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¿Guía espiritual? por TsubasaHatsukoi

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De esa forma, siguieron pasando y pasando los días. Y Dante seguía buscando al chico pelinegro todos los días.

Pero por más que Hiro le había a dicho a Miguel que no lo soltara porque era peligroso, ahora lo soltaba a propósito. Luego de muchas llamadas de atención por parte del moreno, él y el xoloitzcuintle habían llegado a una especie de acuerdo. Miguel lo llevaba a ver a Hiro todos los días luego de grabar y dos calles antes de llegar a la plaza, lo soltaba para que corriera, pues en ese momento ya habian pasado las calles más transitadas y el peligro de que Dante fuera aplastado era casi nulo.

Si Hiro no se encontraba en la cafetería ayudando a Tía Cass, estaba terminando trabajo en las mesas del parque, como el primer día que lo conocieron. Y en cualquiera de las dos situaciones Dante iba hasta él, esperando que Miguel hiciera lo mismo. En la cafetería se quedaban casi toda la tarde, hasta que comenzaba a oscurecerse o hasta que Dante pensaba que su trabajo allí estaba listo (¿Qué trabajo? Nadie lo sabe). Cuando estaban en el parque, no hacían más que acompañarse mutuamente los tres, mientras Hiro trabajaba, Dante dormía bajo sus piernas y Miguel tocaba un poco su guitarra hasta que Hiro decidía volver a su casa.

Realmente, Miguel seguía sin entender las intenciones de Dante, porque aunque era él el que lo guiaba hasta Hiro todos los días, no se empeñaba en molestar al nipón ni en jugar con él (como usualmente hacía con Miguel desde que lo conoció), sólo se quedaba dormido a lado de ellos hasta que uno de los dos se iba.

Ese día no era diferente. Había salido temprano del trabajo, y a pesar de eso, Dante ya se encontraba esperando sentado afuera del estudio. Se dejó guiar por Dante hasta la cafetería, el can iba con calma por alguna razón, y una vez estuvieron allí Miguel se sentó en una de las pocas mesas que había disponibles, al parecer ese día los Hamada tenían mucho trabajo que hacer.

Luego de unos minutos esperando, vio como Hiro limpiaba la mesa que estaba justo al frente de ellos, cuando el pelinegro levantó la vista, Miguel aprovechó para sonreírle tiernamente, en forma de saludo, Hiro sólo dibujó una media sonrisa en su rostro, yendose rápidamente hasta la cocina. Regresando de inmediato con charola en mano hasta la mesa del mexicano, dejando sobre ella una taza de café, una dona y un plato de galletas.

- ¿Ocupado chinito? - Hiro sólo lo volteó a ver con una mirada asesina. Tal vez no había sido la mejor idea de Miguel preguntar lo obvio seguido de ese adjetivo. Frecuentar a Hiro tan seguido le había enseñado que este no tenía el mejor carácter del mundo, era una persona muuuy corajuda.

- Ya te he dicho que no me llames así - tomó una de las galletas para dársela a Dante, quien hasta ese momento se encontraba sentado siguiendo con la mirada a Hiro, al ver caer la galleta al suelo, se tumbó de panza para poder comerla más a gusto. - Y por si no es obvio, sí estoy ocupado - luego de eso, se alejó velozmente con la charola vacía a recoger más platos sucios. No era un café grande, al contrario era un local acogedor ubicado en la planta baja de los Hamada, pero todas las mesas estaban ocupadas, sumándole a los clientes que sólo pasaban por un café o un aperitivo, era mucho trabajo para los pocos empleados que tenían en el negocio.

Normalmente, Hiro se sentaba a acompañar por un rato al mexicano. Charlaban un rato, tomaban café.

Pero parecía que ese día no pasaría, estaba demasiado ocupado como para tomarse un descanso y Miguel lo sabía, y no quería ser una molestia.

- ¡Vámonos Dante! Hiro no tiene tiempo para ti hoy - se puso de pie, dejando propina, para dirigirse a la salida del lugar con su guitarra en la espalda. Tomó la correa de Dante, que estaba sujeta de la silla, y este sólo lo miraba con ojos acuosos, sin querer moverse.

- ¿Ya se van Miguel? - en ese momento fue cuando el moreno se dio cuenta de que tía Cass estaba cerca de ellos, viéndolos como se retiraban.

- Sí señora Cass, estoy seguro de que tienen mucho trabajo. Mejor no darles más -

- Ay Miguel, no te preocupes por eso - la mujer lo tomó del hombro, fue cuando notó la correa de su estuche - Hiro me dijo que eres músico.

- Así es, es por eso estoy en San Fransokyo - la castaña sólo sonrió ante la respuesta.

- ¿Por qué no tocas algo? - animada se acercó más al moreno, tomándolo por el brazo.

- ¿Está bien con eso? - preguntó con un poco de duda. A él no le molestaba, en lo absoluto, estaba acostumbrado a tocar en cualquier lugar (se lo pidan o no) y sí le daban la oportunidad de hacer lo que más disfrutaba en esa pequeña cafetería, lo disfrutaría.

- ¡Claro que sí! Puede que nos ayudes a disminuir la presión que tenemos. Ven, ven - lo arrastró de nuevo dentro del local, con Dante detrás de ellos, lo dirigió hasta el centro del lugar, a la vez que tía Cass colocaba un banquito de madera junto a ellos - Empieza cuando estés listo, yo iré a terminar unas órdenes - dijo la castaña con alegría, tomándolo por los hombros para inmediatamente después, dirigirse a la cocina.

Miguel se quedó parado unos segundos procesando la velocidad con que la señora Cass le había ofrecido presentarse en el café. Tal vez estaba muy apurada o simplemente su personalidad era así de "impulsiva".

Cuando salió de su ensimismamiento, se descolgó su guitarra y la sacó de su estuche, arrojando el mismo en algún lugar del suelo. Se sentó ya con la guitarra puesta, y comenzó a afinar las cuerdas. Levantó su miradas y vio que algunos clientes ya comenzaban a fijar su atención en él, incluyendo Hiro, que terminaba de entregar una orden en una de las mesas. No sabía que canción tocar, sólo tocaba acordes al azar tratando de escoger alguna. Levantó la vista de nuevo, y al ver al asiático sólo atinó a sonreír, y por alguna razón que desconocía vino una canción a su mente, esa canción en específico. Enfocó su vista de nuevo en su instrumento, mientras comenzaba con unos suaves acordes.

En el fondo del río está la calma, 
en el paso del tiempo, la razón,
pero estando contigo mi vida, 
me siento mejor. 

De repente todo el bullicio que se escuchaba en la cafetería fue disminuyendo cuando el moreno comenzó a cantar.

Las preguntas parecen respuestas.
Y en tus ojos se escucha una voz.
Desnúdate y hagamos el amor.

Y Miguel lo sintió, sintió como de repente todo ese ruido desapareció, para alegría de los Hamada que aunque fuera tendrían unos minutos para respirar.

Como los ciegos,
sin un pudor.
Sin darnos cuenta cuando salga el sol.

Miró como Hiro detenía sus labores, para escucharlo. Se quedó de pie junto a, tal vez la única, mesa vacía, a la vez que abrazaba firmemente una de las charolas de comida entre sus brazos.

Como las aves, sin precaución,
Tú eres lo que siempre me faltó.


Sabía que muchas de las personas que lo escuchaban no entendían ni pío. Pero la verdad no creía necesario, que entendieran la letra, para él sólo bastaba que disfrutaran aunque fuera un poco de la música que tanto amaba.

Mi buena suerte, mi paz,
eres mi estrella fugaz.
Eres mucho más de lo que pido.

Dante lentamente se fue alejando de Miguel, arrastrándose "discretamente" hasta donde se encontraba Hiro. El moreno sólo lo siguió con la mirada, y al verlo que tomaba asiento junto al chico sólo pudo rodar los ojos. Hiro los vio con una sonrisa, acariciándo al xolo.

Mi alma gemela, mi par.
Mi carretera en el mar.
Eres mi ventana al paraíso.

Sin darse cuenta, su mirada se quedó viendo hacia el punto donde se encontraba el tonto de Dante, sonriéndo entre palabras al ver como Hiro acariciaba con cariño al can. Seguía sorprendiéndose al pensar el cómo Dante había pensado de repente que quería entamblar una amistad con ese geniecillo.

Siguió con la parte instrumental, era increíble lo que podía hacer con una guitarra, el lugar estaba en casi completo silencio, limitándose al sonido de sus dedos contra las cuerdas. Si bien dicen que la música calma a las bestias.

Mi buena suerte, mi paz,
eres mi estrella fugaz.
Eres mucho más de lo que pido.

Volteó a ver por última vez a Hiro. Le alegraba saber que a su nuevo amigo -si es que podía llamarlo de esa forma- le gustara su música, no había dejado de mirarlo en toda la canción y por más imperceptible que fuera, había una pequeña sonrisa dibujada en su rostro.

O tal vez, simplemente se encontraba relajado por poder descansar de los clientes por un momento.

Mi alma gemela, mi par.
Mi carretera en el mar.
Eres mi ventana al paraíso.

Tocó los últimos acordes terminando la canción y escuchó como algunas personas que estaban allí empezaban a aplaudir seguidas de un fuerte aullido ronco proveniente de la parte de atrás.

Sólo escuchó un leve "Deja de aullar Dante" de parte de Hiro, al que le siguieron unas cuantas risas de la gente a su alrededor.

Él también rió al ver cómo Dante acataba la orden junto a unos falsos sollozos de lástima.

 

 

 

Notas finales:

La canción se llama Alma Gemela de Reyli por si quieren escucharla xd https://youtu.be/MDlNPNYjmig


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