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Stony Stories por Wind Girl

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Steve

Ordené mi escritorio por décima vez esta semana, ya que Tony tenía la manía de cambiarme las cosas de sitio cuando venía a mi despacho a trabajar conmigo. Cuando no tenía nada que hacer le gustaba venir a verme trabajar o a comentarme que cambios le iba hacer a su nuevo traje. Era increíble escucharle hablar sobre ello, aunque no entendiera la mayoría de términos que decía, me encantaba su entusiasmo y emoción por mejorar.
Este último par meses con él habían sido realmente buenos, hacer que esto funcionara había sido más fácil de lo que esperaba, exceptuando un par de discusiones, todo era perfecto. En el último mes Tony se había colado en mi habitación casi diariamente para dormir juntos. Decía que le hacía sentir como cuando era adolescente y se escapaba, o entraba a escondidas a chicas en su casa... Lo que debió aguantar el pobre Howard, aunque, él era exactamente igual.
Por el momento todo iba por buen camino, lo único que tenía tenso a Tony era que Bruce nos dijo que Romanoff y Barton estaban empezando a decir cosas de nosotros. No imaginan que tengamos una relación, pero si el que algo estaba pasando con nosotros porqué pasábamos la mayor parte del tiempo juntos. Comenzaba a sentirme un poco mal por no contarles la verdad ahora que habíamos entablado más amistad entre todos, sin embargo no creo que Tony este aun en ese punto.
Había hecho muchos avances, en especial el de sentirse incómodo pensando que le hacía menos hombre, ya le daba tanto igual que hasta me sorprendía cuando se ponía cariñoso. Yo por mi parte, tenía todo más claro y me gustaba el cómo iba todo. Me había acostumbrado bastante rápido a sus besos y, desde que se cuela en mi cama avanzamos más con el aspecto del contacto físico. Podernos abrazar sin sentirnos incomodos o avergonzados había sido realmente un duro trabajo a base de insistir.
Ahora el problema era hacer que nos separáramos. En especial esta última semana que Nat y Barton se habían ido con Shield y tan solo con Banner en la torre Tony se sentía liberado. Hoy se terminaba eso, pero estábamos disfrutando los últimos momentos, Tony se encargaba de eso.
Se apoyó en mi escritorio y dejo su caja de herramientas en el centro. Le miré de reojo soltando un soplido.
- ¡Acababa de ordenar todo!
- No te quejes, Rogers, luego te lo ordeno yo.
- ¿Como todas las veces esta semana? -dije irónico.
Acercó su silla a mi lado y besó mi mejilla antes de sentarse. No pude contener la estúpida sonrisa que me salió. Puso sobre la mesa uno de los brazos de su armadura y abrió la caja de herramientas.
- ¿Te vienes a trabajar aquí? -Le pregunté, buscando como llegar a mi lapicero-. ¿Qué le pasa al laboratorio?
- Que no estás tú -me guiñó el ojo.
Tiré de su silla, haciéndola rodar hasta la mía y tomé su rostro para besarle. Así de rápido lograba quitarme cualquier molestia cuando chocaban nuestras personalidades. No podía resistirme a él.
- Eres un encanto cuando dices esas cosas -le sonreí.
- Y tú cuando te pones cursi -beso mis labios suavemente una vez más, poniendo una mano sobre mi pecho-. Siento invadir tu escritorio -bajó la caja de herramientas al suelo.
Le sonreí, sin poder apartar mi mirada de él. Su consideración me provocó un cosquilleo dentro del pecho. Una prueba más de lo maduro que puede ser a veces sin darse cuenta. Estas eran las cosas que me enamoraban de él, los pequeños detalles que ni él mismo era capaz de percibir.
Se puso en un lado de la mesa y sacó varias herramientas para ponerse a trabajar. Le miré durante un momento, viendo cómo se concentraba completamente en su trabajo. Ni si quiera sabía que estaba haciendo, pero me gustaba verle con su tecnología. Conseguía un nivel de concentración que podía ver en él todo lo duro que ha trabajado para llegar a convertirse en quién es. Él lo tuvo más fácil que yo de joven, pero no quita la dedicación que tuvo para estudiar y continuar el legado de su padre. Aunque a él cueste creerlo, sé que Howard estaría increíblemente orgulloso de él.
Se quedó parado y alcé la vista para encontrarme que estaba mirándome.
- ¿Pasa algo? -Preguntó extrañado.
- No, solo me gusta ver como trabajas. Me recuerdas a tu padre, él estaría muy orgulloso de ti.
- Deja de decir eso, evidentemente no conocimos a la misma persona.
- Sé que él lo estaría, no me importa lo que digas. Quizá no le conocí tan bien como tú, pero lo suficiente para saber que estaría orgulloso de lo que has hecho con lo que él te dejó.
Asintió sin ánimo quedando callado, prácticamente para que no continuara hablando de eso. Luego esbozó una sonrisa repentina mirándome.
- ¿También cuentas tú como algo que me dejó?
Me salió una carcajada al escucharle. No había caído en cuenta de ese detalle. No sé si Howard estuviera de acuerdo con lo nuestro.
- No creo que tu padre estuviera contento de tenerme de yerno.
- Oh, créeme que lo estaría, te tenía en gran estima -hizo una risa suave-. Probablemente me diría que yo no soy suficiente para ti.
Su negatividad me molestaba. Era tan egocéntrico por fuera como inseguro por dentro. Cuando salía el tema de su padre era excesivamente terco en su negatividad, conmigo era capaz de abrirse lo suficiente y había notado la diferencia de lo que dejaba ver a los demás y lo que realmente siente. Hay mucha sensibilidad dentro de él aunque no sea capaz de sacarla, y esa es la gran razón por la que cada día me enamora más. Poder conocerle tan a fondo me hace sentirme más tranquilo de haber escogido intentar esta relación, aunque en momentos como este me irritara escucharle.
- Deja de pensar así, Tony, eras su hijo, te quería más que a nada.
- No le conociste lo suficiente entonces.
- Quizá no, pero he visto el video que te dejo, y no me importa lo que digas, sé que lo que decía era de verdad -sonreí de lado-. Y concuerdo con él, eres su mayor creación.
Tony no cambio de expresión en absoluto. Se puso el brazo de su armadura y disparo con el repulso hacía mí, que salió con tan solo un soplido. Definitivamente eso era lo que estaba intentando arreglar.
- Lo eres tú, Rogers, e irónicamente mi propio padre ayudo a hacer al hombre perfecto para tener de novio -me guiño el ojo, haciéndome ruborizar.
Sentí como mi cara se calentaba al mismo tiempo que su sonrisa se hacía más amplia.
Me giré con la silla y escuche su risa a mi espalda.
- Deja de decir esas cosas... -murmuré avergonzado.
Sentí sus manos en mis hombros y me tensé por la sorpresa. Se agachó, dejando su rostro a la altura del mío, y besó mi mejilla, bajando las manos hasta mi pecho.
- Dices que me suelte y no piense tanto, pero cuando lo hago no te gusta... ¿Qué hago entonces, Steven? -Susurró junto a mi oído.
Tomé sus manos y se abrazó a mi cuello.
- Me refiero a estas cosas -nos señalé para expresar la situación a la que me refería.
Levanté sus manos, girando la silla para quedar de frente, y tiré de él para ponerle en mi regazo. Se quedó mirándome y luego el cómo estaba sobre mis piernas. Pude notar en su expresión que no estaba del todo cómodo, pero no se quejó y volvió a mirarme.
- Déjate llevar, Tony -susurré besando su mejilla.
- Me lo pones difícil en este momento...
- Eres igual de hombre estando en mi regazo que levantando una pesa -besé su labios.
Aunque sonrió sabía que le seguía dando vueltas. Es evidente que su pasado de mujeres le hacía más difícil este tipo de cosas. Antes era él quién ponía a alguien en su regazo y al verse al revés le costaba asimilarlo más que a mí.
- Solo te estoy viendo yo, no debes preocuparte.
- Cuando toquemos lo que te incomoda a ti, ya veremos si te repones tan rápido, Steven.
Trague saliva con fuerza, tratando de mantener la vista en la suya.
- No es lo mismo... -dije en apenas un susurro.
Tony puso una mano sobre mi pecho y acarició mis pectorales con un leve temblor. Evidentemente él tampoco estaba cómodo con esto, pero lo forzaba a pesar de ello.
- Tony, no hagas esto, tú tampoco te sientes cómodo.
- Pero eso no quiere decir que no quiera hacerlo -bajó su mano por mi abdomen, respirando profundamente-. Tenía un ritmo de vida distinto antes de esto y me siento frustrado.
- ¿Ritmo de vida?
- Sexo, Rogers -dijo con sequedad-. Antes de enamorarme de ti tenía sexo cada semana...
- ¡Calla! -le tapé la boca casi incluso antes de pensarlo-. No quiero saber eso.
Lo último que quería era escuchar cuantas mujeres habían pasado por su cama. No solo porqué me diera un poco de celos oír eso, también por sabes cuanta experiencia sexual tenía cuando la mía era nula.
Tony apartó mi mano y se levantó sin dejar de mirarme.
- Esta bien... Entonces iré a darme una ducha fría...
Recogió sus cosas lo más rápido que pudo y salió del despacho.
Di un gran suspiro, golpeando el respaldo de la silla con la cabeza. Odiaba estar en esta situación, discutir con Tony me tensaba demasiado por tratar de controlarme y no decir algo de lo que arrepentirme después, pero a veces por su carácter me veía presionado. Aunque comprendía el que se sintiera frustrado, pasar de todo a nada debía estar enloqueciéndole.
Me levanté rápidamente y le seguí hasta su habitación. Me cerró la puerta casi en la cara y escuché como cerro el pestillo.
- Tony, ábreme. No te enfades por eso, es algo que ya sabías -dije, tocando la puerta.
No obtuve respuesta alguna. Volví a llamar varías veces, pero tan solo se escuchaban ruidos procedentes del interior.
- Tony, por favor, no quiero que nos peleemos. Ábreme y hablamos.
Nuevamente silencio.
Me apoyé en la puerta intentando no alterarme por su comportamiento inmaduro.
- Escúchame, no quiero estar mal contigo, sabes que estoy intentando todo esto por ti -di un golpe en la puerta y recibí más silencio-. Tony, abre de una vez, somos una pareja, no podemos arreglar nada si no me hablas.
No hubo respuesta.
Esperé casi 5 minutos parado frente a la puerta, golpeando el suelo con el pie, intentando controlarme, hasta que no pude más. Volví a llamar con más fuerza a la puerta.
- Anthony, abre la puerta o soy capaz de tirarla abajo -dije casi gruñendo, a punto de perder la paciencia.
Banner apareció al final del pasillo, mirándome con sorpresa en su rostro.
- ¿Qué sucede? -Preguntó acercándose.
- Tony es lo que me pasa -gruñí.
- Ya sabías como era antes de esto -dijo apartándome para llamar él a la puerta-. Stark, deberías abrir, Barton y Romanoff están por llegar y dudo que quieras que se enteren de todo con estos gritos.
- Pues dile al soldadito que se largue, es él quién grita -respondió al fin.
- ¿A él si le respondes?
El silencio volvió y di un puñetazo en su puerta haciendo que la madera se astillara clavándose en mi puño. Miré mi mano y resoplé frustrado harto de esta situación.
- Está bien, Tony, haz lo que quieras, pero piensa que quizá cuando quieras hablarlo yo ya no esté dispuesto a ello.
Miré la marca de mi puño en la puerta y luego a Banner.
- Siento el alboroto -murmuré antes de dar media vuelta.
Mientras me iba pude escuchar a mi espalda la voz de Bruce y la puerta de Tony abrirse finalmente. Eso me produjo más rabia y estaba tan molesto por su estúpida actitud que no me volvería a hablar con él. Había hecho todo lo posible por arreglarlo, ahora le tocaba a Tony demostrar si quiere que lo nuestro continúe.

Tony

Los incesantes golpes de Steve me irritaban cada vez más. Sé que mi enfado quizá estaba siendo desmesurado, pero me sentía tan malditamente frustrado que sentía que si le respondía iba a empeorarlo.
Quizá pueda parecer un capricho solo porque se trata de sexo, pero lo siento más que eso. Por una vez en la vida siento que mi necesidad es más que un impulso, es las ganas de saber si esto de verdad va a funcionar. Estos dos últimos meses habían sido tan agradables. Steve había estado cada mañana viniendo a comprobar la evolución de la herida de mi pecho y eso me hacía sentir realmente especial. Luego de eso empecé a colarme en su habitación, me sentía nuevamente en la adolescencia, solo que sin las ganas de huir del compromiso de una relación, lo cual hasta a mí mismo me sorprendió. No sé cómo Steve se ha llegado a meter bajo mi piel con esta intensidad, solo sé que necesito saber que esto va a funcionar.
No podía con la frustración sexual de tantos meses sin nada, y tener que ver a Steve semi-desnudo al dormir juntos estaba terminando de hacerme explotar. Tantas son las ganas que he llegado a buscar por internet como tener sexo gay. Me ha aclarado dudas, pero a cambio me ha aterrado pensar en el dolor. Recomendaban auto-exploración y lo he intentado, incluso compré un lubricante especial, pero me siento más incómodo que si lo hiciera otro. Creo que toda esta negatividad era por lo que decía Steve de sentirme menos hombre. Estaba haciendo mi mayor esfuerzo para sacarme eso de la cabeza, y la mayor parte del tiempo con él ya lo conseguía, pero si ni siquiera él me daba el apoyo respecto a esto era demasiado difícil. Lo peor es no poder quejarme porqué él ha levantado una barrera en contra del sexo.
Todo junto ha acabado con mi poca paciencia y necesitaba un momento de relajación para no estallar y tirar a la basura mi relación con Steve.
- Stark, deberías abrir, Barton y Romanoff están por llegar y dudo que quieras que se enteren de todo con estos gritos -dijo, Banner a través de la puerta.
Di un suspiro.
- Pues dile al soldadito que se largue, es él quién grita -respondí, manteniendo mi enfado a raya.
- ¿A él si le respondes? -se quejó, Steve.
Apreté los dientes para no responderle. No sabía si respondiéndole a él sería capaz de mantener el control.
Un gran golpe en la puerta me hizo botar sobre la silla. ¿Qué diablos ha sido eso?
- Está bien, Tony, haz lo que quieras, pero piensa que quizá cuando quieras hablarlo yo ya no esté dispuesto a ello.
Mierda. Había acabado con la paciencia de Steve y eso si me asustaba. Si de algo estaba seguro era de que si no fuera por la paciencia de Steve ni siquiera llevaríamos dos meses juntos.
- ¿Tony, está todo bien? -preguntó, Banner, con preocupación.
Abrí la puerta y vi tras Bruce a Steve al final del pasillo. Finalmente se había cansado de mí.
Miré a Banner y asentí aunque fuera mentira. No iba hablar con nadie sobre sexo gay cuando ni con Steve lo hacía.
- Deberías hablar con él, está realmente molesto, Tony -señalo la puerta.
Mi boca cayó abierta al ver la gran marca que había en mi puerta. Se podía distinguir las marcas de unos nudillos y supe enseguida que había sido ese gran golpe.
- Lo haré.
Ahora recordaba porque odiaba las relaciones, son tan malditamente complicadas.
- Jarvis, llama a los de las reformas y que suban a cambiar mi puerta.
- Sí, Señor -respondió.
Cerré la puerta al salir y pasé por el lado de Banner para seguir el camino por donde Steve se había ido.
Llamé a su puerta y al no recibir respuesta traté de abrir, para mi sorpresa si lo hizo.
Steve estaba hablando por teléfono y se giró al escucharme entrar.
- Sí, estoy dispuesto... No se preocupe... Espero el informe -colgó.
Dejó el teléfono sobre la cama y se cruzó de brazos mirándome con enfado.
- ¿Todavía quieres hablar? -Pregunté sin poder mirarle.
- ¿Has tenido que esperar a que me cabree y casi rompa tu puerta para querer hablar? -Preguntó retóricamente-. Antes estaba dispuesto a pedirte perdón por haberte hecho sentir mal y no haberte comprendido, pero ahora estoy demasiado enfadado como para hacerlo.
- Bueno, entonces lo haré yo. Lo siento -alcé la vista a él al fin y me acerqué varios pasos-. Siento tener este carácter tan insoportable, pero solo tenía miedo de cagarla más.
- Pues creo que no queriendo lo has hecho todavía más.
- Lo sé -di un gran suspiro, resignado a que esto acabaría mal-. No entiendo como he llegado a amarte, Steve, no entiendo las relaciones y no entiendo el cambió en mis impulsos.
- ¿Me amas? -Dijo con una gran sorpresa en su voz.
Reaccioné al hecho de que había dicho eso en alto. Ni yo mismo me había dado cuenta de que sintiera algo tan fuerte por él, no sé siquiera si había llegado a sentir esto por alguien. Quizá lo más cercano fue Pepper, pero desde el incidente en Nueva York nos alejamos y luego Steve terminó por enloquecerme de esta manera... ¿Cómo no podía estar confundido? Lo peor es que eso me asustaba al pensar que todo esto me hiciera hacer daño a Steve como se lo hice a Pepper, porque sí, le amaba.
- Sí -respondí.
Su expresión se suavizó mientras alargaba la mano hacía mi para atraerme a él. Sus brazos me rodearon con firmeza y sus labios bajaron hasta atrapar lo míos. Pasé mis brazos por su espalda, aferrándome a su contacto por mi necesidad de él. No quería excederme, pero era difícil no pensar en ello cuando sentía sus brazos a mí alrededor y la dureza de los músculos de su espalda. Me hacía sentir excitado, y mucho.
Su mirada se fijó en la mía.
- También te amo, Tony -dijo con una pequeña sonrisa-. Aunque me saques de quicio.
- Lo siento, no sé cómo me soportas.
- Merece la pena por los momentos buenos -acarició mi mejilla, dándome pequeños besos en los labios.
Normalmente tanto exceso de cariño lo repelería, pero estaba tan necesitado que quería abalanzarme sobre él. Apreté mis manos en su espalda, pegando completamente nuestros cuerpos.
- Tony... -murmuró como advertencia-. No sé si estoy listo, no sé nada de cómo hacerlo.
- Yo tampoco, he leído consejos de cómo hacerlo y aún me siento incómodo.
- ¿Entonces porque insistes?
- Porque te necesito, Steve. Te veo con ese maldito cuerpo perfecto y nunca me había sentido tan desesperado por tener sexo, y aunque me siento inseguro creo que cuanto antes pasemos este momento antes nos sentiremos más seguros.
Me miró dudoso por varios segundos hasta que finalmente asintió. Le miré con sorpresa de que me diera la razón.
- Supongo que cuanto antes mejor -dijo, tragando saliva.
- ¿Estás seguro? -Me separé unos centímetros para poder mirar su expresión.
- Hazlo antes de que cambie de opinión, que será muy pronto.
De repente todo mi cuerpo se tensó a causa de los nervios. No esperaba que el aceptara tan rápido, pero debía intentar mantener la calma por los dos, aunque no ayudaba la presión de saber que yo soy quién deba llevar esto ya que Steve no tenía ningún tipo de experiencia.
Respire hondo mirando a Steve, mentalizándome para lo que venía. Tenía que recordar todo lo que había leído para que esto saliera bien por el bien de nuestra relación. Lo primero era relajarnos, pero evidentemente ambos estábamos demasiado tensos por la discusión y la incomodidad de adentrarnos en esto.
- Tengo algo que ayudará -dije al recordar el lubricante.
- ¿El qué?
Hice un gesto para que esperara aquí y prácticamente corrí por el pasillo hasta mi habitación. Me paré al ver que estaban cambiando mi puerta, dudoso de si era buen momento para pasar, pero de no hacerlo Steve cambiaría de opinión.
- Disculpar -dije casi empujándoles para pasar.
Abrí el cajón de mi mesita, cogí el pequeño bote y lo metí en mi bolsillo. Volví a salir apartándoles de mi camino y corrí nuevamente con Steve.
Estaba sentado a los pies de su cama mirando hacía la puerta, haciendo un movimiento nervioso con la pierna. Cerré la puerta con pestillo detrás de mí y me acerqué a él sacando el lubricante.
- ¿Lo tenías preparado? -cogió el bote y lo miró.
- Solo quería estar prepa...
- ¡Relajante anal! -dijo casi en un grito, cortando mi frase, mientras miraba el bote.
- ¿Qué esperabas? No tenemos vaginas, Steve...
- Eso ya lo sé, Tony, no soy estúpido -puso los ojos en blanco-. ¿Pero tanto duele que necesita efecto relajante?
- Leí que al principio sí, pero dependiendo de la relajación, lubricación y dilatación -el rostro de Steve fue palideciendo a medida que hablaba.
No podía hacer esto si le estaba sentando tan mal solo la explicación.
- Steve, no quiero forzarte a esto -me senté a su lado y tome su mano-. Supongo que estas más anticuado que yo todavía -dije bromeando para relajar el ambiente.
Steve ni se inmutó por mi comentario y miro nuestras manos unidas en silencio. Sabía que estaba pensado algo y quisiera saber que era. Entrelazó nuestros dedos y alzo la vista a mis ojos. Parecía con una mirada más tranquila, pero aun podía notar como su pecho se hinchaba rápidamente con cada respiración.
- Estoy dispuesto a intentarlo con una condición -murmuró en apenas un susurro.
- ¿Cual condición?
Ya sabía cuál debía ser, pero quería estar seguro.
- Por ahora no quiero que tú... En mí... -dijo nervioso, apretando mi mano.
No me había equivocado. Como él dijo, si ni se atrevía a tocarse él como iba dejarme a mí, era bastante obvio que ese iba a ser su mayor obstáculo. Pero no tenía problema con eso por el momento. Con la práctica supongo que terminaría de soltarse, al igual que yo.
- Ya contaba con eso -le sonreí para tranquilizarle y suspiro suavemente, más aliviado-. Solo trata de mantener la mente abierta y déjate llevar.
Me asustaba tener que manejar esto, pero desde luego Steve no podría hacerlo, estaba más asustado que yo e iba a ser a mí a quien se le meterían dentro. Aunque ese pensamiento también me asustaba bastante, ya no era como cuando lo discutimos anteriormente. Ahora estaba dispuesto e incluso tenía curiosidad, pero pensar en lo que podría dolerme me ponía realmente nervioso.
- De acuerdo -me devolvió la sonrisa.
Sujeté su rostro, acercándome a besarle. Lo hice despacio, tomándome el tiempo de probar cada parte de su boca adentrándome en ella. Las caricias de su lengua con la mía las sentía más intensas que nunca y sabía que era porque mis sentidos estaban alerta en anticipación a lo que íbamos hacer.
Pasé mis manos por su pecho y abdomen, notando sus músculos marcados por la tensión de su cuerpo. No pensé mucho en saber si iba rápido o despacio, y metí mis manos bajo si camisa. Steve se tensó más, pero continuó el beso enredando sus dedos en mi pelo, tirando levemente. Desabroché botón a botón hasta abrirla la camisa completamente.
Me separé para respirar y contemplé su cuerpo, notando como me endurecía poco a poco solo con mirarle. Era tan perfecto que dolía, me hacía necesitarle.
Me saqué la camisa por la cabeza para no perder tiempo ya que Steve no parecía saber cómo seguir. Desabroché mis pantalones y la mirada de Steve bajo a lo que hacía. Me deshice de mis pantalones y zapatos poniéndome de pie, quedando frente a él. Lentamente subió la mirada por mi cuerpo hasta llegar a mis ojos. Coloqué mis manos sobre sus hombros, ofreciéndole una sonrisa, y me senté sobre sus piernas a horcajadas.
Sus manos se aferraron a mi cintura temblando levemente. Su reacción me produjo una sensación cálida en mi pecho ante su inocencia. Era extraño pensar en que alguien de su edad pudiera ser virgen, pero era la maldita pureza personificada. Me hacía sentir entre mal y orgulloso el saber que yo acabaría con eso, pero más orgulloso porque me eligiera. Eso hacía que definitivamente esto me gustara más.
Volví a besarle intensamente, llevándole hacia atrás hasta acostarle. Deje jugar nuestras bocas mientras vague por su cuerpo con mis manos hasta su bragueta. La baje despacio, notando como temblaba su lengua dentro de mi boca. Me separé unos centímetros, casi jadeando por la falta de aire perdida en el beso. Besé la punta de su barbilla y rasque levemente con los dientes, haciendo que saliera un gemido ronco de su garganta. Sonreí con satisfacción bajando mi boca por su cuello. Steve aferró sus manos a mi espalda, haciendo que me recostara en su pecho. Besó mis labios con suavidad, subiendo y bajando las manos por mi columna. Era tan agradable la calidez de su piel contra la mía, podría perderme tan solo en esta sensación. Esto reafirmaba mis ganas de tener más de él. Solo con esto ya me había atrapado, no quería imaginar cuando fuéramos a más.
Ese pensamiento me hizo sonreír. Besé sus labios repetidas veces y luego me separé para terminar de quitarle el pantalón. Cuando fui a quitar su bóxer Steve me paró y lo hizo él mismo. Era pudoroso hasta el último momento, cuando era bastante estúpido puesto que iba a tocarle de todas maneras.
Quité mi bóxer y nos acostamos en la cama. Le miré de arriba abajo y me calenté tanto que no pude evitar endurecerme más, sobre todo al notar que él también lo estaba. Saber que no le era indiferente me daba más ánimos a seguir. Nuestras miradas se cruzaron finalmente y pude ver enseguida que Steve parecía más suelto, lo cual me tranquilizaba bastante. Aunque ahora venía una de las peores partes para mí. Dilatar.
Cogí el lubricante y Steve me miró tensando la mandíbula. Tenía miedo de pedirle ayuda y que él sintiera que era demasiado, pero realmente quería que él participar más que en solo penetrarme.
- ¿Me ayudarás con esto? -Pregunté, abriendo el bote de lubricante.
- ¿En qué? -susurró con voz temblorosa.
Le miré y tomé su mano.
- Necesito que me ayude con la dilatación... No te asustes con lo que te diré -enseguida vi que mis palabras produjeron el efecto contrario, pero seguí-. Me pondré lubricante y tú debes introducir tus dedos.
- ¿Qué? -Se sentó de golpe alarmado.
- Lo haría yo, pero me gustaría sentir que somos dos en esto, Steve. Además, para ti es más fácil acceder a esa zona.
Steve cerró los ojos soltando todo el aire de sus pulmones.
- No pienses -dije poniendo una mano sobre la suya-, solo actúa. Será más fácil.
Abrió los ojos y asintió, aunque podía notar lo tensó que seguía.
Me eché lubricante sin parar a pensarlo más como le había dicho a él. Unté bien toda la zona anal y empecé a mentalizarme para el dolor. Volví a subirme a horcajadas sobre Steve y sentí los nervios atacarme. Busqué sus labios desesperadamente, cogiendo sus manos y poniendo ambas sobre mi trasero. Jadeó impactado dentro de mi boca, pero no deje de besarle. Sentí el leve temblor de sus manos bajar por mis glúteos, pero antes de llegar cortó el beso jadeando. Respiró profundamente y continuó hasta encontrar lo que buscaba.
Pude escuchar susurros que se hacía a sí mismo para darse ánimos y no pude evitar sonreír. Estaba igual de empeñado que yo en que lo nuestro realmente funcionara. Saberlo me llenaba completamente y me hacía amarle más.
Me centre en relajarme para que se hiciera más fácil para los dos cuando trató de introducir un dedo. Mi cuerpo reaccionó tensándose y me maldije. Respiré profundamente y solté el aire despacio. Lo repetí varías veces hasta que sentí que Steve había metido totalmente un dedo. Su mirada estaba centrada en la mía e hice lo mismo, tratando de solo pensar en él y en la finalidad de esto. Me incline para besarle y Steve se paralizó cuando puse mi cuerpo sobre el suyo y nuestros miembros se rozaron.
- Calma -le susurré.
Esta parte también me ponía nervioso a mí. Pensar en tocarle o chuparle y que me gustara era una de las razones por las que mi cabeza me traicionaba y me decía que eso me hacía menos hombre. Era algo estúpido porque yo continuaba siendo el mismo, mis discusiones con Steve eran prueba de ello y que mi carácter y personalidad no son afectadas por lo que siento por él. Pero supongo que la presión social de querer hacer ver la homosexualidad como algo afeminado había hecho que terminara por creérmelo y ahora que lo estaba viviendo por mí mismo podía ver que eso no era verdad, solo que era difícil de quitar esa mentalidad después de tantos años.
Besé suavemente sus labios y le sonreí para tratar de tranquilizarle.
- ¿Estás bien? -susurré.
Asintió sin decir nada.
Podía ver en su mirada el esfuerzo que hacía por no retirarse, pero ya habíamos llegado muy lejos para dejarlo ahora y él también lo sabía. Sentí la tirantez de mi piel cuando quiso meter el segundo dedo. Aferré mi mano a su brazo como acto reflejo y volvió a paralizarse.
- Lo siento -murmuró apenado.
- Estoy bien -afirmé, aflojando mi agarré.
Le asentí para que continuara y cerré los ojos tratando de centrarme en relajar mi respiración.
Sentí sus labios en los míos y abrí los ojos para encontrarme directamente con los de él. Una pequeña sonrisa asomó en sus labios y eso sí logró relajarme. Necesitaba saber que, a pesar de la incomodidad del acto, él estaba de acuerdo con esto y que no se arrepintiera después, y esa sonrisa quitó mi duda.
Apreté los dientes cuando giro los dedos dentro de mí y un leve gemido se me escapó. Apoye mi frente contra la suya respirando hondo. Notaba pequeños pinchazos que estaban lejos de ser realmente dolorosos, por una parte me aliviaba, pero por otra me daba miedo pensar que no estuviéramos haciéndolo bien y luego doliera demasiado.
Bajé mi vista a su ya gran erección y maldije internamente al ver el tamaño. Iba a doler, sin duda.
- ¿Estás bien? -Preguntó al notar que me había tensado.
- Sí -respondí dudoso.
Comencé a repetirme mentalmente como un mantra "puedo hacerlo", una y otra vez hasta creérmelo.
Steve sacó los dedos y me miró. Por un segundo pensé que ya se había arrepentido y me angustió el pensar que ya no íbamos a hacerlo, pero no fue así. Tan solo se acomodó unos cojines tras su espalda para elevarse, lo cual me facilitaba más el besarle. Con solo un gesto había hecho que me diera cuenta de que por mucho que me diera miedo pensar en que dolería quería hacerlo de verdad.
Sin decir nada, Steve metió la mano entre mis piernas y volvió a introducir los dedos en mí, insistiendo en dilatarme. Parecía que había sido más fácil esta vez, lo cual me relajaba y a Steve también.
A pesar de sentir la tirantez de mi piel me gustaba sentir sus manos en mi cuerpo, lo hacía con sumo cuidado e incluso con la mano que me sujetaba de la cintura. Una razón más para saber que esto solo lo quería con él, y esperaba poder pagárselo también con placer.
Baje una de mis manos por su abdomen, sintiendo como mi corazón repicaba en mi pecho en anticipación a lo que iba hacer. La mirada de Steve bajó en dirección a mi mano al darse cuenta. Aunque las inseguridades estaban atacando mi mente, las ignoré por completo y tomé su miembro con mi mano. Todo su cuerpo se tensó y su agarré en mi cintura se hizo más fuerte. Había pensado mucho en este momento desde la primera vez que discutimos sobre el sexo y me alegraba saber que no me estaba sintiendo tan mal como me esperaba, solo no sabía bien cómo actuar ahora que lo tenía en mi mano. Supongo que debía pensar en cómo me masturbaba yo y hacérselo a él.
Moví la mano por todo el largo de su erección y Steve separó levemente sus labios dejando salir un jadeo suave, el cual me excitó. Mordí mi labio con fuerza, sin cesar el movimiento de mi mano, viendo como la respiración de Steve aumentaba con cada caricia. Echó la cabeza hacia atrás, sacando los dedos para agarrarse en mis piernas por el placer.
Sonreí viendo cuanto le gustaba. Su reacción hacía que dejara de pensar en todas esas razones que me incomodaban y tan solo disfrutara de lo bien que se sentía que él gozara del placer que yo le daba.
- Tony... -gimió.
Escuchar mi nombre en ese gemido tiró todas mis barreras de un solo golpe.
Tomé su cabeza por la nuca y le besé aprisionando su boca, mordiendo su labio con desesperación. Mi necesidad de él había salido disparada, mi mente ya solo era capaz de pensar en lo perfecto que era, en la manera en la que había conseguido atraerme y en que quería todo con él. Solo con él.
Sin dejar de besarle volví agarrar su dureza, alcé mis caderas sobre él y me armé de valor posicionándole en mi entrada. Las manos de Steve se clavaron en mí al sentir el roce.
- ¿Quieres? -susurré sin apenas despegar los labios de los suyos.
Quería darle la última oportunidad de echarse atrás, aunque deseaba que no fuera así.
- Hazlo -murmuró, mordiendo mi labio y tirando suavemente de él.
No lo dudé más y bajé lentamente hasta sentir como su punta trataba de abrirse camino dentro de mí. Cerré los ojos por el dolor cuando las paredes del recto se vieron invadidas y obligadas a abrirse más. Respiré profundamente para relajarme y no pensar en el dolor mientras baja despacio. Steve puso sus manos en mi cintura, ayudándome, a la vez que acariciaba suavemente mi piel intentando mantenerme tranquilo.
- Oh joder... -gruñí entre dientes.
Le sentí completamente dentro y respiré hondo abriendo los ojos para mirar a los suyos.
- ¿Estás bien? -Preguntó, acariciando mi mejilla, acercándose para besarme suavemente.
Su beso movió todo dentro de mí. El estómago se me contrajo y el pecho se me lleno de una cálida sensación al sentirme tan amado.
- Perfecto -dije en un jadeo sacando la lengua para introducirla en su boca.
Me alcé despacio y volví a bajar, sintiendo todavía un leve dolor. Lo repetí varías veces hasta que noté como entraba y salía con más facilidad y el dolor se reducía elevando el placer de los roces. Realmente era mucho más placentero de lo que podría haber imaginado, y ahora mismo agradecía haber tenido valor de intentarlo y poder sentir a Steve de esta manera. Lo que me terminó de relaja completamente fue ver como Steve disfrutaba mientras me miraba con la boca entreabierta, soltando pequeños gemidos. Bajé con fuerza y gimió más fuerte apretando los dientes.
- Oh Dios, Tony...
Al ver su buena reacción comencé a moverme con más rapidez, ignorando el pequeño dolor cuando entraba completamente dentro de mí.
Steve se terminó de incorporar, besándome apasionadamente, mientras rodeaba mi cintura con sus brazos y comenzaba a moverme. Un gran gemido salió de mí y aferré mis manos en su espalda con fuerza. Casi no me era necesario moverme porque él podía hacerlo solo. Ahora mismo agradecía su fuerza de Súper Soldado, porque incluso su agarré tan firme era excitante.
Me abrazó fuerte contra su cuerpo repentinamente y me levantó con él poniéndose de rodillas.
- ¿Steve? -dije con voz agitada.
Sentía con cada gesto que hacía como su miembro se movía en mí y era como una agradable tortura.
- Déjame intentarlo -murmuró, colocándome en la cama, provocando que se saliera.
Se veía tan centrado en lo que hacía, dejándose llevar por el momento. Había caído completamente en el placer al igual que yo.
- Si te hago daño dímelo -dijo, apoyando ambas manos a mis costados para besarme suavemente.
Asentí e hizo una pequeña sonrisa que le devolví con ganas.
Se centró entre mis piernas, y después de mirarme por unos momentos, me las levantó causándome gran sorpresa. Su gran facilidad para levantarme me excitaba tanto como me asustaba. No quería imaginar con la fuerza que podría llegar a dar, aunque en estos momento confiaba en él y en sus últimas palabras.
Dio una respiración profunda y guio a su miembro hasta penetrarme lentamente. Observó mi reacción en todo momento, sujetando mis piernas, mientras reculaba y volvía a embestir. Ahora estaba tan abierto y entraba tan bien que gocé de cada suave roce de nuestros cuerpos. Cada vez que movía su cintura lo hacía más rápido y me endurecí hasta el punto de que se volvió un doloroso placer. Agarré mi erección y comencé a masturbarme, bajo la mirada curiosa de Steve.
Parecía lejos de sentirse incómodo por el cómo acariciaba mis piernas en cada una de sus embestidas. Lo hacía de manera tan delicada que esa suavidad estaba por volverme loco, y creo que podría venirme sin necesidad de tocarme.
- Dios mío, Steve... -gruñí, para no gritar.
Mi espalda se arqueó al sentir una fuerte ola de placer que recorrió toda mi columna. Sus movimientos la iban intensificando hasta que me sentí colapsar en un enorme orgasmo que me hizo correrme a la vez.
- ¡Ah, Steve! -grité entre dientes, alargando la mano hacía él desesperado.
Se inclinó y tomé su rostro atrayéndole para besarle con extrema pasión. Me faltaba el aire y el orgasmo parecía prolongarse con sus tortuosas estacadas. Mordisqueé su labio y gimió en mi boca, clavándose en mi interior dos, tres, cuatro veces más, hasta que se vino, gimiendo sin soltar mis labios.
Se quedó paralizando en esa posición, absorbiendo el orgasmo al igual que yo, sin dejar de besarme mientras tratábamos de recobrar el aliento. Apoyó su frente sobre la mía, mirándome tan fijamente que agitó mi estómago con un gran cosquilleo.
- Wow -dije al fin, con una gran sonrisa.
Soltó mis piernas y las deje caer a sus lados, relajándolas. Acarició mi mejilla dándome un beso más.
- Wow -respondió sonriendo igual.
Finalmente salió y se acostó junto a mí. Tomó mi mano entrelazando nuestros dedos y beso en el dorso.
- Supongo que no ha estado tan mal, ¿verdad? -Pregunté en un susurro.
- Aunque no creía que diría algo así... Esto ha sido increíble.
Reí acercándome a él y le abracé con fuerza, apoyando la cabeza en su pecho, donde di un beso. Sonrió rodeándome con sus brazos y estrechándome en ellos.
- Recuérdame que no te vuelva a decir no -dijo, enredando sus piernas con las mías-. Pero solo aplica par esto -aclaró al final.
Volví a reír, sintiéndome tan plenamente feliz y satisfecho.
- Ya estaba a punto de tomar esa frase para guardarla bien -bromeé.
Dio un pequeño golpe en mi brazo en forma de queja y solté una risa. Sujetó mi barbilla y la alzó para besarme pero le paré al ver las marcas que había en sus nudillos.
- Oh Dios, Steve -negué apenado y bese cada uno de sus dedos-. Luego el bruto soy yo, ¿no? -dije con ironía, haciéndole reír.
- No voy a morirme por eso, cosas peores me han pasado y peores pasaré -dijo, dándome el beso finalmente.
- Con el poco trabajo que tenemos lo dudo, aunque me alegra.
- No es del todo así... -murmuró dudoso, haciendo que le mirará extrañado-. Con el enfadó tenía ganas de alejarme de aquí y... -dio un suspiro- he hablado con Fury para trabajar con Shield cuando necesiten.
Después de lo que acababa de pasar me entristecía pensar en que fuera a estar lejos en misiones, pero supongo que antes de estar de brazos cruzados podría ser útil para Shield.
Tomé su rostro y besé sus labios por centésima vez en la última hora.
- Me parece bien, tan solo ten cuidado y vuelve de una pieza, así cuando vuelvas quizá te recibía como hace 5 minutos -dije con un ronroneo al final.
Steve soltó una fuerte risa abrazándome más a él.
- No estaría nada mal -me guiñó un ojo, haciendo que me riera con él.
Era tan increíble el cómo me sentía ahora que había sacado toda la tensión de mí. Definitivamente nuestras últimas discusiones solo eran por mi gran frustración sexual, porque ahora estaba tan bien que ni lo de Shield me enfadaba. Realmente era la primera vez que me había sentido hasta este punto de necesidad. Antes me era muy fácil encontrar satisfacción, pero ahora tenía una relación seria con Steve, con todas las complicaciones que eso con llevaba, y esta era la única manera de tener lo que quería, por eso no me arrepiento de haberle forzado un poco. Habíamos dado un gran paso, el cual nos facilitaría que no este de mal humor y vuelva a cagarla como para que Steve se enfade de nuevo. No quería discutir con él, sentía que en cualquier momento el llegaría a decir basta y me dejaría. Así que ahora iba a poner mi mayor empeño en comprender a Steve y ser más comunicativo para no arriesgarme a perderle, porque ahora mismo no sabría que hacer sin él.
Aunque me cueste decirlo en voz alta, le amo, más de lo que creía que se podía, y por alguna extraña razón él también a mí. A sido tan rápido y tan fuerte que me aterra, pero a la misma vez me abre la esperanza a que esto sea algo que dure mucho tiempo, o así intentaría que fuera.

Steve

Ordené mi escritorio por décima vez esta semana, ya que Tony tenía la manía de cambiarme las cosas de sitio cuando venía a mi despacho a trabajar conmigo. Cuando no tenía nada que hacer le gustaba venir a verme trabajar o a comentarme que cambios le iba hacer a su nuevo traje. Era increíble escucharle hablar sobre ello, aunque no entendiera la mayoría de términos que decía, me encantaba su entusiasmo y emoción por mejorar.
Este último par meses con él habían sido realmente buenos, hacer que esto funcionara había sido más fácil de lo que esperaba, exceptuando un par de discusiones, todo era perfecto. En el último mes Tony se había colado en mi habitación casi diariamente para dormir juntos. Decía que le hacía sentir como cuando era adolescente y se escapaba, o entraba a escondidas a chicas en su casa... Lo que debió aguantar el pobre Howard, aunque, él era exactamente igual.
Por el momento todo iba por buen camino, lo único que tenía tenso a Tony era que Bruce nos dijo que Romanoff y Barton estaban empezando a decir cosas de nosotros. No imaginan que tengamos una relación, pero si el que algo estaba pasando con nosotros porqué pasábamos la mayor parte del tiempo juntos. Comenzaba a sentirme un poco mal por no contarles la verdad ahora que habíamos entablado más amistad entre todos, sin embargo no creo que Tony este aun en ese punto.
Había hecho muchos avances, en especial el de sentirse incómodo pensando que le hacía menos hombre, ya le daba tanto igual que hasta me sorprendía cuando se ponía cariñoso. Yo por mi parte, tenía todo más claro y me gustaba el cómo iba todo. Me había acostumbrado bastante rápido a sus besos y, desde que se cuela en mi cama avanzamos más con el aspecto del contacto físico. Podernos abrazar sin sentirnos incomodos o avergonzados había sido realmente un duro trabajo a base de insistir.
Ahora el problema era hacer que nos separáramos. En especial esta última semana que Nat y Barton se habían ido con Shield y tan solo con Banner en la torre Tony se sentía liberado. Hoy se terminaba eso, pero estábamos disfrutando los últimos momentos, Tony se encargaba de eso.
Se apoyó en mi escritorio y dejo su caja de herramientas en el centro. Le miré de reojo soltando un soplido.
- ¡Acababa de ordenar todo!
- No te quejes, Rogers, luego te lo ordeno yo.
- ¿Como todas las veces esta semana? -dije irónico.
Acercó su silla a mi lado y besó mi mejilla antes de sentarse. No pude contener la estúpida sonrisa que me salió. Puso sobre la mesa uno de los brazos de su armadura y abrió la caja de herramientas.
- ¿Te vienes a trabajar aquí? -Le pregunté, buscando como llegar a mi lapicero-. ¿Qué le pasa al laboratorio?
- Que no estás tú -me guiñó el ojo.
Tiré de su silla, haciéndola rodar hasta la mía y tomé su rostro para besarle. Así de rápido lograba quitarme cualquier molestia cuando chocaban nuestras personalidades. No podía resistirme a él.
- Eres un encanto cuando dices esas cosas -le sonreí.
- Y tú cuando te pones cursi -beso mis labios suavemente una vez más, poniendo una mano sobre mi pecho-. Siento invadir tu escritorio -bajó la caja de herramientas al suelo.
Le sonreí, sin poder apartar mi mirada de él. Su consideración me provocó un cosquilleo dentro del pecho. Una prueba más de lo maduro que puede ser a veces sin darse cuenta. Estas eran las cosas que me enamoraban de él, los pequeños detalles que ni él mismo era capaz de percibir.
Se puso en un lado de la mesa y sacó varias herramientas para ponerse a trabajar. Le miré durante un momento, viendo cómo se concentraba completamente en su trabajo. Ni si quiera sabía que estaba haciendo, pero me gustaba verle con su tecnología. Conseguía un nivel de concentración que podía ver en él todo lo duro que ha trabajado para llegar a convertirse en quién es. Él lo tuvo más fácil que yo de joven, pero no quita la dedicación que tuvo para estudiar y continuar el legado de su padre. Aunque a él cueste creerlo, sé que Howard estaría increíblemente orgulloso de él.
Se quedó parado y alcé la vista para encontrarme que estaba mirándome.
- ¿Pasa algo? -Preguntó extrañado.
- No, solo me gusta ver como trabajas. Me recuerdas a tu padre, él estaría muy orgulloso de ti.
- Deja de decir eso, evidentemente no conocimos a la misma persona.
- Sé que él lo estaría, no me importa lo que digas. Quizá no le conocí tan bien como tú, pero lo suficiente para saber que estaría orgulloso de lo que has hecho con lo que él te dejó.
Asintió sin ánimo quedando callado, prácticamente para que no continuara hablando de eso. Luego esbozó una sonrisa repentina mirándome.
- ¿También cuentas tú como algo que me dejó?
Me salió una carcajada al escucharle. No había caído en cuenta de ese detalle. No sé si Howard estuviera de acuerdo con lo nuestro.
- No creo que tu padre estuviera contento de tenerme de yerno.
- Oh, créeme que lo estaría, te tenía en gran estima -hizo una risa suave-. Probablemente me diría que yo no soy suficiente para ti.
Su negatividad me molestaba. Era tan egocéntrico por fuera como inseguro por dentro. Cuando salía el tema de su padre era excesivamente terco en su negatividad, conmigo era capaz de abrirse lo suficiente y había notado la diferencia de lo que dejaba ver a los demás y lo que realmente siente. Hay mucha sensibilidad dentro de él aunque no sea capaz de sacarla, y esa es la gran razón por la que cada día me enamora más. Poder conocerle tan a fondo me hace sentirme más tranquilo de haber escogido intentar esta relación, aunque en momentos como este me irritara escucharle.
- Deja de pensar así, Tony, eras su hijo, te quería más que a nada.
- No le conociste lo suficiente entonces.
- Quizá no, pero he visto el video que te dejo, y no me importa lo que digas, sé que lo que decía era de verdad -sonreí de lado-. Y concuerdo con él, eres su mayor creación.
Tony no cambio de expresión en absoluto. Se puso el brazo de su armadura y disparo con el repulso hacía mí, que salió con tan solo un soplido. Definitivamente eso era lo que estaba intentando arreglar.
- Lo eres tú, Rogers, e irónicamente mi propio padre ayudo a hacer al hombre perfecto para tener de novio -me guiño el ojo, haciéndome ruborizar.
Sentí como mi cara se calentaba al mismo tiempo que su sonrisa se hacía más amplia.
Me giré con la silla y escuche su risa a mi espalda.
- Deja de decir esas cosas... -murmuré avergonzado.
Sentí sus manos en mis hombros y me tensé por la sorpresa. Se agachó, dejando su rostro a la altura del mío, y besó mi mejilla, bajando las manos hasta mi pecho.
- Dices que me suelte y no piense tanto, pero cuando lo hago no te gusta... ¿Qué hago entonces, Steven? -Susurró junto a mi oído.
Tomé sus manos y se abrazó a mi cuello.
- Me refiero a estas cosas -nos señalé para expresar la situación a la que me refería.
Levanté sus manos, girando la silla para quedar de frente, y tiré de él para ponerle en mi regazo. Se quedó mirándome y luego el cómo estaba sobre mis piernas. Pude notar en su expresión que no estaba del todo cómodo, pero no se quejó y volvió a mirarme.
- Déjate llevar, Tony -susurré besando su mejilla.
- Me lo pones difícil en este momento...
- Eres igual de hombre estando en mi regazo que levantando una pesa -besé su labios.
Aunque sonrió sabía que le seguía dando vueltas. Es evidente que su pasado de mujeres le hacía más difícil este tipo de cosas. Antes era él quién ponía a alguien en su regazo y al verse al revés le costaba asimilarlo más que a mí.
- Solo te estoy viendo yo, no debes preocuparte.
- Cuando toquemos lo que te incomoda a ti, ya veremos si te repones tan rápido, Steven.
Trague saliva con fuerza, tratando de mantener la vista en la suya.
- No es lo mismo... -dije en apenas un susurro.
Tony puso una mano sobre mi pecho y acarició mis pectorales con un leve temblor. Evidentemente él tampoco estaba cómodo con esto, pero lo forzaba a pesar de ello.
- Tony, no hagas esto, tú tampoco te sientes cómodo.
- Pero eso no quiere decir que no quiera hacerlo -bajó su mano por mi abdomen, respirando profundamente-. Tenía un ritmo de vida distinto antes de esto y me siento frustrado.
- ¿Ritmo de vida?
- Sexo, Rogers -dijo con sequedad-. Antes de enamorarme de ti tenía sexo cada semana...
- ¡Calla! -le tapé la boca casi incluso antes de pensarlo-. No quiero saber eso.
Lo último que quería era escuchar cuantas mujeres habían pasado por su cama. No solo porqué me diera un poco de celos oír eso, también por sabes cuanta experiencia sexual tenía cuando la mía era nula.
Tony apartó mi mano y se levantó sin dejar de mirarme.
- Esta bien... Entonces iré a darme una ducha fría...
Recogió sus cosas lo más rápido que pudo y salió del despacho.
Di un gran suspiro, golpeando el respaldo de la silla con la cabeza. Odiaba estar en esta situación, discutir con Tony me tensaba demasiado por tratar de controlarme y no decir algo de lo que arrepentirme después, pero a veces por su carácter me veía presionado. Aunque comprendía el que se sintiera frustrado, pasar de todo a nada debía estar enloqueciéndole.
Me levanté rápidamente y le seguí hasta su habitación. Me cerró la puerta casi en la cara y escuché como cerro el pestillo.
- Tony, ábreme. No te enfades por eso, es algo que ya sabías -dije, tocando la puerta.
No obtuve respuesta alguna. Volví a llamar varías veces, pero tan solo se escuchaban ruidos procedentes del interior.
- Tony, por favor, no quiero que nos peleemos. Ábreme y hablamos.
Nuevamente silencio.
Me apoyé en la puerta intentando no alterarme por su comportamiento inmaduro.
- Escúchame, no quiero estar mal contigo, sabes que estoy intentando todo esto por ti -di un golpe en la puerta y recibí más silencio-. Tony, abre de una vez, somos una pareja, no podemos arreglar nada si no me hablas.
No hubo respuesta.
Esperé casi 5 minutos parado frente a la puerta, golpeando el suelo con el pie, intentando controlarme, hasta que no pude más. Volví a llamar con más fuerza a la puerta.
- Anthony, abre la puerta o soy capaz de tirarla abajo -dije casi gruñendo, a punto de perder la paciencia.
Banner apareció al final del pasillo, mirándome con sorpresa en su rostro.
- ¿Qué sucede? -Preguntó acercándose.
- Tony es lo que me pasa -gruñí.
- Ya sabías como era antes de esto -dijo apartándome para llamar él a la puerta-. Stark, deberías abrir, Barton y Romanoff están por llegar y dudo que quieras que se enteren de todo con estos gritos.
- Pues dile al soldadito que se largue, es él quién grita -respondió al fin.
- ¿A él si le respondes?
El silencio volvió y di un puñetazo en su puerta haciendo que la madera se astillara clavándose en mi puño. Miré mi mano y resoplé frustrado harto de esta situación.
- Está bien, Tony, haz lo que quieras, pero piensa que quizá cuando quieras hablarlo yo ya no esté dispuesto a ello.
Miré la marca de mi puño en la puerta y luego a Banner.
- Siento el alboroto -murmuré antes de dar media vuelta.
Mientras me iba pude escuchar a mi espalda la voz de Bruce y la puerta de Tony abrirse finalmente. Eso me produjo más rabia y estaba tan molesto por su estúpida actitud que no me volvería a hablar con él. Había hecho todo lo posible por arreglarlo, ahora le tocaba a Tony demostrar si quiere que lo nuestro continúe.

Tony

Los incesantes golpes de Steve me irritaban cada vez más. Sé que mi enfado quizá estaba siendo desmesurado, pero me sentía tan malditamente frustrado que sentía que si le respondía iba a empeorarlo.
Quizá pueda parecer un capricho solo porque se trata de sexo, pero lo siento más que eso. Por una vez en la vida siento que mi necesidad es más que un impulso, es las ganas de saber si esto de verdad va a funcionar. Estos dos últimos meses habían sido tan agradables. Steve había estado cada mañana viniendo a comprobar la evolución de la herida de mi pecho y eso me hacía sentir realmente especial. Luego de eso empecé a colarme en su habitación, me sentía nuevamente en la adolescencia, solo que sin las ganas de huir del compromiso de una relación, lo cual hasta a mí mismo me sorprendió. No sé cómo Steve se ha llegado a meter bajo mi piel con esta intensidad, solo sé que necesito saber que esto va a funcionar.
No podía con la frustración sexual de tantos meses sin nada, y tener que ver a Steve semi-desnudo al dormir juntos estaba terminando de hacerme explotar. Tantas son las ganas que he llegado a buscar por internet como tener sexo gay. Me ha aclarado dudas, pero a cambio me ha aterrado pensar en el dolor. Recomendaban auto-exploración y lo he intentado, incluso compré un lubricante especial, pero me siento más incómodo que si lo hiciera otro. Creo que toda esta negatividad era por lo que decía Steve de sentirme menos hombre. Estaba haciendo mi mayor esfuerzo para sacarme eso de la cabeza, y la mayor parte del tiempo con él ya lo conseguía, pero si ni siquiera él me daba el apoyo respecto a esto era demasiado difícil. Lo peor es no poder quejarme porqué él ha levantado una barrera en contra del sexo.
Todo junto ha acabado con mi poca paciencia y necesitaba un momento de relajación para no estallar y tirar a la basura mi relación con Steve.
- Stark, deberías abrir, Barton y Romanoff están por llegar y dudo que quieras que se enteren de todo con estos gritos -dijo, Banner a través de la puerta.
Di un suspiro.
- Pues dile al soldadito que se largue, es él quién grita -respondí, manteniendo mi enfado a raya.
- ¿A él si le respondes? -se quejó, Steve.
Apreté los dientes para no responderle. No sabía si respondiéndole a él sería capaz de mantener el control.
Un gran golpe en la puerta me hizo botar sobre la silla. ¿Qué diablos ha sido eso?
- Está bien, Tony, haz lo que quieras, pero piensa que quizá cuando quieras hablarlo yo ya no esté dispuesto a ello.
Mierda. Había acabado con la paciencia de Steve y eso si me asustaba. Si de algo estaba seguro era de que si no fuera por la paciencia de Steve ni siquiera llevaríamos dos meses juntos.
- ¿Tony, está todo bien? -preguntó, Banner, con preocupación.
Abrí la puerta y vi tras Bruce a Steve al final del pasillo. Finalmente se había cansado de mí.
Miré a Banner y asentí aunque fuera mentira. No iba hablar con nadie sobre sexo gay cuando ni con Steve lo hacía.
- Deberías hablar con él, está realmente molesto, Tony -señalo la puerta.
Mi boca cayó abierta al ver la gran marca que había en mi puerta. Se podía distinguir las marcas de unos nudillos y supe enseguida que había sido ese gran golpe.
- Lo haré.
Ahora recordaba porque odiaba las relaciones, son tan malditamente complicadas.
- Jarvis, llama a los de las reformas y que suban a cambiar mi puerta.
- Sí, Señor -respondió.
Cerré la puerta al salir y pasé por el lado de Banner para seguir el camino por donde Steve se había ido.
Llamé a su puerta y al no recibir respuesta traté de abrir, para mi sorpresa si lo hizo.
Steve estaba hablando por teléfono y se giró al escucharme entrar.
- Sí, estoy dispuesto... No se preocupe... Espero el informe -colgó.
Dejó el teléfono sobre la cama y se cruzó de brazos mirándome con enfado.
- ¿Todavía quieres hablar? -Pregunté sin poder mirarle.
- ¿Has tenido que esperar a que me cabree y casi rompa tu puerta para querer hablar? -Preguntó retóricamente-. Antes estaba dispuesto a pedirte perdón por haberte hecho sentir mal y no haberte comprendido, pero ahora estoy demasiado enfadado como para hacerlo.
- Bueno, entonces lo haré yo. Lo siento -alcé la vista a él al fin y me acerqué varios pasos-. Siento tener este carácter tan insoportable, pero solo tenía miedo de cagarla más.
- Pues creo que no queriendo lo has hecho todavía más.
- Lo sé -di un gran suspiro, resignado a que esto acabaría mal-. No entiendo como he llegado a amarte, Steve, no entiendo las relaciones y no entiendo el cambió en mis impulsos.
- ¿Me amas? -Dijo con una gran sorpresa en su voz.
Reaccioné al hecho de que había dicho eso en alto. Ni yo mismo me había dado cuenta de que sintiera algo tan fuerte por él, no sé siquiera si había llegado a sentir esto por alguien. Quizá lo más cercano fue Pepper, pero desde el incidente en Nueva York nos alejamos y luego Steve terminó por enloquecerme de esta manera... ¿Cómo no podía estar confundido? Lo peor es que eso me asustaba al pensar que todo esto me hiciera hacer daño a Steve como se lo hice a Pepper, porque sí, le amaba.
- Sí -respondí.
Su expresión se suavizó mientras alargaba la mano hacía mi para atraerme a él. Sus brazos me rodearon con firmeza y sus labios bajaron hasta atrapar lo míos. Pasé mis brazos por su espalda, aferrándome a su contacto por mi necesidad de él. No quería excederme, pero era difícil no pensar en ello cuando sentía sus brazos a mí alrededor y la dureza de los músculos de su espalda. Me hacía sentir excitado, y mucho.
Su mirada se fijó en la mía.
- También te amo, Tony -dijo con una pequeña sonrisa-. Aunque me saques de quicio.
- Lo siento, no sé cómo me soportas.
- Merece la pena por los momentos buenos -acarició mi mejilla, dándome pequeños besos en los labios.
Normalmente tanto exceso de cariño lo repelería, pero estaba tan necesitado que quería abalanzarme sobre él. Apreté mis manos en su espalda, pegando completamente nuestros cuerpos.
- Tony... -murmuró como advertencia-. No sé si estoy listo, no sé nada de cómo hacerlo.
- Yo tampoco, he leído consejos de cómo hacerlo y aún me siento incómodo.
- ¿Entonces porque insistes?
- Porque te necesito, Steve. Te veo con ese maldito cuerpo perfecto y nunca me había sentido tan desesperado por tener sexo, y aunque me siento inseguro creo que cuanto antes pasemos este momento antes nos sentiremos más seguros.
Me miró dudoso por varios segundos hasta que finalmente asintió. Le miré con sorpresa de que me diera la razón.
- Supongo que cuanto antes mejor -dijo, tragando saliva.
- ¿Estás seguro? -Me separé unos centímetros para poder mirar su expresión.
- Hazlo antes de que cambie de opinión, que será muy pronto.
De repente todo mi cuerpo se tensó a causa de los nervios. No esperaba que el aceptara tan rápido, pero debía intentar mantener la calma por los dos, aunque no ayudaba la presión de saber que yo soy quién deba llevar esto ya que Steve no tenía ningún tipo de experiencia.
Respire hondo mirando a Steve, mentalizándome para lo que venía. Tenía que recordar todo lo que había leído para que esto saliera bien por el bien de nuestra relación. Lo primero era relajarnos, pero evidentemente ambos estábamos demasiado tensos por la discusión y la incomodidad de adentrarnos en esto.
- Tengo algo que ayudará -dije al recordar el lubricante.
- ¿El qué?
Hice un gesto para que esperara aquí y prácticamente corrí por el pasillo hasta mi habitación. Me paré al ver que estaban cambiando mi puerta, dudoso de si era buen momento para pasar, pero de no hacerlo Steve cambiaría de opinión.
- Disculpar -dije casi empujándoles para pasar.
Abrí el cajón de mi mesita, cogí el pequeño bote y lo metí en mi bolsillo. Volví a salir apartándoles de mi camino y corrí nuevamente con Steve.
Estaba sentado a los pies de su cama mirando hacía la puerta, haciendo un movimiento nervioso con la pierna. Cerré la puerta con pestillo detrás de mí y me acerqué a él sacando el lubricante.
- ¿Lo tenías preparado? -cogió el bote y lo miró.
- Solo quería estar prepa...
- ¡Relajante anal! -dijo casi en un grito, cortando mi frase, mientras miraba el bote.
- ¿Qué esperabas? No tenemos vaginas, Steve...
- Eso ya lo sé, Tony, no soy estúpido -puso los ojos en blanco-. ¿Pero tanto duele que necesita efecto relajante?
- Leí que al principio sí, pero dependiendo de la relajación, lubricación y dilatación -el rostro de Steve fue palideciendo a medida que hablaba.
No podía hacer esto si le estaba sentando tan mal solo la explicación.
- Steve, no quiero forzarte a esto -me senté a su lado y tome su mano-. Supongo que estas más anticuado que yo todavía -dije bromeando para relajar el ambiente.
Steve ni se inmutó por mi comentario y miro nuestras manos unidas en silencio. Sabía que estaba pensado algo y quisiera saber que era. Entrelazó nuestros dedos y alzo la vista a mis ojos. Parecía con una mirada más tranquila, pero aun podía notar como su pecho se hinchaba rápidamente con cada respiración.
- Estoy dispuesto a intentarlo con una condición -murmuró en apenas un susurro.
- ¿Cual condición?
Ya sabía cuál debía ser, pero quería estar seguro.
- Por ahora no quiero que tú... En mí... -dijo nervioso, apretando mi mano.
No me había equivocado. Como él dijo, si ni se atrevía a tocarse él como iba dejarme a mí, era bastante obvio que ese iba a ser su mayor obstáculo. Pero no tenía problema con eso por el momento. Con la práctica supongo que terminaría de soltarse, al igual que yo.
- Ya contaba con eso -le sonreí para tranquilizarle y suspiro suavemente, más aliviado-. Solo trata de mantener la mente abierta y déjate llevar.
Me asustaba tener que manejar esto, pero desde luego Steve no podría hacerlo, estaba más asustado que yo e iba a ser a mí a quien se le meterían dentro. Aunque ese pensamiento también me asustaba bastante, ya no era como cuando lo discutimos anteriormente. Ahora estaba dispuesto e incluso tenía curiosidad, pero pensar en lo que podría dolerme me ponía realmente nervioso.
- De acuerdo -me devolvió la sonrisa.
Sujeté su rostro, acercándome a besarle. Lo hice despacio, tomándome el tiempo de probar cada parte de su boca adentrándome en ella. Las caricias de su lengua con la mía las sentía más intensas que nunca y sabía que era porque mis sentidos estaban alerta en anticipación a lo que íbamos hacer.
Pasé mis manos por su pecho y abdomen, notando sus músculos marcados por la tensión de su cuerpo. No pensé mucho en saber si iba rápido o despacio, y metí mis manos bajo si camisa. Steve se tensó más, pero continuó el beso enredando sus dedos en mi pelo, tirando levemente. Desabroché botón a botón hasta abrirla la camisa completamente.
Me separé para respirar y contemplé su cuerpo, notando como me endurecía poco a poco solo con mirarle. Era tan perfecto que dolía, me hacía necesitarle.
Me saqué la camisa por la cabeza para no perder tiempo ya que Steve no parecía saber cómo seguir. Desabroché mis pantalones y la mirada de Steve bajo a lo que hacía. Me deshice de mis pantalones y zapatos poniéndome de pie, quedando frente a él. Lentamente subió la mirada por mi cuerpo hasta llegar a mis ojos. Coloqué mis manos sobre sus hombros, ofreciéndole una sonrisa, y me senté sobre sus piernas a horcajadas.
Sus manos se aferraron a mi cintura temblando levemente. Su reacción me produjo una sensación cálida en mi pecho ante su inocencia. Era extraño pensar en que alguien de su edad pudiera ser virgen, pero era la maldita pureza personificada. Me hacía sentir entre mal y orgulloso el saber que yo acabaría con eso, pero más orgulloso porque me eligiera. Eso hacía que definitivamente esto me gustara más.
Volví a besarle intensamente, llevándole hacia atrás hasta acostarle. Deje jugar nuestras bocas mientras vague por su cuerpo con mis manos hasta su bragueta. La baje despacio, notando como temblaba su lengua dentro de mi boca. Me separé unos centímetros, casi jadeando por la falta de aire perdida en el beso. Besé la punta de su barbilla y rasque levemente con los dientes, haciendo que saliera un gemido ronco de su garganta. Sonreí con satisfacción bajando mi boca por su cuello. Steve aferró sus manos a mi espalda, haciendo que me recostara en su pecho. Besó mis labios con suavidad, subiendo y bajando las manos por mi columna. Era tan agradable la calidez de su piel contra la mía, podría perderme tan solo en esta sensación. Esto reafirmaba mis ganas de tener más de él. Solo con esto ya me había atrapado, no quería imaginar cuando fuéramos a más.
Ese pensamiento me hizo sonreír. Besé sus labios repetidas veces y luego me separé para terminar de quitarle el pantalón. Cuando fui a quitar su bóxer Steve me paró y lo hizo él mismo. Era pudoroso hasta el último momento, cuando era bastante estúpido puesto que iba a tocarle de todas maneras.
Quité mi bóxer y nos acostamos en la cama. Le miré de arriba abajo y me calenté tanto que no pude evitar endurecerme más, sobre todo al notar que él también lo estaba. Saber que no le era indiferente me daba más ánimos a seguir. Nuestras miradas se cruzaron finalmente y pude ver enseguida que Steve parecía más suelto, lo cual me tranquilizaba bastante. Aunque ahora venía una de las peores partes para mí. Dilatar.
Cogí el lubricante y Steve me miró tensando la mandíbula. Tenía miedo de pedirle ayuda y que él sintiera que era demasiado, pero realmente quería que él participar más que en solo penetrarme.
- ¿Me ayudarás con esto? -Pregunté, abriendo el bote de lubricante.
- ¿En qué? -susurró con voz temblorosa.
Le miré y tomé su mano.
- Necesito que me ayude con la dilatación... No te asustes con lo que te diré -enseguida vi que mis palabras produjeron el efecto contrario, pero seguí-. Me pondré lubricante y tú debes introducir tus dedos.
- ¿Qué? -Se sentó de golpe alarmado.
- Lo haría yo, pero me gustaría sentir que somos dos en esto, Steve. Además, para ti es más fácil acceder a esa zona.
Steve cerró los ojos soltando todo el aire de sus pulmones.
- No pienses -dije poniendo una mano sobre la suya-, solo actúa. Será más fácil.
Abrió los ojos y asintió, aunque podía notar lo tensó que seguía.
Me eché lubricante sin parar a pensarlo más como le había dicho a él. Unté bien toda la zona anal y empecé a mentalizarme para el dolor. Volví a subirme a horcajadas sobre Steve y sentí los nervios atacarme. Busqué sus labios desesperadamente, cogiendo sus manos y poniendo ambas sobre mi trasero. Jadeó impactado dentro de mi boca, pero no deje de besarle. Sentí el leve temblor de sus manos bajar por mis glúteos, pero antes de llegar cortó el beso jadeando. Respiró profundamente y continuó hasta encontrar lo que buscaba.
Pude escuchar susurros que se hacía a sí mismo para darse ánimos y no pude evitar sonreír. Estaba igual de empeñado que yo en que lo nuestro realmente funcionara. Saberlo me llenaba completamente y me hacía amarle más.
Me centre en relajarme para que se hiciera más fácil para los dos cuando trató de introducir un dedo. Mi cuerpo reaccionó tensándose y me maldije. Respiré profundamente y solté el aire despacio. Lo repetí varías veces hasta que sentí que Steve había metido totalmente un dedo. Su mirada estaba centrada en la mía e hice lo mismo, tratando de solo pensar en él y en la finalidad de esto. Me incline para besarle y Steve se paralizó cuando puse mi cuerpo sobre el suyo y nuestros miembros se rozaron.
- Calma -le susurré.
Esta parte también me ponía nervioso a mí. Pensar en tocarle o chuparle y que me gustara era una de las razones por las que mi cabeza me traicionaba y me decía que eso me hacía menos hombre. Era algo estúpido porque yo continuaba siendo el mismo, mis discusiones con Steve eran prueba de ello y que mi carácter y personalidad no son afectadas por lo que siento por él. Pero supongo que la presión social de querer hacer ver la homosexualidad como algo afeminado había hecho que terminara por creérmelo y ahora que lo estaba viviendo por mí mismo podía ver que eso no era verdad, solo que era difícil de quitar esa mentalidad después de tantos años.
Besé suavemente sus labios y le sonreí para tratar de tranquilizarle.
- ¿Estás bien? -susurré.
Asintió sin decir nada.
Podía ver en su mirada el esfuerzo que hacía por no retirarse, pero ya habíamos llegado muy lejos para dejarlo ahora y él también lo sabía. Sentí la tirantez de mi piel cuando quiso meter el segundo dedo. Aferré mi mano a su brazo como acto reflejo y volvió a paralizarse.
- Lo siento -murmuró apenado.
- Estoy bien -afirmé, aflojando mi agarré.
Le asentí para que continuara y cerré los ojos tratando de centrarme en relajar mi respiración.
Sentí sus labios en los míos y abrí los ojos para encontrarme directamente con los de él. Una pequeña sonrisa asomó en sus labios y eso sí logró relajarme. Necesitaba saber que, a pesar de la incomodidad del acto, él estaba de acuerdo con esto y que no se arrepintiera después, y esa sonrisa quitó mi duda.
Apreté los dientes cuando giro los dedos dentro de mí y un leve gemido se me escapó. Apoye mi frente contra la suya respirando hondo. Notaba pequeños pinchazos que estaban lejos de ser realmente dolorosos, por una parte me aliviaba, pero por otra me daba miedo pensar que no estuviéramos haciéndolo bien y luego doliera demasiado.
Bajé mi vista a su ya gran erección y maldije internamente al ver el tamaño. Iba a doler, sin duda.
- ¿Estás bien? -Preguntó al notar que me había tensado.
- Sí -respondí dudoso.
Comencé a repetirme mentalmente como un mantra "puedo hacerlo", una y otra vez hasta creérmelo.
Steve sacó los dedos y me miró. Por un segundo pensé que ya se había arrepentido y me angustió el pensar que ya no íbamos a hacerlo, pero no fue así. Tan solo se acomodó unos cojines tras su espalda para elevarse, lo cual me facilitaba más el besarle. Con solo un gesto había hecho que me diera cuenta de que por mucho que me diera miedo pensar en que dolería quería hacerlo de verdad.
Sin decir nada, Steve metió la mano entre mis piernas y volvió a introducir los dedos en mí, insistiendo en dilatarme. Parecía que había sido más fácil esta vez, lo cual me relajaba y a Steve también.
A pesar de sentir la tirantez de mi piel me gustaba sentir sus manos en mi cuerpo, lo hacía con sumo cuidado e incluso con la mano que me sujetaba de la cintura. Una razón más para saber que esto solo lo quería con él, y esperaba poder pagárselo también con placer.
Baje una de mis manos por su abdomen, sintiendo como mi corazón repicaba en mi pecho en anticipación a lo que iba hacer. La mirada de Steve bajó en dirección a mi mano al darse cuenta. Aunque las inseguridades estaban atacando mi mente, las ignoré por completo y tomé su miembro con mi mano. Todo su cuerpo se tensó y su agarré en mi cintura se hizo más fuerte. Había pensado mucho en este momento desde la primera vez que discutimos sobre el sexo y me alegraba saber que no me estaba sintiendo tan mal como me esperaba, solo no sabía bien cómo actuar ahora que lo tenía en mi mano. Supongo que debía pensar en cómo me masturbaba yo y hacérselo a él.
Moví la mano por todo el largo de su erección y Steve separó levemente sus labios dejando salir un jadeo suave, el cual me excitó. Mordí mi labio con fuerza, sin cesar el movimiento de mi mano, viendo como la respiración de Steve aumentaba con cada caricia. Echó la cabeza hacia atrás, sacando los dedos para agarrarse en mis piernas por el placer.
Sonreí viendo cuanto le gustaba. Su reacción hacía que dejara de pensar en todas esas razones que me incomodaban y tan solo disfrutara de lo bien que se sentía que él gozara del placer que yo le daba.
- Tony... -gimió.
Escuchar mi nombre en ese gemido tiró todas mis barreras de un solo golpe.
Tomé su cabeza por la nuca y le besé aprisionando su boca, mordiendo su labio con desesperación. Mi necesidad de él había salido disparada, mi mente ya solo era capaz de pensar en lo perfecto que era, en la manera en la que había conseguido atraerme y en que quería todo con él. Solo con él.
Sin dejar de besarle volví agarrar su dureza, alcé mis caderas sobre él y me armé de valor posicionándole en mi entrada. Las manos de Steve se clavaron en mí al sentir el roce.
- ¿Quieres? -susurré sin apenas despegar los labios de los suyos.
Quería darle la última oportunidad de echarse atrás, aunque deseaba que no fuera así.
- Hazlo -murmuró, mordiendo mi labio y tirando suavemente de él.
No lo dudé más y bajé lentamente hasta sentir como su punta trataba de abrirse camino dentro de mí. Cerré los ojos por el dolor cuando las paredes del recto se vieron invadidas y obligadas a abrirse más. Respiré profundamente para relajarme y no pensar en el dolor mientras baja despacio. Steve puso sus manos en mi cintura, ayudándome, a la vez que acariciaba suavemente mi piel intentando mantenerme tranquilo.
- Oh joder... -gruñí entre dientes.
Le sentí completamente dentro y respiré hondo abriendo los ojos para mirar a los suyos.
- ¿Estás bien? -Preguntó, acariciando mi mejilla, acercándose para besarme suavemente.
Su beso movió todo dentro de mí. El estómago se me contrajo y el pecho se me lleno de una cálida sensación al sentirme tan amado.
- Perfecto -dije en un jadeo sacando la lengua para introducirla en su boca.
Me alcé despacio y volví a bajar, sintiendo todavía un leve dolor. Lo repetí varías veces hasta que noté como entraba y salía con más facilidad y el dolor se reducía elevando el placer de los roces. Realmente era mucho más placentero de lo que podría haber imaginado, y ahora mismo agradecía haber tenido valor de intentarlo y poder sentir a Steve de esta manera. Lo que me terminó de relaja completamente fue ver como Steve disfrutaba mientras me miraba con la boca entreabierta, soltando pequeños gemidos. Bajé con fuerza y gimió más fuerte apretando los dientes.
- Oh Dios, Tony...
Al ver su buena reacción comencé a moverme con más rapidez, ignorando el pequeño dolor cuando entraba completamente dentro de mí.
Steve se terminó de incorporar, besándome apasionadamente, mientras rodeaba mi cintura con sus brazos y comenzaba a moverme. Un gran gemido salió de mí y aferré mis manos en su espalda con fuerza. Casi no me era necesario moverme porque él podía hacerlo solo. Ahora mismo agradecía su fuerza de Súper Soldado, porque incluso su agarré tan firme era excitante.
Me abrazó fuerte contra su cuerpo repentinamente y me levantó con él poniéndose de rodillas.
- ¿Steve? -dije con voz agitada.
Sentía con cada gesto que hacía como su miembro se movía en mí y era como una agradable tortura.
- Déjame intentarlo -murmuró, colocándome en la cama, provocando que se saliera.
Se veía tan centrado en lo que hacía, dejándose llevar por el momento. Había caído completamente en el placer al igual que yo.
- Si te hago daño dímelo -dijo, apoyando ambas manos a mis costados para besarme suavemente.
Asentí e hizo una pequeña sonrisa que le devolví con ganas.
Se centró entre mis piernas, y después de mirarme por unos momentos, me las levantó causándome gran sorpresa. Su gran facilidad para levantarme me excitaba tanto como me asustaba. No quería imaginar con la fuerza que podría llegar a dar, aunque en estos momento confiaba en él y en sus últimas palabras.
Dio una respiración profunda y guio a su miembro hasta penetrarme lentamente. Observó mi reacción en todo momento, sujetando mis piernas, mientras reculaba y volvía a embestir. Ahora estaba tan abierto y entraba tan bien que gocé de cada suave roce de nuestros cuerpos. Cada vez que movía su cintura lo hacía más rápido y me endurecí hasta el punto de que se volvió un doloroso placer. Agarré mi erección y comencé a masturbarme, bajo la mirada curiosa de Steve.
Parecía lejos de sentirse incómodo por el cómo acariciaba mis piernas en cada una de sus embestidas. Lo hacía de manera tan delicada que esa suavidad estaba por volverme loco, y creo que podría venirme sin necesidad de tocarme.
- Dios mío, Steve... -gruñí, para no gritar.
Mi espalda se arqueó al sentir una fuerte ola de placer que recorrió toda mi columna. Sus movimientos la iban intensificando hasta que me sentí colapsar en un enorme orgasmo que me hizo correrme a la vez.
- ¡Ah, Steve! -grité entre dientes, alargando la mano hacía él desesperado.
Se inclinó y tomé su rostro atrayéndole para besarle con extrema pasión. Me faltaba el aire y el orgasmo parecía prolongarse con sus tortuosas estacadas. Mordisqueé su labio y gimió en mi boca, clavándose en mi interior dos, tres, cuatro veces más, hasta que se vino, gimiendo sin soltar mis labios.
Se quedó paralizando en esa posición, absorbiendo el orgasmo al igual que yo, sin dejar de besarme mientras tratábamos de recobrar el aliento. Apoyó su frente sobre la mía, mirándome tan fijamente que agitó mi estómago con un gran cosquilleo.
- Wow -dije al fin, con una gran sonrisa.
Soltó mis piernas y las deje caer a sus lados, relajándolas. Acarició mi mejilla dándome un beso más.
- Wow -respondió sonriendo igual.
Finalmente salió y se acostó junto a mí. Tomó mi mano entrelazando nuestros dedos y beso en el dorso.
- Supongo que no ha estado tan mal, ¿verdad? -Pregunté en un susurro.
- Aunque no creía que diría algo así... Esto ha sido increíble.
Reí acercándome a él y le abracé con fuerza, apoyando la cabeza en su pecho, donde di un beso. Sonrió rodeándome con sus brazos y estrechándome en ellos.
- Recuérdame que no te vuelva a decir no -dijo, enredando sus piernas con las mías-. Pero solo aplica par esto -aclaró al final.
Volví a reír, sintiéndome tan plenamente feliz y satisfecho.
- Ya estaba a punto de tomar esa frase para guardarla bien -bromeé.
Dio un pequeño golpe en mi brazo en forma de queja y solté una risa. Sujetó mi barbilla y la alzó para besarme pero le paré al ver las marcas que había en sus nudillos.
- Oh Dios, Steve -negué apenado y bese cada uno de sus dedos-. Luego el bruto soy yo, ¿no? -dije con ironía, haciéndole reír.
- No voy a morirme por eso, cosas peores me han pasado y peores pasaré -dijo, dándome el beso finalmente.
- Con el poco trabajo que tenemos lo dudo, aunque me alegra.
- No es del todo así... -murmuró dudoso, haciendo que le mirará extrañado-. Con el enfadó tenía ganas de alejarme de aquí y... -dio un suspiro- he hablado con Fury para trabajar con Shield cuando necesiten.
Después de lo que acababa de pasar me entristecía pensar en que fuera a estar lejos en misiones, pero supongo que antes de estar de brazos cruzados podría ser útil para Shield.
Tomé su rostro y besé sus labios por centésima vez en la última hora.
- Me parece bien, tan solo ten cuidado y vuelve de una pieza, así cuando vuelvas quizá te recibía como hace 5 minutos -dije con un ronroneo al final.
Steve soltó una fuerte risa abrazándome más a él.
- No estaría nada mal -me guiñó un ojo, haciendo que me riera con él.
Era tan increíble el cómo me sentía ahora que había sacado toda la tensión de mí. Definitivamente nuestras últimas discusiones solo eran por mi gran frustración sexual, porque ahora estaba tan bien que ni lo de Shield me enfadaba. Realmente era la primera vez que me había sentido hasta este punto de necesidad. Antes me era muy fácil encontrar satisfacción, pero ahora tenía una relación seria con Steve, con todas las complicaciones que eso con llevaba, y esta era la única manera de tener lo que quería, por eso no me arrepiento de haberle forzado un poco. Habíamos dado un gran paso, el cual nos facilitaría que no este de mal humor y vuelva a cagarla como para que Steve se enfade de nuevo. No quería discutir con él, sentía que en cualquier momento el llegaría a decir basta y me dejaría. Así que ahora iba a poner mi mayor empeño en comprender a Steve y ser más comunicativo para no arriesgarme a perderle, porque ahora mismo no sabría que hacer sin él.
Aunque me cueste decirlo en voz alta, le amo, más de lo que creía que se podía, y por alguna extraña razón él también a mí. A sido tan rápido y tan fuerte que me aterra, pero a la misma vez me abre la esperanza a que esto sea algo que dure mucho tiempo, o así intentaría que fuera.


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