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Just the Beginning por DraculaN666

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Notas del capitulo:

Bueno, al final resulta que lo voy a dividir en tres partes, sólo porque a esos niveles llega mi maldad (?) y mi pereza por no terminar de revisar todo a tiempo. Sorry not sorry (?)


Debí hacer puesto muchas aclaraciones al principio, la verdad, pero tenía sueño y prisa ese día, y hoy tengo flojera y hambre, así que quizás, quizáaaas, en el último capítulo lo haga.


Pero en general son muchas libertades que me tomo con la historias, osea, obviamente. OOC descarado porque hace mucho que vi la serie y la verdad desde que haces un fic las cosas van a salirse de control y todo el mundo lo sabe. A parte, al principio pensé que sería todo muy Merlín centric que Arthur es un narcisista y dijo que no, que él también quería poner su granito de arena, así que para el final de todo se me coló un poco en la narración.


Qué puedo decir, siempre quedo a merced de los personajes.


En fin, prometo intentar que la última parte no tarde.


No demasiado, al menos.


PD: Todos los errores son míos, estar revisando antes de publicar no significa que esto no pueda fracasar, como todo en mi vida (?)

13


El sexto curso trae muchos cambios. Hay un nuevo profesor de pociones porque Slughorn decidió tomarse un año sabático por motivos personales. El nuevo profesor se llama Gaius y es un anciano simpático que queda encantado con Merlín desde el primer momento. Lo cual es mutuo porque Gaius es la primera persona en centrarse en Merlín y su magia sin la necedad de insistir con la varita. Le explica que hay muchas formas de utilizar la magia y que la varita es sólo un método para que los más jóvenes tengan pleno control sobre ella. Muchas personas llegando a la edad adulta pueden prescindir de ella porque han aprendido a canalizarla y controlarla y, aunque fingen tener una varita en la mano, ya no es tan necesaria. Muchos se refugian en la seguridad de la madera para sentirse menos desprotegidos, claro, nadie los culpa, pero Merlín es un caso excepcional porque aprendió solo algo que le toma a una persona muchísimos años de práctica, sobre todo considerando lo poderosa que es su magia.


Gaius fue un bálsamo para su vida porque al fin no se sentía tan perdido y desprotegido en ese mundo.


Con sus amigos, por otro lado, hubo varios cambios. Lance seguía siendo demasiado Lance para su propio bien pero era algo de lo que nadie se quejaba. Gwaine, por otro lado…


—Creo que estoy enamorado —dijo Gwaine una tarde en el gran comedor, revolviendo en la comida en su plato y soltando varios suspiros.


—¿Qué hacen en mi mesa? —preguntó Lancelot.


—¿Y esta semana de quién? —preguntó Merlín al mismo tiempo, lanzándole la primera mirada irritada a Lancelot desde que se conocieran—. Somos amigos, ¿cómo que qué hacemos en tu mesa?


—Alguien de Gryffindor —volvió a suspirar Gwaine.


—Es la mesa de Hufflepuff, ¿alguno de ustedes es de Hufflepuff? —continuó Lance, sin inmutarse con los problemas amorosos de Gwaine.


—Sí, eso reduce mucho la lista Gwaine —masculló Merlín—. Separarnos por mesas es una mierda, quiero comer con ustedes. ¿Quieres que nos vayamos? —usó su mejor tono lastimero, lo cual era un golpe bajo considerando que Lance odiaba hacer sentir mal a la gente.


—¡No, no! ¡Claro que no! Sólo no quiero que los regañen.


Merlín volteó a todos lados, haciendo movimientos exagerados con los brazos alrededor para que Lancelot también mirara.


—A nadie le importa Lance, sigue comiendo —dijo después de mostrarle que, efectivamente, nadie les prestaba atención.


—Percival… —susurró Gwaine, sin notar que no le estaban prestando demasiada atención.


—¿¡Qué!? —gritaron Merlín y Lance al mismo tiempo, atónitos por la respuesta de Gwaine.


—¿Sabes que es un hombre, verdad? —comentó Lancelot, haciendo ver lo obvio—. ¡No que esté mal que a un hombre le guste otro hombre! —agregó apresuradamente, viendo a Merlín de reojo.


—Pensé que sólo ibas tras las faldas y Percy… bueno, ¿has visto el tamaño de esos pectorales? No es normal para un chico de dieciséis años —Merlín no hizo notar el comentario de Lancelot. Dudaba mucho que hubiera querido dar a entender algo malicioso. Dudaba que Lance alguna vez en su vida hubiera querido dar a entender nada con sus comentarios.


—Lo sé, lo he visto en los vestuarios del equipo de quidditch. El chico tiene muchas cosas muy grandes.


—¡Okey! ¡Basta! ¡Mucha información! —masculló Lancelot, rojo como un tomate y refugiándose en su plato de comida.


—A mí sí me gustaría saber un poco más —agregó Merlín, malicioso, encantado de ver a Lancelot tan azorado.


Sin embargo, tuvieron que cortar el tema, no sin que antes Lancelot les lanzara algunos guisantes en su dirección, por la inesperada compañía.


—¡Ey, chicos! ¿Podemos sentarnos con ustedes?


Merlín iba a contestar un por supuesto importándole poco que no fuera la mesa de su casa cuando vio que Arthur no estaba solo. Leon y Percy iban justo detrás de él, con esas resplandecientes sonrisas que opacarían el sol si así se lo propusieran.


—Claro que pueden —fue Lancelot quien respondió, dejando espacio entre él y Merlín para que Arthur tomara asiento, como si tuvieran un acuerdo tácito al respecto, mientras Leon tomaba asiento al lado izquierdo de Gwaine y Percy a su lado derecho.


Merlín retira lo dicho, con la sonrisa que tuvo toda la tarde, Lancelot definitivamente tenía un lado malicioso muy poco digno de un Hufflepuff.


14


Al principio todos les veían un poco extrañados por el grupo tan variopinto que conformaban todos ellos. Cuatro Gryffindors, un Hufflepuff y un Ravenclaw. Lo cual es una mierda, como siempre ha considerado Merlín. Si fuera una escuela del mundo muggle también buscaría una razón por la cuál es extraño que todos ellos comiencen a pasar el rato. El grupito de los populares con el grupo de los raritos. Supone que uno nunca puede complacer a nadie. Sin embargo, las cosas se fueron enfriando y la gente volteaba cada vez menos a verles con extrañeza.


Estudiaban juntos porque a pesar de que Lance era un año menor era de los mejores estudiantes y siempre parecía entusiasmado por aprender cosas nuevas. Merlín, como secreto a voces, era el mejor estudiante de Hogwarts desde que una tal Hermione Granger pasó por ahí por mucho que él no se considerara bueno en nada. Leon se defendía bastante bien en todas las asignaturas por lo cual ellos tres quedaban con la tarea de intentar sacar a flote las notas de sus compañeros. Aunque Arthur no era el peor de los estudiantes, porque Gwaine se había adjudicado el titulo con orgullo, tampoco era el más brillante. Y ni mencionar a Percival y Gwaine, los cuales eran unas caras preciosas en cuerpos musculosos con diminutos cerebros.


O al menos esa apariencia daban porque, con algo de esfuerzo y muchos regaños por parte de Lance, quien demostraba que Hufflepuff puede tener un carácter de mierda si se le sabe cómo llegar, lograban comprender y mejorar a pasos agigantados.


—Ey, Merlín —saludó Arthur llegando a la biblioteca, donde generalmente se reunían para estudiar. Era el segundo en llegar después de Merlín, así que el moreno se animó de pasar un rato a solas con él—. La próxima semana hay un paseo a Hogsmeade… ¿quieres ir conmigo? Y con… claro, con los chicos también, ya sabes.


—Sí, claro que sí —respondió con entusiasmo, a pesar de que la idea de ir sólo con Arthur le parecía mucho mejor.


—No, claro que no —masculló Gwaine, materializándose de la nada y tomando a Merlín del brazo y con su mano libre se las arregló para tomar todas sus cosas de la mesa y salir pitando de ahí.


—¿Qué…? ¡Gwaine! —Arthur no reaccionó lo suficientemente rápido antes de ver desaparecer a los dos por la puerta, por donde iba entrando un distraído Lancelot quien terminó siendo arrastrado por Merlín porque, no señor, él no iba a sufrir esa rabieta solo.


Fue un largo y doloroso recorrido por los pasillas ante las miradas atónitas de muchos estudiantes que no se acostumbraban a ver sus arranques de locura. Por mucho que Lancelot o Merlín replicaran, Gwaine no les soltó hasta estar en un aula vacía, donde se desplomó en uno de los pupitres escondiendo su rostro entre sus manos.


—¿Y a qué debo el placer? —preguntó Lancelot, intentando arreglar su túnica.


Merlín por su lado masajeaba su adolorido brazo al tiempo que intentaba arreglar sus ropas y fallando miserablemente porque sólo logró enredarse con la correa de su mochila y su túnica que estaba en un ángulo algo extraño, por lo cual no ponía demasiada atención a sus compañeros.


—Percival me rechazó —contestó Gwaine después de unos minutos de incómodo silencio.


—¿Qué? —preguntaron sus dos amigos al mismo tiempo, Merlín girando tan rápido que terminó por perder el equilibrio y fue directo al suelo de culo.


—¿Por qué? —preguntó desde el suelo, importándole poco el dolor en su retaguardia. Lancelot y él ya habían hecho una apuesta sobre el tiempo que les tomaría a esos dos comenzar a salir porque era obvio que a Percival no le era tan indiferente su amigo.


Si Merlín tenía que darle algo de mérito al mundo mágico es que no tenían tantos prejuicios contra la comunidad homosexual. Sí, bien, tenían aprensiones contra la gente no mágica, pero para un lugar donde era bastante común casarse entre parientes se le haría muy hipócrita escandalizarse por pequeñeces como la orientación sexual, lo que siempre consideró como una ventaja para Gwaine porque por muy hombre que se viera Percival, parecía ser muy flexible en esos temas, igual que Gwaine o todos por eso alrededores.


—Dice que no quiere ser uno más que caliente mi cama —continuó Gwaine, ajeno a los pensamientos de Merlín, quien vio cómo los ojos de Lancelot rodaban de forma exagerada y muy poco Hufflepuff.


—Siempre te he dicho que dártelas de casanova nunca te traería nada bueno —dijo Lance, sin una pisca de remordimiento por hacer sentir mal a Gwaine. Que sí, puede que se mereciera el comentario, pero era demasiado cruel.


—Pero yo no quiero que sólo caliente mi cama…


—Claro, pero seguramente lo que hiciste fue decirle que se encontrara contigo en la sala de los menesteres o en el baño de los prefectos a media noche para…


—¡Claro que no! —interrumpió Gwaine—. Le pregunté si quería ir conmigo a Hogsmeade la siguiente semana. Sólo quería tener una cita normal y cursi con él y fue cuando me dijo eso.


—¿Qué le contestaste tú? —preguntó Merlín, no queriendo que Lancelot se pusiera más hiriente.


—Nada, no pude decirle nada porque llegó más gente y no me quiso escuchar.


—Bueno, en ese caso insístele un poco más. Dile que al menos te deje intentar ganar su confianza, que sólo quieres tener una cita normal y cursi con él —Lancelot se encoge de hombros, como si las cosas fueran tremendamente fáciles, como en su mundito feliz. Pero al menos Merlín le daba la razón.


—Sí, puede que si ve que pones un poco más de empeño se lo piense mejor.


Gwaine soltó un gruñido como toda respuesta.


15


Al final Percy sí le dio una oportunidad a Gwaine, por lo cual Arthur, Leon, Lancelot y Merlín pudieron disfrutar de una tarde agradable comprando chucherías y bebiendo cerveza de mantequilla.


En su primer año en Hogwarts no le había encontrado ningún encanto al pueblito, no había mucho que hacer más que gastar montones de dinero y era algo a lo que Merlín no estaba muy acostumbrado a hacer, por lo cual prefería quedarse en el castillo. Pero en realidad era una buena forma de despejarse de todo el ambiente de estudio y encierro que representaba el castillo por muy grande que fuera. Y tener compañía mejoraba exponencialmente la experiencia.


El único percance que habían tenido era con unas chicas de quinto curso, una Slytherin de nombre Morgana y una Hufflepuff de nombre Gweniver, ya que la segunda le había insistido a Arthur ir con ella al dichoso paseo y este se había negado como el caballero que era diciendo que ya tenía un compromiso con sus amigos.


—Estás con ellos todo el tiempo, puedes pasar el rato con Gwen para variar —había dicho Morgana, como si fuera obligación de Arthur estar con la joven sólo porque ellas así lo decretaban.


Arthur se había encogido de hombros en respuesta sin darle importancia a la mueca dolida de Gwen y la mirada molesta de la que supo después que era su hermanastra.


—Me gusta pasar el tiempo con mis amigos.


Sin embargo, y porque son mujeres que no se rinden ante nada, se habían colado durante un rato con su grupo, Morgana siempre retrasando a Leon, Merlín y Lancelot para que Arthur quedara a solas con Gwen. Sin embargo, en cuanto Arthur perdía a Merlín cinco segundos de su radar, se daba vuelta y caminaba hacia él para continuar con su caminata, hasta que habían logrado perderlas en una tienda de ropa.


—Morgana sigue insistiendo en que debo salir con Gwen, no sé por qué —comentó Arthur con algo de fastidio, tomando de su cerveza de mantequilla.


—Es linda —comenta Merlín porque no sabe qué más decir al respecto.


Lancelot, porque es el mejor amigo del mundo y sabe que Merlín puede echar a perder las cosas gracias a su bocota, cambia el tema rápidamente y todos se olvidan rápidamente del suceso.


16


—¿A la casa de los sustos? —pregunta Lancelot, incrédulo, mientras Gwaine les cuenta cómo fueron las cosas en su cita—. ¿Y se estuvieron besuqueando hasta que fue hora de volver? ¿No que no quería ser uno más que repasara tu cama?


Gwaine se encoge de hombros y pone una mirada soñadora.


—Sólo le dije que quería ir a verla, no entrar ni nada, ni siquiera tenía intenciones de si quiera tomarle la mano, pero una cosa llevó a la otra y joder, besa…


—¡No quiero detalles! —grita Lancelot antes de que Gwaine se ponga gráfico como tanto le gusta.


—Pero yo sí… —dice Merlín, porque suena emocionante y un poco romántico.


—No Merlín, tú tampoco quieres, ¿al menos será oficial o todavía es un periodo de prueba?


—No lo sé, no hablamos mucho de eso. No quiero presionarlo.


—Deberías, no quiero que después te diga que sólo está experimentando o algo por el estilo y termines lloriqueando por los pasillos como los fantasmas.


—Percival no es tan cruel —es Merlín quien le defiende.


—Como sea, es mejor dejar las cosas claras desde el principio y evitar mal entendidos.


—Sí mamá —contesta Gwaine sólo para hacerle enojar.


17


Las cosas después de eso son tranquilas. Todo lo tranquilas que pueden ser en un colegio lleno de magia, escaleras que se mueven a su antojo, poltergeist y bullys muy creativos.


Merlín ha tenido un día malo. Un día realmente malo. No recuerda haber tenido un día tan desastroso desde que le obligaron ir a Hogwarts bajo amenaza ni desde que Will, un antiguo mejor amigo descubrió su magia y dejó de hablarle para siempre.


Los últimos días Morgana ha redoblado esfuerzos para que su hermano note a Gwen y ha estado tendiéndole trampas para que pasen tiempo juntos de formas que nadie se puede explicar aún. Mordred volvió a las andadas y por alguna razón logró que Gwaine estuviera castigado las próximas dos semanas sin motivo aparente.


Aunque Gaius ha sido un alivio para el uso de su magia aún tiene dificultades con algunos profesores por el tema de su magia, sobre todo con el profesor de Defensa contra las artes oscuras, que sigue empeñado en que use de verdad su varita e intentando recordarle hasta el cansancio lo torpe e inútil que es. Merlín se lo está comenzando a tomar personal y que ese día se pusiera especialmente pesado con el tema no hace más que empeorar un día jodido.


Pero el punto culmine del día es cuando va caminando con Lancelot hacia ninguna parte, los dos extrañando la presencia de Gwaine, mientras que Leon y Percy hacen de apoyo moral para Arthur.


Van doblado la esquina de un pasillo que da a una de las terrazas cuando se encuentran con un pequeño grupito liderado por Mordred.


Ah, así que fue por esto. Piensa Merlín, entendiendo que Mordred quería a Gwaine fuera del juego porque menosprecia las habilidades de Lancelot y cree que si hay un grupo numeroso Merlín se sentirá más vulnerable. Este chaval definitivamente no sabe cómo funciona para nada el mundo muggle. Ni lo cruel que puede llegar a ser.


Ni siquiera hay palabras de por medio, Mordred y su grupito sólo comienzan a lanzarles hechizos al principio inofensivos que lo único que lograran es que estén un par de minutos intentando sacar manchas lodosas de su ropa. Pero hay una mirada maliciosa en sus ojos, demasiado para su gusto. Sus sospechas se confirman cuando Mordred saca algo de su túnica y lo lanza directo a Merlín sin vacilar. No sabe qué es exactamente pero está a punto de detenerlo con su magia cuando sin querer Lancelot, aturdido por los hechizos se atraviesa en su camino y lo recibe justo en la cara. Hay una explosión y un grito atronador antes de ver cómo Lancelot se desploma en el piso, al parecer inconsciente.


De verdad, Merlín se considera una persona incapaz de guardar rencor, al menos por mucho tiempo. Pero ha tenido una semana de mierda, un día de mierda y Mordred ha sido una mierda constante con él sin motivo aparente. Está enojado, Merlín no recuerda haber estado así de enojado nunca en su vida. Sobre todo porque Lancelot no le ha hecho ningún mal a la humanidad aparte de decidir que es una buena idea ser amigo de Merlín, lo cual, al parecer, es la peor equivocación de su joven vida.


Merlín ni siquiera nota que sus ojos están brillando de un dorado intenso y que el cielo no relampaguea sino que ruge con furia. El grupito de chicos frente a él se ha congelado de miedo, Mordred está pálido y supone que está considerando todas las malas decisiones que ha tomado en su vida.


Pero es demasiado tarde porque Merlín está francamente enojado y fuera de control y ahora puede entender por qué el mundo mágico se empeñó en traerlo. Puede que de verdad no pueda controlar su magia. O, peor aún, no quiera controlarla.


Hay decenas de estallidos a su alrededor, los rayos parecen estar atacando el castillo, principalmente a ese grupo de estudiantes que retrocede aterrorizados sin posibilidad de escapar, viendo con horror los ojos furibundos del mago frente a él que sostiene el cuerpo inconsciente de su amigo.


Puede escuchar vagamente que muchos piden perdón y que por favor pare y Merlín está realmente tentado a decirles que se arrodillen ante él y puede, puede que lo considere. Pero lo único que quiere es que una fuerte carga de energía los alcance y experimenten un poco del dolor que siente que está explotando en su pecho. Merlín no pidió estar ahí, no pidió hacerlos sentir tan inferiores porque son niños de papi a los que han acostumbrado a tener todo y hacerles creer que el mundo les pertenece. Merlín no pidió para nada que terminaran lastimando a su amigo y lo único que quisiera es volver a casa y no tener que volver a enfrentarse a ese tipo de gente.


Está muy seguro que el próximo rayo sería capaz de alcanzar al grupito frente a él, pero justo cuando está por caer, siente un fuerte golpe en la espalda y la oscuridad le envuelve.


18


Hay un murmullo de voces furiosas en algún lugar entre la bruma negra y lo primero que puede pensar Merlín es ¡Lancelot! Por lo cual se incorpora de golpe en la cama, lo cual es pésima idea porque todo a su alrededor comienza a girar y el termina vomitando hacia un costado de la cama. Al menos los factores ahora están invertidos, no como el año pasado, aunque no está seguro porqué se desmayó.


—Ey —le llama una voz desde uno de sus costados y Merlín se siente infinitamente mejor al ver a Lancelot bien. Tiene una venda y un parche en uno de sus ojos pero por lo demás se ve bien, mucho mejor de lo que Merlín debe verse.


—La…


—¡Merlín! —Interrumpe la voz de Gaius entrando apresuradamente, seguido de McGonagall, Arthur y Gwaine—. Explícanos qué fue lo que pasó, por favor.


—¿Qué…? —Intenta nuevamente Merlín, pero se ve de nuevo interrumpido.


—Mordred y sus amigos hablaron con sus padres y están pidiendo tu expulsión. Si Arthur no te hubiera tirado un desmaius


Merlín no puede evitar ver con algo de traición al rubio, quien a pesar de todo no aparta la mirada de él. Entiende que las cosas pudieron ponerse feas pero… demonios, eso dolió.


—¿No es suficiente con ver lo que le hicieron a Lancelot? —Dice señalando a su amigo y sus heridas.


—Dicen que fue consecuencia de tu despliegue de magia… Yo no sé Merlín si… —dice McGonagall, porque por supuesto la voz de muchos magos “reales” tiene más peso.


—Nos tendieron una emboscada con algunos hechizos inofensivos pero Mordred lazo algo que estalló y me hizo esto —agrega Lancelot, con una voz seria y molesta que causa escalofríos en la directora—. Puede usar varitaserum o ver mis recuerdos si insiste en creer en alguien que usted bien sabe se la ha vivido molestando a Merlín.


—Ya se lo habíamos explicado antes profesora —sigue esta vez Arthur, con la voz llena de molestia pero intentando ser político—. Se le dijo desde el primer año y usted hizo caso omiso.


—Recuerdo bien que usted también… —intentó la directora.


—Sí, y yo admití mi error e hice algo al respecto, no como los profesores, y ahora quieren hacer eso… me parece que tendré que hablar con mi padre.


Merlín ha escuchado algunas cosas del padre de Arthur, pero no sabe qué tipo de influencias tiene en el mundo mágico, pero si logra que la calmada y segura directora se ponga de ese pálido color cenizo no deben ser buenas noticias.


—¿Hacer qué? —Pregunta Merlín.


—Quieren ponerle una restricción a tu magia —habla Gwaine por primera vez—. Los padres de eso idiotas dicen que eres un peligro incontrolable y la directora parece estar muy de acuerdo…


—¡Yo nunca he dicho que…!


—¡No! —grita Merlín. Hay una carga eléctrica en el ambiente y algunas cosas se tambalean en las mesas. Sus ojos brillan dorados. Hay furia, decepción y algo de desesperación en su voz—. Yo le dije que no quería venir aquí, que no encajaba en este lugar y usted dijo que era lo mejor. ¿Le parece a usted que esto es lo mejor? Que un puñado de gente que no conozco y unos estúpidos que se creen los dueños del mundo deban decidir sobre mi vida. ¿Le parece que voy a dejarme manejar sólo porque usted o ellos me lo dicen?


—Merlín, cálmate —intenta Gaius, pero no puede ni dar dos pasos antes de verse repelido, aunque suavemente, por la magia que envuelve el aire alrededor del chico.


—Merlín… —intenta Arthur, levantando las manos para hacerle entender que no hará nada más. Su magia reacciona un poco porque recuerda que fue él quien le dejó fuera de combate, pero al mismo tiempo Merlín entiende que las cosas pudieron ponerse realmente feas sino lo hacía. Así que toma un par de respiraciones, deja que sus ojos vuelvan a la normalidad y se tranquiliza.


—Quiero irme de aquí —dice ya más tranquilo.


—No es necesario llegar a esos extremos, podemos…


—¿Podemos qué señora? ¿Disculparnos todos y fingir que en un sistema retrograda como este, donde son divididos y clasificados por casas todos podemos convivir como amiguitos? Permítame decirle con todo respeto que no sea estúpida.


Es un poco gracioso como la nariz de la directora se arruga de indignación, pero no agrega nada más.


—Podemos serlo, ¿no? —Dice Lance desde su cama, estirando la mano como puede y Merlín la alcanza al vuelo para que no vaya a caerse por estirarse tanto—. ¿No han estado invadiendo mi mesa sin importarles nada? No digo que seamos amigos de ellos, sólo digo que tú perteneces aquí Merlín, con nosotros, tanto como perteneces con tu madre en el mundo muggle.


Merlín se desploma en su cama, agotado de todo y por todos. Realmente no quiere ir a casa porque le gustan sus amigos pero no se ve capaz de seguir soportando tanta estupidez.


—Bien dicho, joven —dice una voz desde la puerta. Gaius parece ponerse muy tieso y el color cenizo que antes tuvo McGonagall no es ni remotamente tan pálido como está ahora.


Por la puerta entra un hombre ya entrado en años, cabello casi blanquecino que, aun así, no ha perdido ni un poco de su porte aristocrático y gallardo. Tiene  una sonrisa en los labios que no llegan para nada a sus ojos.


—Padre —dice Arthur, quien no parece impresionado por su presencia.


—Señor Pendragon, no esperábamos…


McGonagall echa varias miradas hacia Arthur, quien se hace el desentendido.


—Hablaremos de esto en su oficina directora, dejemos que los niños descansen. Un placer joven Merlín, mi hijo me ha hablado mucho de usted, aunque no sean las mejores circunstancias. Espero que algún día vaya a nuestra casa a almorzar, mi esposa estaría encantada en conocer a un chico tan brillante como usted.


Merlín no sabía que aún tenía fuerzas para sonrojarse, pero lo hace. Ha escuchado cosas de los Pendragon, sobre todo de Uther, y nunca han sido cosas buenas. El hombre impone y da escalofríos, pero al menos parece sensato. Espera no estarse equivocando.


—Claro señor, un gusto conocerle —responde apenas antes de verlos desaparecer por la puerta.


—Él arreglará todo —dice Arthur después de unos segundos de silencio donde Gwaine ha tomado asiento entre las camas de Merlín y Lancelot, tomando entre sus manos las de ellos.


—¿Por qué le hablaste?


—McGonagall es una buena directora pero se está haciendo mayor y parece siempre demasiado asustada para hacer algo en contra de familias con reputación o poder. Mi padre puede ser muy severo y autoritario, pero es justo en sus decisiones. Y tiene muchas influencias en el consejo de Hogwarts. No digo que deban correr a esos imbéciles aunque me encantaría, pero no pueden pretender culparte a ti de todo cuando lo único que han hecho es colmar tu infinita paciencia. No sé cómo no terminé con ella yo en tu primer año.


Merlín se encoge de hombros. Por algún motivo, Arthur nunca le pareció lo suficientemente malintencionado como para pretender estar molesto por su acoso infantil.


—Bueno, princesa —es Gwaine quien toma la palabra, sonriendo con malicia—. Tú eres como niño que molesta niña que le gusta para poder llamar su atención.


Hay un estallido de risas por parte de Lancelot y Gwaine que Merlín a penas escucha, perdiéndose también del adorable sonrojo en las mejillas de Arthur quien voltea a verlo con ojos asustados sólo para darse cuenta que se quedó dormido de nuevo. Ha sido un largo y agotador día.


19


Merlín no está completamente seguro de qué fue lo que hizo Uther Pendragon, o qué dijo exactamente para calmar las aguas, pero aparte de que todos, absolutamente todos, exceptuando a Lance porque hasta McGonagall reconoce que es un ser humano que debe ser protegido de toda la maldad humana, están castigados.


—Pero yo ni siquiera estaba ahí —bufa Gwaine de forma indignada.


—Tú ya estabas castigado —le recuerda Merlín con una sonrisa, caminando por los oscuros pasillos del castillo.


—Ah, es cierto…


—¿Y yo qué? —Exige Arthur, caminando junto a ellos, para nada feliz con la situación.


—¿Te parece poco atacarme por la espalda con un desmaius? —Merlín no está, definitivamente, haciendo un puchero. Cada que lo recuerda se siente bastante traicionado.


—No sabía qué más hacer, ¡debiste verlo Gwaine! El cielo parecía un dragón furioso controlado por Merlín… ¡Fue asombroso!


Si hay algo que Merlín ha perfeccionado en esta escuela, o al menos mientras pasa el tiempo con Arthur, es el noble arte de sonrojarse como doncella y eso le molesta bastante.


—Me hubiera encantado verlo, pero se escuchó por todo el castillo. Muchos gritaban que había entrado un troll de nuevo a las mazmorras. Yo pensé que era Kilgharrah haciéndole una visita a Merlín y rugiendo su nombre… eso sí que habría sido asombroso.


—¿Ya se había colado un troll antes? —pregunta Arthur, desviando el tema para alivio de Merlín.


Cada noche tendrían que cumplir un castigo diferente. Se llegó a un acuerdo con los profesores de no mezclar a Mordred y su grupito con el suyo, para evitar más altercados en el futuro. Todos tenían una advertencia sobre sus cabezas, sobre cómo no se tolerarían más actos como esos, sin importar que fueran accidentales. Merlín les había dejado muy claro, frente a los alumnos implicados y sus padres, que la siguiente vez no sería diferente.


—No creo que hayas dado la mejor impresión —dice Arthur, media hora después de comenzar a limpiar calderos en el aula de pociones.


Merlín se encoge de hombros, sin importarle demasiado.


—No quiero que se lleven una idea equivocada de mí. Ser patoso, distraído y generalmente pacifista no significa que soy idiota.


—¡Bien dicho, hombre! —exclama Gwaine a su lado, levantando la palma de su mano y chocando cinco con Merlín.


20


Al final logró sobrevivir al sexto curso sin más inconvenientes. Ningún alumno intentó meterse de nuevo con ninguno de ellos ya fuera por miedo o simplemente porque no tenían ningún interés. Lancelot se recuperó bien de su herida y no tendría ninguna secuela en su ojo. Gwaine y Percival estaban más acaramelados de lo que muchos podrían llegar a pensar. Las apuestas de lo poco que iban a durar fueron menguando con el tiempo porque los dos se veían bastante dedicados a su relación. Por otra parte, Arthur había por fin logrado deshacerse de su hermana y de Gwen cuando le dejó claro a ésta que no estaba interesado, que era una chica linda y todo pero Arthur ya estaba interesado en alguien más.


Lo cual desató un caos a final de curso, todos estaban estresados por los exámenes finales pero no evitaba que cotillearan sobre la chica misteriosa en la que Arthur Pendragon había puesto los ojos. Había muchas especulaciones y varias chicas que aseguraban ser las elegidas, pero Arthur no había dicho ningún nombre ni parecía tener planes de hacerlo. Cada que alguien sacaba el tema se encogía de hombros y decía crípticamente “ya se enterarán”. Ni siquiera Merlín había logrado algo, por mucho que le chantajeara diciendo que eran buenos amigos y que merecía saberlo.


—¿Es que no lo imaginas? —respondía el rubio dándole una intensa mirada que le hacía entender a Merlín que usara legeremancia y descubriera quién era.


Pero Merlín respeta la privacidad de cada quien y nunca haría algo como eso. De todas formas es algo en lo que descubrió que realmente no es bueno. No puede hurgar bien en las mentes de los demás porque piensa en lo invasivo y poco cortes que es hacerlo. Por otra parte es un experto en oclumencia, nadie puede indagar ni un poco en los rincones oscuros de su mente. Lo cual no importa porque el chico es un libro abierto que con su cara dice absolutamente todo, así que duda que alguien realmente intente entrar en su mente.


Sin embargo no puede con el gusanito de la curiosidad y le gustaría saber qué chica es lo suficientemente maravillosa para que alguien como Arthur, quien cuando no tiene un arranque de actitud infantil y principesca, es el caballero que toda mujer sueña llegue a rescatarle de los terrores de la vida cotidiana. Le gustaría saber más que nada para hacerla tropezar un par de veces a ver si al rubio le gustan tan patosas y atolondradas como Merlín que suele tropezar con el aire, así no se sentiría tan desesperanzado con esos nuevos sentimientos que han estado germinando en su interior desde que comenzaron a ser amigos.


Sabe que debería darse por satisfecho sólo con ser amigos. Ya es en sí un milagro que lo sean. No puede pensar en dos cosas más opuestas a parte de agua y el aceite que combinen menos que ellos. Y es un poco triste y a la vez es feliz pero a veces le gustaría más que una triste paja bajo las mantas, con las cortinas fuertemente cerradas porque si hay algo que es Merlín a parte de un mago súper poderoso, eso es un adolescente súper cachondo.


¿Qué puede decir? La magia no puede hacer nada contra las hormonas.


Duda que alguien pueda.


21


Pues sí, el caso, todos pasaron sus exámenes como pudieron y llegó el fin de año, las despedidas y los momentos emotivos porque aunque Merlín adora pasar tiempo con su madre, se aburre como ostra en casa desde que no tiene nada mejor que hacer que estudiar. Vivió durante mucho tiempo trabajando como burro durante las vacaciones para poder tener sustento y ahora que no debe preocuparse mucho por ello, realmente no sabe muy bien qué hacer con sus días a parte de cuidar a sus conejos enanos e intentar que las lechuzas no se los coman.


Sin embargo no contaba con que Arthur tendría otros planes para ellos.


Merlín no tiene chimenea en casa por lo cual hacía complicado eso de poder viajar a cualquier lado con la facilidad de los polvos flu, pero el rubio le había regalado amablemente un traslador directamente a sus reales aposentos.


Bueno, no a sus aposentos porque aparecer directamente en su habitación sería raro, pero al menos sí a la entrada de su ridículamente descomunal casa que hacía llamar humilde hogar y tenía el tamaño de un castillo pequeño.


Pasaba algunas tardes ahí con sus amigos, Gwaine, Lance, Leon y Percival y otras tantas eran solamente Arthur y él, charlando de la vida. Otras tantas Uther hacia acto de presencia y tomaban el almuerzo junto a su esposa Ygraine. Una mujer increíblemente hermosa y amable que trataba a Merlín como si fuera una cosa maravillosa e importante y a veces el chico se sentía demasiado aturdido por la situación porque estaba conociendo un lado del mundo mágico demasiado encantador.


Morgana paseaba por aquí y por allá pero realmente no les ponía demasiada atención. Arthur le había explicado que aunque dijera que era su hermana, Morgana era hija de su tío Aurelius y por tanto era más bien su prima. Pero al morir sus padres Uther la había tomado bajo su tutela. Su relación no era la mejor pero intentaban llevar la fiesta en paz.


Es una chica preciosa, admitía Merlín. Su largo cabello negro contrastando con la palidez de su piel. El precioso color de sus ojos y esa sonrisa que mostraba muy de vez en cuando le daba un aire seductor. Sin embargo, su actitud no ayudaba en nada y a Merlín, visto lo visto, le iban más las varitas que los calderos.


, ¿vieron? Hace chistes del mundo mágico, se ha acostumbrado ya demasiado.


Una de las tantas charlas que tuvieron fue sobre el futuro. Merlín seguía sin estar seguro si una vez se graduaran se quedaría. No tenía claro a qué le gustaría dedicarse pero ya estaba tan enfrascado en esta vida que realmente no sabía si podría volver a su vida anterior, fingiendo que su magia sólo era un defecto genético muy discreto e intentar volver a trabajar como siempre lo había hecho.


—Puedes dedicarte a un montón de cosas Merlín. Puedes ser Medimago, Auror, Inefable, trabajar en el ministerio en muchos departamentos. Podrías trabajar con las criaturas mágicas, tienes un don para eso. Tienes un don para todo, ten un poco más de fe en ti —había dicho Arthur esa tarde, la emoción brotando entre sus palabras mientras tomaba una de las manos de Merlín entre las suyas y la acariciaba con devoción.


Era en momentos como esos en los que Merlín no sabía cómo reaccionar. Arthur se estaba volviendo demasiado táctil y aunque generalmente no tiene problemas con que Lance y Gwaine sean tan táctiles, las reacciones que Arthur provoca en su cuerpo realmente son un pequeño inconveniente. Aun así no tiene el corazón para negarle esas muestras de cariño. No puede alejarse y decirle que no le toque demasiado y luego dejar que sus amigos lo hagan cuando quieran sin dar una buena explicación que no parezca que aborrece el toque de Arthur. Pero, ¿qué puede decirle? “es que me da una erección cada que me tocas” queda totalmente descartado.


Pero no son solamente los toques en las manos. Son las palmadas en la espalda, los abrazos por el hombro, el pasar la mano entre las oscuras hebras del cabello de Merlín y sonreírle como si fuera la cosa más bonita del mundo. Es el recargar la cabeza en su hombro o en su regazo porque aunque Merlín es todo huesos y piel Arthur se queda dormido al instante sobre su cuerpo y él tiene que pasar todo el rato pensando “no te pares, por favor, no te pares, sé un buen chico y permanece dormido” y no lo está pensando precisamente por el rubio.


Es una situación difícil y no quiere malinterpretar nada y perder a una de las personas más importantes de su vida.


Así que ese es su verano. Nunca ha visto más feliz a su madre, quien parece aliviada al ver que Merlín no tiene que estarse ocultado nunca más, que tiene gente que entiende por lo que está pasando y le ayudan a mantener todo bajo control.


Tuvo que contarle lo que pasó durante el año escolar, igualmente la directora y Gaius le hicieron llegar unas cartas explicando cada uno a su modo los hechos. Sin embargo, ella no quiso hacerse ninguna idea hasta que fuera su propio hijo quien por sus propias palabras contara la historia.


No dijo nada cuando terminó el relato, parecía mortificada por las medidas tan duras que estuvieron a punto de tomar con él, pero al final dejó claro que ella siempre estaría de su lado y a su lado sin importar las circunstancias.


22


Es una tarde casi al final de las vacaciones. Merlín intenta regresar a la estancia donde Arthur le espera mientras él iba al baño. Pero, y como es costumbre, está perdido. No es su culpa que el lugar sea ridículamente grande y él tenga poco sentido de la orientación.


Está decidiendo si es por el pasillo de la izquierda o si es por el de la derecha cuando una voz le sobre salta.


—Merlín —dice Uther dos puertas a la izquierda, dándole una mirada divertida—. Me parece que te pasaste por dos pasillos tu destino, pero me alegra, quisiera hablar contigo.


Uther, quien generalmente siempre tiene una sonrisa tranquila y algo fría en el rostro, en su casa parece mucho más relajado. Supone él por la idea de tener a su esposa e hijo cerca, como si fuera su ancla de humanidad. Le estremece un poco pensar en qué se podría convertir ese hombre si sufriera la pérdida de alguna de ellos y se prohíbe seguir ese camino de pensamientos.


El hombre se ve bastante relajado y Merlín no tiene motivos para negarse. Camina hasta la puerta del despacho y se sienta frente al escritorio del hombre, quien una vez en su lugar toma unos papeles y los lee con detenimiento.


—Un cruciatus en quinto año chico, eso debió ser terrible —es lo primero que suelta y Merlín está a punto de preguntar estúpidamente a qué se refiere. Entonces recuerda el torneo de los tres magos y un escalofrío recorre su cuerpo.


Claro que fue doloroso, el hechizo sólo le rozó dos veces y fue suficiente para dejarlo hecho mierda, no quiere ni pensar en qué hubiera pasado si le hubiera dado directo en el cuerpo. Quizás  sí que le habrían matado.


No sabe si Uther espera respuesta, así que simplemente no se la da y espera que deje de mirar los papeles y le haga una pregunta directa.


—Te dejaron entrar directamente al cuarto curso, en un solo año te pusiste al corriente con cuatro años de estudios. Te niegas a usar la varita porque, en resumidas cuentas no las necesitas. Casi matas a un grupo de estudiantes el año pasado…


Eso último hace que se encoja un poco en el asiento. Claro que su madre le apoya en todo, eso no quiere decir que no le riñera por horas ya que “¡Te he dicho un montón de veces que tengas cuidado con tu magia, es demasiado poderosa!” pero Merlín a veces es muy cabeza hueca y, aunque preferiría mil veces hacer la paz y olvidar si alguien le hace daño, realmente le enojo la herida de Lance.


—Mi hijo me lo había comentado pero pensé que eran exageraciones —soltó Uther con un suspiro, mirando por fin a Merlín.


¡Todo es mentira! Se vio tentado a gritar, aunque no fue necesario ya que por la risa de Uther suponía que su cara lo había dejado claro.


—No es nada malo, chico —dijo al fin el hombre, sin borrar la primera sonrisa sincera en su rostro, tan parecida a la de su hijo—. Realmente eres sorprendente. Llegarás muy lejos en cualquier cosa que te propongas, no me queda duda. ¿Ya has pensado que harás cuando te gradúes el año que viene?


Pensar lo que se dice pensar, no realmente. Merlín es un chico inteligente pero no muy brillante la mayoría de las veces. Pensó en algo relacionado con el departamento de regulación y control de criaturas mágicas. Ha pensado algo relacionado con pociones, que es otra cosa que se le da muy bien. Quizás inefable, por el puro morbo de saber qué carajos hacen. Nunca sería auror, eso sin duda, no se ve siendo la versión mágica de policías y detectives, pero tampoco se ve encerrado en un despacho. Ahora que se ha resignado y acostumbrado a ese mundo quisiera conocerlo un poco mejor y no sabe cuál sería su mejor opción.


—Lo he pensado —responde al fin, encogiéndose de hombros—. Pero no he llegado a ninguna decisión. No quiero precipitarme. Tener tan poco tiempo conviviendo con… bueno, todo esto no me ha dado oportunidad de pensar qué sería bueno. Quiero algo que me guste y me ayude a mantener a mi madre con una vida más tranquila y holgada.


A pesar de no tener ni idea de nada, Merlín le ha dado la respuesta más honesta que tiene, lo cual parece ser lo correcto porque Uther amplia un poco más su sonrisa y asiente satisfecho con su respuesta.


—Precipitarse no es lo ideal, aún tienes tiempo para pensar. Mi esposa, yo e indudablemente mi hijo estaremos encantados de apoyarte en lo que necesites.


Merlín no puede evitar sonrojarse, como siempre. Parece ser uno de los súper poderes de los Pendragon cuando él ronda cerca.


—Padre, ¿has visto a…? ¡Merlín! Pensé que tendríamos que llamar a un equipo de rastreo para encontrar tu flacucho trasero por la casa —Arthur hace acto de presencia en el despacho, interrumpiendo cualquier cosa que Merlín fuera a decir y no sabe si está agradecido o un poco desilusionado.


—Lo siento Arthur, quería charlar un rato con tu amigo —para ninguno de los dos pasa desapercibido el tono diferente que aplica en la última palabra, pero no dicen nada al respecto—. Gracias por tu tiempo Merlín.


—Gracias a usted señor, por sus palabras —es lo último que dice antes de seguir al rubio fuera de la habitación.

Notas finales:

Y eso, to be continue.


O no..... (?)


Muchas gracias a las personitas que me han dejado comentarios en cualquiera de las plataformas donde publico (AO3, AY, ff.net) yo que pensé que sería la historia más ignorada de la vida porque, bueno, es el fandom de Merlín y está más muerto que todos los brujos en la serie.


Juejuejue.


No, en serio, gracias a todos los que aún se toman las molestias de hacer llegar su opinión, alegran mi destrozado cora.


PD 2: ¿Uther no siendo el grandísimo hijo de puta que todos sabemos que es? Jé, ya sé, no debí, pero en fin...


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