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Welcome to Lefter por MilkyJeanFoxserbug

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En cuanto notó la presencia de Marco, se dio cuenta de que algo había salido mal.    Con todo el pesar de su cuerpo, se levantó de la silla que en ese entonces estaba ocupando y dejó su botella de sake al lado de uno de sus compañeros, ahora no podría disfrutar ni su propia fiesta de victoria.    —¿Cuál es el problema? — Preguntó Zoro mientras se acomodaba sus espadas en la cintura.    —Smoker quiere verte de inmediato en la sala de reuniones— Informó el rubio dedicándole una mirada de lastima al peliverde, era bien sabido que Smoker no toleraba mucho a aquel soldado y si los rumores eran ciertos, aquella reunión no era precisamente para felicitar sus logros en la misión.    Sin protestar en lo absoluto se dirigió a la sala de reuniones, seguido muy de cerca por Marco. Los pasillos de la base se encontraban totalmente silenciosos y la tensión de los dos soldados solo pudo aumentar. El lugar al que se dirigían se encontraba en la parte más alta de toda la base, por lo que debían tomar un ascensor para salir del subterráneo donde se ubicaban los cuartos del personal. A esa hora del día el demás personal debía estar comiendo tranquilamente su cena, por lo que era más que obvio el no encontrar a nadie obstruyendo los pasillos.    Fue cuestión de unos pocos minutos para que llegaran al lugar. Las puertas de la sala se encontraban abiertas de par en par, revelando antes sus ojos una mesa rectangular alargada con un enorme ventanal de fondo, el cual daba una vista perfecta de la inmensa ciudad Bornhowl, las  luces que iluminaban la ciudad terminaban por dar un espectáculo increíble esa noche.    Pese a lo bonita que lucía la ciudad, el hombre sentado en aquella mesa se robaba todo el show. Aquella feroz mirada perteneciente a un cuerpo rudo y musculoso cubierto de pequeñas cicatrices que revelaban su experiencia en batalla y por supuesto, el uniforme perfectamente arreglado con tres estrellas en el pecho que demostraban el rango de ese hombre.  —Toma asiento, Roronoa— Aquella orden fue dicha con tal calma que Zoro empezó a preocuparse, nunca se imaginó que ese tono de voz pudiera salir de ese hombre. Sin esperar un  segundo más, acató la orden de inmediato, tomando un asiento al frente del gran hombre de cabellos blancos.    —Disculpa la tardanza, Smoker-ya— Tuvo que girarse a penas unos centímetros para mirar a la persona que había entrado en la sala, Trafalgar Law tan sombrío como de costumbre caminó a paso tranquilo seguido del pelirrojo ingeniero, Eustass. Una vez que todos ocuparon un lugar, elsilencioso Marco cerró las puertas de esa sala y se mantuvo firme en la entrada.    Un intranquilo silencio inundó la sala, hasta que el comandante presionó un botón ubicado debajo de la mesa, causando que el gran ventanal fuera cubierto por una gruesa capa de láminas metálicas.    —¿Qué pudiste averiguar del espécimen, Trafalgar? — Empezó la charla el imponente hombre.    —Eso es complicado, Smoker-ya…— El moreno hizo una pausa antes colocar una bolsa aparentemente plástica con un artilugio dentro de esta — Cuando hice una revisión rápida encontré esto alojado en su abdomen, es diferente a los cadáveres que he revisado, ninguno tenía  algo así — Señaló el objeto, permitiendo que el comandante lo sostuviera.    —Es una especie de rastreador, me ha costado bastante el desconectarlo y la señal que lo recibe fue imposible de rastrear. Resulta incluso demasiado avanzado para tratarse de artilugios de Lefter — Interrumpió el pelirrojo dando su informe.    —Hay algo más. Al comparar las heridas de Roronoa-ya y observar detenidamente al sujeto, creo que se trata de uno de los juguetes especiales de los Vinsmoke— Soltó de golpe el médico, volviendo el ambiente pesado y abrumador. —Si tomamos en cuenta que del único escuadrón  enviado tras Vinsmoke Judge, solo un soldado regresó y siguiendo su testimonio, él mencionó una particularidad para distinguir a sus soldados más peligrosos, la ceja rizada como sello genético — Se apresuró a explicar el medico al ver el rostro consternado de los presentes.    Zoro había escuchado de esa historia, solo una vez se habían aventurado a enviar un equipo con los mejores soldados. Se rumoreaba que las comunicaciones con ese escuadrón se perdieron en cuanto llegaron a la zona árida. Decían que el único sobreviviente se había vuelto loco al  presenciar la masacre de todos sus compañeros. De hecho, nadie había vuelto a saber de esa persona después de que le dieron de alta en el hospital del cuartel. Ya nadie sabía nada de Portgas Ace, ni siquiera su propio hermano.    —Roronoa, tú junto a Marco van a tener que encontrar al prisionero. No me importa si tienen que levantar hasta la más mínima mota de polvo, no dejen ningún lugar sin revisar — La orden le tomó por sorpresa, ¿tanto se perdió en sus pensamientos como para ignorar el resto de la  conversación?    Bastó con ver el duro rostro de Smoker y la manera en que exhalaba aquella exagerada cantidad de humo de sus puros para darse cuenta de que quería ese trabajo listo. Zoro se levantó de la silla, acomodando sus espadas antes de marcharse de esa sala, acompañado de Marco.  .  .  .  —¿No tienes hambre? — Sanji tardó unos cuantos segundos para entender esa frase, el chico que había conocido tenía un apetito monstruoso y no le importaba hablar con la boca llena de comida.    El rubio removió con nerviosismo la cuchara en esa masa gelatinosa que querían hacer pasar por comida. No tenía derecho a reclamar por la asquerosidad con la que pretendían alimentar a los soldados de esa base, pero, no podía evitar el pensar las mil y un cosas más nutritivas y deliciosas que el mismo podía hacer. —No mucha— Mintió aun dudoso de comer esa plasta, la verdad era que su estomago no paraba de emitir sonidos, sinceramente no tenía ni la menor idea de la última vez que probó bocado alguno.    Se rindió por fin y llevó una cuchara de eso a su boca, sintiendo al instante unas terribles ganas de vomitar. Tuvo que obligarse así mismo a tragarse eso, tampoco le parecía muy digno dejar la comida ahí tirada.   —Luffy, ¿sabes dónde está la cabina de archivos? — Preguntó tranquilamente Sanji, si pensaba  con tranquilidad podría armar un plan para ponerse al día.    —¡Por supuesto! Podemos ir enseguida— Se apresuró a decir el azabache mientras engullía de un  bocado su porción y aprovechaba para robarse la comida del rubio.    De alguna manera la actitud del chico se le estaba pegando a Sanji e incluso se permitía pensar en la esperanza de que podría escapar de ahí. Aunque muchos voltearon a verlos por el escándalo que hacían al pasar entre las mesas, pudieron pasar sin ningún contra tiempo hasta la salida de la cafetería.    Fue en ese momento que se encontró con aquella amenazante mirada que le fue imposible avanzar más. Quedó congelado ante la presencia de ese sujeto de cabellos verdes y un torrente de imágenes acompañadas de dolorosas sensaciones llegaron a su mente, sin darse cuenta, llevó una  mano a su abdomen como si de repente una herida ardiera ahí. Conocía a ese hombre, estaba totalmente seguro de ello.    —Zoro, tenemos que seguir buscando— La voz de otro hombre sacó a ambos de su ensoñación, se dedicaron una mirada fría antes de que ambos se alejaran, uno tras Luffy y otro en compañía de Marco.    Una vez Sanji fue capaz de salir del shock inicial, no dudó en seguir al pelinegro, el cual se había adelantado un poco y como siempre, hacía escándalo entre los pasillos. Trató de hacer una ruta mental para escapar en caso de que lo peor sucediera. No era difícil trazar un mapa mental, el que los demás soldados estuvieran ocupados le permitía guardar los pequeños detalles que poseía cada pasillo de esa laberíntica base.    —Es aquí — Mencionó su acompañante a la vez que se paraba frente una puerta sencilla, con la única dificultad de que esta se abría con un sistema de tarjeta. Sujetó la tarjeta que tenía en el cinturón de ese traje robado y la deslizó en el aparato, alegrándose al ver como una luz verde se encendía y la puerta se abría.  Dentro de esa sencilla sala podía apreciarse una enorme y delgada pantalla de cristal con una luz  azul parpadeando y justo debajo de la misma se ubicaba un teclado electrónico. Además de una  silla y lo anteriormente mencionado, nada más decoraba ese lugar.    Sin perder el tiempo, se sentó en aquella cómoda silla, la pantalla emitió un holograma muy parecido a un fondo de pantalla de un gatito trepando un árbol. Arriba de la imagen, una muy clara barra con una lupa hacía la función de buscador. Tecleó algunas palabras claves para  aminorar la búsqueda, estando entre ellas el apellido de su familia y la ciudad. Al instante, cientos de resultados aparecieron ante sus ojos, todos acomodados por la fecha de creación.    Observó casi atónito el último archivo, esa fecha que indicaba era cuatro años más de lo que recordaba. Asustado de lo que su búsqueda le revelaría, agregó a la búsqueda el año en el que creía que aun estaban.    A penas unos pocos archivos aparecieron como resultado y eligió aquel de nombre más llamativo  “Lefter está destruida”.   Solo escribo este informe por recomendación del psicólogo de la base, según él es una forma de liberar la tensión del reciente incidente y por supuesto, tengo que subirlo a mi archivo personal.    Hoy pasó lo impensable, pese a que últimamente en Lefter se estuvo experimentando con bombas y armas químicas, todos confiaban en que la siempre pulcra ciudad mantuviera a sus ciudadanos a salvo. El infierno se desató, fui testigo del estallido desde el balcón de mi habitación. Es curioso pensar que apenas unos días atrás estuve en la ciudad en una misión, es sorprendente el hecho de haberme salvado por poco.    Sin duda es algo controversial, Lefter cayó junto a todos sus secretos. Me pregunto que ciudad será la que ocupará su puesto.    Escuché del escuadrón de reconocimiento que todo fue causado por un accidente en la detonación  de una bomba. Tampoco podemos acercarnos a la ciudad, uno de los escuadrones volvió con quemaduras severas porque sus trajes anti-radiación sufrieron un percance a unos cuantos kilómetros de la ciudad. Nadie cree que haya sobrevivientes, pero Marco Phoenix me contó que por las transmisiones de los satélites pueden recibir imágenes de la ciudad, es extraño que solo los laboratorios quedaran intactos, no me da un buen presentimiento.    — Cabo Ace    El informe que acaba de leer estaba acompañado de diversas imágenes, entre ellas una ciudad con un inmenso cráter, con apenas unos cuantos edificios sin derrumbarse. La otra foto representaba los intactos laboratorios de su familia, estos cubiertos por una espesa bruma verde.    Se recargó en la silla, soltando el aire que ni siquiera notó que contenía. No sabía como sentirse, su familia no estaba llena de precisamente buena gente, pero era el único lugar al que pretendía regresar. De alguna manera se había perdido cuatro años de su vida en quien sabe donde y no  entendía nada de lo que sucedía actualmente.    Pese a lo masoquista que resultaba, siguió buscando información en el servidor, necesitaba respuestas y cuanto más leía, más desconcertado se encontraba. El siguiente informe llamó demasiado su atención al reconocer de quienes se hablaba.    Quizá esto ya sea un tema común, nuevamente fuimos atacados por ellos. A veces solo se llevan  comida o secuestran a un par de soldados, sin embargo, esto es diferente. Atacaron la base a la  que fui llamado. He peleado con suficientes de esas cosas como para darme cuenta de que estos  eran totalmente distintos a los demás. No solo atacaban como un grupo unido, también portaban  colores específicos y no les costo ningún trabajo acabar con los otros soldados.    Al final solo me distrajeron, lo que yo creí que había sido una pelea extraordinaria en realidad era  una farsa. Me entretuvieron y los otros robaron materiales de la base. No puedo olvidar esos colores extraños que portaban no solo en su ropa, sus cabelleras poseían la misma tonalidad. Rosa, rojo, azul y verde.    Cada uno con un color. ¿Qué piensa Judge al crear estas cosas?    — Teniente Donquixote   Sanji había vivido el suficiente tiempo con esas personas como para reconocer cuando se hablaba  de ellos. Estaba seguro de que se trataba de sus hermanos, lo que significaba que, para las personas de ese lugar, él era el enemigo al que debían capturar. En ese momento maldijo el ser parte de esa familia y tener rasgos similares.    Iba a continuar leyendo los informes que encontraba, hasta que la pantalla fue congelada con la transmisión de una imagen junto un mensaje. Abrió los ojos con sorpresa a la vez que la palabra “Fugitivo” y una foto suya eran las ocupantes de la pantalla. Era capaz de escuchar una alarma pitando a lo lejos. Perfecto momento para escapar.    Se levantó de la silla y se giró para salir de aquel lugar. Fue recibido en la entrada con un cañón laser apuntando directamente a su rostro. Se había olvidado completamente de Luffy, grave error.    —¿Me mentiste? — El chico realmente sonaba dolido, como si tratase de la traición de un amigo de toda la vida.    —No es lo que tú crees, Luffy— Trató de mantener la calma, hablando con serenidad a la vez que levantaba lentamente sus manos en señal de rendición.    Una de las manos del pelinegro se aventuró a tocar el rostro del rubio, arrancando de sus cejas uno de los parches, revelando así su verdadera naturaleza —Trata de explicar eso.—  .  .  .    Zoro se detuvo en medio de la cafetería, volteando hacia atrás para comprobar que ese rubio ya se  había marchado. Le reconocía, de eso estaba seguro, era él, el prisionero al que buscaban, aquellos ojos se lo dijeron y recién lo asimilaba, así como la primera vez que le vio, esos ojos fueron la clave para darse cuenta.    —Comandante Smoker, he encontrado al prisionero— Habló a través del comunicador de su muñeca.    Sin siquiera esperar que su compañero se diera cuenta de lo sucedido, se adelantó en la persecución de aquel rubio, tratando de averiguar que ruta había tomado. Totalmente imprudente el haber dejado a Marco atrás, la adrenalina del momento no le hizo considerar al soldado la tendencia de esos complicados pasillos para cambiar de lugar y dentro de pocos minutos perdió el rumbo.    Desesperado por esa mala jugada, se recargó contra la pared hasta que la alarma de emergencias emitió aquel sonoro y molesto ruido. Todas las pantallas de la base ocuparon la misma imagen mientras la chillona voz anunciaba al peligroso fugitivo que estaba prófugo dentro de la base.  El aviso le sorprendió. Tenía entendido que no querían levantar sospechas sobre la captura de esa  persona y que de repente decidieran alarmar a toda la base le parecía extraño para tratarse de  ordenes de Smoker.   Aún atrapado entre esos pensamientos, siguió cruzando varios pasillos, hasta que se topó con una  escena extraña. Aquel chico que era su compañero de habitación sostenía su mano, como si se hubiera hecho daño y a su alrededor, marcas negras cubrían las paredes, seguramente causadas por un cañón laser.    —Luffy, ¿qué sucedió? — Preguntó Zoro, acercándose al pelinegro para ver más de cerca la herida de su compañero.    —Uhm, tuve una pelea— Le restaba importancia a ese hecho, sin dejar de ver al frente — Es más duro que el resto, por eso quiero patearle el trasero — Esbozó una sonrisa dirigida al de cabellos verdes.    Conocía lo terco que podía llegar a ser ese chiquillo, así como él, tenía una forma diferente de pelear, ignorando la mayor parte del tiempo las armas que se esforzaban en crear para ellos. Las manos de Luffy se encontraban sangrando, pese a lo doloroso que pareciese, el chico no se quejaba en lo absoluto. No se debía ser un genio para saber con quien había estado peleando Luffy, además de los signos de la reciente batalla, unas pequeñas gotas de sangre marcaban un camino a seguir.    Ambos caminaron en silencio, totalmente determinados, siguiendo aquel reguero de sangre. Tampoco hubo necesidad de apresurarse tanto, siguiendo esa ruta, eran capaces de escuchar el sonido de golpes y forcejeo.    Eran muy pocas las veces en que las personas eran dignas de presenciar al comandante Smoker en una pelea, dado que el hombre solía ser más diplomático desde que se retiró, pero esa batalla en especial estaba causando que la admiración hacia el hombre albino aumentara considerablemente.    El pasillo que siguieron daba convenientemente a una amplia sala con unos pocos sillones que en ese momento se encontraban destruidos. Sin darse cuenta, todas las posibles salidas fueron bloqueadas por soldados curiosos y entrometidos que se empujaban para enterarse de lo que pasaba.    Zoro ignoró a la multitud que iba creciendo, concentrándose únicamente en la pelea que sus ojos  presenciaban. Ver la mortal agilidad y rapidez con la que el rubio se movía era sorprendente, cuando esquivaba algunos golpes de Smoker a penas y podía notar una mancha veloz que se alejaba de su contrincante. Por supuesto, el comandante no se quedaba atrás, equipando unsencillo traje, era capaz de bloquear ataques con su fiel Jitte. Se trataba de un enfrentamiento de pura fuerza y habilidad, dado que ninguno optaba por un arma laser y aquel peligroso rubio no adquiría eras potentes garras como en su batalla con Zoro.    Era de esperarse que ese encuentro fuera del todo limpio, Smoker solo estaba ganando tiempo a la espera del grupo especial y el otro hombre no tenía muchas posibilidades, el cansancio era notorio en él, volviendo más erráticos sus golpes, eso sin contar la herida que tenía dificultades para sanarse, siendo esta el objetivo del comandante, asestando golpes con su Jitte para desorientarlo.   Un raro sentimiento invadió a Zoro, él era mucho de dejarse llevar por cuestiones de honor y  orgullo, logrando sentirse incomodo ante el espectáculo que estaba presenciando.    El equipo especial no tardó en llegar y no solo una bala con tranquilizante fue dispara directas hacia el rubio, sino que fueron tres las que impactaron directamente en distintas partes de su cuerpo. Esa cantidad sería más que suficiente como para poner a dormir a uno de esos extintos elefantes de los cuentos infantiles.    —Llévenlo a una celda y asegúrense de que siga drogado para cuando despierte, no quiero otro incidente— Ordenó con firmeza Smoker, dirigiéndose a unos incautos soldados. Cuando el comandante se hubo marchado del lugar, la multitud empezó a dispersarse, siendo el único tema de conversación lo recientemente presenciado. Sin nada más que hacer en ese lugar, partió junto con Luffy a las habitaciones.    .  .  .    Ese lugar estaba muerto. Toda forma de vida había desaparecido de las tierras áridas, el clima era un constante revoltijo, desde las tormentas de arenas hasta los mortales rayos eléctricos. Ese lugar  no contaba con un campo de fuerza como el de las grandes urbes, razón por la que se consideraba un suicidio el solo poner un pie en ese lugar. Pareciera el lugar perfecto al que llegar y morir.    Aprovechándose de las convenientes condiciones de la zona, el magnate Visnmoke Judge decidió establecer su nuevo hogar ahí. Ni siquiera sus enemigos estarían tan desesperados en su búsqueda como para seguirle ahí…o eso fue lo que creyó por un tiempo. Fue fácil deshacerse del  escuadrón, solo tuvo que mandar a unos cuantos de sus soldados y sentarse frente a una pantalla  de cristal para recibir la señal de las cámaras instaladas en las ropas de sus bellas creaciones. Esa tarde había disfrutado mucho del espectáculo, los gritos de dolor y las vísceras siendo dispersas en la infértil tierra volvían todo más divertido. Quizá fue un poco exagerado mandar a sus propios hijos a exterminarlos, pero, serviría como un escarmiento, así nadie más se atrevería a desafiarle.    Ese día en particular su humor malicioso fue reemplazado por la decepción absoluta. Al principio  su reacción no fue la adecuada, desquitándose con algunos robots que hacían la limpieza de la sala, como si de un niño se tratara haciendo una rabieta. Al hombre no le gustaban las fallas, se había forjado su éxito a través de planes y duro esfuerzo, llegando a apreciar la perfección que podía crear. El causante de su mal rato era un arcaico transmisor que empezó a pitar como loco, no recordaba ese aparato, cuando lo sostuvo entre sus manos recordó el propósito de ese  artilugio, era un rastreador que solamente se activaría en dado caso que aquella desagradable falla pudiera salir de su prisión. Y no solo era el hecho de la liberación de su tercer hijo lo que causaba tanta irritación en él, el rastreador luego de unas pocas horas ubicó a su inútil hijo en la ciudad que más detestaba. Siendo sinceros, no le importaba lo que hicieran con él, le estarían haciendo un favor al Vinsmoke si lo mataran, pero si descubrían alguna debilidad, podría significar una clara desventaja para sus planes.   —Padre, si tanto mal te esta causando ese inútil, podemos ingresar a la base y traerlo, sería muy fácil— Sugirió su segundo hijo a la vez que engullía una rebana de pastel.    Judge observó a cada uno de sus hijos, sus más grandes creaciones y la razón para sentirse orgulloso de sus logros —No podemos arriesgarnos a eso, si llamamos más la atención, no solo  Bornhowl va a querer ir tras nosotros — El hombre le dio un trago al vodka que tenía a su derecha, dejando que el amargo sabor calmara sus pensamientos.    —Aún contamos con el elemento sorpresa, no deberíamos salirnos de nuestros planes por la aparición de la basura vieja— El primero de los hijos dejó de leer aquel libro que sostenía en sus manos para dar su opinión.    —Reiju, ve a vigilar a nuestro visitante ha estado haciendo demasiado ruido— Judge dejó el tema de Sanji cerrado con a penas unos pocos comentarios para preocuparse más por el progreso de sus experimentos.    La joven de cabellos rosas acató inmediatamente lo que su padre le decía, abandonando esa habitación para internarse en lo más profundo de ese lugar.    El lugar en el que actualmente vivían estaba construido en el interior de una montaña, siendo la parte superior donde ellos residían. Desde ahí, existían cientos de túneles que se extendían desde la cámara principal y aunque la mayoría de ellos tenían la apariencia de los laboratorios, no solo contaban con túneles que nunca exploraron, también contaba con ciertas zonas poco arreglas en donde el piso y las paredes continuaban siendo de roca sólida. Era ese lugar al que se dirigía la joven.    Luego de un tiempo andando por esos túneles, llegó a su destino. Esa sección solía ser utilizada para los prisioneros, considerando que desde hace mucho no contaban con ellos, la persona a la que iba a vigilar era el único ocupante del lugar. La celda era la última del pasillo, como si no fuese tortura suficiente el permanecer aislado del exterior y del contacto humano.    Reiju abrió la gruesa puerta de metal de esa celda, dejando ver en su interior un bulto tembloroso en uno de los rincones, incluso creyó escuchar unos cuantos sollozos.    —Capitán Portgas, es hora del siguiente paso— Anunció la mujer, adentrándose en el interior de esa celda. No solo era la más espaciosa porque fue diseñada para contener a más de un prisionero, resultaba útil contar con los aparatos necesarios dentro de la misma celda.    La mujer sujetó uno de los brazos del pecoso, sin importarle arrastrar el maltrecho cuerpo del chico por toda la habitación hasta la aparatosa cama. Con facilidad depositó al chico en la cama para posteriormente sujetan tanto sus piernas como manos con los grilletes que contaba el mueble. No hubo ninguna clase de resistencia por parte del azabache, su cuerpo aun resentía el castigo anterior por tratar de zafarse del agarre del hombre de cabello azul.    Reiju tomó una jeringa entre sus manos, la cual no dudó en clavarla directamente en una de las venas del antebrazo del chico, asegurándose de que quedara bien sujeta. La jeringa estaba conectada a un tubo delgado de plástico, ese mismo tubo transportaba una sustancia verdosa que poco a poco iba deslizándose por el tubo hasta entrar al sistema del chico.   —Vas a experimentar dolor durante un buen rato, tu ADN va a ser reescrito con los nuevos genes, volveré en unas horas— Informó la mujer, saliendo de aquel cuarto y cerrando nuevamente antes de que el primero de los desgarradores gritos resonase por los túneles.    Portgas podría ser considerado por algunos por la persona con más suerte al ser el único sobreviviente de su escuadrón, pero, al mismo tiempo sería la persona más desafortunada por haber logrado captar la atención de aquel hombre sin moral.  

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer y por los reviews que he recibido, me hacen muy feliz. 


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