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Hasta El oscuro puede amar por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marver Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión. Créditos a los autores de las imágenes de portada en turno.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, angustia, muerte de personaje, pactos demoníacos y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

Resumen: Todos sueñan con la eternidad, pero pocos conocen la maldición que conlleva.

Beta Reader:

 

—c

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Hasta El oscuro puede amar

 

 

Capítulo 16.- Plan parte I

 

 

Stark observó al anciano con un gesto ilegible en el rostro. Los recuerdos de Elizabeth ya se habían ordenado, aunque era aún confuso saber dónde terminaba ella y comenzaba él.

 

Sabía por el propio Hanry que su intención era separar al Demonio de los Mil Nombres de Stephen, encerrándolo en sus contenedores originales, pero ¿cómo pretendía hacerlo? Todos ellos murieron muchos años atrás.

 

Entonces Henry le mostró algo horrible. Siete mesas de madera, cinco de ellas ocupadas por cuerpos semidesnudos, atados de las extremidades. Tony reconocía a uno de ellos; Pietro, el hermano de Wanda, muerto muchos años atrás.

 

—¿Qué significa esto? —preguntó mirando al anciano con una expresión de miedo. Los cinco estaban vivos. Respiraban.

—Se necesitaba de un cuerpo excepcional, pero vacío para contener el alma de los nepfilim que alguna vez resguardaron al Demonio de los Mil Nombres.

 

Henry había robado los cadáveres. Cuerpos dañados, de carne putrefacta que ahora, lucían como en vida, para lograr tal prodigio, se necesitaba de la intervención divina, demoniaca o magia muy oscura que no cualquier mortal podría acceder.

 

Según las memorias de Elizabeth, solo una persona había logrado: El árabe Loco. Abdul Alhazred tuvo relación con una de las reencarnaciones del Caballero Blanco cuyo nombre en ese momento era Al-Rawind Rhazes. Ambos compartían al mismo maestro, quedando muy afectados cuando éste fue masacrado durante una invocación que salió mal.

 

La experiencia provocó que los recuerdos del Caballero Blanco despertaran en Rhazes antes de tiempo; desde entonces, él y Abdul se volcaron en investigaciones de dioses y demonios primigenios. Gracias a sus estudios, Ancestral logró encontrar la forma de romper la maldición, al menos para la mayoría de ellos.

 

—Fuiste tú quien revivió a Steve —no era una pregunta. Tony estaba seguro. El anciano le miró y le dio una sonrisa desdentada.

—Si. No esperaba que tú lo encontrarás antes de que pudiera sacarlo, Madre —dijo con seriedad.

 

Tony frunció el ceño. ¿Cómo había logrado llegar a la tumba de Rogers? Siendo el Capitán América un ícono, el salvador del universo; el lugar de su eterno descanso estaba vigilado por el mundo entero, temeroso de que alguien se atreviera a profanar el nicho.

 

—Debíamos aprovechar esa oportunidad para que padre supiera de nosotros —Henry parecía estar sumergido en una especie de monologo, hablando de lo fácil que fue para su amigo, había robado el cofre y la empuñadura de la espada en las narices del mismo Lucifer; como decidieron poner eso en el cobre, además de su juguete de la infancia, pero pasó el tiempo y Stephen no pareció comprender.

—Entonces el espécimen comenzó a degradarse… tuve que enviar a algunas criaturas para fortalecer el hechizo y traerlo de vuelta.

—Pero no contabas con los Vengadores —el anciano sonrió, no dijo nada, pero Tony intuyo que nada había de lo sucedido fue casualidad. —¿Qué es lo que quieres en realidad?

 

El anciano sonrió. Acarició el rostro de Tony provocándole escalofríos.

 

—Quiero lo que nos fue arrebatado.

 

 

 

 

Las manos de Strange temblaban, pequeñas descargas eléctricas las recorrían. Cerró los ojos y dio un largo suspiro. Su poder demoniaco se estaba descontrolando; la ausencia de Tony hacia meya en él.

 

¿Podrían culparlo?

 

Tony se había metido en lo más profundo de su piel; tatuado en su misma alma.

 

Había sobrevivido a la muerte de Elizabeth, pero dudaba que pudiera mantenerse en calma si algo le pasaba a Tony.

 

¿Por qué? ¿no se suponía que él no podría amar a nadie más que a su esposa? Había vivido cientos de años, conocido a infinidad de personas y ninguna había logrado mover su corazón, ¿qué tenía Tony que lo hacía tan especial?

 

—¿S?, ¿te encuentras bien? —Algernon posó una mano en el hombro de Strange, sacándolo de sus pensamientos. Sus escleróticas se habían puesto negras, mientras sus iris y pupila eran rojas. Al verlo, el chico se tensó.

—Niño, será mejor que te alejes de él; despacio —dijo Lucifer al tiempo que Frederick y Levi se ponían en guardia.

 

Stephen hizo una señal con la mano, alejando al menor con cuidado.

—Estoy bien, estoy bien —cerró los ojos, al abrirlos, habían regresado a la normalidad. Lucifer se acercó a su amigo, lo tomó por el rostro.

 

El rey del infierno comenzó a preocuparse. Sabía que, si Stephen se descontrolaba, no solo la tierra se vería afectada, también el universo y muchos otros más.

 

—Creo que ahora entiendo la razón por la que Ramiel vino a la tierra —dijo Lucifer.

 

Stephen asintió con la cabeza. Él también llegó a la misma conclusión que su amigo.

 

—Disculpen, podrían compartir sus pensamientos con el resto de nosotros, los pobres mortales —se quejó Algernon.

—Si no encontramos al pequeñín, Stephen va a perder el control y destruirá todo lo que se le ponga en frente, iniciando una nueva guerra celestial.

—Cool, ¿Puedes comenzar con mi escuela? —todos miraron al joven con el ceño fruncido, preguntándose seriamente si a alguien se le cayó de cabeza cuando era bebé.

—Bueno, ahora sabemos la razón por la que Ramiel nos atacó —comentó Levi, cruzándose de brazos.

 

Strange miró a Lucifer; el rey del infierno asintió con la cabeza, comprendiendo que debía invocar a su hermana. Ramiel no tardó en aparecer.

 

—Ayúdame a encontrar a Anthony Stark y te prometo que escucharé lo que sea que tengas que decir en el nombre de tu padre.

 

Los Strange miraron a Stephen con duda. Estaban confundidos por la decisión, ¿no se suponía que no quería la ayuda de nadie?, ¿O era solo la de los mortales?

 

La razón que Stephen tenía para llamar a Ramiel era que la celestial, tenía grandes habilidades de rastreo, era la única que había estado cerca de atrapar a Velkorc Lararc en su momento.

 

—Bien —dijo la celestial cruzando los brazos. —Con una condición; en cuanto rescates al humano y paremos todo esto. Dejaras el mundo mortal y no volverás a salir del infierno.

 

Stephen frunció el ceño. ¿Ese ser insignificante se atrevía a ordenarle dejar a Tony?, ¿a él, el Señor Oscuro?, ¿el de los Mil Nombres?

 

—¿Quién te crees, mocosa? —cuestionó Leviatán con molestia. Quiso atacar a Ramiel, pero Stephen la detuvo.

—Eres tan arrogante como tu padre —dijo Strange con veneno —. Crees que tienes la ventaja, pero te equivocas —Ramiel se tensó cuando aquel que era el igual de su padre, se acercó a centímetros de su rostro. —“Dios” se cree omnisciente y todo sobre poderoso, pero no es más que un estúpido arrogante que ha ido en contra de los designios de su creador, el Gran Abismo.

 

Ramiel sintió un escalofrió recorrerle la columna; era la primera vez que sentía miedo del Demonio de los Mil Nombres; miró de reojo a Lucifer, quien parecía contrariado, por el contrario, los Strange parecían muy tranquilos con la información.

 

El Gran Abismo, el creador de Dios y el Demonio de los Mil Nombres y muchas otras deidades más que eran desconocidas para los mortales; el Árabe Loco se acercó un poco a la verdad, pero solo los Strange pudieron ir más allá.

 

—Suficiente —Frederick intervino. No era momento para perderlo traumatizando a una celestial con la verdad sobre Dios y sus transgresiones a su creador. —Debemos encontrar al Sr Stark lo antes posible. No sabemos en qué peligro pueda estar.

 

Strange asintió con la cabeza; se paró de Ramiel, quien aún temblaba de miedo.

 

—Búscalo. Ahora —ella asintió frenéticamente. Extendió sus alas y desapareció en una ráfaga de viento.

—Espero que me digas la verdad después de esto —dijo Lucifer, que temblaba ligeramente, no tanto por miedo, como era el caso de su hermana, pero sí por la ira en contra de su padre.

 

Stephen asintió, aunque no muy contento de tener que hablar del tema. Cerró los ojos. Esperaba que Tony estuviera bien.

 

Continuara…

 

 

 

 

 

Espero les gustara el capítulo, ya estamos a nada del final.


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