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Blonko por RozenDark

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Notas del capitulo:

Y por fin hemos llegado al último capítulo de esta historia. 

 

La verdad, me entretuve mucho al hacerla y cumplir uno que otro capricho. Sé que hubo mucha tardanza de mi parte, y en verdad agradezco su paciencia conmigo y mis tardías actualizaciones. Pero como les dije en mi anterior fic, cada inicio tiene un final, y esta historia ya ha llegado a su fin :´)

 

En fin, los personajes de Ben 10 y Danny Phantom son propiedad de sus respectivos autores y los demás de mi propia autoría. La imagen de la portada, fue hecha por su servidora, de hecho, estrenamos nueva portada y va en conjunto (ya sabrán porque lo digo). La imagen del capítulo es propiedad de Dera Fujita. El fic está basado en el popular film de Disney, “Aladdin” y los fan-arts de Dera Fujita, con un buen toque de RozenDark :3

 

Y sin más que decir, les invito a leer (^3-)/

Blonko vio completamente agradecido al ahora humano, y aunque detectó un aura oscura -causa de los celos del príncipe de Wisconsin-, lo abrazó con efusividad.

 

—Supongo que ahora si nos tenemos que despedir —mencionó el Alfa.

—Digamos que es un “hasta luego”, considerando que tú y yo somos amigos, y que el reino de Vlad y el del príncipe Ben está en buenos términos —respondió Danny con simpleza.

—Eso, y que Daniel se deberá casar conmigo y que él y tú son amigos. No puedo negarle una amistad a mi futuro consorte.

—Blonko solo pudo reír por las ocurrencias de ese Alfa, más cuando vio el rostro de su amigo, tornarse rojizo—. Supongo que tienes razón —murmuró.

—Blonko, no le des la razón tan fácilmente. ¡Ni siquiera le he dicho que sí! —rebatió con nerviosismo el ex genio.

— ¡Oh, cariño!, eso ya es un hecho —respondió Masters completamente seguro.

 

Blonko solo reía, y claro, sin llegar a soltar la mano del Omega, que muy seguramente pasaría con él, hasta que su final llegará...

 

 

"El Preciado Deseo De Blonko" 

 

 

Ya habían pasado unos cuantos años desde lo sucedido. Desde una lámpara mágica, hasta la pelea con un malvado hechicero, y por supuesto, el conocer al amor de su vida que el destino decidió darle. 

Blonko aún recordaba todo lo que hacía unos años se le había entregado. Incluso con su amistad con aquel al que una vez fue un genio, se le dio una alianza entre reinos. Y ahora, Rook Blonko disfrutaba de las maravillas que la vida le había regalado.

Revonnah fue uno de los mejores deseos. Blonko más que nadie, sabía de lo injusto que había sido todo para las distintas razas de las bestias, y ver que aquel lugar se había vuelto una salvación para los suyos, era lo mejor. Y claro, por obvias razones, su boda se había pospuesto, incluso agradeció al Sultán Maxwell para que lo instruyera en el aspecto del reinar todo un pueblo. Pero ahora, Blonko no solo disfrutaba de un hermoso matrimonio, también habían maravillas -no hablando del dinero- que no cambiaría ni por tres deseos más, y justo ahora, escuchaba unos apresurados pasos acercarse y una de las tantas virtudes de las que no se arrepentía. 

 

— ¡Papá! —

 

Blonko sintió una gran alegría, cuando el pequeño niño -su adorable primogénito-, entraba con prisa para lanzarse hacia él y abrazarlo.

Raymond Rook, el pequeño príncipe de Bellwood y Revonnah, era tan parecido a su padre Omega, desde su piel ligeramente acanelada, hasta su cabello castaño y ojos verdes, pero claro, el pequeño era el más grande regalo que a Blonko le hubieran dado. 

El actual Sultán de Revonnah, dejó todo su papeleo para concentrarse en ese pequeño tan parecido a su amado Omega, y es que el pequeño Ray, podía ser no solo adorable -debido a sus tiernos cuatro años-, también llegaba a ser demasiado insistente si la situación lo ameritaba.

 

— ¿Qué sucede pequeño? —Blonko miró sonriente a ese pequeño. Su pequeño y adorable hijo.

—Mami no me deja ir a pasear, y lo había prometido —se quejó lleno de reproche.

—Le dije que no iríamos a pasear, hasta que hiciera sus deberes. 

 

Ambos Alfas -padre e hijo-, miraron al Omega en la puerta. Blonko sonrió como un bobo -algo que hacía cada que veía a su Omega-, y más al ver el vientre un tanto hinchado, prueba irrefutable, de que su segundo hijo se encontraba creciendo en el interior de su esposo.

Como todo buen esposo y sobre todo Alfa, inmediatamente se puso de pie, para ir justo donde su esposo se encontraba. 

 

— ¿Cómo amanecieron mis lindos Omegas? —

 

Ben solamente negó con diversión. Obviamente, aún no se sabía si el bebé sería niño o niña, y mucho menos si sería un Alfa o un Omega, aunque Blonko insistía en que sería un lindo niño y sobre todo, un Omega, y aunque deseaba confiar en que así sería -más que nada, porque con el primero fue certero-, la suerte y las coincidencias, no siempre iban a favorecer a ese esposo suyo. 

 

—Aún no sabemos si será un Omega —mencionó con diversión. Algo que a Ben le encantaba, era llevarle la contraria, y más cuando Blonko lo miraba con esos ojos brillosos. 

—Yo si lo sé, y lo supe también cuando estabas esperando a Ray —se defendió con reproche—. A todo esto, ¿cómo es eso de que no vas a pasear a Ray?... 

—Ese pilluelo no ha terminado con sus deberes, así que no esperes que sea benevolente —Ben se cruzó de brazos, mientras miraba con severidad a ese hijo suyo. 

—Blonko rió con diversión—. ¿No crees que eres muy estricto? —cuestionó, sin embargo, al ver la mirada de advertencia en su esposo, supo que no debía hacerlo enojar. 

—Raymond está en la edad en la que todo niño debe aprender lo esencial, desde las letras y números, hasta los colores y las costumbres, no es nada del otro mundo, así que no lo consecuentes Blonko. 

 

Blonko asintió ante lo dicho. Si bien, como Alfa, podría buscar la manera de convencer a su Omega, él no iba a hacer nada. Ben estaba en la etapa de embarazo en la que nada ni nadie le harían cambiar de opinión, y si se trataba de la educación de su retoño, era más que imposible. 

El Alfa se aseguró de mirar un tanto severo a su hijo, pues hasta el mismo sabía que Ray no tenía que hacer algo sumamente difícil, pues hasta en eso, Ben se había asegurado de no atiborrar al pequeño con todas las tradiciones dignas de un príncipe, claro que no. El Omega quería lo mejor para su hijo y eso incluía una infancia feliz y lo más normal que se le permitía a un Alfa de la realeza. 

 

—Pero es muy aburrido, y ni siquiera me deja hacerlo a mi manera —se quejó el niño, igual de enojado que su padre Omega.

—Obviamente los estudios no siempre serán divertidos, y menos si solo quieres colorear —rebatió el Omega de brazos cruzados—. Además, solo te faltan dos horas de estudio y si cumples con el horario completo, habrá paseo y postre para la cena, pero si no lo haces, bien puedes olvidarte de ambos. 

— ¡Pero yo quiero pasear! —se quejó con sus ojos acuosos, todo mientras miraba a su padre Alfa.

 

Rook miró a su hijo con ternura, pero aun cuando quería que su hijo tuviera lo que quería, sabía que no era para nada lo correcto. Guio su mirada a su esposo, y le sonrió, mientras le hacía una señal.

Blonko sabía de primera mano, que tener los estudios básicos, era algo de lo que muchos no podían darse el lujo, así que mientras estuviera con vida, sus cachorros tendrían todo lo que él no tuvo en su niñez.

 

—Raymond, solo has tus deberes. Mira que yo también los tengo, y aunque podría quejarme durante todo el día, eso no haría que mi trabajo disminuyera, por el contrario, tendría montañas interminables de papeleo y montones de personas para atender —se aseguró de ponerse a la altura de su pequeño y lo tomó con suavidad de los hombros—. Además, tú mismo dijiste que aprenderías como se debe, para enseñarle a tu hermano menor, ¿ya has cambiado de opinión?

 

Los ojitos verdes del pequeño Alfa brillaron con la sola mención de su futuro hermano menor. Miró a su padre con seguridad y una pose digna de un pequeño príncipe, para después acercarse a su progenitor y dar un pequeño beso donde su hermano crecía.

 

—Mami, voy a hacer mis deberes, tú mientras descansa. 

 

Blonko sintió su pecho inflarse de orgullo al ver el acto de su primogénito. Mientras que Ben veía sorprendido lo que las palabras de su esposo habían logrado.

 

—Eso sí fue inesperado —comentó el Omega—. Blonko, tienes un buen toque para convencer a los demás —Ben miró de manera picara a ese esposo suyo.

 

Blonko solamente negó ante lo dicho por su esposo, así que sin que su Omega se lo esperara, lo tomo en brazos y lo llevó directamente al gran sillón que se encontraba en su oficina.

 

—Cariño, conozco esa mirada, y también sé que en este punto del embarazo se te dan esa clase de antojos, pero aún es medio día y alguien podría entrar en cualquier momento —rió con diversión, al ver a su enfurruñado Omega cruzarse de brazos.

—Eres un aguafiestas —se quejó—. Y si sabes que es un antojo, ¿por qué no mejor quitarlo?, digo, muchos dicen que si no se les cumplen los antojos a sus parejas en estado gestacional, los niños tendrán la cara del antojo, ¿acaso quieres que nuestro pequeño hijo Omega quiera hacer cosas indebidas todo el tiempo?...

 

Ben sabía cómo jugar sus cartas. Todo el día estuvo con ese peculiar y vergonzoso antojo -tal vez por esa razón estaba malhumorado-, pero eso era algo que no diría ni con amenazas. Y al tener tan cerca a su pareja y a su hijo ocupado por las próximas dos horas, el Omega no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad, menos con el inadecuado lugar para saciar ese antojo.

No pasó mucho tiempo, cuando Blonko salió del lugar, solo para mandar a los guardias a custodiar desde otro ángulo y dejar en claro que nadie debía acercarse hasta que lo creyera pertinente. 

Y solo cuando el Omega sintió que su Alfa le quitaba la ropa de una manera demasiado rápida -sin llegar a lastimarlo-, supo que había ganado lo que quería.

 

—Has ganado toda mi atención Omega —murmuró, a la vez que mordía con cuidado la oreja de su pareja.

—Pues date prisa Alfa, porque hace rato que ando insatisfecho —respondió Ben de la misma manera.

 

~.o0o.~

 

Danny veía sumamente alegre a sus dos hijos. Jamás pasó por su mente, que lograría casarse con su destinado y mucho menos, lograr formar una familia, así que teniendo todo lo que alguna vez anhelo, estaba completamente seguro que no lo cambiaría ni por tres deseos.

Sonrió con ternura, cuando vio al menor de sus hijos dar unos cuantos pasos antes de caer de sentón. No era nada raro, si el pequeño todavía acababa de cumplir su primer año.

 

— ¡Mamá!...

 

Daniel tuvo que salir de su ensoñación, cuando escuchó el llamado insistente de su hija. La infante de cinco años, miraba con reproche a su progenitor, y el Omega se sintió apenado por no haberle hecho caso mucho antes.

 

— ¿Qué necesitas Dayane? —le pregunto con una sonrisa.

—Dije que quiero pasear en familia —respondió con seriedad. 

 

Danny no podía dejar de pensar en el gran parecido que su primogénita tenía con su esposo. Especialmente, cuando la pequeña Dayane era demasiado madura para su corta edad. 

Sin embargo, su mirada se tornó apenada, pues no podría cumplir demasiado pronto aquella petición. 

 

—Eso no se va a poder pequeña —murmuró—. Tu padre estará ocupado a lo mucho, una semana más —respondió afligido. Vio con cierta gracia como su hija se cruzaba de brazos y lo miraba de una manera un tanto retadora—. No me mires así jovencita, que no es mi culpa —mencionó queriendo haberse escuchado severo, pero hasta él reconocía que la niña era la princesita del lugar.

—Él me prometió pasar más tiempo conmigo —murmuró, mientras veía al pequeño que se había robado toda la atención—. ¡Es su culpa! —dijo rencorosa, mientras veía al bebé.

—Eso no es verdad Dayane —respondió Daniel con prisa. Sabía que Dayane tenía cierta rivalidad con su hermano menor, pues anteriormente ella recibía toda la atención, pero con la llegada del bebé y el trabajo acumulado de Vlad, obviamente ya no había tanta atención, y terminando de aumentar esos problemas, sus dos hijos habían nacido Alfas, algo que sin duda dejaría loco a Danny—. Dante es solamente un bebé cariño, es obvio que necesita más cuidados que una linda niña como tú —con cariño acarició la mejilla de la infante, quien por cierto, ahora solamente lo miraba a él—. En cuanto a tu padre, él dejó demasiado tiempo su trabajo y se le fue de las manos cuando vio cuantos papeles debía firmar, hija, él es el rey de este lugar, es más que obvio que debe ver por el reino.

— ¿Y yo qué? —preguntó con sus ojitos brillando, amenazando con llorar—. Desde que Dante nació, tú y él no me prestan atención.

—Tal vez tengas razón —murmuró apenado—. Pero eso no quiere decir que no te queramos, así que deja de llorar y alístate, porque nosotros tres iremos a pasear, ¿te parece?...

— ¿Y papá?, ¿él no puede ir? —cuestionó.

—Por el momento no pequeña, pero en cuanto él termine sus pendientes, lo obligaremos a darnos el mejor paseo.

—Dayane sonrió encantada—. Entonces iré a alistarme.

 

El Omega pudo por fin respirar con normalidad, cuando vio que había logrado calmar a su hija. Rápidamente tomó en brazos al menor de sus hijos, pues ahora también debía alistar al bebé para el paseo que tendrían ese día.

 

—Pobre de ti Blonko, porque dos hijos te van a complicar más las cosas —murmuró más que divertido. Puede que ahora él estuviera algo atareado y lidiando con los celos de su hija, pero al menos, muy pronto, su amigo también sentiría lo que él siente justo ahora.

 

~.o0o.~

 

Ya era de noche, y Blonko no podía dejar de ver a su Omega arropando a su pequeño hijo. Raymond había caído completamente rendido, después del paseo en familia. 

El Alfa se sentía sin duda, demasiado dichoso de poder tener más de lo que había pedido. Sintió que alguien jalaba levemente su capa, y solamente sonrió al ver justo allí a Spider y a Rath, ambos igual de encariñados con su primogénito, ¿quién hubiera imaginado que Spider le tomaría tanto cariño a un pequeño niño?...

 

—Supongo que ustedes dos están ansiosos por entrar a dormir, ¿no?...

 

Ben solamente sonrió en lo que hacía una señal con su mano para que hicieran silencio. La pareja sabía que Raymond solamente podía dormir con completa tranquilidad si Spider y Rath le hacían compañía, y esos dos sabían aquello, no por nada, en las noches se aseguraban de recordarles.

 

—Bien, bien, ambos pueden pasar a dormir, pero asegúrense de no hacer ruido a mitad de la madrugada, porque Ray tiene que despertar temprano para tomar su desayuno y comenzar con sus estudios —sentenció el Omega con seriedad. Ya iban dos ocasiones en que esos tres despertaban y se la pasaban jugueteando hasta caer rendidos nuevamente.

 

Spider bajó la cabeza apenado, mientras entraba a la habitación, mientras que Rath solamente le pasaba de largo, como si no le hubiera importado en lo absoluto lo que su amo le hubiera dicho, aunque claro está, planeando cumplir con lo que Ben había pedido.

Blonko solamente rió por las reacciones de aquel par, sin embargo, decidió llevarse a su esposo a su habitación, y dejar dormir a esos tres. Dio una última mirada a su dormido hijo, y sonrió con gusto, sin duda alguna, ese pequeño y el que venía en camino, eran el mayor tesoro que su Omega le había dado.

 

— ¿Recuerdas cómo fue que Ray llegó a nuestras vidas? —cuestionó sonriente. El Alfa recordaba haberse puesto sumamente protector al enterarse que prontamente sería padre, así como también la inmensa emoción que sintió.

—Obviamente lo recuerdo —respondió Ben con una sonrisa—. Aunque también recuerdo que cierto Alfa terminó por desmayarse, en lugar de darme apoyo moral —mencionó con cierto rencor, pues aquel esposo suyo, terminó por desmayarse, ni bien su hijo había comenzado a nacer—. Solamente espero que no hagas lo mismo con este bebé.

 

Blonko solamente vio apenado a su Omega. Recordando también aquel penoso actuar el día del nacimiento de su primogénito. 

El Alfa recordaba con suma vergüenza que justo cuando su esposo estaba logrando llegar al fin del parto, terminó por marearse, pero al escuchar a la partera decir que su hijo ya estaba por salir, Blonko terminó por desmayarse. Y por supuesto que al despertar, no sólo quedó más enamorado de su Omega, también recibió un gran repertorio de insultos por haberlo dejado solo.

 

—Prometo que con este bebé, las cosas serán diferentes —mencionó con una nerviosa sonrisa, solamente esperaba poder cumplir esa promesa.

—Ben lo miró con diversión—. Más te vale Blonko —añadió con burla—. Ahora, se bueno y tráeme una rebanada de la tarta de arándanos que amablemente prepararon el día de hoy.

 

Blonko asintió más que encantado a los antojos de su Omega, claro, antes decidió acompañarlo directo a la habitación que compartían y se aseguró de ayudarlo a sentarse en la cama.

 

~.o0o.~

 

Los siguientes meses pasaron demasiado rápido, y aunque en algunas ocasiones, a Blonko le sentaron demasiado apresurados, justo ahora estaba más que agradecido con el pasar del tiempo.

Justo ahora, cargaba con el mayor cuidado posible a su recién nacido, segundo hijo, y aunque le hubiera encantado la idea de burlarse de su esposo por haber tenido la razón, no lo hizo por el simple hecho de ver la hermosura que justo ahora descansaba en sus brazos.

 

—Parece que tú ganaste Blonko —murmuró con cansancio el Omega—. Incluso se me hizo raro que no te burlaras por tu victoria. Nuestro segundo hijo si es un Omega.

 

El Alfa solamente negó sonriente, mientras se acercaba a su agotado Omega. De reojo, miro a su primogénito asomar su cabecita por la gran puerta que daba paso a su habitación, pues al parecer, Ray estaba demasiado ansioso por ver como se encontraban su “madre” y hermano menor.

 

— ¿Qué esperas Raymond?, tu hermano menor desea conocerte —mencionó Ben con agotamiento.

—Es cierto eso Ray. Tú eras el que más ansioso esperaba la llegada de Sam —añadió Blonko sonriente.

 

El pequeño Alfa asintió algo inseguro. Recuerda que hacía un mes atrás, el amigo de su padre había llegado con sus dos hijos, y la maliciosa de Dayane Masters le había dicho que la llegada de un nuevo bebé significaba que toda la atención que antes era para él, se la llevaría justamente el nuevo bebé.

Ray incluso ahora se sentía mal por hacerle caso a la niña, más cuando la conocía a la perfección, pero al ver que en una que otra ocasión Dayane llamaba a su padre Omega y que este no le hacía mucho caso debido al bebé en sus brazos, sintió que debía creerle. Así que no fue nada raro, que nervioso y más que nada, algo titubeante, se adentrara a la habitación de sus padres, para al fin conocer al que le robaría toda la atención.

Al verlo, pensó en lo equivocada que estaba Dayane, pues su hermanito apenas sintió su mano cerca, apretó su dedo índice de manera inmediata. Los ojitos de Ray brillaron fascinados, prometiéndose a sí mismo, no permitir que ningún ser se atreviera a hacerle daño a ese pequeño y hermoso ser.

 

—Es muy hermoso —mencionó encantado.

—Obviamente debe serlo, si se parece a tu mamá —respondió Blonko con autosuficiencia.

—Eso es muy tierno —murmuró Ben.

—Ray asintió de acuerdo con su padre—. No es como el feo hijo del señor Daniel —añadió el pequeño Alfa con demasiada seguridad—. Sam es sin duda alguna, el bebé más hermoso del mundo.

— ¿Ya oíste eso Blonko? —preguntó divertido el Omega.

 

Blonko solo pudo reír ante esas palabras. Sabía que su hijo andaba algo distante después de la visita de Danny y sus hijos, y conociendo lo maliciosa que era la pequeña Dayane, seguramente había inculcado ideas equivocadas a su hijo.

Lo más gracioso, era que el mismo Danny había mencionado que muy probablemente Ray se pondría demasiado caprichoso con la llegada de Sam, pues Dayane había hecho exactamente lo mismo, pero le tranquilizaba ver que no había sido el caso. Tal vez Dayane tenía cierta rivalidad con el pequeño Dante, debido a que ambos eran Alfas, por suerte para él y Ben, Sam había nacido Omega y Ray era un Alfa dispuesto a proteger a su hermano menor.

 

—Eso no te salva de los problemas Blonko.

 

El Alfa miro a su esposo con rareza, pero supuso que el Omega había descubierto lo que pensaba minutos atrás.

 

— ¿Qué quieres decir? —quisó saber.

—Que muy seguramente creíste que al nacer como Omega, Sam no te daría problemas con la rivalidad entre hermanos, pero debo recordarte que algún día, un Alfa querrá a su lado a un lindo Omega como lo es Sam —Ben odiaba perder, así que si bien, Blonko gano la apuesta de lo que su segundo hijo sería, él podía picar un poco el lado Alfa de ese esposo suyo.

— ¡Eso jamás pasará!...

 

Ben no pudo evitar reír. La verdad, sabía que justamente, esa sería la reacción de su esposo, pero no espero que su hijo actuara de aquella manera.

Los Alfas miraron mal al convaleciente Omega, quien no podía parar de reír por su reciente actuación. Sin embargo, fue el mismo bebé, el que apaciguo su mal humor, pues demandaba la entera atención de su “madre”.

Con cuidado, Blonko entrego al bebé en los brazos de su Omega. Ben comenzó a mecerlo, para calmar los gimoteos del bebé, quien paro casi de inmediato su reciente berrinche.

 

—No te preocupes Sam, no voy a permitir que te asfixien en la protección esos dos —mencionó divertido.

 

El más pequeño de la familia se permitió tomar una pequeña siesta, justo después de que su “madre” dijera aquello. Y antes de que Blonko y Ray dijeran algo en contra, Ben se aseguró de enviarles una mirada llena de advertencia.

No paso mucho para que el Omega mayor cayera rendido, así que Blonko se aseguró de tomar al bebé en brazos y ponerlo en la cuna que tenían más que lista, justo al lado de la gran cama. Y justo después de acomodar a su bebé en la cuna, se fijó que su primogénito había comenzado a cabecear. No dudo ni un solo segundo en cargar al niño, y acostarlo, justo en medio de la cama.

Solo por esa noche, se aseguraría de mantener a su lado a toda su familia, así que de manera rápida y silenciosa, se alisto para dormir y se acomodó en el espacio que quedaba.

Obviamente no podría dormir por esa noche, pues sabía que su Omega aún estaba convaleciente por el parto, y sabía que su bebé, lloraría en cualquier momento por cualquier cosa que lo aquejara. Como buen Alfa que era, se aseguraría de atender las necesidades del par de Omegas, y por supuesto, velar el sueño de sus más grandes tesoros.

Divertido, escucho que arañaban la puerta, así que decidió dejar pasar a ese par de ansiosos, claro, dejando en claro que debían guardar silencio. Vio complacido, que tanto Rath como Spider se acomodaron en el gran almohadón que estaba justo frente al gran ventanal de la habitación, al parecer ambos recordaban como era Ray de bebé, y lo que menos querían, era que el nuevo integrante de la familia, comenzara a llorar.

 

— ¿Puedes creerlo Spider?, hace algunos años, jamás hubiera imaginado tener tanto, y ahora, estoy por completo seguro, que no lo cambiaría por nada.

 

Spider solamente asintió entre leves gruñidos. Él tampoco hubiera imaginado que su modo de vida, daría un gran giro, y todo para mejor. Tampoco hubiera imaginado que quedaría demasiado encantado con un niño, aunque tanto él, como Rath, concordaban en que Raymond era demasiado genial, incluso pensaban en que era el mejor niño del mundo, y lo pensaban aún más, cuando la pequeña princesa Masters llegaba de visita.

Y aunque querían seguir recordando lo bueno de la vida, el llanto de cierto bebé, había mandado lejos sus pensamientos.

 

—Al parecer, alguien ya tiene hambre —murmuró Blonko resignado.

 

De reojo vio que su esposo e hijo siguieran durmiendo. Y aunque le hubiera encantado que Ben le diera de comer al bebé, decidió que mejor le pedía ayuda a la encargada de la cocina, quien seguramente ya estaba esperando por ese momento, no por nada, hizo lo mismo cuando Ray nació.

 

—La señora Moira seguramente ya te tendrá preparado un biberón —le dijo divertido a Sam.

 

Tal vez su vida había iniciado de una mala manera. Sin padres, sin dinero, sin suerte, pero todo eso cambio, justo después de conocer a su Omega destinado.

Tal vez en un principio se creía menos que Ben, pero fue su Omega el que le dijo que podía ser más. Incluso el que fue su primer amigo, le había dicho que su manera de ser era lo que lo hacía especial.

Blonko siempre recordaba lo que había hecho mal, pues ese recuerdo era lo que lo impulsaba a ser mejor y tratar de no cometer errores, especialmente ahora que era padre. Él quería lo mejor para sus hijos, y eso era enseñarles valores, y siempre estar para ellos.

Tal vez fueron tres simples deseos los que lo llevaron a esa hermosa situación, pero ahora con todo lo que tenía, estaba más que claro, que si algún otro día, una lámpara se le apareciera, no pediría nada más, porque Blonko, ya tenía todo lo que su corazón una vez deseo.

Blonko era feliz con su familia, amigos y al ver que ya no había pobreza en ninguno de los dos reinos.

Era feliz, porque Rook Blonko, ya no necesitaba ocultar quien era realmente. Era feliz, porque tenía más de lo que hubiera imaginado.

Blonko era feliz, y no necesitaba ni un solo deseo más.

 

Fin°~

Notas finales:

Espero que este capítulo les haya gustado y… ¡Sorpresa! xD

Como recordarán en “¡¿Mi Hijo?!” les deje tres extras justo después de concluir, aunque en este caso, les dejaré un extra de lo que será el final definitivo de “Blonko” (con el lemon que prometí en este), y una historia aparte de lo que será el hubiera de Kevin, así que aún seguimos con un último capítulo para esta historia, junto con otra sorpresa que les revelaré más adelante :D

Pero bueno, ¿qué les parecieron los hijos?, la verdad, les tome cariño a esos personajes en mi otro fic, incluso cambie el nombre “Raimundo”, por “Raymond”, suena hasta mejor :D

Y no se preocupen, les traeré lo que falta, antes del 20 de diciembre. Posiblemente el último capítulo se los deje en lo que falta de la semana o inicio de la otra ;)

En fin, nos leemos pronto

Chau chau (^3-)/


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