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Stony Stories por Wind Girl

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Steve

Arqueé la espalda, dejando escapar un débil gemido ronco de mi garganta mientras apretaba la sabana en mis manos.
Agaché la vista y Tony salió de bajo las sabanas, mirándome con una sonrisa torcida respirando agitado.
– Tienes una manera peculiar de dar los buenos días –dije, soltando el aire.
– Es más divertido así –sonrió, lamiéndose el labio.
Se recostó sobre mi cuerpo y le abracé sin poder evitar que una gran sonrisa saliera en mi rostro.
– No te negaré eso, aunque has hecho que no quede tiempo para más –respondí viendo como el reloj marcaba las 6:58.
– Que esperen –se encogió de hombros.
– Tony, esto es importante.
– Eres un aguafiestas –resopló rodando sobre sí mismo para caer a mi lado.
– Lo sé, pero tengo que contrastar tu irresponsabilidad con los compromisos.
Aparté las sabanas y me levanté de la cama para ir al baño.
Escuché a Tony dar vueltas por la cama y supuse que iba a retarme para provocar que de un modo u otro llegáramos tarde a la conferencia de prensa.
Enseguida terminé y me paré en el umbral de la puerta al verle en una postura muy sugerente, boca abajo y alzando las caderas para dejar una muy buena vista a su cuerpo desnudo.
Tomé aire para controlar mis impulsos y aparté la mirada para ir directo a vestirme.
– Tony levántate de la cama.
– ¿O qué?
Aun estando de espaldas a él pude sentir una sonrisa pícara en su tono.
– O no tendrás lo que quieres por tiempo indefinido.
Sabía que no iba a cumplirlo, porqué por mucho que me saque de quicio y merezca eso, realmente no creo poder aguantar ni yo. Ahora sé lo que es la frustración sexual y no es en absoluto divertida.
– Eres cruel, Rogers –respondió.
Finalmente se levantó y vino directo hacia el vestidor. Al pasar por mi lado me dio una nalgada sin prestarme más atención y comenzando a vestirse.
Le miré de reojo dejando salir una sonrisa. Me provocaba mucha dulzura el cómo finalmente siempre podía corregir un poco sus malos hábitos. En ocasiones me gustaba ceder, pero en otras no podía cuando se trataba de ser responsable en algo tan importante. No podíamos dar una mala imagen con eso cuando ya iba a ser suficientemente grave la noticia que íbamos a dar.
Antes de abotonarme la camisa fui de vuelta al baño para afeitarme, podía sentir como las puntas de los pelos pinchaban al tocar mi cara. Entre la luna de miel y esta última semana de vuelta en Nueva York me había afeitado poco y debía volver habituarme a esto. No era nada agradable el sentir como picaba, y más con el casco del traje.
Terminé y me puse poco de loción.
– ¿Sabes que cada vez que te veo afeitar recuerdo el día que comenzamos a salir? –Dijo colgando una corbata en su cuello y trayendo otra para mí.
– ¿A sí? –Dije secando mis manos para coger la corbata.
– Sí, el día que empezamos estabas afeitándote cuando decidimos intentarlo.
Mi sonrisa se ensanchó con sus palabras. Me acerqué a él y agarré las solapas de su americana atrayéndole a mí para besarle.
Amaba cuando aún y con todo el caos que era él era capaz de recordar esos momentos especiales, lograba derretirme el corazón. Probablemente cada uno recordábamos detalles distintos, porque realmente no había notado lo de afeitarme. Sin embargo me pasa cuando vemos una película todos juntos y abrazo a Tony, el tan solo apagar la luz me recuerda a cuando todavía nos escondimos de los demás y nos pasábamos todo el rato buscando la manera de cogernos de la mano sin ser vistos o dedicándonos miradas de soslayo. Era como estar en la adolescencia.
Es increíble que todo eso ahora lo vea lejano y estemos a punto de anunciar nuestro matrimonio. Si alguien me hubiera dicho que en un año estaríamos así no le hubiera creído jamás. Pero así era y estaba muerto de nervios por que fuera a pasar, aunque una parte de mí también estaba emocionado de por fin poder sacar todo esto.
La puerta sonó con fuerza y ambos dimos un respingo.
– ¡Tórtolos, Pepper está comenzando a desesperarse! –Gritó, Romanoff a través de la puerta.
– En seguida vamos –respondí de inmediato.
Me puse la corbata volviendo a la habitación mientras la anudaba y terminé de vestirme poniéndome la americana.
Tony sonrió al verme y ajustó la corbata en el centro.
– ¿Estás listo? –Le pregunté mirándole de arriba abajo.
La última vez que le vi con traje fue en la boda y eso provocó un cosquilleo en mi estómago.
Sentía ese momento tan lejos y tan cerca a la vez. A penas fue hace 3 semanas y siento como si llevara meses casado con Tony, pero a la vez todavía sentía la euforia de los recién casados. Aunque tanto una cosa como la otra me hacían feliz. Era agradable la sensación de felicidad de la boda y también era el pensar estar casado con Tony por mucho tiempo.
– Listo –respondió.
No tardamos en salir e ir a la sala dónde estaban todos. Peter vino junto a nosotros en el mismo momento en el que Pepper miró a Tony entrecerrando los ojos y supe que iba a darle la charla.
– Te avise ayer de que no demoraras la conferencia pero siempre haces lo que quieres.
La comprendía perfectamente, Tony siempre hace todo a su modo y no hay como sacarle de su tozudez. Por suerte ya he aprendido a aceptar que eso no cambiará y lo amo con ello.
– Ha sido mi culpa, he tardado mucho en asearme. Lo siento –dije, para sorpresa de todos.
Tony me miró extrañado por unos segundos y luego esbozó una sonrisa de agradecimiento. Era tan encantador que merecía la pena cargar con su culpa tan solo para ver cómo sonreía.
– Bueno, entonces no hagamos más esperar a la prensa porque están ansiosos por saber cuál es el anuncio.
– Esos buitres están ansiosos por cualquier estupidez que haga un famoso –comentó, Barton, de camino al ascensor.
– Él me entiende –respondió, Tony.
– Buitres o no, no hay que hacer esperar, es simple respeto –volvió atacar, Pepper.
– Ellos no respetan la vida privada. Si no fuera por ese afán ni necesitaríamos hacer esto.
Peter miraba de uno a otro, como si de un partido de tenis se tratara y les interrumpí para terminar con la discusión.
– Nada cambiará eso, así que mejor centrarnos, por favor.
– De acuerdo –dijo, Pepper, con un suspiro–. Mejor aclaremos todo. Hay muchas personas así que probablemente recibiréis todo tipo de preguntas sin filtros, por lo tanto vosotros decidís cuáles responder y cuáles no –comentó, mientras el ascensor descendía rápidamente hasta la primera planta de la torre–. No creo que imaginen lo que vais anunciar, así que esperar lo peor de ellos.
– Eso siempre lo hago –murmuró, Tony.
Las puertas se abrieron y justo al otro lado estaban esperando Happy y Rhodes. Tony les saludó, feliz de verles aquí en un momento tan especial.
– Tenéis un minuto en lo que os anuncio –dijo, Rhodes, acercándose a la puerta doble.
Tras las puertas se encontraba la sala de prensa y con lo que había dicho Pepper de que había muchos me sentía bastante cohibido. Sin embargo no podía perder los nervios ahora, sé que Tony lo va a llevar peor que yo y al menos uno de los dos debía estar al 100%.
Tomé aire cogiendo la mano de Tony y el levantó la vista.
– ¿Preparado? –Le pregunté.
Asintió y luego se giró hacia Peter.
– Quédate al lado de ellos y haz lo que te digan.
– Vale –respondió con una sonrisa–. Mucha suerte.
– Gracias, pequeño –le sonreí.
No esperamos más y Happy nos abrió la puerta cuando Rhodes nos presentó.
El camino hasta el atril pareció alargarse por un segundo, llenándome de una repentina angustia y temor por lo que iba a pasar en menos de un minuto. Toda nuestra vida iba a cambiar, todo el mundo iba a opinar sobre nuestra relación e iba a cuestionarse nuestra valía como Vengadores. Eran muchas cosas en las que esto iba afectar, en especial moralmente.
Era algo bastante extraño para mi sentirme con las emociones tan a flor de piel, ni siquiera en plena segunda guerra mundial sentí tantos nervios.
Tony subió el escalón de la tarima hasta el atril y me puse junto a él dando una respiración profunda para infundirme valor y poder serenarme. Sin embargo Tony me sorprendió comenzando a hablar él.
– Creo que no hay forma de hacer esto sin causar un gran revuelo, así que mejor iremos al grano.
Me miró de reojo y di un paso hacia adelante para acercarme al micrófono.
– Nos complace anunciar...
– No mientas, Steve, no nos complace –me interrumpió.
Puse los ojos en blanco.
Nada más empezar ya estaba sacando sus cosas. En otro momento me hubiera molestado, pero realmente tenía razón, si hacíamos esto era para evitar habladurías peores. Teníamos una familia y debíamos ver más por Peter que por nosotros.
Miré hacía un lado dónde estaban los demás, con Peter al frente mirándonos con una sonrisa. Él era la fuerza que necesitaba para esto.
– Queremos compartir una gran noticia que ha cambiado nuestras vidas –hice una pausa para tomar aire y así poder decir la siguiente frase–. Hace tres semanas Tony y yo nos casamos tras un año de relación.
Los murmullos se hicieron notables en menos de un segundo, pero lo ignoramos para continuar hablando.
– Y hace casi 7 meses que somos padres de un niño de 9 años –finalizó, Tony.
Por unos segundos que parecieron eternos se hizo un silencio haciendo visible la incredulidad en sus rostros.
– ¿Están queriendo decir que son gays? –Preguntó un reportero tras casi un minuto.
– Es exactamente lo que hemos dicho –respondió, Tony, con pesadez por lo que él creía una pregunta estúpida–. ¿Las siguientes podrían subir de nivel?
– Tony... –le reprendí en un susurro.
No tuve tiempo de decir nada más y una lluvia de preguntas cayó sobre nosotros.
– ¿Qué les hizo tomar la decisión de adoptar al muchacho?
– ¿Qué cambios implicara esto en su vida con los Vengadores?
– ¿Sus compañeros como tomaron su relación?
– ¿Qué les hizo saber que estaban enamorados?
– ¿Qué se siente desilusionar a varias mujeres? Yo incluida.
Me quede aturdido un breve momento con todas las preguntas y no saber cómo responder a todas.
– Es triste por las mujeres –comentó, Tony–. Han perdido dos grandes amantes.
Me ruboricé dándole un leve toqué con el pie para llamar su atención. Él tan solo se encogió de hombros con inocencia.
Negué volviendo mi vista al frente y me aclaré la voz antes de hablar.
– Las preguntas de una en una, por favor.
Varios levantaron la mano y señalé a uno para cederle el turno.
– Capitán, ¿qué se siente ser usted el que por fin pudo domar a nuestro Playboy favorito? Porqué de todos es sabido la reputación del Sr. Stark para con las mujeres. ¿Eso no le genera problemas o conflictos?
Tomé aire antes de responder al ver qué tipo de preguntas iban a esperarnos. Odiaba que intentarán sacar trapos sucios de cualquier lugar.
– Se siente increíble y especial. No tengo problemas con su pasado porque solo miro hacia el futuro –miré a Tony con una gran sonrisa.
No tenía la menor duda de mi respuesta. Ya no necesitaba más pruebas de que todo eso quedó en el pasado, me bastaba con mirar el anillo en mi mano para saber que esto era distinto y especial.
– ¿Y en su caso, Sr. Stark? ¿Cómo es que su pasado de Playboy no va a afectar en su nuevo matrimonio? ¿Cómo sabemos que no volverá a sus viejas costumbres? Una vida así no se olvida tan fácilmente.
– Sé que no volveré por el simple hecho de que ya no me gustan las mujeres y tengo al hombre más sexy a mi lado –contestó, Tony, como si nada.
Nuevamente me hizo sonrojar. Odiaba que Tony hablara sin pensar, siempre me ocasionaba momentos demasiado incómodos.
Pasé rápidamente a la siguiente pregunta.
– Capitán Rogers, ¿si llega el momento en que tenga que decidir entre su familia y el país, qué es lo que hará? Porque al ser el Capitán América todo el país debe ser su familia. ¿O me equivoco?
Solté el aire ante la pregunta.
Este era un debate interno que no quería tener que descubrir jamás. Tan solo de imaginarlo me faltaba el aliento.
– No se equivoca, mi propósito es mantener a salvo a todo el mundo, y en él están también Tony y nuestro hijo. No se negocian vidas porque todas son igual de valiosas.
Tony asintió a mis palabras y él mismo dio paso a la siguiente pregunta.
– Sr. Stark, todos sabemos lo que pasó con su casa en Malibú y el caso con el terrorista, ¿cree que a pesar de todos los escándalos en que se ve envuelto pueda proteger y criar a un niño sin ponerlo en la mira de sus enemigos?
– Ese el miedo más grande de cualquier padre, pero estoy completamente seguro de que soy capaz –dijo con firmeza–. Él llegó a nuestras vidas al estar en el punto de mira y nosotros le protegimos aun sin conocerle. Imagine que seríamos capaces de hacer ahora por mantenerle a salvo.
Era su primera respuesta seria y me llenó de orgullo escucharle hablar con esa convicción. Peter le cambiaba por completo, no hay nada que no fuera capaz de hacer por él.
Di paso al siguiente.
– ¿Capitán cree poder manejar la seguridad de todo el mundo al lado de un hombre como Tony Stark que alguna vez trato de destruir con todas las armas que fabricó su compañía?
– Está pregunta carece de sentido ya que él ya no hace armas. Tony es un Vengador y ha demostrado que es capaz de mantener a salvo al mundo, así que ni siquiera necesito ser yo quien lo haga –respondí sacando pecho por el orgullo que sentía por Tony.
No iba a permitir que trataran de menospreciar a Tony de ninguna manera, y mucho menos por algo que quedó en el pasado. Él casi dio su vida para evitar la invasión Chitauri, no sé cómo podían tener todavía dudas de su compromiso con el bien.
Pase a la siguiente pregunta rápidamente, pero pude ver de reojo la sonrisa que lucía Tony mirándome con amor.
– ¿Qué es lo que vieron el uno del otro que les vuelve locos? Eso que los haga pensar "vaya, tengo suerte de tenerlo".
– ¿Esta pregunta es en serio? ¿Eso es importante? –Preguntó, Tony, sin creerlo.
Sabía que su repentina actitud se debía más al hecho de que trataran de ver en sus sentimientos, o aún peor, el que yo pudiera mostrar sus sentimientos.
Sabía que respuesta debía hacer para evitar su mal estar.
– Es Tony Stark. Genio, millonario, filántropo y ex-playboy, ¿qué más puedo pedir?
Tony alzó la vista automáticamente y contuvo una sonrisa para tratar de ocultar al resto su sorpresa.
– Y él Capitán América, una legenda viviente. Todo en él es pureza y justicia –respondió.
Ambos nos miramos esbozando una gran sonrisa y pasé un brazo tras su espalda para frotar su parte baja como muestra de cariño. No quería hacer algo más frente a la prensa porque sé que Tony lo detestaría.
Señalé al siguiente.
– Capitán, ¿desde siempre supo que le gustaban los hombres o algo cambio cuando despertó del hielo? De Stark prácticamente ya se puede esperar cualquier cosa, pero de usted...
– Ni una cosa ni la otra. Hasta que no conocí más de Tony no supe que podía gustarme un hombre, y en realidad es el único. La atracción emocional es vital para mí.
Tony me sonrió, tocando mi mano con sus dedos. Le devolví la sonrisa, tratando de contener mis inmensas ganas de darle un beso a esa dulce sonrisa.
Di un suspiro y volví a dar paso a la siguiente pregunta.
– ¿Cómo tomaron el resto de Vengadores vuestra relación?
Tony y yo nos miramos mutuamente y luego señalamos a los chicos. Toda la prensa se volvió para verles.
– Creo que el que estén aquí responde la pregunta por si sola –contestó, Tony, señalando ya a la siguiente persona.
– ¿Qué les hizo querer adoptar a un niño? Han dicho que tan solo llevan un año de relación y casi 7 meses con un hijo, ¿no es un tanto apresurado?
– Sí, lo fue –dijo, Tony, rápidamente–, pero no tuvimos ninguna duda de que lo debíamos hacer.
– Paso por algo muy traumático como es perder a sus padres y Tony decidió que no podíamos dejarle solo.
– Es un niño muy inteligente y fuerte, muy capaz de soportarnos –bromeó, mirando a Peter.
Él soltó una risa dando asentimientos y Tony le hizo un gesto para que se acercara.
Vino rápidamente hasta nosotros y nos abrazó a ambos. Le cargué para que el atril no le tapara y sonrió avergonzado al mar de periodistas que había frente a nosotros.
– La última pregunta –anunció, Tony, señalando a una mujer.
– ¿Cómo será a partir de ahora? ¿El matrimonio Stark o el matrimonio Rogers?
Tony se acercó al oído de Peter y sonrió señalando el micrófono para que le dejara hablar más cerca.
– Rogers-Stark, como será mi apellido –sonrió enormemente.
Hice una risa débil ante su felicidad y besé su sien.
Me acerqué esta vez yo al micrófono.
– Gracias a todos por su presencia –finalicé.
Ambos bajamos de la tarima para reunirnos con los demás y salir de la sala juntos.
En cuanto atravesamos la puerta Pepper nos dirigió a otra sala donde iban hacernos unas fotografías para una revista.
Esto no era algo que me gustó tanto aceptar, pero Pepper se lo propuso a Tony ya que daría buena imagen el abrirnos y demostrar nuestro orgullo ante nuestro matrimonio. A él le pareció también buena idea para que al menos las primeras imágenes que salieran de nosotros en los medios fueran por nosotros mismos y no por paparazzi o personas ajenas. Solo por esa razón acepté hacer una sesión rápida.
Gracias a Dios así fue. Tan solo nos hicieron varias fotos en diferentes posturas, y Tony improvisó otras haciendo el tonto con uno de los focos o incluso una dándome un beso en la mejilla. Parecía que después de haber pasado todo lo malo en la conferencia ahora estaba mucho más relajado y eso también me relajaba a mí.
Después de todos los nervios y miedos al fin todo había pasado. Habíamos sobrevivido a hoy, pero lo peor estaba por llegar y ver cuál iba a ser la reacción del resto del mundo.

Tony

Después de una larga mañana habíamos ido a comer todos juntos para celebrar que ya todo había pasado. Había sido agradable pasar el rato con todos relajándonos fuera de la torre, sin pensar en misiones o trabajo. Aunque ahora llegaba lo mejor para mí. Nos íbamos a nuestra casa en las afueras para pasar el fin de semana y por fin tendríamos un buen momento en familia desde que nos casamos.
Ya casi había anochecido y pasamos por McDonald's para llevarnos algo de cenar a casa ya que había sido un día largo y ninguno iba a tener ganas de cocinar. Peter estaba feliz con ello ya que iba jugando con el juguete que llevaba su menú infantil mientras iba comiendo las patatas fritas a puñados. Yo ya había casi terminado mi hamburguesa a diferencia de Steve que tan solo daba un bocado cuando paraba en un semáforo o señal.
– ¿Te la sujeto?
Frunció el ceño mirándome de reojo y vi aparecer un pequeño rubor en sus mejillas. Entonces comprendí que es lo que había entendido.
– Eres un mal pensado, Rogers, me refería a la hamburguesa –reí con una carcajada.
– Contigo nunca se sabe, Tony –dijo avergonzado.
– ¿Qué no se sabe de papi? –Preguntó, Peter, con la boca llena.
– Termina de masticar, Peter –le reprendí.
Masticó más rápido hasta tragar.
– ¿Por qué te regaña papá?
– Por nada, cosas suyas –respondí para eludir su pregunta y cambié de tema–. ¿Tienes sueño?
Asintió metiendo las últimas patatas en su boca.
Tenía los párpados medio caídos y sus movimientos eran pesados. Había sido un día largo también para él.
– Ya falta poco para llegar a casa.
Volvió asentir dando un bostezo, abrazando su juguete.
Me giré de nuevo hacia delante y cogí la hamburguesa de Steve para levantarle a la altura de su boca. Me miró haciendo una suave risa y después mordió.
– ¿Sigues pensando en eso? –Le pregunté, mirando al frente con la vista perdida en el horizonte.
– Sí –respondió cuando termino de masticar–. Sé que Pepper ha dicho que es mejor que no miremos nada para pasar el fin de semana tranquilos, pero la verdad es que muero de curiosidad por saber que está diciendo el mundo de nosotros ahora mismo.
Me sentía exactamente igual. Sé que Pepper lo decía por nosotros, pero no es fácil poder quedarse ajeno a lo que deben estar diciendo. Incluso he apagado mi teléfono para no tentarme a mirar nada y eso era mucho para mí, Steve ni siquiera lo podía creer.
Aparcó en la entrada de casa y dio el último bocado a su hamburguesa.
– Ya hemos llegado, Pete.
Ambos miramos hacia atrás y sonreímos al ver que Peter se había quedado dormido.
– Es tan dulce –susurró, Steve, mirándole con ternura.
– Tú también cuando se te cae la baba por él.
Hizo una suave risa para no despertarle y luego ambos salimos del coche.
Steve cargó a Peter mientras yo llevaba todo lo que había sobrado de la cena y el juguete de Peter. Dejé las sobras en la nevera en lo que Steve acostaba a Peter y luego me deshice de la corbata que ya comenzaba a sentirla como una soga.
Me senté en la sala, acomodándome en el sofá, y quedé mirando la televisión apagada. La pantalla en negro me tentaba a encenderla, como si me pidiera a gritos que mirara lo que el mundo estaba hablando de nosotros. Gracias a Dios Steve llegó en ese momento y deje de pensarlo inmediatamente.
– ¿Estás cansado? –Preguntó sentándose junto a mí.
– Sí, ya sentía como si el día no fuera a terminar nunca -murmuré apoyando mi cabeza en su hombro. Sonrió dándome un beso en la frente–. ¿Y tú?
– Un poco –susurró, rodeándome con sus brazos y llevándome a su pecho.
– Eres un mentiroso, tú nunca te cansas –bromeé.
– Sí me canso –rió–, tú sabes bien cómo hacerlo.
Alcé una ceja al ver lo que insinuaba. Era extraño verle decir algo así, pero me gustaba cuando se soltaba.
– Me gusta verte agitado y sudado, eres tan sexy –dije en un débil ronroneo.
Steve se ruborizó y sonreí besando su mejilla.
Era tremendamente dulce sonrojado, igual que en la conferencia. Sé lo poco que le gusta que diga cosas sexuales, pero no puedo evitarlo, sale natural en mí y él lo sabe bien. Además no había dicho nada que no fuera verdad, lo habíamos hecho y estaba muy orgulloso de lo bien que hemos aguantado todo. Sobre todo estaba orgulloso de Steve y su forma de afrontar todo esto. Él es valiente por naturaleza, sin embargo sé que esto se le hacía muy difícil. Pero lo ha hecho increíblemente bien cuando ni siquiera está acostumbrado a este tipo de cosas. Aunque lo que más me ha sorprendido ha sido su forma de defenderme, he podido sentir la rabia que contenía en sus palabras que creaba su amor por mí.
La otra cosa que también me ha sorprendido es la forma en la que me ha rescatado de tener que hablar de sentimientos, ha sido un alivio su respuesta porque sé que él hubiera preferido decir realmente lo que sentía y tan solo ha cambiado su respuesta por mí. Cada día me enamoraba más con su amor. Jamás hubiera pensado que el amor cambiaba tanto a uno, o más bien resaltabas tanto las cualidades buenas o las que tratabas de esconder. No podría haber escogido mejor a mi compañero en la vida.
– Gracias por salvarme hoy, has hecho todo mucho más fácil.
– No tienes que darlas, es lo que un marido se supone que debe hacer –sonrió.
Involuntariamente también sonreí.
Saca lo mejor de mí y jamás podre agradecerle lo suficiente. Sé que a su lado soy mejor persona cada día, supongo que porque él dice que lo soy y yo quiero ser lo que él cree de mí ya que es lo que merece. Solo espero que nunca eso cambie, no quiero imaginar en que algún día pueda destrozar lo que estamos construyendo hoy. Sea porque sale mi lado estúpido y termino por hacerle daño o porque me convierto en lo que he odiado toda mi vida, ser como mi padre. Amo mi trabajo y sé que tomo mucho tiempo para ello, pero no quiero nunca olvidar mis responsabilidades con Peter o Steve.
Me volví hacia él para mirarle de frente.
– Eres el mejor marido del mundo –susurré acariciando su mejilla–, por eso necesito que me prometas una cosa.
– ¿Qué cosa? –Dijo ladeando la cabeza con curiosidad.
– Prométeme que jamás me dejaras ser como mi padre –dije mirándole a los ojos–. Si alguna vez me convierto en eso aléjate con Peter.
– Tony… –murmuró tan bajo que casi fue inaudible.
Esbozó una sonrisa triste, acunando mi rostro entre sus manos mientras acariciaba mis mejillas con sus pulgares. Negó débilmente con la cabeza y besó justo en el centro de mi frente.
– No digas tonterías, tú nunca harías tal cosa –me miró a los ojos, con un brillo muy dulce en ellos–. Tenemos a Peter porque tú increíble corazón no quiso dejarle marchar, aun sabiendo que podía estar bien en otro lugar necesitabas tenerle contigo. Solo con eso ya demostraste el maravilloso padre que podías ser, y cada día que pasa me reafirmas más ese pensamiento.
Mis ojos se humedecieron escuchando sus palabras y me abracé contra su pecho con fuerza.
Que él me dijera este tipo de cosas me llenaba completamente. Su opinión era la más valiosa para mí y saber que él piensa que soy un buen padre consigue que realmente pueda creerme que así es. Sin embargo quiero cubrirme las espaldas, o más bien cubrírselas a ellos para que estén seguros.
– Aun así, prométemelo. Por favor.
– No. No pienso prometer eso, Tony –dijo con voz calmada, abrazándome con la misma fuerza–. Por el simple hecho de que si estás diciendo estas palabras es porque te importamos y si te importamos nunca llegarías hacernos eso.
– Pero...
Me calló con un beso y automáticamente todo mi interior de contrajo llenándome de mariposas el estómago.
Su seguridad en mí me daba completa seguridad en mí mismo, más de la que nunca he sentido. Definitivamente él estaba hecho para mí y egoístamente no iba a cuestionar el si yo lo era para él, aunque supongo que eso deba decidirlo él.
Apoyó la frente contra la mía y me miró a los ojos con una sonrisa tierna esta vez.
– Si me he casado contigo es porque estoy seguro de lo que eres –puso su mano sobre mi pecho, sobre mi corazón–. Lo que escondes aquí vale oro, Tony. Nunca jamás dudes de ello, y si lo haces me encargaré de volvértelo a explicar.
Cerré los ojos sintiendo como las lágrimas querían escaparse y una sonrisa se dibujó en mi rostro.
Nunca tendré suficiente de su amor. Le necesitaba casi como al aire que respiro. Sé que todo esto venía de lo sensible que he estado las últimas semanas. Entre la boda, la luna de miel y lo de hoy he tenido las emociones a flor de piel, y siento que tanta felicidad me hace preguntarme cosas que no tienen sentido, o quizá sí, no lo sé realmente y por eso me las cuestiono. Pero para mi suerte tengo al mejor hombre del mundo a mi lado que me hace ver todo desde su punto de vista y debo admitir que me gusta lo increíble que me hace ver. Sea cierto o no, es gratificante sentir sus palabras tan cálidas y llenas de amor.
– Te amo, Steve, te amo tanto –susurré rozando mis labios con los suyos.
– Y yo a ti, Tony –respondió, limpiando las lágrimas de mis mejillas antes de darme el beso.
Me quedé contra su pecho, escuchando su respiración mientras el acariciaba mi espalda suavemente. Cada pequeño gesto que hacía llevaba tanto amor con él que mi pecho dolía de tan repleto que estaba. En este instante me daba igual todo, solo me bastaba su opinión para ser feliz. Ni siquiera lo que estuviera opinando el mundo me iba a poder dañar, porqué aquí estaba él para curarme de cualquier mal que pueda tocarme.
– Enciende el televisor –murmuré, separándome lo justo para poder ver la pantalla.
– Creí que no querías.
– No me importa lo que vayan a decir, solo me importas tú y Peter. Me da igual si al mundo no le gusta –sonreí–. Además, las opiniones no van a cambiar lo veamos hoy o el lunes.
Steve dio un suspiro pesado alargando el brazo para coger el mando a distancia y encender la televisión.
La pantalla se encendió y no hizo falta cambiar de canal porque ahí mismo había una foto de nosotros en la conferencia con el titular "matrimonio gay de superhéroes" y el subtítulo "¿Capitán América y Iron Man gays?”.
Ese subtítulo era lo más estúpido que podía ver. ¿Si el titular menciona que hay un matrimonio gay porque usan los interrogantes? Lo hemos admitido, no hay duda alguna y en su mismo titular lo dicen... ¿Quién diablos dirige esta basura de programas?
Steve se tensó de repente y le miré en el acto, encontrándome con su mirada fija en la televisión, tensando completamente la mandíbula. Dirigí la vista en la misma dirección y presenté atención a lo que decían.
– Después de esto no puedo dejar de cuestionarme la valía de los supuestos héroes que deben proteger el mundo. Incluso me cuestiono si de verdad Capitán América venció a Hitler e Hydra –comentó un hombre, con claro desprecio.
– ¿Disculpa? ¿Estás juzgando su valía tan solo por su homosexualidad? De ayer a hoy no ha cambiado nada, tan solo que ahora ya no deben esconderse –le respondió una mujer.
– Pues la verdad es que preferiría que continuarán escondidos.
Sentí como si sus palabras acabaran de golpearme con fuerza, y mi misma cara de estupefacción estaba en la de la mujer y varios más de los ahí presentes.
– Ese comentario homofóbico podrías ahorrártelo –contestó otro hombre.
Era un alivio ver que había personas que nos defendían, realmente me tranquilizaba muchísimo, sobre todo porque eran la mayoría los escandalizados por ese comentario homófobo. Sin embargo en este momento me acabo de dar cuenta de que esto va a ser así a partir ahora. De hoy en adelante habrá personas prejuzgándonos y haciendo comentarios homofóbicos contra nosotros.
– ¿Ya no puedo dar una opinión? –Replicó ofendido–. Mejor me marcho.
Se levantó de su silla y salió rápidamente del alcance de las cámaras con indignación.
– Mucho mejor –afirmó la mujer triunfante–. Una cosa es estar asombrado por la noticia y otra distinta faltar al respeto de ese modo –dijo mirando a la cámara–. Sentimos muchos lo ocurrido, espectadores.
– Estoy muy de acuerdo con eso. ¡Yo sigo sin salir de asombro de que Tony Stark sea gay! –Exclamó–. ¿A cuántas mujeres habrá seducido desde su adolescencia?
Steve me miró de reojo con una media sonrisa.
– Cuidado, Rogers –le advertí al ver su expresión juguetona.
Soltó una carcajada con fuerza y le golpeé el brazo.
– Muchas mujeres pero mira quien hay ahora durmiendo en tu cama –bromeó riendo.
Me reí con él dándole otro golpe.
No podía ni siquiera molestarse, porque además de que estaba en lo cierto, también me sentía orgulloso de que cada vez sacara un poco más de humor, y mucho más si era referente a esto. Hasta hace poco pensar en mi pasado le hacía poner tenso, pero parece que casarnos le ha dado mucha más seguridad en nosotros.
– No te rías más, Steven –dije nada convincente, ya que me yo mismo me estaba riendo.
Se sujetó el estómago de tanto reír y le tapé la boca.
Finalmente paró cuando la televisión volvió a llamar nuestra atención.
– ¿Y el Capitán Rogers? Alguien tan entregado a las luchas como para tener pareja y aparece en el siglo XXI y termina con el hijo de su aliado en la guerra. ¿Díganme si no es irónico?
– ¿Qué creen que opinaría Howard Stark si levantara la cabeza? –Comentó el presentador.
– Tenía a Rogers en alta estima, puede que hasta le gustara de yerno –bromeó otro.
– O puede que se le acabara el cariño por volver gay a su hijo –rió una de las mujeres.
Steve rodó los ojos ante esos comentarios y contuve la sonrisa que me quería salir.
No me parecía gracioso el que se burlaran de nosotros de ese modo y se creyeran con derecho a rebuscar en nuestras vidas, pero ver la cara de Steve después de su ataque de risa me hacía creer en el karma. El cuál también esperaba que les cayera a todas esas personas que estaban comentando nuestra vida como si ellos comprendieran algo de lo que estábamos viviendo.
– Quien ríe el último ríe mejor, Rogers –dije dejando salir la sonrisa finalmente.
– Cállate –respondió, tratando de ocultar que le había hecho gracia.
– ¿Papá? ¿Papi? –Dijo la voz de Peter bajando por las escaleras.
Al momento apareció por la puerta de la sala abrazando su peluche de mí con una mano y rascándose los ojos con la otra.
– ¿Qué pasa, Peter? ¿Te hemos despertado?
Negó con la cabeza acercándose a nosotros y Steve extendió los brazos hacia él para cargarle y subirle a su regazo, dónde él se acurrucó mirándome y cogiéndome la mano.
– He tenido una pesadilla.
– ¿La de los hombres malos otra vez? –Le pregunté.
Peter había sufrido pesadillas en varias ocasiones y casi siempre eran con los hombres que quisieron atacarle al salir del colegio el día que murieron sus padres. Ha ido disminuyendo la recurrencia de ese sueño, pero aun en ocasiones lo tiene.
– No –dijo negando con la cabeza–. Tú y papá no estabais conmigo y me quedaba sólo.
– Oh, Peter, eso no pasará –le contestó, Steve, acariciando su cabeza.
– Nosotros no te dejáremos nunca solo –sonreí.
Quise decirle que lo prometía, pero no podía cometer el mismo error que cuando le dije que sus padres iban a estar bien. No quiero pensar en que algo nos pase, sin embargo haciendo lo que hacíamos siempre cabía esa posibilidad. La única diferencia es que nosotros nos teníamos los unos a los otros y Steve sabía dirigirnos a la victoria. No siempre será así, pero sé que somos un gran equipo desde que estamos nuevamente los 6 y no creo que haya que preocuparse demasiado por ahora.
– ¿Quieres dormir con nosotros? –Susurré acariciando su mejilla al ver que se le cerraban los ojos.
Asintió débilmente y besé su cabeza.
– Entonces vamos a la cama –dijo, Steve, poniéndose en pie con Peter en brazos.
Apagué la televisión y le seguí, mirándoles todo el camino con una sonrisa bobalicona en la cara.
Sé que debía verme patético, sin embargo estaba tan feliz viéndoles así que no me importaba en absoluto.
Steve dejo a Peter en el centro de nuestra cama y él esperó hasta que terminamos de ponernos en el pijama mientras luchaba por mantener sus párpados abiertos. No tardamos más y nos metimos los 3 en la cama, con Peter acomodándose en medio. Se puso él mismo un brazo de cada uno sobre él y cerró los ojos finalmente dando un suspiro profundo.
– Buenas noches, cariño –susurró, Steve.
– Buenas noches, mi amor.
Steve y yo nos miramos con una sonrisa, haciéndome sentir una calidez en el corazón, y en ese instante supe que él tenía razón en lo de antes.
Quizá pueda cagarla en alguna ocasión, pero estoy seguro que no será por ser como mi padre. En este momento lo sabía, lo sentía en lo más profundo de mí, nada podía superar la inmensa sensación que tenía en mi interior teniéndoles a los dos aquí. No había nada ni nadie que pudiera hacerme más feliz porque ellos lo eran todo para mí, y hoy todo el mundo lo sabía. Pensaba que ese hecho iba hacerme sentir extraño, sin embargo me sentía liberado y orgulloso. Ahora que sé que hay personas que pueden tomarlo bien aunque sea raro al inicio, no me importaría gritar a los 4 vientos mi amor por ellos dos. Son por las dos únicas personas que no me importaría ser un poco cursi, porqué ellos lo merecen. Me hacen feliz día a día e iluminan mi vida.
Me alegra poder decir que finalmente somos una familia y que a partir de hoy lo seremos en todos los sentidos. Peter tendrá libertad de decir quiénes somos y también iremos en familia a cada lugar que tanto había querido. Solo de pensarlo me salía una sonrisa porque sé lo feliz que esto va hacer a Peter y por ende a Steve y a mí también. No esperaba sentirme tan bien y pensar tan poco en la opinión ajena, eso me hacía arrepentir de no haber hecho esto antes. Aunque eso no lo podíamos cambiar, ahora solo podíamos disfrutar de nuestro amor en libertar y ser quienes somos porqué lo demás no importa, tan solo nosotros.


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