Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stony Stories por Wind Girl

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Steve

– Steven, deja el maldito teléfono, Jarvis avisara de cualquier novedad –Tony me quitó el teléfono y lo tiro en la cama–. Prometiste tener un fin de semana tranquilo.
– Lo sé, lo siento mucho –di un suspiro–. Tienes razón. Prometí todo el día para ti y Peter.
Le acerqué a mí y sonrió agarrando el cuello de mi camisa. Tiró suavemente para que bajara mi cabeza y poder besarme.
– Vamos antes de que se impaciente –murmuré entre besos.
– ¿Tenemos un par de minutos? –susurró, mordisqueando mi labio inferior.
– Tony...
Se escuchó un fuerte estruendo en el piso de abajo. Otra vez no...
Tony se separó de golpe y miró hacia la puerta enfadado.
– ¿Qué ha roto esta vez?
Salió de la habitación y escuché sus fuertes pisadas resonar en las escaleras.
– Vamos, Tony, no seas muy duro con él –dije alto para que me escuchara.
Agarré el guante de béisbol y fui escaleras abajo, escuchando cada vez más alta la voz de Tony.
Me daba miedo saber que había pasado esta vez. Peter tan solo llevaba con nosotros 5 meses y Tony acababa desesperado cada vez que Peter tocaba algo. Con sus 8 años tenía una extremada curiosidad por todo y le encantaba investigar en las cosas de Tony. Así que esto se había vuelto algo habitual desde la adopción.
Entré en la sala y Peter estaba de pie en el sofá alejándose de Tony con la cabeza agachada.
– Dámela, ahora –exigió Tony con la mano extendida hacia Peter.
– Papá me la regaló –dijo casi en un lloriqueo.
Se abrazó a la pelota de béisbol que le había regalado y sonreí con ternura.
– Tony, déjale. Ya te había avisado de que se impacientaría.
– Esa no es excusa para que tirara el televisor.
Miré la televisión volcada en el suelo y me acerqué al sofá. Peter me miro con los ojos llorosos.
– Solo buscaba los agujeritos y se ha caído –susurró conteniendo las lágrimas.
– ¿Qué agujeros?
– Los de atrás –respondió caminando por el sofá hasta quedar a mi lado.
– Quería enchufar la consola –aclaró, Tony.
Se me escapó una risa y Peter se tapó la boca riendo también.
– Ya no te pongas así, Tony, en menos de 5 minutos ya la habrás arreglado.
Agarré a Peter con un brazo y se abrazó a mi cuello. Pasé por el lado de Tony y le di un beso rápido.
– ¿Qué tienes que decir, Peter?
Me miró con carita dudosa y luego a Tony, quién le miraba con seriedad.
– Lo siento, papi –extendió la pelota hacía él con un puchero.
– ¿Por qué le das la pelota? –pregunté.
– Dice que por ser malo ya no puedo jugar con ella –apoyó su cabeza en mi hombro.
– ¿Qué? –Cogí la pelota antes de que lo hiciera Tony–. De eso nada, todos vamos a jugar, le guste o no a papi.
– Steve...
Miré a Tony y supe que íbamos a entrar en una discusión.
– Pete, ve a fuera con la pelota, espera a que vayamos y no salgas a la carretera.
Le bajé al suelo devolviéndole la pelota y el guante. Peter salió corriendo por la puerta y saltó los escalones de la entrada.
– Tony, entiendo que te enfades, pero deja de castigarle hasta por olvidar de tirar de la cadena del baño.
– Intento educarle, Rogers.
Cuando me nombraba por el apellido tan serio significaba peligro y probablemente esto iba a entrar en un terreno complicado.
– Yo también, y por eso no trato de amargarle todo. Entiendo que te enfades y que ha hecho mal, pero si siempre te pones tan estricto con él va a crecer con demasiada negatividad a su alrededor –di un gran suspiro al ver que continuaba con la misma seriedad–. Tony, casi no he visto a Peter esta semana, ¿podemos tener un rato para los tres, por favor?
– De acuerdo, pero después terminaremos esta conversación.
– Me parece bien –tire de su mano para atraerle a mí y le aprisione entre mis brazos–. Quita esa cara fea y se mi hermoso Tony de siempre.
Besé sus labios mientras él rodaba los ojos intentando no sonreír.
– Yo siempre soy hermoso, Rogers.
Hice una carcajada negando con la cabeza. Era imposible, su ego siempre le superaba.
Le di un beso más y tomé su mano para salir a fuera. Peter estaba sentando en el césped viendo a un grupo de chicos más mayores jugar a fútbol en medio de la calle, apartando las porterías improvisadas cuando pasaba algún coche.
Nos habíamos mudado temporalmente a una casa fuera de la ciudad, creíamos que Peter estaría mejor lejos de los Vengadores, pero eso nos dificultaba el estar atentos, así que ahora solo veníamos los fines de semana y vacaciones.
La vida familiar nos había trastocado todo, sin embargo no me importaba, por Peter merecía la pena. Nos ha hecho unirnos más, a pesar de las discusiones a las que nos teníamos que habituar por ser padres primerizos de un niño de 8 años, el amor que recibimos era mucho más gratificante y me sentía más ligado a Tony.
La urbanización no era muy grande, lo cual preferíamos para mantener nuestra vida privada fuera de la prensa. Sabía que tarde o temprano llegaría a saberse nuestra relación, pero queríamos retrasarlo el máximo de tiempo posible por la gran controversia que causaría que dos Vengadores mantengan una relación homosexual. Queríamos vivir un tiempo tranquilos de ese escándalo y disfrutar el uno del otro, y por supuesto de Peter. Cuando estuviéramos preparados nosotros mismos lo diríamos.
Peter se levantó al vernos y vino corriendo hasta nuestro lado.
– ¿Vais a pelear por mi culpa? –preguntó mirándonos apenado.
– No, claro que no –respondió, Tony, agachándose con una sonrisa–, en todo caso culpa suya.
– ¡Tony! –me quejé.
– ¡Steve! –imitó mi tono.
– Eres peor que Peter... –cogí la pelota de las manos de Peter y me alejé.
– Ahora creo que es por mí –le escuché susurrarle a Peter, haciéndole reír.
– Todo es por ti –le grité.
– Lo sé –dijo con narcisismo.
Rodé los ojos y le lancé la pelota con fuerza dándole en el brazo. Su ego me sacaba de quicio a veces.
Se puso de pie y me lanzó de vuelta la pelota. Peter se echó a reír y corrió hasta mí con el guante de béisbol.
– ¡Yo quiero cogerla! –dijo emocionado.
Le di la pelota sonriéndole y se giró hacía Tony.
– ¡Preparado, papi! –chilló antes de lanzarla.
Tony tuvo que adelantar unos pasos para poder agarrarla a tiempo. La devolvió sin mucha fuerza para que Peter pudiera atraparla pero se le fue al suelo. Hizo una mueca y la recogió.
– Tírala con más fuerza –me agaché tras Peter y le ayudé a colocarse–. Echa este pie hacía atrás para agarrar impulso.
Miró sus pies para ponerse bien y luego tiro con toda la fuerza que pudo. Esta vez llegó a Tony aunque fuera con poca fuerza.
– ¡Muy bien! –le grito, Tony.
Peter se giró hacía mí con una sonrisa. Le di un abrazo y se volvió sonriendo satisfecho.
Tony lanzó de vuelta la pelota y Peter fue agarrarla, pero se le escapó de las manos.
– No pasa nada –le animé–. Vuelve a lanzarla con fuerza.
Asintió echando el pie derecho hacía atrás para dar impulso y la tiró. Llegó perfectamente a Tony y Peter dio un brinco.
Era tan gratificante ver su felicidad por algo tan simple. La inocencia infantil es tan dulce y pura que es inevitable no sentir una gran ternura.
Tony devolvió nuevamente la pelota y pasó de largo de donde estábamos.
– Mide tu fuerza –reí, yendo a buscarla.
– Es béisbol, no tiene por qué ir a las manos, Rogers.
– Primero qué aprenda a atraparla quieto. Pasó a paso, Tony.
– ¡No! –Dijo Peter–. Quiero hacerlo como dice papi.
Tony se acercó a nosotros sonriendo.
– ¿Ves? Siempre tengo razón.
– Basta... –le advertí.
No me gustaba cuando se comportaba así frente a Peter, no quería que él aprendiera eso. Tony tenía muchas virtudes como para que aprendiera las cosas malas, y él mismo me lo había dicho. Quería que Peter fuera lo mejor de los dos, manteniendo lo que era cuando lo adoptamos y recordara a sus padres de verdad.
– Lo siento –se disculpó–. Pero en esta ocasión tenía razón.
– Mejor lanzo yo –dije yendo al otro lado del jardín, tratando de ignorar el tema.
Les miré y Peter me sonrió, preparándose para coger la pelota.
– ¡Tírala fuerte, papá!
Reí ante su emoción. Lo que para él era "fuerte" para mí no era ni un cuarto de mi fuerza. Opté por tirarle lo más directa a él posible e ignorar la idea de Tony.
Peter abrió las manos frente a él y le rebotó en ellas. La pelota rodó hasta en medio de la calle y le puso mala cara. Tony río, provocando que Peter le mirará mal a él también, mientras iba a recoger la pelota. Hice todo lo posible por no reírme también por su tierna cara de enojado.
Peter se paró en medio de la carretera para coger la pelota cuando vi como los niños apartaban sus porterías de en medio de la calle al aproximarse un coche.
– ¡Peter! –le grité alarmado
Se volvió para verme extrañado.
– ¡Peter vuelve a la acera! –gritó, Tony, al ver que ocurría.
Mi corazón se paró un instante y luego se aceleró en un segundo. Corrí lo más que pude hasta él al ver como el coche se precipitaba hacia Peter.
– ¡Papá! –chilló asustado.
Sin dejar de correr le agarré y le abracé con fuerza contra mi pecho para cubrirle cuando la inercia me hizo caer al suelo contra el asfalto.
– ¡Peter! ¡Steve! –gritó, Tony, corriendo hacía nosotros.
Sentía como el corazón estaba a punto de saltar de mi cuerpo por culpa de la adrenalina. Cerré los ojos cogiendo aire y acariciando la espalda de Peter, que parecía temblar de pies a cabeza. Hizo un sollozo y le abracé más fuerte dándole un beso en la cabeza mientras me incorporaba y le sentaba sobré mi regazo.
– Está todo bien –le susurré.
Tony se arrodilló y abrazó a Peter comprobando que estuviera bien.
– ¿Estás bien, Peter?
Él tan solo asintió limpiándose sus ojos húmedos y se abrazó a su cuello echándose a llorar. Tony le abrazó con fuerza soltando el aire con brusquedad, tratando de tranquilizarse.
El conductor del coche había salido para comprobar nuestro estado. Me levanté antes de que llegara a nosotros y me acerqué a él para que no molestara a Tony.
– ¡Lo siento mucho! ¿Están bien? –preguntó alterado mirando a Tony y Peter.
– Sí, estamos bien. Solo ha sido el susto.
El hombre dio un suspiro de alivio.
– De verdad lo siento.
– Esta bien, no se preocupe –le sonreí.
Su mirada se fijó en mí y supe que me estaba renociendo. Le acompañe hasta su coche lo más rápido posible antes de que se diera cuenta completamente.
– ¿Le conozco? –Dijo dudoso.
– No lo creo –traté de mantener la sonrisa–. Vaya con cuidado –finalice, volviendo rápidamente con Peter y Tony.
Tony cargaba a Peter de vuelta a casa y fui tras ellos, recogiendo la pelota y el guante en el camino.
Dejó a Peter en el sofá y acarició su cabeza, aun mirándole bien para cerciorarse que no estaba herido.
– ¿Quieres la consola? –le dijo, dándole un beso en la frente.
Sonreí al verles. Me llenaba de felicidad verles juntos. Realmente Tony era un padre increíble, cabezón como siempre, pero un gran padre al fin y al cabo. Había demostrado a todos que podía preocuparse por otra persona más que por sí mismo. Yo ya lo sabía, me lo demostraba cuando estábamos a solas, pero de nuestra habitación hacía fuera le costaba, sin embargo la llegada Peter hizo que eso le diera igual y estaba pendiente de él, muchas veces solo era para regañarle y castigarle, pero estaba atento a él más que en el resto de cosas a su alrededor y eso me parecía encantador. Conseguía que cualquier duda que hubiera tenido sobre la adopción se fuera bien lejos.
– ¿No estas enfadado conmigo por tirar la televisión? –preguntó, Peter, sorbiendo por la nariz.
– No, claro que no –le sonrió, Tony, tratando de ocultar que aún estaba asustado.
– ¿Qué te parece si mientras tú y papi jugáis yo preparo una buena cena? –me senté en el reposabrazos junto a él.
– ¡Sí! –sonrió feliz.
A veces me sorprendía con la facilidad que tenían los niños para cambiar su estado de ánimo.
Tony puso su mano sobre mi rodilla con una sonrisa y coloqué la mía sobre la suya. Había sido una tarde bastante movida para nosotros, pero lo único que realmente importaba al final era el cómo terminaba.

•••

Terminé de cepillarme lo dientes y salí del baño apagando la luz. Me paré en la puerta viendo a Tony como miraba a Peter dormido a su lado. Me acerqué con sigilo y aparté el libro que estaban leyendo para meterme en la cama con ellos.
Tony me sonrió y besé sus labios suavemente.
– Día duro –dije en un susurro– ¿Cómo estás?
– Ahora bien –miró a Peter suspirando–. Pero casi me da un infarto.
– Lo sé –tapé bien a Peter y aparte el cabello de su frente–. Nunca había sentido tanto miedo como hoy. Nunca.
Tony asintió sin decir nada y apoyo su cabeza en mi hombro, abrazando a Peter entre ambos.
– ¿Recuerdas las discusión de antes? –Susurró. Le miré y sonrió–. Déjalo estar, tú ganas.
– ¿Stark está dejándome ganar una discusión? –pregunté, intentando no reír.
– No hagas que lo retire, Rogers.
Reí bajo para no despertar a Peter y rodeé a Tony con un brazo para acercarle más.
– Te amo, Anthony –susurré junto a su boca, antes de besarle.
Sonrío contra mis labios y sujetó mi rostro profundizando el beso, mientras se abría pasó con su lengua. Hice un suave ronroneo en mi garganta. A pesar de las ganas que tenía de sucumbir a su provocación, le paré al recordar a Peter.
– Hay compañía –le recordé, separándome de él.
Ambos miramos a Peter, que continuaba durmiendo plácidamente.
– Aún estaba asustado y no quería dejarle solo –respondió.
– Ha sido un día bastante intenso.
Asintió, acomodándose junto a Peter para dormir.
Le miré con extremado cariño. Amaba completamente como se preocupaba por Peter. Sé que para Tony esto significaba mucho, porque lo primero que me dijo era que él no sería como su padre y Peter sería su prioridad. Esa fue una de las mayores razones por las que me atreví a adoptar juntos a Peter aunque aún estábamos acostumbrándonos a nuestra propia relación. Y aunque algunos nos dijeron locos, la verdad es que no me arrepentía de esa decisión. En este instante, con solo verle hacía que todo mi interior se removiera causándome una sensación increíblemente placentera. Solo él lograba hacerme sentir así y darme fuerza en el día a día.
Quizá ser padres sea una tarea realmente difícil, y ser Vengadores lo complique más, pero sé que eso no nos parará a ninguno de los dos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).