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DC. Nuestro Secreto {Olivarry} por amourtenttia

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 EXTRA 05
 
Título alternativo:
De cuando Joe West se enteró del compromiso de su hijo mayor.
 
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Cuando Barry le comentó a su padre que planeaba vivir solo Joe no pudo oponerse. Estaba demasiado orgulloso de él para ese entonces. Allen había crecido para convertirse en un hombre fuerte e independiente, de valores claros y personalidad radiante. Era todo lo que siempre deseó, y, lo mejor de ello, es que Barry era feliz siéndolo. Esa noche lluviosa el patriarca del hogar no pudo más que desearle suerte, y esperar a que, si llegaba a ser necesario, Barr recordara que, indudablemente, esa casa seguía siendo también su hogar.
Había pasado casi un año desde eso.
Iris se había mudado igualmente. Era una mujer segura de sí misma. Y siempre buscaba su independencia. Tal como con Barry, Joe no armó ningún escándalo cuando esta abandonó la casa, ni tampoco se alarmó cuando ella le confesó que no era la vida que estaba esperando.
Contrario a Barry, Iris regresó a casa al cabo de una temporada.
"Es bueno saber que puedo mantenerme por mi cuenta, pero... me siento sola ahí"
Joe comprendía perfectamente la sensación.
Luego de que ambos muchachos dejaran la casa se había sentido terriblemente nostálgico. Wally se había mudado con él luego de algún tiempo, pero, luego de que regresara a la universidad, pasaba muy pocas horas en casa.
Quizá fuera la edad, pero Joe West resentía demasiado la ausencia de sus pequeños.
Cuando su única hija regresó se alegró tanto que inclusive les invitó a cenar esa misma noche. Solo dos de sus pequeños se presentaron ese día. Y, Joe mentiría si dijera que eso no le afectó.
—Tranquilo, papá... Él debe estar bien...—había mencionado Wally, cuando notó la mirada perdida del mayor mientras servía la cena.
Su padre negó un poco, y sonrió apenas.
—Tienes razón... Debe estarlo.
Iris le sonrió ampliamente, con mirada triste.
No le gustaba ver sufrir al hombre que la amaba más en el mundo.
—Conociéndolo como lo conozco... No dudo que regresará a casa también... Somos demasiado dependientes...
Joe desearía que esas palabras no le hubiesen hecho sentir tan bien.
—Tienes razón... Pero, si realmente no soportara estar solo, ya debería haber regresado, ¿no es así?
Iris fulminó al menor con la mirada, y miró a su padre, lucía demasiado triste para su gusto.
—Dudo que lo haga tan fácil... Barry nunca ha soportado la idea de decepcionarte.
Con aquello dicho, el mayor tomó una decisión firme. Intercambiaría una palabra o dos con el mayor de sus muchachos. Con el ánimo regresando a su cuerpo sonrió sinceramente y agradeció las palabras de ambos.
—Hablaré con él... No vaya a ser que esté pensando en que no le daría la oportunidad de regresar de nuevo—dijo, riendo.
Podría entenderlo si era de ese modo.
—Pero basta de ello... Esto es una celebración... Quizá falta uno, pero, el resto de la familia reunida... ¡Es un gusto tenerlos de regreso!
Los hermanos sonrieron entonces, y no se tocó el tema de nuevo durante lo que quedaba de la cena. Joe disfrutó enormemente de la reunión con sus hijos, y los tres acordaron que, al menos una vez a la semana, aquella reunión debía repetirse.
La semana siguiente pasó demasiado rápido para el mayor.
No había encontrado el momento adecuado para hablar con el castaño sobre lo que quería. Estuvieron demasiado ocupados con robos y metahumanos, y combinaciones demasiado familiares de estos.
Navidad pasó. El año nuevo pasó.
El tiempo pareció correr a una velocidad mayor que el propio castaño, y cada día que pasaba se notaba cada vez más ansioso. Finalmente, un día 07 de febrero logró interceptarlo durante sus horas laborales. Barry lo abrazó en cuanto cruzaron palabra.
—¡Siento que han pasado años! —mencionó emocionado el menor
Joe le miró con la ceja alzada y un claro signo de inconformidad.
—De eso quería hablarte precisamente, jovencito.
Y el chico se sintió automáticamente en problemas.
Comenzó a tartamudear cosas que el moreno no logró entender. Hablaba demasiado rápido y, sinceramente, no estaba de humor para oír excusas.
"Starling. Él... Viaje... Flashpoint... Lo siento. Fue todo tan inesperado"
Quizá si hubiera puesto atención a eso, los recientes eventos no le habrían tomado tan de sorpresa.
—Sh. No. No tienes excusa para esto..
—No es relevante. Entiendo—musita, quedándose serio.
—No te crie para que evadas a tus mayores, Bartholomew.
El menor se quedó callado de pronto, mirándolo con ojos abiertos como platos. Joe le sonrió tranquilizador entonces, y volvió a abrazarlo.
—Hijo... He estado hablando con tus hermanos... Y quiero que sepas que las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti.
Allen tembló ligeramente.
—Oh Joe...
—Puedes volver a casa cuando quieras... Los chicos y yo hemos acordado cenar juntos un día a la semana, podrías ir y quedarte si quieres.
El menor asintió, mientras respira con cierto moqueo.
Demonios. Nunca hubiera imaginado que sería así.
Él estaba preparándose aún para esa charla.
—No pensé que lo tomarías tan bien—admite el castaño, alejándose de los brazos del mayor, este sonríe.
—Hey, nunca podrías decepcionarme... Hagas lo que hagas, eres mi hijo, y siempre estaré orgulloso de ti.
Barry sonrió tan genuinamente encantado que Joe se sintió increíblemente feliz de pronto.
—Pasaré por allá mañana mismo, si está bien para ti.
West le miró algo extrañado.
—¿No es demasiado pronto? Tienes muchas cosas que empacar aún... Pero, teniendo tu velocidad, bueno, no sería demasiado extraordinario que te aparecieras de regreso hoy mismo...
Allen le miró ahora sin comprender.
—Joe... ¿Exactamente de qué estamos hablando?
El mayor le miró con un claro gesto de obviedad.
—De que puedes volver a vivir a casa de inmediato, Barr—respondió con simpleza
—¿Qué? ¿Por qué? Joe... No sé de dónde has sacado eso, pero... No estaba planeando volver a vivir contigo...
Tan pronto como esas palabras salieron de su boca se arrepintió de haberlo dicho. La tristeza en los ojos del mayor se hizo demasiado obvia. Frunció los labios un segundo y luego dijo:
—Pero iré a cenar mañana... Si sigues de acuerdo con eso.
—¿Eres realmente feliz ahora? —preguntó Joe, sin poder evitarlo.
Le resultaba extraño.
Desde que había llegado a casa siempre pensó en cuál difícil sería para el castaño adaptarse a una vida adulta. Era tan apegado a él, incluso a Iris... ¿Cuándo había crecido tanto? ¿Dónde había quedado ese niño que no podía dormir sin que le dijera buenas noches? ¿Qué había pasado con su pequeño Barry, que temía incluso dormir solo?
El menor se encogió de hombros, nervioso.
—Lo soy, Joe... No debes preocuparte por mí, lo juro.
Aunque intentó que eso lo consolara, esto pareció generar lo contrario. El detective torció los labios apenas, y asintió. Barry no supo que decir para remediar ese gesto.
—Entiendo... Solo... No vuelvas a faltar a la cena familiar, ¿de acuerdo?
Barry asintió.
—Eres un hombre ahora, está bien... Pero, ¿podrías no dejar tan abandonado a tu viejo?
El menor sonrió ligeramente, y Joe lo hizo como reflejo ante esto.
—Discúlpame... No volverá a pasar... No es necesario que prepares nada... Yo llevaré la cena—prometió, seguro.
—Barr, no podemos comer solamente pizzas cada vez que llegas.
Fingió ofenderse.
—¿Quién ha dicho que llevaré pizzas? Estás dudando seriamente de mis habilidades culinarias...
—No tienes habilidad para eso, acéptalo.
Ambos rieron a carcajadas, y continuaron hablando un poco más. Joe solamente aceptó la oferta del menor cuanto este prometió llevar algo delicioso en caso de que su intento de cena fallara. El mayor casi podía imaginarse devorando una hamburguesa la noche siguiente.
No fue así.
La familia West se reunió unos minutos antes de la hora acordada, y, unos segundos antes de las 9pm, Barry Allen tocó el timbre. Joe fue quien lo recibió en la puerta, y lo abrazó con fuerza mientras le hacía pasar. Iris y Wally lo saludaron después, y fue la morena quien alzó una ceja cuando vio el refractario en manos del castaño.
—Realmente intentaste prepararnos algo. Wow... Me siento honrada. Y asustada... Quizá principalmente asustada. ¿Deberé sacar una cita desde ahora con el médico? —se burló ella, divertida.
Tanto padre como hijo aguantaron la risa.
—Muy graciosa, Iris... ¡Pero no va a ser necesario! Esta es una receta especial...—respondió Barry, colocando la bandeja perfectamente cubierta en la mesa con cuidado— Sigue caliente, no tiene mucho que salió del horno...
Los otros asintieron, y pronto se acomodaron en la mesa mientras el castaño servía con tanto esmero que parecía que siguiera una especie de guion. Cuando los West estuvieron ya acomodados Barry procedió a desenvolver la cena.
—Oh por Dios...—exclamó Iris sorprendida
—Demonios. —musitó Wally, incrédulo
—Barr, sabes que no te voy a juzgar solo... ¿Realmente es casero?
—Todo es casero—afirmó orgulloso el castaño, mientras comenzaba a repartir cada porción.
Los halagos sobre el sabor no faltaron, y el pecho del castaño se infló a cada uno de estos. Charlaron como no hacían en mucho tiempo y brindaron con una copa o dos de vino. Cuando terminaron Barry se ofreció a lavar los platos, pero el mayor prefirió que los dejaran para el día siguiente. Cada uno se encamino a sus respectivas habitaciones.
Mientras subían, Barry miró los pequeños cambios. Algunas fotos nuevas por aquí y por allá. Y se sintió algo culpable por no salir en las más recientes. Joe abrió la puerta frente a ellos, su antigua habitación.
—Todo está tal cual lo dejaste—afirma, y Barr sonríe.
—Gracias, Joe...
—Hasta mañana, Barr.
—Hasta mañana.
Cuando el sol alumbra a través de la ventana del padre de la familia este se levanta con pereza de la cama. Se da un baño mientras su cuerpo poco a poco va reponiéndose. Cuando sale de su habitación el inconfundible olor a huevos revueltos llega a sus fosas nasales. Baja con cuidado y se encamina a la cocina extrañado.
—Creí que habías dicho que no cocinarías aquí de nuevo.... ¿Barry?
La expresión de sorpresa en Joe no puede ser descrita. Él estaba completamente seguro de que era Iris quien había decidido sorprenderlos preparando el desayuno. Era la única que madrugaba de los cuatro. ¿Cómo era posible que el más perezoso de ellos hubiese despertado antes que todos?
—Buenos días, Joe... ¿Iris está huyendo de la cocina de nuevo? Creo que comienzo a entenderlo... Ver los platos acumulándose provoca pesadillas—afirma— Por favor, siéntate... El desayuno casi está listo.
El moreno no responde, simplemente sigue sus instrucciones. Se acomoda en su lugar, y lo observa hacer y deshacer en la cocina con una facilidad que no le conocía. El castaño está lavando los platos de la noche anterior, y cuando termina, puede notar que seca sus manos para luego tomar algo que había quedado olvidado en la repisa.
¿Qué demonios?
—Papá, no tenías que haberte mol... ¿Barry?
En un gesto que claramente ha heredado de su padre, Iris mira al castaño sin creer lo que tiene en frente. Wally se les une minutos más tarde, y solo sonríe complacido en cuanto nota que alguien finalmente se ha decidido a hacer el desayuno.
Los cuatro desayunan en silencio, los menores demasiado sorprendidos por el gesto del invitado y el mayor todavía dándole vueltas a lo que sus ojos han observado.
Tanto Iris como Wally deben salir minutos más tarde. Uno por estar llegando tarde a clase, y la otra por una llamada de su jefe. Se despiden dejando el plato a medio comer y corren hasta la puerta mientras se disculpan.
En cuanto la puerta se cierra Barr puede notar con mayor intensidad la mirada fija de Joe West sobre su persona.
—Así que... ¿Te gustó el desayuno? — pregunta, tratando de aligerar el ambiente.
El moreno solo le observa fijo, y alza una ceja.
—¿Hay algo que quieras decirme, Barry?
El castaño boquea como pez fuera del agua.
Lo sabe. Oh, claro que lo sabe.
Antes de que pueda decir nada, el teléfono del menor suena. Barry no ha alcanzado a oírlo, demasiado perdido en sus pensamientos como para tomar el móvil a tiempo.
Joe no puede evitarlo.
Es un padre celoso, después de todo.
Atiende la llamada en cuanto distingue el nombre en la pantalla.
No es un nombre, pero es suficiente para que sepa que es esa persona.
La persona que les está alejando de Barry.
—¿Barr? ¿Estás bien? No contestaste ningún mensaje luego de que te fueras...
Todo pareció pasar en cámara lenta para el castaño entonces. La forma en que la expresión de Joe pasó de una seriedad absoluta a la infinita sorpresa. Se levantó para tomar el teléfono, pero sus poderes parecieron querer jugarle una mala pasada. Cayó sobre la mesa mientras Joe se ponía de pie con el móvil en mano.
—¿Oliver Queen?
—¿Detective West?
Barry se rindió antes de comenzar la batalla siquiera. Alejó sus manos del mayor y simplemente le dio la espalda mientras se pasaba una mano por el cabello. Joe pudo observar de nuevo entonces, casi como si fuera una bala disparada en su dirección, el brillo particular en su mano izquierda.
—No voy a preguntar esto dos veces... Oliver... ¿Estás saliendo con mi hijo?
El menor deseaba que la tierra lo tragase entonces.
Todo se quedó en silencio entonces, y Barry escuchó perfectamente la voz de su amante cuando respondió con seguridad.
—Voy a casarme con él.
Hasta hoy en día, Joe no sabe si se desmayó de la impresión, del susto, o del mero coraje.
Ojalá alguien le hubiese preparado para esa maldita bomba    
 


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