Cierto rubio se removía incomodo entre las sabanas, estirando su brazo para apagar el pitido que le anunciaba que ya debía empezar el día.
Aun con los ojos cerrados y refunfuñando entro a la ducha, abriendo la canilla noto el desagradable hecho de que no había agua caliente. En cuanto su desnuda piel hizo contacto con el agua de la ducha, sintió un horrible escalofrió desde los pies hasta la cabeza que lo despertó por completo, todo la sabia decisión de apresurar su ducha antes de sufrir hipotermia.
Salió de la ducha aun temblando, se vistió lo más rápido que pudo y puso agua a calentar mientras decidía si comería ramen instantáneo de pollo o de camarón, una vez saliendo elegido el camarón lleno de agua el vaso y lo dejo reposar esos desesperantes tres minutos. Debido a la no precisamente privilegiada posición económica del rubio, el ramen instantáneo y las bandejas de comida pre-hechas eran los protagonistas de sus comidas. Aun así, les había agarrado cariño y no se lamentaba de ello.
Cuando esos eternos tres minutos, devoró con hambre ese ramen junto con te blanco. Luego de su “nutritivo” desayuno, empaco dos manzanas en su mochila, tomo sus llaves, se puso los zapatos y se dirigió a la papelera, para su primer turno de trabajo.
Naruto Uzumaki, un joven de 17 años huérfano casi de nacimiento, ya que su madre murió dándolo a luz y su padre se suicidó horas después de la noticia de la muerte de su esposa. El pequeño Naruto vivió en distintas casas temporales y algunos orfanatos, pero al final al cumplir los 15 y harto de los cambios y adaptaciones, pidió ser tomado como “emancipado” y que se le permitiera vivir por su cuenta, debido a su buen historial y al hecho de que ya contaba con un trabajo de medio tiempo, se le concedió si petición y desde entonces vive por su cuenta. Tiene dos trabajos, Es dependiente en una papelera por la mañana, por la tarde trabaja como repartidor en una empresa de correo, y por las noches estudia en una escuela nocturna, ya terminando su último año de secundaria, no es el mejor alumno pero siempre le pone el mejor empeño a sus clases. Pero su verdadera pasión era el arte, aunque no disponía de mucho tiempo libre, cada segundo que disponía, lo usaba para pintar. Sus obras solían ser muy coloridas, vivas y brillantes. Amaba usar colores vivos y vibrantes. A veces incluso si conseguía permisos pintaba grafitis en las paredes de algunos galpones o edificios. Y en ciertas ocasiones incluso vendía algunas de sus pinturas en algunas ferias, con el fin de comprar más materiales y seguir pintando.
Llego a la papelera donde una chica rubia lo recibió con ánimo.
_Hola Naruto, ¿Cómo estás?- dijo la chica agitando su mano con alegría al ver al rubio entrar.
_Hola Ino, Estoy genial, ayer no tuve clases y pude dormir más- dijo con gracia –aunque esta mañana tuve que bañarme con agua fría, al parecer el calentador del edificio se estropeo otra vez- dijo sin perder ese aire simpático que siempre lo acompañaba.
Naruto vivía en un viejo edificio, al borde del derrumbe y con mil y un defectos, pero la renta era barata, los vecinos tranquilos, y la casera, aunque gruñona, amable. Solían fallar el calentador de agua o el gas unas veces al mes, pero no era un mal lugar para vivir.
El rubio estaba convencido de que no podría haber encontrado mejor lugar.
_Jaja ay Naruto, no sé cómo puedes decir todo eso con una sonrisa- dijo contagiándose de la positividad del rubio.
_La vida no cambiara quejándose, hay que tomarse las cosas con gracia a veces- pronuncio con simpleza Naruto, denotando que realmente era un alma única.
El resto de la mañana paso tan rápida y repetitiva como siempre, entre clientes algo pesados y chistes con Ino. Se hizo la hora del almuerzo y Naruto se despidió de la rubia para correr a su turno en el correo.
Su jefe en el correo era un hombre joven y muy amable, su nombre era Iruka Umino, siempre le daba a Naruto unos minutos extra para que comiera algo cuando llegaba al trabajo e incluso a veces le invitaba la comida. Él era consciente de la situación del rubio, y al haber crecido en una situación similar, siempre estaba dispuesto a darle una mano.
_Gracias Iruka, eres el mejor- decía Naruto mientras devoraba un tazón de estofado que su jefe le había traído para almorzar.
_Jaja come despacio Naruto o luego te dolerá el estómago- dijo el mayor mirando divertido al otro comer tan efusivamente.
_Gracias por la comida- pronuncio el menor al terminar de comer.
_Bien, hora de trabajar, hoy llegó un gran cargamento así que no tenemos tiempo que perder- dijo Iruka levantándose.
_Claro Jefe- dijo Naruto con voz clara y firme, a la vez que se levantaba con entusiasmo.
_Esa es la actitud Naruto, tu bolso esta por allí- dijo apuntado un enorme bulto lleno de paquetes.
_Bueno, me retiro- pronunció Naruto, haciendo un amplio ademan con la mano para despedirse de su jefe.
_Ese chico es muy especial- dijo Iruka para sí mismo mientras saludaba al entusiasta muchacho salir con el bolso al hombro y una enorme sonrisa.
[Naruto]
_A ver, a ver- me repetí por inercia al entrar en aquel amplio estacionamiento. Debía entregar un paquete en este edificio, pero solo tenía la dirección y este lugar era tan grande que si tuviera que ir piso por piso saldría en un mes. Para colmo la recepcionista se negó groseramente a darme el dato de destinatario. Así que estaba bastante perdido.
_Tal vez deba preguntarle a alguien- decía para mí mismo, mirando la libreta con el nombre y dirección del tal Madara Uchiha. No note que había alguien caminando de frente a mí y lo choque por accidente, solo fue un choque suave pero igual retrocedí un paso.
_Ay lo siento- dije al ver de frente a ese elegante y bien parecido joven, que me miraba con cierta molestia.
_no importa- dijo el pelinegro con seriedad y comenzó a alejarse
_Ey, disculpa- lo llame con la esperanza de que tal vez él pueda ayudarme –disculpa, ¿trabajas aquí? ¿Podrías ayudarme?- dije esperando que no me ignorara.
Por suerte ese joven resulto muy amable.
_claro ¿Qué pasa?- dijo con una voz profunda y muy masculina.
_debo entregar un paquete a…-dije mientras miraba mi libreta para recordarlo–Madara Uchiha, pero solo tiene la dirección del edificio, y es realmente enorme, ¿sabes en donde podría encontrarlo?, la recepcionista no quiso decírmelo- dije sin notar que había empezado a rascarme la nuca.
_Madara Uchiha es el vicepresidente de la empresa, es normal que la recepcionista no tenga la autoridad de darte tal información aunque parezca irrelevante-dijo el joven, mientras mis ojos se abrían asombrados por la elegancia de sus palabras–podrás encontrar su oficina en el piso 16 al fondo del pasillo derecho, toca la puerta de su secretaria, es la que tiene el nombre de Anko Mitarashi, ella recibirá el paquete- dijo el joven, su voz me dejo atónito unos segundos.
_Muchas gracias- dije cuando logre salir de ese breve trance.
_N-no hay porque- por un segundo me pareció que su voz tembló.
Corrí hacia el ascensor para terminar rápido mi entrega, pero antes de que las puertas se cerraran, mire a mi salvador y agite la mano saludándolo, el me respondió con un gento mucho más formal de mano.
Luego de dejar el paquete en manos de Anko, quien por cierto era una mujer muy entusiasta y genial, termine mis entregas por hoy y volví al correo a dejar el bolso, el uniforme y la moto.
Comí mi última manzana de camino a la escuela, fue un día tranquilo, tanto que incluso me dio tiempo de tontear un poco con Kiba y Lee. Solo tuve dos clases ese día ya que el maestro de Química estaba enfermo. Así que ese día pude salir temprano.
En casa lo recibió la buena noticia de que ya habían arreglado el calentador, y luego de una buena ducha y un ramen de pollo, se acomodó en su tan ansiada cama, y antes de quedarse dormido, recordó esa voz profunda, que por un instante lo hizo sonreír.