.

—Siento decirlo —dijo Lucifer comenzando a sentirse incomodo por el ambiente que se estaba formando alrededor del par, sin mencionar que se sentía un poco… celoso de su amigo —. Mi reino no es un lugar apto para ustedes.

—Y, aun así, un numero incalculable de almas terminan en sus dominios —respondió Wanda. Sabía que no era buena idea hablarle de esa forma al príncipe de las mentiras, pero le molestaba sobremanera que los estuviese menospreciando.

 

El Lucero del Alba, lejos de molestarle, le pareció gracioso y hasta “tierno” que a pesar del miedo que les causaba, esa niña pudiera ser capaz de plantarle cara.

 

—Esa no fue decisión de Lucifer, ni mía —Stephen quería, debía hacerles entender que el Infierno, el reino que alguna vez le perteneció al Demonio de los Mil Nombres; el hogar de los demonios del cual podía salir y entrar a su placer fue modificado por Dios para evitar que sus viejos y nuevos habitantes lo dejaran.

 

Cierto, algunos demonios podían torcer un poco esa regla, tomando posesión de algún cuerpo recién fallecido o siendo invocado, sin embargo, ningún humano sin importar que tan poderoso fuese podría abandonar el Infierno.

 

—Toda alma que entra, no sale jamás —agregó Levi, solemne. Se cruzó de brazos y miró a los presentes con seriedad.

—Pero yo soy un Nefilim, tal vez esa regla no se aplique a mi —Steve encaró a su amigo, negándose a permitir que Stephen luchara solo, no otra vez.

—Querrás decir que eras un Nefilim y la respuesta sigue siendo no —dijo Strange serio. Leliel había desaparecido, ahora solo existía el alma humana de Arthur, atrapada en el cadáver de Steve Rogers. Sin poderes. Sin forma de defenderse.

—Entonces busquemos a nuestros hermanos, ¡a Elizabeth! —la sola mención de la difunta esposa de Stephen hizo encoger el corazón de Tony, ¿era posible que estuviese viva? —Si yo fui traído, ¿Qué nos hace cree que soy el único?

 

Buen punto. ¿Qué garantía tenían que Velkorc Lafarc no estaba tras la resurrección de Orgullo y no lo había hecho con los demás? E independientemente de ser responsable o no, ¿con qué fin lo hacía?, ¿qué ganaba?

Para traer a un demonio o a cualquier otro ente sobrenatural, se necesitaba de un cuerpo cuyas funciones vitales se hubiesen detenido, transcurridas las primeras 6 horas se complicaba la posesión. Si el envase estaba dañado sería imposible usarlo.

 

El cadáver de Steve Rogers debía estar en un alto grado de descomposición cuando fue vuelto a la vida. La sola idea de reconstituir la carne podrida, era descabellada y de cumplir las condiciones necesarias mínimas, se necesitaría de una gran magia, demasiada para un solo mago o hechicero y en el hipotético caso de poder realizarse, no había garantía de éxito, sin mencionar que el coste probable era la vida de los presentes en el ritual.

 

¿Entonces por qué?...

 

—Sé que les preocupa que no podamos regresar —dijo Levi al tiempo que tomaba la mano de Tony —. Tal vez el Infierno fue modificado por Dios para que sus habitantes no puedan abandonarlo, sin embargo, él no lo creó.

—¿Qué se supone que significa? —cuestionó Wanda. La bruja frunció el ceño.

—El Infierno no retendrá al Oscuro, ni a sus creaturas —habló Lucifer. Posó ambas manos en los hombros de Levi, quien sonrió ante el gesto.

—Ninguno que le siga siendo leal, al menos… —agregó la pequeña niña demonio hizo una pausa antes de sonreír, mostrando su dentadura. Acababa de tener una idea. —¡Es verdad!, Amo, ¿por qué no invoca a los tres generales?

 

Stephen asintió con la cabeza. Era buena idea. Los tres Generales eran, después de Leviatán, los más fieles y fuertes soldados de El Demonio de los Mil Nombres, pero también eran sigilosos, perfectos espías.

 

El Hechicero se separó de los presentes; retomó la forma del Oscuro, cerró los ojos. Habló en un idioma extraño, no era latín, ni ninguna otra lengua antigua, si quiera, ¿se le podía considerar lenguaje? Sonidos como de animales mezcladas con onomatopeyas (o al menos con eso lo asimilaban). Tres portales oscuros aparecieron, de ellos emergieron 3 artículos: un látigo, una daga y un bastón.

 

—¡Muéstrense! —gritó, hablando otra vez inglés. Al instante, las armas tomaron forma humana, una mujer y dos hombres respectivamente.

 

El trio se inclinaron delante de Stephen, con la mirada fija al suelo.

 

—A sus órdenes, Amo —dijeron al mismo tiempo.

—Equidna, Egares, Valafor, pónganse de pie —los demonios obedecieron

 

Equdna (el látigo), tenía la mitad del cuerpo de una hermosa mujer, de larga cabellera pelirroja y la parte inferior de una serpiente, Egares (una daga), tenía la apariencia de un joven mozo, su cuerpo delgado, tenía cola, orejas y rasgos felinos, en contraste, Valafor (bastón), era alto, grandes alas de murciélago sobresalían de su espalda, su apariencia era humanoide.

 

—Es un honor estar ante la presencia de nuestro amo y señor —habló Equdna. Los Avengers se dieron cuenta que ella tenía una voz suave, siseante, tal como se imaginaban, hablaría una serpiente.

—Diga sus órdenes y nosotros las cumpliremos —prosiguió Egares inclinando la cabeza para mostrar sumisión.

—Necesito que busquen personas que sean como él —señaló a Steve, quien se puso rígido al sentirse el centro de atención. —Huelan su alma, aprendan cada aspecto de su esencia.

 

Los demonios se acercaron a Steve, olfateándolo, lamiéndolo. Haciendo que se sintiera incómodo, hasta los Vengadores compartían el malestar de Rogers.

 

—Arcilla reconstruida —comentó Valafor mirando a Stephen, tan confundido como sus compañeros —, ¿Es posible para un mortal hacer algo así?

 

No hubo respuesta, ni Lucifer o Strange tenían idea de cómo se había logrado.

 

—Es irrelevante. Hagan lo que les dije —la triada demoniaca asintió con la cabeza, hicieron una reverencia —. Equdna —llamó el Hechicero, habló en aquel extraño idioma; ella asintió antes de desaparecer tras un portal, al igual que sus compañeros.

 

Hubo silencio. Ninguno de los Avengers terminaba de entender lo que estaba pasando. Leviatán se acercó a Tony, tomó una forma adulta para poder abrazarlo.

 

—Dormi —susurró la demonio y al instante, todos los héroes cayeron desmayados a excepción de Wong. Stephen se apresuró a tomar a Stark de los brazos de Levi; lo llevó a su cama para que pudiera descansar.

 

 

Strange acomodó a Tony en el lecho, le acarició la mejilla y besó su frente. No quería dejarlo, pero debía irse; si no terminaba con la amenaza, las vidas de todos los humanos estarían en peligro.

 

—Te amo —le susurró al oído. Se separó de él. Dejó la habitación para reunirse con los demonios y Wong, quienes ya habían acomodado a los Vengadores.

 

Lucifer miró a su amigo. Abrió la boca para decir algo, pero Strange se lo impidió. Debían seguir con el plan, si es que quería regresar.

 

—Es hora —dijo Strange tomando su forma demoniaca y siendo él mismo quien abriera el portal que los llevaba directo al Infierno. Miró a Wong. —Cuídalo por favor.

 

El hechicero asintió con la cabeza. Les deseó suerte y los miró desaparecer. Cerró los ojos, esperando que sus amigos tuvieran éxito y regresaran con bien.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Bueno, espero les gustara el capítulo.

 


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