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Hasta El oscuro puede amar por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marver Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión. Créditos a los autores de las imágenes de portada en turno.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, angustia, muerte de personaje, pactos demoníacos y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

Resumen: Todos sueñan con la eternidad, pero pocos conocen la maldición que conlleva.

Beta Reader:

 

—c

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Hasta El oscuro puede amar

 

 

Capítulo 15.- Henry parte II

 

 

—¡Stephen! —por suerte, Levi había llegado para dar fin a la conversación, pero el alivio le duró poco, pues no venía sola; Equdna se encontraba con ella.

El Oscuro sintió la irá crecer a medida que ambas se acercaban.

 

—¿Qué haces aquí? —Gruñó molesto. Como respuesta, Equdna bajó la cabeza.

—Perdóneme mi señor, le he fallado, yo… —Stephen la tomó por el cuello.

—Tú…

—Detente —le gritó Levi, obligándolo a soltar a su compañera —. Fue ese ángel idiota, pero no estaba solo, él… —hizo una pausa; dio un largo suspiro esperando que todo saliera bien —. Henry estaba con él.

 

Stephen la miró incrédulo, ¿Cómo no hacerlo? Su hijo había muerto mucho tiempo atrás, ¡siglos! Era imposible que un humano común (sin contar a Ancestral), pudiese vivir tanto.

Sus ojos se volvieron profundos pozos oscuros. Frunció el ceño, quien fuera el pobre idiota que se atrevía a usurpar el lugar de su hijo, lo iba a pagar caro.

 

—Repite lo que dijiste —ordenó intimidante ocasionando que Levi desviara la mirada y Equdna se postrara con el rostro contra el suelo; ambas temblando en niveles diferentes, incluso Lucifer sintió miedo. No era común que Stephen dejara salir gran parte de su aura demoníaca.

 

 

Tony admiró la habitación, tan parecida a la sala dónde la reina Isabel solía tener sus reuniones con Elizabeth (con él); aunque también había muebles que reconoció fácilmente, sus favoritos de el hogar que compartió con Stephen y posteriormente con su hijo.

Stark se mordió el labio inferior. Había recorrido libremente; cada habitación y pasillo era una mezcla casi perfecta de los dos lugares que significaron tanto en su vida.

 

Miró con nostalgia el gran estandarte blanco, tenía bordada en hilo dorado, una espada rota, una mano la sostenía, detrás, una cadena con siete eslabones. El escudo de los Caballeros Blancos.

 

Tony tenía memorias de su fundación. La reina y Elizabeth estaban envejeciendo, pero el mal no se detenía, muy por el contrario, parecía ir en aumento; fue por eso que ambas decidieron que necesitaban sangre nueva. Hombres y mujeres valientes que dieron sus vidas por proteger el Reino de fuerzas demoníacas.

 

—¿Puedes creer que aún existen? —Tony se sobresaltó. —Lo siento madre, no quise asustarte.

—Está bien —Tony se sentía incómodo, pero al mismo tiempo le resultaba reconfortante. —¿Quién es su líder ahora? —era su voz quién lo preguntaba, pero no había sido su deseo hacerlo.

 

Henry dejó escapar una pequeña risita.

Le explicó que una descendiente directa suya era quién tenía el mando en la actualidad.

 

 

—Su nombre es Elizabeth —al parecer, Stephen la conocía y ella sabía quién era él, lo que era.

 

Stephen siempre estuvo pendiente de su familia, al menos así fue hasta que Henry le hizo jurar que se mantendría alejado de ellos, pues no deseaba que ellos pasaran lo mismo que él.

 

—Padre rompió su promesa —dijo serio. Cuando el primer hijo de Henry nació, le pidió a Stephen que prometiera mantenerse alejado de su familia.

—Si lo hizo, debió ser por buena razón —Tony sabía que Stephen era un hombre (demonio), de palabra y no rompía sus promesas a menos que fuera por fuerza mayor.

 

Henry no respondió. No quería molestarse con su madre, no ahora que estaba a nada de recuperar a su familia.

 

 

 

Su trabajo en el MI6 no era tan glamoroso como lo hacían parecer las películas, pero no sé quejaba; era mejor que su verdadero oficio.

 

Dio un largo suspiro, estaba demasiado cansada como para continuar con todo el papeleo que tenía pendiente.

Ella era Elizabeth, primer caballero de la orden de los Caballeros Blancos, un grupo secreto que tuvo nacimiento en los últimos años del gobierno de la Reina Virgen.

Cada miembro de familia se había dedicado en cuerpo y alma al servicio de la corona británica, eliminando toda amenaza sobrenatural.

 

—Ya estoy demasiado vieja para esto —se quejó. Tan solo en la mañana había tenido que luchar con unos demonios en un edificio abandonado que fueron invocados por idiotas adolescentes que se creían satanistas e hicieron todo un desastre que, por supuesto los llevó a una muerte prematura y a ella, a una enorme pila de papeleo

 

Tal vez era momento de retirarse; quizás se iría a vivir a una pequeña casa en Sussex, criar abejas y esperar a morir mientras dormía. Tenía más de 70 años, su esposo hace mucho que había fallecido hace 30 años.

Tenían dos hijos, dignos herederos de su linaje. Aun así, no había elegido un sucesor, ni entre sus vástagos, entre los otros miembros de la orden, no porque carecieran de habilidades, al contrario, estaba muy orgullosa de liderear un grupo tan competente como el que tenía; era esa la razón por la que tenía tantas dificultades para decidirse.

 

Cerró los ojos. Su familia había estado a la cabeza de los Caballeros Blancos, así había sido desde su fundación. Había visto más horrores en su vida que cualquier soldado en una guerra, aun así, se sentía honrada de servir a Su Majestad y a Inglaterra.

 

Sus pensamientos se vieron abruptamente interrumpidos por el característico sonido chirriante de los portales de Stephen.

 

—Hola, abuelo —ella sonrió al tener a su ancestro delante, con toda su majestuosidad demoníaca, no estaba solo, venía con Leviatán, un hombre atractivo y una criatura reptiliana.

—¡Lilibet! —exclamó Levi tomando forma de niña —. Has envejecido, ¿qué te pasó? Tan solo la semana pasada tomamos té en los jardines de la mansión familiar.

 

Elizabeth no pudo evitar reír.

 

—Levi, eso fue hace más de 60 años —la niña hizo una mueca, parecía apenada por haber dejado de lado sus fiestas de té con su pequeña amiga.

—Hola, soy Lucifer —se presentó el gobernante del infierno. —Lamento interrumpir tan bonita reunión, pero tenemos algo de prisa.

 

Elizabeth levantó una ceja, haciendo que su maquillaje se cuarteara un poco, acentuando más las arrugas.

 

—Abuelo —llamó a Stephen con voz seria. Estimaba mucho al hombre, pero sus visitas rara vez eran un asunto social —. ¿Qué sucede?

—Necesitamos información de personas que resucitaron siglos después de su muerte.

 

Elizabeth párpado repetidas veces. Le resultaba extraño que su ancestro quisiera esa clase de información, ¿es que acaso quería revivir a su esposa?

 

No sé atrevió a preguntar, conocía lo suficiente a Stephen para saber que, si no había dicho más, era porqué no planeaba hacerlo.

 

—En la biblioteca oculta de la mansión; se encuentran los libros prohibidos del Árabe loco. Algunos de sus manuscritostratan de resucitación y posesión de cuerpos momificados.

—¿Puedes prestármelos? —Ella asintió con la cabeza. Se acercó a su interfono para comunicarse con su secretaria y pedirle que no dejara entrar a nadie a su oficina, que no la molestaran por las siguientes horas.

—Será más rápido si tú nos llevas —Stephen asintió y de inmediato abrió el portal que los condujo a la mansión de su familia.

 

Al llegar, Elizabeth les pidió esperar en la sala, mientras ella iba a buscar los libros.

 

—¿Por qué no vamos con ella? Sería más rápido —dijo Lucifer al ver cómo Levi y Stephen se sentaban.

—La biblioteca está protegida por sellos antiguos que impiden que seres sobrenaturales como nosotros, puedan ingresar —respondió Stephen.

—No importa si son demonios o celestiales —agregó Levi.

 

La casa en sí también tenía fuertes protecciones, que impedían el acceso a criaturas sobrenaturales del nivel de semidioses, pero no era problema para Lucifer, Stephen o los generales que a éste le servían, como Levi y Equdna. Strange y Ancestral se habían preocupado de proteger, no solo los terrenos, también a cada miembro de la familia de Strange.

 

A Lucifer le llamó la atención un enorme cuadro sobre la chimenea; era una mujer de bellos rasgos, usaba una casaca blanca, sostenía entre sus manos una espada con la hoja rota. El emblema de la orden de los Caballeros Blancos.

 

—¿Tu esposa? —comentó el celestial. Stephen asintió con la cabeza. Miró el retrato con melancolía y anhelo. Elizabeth se veía tan hermosa. Ella se veía tan fuerte, no es que en vida no lo fuera; en cierta forma, Tony le recordaba mucho a ella, lo que le provocaba sentimientos por eso.

 

El amor que sentía por Stark le hacía sentir dichoso y culpable por partes iguales, por un lado.

Cuando tuvo a Tony entre sus brazos, cuando besó sus labios, encontró la paz que creyó pérdida, y al separarse de él, se sumergió en una oscuridad más fría y profunda de la que había estado viviendo todos esos siglos.

 

—Cuando el mayordomo me dijo que teníamos visitas, no esperaba a encontrar a mi ancestro en compañía del rey del infierno, un demonio y la compañera de juegos de mi madre —dos hombres acababan de entrar al salón. Uno de ellos debía tener entre 40 a 45 años, mientras el segundo no parecía tener más de 16.

 

Lucifer contempló a la pareja. El mayor tenía el típico porte de un noble inglés; usaba un traje Dotmauil de tres piezas completamente blanco; sus facciones eran muy parecidas a las de Stephen, incluso tenía esos afilados pómulos, aunque, sus ojos eran de un color miel y su cabellera rubia de risos rebeldes. El más joven por otro lado, traía puestos unos jeans, camisa con el estado de Ironman y unos tenis baratos; estaba cubierto por un extraño líquido verde viscoso.

 

—Frederick —dijo Stephen, luego levantó una ceja mirando al más joven con un gesto interrogante.

—Una discusión con unos demonios de bajo nivel que se negaron a regresar a su dimensión pacíficamente, nada serio —comentó el menor restando importancia. —Ya sabes cómo es esto, abuelo S.

 

Frederick hizo un gesto con los ojos que, para nada arruinó su porte elegante de príncipe de cuento de hadas. Como respuesta, el joven le dedicó una deslumbrante sonrisa.

 

—Mucho me temo que Algernon será el fin de la línea Strange —dijo el hombre mayor con cierto tono melodramático.

 

Elizabeth había cambiado el apellido “Hogward” por Strange, pues ella no quería que su hijo tuviera nada más que ver con el hombre que hizo de su vida un complemento infierno. Siendo sincero, Stephen no la culpaba, su padre y hermanos fueron verdaderos bastardos durante toda su vida, haciendo cosas horribles, como difamar a su esposa, diciendo que era una ramera, que Henry no era su hijo y que lo había asesinado al enterarse de la verdad. Por supuesto que todos ellos terminaron en el infierno; los visitaba de vez en cuando para torturar sus pobres maltrechas almas siempre que necesitaba desestresarse un poco.

 

Stephen sonrió con malicia al recordar el rostro de su padre cuando lo visitó por primera vez. Ver la esperanza de ese asqueroso hombre; mutar en una mezcla de miedo y dolor, hizo que casi tuviera un orgasmo.

 

—Entonces… —dijo Algernon, arrastrando las palabras mientras se mecía sobre sus pies, ante la mirada molesta de Frederick —. ¿A qué debemos el honor de tu presencia, “S”?

—Necesito información sobre resucitados.

—Cool —comentó el chico emocionado —. Amo esta familia —lo más emocionante que les había pasado a sus amigos, era aquella vez cuando sobre giran sus tarjetas.

 

Lucifer observó la interacción de la familia que, definitivamente le hacían honor a su apellido. El celestial supo que Frederick, era el hijo mayor de Elizabeth y que, Algernon era su descendiente, ambos pertenecían a la orden de los Caballeros Blancos.

 

Pasaron alrededor de 20 minutos antes de que Elizabeth regresara, cargando un voluminoso libro de pasta negra, se veía viejo, pero bastante bien conservado, Stephen se apresuró a tomar el compendio, comenzó a leerlo de inmediato a velocidad sobre humana.

 

—Gracias —dijo Stephen regresó el libro a su dueña. Abrió un portal y estaba por irse, pero Elizabeth no lo dejó.

—Oh, no, no te irás hasta que nos digas qué diablos esta pasando —ella por lo regular no se metía en los asuntos de Strange, pero, mientras buscaba la información solicitada por él; recibió un informe sobre el ataque de demonios en New York y secuestro de Tony Stark.

El hechicero suspiró cansado. A grandes rasgos le explicó todo, desde lo sucedido con Steve, el ataque de Ramiel y el ser que se atrevía a suplantar a la identidad de su hijo.

Elizabeth asintió con la cabeza, miró a su hijo y nieto quienes asintieron.

 

—Frederick y Algernon te acompañarán —dijo con seriedad, sin que diera espacio para negarse, aún así, Stephen lo hizo.

—No los voy a poner en peligro —ella bufa molesta. Mientras, Lucifer y los demás lo miraban con cierta diversión.

—La sangre de Frederick es capaz de purificar demonios, Algernon crear sellos más poderosos de los que tus preciosos hechiceros pueden hacer —ella puso las manos en las caderas y con un gesto muy parecido al de Stephen (al parecer de Lucifer), amonestó a su “abuelo”, sobre lo idiota que puede llegar a ser.

—Ellos saben lo que hacen, y lo sabes —acotó Lucifer con una sonrisa divertida. Stephen bufó molesto.

Strange sabía que los Caballeros Blancos era tan buenos como los hechiceros, quizás mejores en lo que respecta a los asuntos de tipo demoníaco.

 

—Bien —su humor no hizo más que empeorar al escuchar la alegría de Levi; ella disfrutaba mucho pasar tiempo con Elizabeth y creía que se divertiría mucho con Algernon y éste, parecía compartir el pensamiento.

 

Stephen abrió el portal de nuevo, se despidió de Elizabeth y lo atravesó, seguido de Lucifer y de los demás.

 

Encontrándose sola, Elizabeth dio un largo suspiro; llamó a su mayordomo y le pidió que convocara una reunión de emergencia con los Caballeros Blancos.

 

—Puede que esto será lo más difícil que hayamos enfrentado en toda nuestra historia.

 

Debía informar a la reina sobre la potencial emergencia. Era mejor estar preparados

 

Continuará…

 

 

Bueno, aquí termina el capítulo, espero les guste.


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