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Ópalo por Momino

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Notas del capitulo:

¡Ya estoy aquí! Agradezco a las personitas que dieron amablemente su opinión respecto a qué nuevo personaje les gustaría ver teniendo unos ligeros roces con Sai que por unanimidad se tomó la decisión, aunque cabe aclarar que también tendrá un importante papel, independientemente de si estará como pareja de Sai o no. ¡Muchas gracias de nuevo, ustedes saben quiénes son! 

¡Lean!

Capítulo 16

Nos miramos el uno al otro como dos estúpidos, y luego entramos en acción. Tomando la piedra que era un poco más grande que una moneda, bajamos las escaleras. Nuestros corazones recuperándose a su ritmo.

Le entregué la piedra. —Intenta algo, como esa cosa de reflexión, dattebayou.

Sasuke, quien probablemente había estado añorando un pedazo de ópalo desde que se enteró de lo que podía hacer, no se negó. Envolvió su mano a su alrededor, la concentración apretando la línea de su boca. Al principio no pasó nada, y entonces un débil resplandor rodeó el contorno de su cuerpo. Como cuando Sai se emocionó y su brazo centelleó y se desvaneció, pero entonces el brillo se extendió por todo su cuerpo, él desapareció.

Desapareció por completo.

—¿Teme? —Una suave risa vino desde la proximidad del sofá. Entrecerré los ojos. —No te puedo ver, de veras.

—¿En absoluto?

Negué con la cabeza. Extraño. Él estaba aquí, pero no podía verlo. Retrocediendo, me obligué a concentrarme en el sofá. Entonces me di cuenta de la diferencia. En frente del cojín del medio y detrás de la mesa de café, el espacio era distorsionado. Más o menos ondulado, como ver agua a través de un vaso, y supe que tenía que estar de pie ahí, mezclándose como un camaleón.

—Oh por Kami, eres completamente como Depredador, ttebayou.

Hubo una pausa y entonces—: Esto es tan genial, dobe —Momentos después reapareció, sonriendo como un niño que acaba de recibir su primer videojuego —.Demonios, algún día me voy a escabullir en tu baño como el hombre invisible.

Puse los ojos en blanco. —Entrégame el ópalo, bastardo pervertido.

Riendo, lo entregó. La piedra estaba a temperatura corporal, lo cual pensé era raro. —¿Quieres escuchar algo más loco que yo siendo completamente invisible, dobe? A duras penas me quito energía. Me siento bien.

—¡Vaya! —Le di vuelta a la piedra—. Tenemos que probar esto, ttebayou.

Tomando la piedra, Sasuke y yo nos dirigimos al lago. Teníamos unos quince minutos antes de que alguien más se apareciera.

—Inténtalo —dijo él.

Sosteniendo el ópalo en mi mano, no estaba seguro de qué intentar. Lo más difícil y lo que tomó más fuerza era usar la Fuente como arma. Así que decidí irme con eso. Me concentré en el asalto que sentí y esta vez se sintió diferente... potente y consumidor. Aprovecharla se hizo más rápido, más fácil, y en segundos, una bola de azul y blancuzca apareció por encima de mi mano libre.

—Genial —dije sonriendo—. Esto es... diferente, dattebayou.

Sasuke asintió. —¿Te sientes cansado o algo?

—No, de veras. —Y esto normalmente me secaba con una rapidez bastante increíble, así que el ópalo realmente tuvo un impacto. Entonces tuve una idea. Dejando que la Fuente se esfumara, busqué en la tierra y encontré una pequeña rama.

Llevándola a la orilla del lago, apreté el ópalo en una mano. —Nunca pude hacer la cosa de calentar-hasta-el-fuego, ttebayou. Me quemé los dedos bastante mal la última vez que lo intenté, ¡en serio!

—¿Deberías estar intentándolo ahora, entonces?

Ah, buen punto. —Pero estás aquí para sanarme, de veras.

Sasuke frunció el ceño. —La peor lógica del mundo, Kitsune.

Sonreí mientras me concentraba en la rama. La Fuente se encendió nuevamente, viajando a lo largo del delgado y torcido cuerpo de la rama, encerrándola. Un segundo después, el palo colapsó en una réplica de cenizas, la rama se vino abajo.

—¡Wow! —dije.

—Eso no era fuego, pero estuvo bastante malditamente cerca, dobe.

Nunca había hecho algo así antes. Tenía que ser el ópalo mejorando la genialidad extraterrestre, porque acababa de convertir un palo en Pompeya.

—Déjame tenerla —dijo el pelinegro—. Quiero ver si tiene algún efecto en el ónix.

Entregándosela, lo seguí a la pila de ónix, limpiando la ceniza de mis dedos. Sosteniendo el ópalo en una mano, descubrió las piedras y, apretando la mandíbula, cogió una.

No pasó nada. Todos nosotros habíamos desarrollado una tolerancia a las rocas, pero por lo general había un jadeo o una mueca de dolor.

—¿Qué está pasando, teme? —pregunté.

Sasuke levantó la barbilla. —Nada... no siento nada.

—Déjame intentar, dattebayou —Intercambiamos y él tenía razón. La picadura del ónix no estaba allí. Nos miramos el uno al otro—. Santa mierda.

Pasos y voces llegaron al claro. El Uchiha apagó el ópalo, deslizándolo en su bolsillo. —No creo que debamos dejar que Pain vea esto, dobe.

—Sin duda, de veras —estuve de acuerdo.

Nos dimos la vuelta cuando Kakashi, Itachi y Pain aparecieron en el borde del bosque. Sería interesante ver si el ópalo tenía algún efecto en el bolsillo de Sasuke o si teníamos que estarlo tocando físicamente.

—Hablé con Yagura—anunció Pain mientras todos estábamos de pie alrededor del ónix—. Está bien con este domingo, y creo que estaremos listos para entonces.

—¿Crees? —dijo Itachi.

Él asintió con la cabeza. —O va a funcionar o no.

El fracaso no era una opción. —¿Entonces el domingo después del baile, ttebayou?

—¿Ustedes van al baile? —preguntó el surfista, frunciendo el ceño.

—¿Por qué no? —dije a la defensiva.

Los ojos de Pain se oscurecieron. —Sólo parece como una cosa estúpida por hacer la noche anterior. Deberíamos pasar el sábado entrenando.

—Nadie pidió tu opinión —dijo Sasuke, con las manos curvándose en puños.

Itachi se acercó más a su hermano. —Una noche no va a hacerle daño a nadie.

—Yo tengo obligaciones en el baile —dijo Kakashi, arreglándose la bufando mientras sonaba absolutamente disgustado con la idea.

Superado en número, el pelinaranja dejó escapar un mascullo descontento.

—Bien. Lo que sea.

Entonces empezamos, y mantuve los ojos fijos en Sasuke cuando llegó su turno. Cuando tocó el ónix, inmediatamente se estremeció pero resistió. A menos que estuviera fingiendo, el ópalo tenía que estar en contacto con la carne. Bueno saberlo.

Durante el siguiente par de horas, hicimos nuestras rondas con el ónix. Yo estaba empezando seriamente a pensar que el control de mis dedos y músculos nunca serían lo mismo. Pain mantuvo la distancia de diez pies requerida y no trató de hablar conmigo. Me gustaba pensar que mi discusión de la venida de Kami le había llegado.

Si no... bueno, dudo que hubiera sido capaz de controlarme.

A medida nos separábamos por la noche, me quedé atrás con Sasuke. —No funcionó en tu bolsillo, ¿verdad, teme?

—No. —Sacó la cosa—. Voy a esconder esto en algún lado. Ahora mismo, no creo que necesitemos a nadie peleando por ella o cayendo en manos equivocadas.

Estuve de acuerdo. —¿Crees que estamos listos para este domingo, dattebayou?—Mi estómago se revolvió pensando en ello, sin importar cuánto tiempo hubiera sabido que este día estaba llegando.

El ojinegro deslizó el ópalo de regreso en su bolsillo y luego me reunió en sus brazos. Cada vez que él me abrazaba, siempre se sentía increíblemente bien y me preguntaba cómo podía haberlo negado por tanto tiempo.

—Vamos a estar tan listos como nunca lo estaremos, dobe. —Rozó su mejilla a lo largo de la mía y me estremecí, cerrando los ojos—. Y no creo que podamos mantener a Itachi fuera por mucho más tiempo.

Asentí y envolví mis brazos a su alrededor. Ahora o nunca.

Curiosamente, en ese momento, me sentía como si no tuviéramos suficiente tiempo, a pesar de que habíamos estado practicando por meses. Tal vez no era eso.

Tal vez sólo sentía que no teníamos suficiente tiempo para estar juntos.

 

 

El sábado, Karin y yo subimos en la parte trasera del Jetta de Sai. Con las ventanas bajadas, disfrutamos la temporada de temperaturas cálidas. Hoy Sai también parecía diferente. No era la playera  de verano tan pulcra y blanca que llevaba puesto, a la par con un cárdigan negro y tenis blancos. Su cabello perfectamente arreglado como siempre, revelando un rostro perfectamente simétrico que llevaba una sonrisa fácil—no con la que estaba tan familiarizado y extrañaba dolorosamente, pero casi. Estaba más ligero de alguna forma, sus hombros menos tensos.

Ahora mismo, tarareaba una canción de rock en la radio, acelerando alrededor de los autos como conductor de Nascar.

Hoy era un punto de inflexión.

Karin sujetó la parte posterior del asiento de Ino, con el rostro pálido.

—Uh, Sai, te das cuenta de que este es una zona restringida, ¿no?

El pelinegro sonrió en el espejo retrovisor. —Creo que es una sugerencia, no una regla.

—Creo que es una regla —aconsejó la pelirroja.

Ino soltó un bufido. —Sai piensa que los signos de ceda el paso también son una sugerencia.

Me reí, preguntándome cómo podría haber olvidado la terrible conducción del menor de los Uchiha.

Normalmente también estaría agarrado a un asiento o manija, pero hoy no me importaba mientras nos llevara a la tienda en una sola pieza.

Y lo hizo.

Y sólo evitamos aniquilar por poco a una familia de cuatro y un bus turístico religioso una vez.

La tienda estaba en el centro, ocupando una vieja casa adosada. Ino arrugó su nariz respingada mientras sus tacones tocaban la graba en la que aparcamos.

 —Sé que parece menos que sabroso desde afuera, pero realmente no está mal. Tienen vestidos y trajes geniales.

Karin estudió el antiguo edificio de ladrillo, dudosa. —¿Estás segura?

Pavoneándose delante de ella, Ino lanzó una sonrisa traviesa sobre su hombro. —Cuando se trata de ropa, nunca te voy a guiar mal. —Luego frunció el ceño y extendió la mano, agitando sus uñas pintadas de verde sobre la camisa de Karin—. Tenemos que ir de compras algún día.

La boca de la de anteojos cayó abierta al tiempo que la rubia se giraba y se dirigía hacia la puerta trasera que llevaba un letrero de ABIERTO en elegante caligrafía.

—Voy a golpearla —dijo Karin en voz baja mientras limpiaba los cristales de sus lentes—. Tú sólo mira. Voy a romper esa linda nariz suya.

—Trataría de resistir ese impulso si fuera tú, dattebayou.

Ella sonrió. —Podría tomarla.

Ah, no, no podría.

Encontrar nuestra ropa no tomó mucho tiempo. Ino se fue con uno que a duras penas cubría su trasero, y yo encontré un traje color salmón realmente genial que simplemente sabía haría babear a Sasuke. Después, nos dirigimos a Ichiraku.

Salir a comer con Karin se sintió bien, y Sai estando allí fue como el proverbial glaseado del pastel. ¿Ino? No estaba tan seguro acerca de esa parte.

Pedí una hamburguesa mientras que Ino y Sai ordenaron prácticamente todo en el menú. Karin fue por un sándwich de queso a la plancha y algo que me pareció totalmente asqueroso.

—No sé por qué bebes café helado. Simplemente puedes pedir un café normal y dejarlo enfriar, ¡de veras!

—Simplemente no es lo mismo —respondió Sai mientras la mesera bajaba nuestros refrescos—. Diles, Ino.

La Luxen rubia levantó la mirada con sus pestañas ridículamente largas. —El café helado es más sofisticado.

Hice una mueca. —Seré incivilizado con mi café caliente, ttebayou.

—¿Por qué eso no me sorprende? —Ino arqueó una ceja y volvió su atención a su nuevo teléfono celular.

Sacándole la lengua y terminándola en un puchero, sofoqué una risita cuando Karin me dio un codazo. —Sigo pensando que debería haber conseguido la corbata de color marfil para mi traje.

Sai sonrió. —Era lindo.

Asentí, pensando en que Sasuke lo hubiera amado.

Karin tiró de sus mechones fuera de su rostro. —Ustedes tienen suerte de que encontraron ropa en este corto plazo.

Dado que ella y Suigetsu habían hecho planes para ir como personas normales hace meses, ella había conseguido su vestido de una tienda en Sunagakure. Había ido más que todo por el camino.

Mientras la conversación seguía y Sai empezaba a hablar de su traje, me recosté contra la cabina. Tristeza corría a través de mí, seguido de recuerdos agridulces. Pensé que conocía a Sakura, pero realmente no lo hacía. ¿Había conocido a un Luxen? ¿O había sido recogida y usada por Jinchuriki? Meses habían pasado y no ha habido respuestas; el único recordatorio era el pedazo de ópalo que había descubierto bajo mi cama.

Algunos días no había sentido nada más que ira, pero hoy, dejé que se deslizara de mis hombros con una respiración profunda. En lo que Sakura se había convertido no podía empañar sus recuerdos para siempre.

Ino sonrió. —Estoy pensando que mi vestido será un éxito.

Karin suspiró. —No sé por qué simplemente no vas desnuda. Ese pequeño vestido negro que encontraste es pequeño y nada más.

—No la tientes —dijo Sai, sonriendo mientras nuestra comida era entregada en nuestra mesa.

—¿Desnuda? —la rubia  arrastró las palabras—. Estos bienes no se muestran de forma gratuita.

—Sorprendente —murmuró la pelirroja en voz baja.

Fue mi turno para darle un codazo.

—Así que ¿vas al baile con alguien? —Preguntó Karin, ignorándome mientras agitaba su sándwich queso a la parrilla a Sai—. ¿O vas a ir solo?

Sai se encogió de hombros. —No iba a ir, sabes, por... Gaara, pero es mi último año, así que... quería ir. —Hubo una pausa mientras empujaba su pollo tierno alrededor de su cesta—. Voy a ir con Sasori.

Casi me ahogo en mi refresco. Karin se quedó boquiabierta. Nos quedamos mirándola.

Sus cejas se levantaron. —¿Qué?

—No estás... como, saliendo con Sasori, ¿cierto? —las mejillas de la ojiroja flamearon—. Digo, si lo estás, bien y por qué no.

Sai se río. —No. Kami, no. Eso sería demasiado extraño para los dos. Somos amigos.

—Sasori es un cretino —se acomodó los lentes, Karin dijo lo que yo estaba pensando.

Ino soltó un bufido. —Sasori tiene gusto. Por supuesto que ustedes pensarían que es un cretino.

—Sasori ha cambiado mucho. Estaba ahí para mí y viceversa. —Y Sai tenía razón. Sasori se había calmado un poco. Todos habían cambiado—. Simplemente vamos como amigos.

Gracias a Kami, porque a pesar de que no quiero juzgar, el pelinegro enganchándose con el hermano de Gaara sería demasiado raro. Y luego Ino soltó la bomba de todas las bombas mientras yo masticaba una papa frita.

—Tengo una cita —dijo.

Creo que tal vez desarrollé un problema de audición. —¿Con quién, dattebayou?

Una delicada ceja se arqueó. —Nadie que conozcas.

—Es... —me contuve—. ¿Es de por aquí?

Sai se mordió el labio. —Es un estudiante de primer año de Iwagakure. Lo conoció en el centro comercial hace unas semanas.

Pero eso no respondió a la pregunta que quemaba por ser hecha.

¿Era humano? El Uchiha debió leer que me estaba muriendo por saber en mis ojos, porque asintió con la cabeza y sonrió.

Casi se me cae mi refresco.

Santa carretera llévame a casa, porque esta era una realidad alternativa si la Sabaku No iba al baile con un humano... un vulgar y mediocre viejo humano.

Ino puso en blanco sus ojos azul zafiro. —No sé por qué ustedes me están mirando como si estuvieran en el lado equivocado del especial. —Metió otra fritura en su boca—. Nunca iría sola al baile. Por ejemplo...

—Ino —dijo Sai, entrecerrando los ojos.

—Fui con Sasuke al baile el año pasado —continuó, y mi estómago se retorció en nudos, lo cual se hizo peor por la sonrisa secreta que adornaba sus carnosos labios—. Esa fue una noche que nunca olvidaré.

Quería golpearla.

Tomando una profunda respiración, forcé una sonrisa. —Es curioso porque Sasuke no ha mencionado esa noche, de veras.

Los ojos de la rubia brillaron en advertencia. —No es del tipo de besa y cuenta, querido.

Mi sonrisa se volvió frágil. —Eso lo sé, dattebayou.

Recibió mi mensaje y gracias a Kami esa conversación fue abandonada y el ojinegro empezó a hablar sobre un programa de TV que estaba viendo, que de alguna manera provocó otra discusión entre las dos chicas sobre quién era el chico más ardiente del programa. Estoy bastante seguro de que esas dos discutirían por el color del cielo.

Me puse del lado de Karin.

En el auto en el camino de regreso, ella se volvió hacia mí. — Entonces, ¿Sasuke y tú consiguieron una habitación de hotel o algo?

—Uh, no. ¿Las personas en serio hacen eso, ttebayou?

Karin se echó hacia atrás y se rió. —Sí. Suigetsu y yo conseguimos una en el Fort Hill.

En el frente de asiento de pasajero, Ino rió por lo bajo.

—¿Tú qué vas a hacer, Ino? —Preguntó la de anteojos con sus ojos rojos afilados—.¿Planeas quedarte en el baile y golpear a la reina del baile?

Ella se rió en su asiento pero no dijo nada.

—De todas formas —Karin arrastró las palabras—. Sasuke y tú no han hecho nada todavía, ¿verdad? El baile...

—¡Oye! —gritó Sai, sorprendiéndonos—. Estoy sentado aquí ¿recuerdas?, no quiero escuchar sobre esto.

—Tampoco yo —murmuró la ojiazul.

Ajenas a ellas, Karin miró y esperó. De ninguna manera iba a responder esa pregunta. Si mentía y decía que sí, marcaría a Sai de por vida y si decía la verdad, estaba seguro de que Ino entraría en una detallada sinopsis de sus pasadas actividades sexuales con él.

Finalmente ella lo dejó, pero eso era todo por lo que pensaba agradecerle. Suspiré, mirando por la ventana. No era como si estuviéramos listos, supongo. Digo, ¿cómo sabes que estás realmente listo? No creo que alguien en serio lo haga. El sexo no era algo que pudieras planear. O pasaba o no.

¿Conseguir una habitación de hotel con la expectativa de tener sexo? Los hoteles eran tan... desagradables.

Parte de mí se preguntaba si había estado viviendo en una cueva o algo, pero no lo había hecho. En la escuela, en medio de las clases, había escuchado a otras chicas y donceles hablar sobre las cosas que esperaban y planeaban luego del baile. También había escuchado hablar a los chicos.

Pero tenía otras cosas en mi mente, supuse.

¿Y quién era yo para juzgar? Hace unos cuantos días realmente habría creído que la razón por la que Sasuke quería venir a mi casa luego de clases era... para hacerlo. Pero diablos, al paso en que íbamos, tendríamos cincuenta años antes de que algo como eso sucediera.

Empujando todo el tema fuera de mi mente para el momento en que llegamos a casa, dije adiós a Karin e incluso a Ino. No podía esperar hasta que viera a este humano universitario.

Sai y yo nos quedamos solos.

Se dirigió a su casa mientras yo me quedaba ahí como un idiota, inseguro de qué decir. Pero se detuvo y entonces se dio la vuelta. Bajó sus pestañas mientras jugueteaba con su nuca. —Me divertí hoy. Me alegro de que hubieras venido, Naruto.

—A mí también, de veras.

Cambió su peso. —Sasuke va a amar ese traje.

—¿Tú crees? —levanté la prenda en la bolsa.

—Es algo parecido al naranja. —Sonrió, dando un paso atrás—. Tal vez antes del baile podemos reunirnos y alistarnos... ¿Cómo con un regreso a casa?

—Me encantaría, ttebayou. —Mi sonrisa apareció tan rápido que apuesto a que me veía un poco loco.

Él asintió, quise correr y abrazarlo, pero no estaba seguro si todavía estábamos ahí. Con un pequeño gesto, se dio la vuelta y se dirigió hasta su porche. Por un momento, me quedé de pie ahí con mi bolsa y dejé escapar un suspiro feliz.

Esto era un progreso. Tal vez las cosas nunca volverían a ser como eran, pero esto era realmente bueno.

Entrando, abracé la bolsa de mi traje y cerré la puerta de una patada. Mamá ya se había ido al trabajo, así que subí las escaleras con ropa y lo colgué en la puerta de mi armario. Me pregunté qué me iba a hacer para la cena.

Sacando mi celular, le envié a Sasuke un texto rápido.

¿Q stas haciendo?

Respondió unos minutos después.

Con Sasori & Kakashi, cenando.

¿Quieres algo?

Eché un vistazo a la bolsa, recordando como de coqueto era el traje. Sintiéndome travieso, le mande un mensaje:

 A ti.

La respuesta fue rápida como un rayo, y reí.

 ¿En serio?

Y entonces? por supuesto, ya lo sabía.

Y antes de que pudiera responder, mi teléfono sonó. Era el bastardo.

Contesté, sonriendo como un idiota. —Hola, teme.

—Desearía estar en casa, dobe —dijo, y un auto tocó la bocina—. Puedo estar allí en segundos.

Bajando las escaleras, me detuve y apoyé contra la pared. —No, dattebayou. Rara vez tienes tiempo de chicos. Quédate con ellos, de veras.

—No necesito tiempo de chicos, usuratonkachi. Necesito tiempo de Kitsune.

Mi cara enrojeció. —Bueno, puedes tener tiempo de Kitsune cuando vengas a casa, ttebayou.

Él gruñó y luego—: ¿Conseguiste un traje?

—Síp.

—¿Me va a gustar?

Sonreí y puse los ojos en blanco cuando me di cuenta que estaba mordiéndome mi labio inferior. —No es naranja, pero es parecido, así que creo que sí, dattebayou.

—Diablos —alguien gritó su nombre, sonaba como Sasori, el pelinegro  suspiró—. De acuerdo. Voy a regresar. ¿Quieres que te lleve algo? Sasori, Itachi y yo vamos a Ichiraku.

Pensé en la deliciosa hamburguesa que acababa de comer ahí. Estaría hambriento después. —¿Tienen filete de pollo frito?

—Sí.

—¿Con salsa de la casa, ttebayou? —Pregunté a volver los pasos.

La risa de Sasuke era ronca. —La mejor salsa de los alrededores, dobe.

—Perfecto. Quiero eso, teme.

Prometió traerme a casa una porción de un hombre hambriento y luego colgó. Primero entré a la sala de estar y solté mi celular en la mesa de café. Luego cogí uno de los libros que había conseguido la semana pasada para criticar y me dirigí a la cocina por algo de beber.

Hojeando el libro, leí la propaganda y tuve que ir más despacio porque casi me estrello con la pared. Riéndome de mí mismo, di un paso a través de la puerta y miré hacia arriba.

Jiraiya estaba sentado en la mesa de la cocina.

 

 

 

El libro se deslizó de mis dedos sin vida, cayendo al suelo. El golpe resonó dentro de mí, todo a mí alrededor. Solté de golpe mi aliento pero se quedó atascado en mis costillas, cerca de mi corazón que latía con fuerza.

Mis ojos tenían que estar engañándome. Él no podía estar aquí. Y él no podía lucir como lo hacía. Era Jiraiya... Lo era pero no lo era. Algo estaba terriblemente mal con el hombre.

El hombre se sentó encorvado sobre la mesa de espaldas a la nevera. La última vez que lo había visto, su cabello blanco había sido abundante y lacio, con un toque de gris en las sienes, pero ahora partes de su cráneo brillaban bajo una fina capa de su ahora poco cabello.

Jiraiya... Jiraiya había sido un hombre guapo, pero este hombre que estaba sentado delante de mí había envejecido considerablemente. Su piel era pálida y muy ceñida alrededor de su rostro. Sin grasa o forma y me recordó a las decoraciones de esqueletos para asustar a los niños en Halloween.

Algún tipo de erupción afectó su frente, como una mancha de frambuesas. Sus labios eran increíblemente delgados, al igual que sus brazos y hombros.

Sólo sus ojos eran como los recordaba. Negros, llenos de fuerza y determinación, fijos en los míos. Algo más afilados. ¿Resolución? ¿Odio? No estaba seguro, pero lo que brillaba en ellos era más espantoso que ver una horda de Arum.

El ojinegro soltó una seca risa dolorosa. —Soy un espectáculo para ojos sensibles, ¿Cierto, muchacho?

No supe qué hacer o qué decir. Tan extremadamente aterrador como fuera él estaba aquí, en mala forma como para hacerme alguna cosa. Esto me dio un poco de confianza.

Se sentó bien en su silla; el movimiento pareció dolerle y dejarlo sin aliento.

—¿Qué pasó contigo, dattebayou? —Le pregunté.

Jiraiya me miró por un largo momento antes de deslizar una mano sobre la mesa. —Eres más inteligente, Naruto. Es obvio. La mutación no fue permanente.

Eso lo tengo claro pero no explicaba por qué él se veía como él guardián de alguna cripta.

—Planeé regresar aquí después de unas semanas. Sabía que la enfermedad sería difícil... sabía que necesitaba tiempo para controlarla. Luego regresaría y seríamos una gran familia feliz.

Tragué saliva. —De ninguna manera dejaría que eso pasara, de veras.

—Tu madre lo quería, muchacho.

Mis manos se cerraron en puños.

—Parecía hacerlo al inicio —Un ataque de tos agitó su frágil cuerpo y casi esperaba que se callera—. Pasaron semanas y las cosas que podía hacer... —Una débil y frágil sonrisa, dividió sus secos labios—. Mover objetos con solo agitar de mi mano, correr kilómetros sin sudar...Me sentí mejor que nunca. Todo había caído en su lugar tal y como pensaba, justo por lo que había pagado.

Mi mirada horrorizada cayó sobre su pecho hundido. —¿Entonces qué fue lo que te pasó, viejo?

Su brazo izquierdo se crispó. —La mutación no se mantuvo, pero eso no significa que no me cambié a nivel celular. Algo que quería evitar terminó sucediendo... por la mutación. Mi cáncer—, dijo, torciendo los labios. —Mi cáncer estaba en remisión. Las estadísticas de una completa recuperación eran altas, pero cuando la mutación desapareció, esto...—Él agitó una mano débil alrededor de sí mismo. —Esto sucedió.

Parpadeé, sorprendido. —¿El cáncer volvió?

—Con venganza—, dijo, riéndose con una risa terrible y frágil. —No hay nada que se pueda hacer. Mi sangre es como una toxina. Mis órganos están fallando a un ritmo anormal. Al parecer, la teoría entera de que el cáncer está vinculado al ADN puede tener alguna base en eso.

Cada palabra que habló parecía agotarlo no había duda de que estaba a un paso, tal vez dos, de la muerte. Sentí simpatía obligado. ¿Qué tan horrible es que todo lo que había hecho para asegurar su salud lo condujo finalmente a su muerte?

Sacudí mi cabeza. La ironía era una bruja. —Si sólo hubieras dejado todo como estaba, estarías bien, de veras...

Sus ojos se encontraron con los míos. —¿Quieres restregármelo, mocoso?

—No —. Y realmente no quería. En todo caso, me sentía enfermo por esto—. Lo que pasa es que es triste, muy triste, dattebayou.

Se movió incómodamente es su asiento. —No quiero tu lástima.

Bien. Crucé mis brazos. —Entonces ¿Qué quieres, maldito?

—Quiero venganza.

Mis cejas se levantaron de golpe. —¿Por qué? Tú te metiste solo en esto, de veras.

—¡Yo hice todo bien! —Él dejó caer su puño sobre la mesa, haciendo que esta se sacudiera y sorprendiéndome. Bueno, era más fuerte de lo que lucía—. Yo hice todo bien. Fue él, ese Uchiha. No hizo lo que debía.

—¡Te sanó como querías!

—¡Sí! ¡Me sanó! Y que me dio una mutación temporal. —Otro ataque de tos robó sus palabras—. Él... él no me hizo mutar. Lo que hizo... entregó lo que él quería y suficiente tiempo para salirse con la suya.

Lo miré —Todo el asunto de la curación y la mutación no es una ciencia exacta, ttebayou.

—Estás en lo correcto, muchacho. El DOD ha dedicado organizaciones completas a descubrir cómo se crea un híbrido con éxito. —Ninguna noticia espectacular—. Pero ese Uchiha es el más fuerte. No había razón para que fuera temporal.

—No hay ninguna manera de saber lo que habría sucedido, de veras.

—No finjas que no sabes —escupió—. Ese punk sabía lo que estaba haciendo. Lo vi en sus ojos. Sólo no sabía lo que significaba entonces.

Aparté la mirada y luego lo enfrenté. —Tiene que haber un verdadero deseo detrás de la sanación para que funcione, en serio. Todo lo demás no hace el trabajo... o al menos eso es lo que hemos aprendido, dattebayou.

—Eso es basura mística.

—¿Lo es? —Mi mirada lo recorrió. Sí, que estaba siendo un perro, pero él me había encerrado en una jaula, me torturó y se acostó con mi mamá para conseguir lo que quería. Sentía simpatía por el tipo, pero de una manera retorcida, él había recibido lo que merecía—. Seguro, no lo parece.

—Eres tan engreído, Naruto. La última vez que te vi estabas gritando con todas tus fuerzas. —Sonrió una vez más, su cabeza bamboleó sobre su cuello.

Y allí se fue mi simpatía. —¿Qué es lo que quieres, Jiraiya?

—Ya te dije. —Se situó de torpemente, inclinándose a la izquierda de la mesa—. Quiero venganza.

Enarqué una ceja. —No estoy seguro de cómo lo vas a conseguir, de veras.

Colocó una mano sobre el mostrador, apoyándose. —Esto es tú culpa, culpa del Uchiha. Hice un acuerdo. Sostuve mi parte del trato.

—Itachi no estaba donde dijiste que estaría, bastardo.

—No. Lo liberé del edificio de oficinas. —Su sonrisa presumida salió como una mueca—. Tenía que darme más tiempo para huir. Sabía que él vendría después por mí.

—No. Él no tenía por qué hacerlo, porque realmente no sabía si funcionaba o no, ttebayou De ser así... —Me detuve.

—¿Estaríamos unidos, y no habría nada que él pudiera hacer?—proporcionó—. Eso es lo que yo esperaba.

Lo observé colocar una mano sobre el hueso de su cadera, a la vez agradecido de que mamá nunca lo viera así. Le recordaría a papá. Parte de mí sentía que debía ayudar Jiraiya a sentarse o algo.

Él descubrió sus dientes amarillos. —¿Pero ustedes dos están unidos, cierto? Una vida dividida en dos. Si uno de los dos muere, él otro también morirá.

Me puse alerta. Mi estómago se retorció.

Él se dio cuenta de mi reacción. —Si tuviera que elegir lo que me gustaría lograr aquí, sería hacerlo sufrir, vivir sin lo que más valora, pero... no va a morir instantáneamente, ¿Cierto? Él lo sabrá... y esos segundos en los que él lo sepa...

Sus intenciones comenzaron a tener sentido lentamente. Un zumbido llenó mis oídos y mi boca se secó. Quería matarnos. ¿Con qué? ¿Su poder de mal de ojo?

Sacó una pistola de debajo de su holgada camisa.

Oh, sí, eso lo lograría.

—No puedes hablar en serio, viejo —dije, sacudiendo la cabeza.

—Estoy hablando muy en serio, muchacho. —Tomó un respiro y su pecho vibró un sonido muerto—. Y entonces voy a sentarme aquí y esperar a que tu linda mamá llegue a casa. Ella va a ver tu cadáver primero y después verá el trabajo final de mi arma.

Mi corazón dio un salto. Agua de hielo cayó sobre mi piel. El zumbido rugía ahora. Como un interruptor que se enciende dentro de mí, algo más se hizo cargo. No era el tímido y crédulo Naruto que siguieron en un coche.

No era el mismo que estaba en la cocina hace unos momentos sintiendo lástima por él.

Este era el chico que se plantó delante de Kabuto y observó como la vida lo abandonaba.

Tal vez más tarde estaría molesto por la rapidez del cambio que me invadía. Cuan fácil era para mí pasar del doncel que acababa de comprar su traje y coquetear con su novio a este extraño que ahora ocupaba mi cuerpo, listo para hacer cualquier cosa para proteger a quienes amaba.

Pero en este momento, no me importaba.

—No vas a lastimar a Sasuke. No vas a lastimarme a mí —dije—. Y sobre todo no vas a lastimar a mi madre, de veras.

Jiraiya levantó la pistola. El metal parecía demasiado pesado para su débil mano. —¿Qué vas a hacer, Naruto?

—¿Qué crees que haré, ttebayou? —Di un audaz paso hacia adelante, mi cerebro y boca impulsado por este extraño—. Vamos, Jiraiya, eres lo suficientemente inteligente como para descubrirlo por tu propia cuenta.

—No tienes las agallas.

La calma se apoderó de mí, y sentí que mis labios formaban una sonrisa. —No sabes de lo que soy capaz, de veras...

Hasta entonces, yo no era consciente de lo que era capaz, no realmente, pero viendo a Jiraiya, mirar el cañón de la pistola, sabía exactamente de lo que yo era capaz. Y tan malo como pudiera ser, no me importaba lo que tenía que hacer.

Lo acepté completamente.

Hubo una parte de mí que estaba asustado de lo fácil que fue la aceptación y quería aferrarse al viejo Naruto, porque él hubiera tenido un problema con esto. Él se habría sentido enfermo por esto y por las palabras que decía.

—Te ves un poco enfermo, viejo. Puede que quieras que alguien te revise. Oh, espera. —Amplié mis ojos inocentemente—. No puedes ir a un médico porque aunque obviamente no lograste la mutación, estoy seguro de que te cambió y no puedes ir al DOD, porque eso sería como un suicidio, dattebayou.

Su mano tembló sobre la pistola. —Piensas que eres muy inteligente y valiente, ¿No es así, niño?

Me encogí de hombros. —Tal vez, pero sé que estoy completamente sano. ¿Qué hay de ti, Jiraiya?

—Cállate —siseó.

Caminando junto a la mesa de la cocina, miré de reojo la pistola. Si pudiera distraerlo, entonces podría quitársela. Realmente no quería probar toda la teoría de detener una bala.

—Sólo piensa en todo ese dinero que pagaste, y ni siquiera funcionó al final —dije—. Y has perdido todo: tu carrera, tu dinero, mi mamá y tu salud, ttebayou. El karma es una mierda, ¿no?

—Estúpido niño. —La saliva voló de entre sus labios agrietados—. Voy a matarte, y morirás sabiendo que tu precioso freak está muerto también. Y entonces voy a sentarme aquí y esperar a que tu madre llegue a casa.

Mi humanidad se apagó. Me había hartado de esto.

Jiraiya sonrió. —¿Dónde está tu inteligente boca ahora?

Mi mirada bajó a la pistola, y sentí la Fuente aumentar sobre mi piel. Mis dedos se separaron, con las yemas ya hormigueando. Dirigiendo el poder, me centré en la pistola. Su mano se sacudió de nuevo. El cañón de la pistola se balanceó hacia la izquierda. El dedo del gatillo tembló.

La garganta de Jiraiya sufrió un espasmo cuando tragó. —Qué... ¿Qué estás haciendo?

Levanté mí mirada, y sonreí.

Sus ojos inyectados en sangre se ampliaron. —Tú...

Agité mi mano hacia la izquierda y varias cosas sucedieron después.

Hubo un ruido, como un corcho que se extrae de una botella de champagne, pero el sonido y todo lo demás se perdió con el rugido de electricidad que escapó hacia él, y luego voló la pistola de su mano.

Fue como un rayo o relámpago —puro y crudo—. La corriente de luz blanca-azulina irrumpió a través de la habitación, golpeando el pecho del mayor. Tal vez, tal vez si él no hubiera estado tan mal, no habría hecho mucho, pero el hombre era débil y yo no lo estaba.

Voló hacia atrás, rebotando contra la pared junto a la nevera, su cabeza caía desde su cuello como una muñeca de trapo. No hizo ningún sonido mientras golpeó el suelo en un montículo sin hueso. Eso fue todo —había terminado—. No más preguntarse acerca de Jiraiya o donde estaba o lo que estaba haciendo. Esta parte de nuestras vidas estaba cerrada.

Mi casa es como los campos de exterminio, pensé.

Exhalé y algo, no sé, algo salió mal. El aire estaba atorado en mi garganta, en mis pulmones, pero cuando solté el aire, sentí este dolor ardiente que no había notado antes. Pero cuando la Fuente regresó a mí, el ardor creció en mi pecho, esparciéndose en mi estómago.

Bajé la mirada.

Una mancha roja se habían formado en la camisa azul pálido y se extendió... más y más grande, un irregular círculo que sangraba.

Apreté mis manos contra el círculo, era húmedo, caliente y pegajoso. Sangre. Era sangre, mi sangre. Mi cabeza daba vueltas.

—Sasuke —susurré.

 Continuará...

Notas finales:

Dos capítulos más para que acabe esta historia, ¿llegaré a los 100 reviews? No lo sé, pero espero recibir sus comentarios que me animan en cada actualización y que ustedes lo saben muy bien.

Es el único pago que recibo UnU' 

Los quiero, ¿nos veremos pronto?


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