Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vampiros. por Seiken

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¡Porque los dejaste ir! ¡No regresarán a nuestro lado! 
 
Kiki tenía el deseo incontrolable de golpear a Mu, para ver si así tenía un poco de sentido común, pero no creía que funcionara de esa forma. 
 
-Lo único que estás haciendo es que tú toro te tenga miedo, que piense que eres un monstruo, que no lo amas, harás que se aleje de ti a causa del miedo que siente, eso es lo que terminara pasando. 
 
Mu no dijo nada, llevando una mano a su cabeza, recordando el amor de su toro, lo mucho que lo quería y como se comportaba como si le adorara. 
 
-¿Qué puedo hacer entonces?
 
Kiki sentía lástima del mayor de los dos, porque de un momento a otro perdió a su amado, quien se culpaba de las acciones de su mentor y por eso se mató, creyendo que le hacía un favor a su amigo, cuando fue todo lo contrario. 
 
-Lo que debes hacer es mantener la calma, darle un poco de espacio, demostrarles cuánto lo amas, solo así regresara a tus brazos. 
 
Mu cerró los ojos, llevando sus manos a su rostro, para llorar en silencio, por todo lo que había perdido por una sola acción equivocada.
 
-No puedo vivir sin él... 
 
*****
 
Aldebaran estaba sonrojado al mismo tiempo que Harbinger se reía de su mordida, pensando que esa criatura era un grandísimo pervertido, porque pudo morderlo en el cuello, pero no, lo mordió en el pecho, sobre uno de sus pezones. 
 
-No puedes negar que esto es muy gracioso... 
 
Aldebaran solo miraba en otra dirección, preguntándose porque morderlo ahí, en su pecho, y no en su cuello, porque se sintió tan bien, y sobre todo, porque se sintió tan triste al ver esa desesperación en esa criatura. 
 
-Sentí su dolor, su miedo de estar solo y... por un momento no me importó esa sangre, solo quería hacerle sentir mejor. 
 
Kiki pensaba lo mismo, el dolor de aquellas criaturas era insoportable para el, incomprensible, en especial, porque deseaba recuperarlo, hacerle sentir mejor.
 
-Lo mismo pensé yo... no me gustó verlos sufrir, esa sensación fue devastadora, como si un viejo amigo sufriera, como si un amante sintiera dolor... fue tan extraña... 
 
Harbinger únicamente guardo los utensilios para curar a su amigo, que se ponía una playera que le quedaba ajustada, demostrando esa hermosa musculatura que parecía de nacimiento. 
 
-Además... creo que estamos tomando esto con demasiada tranquilidad... con demasiado... 
 
Por un momento no comprendió porque aceptaba la existencia de esos vampiros, pero después, al escuchar un estallido su mente paso a un estado de alarma, al ver las llamas cubriendo el pasto, el tanque de gas cubierto de llamas. 
 
Ya estaba anocheciendo y las llamas iluminaban el patio con su extraño fulgor, haciendo que salieran por la puerta trasera, deteniéndose al ver a un hombre vestido de negro, sus ojos cerrados y su cabello dorado ondulando por el viento, uno tan largo que le llegaba a la cintura. 
 
-Por fin los encuentro. 
 
Pronunció con frialdad, observandolos con esos ojos cerrados que podían reflejar el mayor de los desprecios, en especial, cuando se enfocaron en Aldebaran, no sabían cómo podía hacerlo, pero lo sentían, haciéndoles retroceder. 
 
-Y por fin lograre destruirlos, mandarlos a la nada, para que no puedan regresar nunca más. 
 
Su camioneta estaba destruida, el fuego comenzaba a comerse su casa, y el tanque de gas estaba por estallar, al mismo tiempo que este hombre rubio desenvainaba una espada de plata.
 
-Para que mi amado pueda comenzar a curarse, una vez, que tú ya no estés aquí, criatura despreciable. 
 
El tipo rubio abrió sus ojos entonces, los que eran azules, como el cielo, como el mar o como el hielo, unos ojos que los petrifico, su odio era casi tangible, como una daga, como la misma espada que blandio tres veces en el aire, antes de saltar en contra de Aldebarán, buscando su cabeza. 
 
-¡Muere! 
 
Pero su espada fue detenida por otra más, una que era blandida por el mismo Mu, que apenas pudo evitar ese golpe mortal. 
 
-¡No te lo permitiré! 
 
Le grito, alejando a Shaka de la reencarnación de su toro, que les veía sin entender siquiera lo que pasaba. 
 
-¡No te dejare lastimarlo! 
 
Está vez fue él quien atacó a Shaka, alejándolo del toro de cabello largo, que veía ese combate petrificado, sin atender al incendio, ni comprender porque deseaban matarlo, escuchando un sonido distante, el de un auto, que atravesó su casa, derribando las debilitadas columnas de madera. 
 
-¡No tocaras a mi toro! 
 
Kiki detuvo su auto, que estaba blindado, el que podía resistir mucho daño antes de ser inservible. 
 
-¡Harbinger! ¡Entren! 
 
Harbinger no supo que hacer en un principio, pero no debía pensarlo tanto y jalando del brazo a Aldebaran, lo introdujo en la parte trasera, el se sentó junto a Kiki, que atropelló a Shaka, antes de apartarse, deteniéndose el tiempo suficiente para que Mu ingresará en el auto, aun con su espada en su mano. 
 
-¡Arranca! 
 
Mu grito al mismo tiempo que Kiki arrancaba su automóvil, escuchando el estallido del tanque de gas, observando cómo el fuego seguia su curso, empezando a devorar su casa. 
 
-¡No te detengas! 
 
De nuevo una orden que no era necesaria, pero que Kiki no discutiría, primero debían alejarse de Shaka, el hombre más cercano a los dioses, quien deseaba matar a Aldebaran, para liberar a Mu de su enfermedad, culpando al mortal de las decisiones de quien fuera su amigo. 
 
-Aun no se ha levantado, pero pronto lo hará... 
 
Pronunció Mu, volteando en dirección de Aldebarán, que aún estaba petrificado, quien volteo a verle, para después enfocar su mirada en la que fuera su casa, cubierta de llamas. 
 
-¿Quien era el? 
 
Viendo cómo de pronto, ese hombre rubio se levantaba ileso, sacudiendo su ropa con fastidio, para correr en dirección de una motocicleta, con la cual, esperaba poder alcanzarlos. 
 
-Es Shaka, es un hechicero... un humano muy poderoso, que pensé era mi amigo, y ahora quiere destruirte... 
 
Mu hablaba con mucha calma, con una voz melodiosa, que le tranquilizó de momento, que le hacía pensar que todo estaría bien. 
 
-Porque yo te amo... 
 
Mu acarició la mejilla de Aldebarán con delicadeza, retrocediendo cuando esté se apartó de su tacto, desviando la mirada. 
 
-Puedes perdonarme, puedes perdonar a un anciano loco de amor por ti, que no sabía cómo comportarse de lo emocionado que estaba... 
 
Aldebaran volteo a verle con una expresión difícil de leer, el era un veterinario, el sabía que los depredadores comían carne para sobrevivir, no odiaba a los leones por alimentarse, tampoco los pensaba ruines, pero este depredador comía personas, se alimentaba de la gente, y aún así, por alguna razón, no lo encontraba tan desagradable como en un principio, ahora que comprendía el porqué de su oscuridad. 
 
-Puedes darme una oportunidad y si no logras sentir nada más que desprecio por mi, te dejare clavarme una estaca en el corazón, te dejare matarme, porque no puedo perderte otra vez... 
 
Mu de nuevo intento acariciar su cuerpo, llevando sus manos a las de Aldebarán, con delicadeza, con ternura, sin ser rechazado de nuevo. 
 
-Mira lo que me hizo perderte una primera vez, no soportaría una segunda ocasión... 
 
Aldebaran asintió entonces, eso podía hacerlo, después de todo, un loco con una espada deseaba matarlos y estos vampiros les dieron su ayuda. 
 
-Puedo hacerlo, pero cuando te pida que te detengas, debes hacerlo...
 
Mu asintió, emocionado, cerrando los ojos con una lágrima recorriendo sus mejillas, misma que Aldebaran limpio, como lo hacía en el pasado, mostrando una gentileza que pocos pensaban correspondía a una persona de ese tamaño. 
 
-Prometo no echarlo a perder esta vez... te lo juro... mi toro. 
 
Kiki podía escuchar esa promesa, odiandose a sí mismo por no matar a Shaka, el miserable monstruo que asesinó a Harbinger, a su primer toro, que observaba el paisaje en silencio. 
 
-¿Qué haremos cuando nos alcance? 
 
Debía recordarles que aún los perseguían, que Shaka los seguía en una motocicleta para terminar lo que empezó en su casa. 
 
-Lo mataremos. 
 
Fue su respuesta, deteniendo el auto en un claro, bajando del vehículo en silencio, su mirada fija en Shaka, que también se detenía en ese claro, su espada de plata en su mano derecha.
 
-Ellos morirán, lo prefieren a ser dos vampiros... 
 
Los dos toros también salieron del auto, manteniéndose a las espaldas de Kiki y Mu, dos vampiros de la realeza de su especie, consejeros de Afrodita y su compañero Deathmask. 
 
-¿Acaso quieren obligarlos a eso como en sus vidas pasadas? 
 
Kiki recordaba la forma en que asesinó a su Harbinger, que estaba a sus espaldas, vivo, respirando, dispuesto a darle una oportunidad. 
 
-¡No me hagas reír! ¡Tú los mataste! 
 
Shaka ladeó la cabeza al escuchar esas palabras, el había matado a Harbinger, Aldebaran de había matado para liberar a Mu de su odiosa enfermedad. 
 
-Puede que tú no hayas lastimado a Aldebaran, pero tú lo convenciste de ser unas cadenas, de ser una carga y una enfermedad, fue por escucharte que se mató, porque tú lo odiaba, tú estabas celoso del amor que Mu le tenía. 
 
Shaka no dijo nada, no lo negó, tampoco lo afirmó, haciendo que Mu recordara las palabras de su toro, como se pensaba una carga, y comenzaba a creer que Kiki tenía razón, que alguien lo había envenenado para que pensara que era unas cadenas, un grillete, en vez de una cuerda de salvamento. 
 
-¡Aldebaran solo era una carga y al menos uno de los dos pudo comprender la verdad! 
 
Y señalando a Aldebaran con el filo de su espada. 
 
-¡Tú fuiste su perdición y por eso te hice ver la realidad, eras una carga y aún lo sigue siendo! 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).