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¿Guía espiritual? por TsubasaHatsukoi

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- No sé porque insististe tanto en salir hoy - Hiro caminaba muy a regañadientes, sosteniéndo a Dante con la correa a un lado de Miguel. Sí, en algún momento del trayecto el mexicano le pasó la correa del can para que lo llevara, al darse cuenta que Dante no se iba a quedar en paz y sin hacerlos tropezar por atravesarse entre sus piernas para estar con Hiro. No es que le molestara pasar tiempo con esos dos (de hecho era lo único que hacía últimamente) pero ese día tenía planeado seguir hasta el cansancio con sus investigaciones, era su día libre en la cafetería y no tenía que ir a la universidad para nada, así que lo había visto como una oportunidad para avanzar con su trabajo.


Pero, al parecer Miguel tenía otros planes para ellos.


Coincidentemente, ese mismo día había resultado ser el día de descanso en el trabajo de Miguel, y muy animado llamó una noche antes para preguntarle si le gustaría ir a pasear a Dante con él. Evidentemente obtuvo una negativa por su parte.


Sin embargo, al levantarse por la mañana ese día el mexicano se encontraba desayunando muy risueño junto a su tía y Dante. Le extrañó un poco ese hecho, normalmente iban al café hasta la tarde, pero al ver la mirada maligna que le lanzó Miguel al verlo, sabía que algo planeaba y no era bueno, o al menos no bueno para él.


Y tuvo razón. Si tía al verlo lo abordó con razones por las que debería salir con Miguel un rato, al parecer Miguel había ido a quejarse con su tía por no querer acompañarlo y con sus encantos de latino había logrado convencer a Cass para que lo obligara a ir con él - porque al final de cuentas resultó siendo más una orden que una sugerencia-.


Y de esa forma habían terminado ambos paseándo junto a Dante en un parque para perros.


- No estés tan amargado. Aún falta un rato para que sea la fecha límite de tu proyecto - Hiro gruñó - Además, siempre es bueno relajarse un poco ¿no?


- No me gusta salir... Simplemente no me gusta estar en lugares abiertos. Prefiero encerrarme en mi cuarto a hacer cualquier otra cosa. - Miguel sonrió y soltó una risilla al ver al otro caminar a su lado con los brazos cruzados y su expresión de "no quiero estar aquí". Haría que Hiro se divirtiera un poco.


- Sí, se nota que tu persona no es de convivir con la naturaleza. De hecho me sorprende que trabajes tan seguido en el parque. - comentó con burla al escuchar al ver al otro.


- Sí, bueno, esa plaza casi siempre está sola, algunas veces es más tranquila que el café de tía Cass.


- No nos quedaremos mucho tiempo. Sólo quería traer a Dante a este parque y no sé cuando vuelva a ser mi día libre - dijo viendo como su canino amigo caminaba emocionado y con su sonrisa de estúpido al ver todos los demás perros pasar a su lado - Además iba a ser muy aburrido venir solo - soltó eso sin mirar a su acompañante, más para si mismo que para Hiro. Pero no era impedimiento para que Hiro lo oyera, el asiático sólo sonrió levemente con un rubor en las mejillas, era tierno (a pesar de que en un principio no quería estar allí) que Miguel hubiera pensado en él para hacerle compañía en su día libre. Sabía que el mexicano no conocía a nadie en San Fransokyo y, se sentía un poco afortunado de ser la persona que Dante eligió aquella tarde para pasar un rato.


Llegaron a un área cercada, donde todos los perros jugaban sueltos y decidieron dejar a Dante allí un rato para que jugara con otros canes. Ellos tomaron asiento en una banca cerca del lugar para no perderlo de vista. Estaban en silencio, mientras veían a su xolo amigo lanzarse nada elegantemente hacia otros perros para jugar, no les incómodaba estar de esa forma más ninguno de los dos había encontrado un tema adecuado para charlar un rato, por eso optaron en quedarse así, disfrutando del aire fresco y limitándose a observar a las mascotas que jugaban libremente en el parque.


De un momento a otro Miguel había puesto un audífono en el oído del asiático, eso descolocó un poco a Hiro quien se encontraba distraído mirando al tonto de Dante que ahora estaba arrastrandose por el suelo con su trasero. El pelinegro miró confundido a Miguel por su repentina acción, antes de poder preguntar algo, una canción se escuchó proveniente del audífono que le acababa de colocar el moreno. Miguel lo miró con una sonrisa.


- Es la canción principal del disco que estoy grabando ¿te gusta? - Hiro no contestó, simplemente hizo una mueca para indicarle que estaba escuchando, cerrando los ojos y disfrutando de la voz del mexicano. Luego de unos segundos regresó su vista a Miguel.


- Sigue sorprendiéndome que puedas cantar tan bonito - se sonrojó un poco luego de decir aquello, no pensó mucho en sus palabras, lo soltó porque realmente lo pensaba, era increíble como esa simple voz que escuchaba todos los días pudiera hacer música tan hermosa, a pesar de no ser la música a la que estaba acostumbrado sin duda Miguel podía hacer maravillas.


- ¡Me alegra que te guste! - exclamó el moreno feliz sonriéndole ampliamente - Desde que me enviaron la canción terminada por email quería mostrártela. - Hiro le sonrió de vuelta luego de escuchar esa confesión. Siguieron de esa forma un rato, escuchando música del celular de Miguel, sentados lado a lado, muy cercas uno del otro. Hiro no estaba acostumbrado a la música mexicana de Miguel, pero a pesar de eso comenzaba a agradarle (más sabiendo que era del gusto de Miguel). Ambos estaban en su mundo, pero a la vez estaban conectados en uno mismo, cada uno pensando cosas distintas pero iguales, invadiéndo los pensamientos del otro mientras escuchaban la música de fondo.


Hiro mantenía sus manos apoyadas en la banca, con la derecha aún sostenía la correa de Dante, la izquierda simplemente reposaba a un lado de su cuerpo. Miguel por su parte tenía ambas manos ocupadas en su celular, buscando canciones que pensaba podrían agradarle al asiático, luego de crear una lista exclusiva para ese momento, dejó caer su mano derecha en la banca, rozándo la mano de Hiro en consecuencia.


Ambos se sobresaltaron al sentir al otro, pero no se quitaron, era un contacto cálido, agradable. Ambos sonrieron tímidamente, sin voltear a verse. Miguel, por su parte comenzó a mover poco a poco su mano, acercándola cada vez más a la de Hiro. Hiro sólo se dejaba hacer. De un momento a otro, la mano de Miguel ya se encontraba casi en su totalidad por encima de la de Hiro. El corazón de ambos latía con fuerza, seguían sin mirarse, pero no hacía falta, con el simple hecho de sentir la mano del otro, estaban compartiéndose tantas cosas. Tantos sentimientos...


Estaban tan metidos en su mundo que no se dieron cuenta en que momento Dante había logrado salir del área cercada, y ahora simplemente se encontraba frente a ellos, viéndolos con detenimiento y con su cola agitada de felicidad.


-¿Qué pasa Dante? - de no ser porque Hiro agachó un poco su mirada por la vergüenza, no se habrían percatado de la presencia del tercero. Dante los miraba atento, Miguel y Hiro no se habían separado, simolemente se dedicaban a observar lo que fuera a hacer el can. De un momento a otro, el xolo se lanzó rapidamente contra el rostro del mitad japonés, sin darles tiempo de reaccionar a ninguno de los dos chicos, haciendo que Dante golpeara su cabeza contra el rostro de Hiro. Haciéndo que los audifonis de Miguel salieran volando.


- ¿¡Qué te sucede Dante!? - luego del golpe el moreno reaccionó de inmediato gritandole a Dante, para luego girarse al pelinegro que se sobaba en medio de quejidos - ¿Estás bien Hiro? -


- Sí, sólo me sorprendí un poco - Miguel ya se había acercado lo suficiente, estando solo a unos centimetros del rostro de Hiro mientras le sostenía el rostro con ambas manos.


- ¿Seguro? Tienes las mejillas rojas - al decir eso el moreno pasó una de sus manos por la mejilla de Hiro, acariciándola suavemente. Hiro se sonrojó aún más, si aun no se bajaba el rubor por lo que había pasado hace unos minutos, ahora estaba peor. En serio no entendía a los mexicanos y sus manías de invadir el espacio personal de la gente, no es como que le molestara pero lo ponía en un gran aprieto.


- Estoy bien. Además, no creo que esten así de rojas por el golpe... - eso último lo dijo en un tono muy bajito, pero estando tan cerca uno del otro era casi imposible que Miguel no lo escuchara, de hecho, sólo sonrió al escucharlo, sabiendo muy bien a lo que se refería.  Hiro estaba a punto de apartarlo, levantó su mano con intenciones de quitar la de Miguel, sin embargo, al hacerlo, al poner su mano sobre la de Miguel que descansaba en su rostro, miró al moreno, perdiéndose en esos profundos ojos color chocolate, y no pudo hacer nada, no se movió. Dejó su mano sobre la de Miguel, y a este no parecía molestarle, al contrario, le sonrió más ampliamente mostrándole esos lindos hoyuelos que se formaban en su rostro, se quedó embobado con la hermosa sonrisa que le dedicaba. Miguel no estaba muy diferente, se quedó ido viendo el notable sonrojo en las mejillas de Hiro, sintiendo su respiración contra su rostro...


Dante sólo los veía desde abajo, moviéndo su cola feliz y con su típica sonrisa con la lengua de fuera.


- E-eh... Creo que es mejor irnos - méndigo chino que se había separado primero.


- Sí...  - 


Oh rayos.


 


 


 


 


 


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