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Hasta El oscuro puede amar por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marver Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión. Créditos a los autores de las imágenes de portada en turno.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, angustia, muerte de personaje, pactos demoníacos y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

Resumen: Todos sueñan con la eternidad, pero pocos conocen la maldición que conlleva.

Beta Reader: Samantha_Myarrow

 

—d

 

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Hasta El oscuro puede amar

 

 

Capítulo 4.- Ojos dorados

 

 

[…En los amaneceres del tiempo, cuando Lucifer fue condenado a los abismos del infierno; libró una batalla contra el rey de los demonios… y ganó. El perdedor escapó al mundo del hombre; junto con lo que le quedaba de su ejército quienes comenzaron a devastar la tierra.

Los únicos que le hicieron frente, fueron aquellos mestizos por cuyas venas corría la sangre de ángel y humano: elohim, pero poco podían hacer contra aquellos seres infernales. Finalmente, Dios se compadeció de su creación y envió a Gabriel junto a su ejército para acabar con la amenaza.

El Oscuro, como era conocido, peleó feroz contra Gabriel que, ayudado de mortales capaces de tomar diferentes formas, lograron derrotarlo. Sin embargo, al ser un ente oscuro, no podía morir. Fue entonces que Dios ordenó a Gabriel dividir al demonio en siete partes: Envidia, Orgullo, Odio, Vanidad, Avaricia, Ira y, aquel que contendría a todos ellos, Corazón.

Para evitar que el demonio volviera a asolar la tierra, Gabriel encerró las partes en siete de ocho guerreros, los únicos elohim que lograron sobrevivir a la batalla.

El tiempo transcurrió y aquellos siete valientes que una vez mantuvieron encerrado al demonio, murieron. Pero su labor no concluyó, sus existencias estaban para siempre ligadas al ser demoníaco.

Los siete siempre nacerían con edades similares y en el mismo poblado o región.

Siempre unidos por una cadena sangrienta, pero todo cambió gracias a la ayuda de una joven maestra de las artes místicas…]

 

Steve suspiró nostálgico. Para él, no era ajeno el tener recuerdos de diferentes vidas mezclándose con la actual, con cada despertar al que Los Monjes de la Sangre los inducían en su intento por traer de vuelta a su Señor, pero ahora…

 

—Es como ver una de esas… ¿películas? —sonrió—, sí, como ver la vida de Steve Rogers en tercera persona.

¿Por qué estaba ahí? Lo último que recordaba era cerrar los ojos mientras daba su último suspiro; sosteniendo la mano de su nieto. ¿Qué hacía ahí?, ¿era el único que… reencarnó?, ¿por qué él y no los demás…?, ¿por qué no Yaialel?

 

—Ey, Cap —Steve se sobresaltó. Tan perdido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia de Tony hasta que éste habló—. Lo siento, no quise asustarte.

—Está bien, ¿necesitas algo… Tony...? —preguntó sin poder evitar que su voz no tuviera ese tono de arrepentimiento, de culpa por la traición <<porqué a sus ojos no podía llamarse de otra manera>>. Él no era Steve, era Leliei/Orgullo, su último nombre como humano fue Arthur, vivió y murió en Inglaterra, en la era de Isabel la Reina Virgen. De oficio comerciante, era un hombre solitario que reencontró a su ser amado (Ramuel/Odio), luego del último intento de Los Monjes de la Sangre.

—¿Steve?

—Lo siento, ¿decías? —Tony le miró preocupado; supuso que lo que le pasaba tenía que ver con su regreso a la vida.

—¿Y Strange? —preguntó haciéndose el desentendido.

—Stephen dijo que tenía asuntos que atender en… ¿Kamar-Taj?

—Oh… —no sabía qué más decir. Estar con el Capitán luego de lo que sucedió entre ellos, resultaba bastante… incómodo.

—Tony… yo… —guardó silencio, ¿qué podía decir? ¿Lo siento, no soy Steve Rogers, la persona que te hirió? Seguramente le tomaría como un loco.

—Escucha, Cap; lo que pasó entre nosotros quedó en el pasado —lo interrumpió Stark—. ¿Qué te parece si iniciamos de nuevo?

 

Steve sonrió, asintiendo con la cabeza; Stephen tenía razón, Tony era una persona increíble y de un gran corazón, uno que no había visto en mucho tiempo, de cierta manera, le recordaba a su querido nieto George, un alma tan inocente que era lo más cercano a un ángel en la tierra.

 

 

 

 

 

Stephen salió de la cama, algo complicado pues tenía sobre él cuatro piernas, una cabeza y un brazo aprisionándole; había ido a ver a Lucifer en busca de nueva información sobre Leliel y la inusual sobreactividad infernal en el mundo humano, pero de una u otra forma terminó en una orgía con el Lucero del Alba y un grupo de íncubos y súcubos. Hizo un movimiento con la mano y su cuerpo desnudo fue cubierto por las ropas del Hechicero Supremo.

 

—¿Ya te vas? —preguntó Lucifer, quien estaba sentado en un sofá de cuero negro con un joven de cuerpo delgado que, en ese momento, le practicaba una felación.

—Tengo asuntos que arreglar —respondió en tono neutro. Lucifer le hizo una seña al demonio entre sus piernas para que dejara su miembro y se uniera a sus compañeros en la cama.

 

El portador de la luz se levantó del cómodo sofá; se acercó a Stephen, quedando frente a frente.

 

—Deberías dejar a los humanos —dijo Lucifer a centímetros del rostro de Strange. Sus alientos chocando. Sus bocas casi rozándose—. Has sufrido milenios; perdiste a tus seres queridos infinidad de veces, ¿para qué? Por unos patéticos seres que ni siquiera te toman en cuenta.

—Silencio…

—Incluso tus hermanos te abandonaron al final —Stephen frunció el ceño, sus ojos se volvieron rojos. Lucifer estaba caminando por hielo muy delgado y eso le encantaba.

—Cállate…

—Hasta Yaialel se alejó de ti, huyó de ti, con tal de pasar el resto de su vida mortal con un humano, que estar contigo…

—¡Dije que te callaras! —gritó tomando a Lucifer por el cuello y empotrándolo contra la pared.

 

Ambos se observaron, amenazantes, parecía como si en cualquier momento se enfrascarían en una pelea. Entonces, sus bocas se unieron en un beso salvaje, hambriento, lleno de dominio, de ferocidad.

Los miembros rozándose entre sí, tela contra piel en un acto lascivo. Como pudo, Strange se bajó el pantalón, penetrando a Lucifer sin consideración <<mientras más violencia hubiese en el acto, más excitante era para ambos>>, tal era la pasión que sus alas salieron, extendiéndose en todo su esplendor.

 

Las alas de Lucifer, eran tan negras como el ónix, las plumas más largas eran de un pulcro blanco, el último vestigio de su origen celestial.

 

 

 

 

Daredevil patrullaba los muelles. Había rumores de un posible cargamento humano, debía ser un trato muy valioso para los traficantes si planeaban hacer el trato en una zona que la mayoría de los criminales sabían que estaba bajo su protección.

No demoró mucho en toparse con un suceso sospechoso. En primera instancia, parecía ser un posible robo.

Una hermosa y voluptuosa mujer, llevaba un bolso deportivo negro; frente a ella se encontraban tres hombres. Daredevil aguardó, agudizando sus sentidos.

 

 

—¿Estás seguro que son vírgenes? —cuestionó la bella mujer.

—Por supuesto, son monjas y niñas de sus orfanatos —respondió uno de los hombres, mientras que la dama sonrió burlona.

—Te sorprendería la cantidad de pecados que ocultan las paredes de los conventos y monasterios de los autonombrados “hombres y mujeres de Dios” —al nombrar al Todosobrepoderoso; la mujer, lo hizo con asco, como si desdeñara lo divino.

 

Los hombres se miraron entre sí, incómodos. Uno de ellos se acercó a uno de los contenedores, al abrirlo descubrió a un grupo de mujeres, cuatro adultas vestidas de religiosas, tres adolescentes y una niña pequeña, ésta última llamó la atención de la traficante.

 

—¿Cuántos años tiene la mocosa?

—Seis —ella sonrió; sus ojos se iluminaron.

—Consígueme cinco más de esa edad y te daré el triple de este cargamento —dijo al tiempo que le daba el bolso a uno de ellos.

 

Daredevil tomo eso como su señal para atacar. Se lanzó contra los traficantes, pero la mujer (quién parecía saber de su presencia desde el comienzo), lo interceptó, sintiéndolo con relativa facilidad.

 

—Mmm, que deliciosa alma tengo frente a mí —susurró al oído de Matt y después le lamió la mejilla, deleitándose—. Pobre iluso que cree que salir a las calles a combatir el crimen te asegurará un lugar entre los “ángeles”, pero adivina qué, pequeño ratoncito… a tu querido creador, poco le importas…

 

Daredevil logró separarse de ella propinándole un golpe en el estómago con la rodilla. La mujer se alejó de él, riendo; la pelea parecía divertirla.

 

—Oh, pequeño ratoncito, serás un estupendo regalo para mi señor…

 

Los ojos de la mujer se volvieron dorados, largos colmillos sobresalieron de su boca y sus manos se volvieron garras. Al ver tal transformación, los maleantes huyeron aterrorizados.

 

Matt estaba por enfrentarse a algo que quizás, no podría derrotar.

 

 

Continuará…

 

 

Espero les gustara y nos leemos en la siguiente


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