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Vampiros. por Seiken

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Aldebaran se sentó en su cama, cubriéndose el rostro con ambas manos, tratando de no llorar al recordar esos pasajes felices de su vida, el amor de su maestro, su deseo por él, su valentía, diciéndose que habían vendido a esos muchachos, que no merecían ser felices, aun así, que más podía hacer que recordarle con cariño. 
 
-¡Ni siquiera eres el y esto es una ilusión! 
 
Pero no se sentía como una ilusión, su cuerpo recordaba sus caricias, sus palabras tiernas, su amor por el, el cariño de Mu, antes de traicionar a esas pobres almas. 
 
Aldebaran trato de acostarse de nuevo, cerrando con fuerza los ojos, como tratando de dormir, temiendo que no podría lograrlo, recordando de nuevo su pasado, lo que sucedió después de aquel beso. 
 
Podía recordarse a sí mismo besando de nuevo a Mu, con torpeza, para alejarse avergonzado, desviando la mirada. 
 
-Vamos adentro, este lugar es muy frío y no me gustaría que te enfermaras. 
 
Mu lo llevo entonces a la habitación que compartían, en donde había una tina con agua fría, que calentó al ingresar su mano en ella, usando un hechizo sencillo.
 
-Date un baño y después trata de recostarte unos minutos, mañana hablaremos de lo que sentimos. 
 
Pero el negó eso, sosteniendolo de sus manos, creyendo que si se apartaba, no regresaría de nuevo. 
 
-No... no se vaya... yo quiero... 
 
Pero en respuesta únicamente beso su frente, apartándose de Aldebarán, pensando que no debían apresurar nada, ya tendrían tiempo de sobra para probar lo que deseaban del otro. 
 
-No mi niño, aunque ya me has alcanzado de estatura, todavía no estás listo para esto. 
 
Lo dejo solo entonces, para que pudiera bañarse, regresando como siempre cuando ya se había recostado en su cama, besando su frente y sus labios, para poco después marcharse.
 
-Mi maestro me ama... 
 
Susurro con la mayor con la mayor de las dichas, escuchando un siseo, como de una serpiente, una criatura luminosa que se arrastraba en su dirección, la que de pronto se lanzó en su contra, una serpiente de ojos azules como el hielo. 
 
Aldebaran despertó con un fuerte dolor en el pecho, sintiendo como algo atravesaba su costado, tosiendo de pronto, para ver sangré en su mano, angustiando, levantándose para ir al espejo y después buscar a Harbinger, que era un médico, el sabría que era lo que tenía.
 
*****
 
Mu estaba encerrado en uno de los muchos cuartos de su otra casa de seguridad, tenían muchas en donde podrían ocultarse de sus enemigos, de la luz solar, en donde podrían vivir con sus toros, si es que los llegaban a aceptar. 
 
Para un vampiro era muy difícil distinguir el pasado del presente, pero él sabía que su Aldebaran, quien fuera su alumno estaba muerto, pero este no, este seguía con vida y debía protegerlo, cuidar de el, aunque no lo deseara a su lado. 
 
Sabía quién podría ayudarles, si es que no lo mataba apenas verlo, pero el era su única oportunidad. 
 
Shura podía proteger a su amado, cuando él no, porque mientras el tenía que esconderse del sol, su antiguo amigo podía salvar a su toro, porque Shaka deseaba matarlo, debido a sus desquiciantes celos. 
 
Mu se cubrió con un abrigo, se puso guantes, bufanda y un sombrero que lo tapara del sol, sintiendo el ardor de su piel, cuando los rayos del sol comenzaron a quemarla. 
 
Sabía en donde estaba Shura y quería creer que le ayudaría, que le brindaría su apoyo o si es que lo mataría apenas lo viera, pero si su pequeño toro seguía con vida, si mataba a Shaka, entonces, habría valido la pena.
 
Busco a Shura, deteniéndose frente al imponente edificio de las empresas Walden, esperando que su viejo amigo se presentará ante el, como lo supuso, no tardó demasiado en ir, estaba vestido completamente de negro, desde sus zapatos, hasta sus lentes, mirándole con una expresión que decía claramente que lo mataría por siquiera acercarse a ese lugar. 
 
-Mu... 
 
Inmediatamente se arrodilló, llevando su cabeza al suelo, enfrente de sus manos, como pidiendo piedad.
 
-Tienes muchas ganas de morir, si te atreves a venir aquí, Mu. 
 
El asintió, había buscado su muerte de todas las maneras posibles, probado opio, toda clase de droga, de actos pecaminosos, todo por dejar de pensar en su amado y ahora que lo encontraba, que le vio en una noticia de un veterinario de un pequeño pueblo, no podía dejar de pensar que el destino jugaba con el una broma macabra. 
 
-Si, desde que murió no he hecho nada más que pensar en mí muerte, buscarla y no tengo miedo a eso, mas, sin embargo, si tengo miedo de lo que Shaka le haga, ahora que sabe que aún está vivo. 
 
Shura le sostenía del cuello, y había saltado a uno de los rascacielos cercanos, quitándole el sombrero para verle quemarse con los rayos de sol. 
 
-Aldebaran volvió a nacer, solo es un niño, un adulto inocente que cuida de los animales... 
 
Shura estaba a punto de preguntarle porque demonio le brindaría ayuda, porque sentir piedad de ellos, cuando por su culpa los dos Walden, su buen amigo sufrió como ninguno, por su culpa Cid despertó y el perdió a su amado en los brazos de Kanon, el pintor. 
 
-Shaka sufre la enfermedad del vampiro... yo también, yo deseo a mi toro conmigo, pero Shaka desea matarlo porque yo lo sigo amando. 
 
Shura guardó silencio, no pensaba ayudarles, pero lo que decía Mu era cierto, ese humano no era culpable de los actos de traición de su pasado. 
 
-Aldebaran pensaba que los ayudaríamos a escapar, que estaba protegiendo tu vida al lanzarte a ese puente, alejandote de los vampiros, también pensó que escapariamos en la carreta...
 
El dolor era insoportable, las llamas cubriendo su cuerpo, pero no peleaba con Shura por liberarse, no lo intentaría, porque sabía que Shura era una buena persona al fin y al cabo, que les daría su ayuda. 
 
-Y después de traicionarlos, a los cuatro, porque a él también le mentí, no hacía nada más que buscar la muerte... se mató frente a mi, para liberarme de su peso. 
 
Ya las llamas cubrían su cuerpo, pero al menos, si moría en ese sitio, esperaba que Shura protegiera a su toro, que era inocente. 
 
-Largate y nunca vuelvas... 
 
Mu negó eso, estirando su mano quemándose con llamas azules para que no se fuera. 
 
-¡Te lo imploró, por piedad, no dejes que Shaka mate a mi Aldebaran! 
 
Shura entrecerro los ojos y asintió, haría lo que estuviera en sus manos, pero no porque Mu se lo pedía, sino, porque Shaka implicaba un peligro para su amado. 
 
-Matare a Shaka, pero no lo haré por ustedes, sino por él... a quien tú entregaste en las fauces de un vampiro. 
 
*****
 
Aldebaran tocó la puerta de Harbinger, quien se tardó mucho en abrirle, cuando lo hizo, su apariencia no era la de siempre.
 

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