En el fondo de la tienda, un niño de rostro pálido estaba de pie mientras otra bruja le ponía alfileres en la larga túnica negra. Era el niño más bonito que Harry había visto en su vida. Y Harry había visto muchas niñas bonitas, pero este niño no tenía comparación con ninguna y no es que el niño pareciera mujer sino todo lo contrario, era obvio que era un hombre pero el más hermoso del mundo. Harry desvió la mirada avergonzado. Madame Malkin lo puso en un escabel al lado del otro, le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.
-Hola -dijo el muchacho que miro a Harry con mucho interés-. ¿También Hogwarts?
-Sí -respondió Harry.
-Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas -dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras pero Harry logro distinguir un rubor rojo en sus mejillas.- Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera.
A Harry recordaba a Dudley y eso lo molestaba
-¿Tú tienes escoba propia? ¿Juegas al menos al quidditch? -continuó el muchacho.
-No -dijo Harry preguntándose qué diablos sería el quidditch.
-Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar?
-No -dijo Harry, sintiéndose cada vez más tonto.
-Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. -¡Oye, mira a ese hombre! -dijo el chico, señalando hacia la vidriera de delante.
Hagrid estaba allí, sonriendo a Harry y señalando dos grandes helados, para que viera por qué no entraba.
-Ése es Hagrid —dijo Harry, contento de saber algo que el otro no sabía- Trabaja en Hogwarts.
-Oh, he oído hablar de él. Es una especie de sirviente, ¿no? Es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.
-Es el guardabosques —dijo Harry. Cada vez le molestaba más su actitud. -Creo que es estupendo -dijo Harry con frialdad.
-¿Eso crees? ¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres?
-Están muertos -respondió en pocas palabras. No tenía ganas de hablar de ese tema con él.
-Oh, lo siento -dijo el otro, avergonzado y por un momento volvió a mirarlo a los ojos- Pero eran de nuestra clase, ¿no?
-Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres
-Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros ¿no te parece?-Dijo el muchacho con algo de alivio en su voz al saber que sus padres habían sido magos.- Y a propósito, ¿cuál es tu apellido?
-Ya está listo lo tuyo, guapo.- Madame Malkin dijo antes de que Harry pudiera contestar
Harry miro al niño sin saber bien que decir
-Bien, te veré en Hogwarts, supongo —dijo el muchacho mirando de nuevo a Harry
-Seguro.
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Otra vez se abrió la puerta del compartimiento, pero esta vez no era Neville, ni Hermione Granger. Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame Malkin. Miraba a Harry con mucho más interés que el que había demostrado en el callejón Diagon y Harry sin saber porque volvió a ponerse rojo
-Por todo el tren están diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?-Habia una enorme sonrisa en la cara del muchacho
-Sí -respondió Harry. Observó a los otros. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares. Situados a ambos lados del chico pálido, parecían guardaespaldas y se sintió celoso no poder de no ser uno de aquellos
-Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el muchacho pálido, al darse cuenta de que Harry los miraba-Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy
Ron dejó escapar una débil tos, que podía estar ocultando una risita. Draco (dragón) Malfoy lo miró con el rostro enrojecido que supo ocultar muy bien y Harry vio cómo su sonrisa cambiaba a un rostro de apatía
-Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? No necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener. -Se volvió hacia Harry. —Muy pronto descubrirás que algunas familias de magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry; pero Harry no la aceptó. Tal vez Draco no lo sabía pero Harry tenía más parecido con Ron y su acusación lo había molestado
-Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los indebidos, gracias -dijo con frialdad.
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado apareció en sus pálidas mejillas y el niño que había conocido en la tienda de túnicas desapareció.
-Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
Harry se quedó en shock hasta que Ron se levantó con el rostro tan rojo como su pelo.
-Repite eso -dijo.
-Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? -se burló Malfoy.
-Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, con más valor que el que sentía, porque realmente no se sentía con el valor de poder golpear a Draco.
-Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece que todavía tenéis algo.
Goyle se inclinó para coger una rana de chocolate del lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible. Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle, con los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos. Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor, hasta que, finalmente, Scabbers salió volando, chocó contra la ventanilla y los tres muchachos desaparecieron. Tal vez pensaron que había más ratas entre las golosinas, o quizás oyeron los pasos porque, un segundo más tarde, Hermione Granger volvió a entrar.
-¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola.
-Conocías ya a Malfoy?
Harry le explicó el encuentro en el callejón Diagon sin decirle que al principio le había parecido buena persona
-Oí hablar sobre su familia —dijo Ron en tono lúgubre—. Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que los habían hechizado. Mi padre no se lo cree. Dice que el padre de Malfoy no necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro.
Harry se lo pensó unos momentos. Draco tenía su misma edad lo que significaba que tan solo tenía 1 año o menos cuando todo lo de Voldemort había pasado, entonces ¿Qué culpa tenia Draco de lo que había hecho se familia? De lo único que Harry podía culparlo era de su comportamiento en el vagón del tren.
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-¡Chico idiota! -dijo Severus con enfado a Neville haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no? Neville lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz. -Llévelo a la enfermería -ordenó a Seamus.
Luego se acercó a Harry y Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville.
-Tu, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor
Severus Snape sabía que lo que hacía era completamente injusto pero se dejaba llevar. Harry le recordaba tanto a James Potter que no evitaba desquitarse con el chico.
Cuando las clases de ese día finalizaron Severus se dirigió a su habitación, había sido mucho más difícil de lo que había pensado. Creía que todo estaba enterrado en el pasado pero estaba equivocado. Abrió la puerta de su habitación para encontrar calma pero en su lugar encontró a Lucius Malfoy sentado elegantemente con un libro de pociones en sus manos.
-Tardaste- dijo Lucius. En esos momentos Severus se arrepintió de inmediato de darle acceso a su chimenea personal, ahora sabía que, con Draco en Hogwarts el tan protector Lucius pasaría más tiempo en el colegio que en casa.
-¿No tienes algún negocio que atender?-pregunto y Lucius negó con la cabeza-¿Una esposa en casa a la cual cuidar?
-Sabes tan bien como yo que Narcissa es capaz de cuidarse ella sola. Además estoy aquí para cuidarte a ti mi queridísimo amigo
Severus encarno una ceja
-Recibí esto de Draco hoy-Lucius levanto un sobre con una carta-Me ha contado casi todo y sobre todo lo mal que se lleva con el niño que vivo, Harry Potter. Pero hoy su maestro favorito de posiones y además padrino, le ha dado su merecido a la gran celebridad.
Severus rodo los ojos, sabia a donde iba Lucius con todo esto no por algo había durado su amistad tanto tiempo.
-¿Y?
-¿Qué quieres que te diga Lucius?
-Uno pensaría que eras lo suficiente maduro para no tomártela contra un niño- Lucius Bufo
-Vete Lucius. Estoy cansado
Lucius se levantó tomo una copa de cristal, sirvió en ella wisky de fuego y se la ofreció a Severus antes de marcharse.
Cuando por fin se encontró solo Severus se dejó caer en la silla donde antes estaba Lucius y le dio un gran trago al wisky en su mano. Claro que su gran amigo tenía razón, no podía tomársela contra un niño incrédulo y libre de toda culpa. Pero no lo había podido evitar. Al momento de ver al niño Potter recordó sin duda a su padre y con el todo su resentimiento y odio.
Odio como a nadie a James Potter por abandonar a Regulus y utilizar a Lili para su beneficio.