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'YOI. El Soldado del Hada Rusa por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Disculpen la demora, espero les guste.

 

3

 

 

 

Yuri ha pensado por mucho tiempo que Victor Nikiforov es un hombre complicado. Si el rubio tuviese que ponerlo en palabras más honestas, simplemente diría que sí, Victor es jodidamente complicado. No es alguien que sea especial o espectacular fuera de su área. No destacaba en nada que no fuera el patinaje. No tenía un humor muy complicado y,  sobre todo, no era para nada la persona que todos sus fans fuera de la pista de hielo hubiesen esperado. No era perfecto en lo absoluto. Era más bien torpe y desorganizado. Tenía horribles hábitos, no dedicaba el tiempo que debía a sus entrenamientos y, peor que eso, era del tipo de jugador que ni siquiera se tomaba las cosas tan en serio llegados a un punto determinado.

De acuerdo a Yakov, este Victor distaba por mucho de aquel joven Vitya que llegó a alcanzar la fama mundial, al ganar su primer torneo mundial. Distaba también del hombre que era cada vez que llegaba a la final. Siempre que fuese algo "no tan demandante" (como él mismo argumentaba las competencias previas se habían vuelto para él), Victor Nikiforov no se tomaba nada en serio.

Y, de vez en cuando, Yuri Plisetsky odiaba esa parte de él.

Para el rubio, quien usualmente se obligaba a entregar un 110% ya fuera por gusto o por  insistencia de su coreógrafa y su entrenador, era sencillamente exasperante notar al peli-plateado en un constante 50/50 durante la mayor parte del tiempo.  Y aunque Yuri siempre terminaba rabiando con ello no podía pelear demasiado sobre el asunto tampoco. Con apenas la mitad de esfuerzo el Alfa siempre estaría un paso adelante. Quizá la única razón por la cual Yuri no odiaba realmente a Victor era precisamente porque, en el hielo, era su único rival serio. En el hielo, no existían diferencias entre ellos.

Plisetsky sabía que fuera del patinaje solo contadas profesiones podrían presumir de la igualdad de condiciones de las que sus practicantes gozaban. En el hielo nadie tenía verdadera ventaja. El trabajo duro era un requisito indispensable para todo aquel que soñara con llegar al podio al final. Alfas, Betas y Omegas competían en igualdad de condiciones. Si bien los Alfas presumían un mejor aguante físico,  ganar no se trataba de solo quien soportaba más.

En un mundo donde los atletas ganaban con base a su fuerza, el patinaje resultaba como el último deporte justo.

Un gran número de Betas y Omegas habían derrotado antes a los Alfas en este ámbito. Sus duros entrenamientos igualaron la condición mayormente privilegiada de aquellos que dominaban el mundo real, y con su esfuerzo conquistaron el deporte más famoso actualmente. 

Por años ningún Alfa había llegado a triunfar en el mundo del patinaje porque carecían de la habilidad fina que requería, fue finalmente Victor quien vino a demostrar que incluso los Alfas tenían elegancia. Y tras de él, los pocos que persistían en él decidieron continuar.

Plisetsky no podía descifrar aun si su actual tutor lo hizo como parte de una misión personal o fue una simple casualidad. Poner la barra tan alto al destrozar y conquistar cada competencia al punto en que nadie salvo él mismo podía ganar. Ningún otro Alfa lograba igualarlo, ni siquiera ningún Beta —quienes solían ser los más talentosos—. Maldita sea, los Omegas incluso estaban listos para rendirse...

Antes de Yuri Plisetsky,  Victor Nikiforov no contaba con ningún enemigo decente.

Y no, nadie se atrevería a denigrar a ninguno de sus compañeros. Para nada. Actualmente la competencia a nivel mundial era totalmente desafiante. Victor realmente disfrutaba llevándose a sí mismo y al resto al límite pero,  siendo honestos, tras cuatro años obteniendo el puesto número uno, ¿cómo podría él volver a creer que alguien podría ganar siendo que nadie parecía listo todavía? Más aún. Con Yuri estando tan lejos de él antes, debido a la regulación de edad, ¿quién era su rival en realidad?

Cuando conoció al rubio Omega lo supo. Quizá no al comienzo, sino hasta que le miró patinar en serio por primera vez. Al notar su talento en bruto, y su tenacidad, Victor finalmente encontró una nueva esperanza.

Ése era el hombre que le quitaría el título algún día. Sin embargo ese día estaba lejos aún.

Es por eso que durante la final del Grand Prix, al ser declarado por quinta vez consecutiva ganador de la medalla de oro, Victor Nikiforov decidió que abandonaría la pista por una temporada.

"Solo hasta que Yuri tenga suficiente confianza" se dijo a sabiendas que llevarlo al extremo del esfuerzo durante su debut en la siguiente categoría sería una injusticia total de su parte "Si me dedico solo a él, a cuidar de su salud, también será mejor para ambos" razonaba el peli-plata. Por supuesto que toda esta cavilación no había sido puesta a voz viva todavía, y el Alfa habría tomado esa misma noche para hablarlo con su entrenador sino fuera porque el destino finalmente tocó a su puerta. Durante la fiesta ocurrió un evento que cambiaría totalmente su centro gravitatorio. Al tomar su mano por primera vez, supo que debía ser él...

"—Sé mi entrenador, Victor~"

Debido a su etílico estado, fue incapaz de hablar realmente con el japonés. La próxima vez huyó de manera tan deliberada que tampoco tuvo oportunidad. Cuando su protegido le comentó con aparente desinterés que tomó cartas en el asunto terminaron peleando como nunca antes lo habían hecho, y Yuri regresó a casa de su abuelo ni bien soltó un frío. "Si es el destino, tendrás alguna señal..."

Victor sabía que el ácido de su voz era producto de una esperanza que se negaba a tener. Sin embargo, convencido de que le demostraría cuán real era su sueño, tomó su consejo de antes, dándole espacio al sexto lugar. Meses después, la señal llegó en forma de un video viral de internet, y para Victor no había duda alguna... Yuuri Katsuki era su persona destinada, y, a consecuencia de este llamado inconsciente al realizar su número de manera tan apasionada, nadie pudo detener los eventos que siguieron. Victor Nikiforov abandonó Rusia ni bien el peso de la verdad cayó en él. Yakov se vio forzado a declarar que, efectivamente, renunciaba al patinaje de manera temporal. Y Yuri Plisetsky se quedó solo una vez más.

Sin embargo la historia tomó un rumbo distinto cuando, pocos días después de la partida de Victor, el Tigre favorito de Rusia recibió un mensaje. 

Para su sorpresa, fue el propio Nikolai le incitó a seguir al Alfa una vez más.

—Está bien si quieres ir, Yuratchka... 

—Puedo ir y volver, Yakov y Lilia pueden cuidar de mí perfectamente... 

Su abuelo le sonrió de ese modo tan suyo que lograba calmar los alborotados sentimientos de su pequeño cachorro.

—Has aprendido de ellos hasta ahora... ¿No es suficiente todavía? Un cambio de aires quizá te de mejores resultados...

El rubio no responde, ahogando en sus adentros un tono más bien grosero que intentaba replicar "Un cambio de aires no es cambiarse de país, abuelo..." Nikolai no recibiría ese comentario con buenos ojos.

—En cualquier caso... Victor terminará viniendo por ti si te retrasas por más tiempo...

Yuri le mira sin comprender, levantando la mirada del móvil, donde leyó por sabrá Dios cuál ocasión el mensaje del mayor.

—¿A qué demonios vendría ese viejo? ¿No me has escuchado? Está obsesionado con ese cerdo...

Nikolai siente claramente su sien palpitar, pero ignora su regaño cuando responde.

—Eres su protegido... Desde que estás viviendo de esta manera, ¿puedes recordar cuándo fue la última vez que pasaste varios días sin él?

El menor intenta hacer una cuenta mental entonces. Desde que su celo golpease con fuerza a los pocas semanas de convivir, él y Nikiforov se habían vuelto especialmente cercanos. Yuri le insultaba mucho más que antes, claro, pero confiaba más que nunca en él... Su reciente mal humor estaba ligado a ello. Su pelea anterior con respecto al Alfa abandonándolo por su recién descubierto amor por el Katsudon fue causa de varias noches de insomnio. Se sintió culpable por querer monopolizarlo de ese modo... ¿Sería posible que Victor pudiese entender sus sentimientos del modo en que su abuelo decía? ¿Se sentía triste también, si estaban lejos el uno del otro? Quizá... Esa debía ser la razón por la cual Vitya fue directo por él luego de que Yuri fue grosero al explicarle que el destino era una broma. Los pocos días que duró su pelea fueron los peores para ambos. Yuri se sentía un poco resentido porque aun considerando aquello, Victor decidió irse lejos. ¿No le afectaba entonces? ¿Ni siquiera un poco?

"¿Cuánto tiempo pasamos juntos?" piensa el rubio.

—He pasado poco tiempo contigo...—observa sorprendido el Omega, casi espantándose.

—Tienes un lazo fuerte con él—es la única explicación que da el mayor

Yuri frunce el ceño ligeramente.

—No tiene sentido, ¿por qué no me siento así contigo? Alejarme de él, comparándolo con lo que me pasa contigo, abuelo...—empieza, confundido.

Su abuelo pone una mano en su cabeza entonces, sonriéndole de manera casi presuntuosa.

—Es porque nuestro lazo es más fuerte... Y porque siempre estoy contigo, sin importar qué.

El rubio le mira extrañado. Nikolai aparta su mano de su cabeza y la coloca sobre su pecho, donde el corazón del menor continúa latiendo con fuerza.

—Incluso si no puedes verme, yo siempre estoy contigo aquí, Yuri...

El Omega contiene un quejido sorprendido. Avergonzado es muy poco. Su rostro se ha incendiado de un momento a otro.

—Abuelo...—se queja

Nikolai, igualmente coloreado, continúa a la vez que se aparta unos pasos.

—Ese hombre tiene un largo camino por recorrer si quiere tener este tipo de confianza contigo... Tu y él siguen creyendo que solo estarán bien estando juntos... Patrañas... El amor no te ata a nadie. Más bien te da libertad...

Yuri lo abraza por la espalda entonces, riéndose por lo bajo.

—Te has vuelto bastante cursi, abuelo... Más de lo que recordaba.

Nikolai se ríe también.

—Yurotcka... Es evidente que no estuviste prestándome suficiente atención.

En el teléfono celular que fue olvidado en la mesa, la conversación entre Alfa y Omega continúa abierta. El último mensaje de Victor ha sido leído más de cien veces ya. Uno nuevo ingresa, pero el hada no es capaz de leerlo aún. Está demasiado concentrado disfrutando del tiempo que le queda junto al hombre que más ama en la tierra. A muchos kilómetros Victor observa su mensaje por última vez.

"Yuri~ ¿Qué estás esperando para venir acá?"

No hay manera en que no desee perseguirlo, siendo que es su familia ahora.

.

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Yuri ha pensado por mucho tiempo que Victor Nikiforov es un hombre complicado. Si el rubio tuviese que ponerlo en palabras más honestas, simplemente diría que sí, Victor es jodidamente complicado. No es alguien que sea especial o espectacular fuera de su área. No destacaba en nada que no fuera el patinaje. No tenía un humor muy complicado y,  sobre todo, no era para nada la persona que todos sus fans fuera de la pista de hielo hubiesen esperado. No era perfecto en lo absoluto. Era más bien torpe y desorganizado. Tenía horribles hábitos, no dedicaba el tiempo que debía a sus entrenamientos y, peor que eso, era del tipo de jugador que ni siquiera se tomaba las cosas tan en serio llegados a un punto determinado.

De acuerdo a Yakov, este Victor distaba por mucho de aquel joven Vitya que llegó a alcanzar la fama mundial, al ganar su primer torneo mundial. Distaba también del hombre que era cada vez que llegaba a la final. Siempre que fuese algo "no tan demandante" (como él mismo argumentaba las competencias previas se habían vuelto para él), Victor Nikiforov no se tomaba nada en serio.

Y, de vez en cuando, Yuri Plisetsky odiaba esa parte de él.

Para el rubio, quien usualmente se obligaba a entregar un 110% ya fuera por gusto o por  insistencia de su coreógrafa y su entrenador, era sencillamente exasperante notar al peli-plateado en un constante 50/50 durante la mayor parte del tiempo.  Y aunque Yuri siempre terminaba rabiando con ello no podía pelear demasiado sobre el asunto tampoco. Con apenas la mitad de esfuerzo el Alfa siempre estaría un paso adelante. Quizá la única razón por la cual Yuri no odiaba realmente a Victor era precisamente porque, en el hielo, era su único rival serio. En el hielo, no existían diferencias entre ellos.

Plisetsky sabía que fuera del patinaje solo contadas profesiones podrían presumir de la igualdad de condiciones de las que sus practicantes gozaban. En el hielo nadie tenía verdadera ventaja. El trabajo duro era un requisito indispensable para todo aquel que soñara con llegar al podio al final. Alfas, Betas y Omegas competían en igualdad de condiciones. Si bien los Alfas presumían un mejor aguante físico,  ganar no se trataba de solo quien soportaba más.

En un mundo donde los atletas ganaban con base a su fuerza, el patinaje resultaba como el último deporte justo.

Un gran número de Betas y Omegas habían derrotado antes a los Alfas en este ámbito. Sus duros entrenamientos igualaron la condición mayormente privilegiada de aquellos que dominaban el mundo real, y con su esfuerzo conquistaron el deporte más famoso actualmente. 

Por años ningún Alfa había llegado a triunfar en el mundo del patinaje porque carecían de la habilidad fina que requería, fue finalmente Victor quien vino a demostrar que incluso los Alfas tenían elegancia. Y tras de él, los pocos que persistían en él decidieron continuar.

Plisetsky no podía descifrar aun si su actual tutor lo hizo como parte de una misión personal o fue una simple casualidad. Poner la barra tan alto al destrozar y conquistar cada competencia al punto en que nadie salvo él mismo podía ganar. Ningún otro Alfa lograba igualarlo, ni siquiera ningún Beta —quienes solían ser los más talentosos—. Maldita sea, los Omegas incluso estaban listos para rendirse...

Antes de Yuri Plisetsky,  Victor Nikiforov no contaba con ningún enemigo decente.

Y no, nadie se atrevería a denigrar a ninguno de sus compañeros. Para nada. Actualmente la competencia a nivel mundial era totalmente desafiante. Victor realmente disfrutaba llevándose a sí mismo y al resto al límite pero,  siendo honestos, tras cuatro años obteniendo el puesto número uno, ¿cómo podría él volver a creer que alguien podría ganar siendo que nadie parecía listo todavía? Más aún. Con Yuri estando tan lejos de él antes, debido a la regulación de edad, ¿quién era su rival en realidad?

Cuando conoció al rubio Omega lo supo. Quizá no al comienzo, sino hasta que le miró patinar en serio por primera vez. Al notar su talento en bruto, y su tenacidad, Victor finalmente encontró una nueva esperanza.

Ése era el hombre que le quitaría el título algún día. Sin embargo ese día estaba lejos aún.

Es por eso que durante la final del Grand Prix, al ser declarado por quinta vez consecutiva ganador de la medalla de oro, Victor Nikiforov decidió que abandonaría la pista por una temporada.

"Solo hasta que Yuri tenga suficiente confianza" se dijo a sabiendas que llevarlo al extremo del esfuerzo durante su debut en la siguiente categoría sería una injusticia total de su parte "Si me dedico solo a él, a cuidar de su salud, también será mejor para ambos" razonaba el peli-plata. Por supuesto que toda esta cavilación no había sido puesta a voz viva todavía, y el Alfa habría tomado esa misma noche para hablarlo con su entrenador sino fuera porque el destino finalmente tocó a su puerta. Durante la fiesta ocurrió un evento que cambiaría totalmente su centro gravitatorio. Al tomar su mano por primera vez, supo que debía ser él...

"—Sé mi entrenador, Victor~"

Debido a su etílico estado, fue incapaz de hablar realmente con el japonés. La próxima vez huyó de manera tan deliberada que tampoco tuvo oportunidad. Cuando su protegido le comentó con aparente desinterés que tomó cartas en el asunto terminaron peleando como nunca antes lo habían hecho, y Yuri regresó a casa de su abuelo ni bien soltó un frío. "Si es el destino, tendrás alguna señal..."

Victor sabía que el ácido de su voz era producto de una esperanza que se negaba a tener. Sin embargo, convencido de que le demostraría cuán real era su sueño, tomó su consejo de antes, dándole espacio al sexto lugar. Meses después, la señal llegó en forma de un video viral de internet, y para Victor no había duda alguna... Yuuri Katsuki era su persona destinada, y, a consecuencia de este llamado inconsciente al realizar su número de manera tan apasionada, nadie pudo detener los eventos que siguieron. Victor Nikiforov abandonó Rusia ni bien el peso de la verdad cayó en él. Yakov se vio forzado a declarar que, efectivamente, renunciaba al patinaje de manera temporal. Y Yuri Plisetsky se quedó solo una vez más.

Sin embargo la historia tomó un rumbo distinto cuando, pocos días después de la partida de Victor, el Tigre favorito de Rusia recibió un mensaje. 

Para su sorpresa, fue el propio Nikolai le incitó a seguir al Alfa una vez más.

—Está bien si quieres ir, Yuratchka... 

—Puedo ir y volver, Yakov y Lilia pueden cuidar de mí perfectamente... 

Su abuelo le sonrió de ese modo tan suyo que lograba calmar los alborotados sentimientos de su pequeño cachorro.

—Has aprendido de ellos hasta ahora... ¿No es suficiente todavía? Un cambio de aires quizá te de mejores resultados...

El rubio no responde, ahogando en sus adentros un tono más bien grosero que intentaba replicar "Un cambio de aires no es cambiarse de país, abuelo..." Nikolai no recibiría ese comentario con buenos ojos.

—En cualquier caso... Victor terminará viniendo por ti si te retrasas por más tiempo...

Yuri le mira sin comprender, levantando la mirada del móvil, donde leyó por sabrá Dios cuál ocasión el mensaje del mayor.

—¿A qué demonios vendría ese viejo? ¿No me has escuchado? Está obsesionado con ese cerdo...

Nikolai siente claramente su sien palpitar, pero ignora su regaño cuando responde.

—Eres su protegido... Desde que estás viviendo de esta manera, ¿puedes recordar cuándo fue la última vez que pasaste varios días sin él?

El menor intenta hacer una cuenta mental entonces. Desde que su celo golpease con fuerza a los pocas semanas de convivir, él y Nikiforov se habían vuelto especialmente cercanos. Yuri le insultaba mucho más que antes, claro, pero confiaba más que nunca en él... Su reciente mal humor estaba ligado a ello. Su pelea anterior con respecto al Alfa abandonándolo por su recién descubierto amor por el Katsudon fue causa de varias noches de insomnio. Se sintió culpable por querer monopolizarlo de ese modo... ¿Sería posible que Victor pudiese entender sus sentimientos del modo en que su abuelo decía? ¿Se sentía triste también, si estaban lejos el uno del otro? Quizá... Esa debía ser la razón por la cual Vitya fue directo por él luego de que Yuri fue grosero al explicarle que el destino era una broma. Los pocos días que duró su pelea fueron los peores para ambos. Yuri se sentía un poco resentido porque aun considerando aquello, Victor decidió irse lejos. ¿No le afectaba entonces? ¿Ni siquiera un poco?

"¿Cuánto tiempo pasamos juntos?" piensa el rubio.

—He pasado poco tiempo contigo...—observa sorprendido el Omega, casi espantándose.

—Tienes un lazo fuerte con él—es la única explicación que da el mayor

Yuri frunce el ceño ligeramente.

—No tiene sentido, ¿por qué no me siento así contigo? Alejarme de él, comparándolo con lo que me pasa contigo, abuelo...—empieza, confundido.

Su abuelo pone una mano en su cabeza entonces, sonriéndole de manera casi presuntuosa.

—Es porque nuestro lazo es más fuerte... Y porque siempre estoy contigo, sin importar qué.

El rubio le mira extrañado. Nikolai aparta su mano de su cabeza y la coloca sobre su pecho, donde el corazón del menor continúa latiendo con fuerza.

—Incluso si no puedes verme, yo siempre estoy contigo aquí, Yuri...

El Omega contiene un quejido sorprendido. Avergonzado es muy poco. Su rostro se ha incendiado de un momento a otro.

—Abuelo...—se queja

Nikolai, igualmente coloreado, continúa a la vez que se aparta unos pasos.

—Ese hombre tiene un largo camino por recorrer si quiere tener este tipo de confianza contigo... Tu y él siguen creyendo que solo estarán bien estando juntos... Patrañas... El amor no te ata a nadie. Más bien te da libertad...

Yuri lo abraza por la espalda entonces, riéndose por lo bajo.

—Te has vuelto bastante cursi, abuelo... Más de lo que recordaba.

Nikolai se ríe también.

—Yurotcka... Es evidente que no estuviste prestándome suficiente atención.

En el teléfono celular que fue olvidado en la mesa, la conversación entre Alfa y Omega continúa abierta. El último mensaje de Victor ha sido leído más de cien veces ya. Uno nuevo ingresa, pero el hada no es capaz de leerlo aún. Está demasiado concentrado disfrutando del tiempo que le queda junto al hombre que más ama en la tierra. A muchos kilómetros Victor observa su mensaje por última vez.

"Yuri~ ¿Qué estás esperando para venir acá?"

No hay manera en que no desee perseguirlo, siendo que es su familia ahora.

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