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'AVENGERS. I Love You por amourtenttia

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I Love You

Capítulo 5

 

 

 

No había cosa que Anthony Edward Stark adorase más en el mundo que la vida de su amado hijo. No existía nada más valiso antes y, sabía ya, que nunca existiría algo igual de querido en su vida. Peter era su vida entera, y como tal, lo cuidaba celosamente.

Tony sabía que SHIELD tenía muy buenos recursos. Su padre fue cofundador, su propia tía lo fue también. Él sabía la calidad de la organización, y respetaba el mandato de Coulson en ésta como ningún otro —aunque fuese, al mismo tiempo, quien más cuestionase sus decisiones—. Sin embargo, cuando se trataba de su hijo, el no se conformaba con lo que ellos podían ofrecerle.

Él necesitaba al mejor del mundo para ayudar a su pequeño, y el mejor del mundo llegó a él con un solo llamado.

El Doctor Stephen Strange fue, en su momento, un amigo tan cercano como lo era James Rhodes hoy día. Fue su mejor amigo por años, y, aunque sus caminos se separasen sabía que podía acudir por su ayuda si fuese necesario.

Incluso cuando en su momento de necesidad, Stark no pudo estar ahí. 

El accidente de Strange ocurrió el mismo mes en que él fue secuestrado; para cuando Tony volvió, solo escuchó de su ex esposo que él solicitó su ayuda en más de una ocasión.

La parte más rencorosa de Tony maldecía al rubio por negarle el acceso a sus millones cuando éste solicitó un préstamo.

"Le hubiese entregado mi fortuna entera, si yo hubiese estado ahí... Si con eso recuperaba sus manos" pensó, en algún momento.

Entendía, por otro lado, el que Rogers no pudiese hacer demasiado. Estaba demasiado ocupado con Sammy; no tenía la cabeza para considerarlo ni la idea de qué representaba el médico para el millonario.

Según Steve, Strange no había dudado en insultarlo por teléfono antes de advertirle que los médicos que atendían a su hijo no eran los adecuados.

El dolor seguía presente en la mente del genio cuando pensaba en ello... Recordaba la escena posterior a su separación oficial a la perfección.

Habían pasado dos meses desde su divorcio; se negaba a volver a la vida pública y continúaba padeciendo dolores constantes en el pecho que ya no sabía si eran por la maldita máquina que lo mantenía con vida o por el desgarro en su alma al perder a su bebé.

Estaba en su taller ahogándose en licores cuando un círculo brillante se presentó ante él. De éste, Stephen Strange —al que se daba por muerto en aquel entonces— emergió justo frente de sus narices. Tuvo miedo, pero todo este se esfumó cuando el hombre cortó la distancia para abrazarlo con fuerza.

Uniendo a duras penas cada pequeño fragmento que había roto en su ser.

—Lo siento...—recuerda que dijo —Si hubiese estado ahí... Si hubiese estado en condiciones de hacerlo... Sé que podría haberlo salvado.

Tony nunca se había atrevido a decirle a Steve que ese hombre, ese perfecto desconocido para él, y tan buen amigo del castaño, era quien él había elegido como padrino para su hijo. En un momento de necesidad extrema —y sabiendo los riesgos que pasaría su hijo siendo relacionado con el famoso Capitán América— Tony escogió a Stephen Strange como guardián para su hijo.

Era lamentable que el destino se las arreglara para alejarlo en el momento en que más lo necesitó. En ambos sentidos. Si Tony hubiese estado ahí para Stephen... Si Stephen hubiese estado ahí para Samuel... 

Lloró por largo rato entre sus brazos, disculpándose a su vez por haber estado en los confines de la tierra —aunque no fuese por su propia voluntad— cuando Strange más le necesitó. El doctor le repitió incontables ocasiones que nada podía hacerse ahora. Un lazo más fuerte que antes se instaló entre ambos. Hechicero y genio habían formado una alianza poderosa, como ninguna otra antes. Era un secreto a voces la relación tan íntima entre ambos desde entonces. Los años habían pasado. Sus caminos se apartaron, pero el lazo les impedía alejarse demasiado. 

Cuando Peter Parker llegó a la vida de Stark el doctor no se lo pensó dos veces antes de jurarle que daría su vida por la de su hijo de llegar a ser necesario. Tony fingió no llorar demasiado en esa ocasión. "¿Quién eres? ¿Snape?" había tratado de burlarse, cuando el doctor le sonrió apenas. "Solamente si tu eres Cissy" había respondido, con tono solemne.

Desde entonces, el Hechizero Supremo había retomado su profesión, aunque mantuviese una evidente exclusividad para la familia Stark. Continuaba ayudando a pacientes que acudían a él —fuera por su consejo médico, o por la necesidad de algo más... mágico—. Pero todo el mundo sabía que Stark contaba con un especialista a su favor.

Cuando el Hechizero hizo su aparición se paseó en los pasillos de la institución con actitud altiva. Los viejos hábitos costaba cambiarlos. Era mucho más humilde, pero parecía que su rostro era incapaz de demostrarlo. Solo quienes trataban con él directamente llegaban a ver eso.

Pasó junto a una sala de juntas antes de perderse por el corredor, siguiendo las instrucciones del castaño. Pronto la figura de Tony apareció ante él, y se dedicó a hacer exactamente lo que éste le había ordenado. Revisó al joven Parker hasta quedar completamente seguro de que estaba bien, y no dudó en entregar un reporte completo a su mejor amigo cuando éste le preguntó si realmente podían respirar tranquilos ahora.

—Cosas grandes vienen para Peter... No intentes detenerlo. No te atrevas a hacerlo... —dijo, con voz pausada.

Ese tono místico que Tony comenzaba a odiar.

—Comienzas a asustarme —le advirtió, Strange negó, colocando una mano en su hombro.

—No debes estar asustado. Eres un héroe, Tony... No debería sorprenderte que tu hijo llegue a serlo también.

Frunció el ceño visiblemente. 

—¿A qué te refieres? —cuestionó, inquieto.

—Debes prometerme que mantendrás la calma...

 

 

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Barnes casi sintió el alma salirse de su cuerpo cuando observó la aparición al final del corredor. Un hombre más o menos de su edad —aunque con muchísimas más canas que él, por supuesto— se materializó en el pasillo. Así, sin más. Abrió los ojos como platos. Le miró observar a su alrededor antes de comenzar a caminar directo a la sección médica. Su mente unió piezas a como pudo.

Magia. Ayuda. Salud.

Ese debía ser el Doctor Strange del cual el director continuaba hablando. Barnes había escuchado que estaba luchando por convencerlo de unirlo a sus filas, sin éxito. Aquello despertó su interés como pocas cosas. ¿Qué clase de hombre era Tony Stark realmente? ¿Qué clase de amistades tenía? Los reportes que había leído narraban exclusivamente sus luchas contra amenazas a la paz, nunca hablaban sobre sus relaciones o su verdadero rol como ciudadano. ¿Sería tan temible como alguna vez hubiera escuchado?

Era respetado por Coulson. Era respetado por Widow. Y con un solo llamado conseguía que el Doctor más extraño del mundo llegase a auxiliarle. ¡Incluso su mejor amigo decía que era mejor no acercársele!

James no era un hombre curioso. En lo absoluto. Eso Natasha lo sabía demasiado bien. Alzó una ceja al ver la expresión en su rostro. La duda en sus facciones, la inseguridad en su andar hasta detenerse a metros del cuarto donde mantenían al joven chico. Dudó entre acercarse o no, entonces escucharon un grito. Casi podría haberse burlado de la forma en que el agente corrió de inmediato a la habitación, pero ella había salido disparada en la misma dirección.

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Se giraron al abrirse la puerta con violencia. James tenía la mano en la pistola que enfundada en su ropa y pronto miró a su alrededor buscando el origen del disturbio. Natasha entró segundos después. Strange miró a ambos con cansancio, Tony sintió que ardía de furia. Se volvió hacia el médico y le dedicó una mirada glacial.

Barnes sintió algo raro al ver esa mirada. Atemorizante. Pensó, reafirmando todo lo que había estando analizando antes. No tenía duda alguna...

—No dirás ni una palabra —advirtió —Ni una sola, Strange. Él no puede saberlo...

Tony Stark era un hombre de temer.

—¿Papá...? ¿Strange?... ¿Qué está pasando?

La voz del menor hizo que todos voltearan. James observó con detenimiento la manera en que el velo de ira se iba, y se sintió algo estúpido al notar un amor inmenso crecer en los chocolatosos orbes. 


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