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BROTHERS'S LOVE por Alleisys

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Notas del capitulo:

¡Hellouuu bellezas!

 

Jamás pensé que me demoraría tanto en actualizar, pero de hecho, si lo hice. ¡Mil perdones a todos ustedes por la larga ausencia, pero creo que valdrá la pena este hiatus tan largo, – Aunque ciertamente no era Hiatus, ya que estuve avanzando el capítulo desde abril sino me equivoco hahahaha – Bueno, primero que nada desearles un feliz año nuevo y un ¡Feliz aniversario de BL! Nuestra linda historia cumple hoy dos años y en verdad hice todo el esfuerzo del mundo para publicarla este día. Espero que disfruten de este cap. y prepárense, porque aquí, literalmente, pasara DE TODO. Estoy muy contenta con la forma en la que ha quedado este capítulo, y espero que ustedes al igual que yo, disfruten mucho de esto.  Que son más 150 hojas de Word xd. ¡Háganme saber todas sus reacciones a lo largo de la historia, please! Porque hasta yo me he sorprendido con todo lo que pasara a continuación. Sin mas no les quito tiempo, y nos leemos allí abajo!

A pesar de ser un día laborable Oxford Street se encontraba en pleno apogeo. La que era una de las calles comerciales más famosas del mundo destacaba por sus futuristas espacios comerciales mimetizados con edificios clásicos de la época. La gran aglomeración de personas – Tanto locales como turistas – buscaban entre sus cómodas cafeterías, lujosas tiendas y llamativos teatros

En lo personal, a Ichiji siempre le había parecido un lugar muy bullicioso, pero lleno de aquel misticismo único que solo esa urbe podía producir. Londres representaba el equilibrio perfecto de una ciudad clásica del siglo XX y una metrópolis futurista. Una ciudad europea muy atípica, ya que en un momento podías estar en lo alto de The Shark y luego recorrer Covent Garden Market.

Los dos lados de una moneda, que a pesar de no tocarse, podían coexistir en armonía.

No habría estado mal haber disfrutado de este lugar un poco más…

–¡Carajo! ¿Cuánto más nos falta por hacer? – Bramo Niji plantándose en plena acera y sobresaltando al resto de sus hermanos – Hemos estado dando vueltas y vueltas todo el maldito día sin parar, ¡Ya quiero ir a casa!

No había podido dormir bien la noche anterior, los cinco se desvelaron hasta las cuatro de la mañana viendo películas de culto a petición de Reiju, y creyó que Ichiji solo estaba bromeando cuando les informo que tendrían que estar despiertos desde las seis de la mañana para poder finiquitar los últimos detalles del viaje con anticipación, pero desgraciadamente era Ichiji del que estaban hablando, y el muy hijo de puta había empezado a tocar como maniático todas las puertas de la casa desde antes de la hora acordada solo para que empezaran a mover sus malditos traseros.

Está bien que este loco demente sea un puto robot, ¡Pero no por eso nosotros lo tenemos que ser también!

–Descuida Niji, no falta mucho para que terminemos. – La dulce presencia de Reiju, que era arropada entre los brazos del mayor de los cuatrillizos, labro una sinfónica risa que por unos segundos lograron amenizar el ánimo del peliazul.

–No dramatices, idiota, ¡Solo llevamos seis horas fuera! – Desato rápidamente Sanji. No entendía de que rayos se estaba quejando Niji. Su maldita lesión lo había salvado de tener que cargar cualquiera de las más de quince bolsas que llevaban encima entre Ichiji, Yonji y el.

–Jamás pensé decir esto, pero Sanji tiene razón. – Conjugo Ichiji. – Además, no es mi culpa que tengas un sueño tan pesado como tu mal humor.

–Te recuerdo que aún tengo un brazo hábil, Ichiji, – Bueno, eso no era tan cierto. Ya podía mover el brazo con normalidad, pero seguiría fingiendo su lesión un poco más. ¡Ni loco cargaría todo ese centenar de bolsas! – y puedo hacer que esos malditamente desentonados lentes de sol que llevas puestos en pleno otoño se vuelvan de contacto si me sigues–

–¡Pero que jodidamente quejumbrosas son! Por eso nunca salgo con ustedes.  – Cavilo en voz alta el menor de los cuatrillizos. Se moría de sueño igual que Niji, pero solo había aceptado levantarse esa mañana porque la misma Reiju fue a despertarlo. Así que ahora se encontraba en pleno Oxford Circus, a una semana de que le abrirán la maldita cabeza, chocando con mil personas en medio un mar humano, cargando todo el peso que Robin le prohibió hacer, y no contentos con eso ¡Los malnacidos con los que compartía lazos sanguíneos se ponían a hincharle las bolas por tonterías! 

A este paso se harán pedazos unos a otros antes de que si quiera lleguemos a Heathrow. Razono para sí misma Reiju.

Haciendo memoria, habían salido de casa a las nueve de la mañana aproximadamente. Su primera parada fue la embajada rusa, ya que no podían entrar al ex estado soviético sin sus respectivas visas. Pensó que terminarían relativamente rápido, pero termino siendo un proceso mucho más engorroso de lo que imagino. Puesto que tanto a ella como a sus hermanos les hicieron preguntas de todo tipo antes de devolverles sus pasaportes. Cuando salieron del consulado y le pregunto a Ichiji porque habían tardado tanto, este solo contesto:

«Son comunistas Reiju, ¡Esta en su ADN hacer todo más difícil!

Ya era pasado el mediodía cuando llegaron a Oxford Street y empezaron con la titánica tarea de hacer todas las compras necesarias para el viaje – Que incluían una infinidad de prendas térmicas y demás aditamentos para soportar el implacable clima ruso – y a pesar de que ella insistió en que no deseaba que sus hermanos gastaran más dinero del que ya habían invertido en el viaje solo para comprarle ropa, las palabras de Niji le hicieron cambiar de opinión:

«Niña, por si lo has olvidado ¡Somos franceses!

«–De hecho, somos franco-británicos, Niji.  

«–¡No me interesa! Te recuerdo que nuestro historial en Rusia no es el más sobresaliente que digamos. Si el megalómano mata judíos y el enano acomplejado cayeron ante su condenado clima, ¿Quién me asegura que tú y tus condenadas células que se proliferan descontroladamente por segundo, no lo harán también?

Ichiji y Sanji casi se van a las manos con Niji luego de hacer esa aclaración, pero entendía que era su forma de decirle que era necesario comprarle ropa y que el dinero no resultaba ningún problema.

Para cuando acepto el gesto, los hermanos Vinsmoke se vieron envueltos en otro gran dilema. Dado que ninguno de los cuatrillizos tenían ni la más remota idea de que era lo que una niña como ella necesitaba.

Por más surrealista que pareciese, sus hermanos jamás la habían acompañado a comprar ropa antes. Normalmente le dejaban esa labor a Vivi, porque bueno, «Cosas de chicas». Así que luego del intento fallido de Sanji llamando de urgencia a Vivi para que les fuese a dar una mano, y que esta les dijera que se hallaba imposibilitaba de ir porque estaba ayudando a una amiga. Los cuatro no tuvieron más opción que sacar su lado femenino a flote e ingeniárselas como pudieron. 

Sorprendentemente, el que resulto más habilidoso en ese campo no fue otro que Yonji, ya que tenía un gusto mucho más bohemio y practico que Ichiji con sus trajes extravagantes, Niji y sus diminutas prendas, o Sanji y sus ropas de niña atrapada en los años veinte.

«–Creo que esto grita más Reiju que lo que sea que los otros tres chiflados te hayan traído. 

Aunque si hubo una prenda que Niji escogió para ella que le gusto bastante. Así que ambos lograron pasarla inadvertida de Ichiji entre toda la montaña de ropa que compraron para los cinco.

Otra cosa que le sorprendió de sobremanera fue que hayan gastado una infinidad de efectivo en lo que iba del día y que Ichiji no dijera ni hiciera nada más que pasar su tarjeta.

Le permitió a Niji comprar cuanta ropa quiso. Dejo que Sanji escogiera como diez pares de tenis diferentes. Acepto que Yonji comprara un par de esquís profesionales para cuando fueran a los Alpes de Rosa Khutor e incluso le compro a ella un Ipad Pro para que, según él, «Pudiera leer de una forma que valla mucho más acorde con el siglo XXI», y a pesar de que insistió que no era necesario, su pelirrojo hermano mayor no dio su brazo a torcer.

Aunque si pudo percatarse de que Ichiji se sintió un poco incomodo cuando entraron a Apple Store, pero cuando se lo pregunto, este solo le dijo:

«–Los que diseñan estas cosas son unos idiotas, Reiju.

Y lo único que alego a las incansables preguntas de Sanji o la compleja mirada de Niji cuando anuncio que el pagaría todo fue:

 «– De alguna forma tengo que pagarles el haber sido tan cretino con todos ustedes.

Parecía que no sería suficiente para convencer a sus al resto de sus hermanos, pero luego de que la despreocupada voz de Yonji diera su punto de vista, se podría decir que los interrogatorios de amarillo y azul cesaron. 

«–¡Hey! Si Ichiji quiere hacerle la competencia a Santa Claus por ver cuál de los dos da más regalos o es más rojo, por mí no hay problema.

Y fue así como terminaron caminando por Oxford Street repletos de bolsas hasta los dientes.

Si lo analizaba en retrospectiva, habían tenido un día algo turbulento pero muy divertido. Aunque quizás sus hermanos no estaban del todo animados por el viaje. A fin de cuentas, prácticamente estaban congelando sus vidas solo para cumplirle un capricho.

Su mirada decayó ante la idea. Ya no quería ser más una molestia para ellos.

«Han hecho tanto por mí, y yo no puedo darles nada a cambio más que problemas y peleas…

…Aunque quizás no falte mucho para que todo termine y finalmente puedan librarse de mí…»

Si bien Sanji no era experto en moda para niñas, si era alguien en extremo perceptivo. Y fue el primero en darse cuenta del repentino cambio de humor en su princesa. Habían tenido un día muy agitado, pero sorprendentemente la había pasado bien. 

Obviando sus ya típicas peleas con el resto de los idiotas con los que compartía cumpleaños, Que más que peleas, el los llamaría roses pasivo-agresivos Era su forma de demostrarse afecto. Porque bueno, quince años de odiarse mutuamente de forma indiscriminada no se iban de la noche a la mañana, y podía entender que Reiju sintiera alguna especie de culpa por todo aquello.

Pero era todo lo contrario…

Permanecieron caminando en silencio hasta que el rubio se percató de algo muy interesante que no pudo dejar pasar.

–Hey retrasados – Alzo la voz llamando la atención de todos sus hermanos y señalando un punto en particular entre toda la extensa avenida comercial – Miren eso de allá.

Cuando Niji identifico el lugar que Sanji estaba señalando, alzo una de sus ondeadas cejas, bufando. – Debe ser una broma.

–¿Quieres que entremos allí? – Pregunto confundido Yonji – ¿Has visto cuantos somos y todo lo que llevamos encima?

–Si es lo que creo que es, olvídalo. – Recalco Ichiji. No estaba dispuesto a prestarse para esa tontería.

–¡Vamos! No seas amargado, Ichiji. ¿Si quiera sabes lo que es?

–¡Si, Sanji! Si se lo que es – Refuto molesto – El hecho de que no tenga muchos amigos – Por no decir ninguno – No quiere decir que desconozca para que sirve esa cosa, ¡Y la respuesta es no! Es demasiado Hípster para mi gusto.

–Pides demasiado, idiota. Estamos en Londres, la meca de los hípsters

–¿Qué es eso? – Cuestiono la más pequeña de los hermanos al ver la extraña caja de regular tamaño que se hallaba en la entrada de Liberty, una de las tiendas departamentales insignia de la capital londinense.

–Eso Reiju, es una cabina de fotos. – Explico el rubio.

–¿Y para diablos quieres…? –

Corto a Ichiji antes de que hiciera su descargo – Ahora que lo pienso – Se tomo un tiempo para desfogar todo el aire que llevaba en sus pulmones– Nunca hemos tenido una fotografía de nosotros cinco y lo más extraño es que no tengo idea de por qué. – Expreso confundido – Normalmente era mamá la que se encargaba de inmortalizar todos esos momentos: cumpleaños, logros escolares, campeonatos, diplomas… pero cuando se fue, esos recuerdos simplemente se congelaron. – Otro arrepentimiento que adherir a la lista – Lo que trato de decirles es que me resulta muy estúpido que no tengamos algo tan simple como una fotografía de todos nosotros juntos. – Rio sin gracia – ¿Pueden creerlo? ¡Una maldita fotografía que no toma ni un segundo en hacer! Aunque a veces no nos soportemos o haya momentos que nos hagan desear matarnos entre nosotros, somos familia… Son mi familia – Resalto viendo los pensativos rostros con los que tanto parecido compartía – Reiju, tu nos recordaste lo que era ser una familia – Recalco al instante que los ojos de su pequeña princesa empezaban a brillar – Y me gustaría que al menos tengamos... ¡Ah! ¡Idiota, suéltame aún no termino de hablar!

Sin perder el tiempo Ichiji entrelazo la única mano libre que le quedaba con la de Sanji, jalándolo hacia ese maldito aparato. – ¡Niji! ¡Yonji! ¿Qué están esperando? ¡Muévanse!

–¡Ichi! ¿¡Entonces nos tomaremos una foto!? – Pregunto ilusionada Reiju, mientras se enlazaba al cuello de su pelirrojo hermano.

No le devolvió la mirada a su hermanita, y a pesar de escuchar las múltiples quejas de Sanji en el fondo, reclamándole que se iba a tropezar de seguir jalándolo como un demente, contesto.

– Reiju, sé que no somos – Ni jamás seremos – una familia normal. Hemos cometido muchos errores. He cometido muchos errores – Reconoció más para sí mismo que para su hermanita – pero jamás dudes que haría lo que sea por ti, y por cada uno de esos tarados. – Guardo silencio por unos instantes, dudoso si continuar – Eres lo mejor que nos pudo pasar, y si accedí a hacer esto, – Recalco señalando con la mirada a la bendita cabina de fotos – y todo lo que nos falta por hacer, es porque Sanji tiene razón. – Cuando el rubio escucho esa última parte instantáneamente sus reclamos pararon

Para él, ese estúpido puesto de fotografías era la mera representación de lo que era capaz de llegar a hacer por su familia, e iba mucho más allá que una instantánea junto a sus hermanos…

Los temblores en su pequeño y débil cuerpo que acompañaron a sus ganas de llorar no pudieron desaparecer su sonrisa, se hallaba inmensamente feliz. Sus hermanos estaban en lo correcto. Los problemas no se irían, al igual que las risas, pero únicamente porque eran parte de la vida misma. Tal y como pasaron por momentos tan duros, ahora también podrían disfrutar de los mejores días de su vida…

Y lo más importante, lo harían juntos.

A medida que se acercaban hacia la cabina, y planeaban – discutían – la forma en la iban a ingresar cinco personas en un cubículo de metro y medio por metro y medio. Un pequeño grupo de artistas callejeros – De esos que te encontrabas en el corazón de cualquier mega metrópolis, y que servían únicamente para quitarle un par de libras a los turistas incautos – empezaron a tocar una de las canciones más «Made in Brit» de la historia con instrumentos alternativos como botellas de vidrio, botes de basura y tubos de PVC.

Para Reiju no había comparación entre la voz del cantante principal – Un joven rubio que tenía cierto parecido físico que le recordaba a Sanji – con la del mítico Paul McCartney, pero aun así, era agradable.

Y lo que más le alegro fue sin duda el coro… 

«…Take a sad song and make it better…»

–Muy bien ¿Cómo nos acomodaremos? No entraremos los cinco en esa barraca hecha por nazis ¡Solo el culo de Ichiji ocupa la mitad de la cabina! – Clamo el peliazul soltando las risas de todos los presentes exceptuando la de cierto pelirrojo.

–¡Niji, si serás imbécil! – Exclamo indignado – ¡Largo de aquí! No saldrás en la condenada fotografía, a partir de ahora seremos trillizos.

–¡Ya! ¡Ya! No seas envidioso Niji, estoy seguro que para los lugares que sueles frecuentar te sería muy útil tener un cu..–

–¡Cierra la boca, Yonji! – Clamo el peliazul. Habían cosas que Reiju no tenía por qué saber.

–¿Por qué hasta algo tan sencillo como una fotografía se siente como desactivar una bomba con ustedes? – Razono Sanji, llevándose una mano a la frente.

Las risas de Reiju desviaron la atención de los cuatrillizos hacia ella, quien sonreía de oreja a oreja ante la grácil imagen.

No podía haber deseado nada mejor.

Se saco el gorro de lana que llevaba en la cabeza, mostrando orgullosa su cabeza rapada, y fue la primera en ingresar a la cabina – ¿Qué están esperando? – Les cuestiono con una sonrisa que termino por contagiar al resto de sus hermanos. – ¡Apresúrense!

«…Remember to let her under your skin,
Then you'll begin to make it better…»

Y al ritmo de uno de los estribillos más replicados en la historia de la música. La ráfaga de fotos dio inicio…

La primera de muchas.

………………………………………………………

La mesa se hallaba perfectamente colocada. El impoluto manto blanco que era el mantel, con sus miles de hilos y bordados hechos a mano lograban realzar a cada uno de los cubiertos de plata fina que brillaban con una estela de brillo único. Los platos estaban perfectamente colocados en línea recta, y la comida – Típicos de la gastronomía española a pedido de la señora del hogar. – desbordaban una magnificencia y placer para los ojos que hasta llegabas a sentir lastima de tener que comértela. Por último, dando un broche de oro, las Violetas traídas por el propio invitado de honor le daban el toque final a aquel almuerzo en el jardín central de su hogar. Buscando amenizar con todos sus pequeños y pulidísimos detalles la mirada avasalladora del hombre que se encontraba frente a ella y de su pequeña hermanita.

Rebecca entendió que ninguno de los presentes sería capaz de iniciar la conversación hasta que ella no lo hiciera. Así que, con la confianza típica que la caracterizaba, esculpió una sonrisa en su rostro e inicio.

–¡Papá, no tienes idea de lo feliz que nos hace que hayas podido venir!

Sin embargo el temple de Riku Dolf no cambio ni por un instante, viendo implacable hacia su hija mayor.

No era un hombre que se caracterizaba por ser serio. De hecho, era todo lo contrario. De carácter alegre, trabajador y constante. Un hombre sencillo que se había criado en los calurosos campos de Andalucía. Dueño de una florería en la que comercializaba aquellas bellezas que crecían eternamente en la tierra de sus abuelos y que el mismo labro desde que era niño. Sin embargo, para él, las dos flores más hermosas y a las que más dedicación les había entregado a lo largo de su vida, eran sus dos amadas hijas. 

Lamentablemente para él, tuvo que ser testigo de cómo la vida había sido demasiado injusta con sus dos pequeñas. Destruyendo los sueños de su pequeña niña siendo muy joven y enlazando a la Violeta más hermosa de sus campos, a un hombre que ni en diez rencarnaciones juntas lograría merecer a una mujer como su hija.

Esta vez tomaría todas sus precauciones.

–Cuando tu hermana me llamo – Inicio nombrando a su hija mayor sin romper su mirada de Rebecca – Me espere cualquier cosa, pero nunca se me cruzo por la mente que me dijera que te ibas a poner de novia, y menos aún, que fuera así de repente.

A pesar del nudo que sintió Rebecca en la boca del estómago, contesto – Papá – Lo llamo en su lengua materna – Entiendo que la noticia te haya tomado por sorpresa, pero Cracker y yo–

–¿Y porque tu prometido no está aquí, coño? – Cuestiono fastidiado. La última vez que había visto al chaval Charlotte, fue un año atrás. No había tratado demasiado con él, sobre todo por la barrera del idioma, y eso no le daba buena espina. – No ha sacado los mismos hábitos que su hermano, ¿No? Recuerdo que desde el primer momento que Violeta me presento a Katakuri, este siempre fue–

–¡Padre! – Violet, quien había permanecido en silencio desde que Dolf llego en la mañana de Sevilla, le dio una ruda advertencia con la mirada. – Te pido que no menciones temas que no van al caso. – Habían cosas que estaban mejor como recuerdos. 

El mayor arrugo la mirada, comprendiendo el sentir de su hija. Si ella no deseaba hablar de ese tema, lo entendía. 

–Ah… Bueno… Obviando ese ya bien conocido hecho que todos preferimos ignorar. – Con una risilla nerviosa, Rebecca trato de restarle puntos de tensión al incomodo momento entre su padre y hermana – Veras papá, en estos momentos Cracker está en la Real Academia de Artes. Su exposición está siendo todo un éxito. – Clamo orgullosa – Ha atraído a muchos coleccionistas y estudiosos del arte en general. Es por eso que su agenda se encuentra muy ajustada en estos días. Me dijo que lamentaba mucho no poder venir a darte la bienvenida a Londres como se debe, pero esta noche nos llevara a cenar a The Shark para que ambos puedan hablar.

–Bueno, espero que eso de, “Tener una agenda muy ajustada” no se repita tan seguido. No es la primera vez que escucho esa excusa – Raspo la garganta viendo hacia la mayor de sus hijas.

–¿Quieres parar? – Le pidió encarecidamente Violet – Entiendo que nunca hayas aprobado mi matrimonio con Doflamingo, y créeme que no eres el único que lo lamenta. ¡Pero lo hecho, hecho esta! No olvides que la razón por la que viniste hasta aquí no es por mí, es por Rebecca. – Al devolverle la mirada al hombre de blancos cabellos que estaba frente a ella, Violet dilucido que en sus ojos no habían rastros de molestia o enojo por su fiera actitud, sino todo lo contrario.

Su padre la veía inmenso en una eterna tristeza. 

Dolf nunca busco exasperar a Violet, pero su labor como padre no solo era el de brindar un amor incondicional a sus hijas, sino también el de ser duro y mostrarles cuando algo no era correcto a su parecer.

Antes de que otro choque entre su padre y hermana se llevara a cabo, Rebecca trato de hilar rápidamente su conversación anterior. – La vida de un artista suele ser muy agitada, papá. – Defendió comprensiva. – Cracker tiene métodos muy poco ortodoxos y su horario de trabajo es una locura. Hay veces en que despierta en plena madrugada solo para iniciar una escultura y no para hasta que esté completamente terminada, o en su defecto puede pasar horas viendo hacia un punto fijo en el cielo antes de empezar a trabajar. – Relato fascinada.

Era como si cada escultura que su novio creaba llevaba una parte de su esencia en ella.

–¡Artista! – Gruño exasperado el mayor. – Pensé que trabajando en un bufete del calibre de Emperors terminarías de novia con un abogado, un fiscal, ¡Un juez! ¡Yo que se, coño!, pero no, ¡Tenías que fijarte en un artista! – Soltó exasperado tomaba una copa de vino.

–Si lo que te preocupa es que tu hija muera en la pobreza por casarse con un artista, puedes estar tranquilo. Solo por nacer como un Charlotte, Cracker ya se ahoga en millones, pero créeme cuando te digo que no los necesita. – Defendió Violet ante la sorpresa de Rebecca.

Cracker no era alguien de entera su devoción. A sus ojos no era otra cosa que un niño resentido y encaprichado para con ella, pero si debía reconocerle dos cosas; la primera, que realmente era alguien con talento para el arte, y la segunda, que verdaderamente amaba a su hermanita hasta el punto de pasar por alto la opinión de su familia.

–¡A mí no me importa que tenga en su haber todo el dinero de la reserva del Banco Central Europeo! Con el pendenciero Flamenco fue lo mismo ¡Joder! y mírate ahora, Violeta.

Solo a un padre que fuera subnormal no le importarían los sentimientos de sus hijos y los vería únicamente como meras herramientas de producir dinero, pero desgraciadamente para el aberrante de Donquixote o el chaval Charlotte, él no era como esa clase de basura humana que estaba seguro, existía en el mundo.

–Padre – Antes de que Rebecca, o Violeta, le reclamaran por sus palabras, este cortésmente alzo una mano. Pidiéndole a sus hijas que lo dejaran terminar.

–Hija mía, solo quiero que entiendas mi preocupación. Digo, tú y el «chaval» Charlotte aún son eso, ¡Chavales! – Recalco alzando las manos – Se que se conocen desde niños, y ¡Jode! Aún recuerdo cuando se quedó en nuestra casa siendo un puto crio. ¡Y no creas que digo todo esto para desanimarte! ¡Claro que no! Si has escogido casarte, porque bueno, se aman y demás. Es tu decisión y la respeto. – Aclaro – Pero quiero que entiendas esto, – Le advirtió señalándola con un dedo– cuando des el «Si», automáticamente los dos pasaran a compartirlo todo. Alegrías, tristezas, éxitos, y fracasos – Profundizo en la última parte – Su vida, pasara a ser la tuya, y no solo eso, su opulenta familia, tambien, y creo que no tengo que explicarte donde te estas metiendo, ¿No? – Para él la familia Charlotte no era ninguna desconocida.

Dolf había tenido la suerte de encontrar al amor de su vida siendo muy joven, amo a su esposa con todas sus fuerzas, y a pesar de que ella ya no estuviera más a su lado. Siempre tendría a sus amadas hijas para recordarla. – ¿Estas segura de que eso es lo que quieres?

Había escuchado atentamente las palabras de su padre, tomando en cuenta su opinión y reconociendo los pros y contras de su discurso. No era la primera vez que cuestionaban la idea de su matrimonio. Su propia hermana se hallaba muy intranquila en un principio, y hasta el mismo Katakuri le expuso su punto de vista sobre la situación.

Pero ella ya había tomado una decisión.

Papá… Se que Cracker y tú quizás no hayan sido capaces de relacionarse de la forma que a mí me gustaría. Digo, contigo en Sevilla y el dando vueltas entre Londres y Nueva York, no se han podido dar un tiempo para conocerse bien. –Lamento con la mirada baja. Quizás eso habría sido en parte su culpa. Desgraciadamente para ella, había sido muy difícil poder ir seguido a casa junto con Cracker a causa de su demandante trabajo.

Cualquiera pensaría que ser secretaria sería la labor más sencilla del mundo, pero no, o al menos con ella esa regla se rompía. Trabajar con su querido jefe, en algunas ocasiones, podía volverse una verdadera patada en los cojones. – Y no lo decía por él específicamente –Tenía que monitorear, agendar y facilitar las miles de reuniones y papeleos dirigidos para el Charlotte mayor. Seguirlo a donde fuera necesario y hasta incluso tuvo que aprender una gran variedad de idiomas solo para serle de más utilidad al momento de tratar con inversionistas de infinitas nacionalidades, pero a cambio, Katakuri le brindo toda la ayuda y comprensión posible. No podía quejarse, más que su jefe, Katakuri era como un hermano mayor muy exigente.

Incluso le había dado el día libre para que vaya a recibir a su padre a Heathow, y no contento con eso, le pidió que le entregara un obsequio de su parte. Estaba seguro de que entre ambos hombres, a pesar de todo lo ocurrido en el pasado, aun había un inmenso cariño y respeto.

Quizás por eso las expectativas de su padre sobre Cracker estaban muy altas, y es por eso que ella tenía que dejarle muy en claro quién era su prometido en realidad.

–Quiero que sepas que Cracker suele ser alguien muy inmaduro en ocasiones, – Empezó sin cuidado. Haciendo que Violet abriera la mirada inmediatamente. – También posee hábitos muy malos, como dejar su ropa sucia tirada en todos lados y eso realmente me saca de mis casillas…

–Rebecca, linda…–

Hizo un ademan para que Vi no la interrumpiera. – Tampoco sabe hacer nada que no esté relacionado con su arte ¡Aunque para él eso es un cumplido! – Rescato entre indignada y divertida – Valla que nos trajo muchos problemas cuando empezamos a vivir juntos, porque bueno, desde que estaba en el vientre de su madre el hombre jamás tuvo que mover un dedo. – Rio con gracia al recordar todos esos momentos tan críticos en los primeros días de su convivencia como pareja – y tiende a gastar su dinero a lo loco cuando ve algo que le fascina. No se parece en nada a Katakuri, para que te hagas una idea – Vi le mandaba señales con la mirada para que se callara al ver la cada vez más preocupada expresión de su padre, pero continuo.

 –Sin embargo, también es una persona que ama con locura a su familia. Siempre recuerda todas las cosas que le digo, así sean mínimas. Cada vez que vuelvo casa, así el haya tenido el peor día del mundo, me recibe con una sonrisa. Y cada vez que me ve triste hace galletas – Reconoció con un ligero sonrojo – ¡No hay día que no me haga reír con sus ocurrencias!  – Su sonrisa no hacía más que expandirse al recordar esos hermosos momentos con el joven Charlotte –Fue gracias a él que pude superar mi lesión en el talón. – Al momento de mencionar aquel momento tan triste de su vida en la que tuvo que despedirse de su sueño de ser bailarina profesional, la mirada de Dolf se compunjo totalmente.

–Papá, entiendo que tengas miedo de cometer el mismo error que cometiste con Vi – Aclaro, a pesar de saber que su hermana no estaría del todo satisfecha por sus palabras – pero yo no busco retratarte a Cracker como un hombre perfecto, porque claramente no lo es, y lo digo enserio ¡Es un gilipollas la mayoría del tiempo! Solo Dios sabe todas las veces que me ha hecho perder la paciencia, pero… es un gilipollas que ama a tu hija con locura, y lo único que ella te pide, es que aceptes llevarla al altar.

A Dolf se le humedecieron los ojos al mismo tiempo que era envuelto por un aura de melancolía ¿En qué momento la pequeñita que corría por sus campos de girasoles se había convertido en toda una mujer? Ver como a Rebecca le brillaban los ojos mientras hablaba orgullosa de ese chaval de gracioso cabello rosado, le demostraba que no era como el otro malnacido de Donquixote.

–Será un honor para este viejo acompañarte en tu caminata nupcial, «mi niña».

Rebecca no pudo resistirse al ver el semblante de su padre, y unas cortas lagrimas escaparon de sus ojos. Inmediatamente se levantó de su asiento para rodear la bien decorada mesa y abrazar al hombre que le dio la vida – Muchas gracias, «papá». No te imaginas lo feliz que me hace que estés aquí con nosotras.

Violet vio con una media sonrisa el encuentro de su padre y hermana. A diferencia de ella, que ya era toda una mujer madura, Rebecca aún tenía veintitrés años. Sabía que una parte de ella extrañaba a horrores su hogar en Sevilla y la casa de campo en la que se criaron.

–Estaría encantado de quedarme a vivir con ustedes mis niñas, pero sí de por si Madrid me parece una ciudad muy bulliciosa, Londres no tiene comparación. Y no cambiaría por nada del mundo el cálido clima de mi Andalucía querida por Londres ¡¿Que acaso en este país de coño no para de llover nunca?!  – La contagiosa risa de su padre no se hizo esperar.

–Descuida padre, solo serán por unos días – Y valla que Violet rogaba porque que pasasen rápido. – Igualmente acondicione la habitación de invitados con todo lo que necesites para que te sientas a gusto.

 –¡De eso nada! – Corrigió de inmediato.

–¿Qué? – Preguntaron ambas hermanas al unísono.

–Pero… ¿Dónde te vas a quedar? – Pregunto alarmada la morena. De acuerdo, no era que odiara la presencia de su padre, pero ciertamente desde que se casó con Doffy, su relación se había tornado algo complicada, dado que este jamás acepto que su amada hija se casara con alguien tan narcisista y egocéntrico como Doflamingo.

Y tenía toda la razón, pero ella también contaba con sus motivos de peso para seguir enlazada con Doffy.

–¡Ustedes tranquilas! Antes de venir reserve un hotel por Wiss… Wess… ¡Jode! ¿Cómo se llama el lugar por donde vive la reina?

Westminster. – Aclaro Rebecca – Pero papá, no tienes porque–

–¡Hijas, tranquilas coño! Estoy seguro de que le hago un favor a tu hermana y a mí mismo. Me ahorrare mucho acido estomacal, y sabes a lo que me refiero – Recalco divertido, viendo a su hija mayor.

Violet sonrió de lado ante las palabras de su padre, estaba a punto de agradecerle el gesto hasta que una risa ya muy conocida para ella provoco que abruptamente su sonrisa desapareciera.

Fufufu… ¿Y será posible que me aclares que es exactamente a lo que te refieres, «Papá»? – Su perfecto español jamás desentonaba, al igual que su pulida presencia que inmediatamente se robó la atención de sus dos invitados.

Violet se plantó observándolo impasible, pero rápidamente maquillo su mirada a una sonrisa comprensiva y mirada elocuente.

Ya era hora de ponerse su máscara.

–Doffy, – Sonrió encantada – pero ¿Qué haces aquí? Pensé que tenías una entrevista con Cosmopolitan, y te tomaría toda la tarde. – Pregunto arrastrando imperceptiblemente la última oración en forma de reclamo. Mientras que su esposo, con su ya campamente caminar, se adentró al extenso jardín de su imponente propiedad solo para tomar a su esposa de la cintura y acercarla hacia él, plantando un fogoso beso frente a la mirada furibunda de su padre.

–Amada mía, es solo una revista más del montón, y no me podía perder la llegada de tu padre a nuestro humilde hogar por nada del mundo. ¡Qué alegría verte Dolf! Cuéntame ¿Cómo te trata la vida?

¡Hijo de…! Habían hecho un trato de que no se apareciera en la mansión hasta después de acabado el almuerzo con su padre a cambio de que ella no le estuviera hinchando el forro de las pelotas cuando se fuera con Crocodile a quien sabe dónde la semana siguiente.

–Me trataba bien hasta hace cinco segundos. – Escupió Dolf.

Fufufu… tan alegre como siempre ¡Deberías visitarnos más seguido! – Señalo cínicamente – ¿Y cómo está la feliz novia? – Inquirió Donquixote con su ya inquisidora mirada azuleja.

–B-Bien Doffy. Gracias por preguntar – Rebecca claramente solo mostraba su gratitud por mero compromiso.

–Cada vez falta menos para que el apellido Riku desaparezca, es una pena ¿No lo crees así, Dolf? – Ninguna audiencia con cualquiera de las revistas más famosas del mundo le proporcionarían la satisfacción que se apoderaba de su cuerpo al ver la mirada cargada de deseos homicidas del padre de su flamante esposa.

–Mira, hijo de…–

–¡Papá! – La intensa mirada de su hija mayor lo detuvo – Por favor.

–Así me gusta, Dolf ¡Tu clásico humor español es lo que hace falta por aquí! – Le dio un par de palmadas al hombro del mayor y de inmediato dirigió su mirada a la mesa – Pero miren esto nada más, todo se ve irresistiblemente apetitoso, Babyfive hizo un trabajo impecable. – Ver las comisuras de sus labios acentuarse no le gusto ni un poco a Vi – Como me alegra que hayamos llegado a tiempo para el almuerzo – Inmediatamente chasqueo los dedos llamando a su ama de llaves que apareció de inmediato. – Babyfive, añade dos comensales más a la mesa.

Inmediatamente sus alarmas empezaron a sonar. – Doffy, cariño – Rápidamente tomo uno de sus fibrosos brazos y le enterró toda la extensión de sus unas acrílicas – ¿…Dos comensales?

Doflamingo aparentemente tenía el umbral de dolor más alto del mundo porque no se inmuto ni por un segundo – ¡Cierto! Debe seguir aparcando el auto. – Dilucido para sí mismo – El siempre tan meticuloso.

No por favor…

–Buenas tardes, – El ligero aroma a habano caro y el fino traje gris de Alexander McQueen no le dieron espacio a dudas. – Lamento si nuestra presencia es inesperada. – Con su perfecto dominio de la lengua, logro expresar a la perfección unas falsas disculpas.

Vi inmediatamente esbozo una afable sonrisa, recibiéndolo jocosamente – ¡Juez Crocodile! Pero que honor tenerlo en nuestro hogar.

Rebecca sabía que su padre no entendía nada de lo que estaba pasando, – y ella tampoco a decir verdad, – pero podía reconocer inmediatamente cuando Vi entraba a su faceta de matrimonio falsamente perfecto que desbordaba un amor enfermizo y necesidad desmedida.

–Señora Donquixote, el honor es mío. – A diferencia de Vi, la sonrisa del recién llegado era plena. – A decir verdad tenía muchos casos por revisar en la corte, pero mi entrañable relación con su esposo me hizo ceder ante sus exigencias de venir. – Se notaba a leguas que estaba gozando de la situación desde lo más profundo de su ser – Doflamingo me comento de camino hasta aquí que tu excelentísimo padre venia de visita a Londres por el motivo de la boda de Rebecca con el joven Charlotte, así que debo suponer que usted – Relaciono dirigiendo su mirada a Dolf – Fue el responsable de crear tan enceguecedoras bellezas como lo son sus hijas. 

Malnacido…

–Gracias, pero el mérito es de la madre. De mí solo heredaron ese condenado carácter – Hablo Dolf divertido, observando por interminables segundos al moreno – Ahora que lo veo más de cerca – Repitió mientras estrechaba su mano en un gesto de reciprocidad – ¿No fue usted el que enlazo civilmente a mi hija en matrimonio?

La sonrisa de Crocodile no hizo más que ensancharse – ¡Claro que sí! Fue un honor para mí casarlos apetición del novio. – Indico dándole una fugaz mirada a Doflamingo, quien soltó su ya típica risa corrosiva – Aún recuerdo la boda en el Real Alcázar de Sevilla, fue esplendida. Nada opaco la belleza de la novia aquel día, y espero que la boda de este fin de semana sea igual de magnifica que la anterior. – Señalo viendo fijamente hacia Rebecca – Aunque desgraciadamente no sea yo el elegido para presidir un evento de tal magnitud.

–Lamento la misiva Juez Crocodile, pero igualmente mi prometido y yo esperamos su presencia ese día. – Claramente jamás hubiera aceptado que Crocodile los casara, así no cobrara ni un centavo. Con solo ver el historial de las parejas a las que enlazaba, la hacía repeler totalmente los servicios de ese hombre.

Quería estar casada con Cracker por los próximos cien años y más ¡No por cien días!

–Bueno, mientras Bavyfive termina de preparar la mesa. Iré por una reserva de nuestro mejor vino para celebrar la magnitud de la ocasión – Señalo la señora Donquixote – Cariño, ayúdame por favor. – La advertencia era clara, y el rubio, al igual que su esposa, se retiraron hacia la vinoteca de la mansión en silencio.

Una vez que se aseguró de que ambos estuvieran completamente solos, cerro con total delicadeza la puerta de caoba de la vinoteca para darse la vuelta e instantáneamente estamparle una fuerte bofetada al rubio.

La fuerza con la que ejerció el golpe fue tal que dos de sus perfectamente acicaladas uñas se partieron.

–¡Eres el ser más aberrante que he conocido en vida! – A pesar de que la vergüenza y el dolor se apoderaba de cada parte de su cuerpo, no le iba dar la satisfacción de verla llorar – ¡Te pedí una única cosa, y ni eso fuiste capaz de hacer!

–Mi amada Violet, – Lentamente su cabeza volvió a su posición inicial, con su ya condenada expresión psicótica brillando sobre su rostro– ¿Pero de que me estás hablando?

–¡Escúchame bien! – Le advirtió apuntándolo amenazadoramente con uno de sus dedos – Puedo tolerar tus excéntricos comportamientos. Poco me importa que te encames con tus modelos cual prostituta. Incluso puedo aceptar que te burles de mí restregándome en la cara a tu amante, pero todo eso cambia si decides llevar tus perversiones a otro nivel solo para divertirte a expensas de mi familia ¡No voy a permitir que tú y tu puta se burlen de mi padre! ¿¡Esta claro!? ¡Vuelve a tentarme una vez más y yo–

–¿Y tú qué? – Afirmo restándole pasos a la morena – ¿Qué daño podrías causarme tu? Amada mía, no sé si te has dado cuenta pero las piezas han estado a mi favor desde el principio.

–¿Estás seguro, Doffy? – Desafío con la mirada. – Quizás la jugada te favorezca, pero te recuerdo que soy yo la que tiene al Rey, y sin él, jamás podrás ganar la partida. – Nunca volvería a dejarse intimidar por algo como el – Y no solo eso, no olvides que soy yo la que tiene el control de tu lujosa casa de modas mientras que tú te das la gran vida de un Emperador sin corona. Si se me antoja puedo dejar en la más absoluta bancarrota todo lo que has labrado desde que eras un crio con un simple chasquido. – Señalo, haciendo que sus dedos chocasen entre si frente a la mirada del rubio.

–No lo dudo. – Reconoció sin pena – Soy consciente de que si pudieras, realmente me destruirías sin vacilar. – De eso estaba convencido, la mujer que estaba frente a él no guardaba relación alguna con la niña tonta que conoció años atrás. No, claro que no, la Violet de ahora no vacilaría en acabarlo de tener la oportunidad.

Sin embargo él conocía su talón de Aquiles mejor que nadie.

– Pero tú y yo sabemos que jamás usaras esa jugada. – Susurro ácidamente sobre su cuello – Ya que de hacerlo, ciertamente ganarías la partida, pero lo perderías a él, y ambos sabemos que no serias capaz de soportar que te odie por una segunda ocasión. – Indicó con una sonrisa mientras su respiración se ralentizaba – Porque si se entera de lo que realmente paso, Violeta. – Susurro con cinismo – Puedes estar segura de que nunca te lo perdonara.  – Termino su discurso dejando un pausado beso en sobre su mejilla.

Poco a poco sintió que su piel se cuarteaba hasta hacerse pedazos. Sus palabras la dejaron cual cascaron vacío. Doffy había jugado con su mente otra vez. Poniendo frente a ella las llaves de su celda solo para que estas se hicieran polvo ante a sus ojos.

–Mira esto, amada mía. – Le señalo mientras tomaba uno de los tantos vinos que descansaban en la parte más exclusiva de la vinoteca – Es el mismo vino que sirvieron en nuestra boda. Perfecto para la ocasión, ¿No lo crees?

El día que su vida tal y como la conocía, termino.

………………………………………………………

Luego de uno de los momentos más hilarantes que habían vivido en familia, cuatro jóvenes y una pequeña disfrutaban de un pequeño descanso en Costa Coffee. El día había estado plagado de compras de último minuto y coloridas fotos de carrete estando a solo horas de abandonar aquella mágica ciudad.

–Mmm… No salieron tan mal. – Comento Niji mientras tomaba un americano a la par que veía las tiras de fotos que habían conseguido – Aunque me parece una estafa que hayamos pagado doce libras por estas cosas.

–Niji ¡Pagamos doce libras para que cada uno tuviera una copia! – Razono Sanji – Y yo creía que el tacaño era Ichiji. – Y no solo eso, además de la foto familiar, cada uno se había sacado una tira únicamente con Reiju.

Ichiji prefirió terminar el espeso líquido de su café sin azúcar antes de responder – Sanji, a lo que tu erróneamente calificas como cicatería yo lo llamaría…–

–Ni se te ocurra empezar con los extraños términos de economista que ninguno de nosotros entiende y que sueles usar para tapar el hecho de que eres un maldito mezquino. – Alzo la voz Yonji, a pesar de tener un enorme trozo de galleta en la boca.

–Claro… hoy me han hecho comprarles medio Londres, pero aun así soy un avaro, ¡Un gracias no estaría mal!

–Tu fuiste el que insistió. – Aclaro Niji. No podía obviar el hecho de que aún tenía una conversación pendiente con Ichiji, pero lo dejaría pasar hasta que estuviesen completamente solos – Y solo para que ya no te andes quejando. Te compramos algo entre los tres – Aclaro mientras le lanzaba una de las tantas bolsas de Benetton que llevaban consigo.

–¡Hmp! Si claro… – Acepto el presente algo desconfiado. Si se lo hubiera entregado Sanji o Yonji quizás no tendría tantas dudas, pero con Niji nunca se podía estar cien por ciento seguro. 

Al abrir la bolsa de papel, vio con recelo la polera que yacía dentro – Bueno, no la odio. – Y para sus estándares eso era decir mucho – Quizás la use cuando tenga que… ¡Esperen! – Al darse cuenta de cierto detalle sus hermanos empezaron a reírse sin control – ¿¡Niji, que se supone que es esta basura!? – Le recrimino furioso mientras le lanzaba la chompa directo en el rostro al mismo tiempo que escuchaba como las risas Sanji, Yonji y Reiju se expandían.

Si bien no le desagradaba el diseño, que en la parte trasera llevare escrito «Nasty B*cth» con lentejuelas era insultante.

El peliazul logro tomar la prenda en el aire, y a pesar de seguir ahogándose de la risa, le respondió al mayor de forma efusiva – Pero Ichiji, no puedes rechazar nuestro regalo ¡Sora se pondría furiosa! Y la cosa también es térmica así que la podrás usar en Rusia sin problema. – Razono con una sonrisa socarrona – Además, la dependiente me dijo que era la última en color rojo. Así que deberías estar agradecido, porque te describe de maravilla. O al menos en cuanto a términos de personalidad, ¡Porque ambos sabemos que lo otro aún sigue bien cerrado!

–¡Eres un…! – Su mente se puso en blanco y una fuerte ráfaga de calor empaño sus mejillas.

Eso ultimo ya no era cierto, pero en lo que menos quería invertir sus pensamientos era en ese tema en particular y la persona que se había encargo de terminar con aquella sequía. Añadido al hecho de que su celular llevaba apagado desde ayer. Así que obligo a su mente a suprimir ese recuerdo para responderle al peliazul.  – ¡No me interesa, idiota! ¡Te exijo que lo devuelvas en este instante!

–Vamos, no seas infantil. – Argumento Sanji.

Mientras ayudaban a Reiju a escoger la ropa para el viaje, Niji encontró dicha prenda en la sección de chicas, y cuando se las mostro a Yonji y a él, les pareció una idea tan entretenida que ni siquiera lo pensaron y pagaron al instante la polera de 280 libras entre los tres.  

No estaba mal divertirse un poco a costa de su rojo hermano.

–Relájese señorita, solo es una chamarra – Imito el peliverde mientras terminaba el ultimo trozo de su galleta con chispas de chocolate. – No es para tanto.

 –Yonji tiene razón, Ichi. – Lo conforto Reiju – De hecho, Niji también me mostro la misma campera y me gustó mucho el diseño. Así que le pedí que me comprara una igual – En el momento que Reiju saco de una de las tantas bolsas que llevaban la misma casaca que tenía Ichiji, pero adecuada a su tamaño y de color rosa, Sanji casi escupe su Macchiato y Yonji por poco se atora con las migajas.

–¡¡Niji!! – Gritaron al unísono, sin importarles que todos los presentes en el establecimiento voltearan a verlos.

El peliazul ni se inmuto a pesar de los gritos y siguió tomando su americano tranquilamente –Yonji, eres un maldito hipócrita. Se supone que estamos criando a una mujer empoderada y toda esa mierda. Dejen de ser tan asquerosamente conservadores. 

–¿¡Pero qué clase de concepto sobre empoderamiento femenino manejas tú!? – Refuto indignado el rubio.

–Baja la voz tarado, no queremos que una feminazi aparezca de entre las paredes y nos de un monologo de dos horas sobre un falso feminismo.

–¿Realmente vamos a tener una discusión sobre esto? – Susurro la menor.

Ichiji no tuvo de otra que masajearse la sien al ser testigo de tal situación – No Reiju, no la tendremos. – Ya ni siquiera tenía ganas refutar con la lógica del peliazul. La mente de Niji debería ser materia de estudio – Terminen de una vez y larguemos de aquí.

Optaron por tomar el camino de Regent Street hasta la estación más cercana de metro. Yonji llevaba puestos sus airpods porque, según él, necesitaba «Descansar de ellos por unos minutos». Sanji iba pegado a la pantalla de su celular tecleando sin parar y Niji estaba unos pasos por detrás de todos ellos, hablando – como siempre – por teléfono, mientras que el llevaba a una dormida Reiju en sus brazos.

¡Demonios! En estos momentos le sería muy útil tener su celular consigo. No podía hablar con nadie más que no fuera el mismo, y esas conversaciones solían terminar bastante mal. Lamentablemente, para su eterna desgracia no se había atrevido a tocar su móvil desde que lo apago la noche anterior, ¡Y tampoco planeaba prenderlo hasta hallarse a más de tres mil kilómetros de distancia de Katakuri!

En cuanto más rápido desaparecía de la vida del Charlotte se haría un bien a sí mismo.

Ya le di una noche… con eso debe bastar.

Ignoraba si Katakuri habría insistido en sus llamadas o no, pero tampoco planeaba arriesgarse. Lo único que sabía era que luego de presentar su renuncia a la firma ya no tenía mayor relación con el Charlotte más allá de su “contrato”.

Claro, como si esa fuese la relación más normal del mundo ¿No? ¡Pelirrojo idiota!

–Joder– Siseo molesto.

Maldito sea el día que lo conocí

–¡Ichiji! – Sanji lo llamo por la espalda, sorprendiéndolo – ¿A qué hora se supone que tenemos que estar en Heathrow mañana?

Agradeció internamente que la tonta pregunta de Sanji le diera otro tópico en donde concentrar sus pensamientos – El vuelo sale a las diez, pero tenemos que estar en el aeropuerto a las siete de la mañana, ¿Porque qué necesitas saber la hora si saldremos juntos? ¡Ah! Y antes de que lo olvide, recuerda que debes ayudar a Reiju a hacer sus maletas.

¿Por qué Ichiji siempre tenía que ser tan… Ichiji? – Dilucido el rubio

 –¡Porque es Apoo quien me lo está preguntando, idiota! y añadir un “Por favor” a tu solicitud no estaría mal. – Ni siquiera tenía que recordarle ese detalle, pero como siempre, el pelirrojo era el peor para pedir favores.

–¿Apoo? – Pregunto levemente intrigado el Vinsmoke mayor – Pensé que ya habías renunciado de esa mugrienta cantina.

Sanji soltó gruñido, inconforme. – Si lo hice, pero me escribió hace unos minutos y prácticamente me rogo para que lo ayudara esta última noche, según él, aún no ha sido capaz de encontrar un nuevo bar tender – Y no le sorprendía en lo absoluto, ¡El desgraciado pagaba una miseria! De no ser por las generosas propinas de los clientes, hubiese dejado ese trabajo a la semana por ser tan demandante. – Me comento algo de que un amigo muy importante lo visitaría y no sé qué tonterías más. – pero muy aparte de Apoo y sus extravagantes exigencias, también deseaba despedirse de Nami y Nojiko como era debido. – ¿Puedes creer que incluso se ofreció a triplicarme la paga de la noche? – Comento mientras sacaba una cajetilla de cigarros de la parte trasera de su jean gris.

–En lo personal, no me agrada la idea de que te trasnoches por ir a trabajar el mismo día del vuelo.

–No eres el más indicado para dar charlas sobre trabajo, Ichi. – Dilucido mientras prendía un cigarro con su zippo amarillo.

El comentario le causó cierta molestia, pero tampoco es que tuviera muchas cartas en la mano como para contratacar. – Haz lo que quieras. Si llegas tarde o no te levantas, no dudes que nos iremos sin ti. – Concluyo.

A medida que continuaban su camino por un cruce de avenidas, la creciente aglomeración de personas sumados a la gran cantidad de publicidad luminosa que se mostraba a la deriva y los típicos London Buses, eran señales de que finalmente habían llegado a Piccadilly Circus, calle que representaba uno de los símbolos del Reino Unido.  

No habría mejor vista para despedirse de Londres que esa.

–Siempre me he preguntado cómo se vería este lugar sin personas. – Cavilo Yonji, retirándose por unos segundos sus audífonos para ver de reojo todos los edificios clásicos haciendo contraste con las enormes pantallas led.

–Pues sigue preguntándotelo. – Finiquito Ichiji. – porque tendría que ocurrir algo parecido a un cataclismo nuclear o una pandemia de proporciones masivas para que Piccadilly Circus se encontrase vacío. 

–Yonji, hermano, permíteme darte un consejo – Aclaro el peliazul mientras le enroscaba el brazo en su cuello. – No gastes las últimas dos neuronas que te quedan pensando estupideces. – La mirada desaprobatoria que le lanzaron en conjunto los tres restantes fue brutal – ¡Ya dejen de verme así! Lo único que debería importarnos es que finalmente llegamos a la condenada estación.

–Debería lanzarte al asfalto por todas las estupideces que salen de tu boca. – Comento sin gracia el más alto.

–Yonji, de Vinsmoke a Vinsmoke, si lo haces, asegúrate de que todos esos autos me arrollen en conjunto hasta dejarme bien muerto, porque si logro sobrevivir, te hare algo aún peor. 

–…Ichi – El repentino llamado de Reiju, quien había despertado por el abrumador barullo del cruce de avenidas, lo llamo en un afable y tierno bostezo.

–¿Hm? – Cuestiono con la mirada devolviéndole el gesto.

–Mira allá – Su pequeña hermana señalo una de la enorme pantalla publicitaria que gravitaba en la fachada central del famoso espacio público. 

Al desviar la mirada hacia el lugar que Reiju apuntaba, pudo encontrarse con que finalmente el Drurry Lane había empezado a divulgar la propaganda de lo que sería su gran obra de invierno. «Anna Karenina».

Ichiji vio con una media sonrisa como aquella imponente pantalla mostraba a una mujer de negros cabellos siendo iluminada únicamente por un reflector en medio de un mar de sombras. Vestía un despampanante vestido verde agua de la época zarista, pero no se le podía divisar el rostro.

Estaba a punto de soltar un comentario sardónico sobre lo mala que sería la obra para que Reiju no se lamentara el no poder verla. – Sabía que su hermana adoraba la atmosfera del Drurry Lane – pero fue entonces que la pantalla cambio de color. Mostrando un enunciado que hizo que sus rodillas deseasen adherirse al piso.

“Dirigido por la autora de «The Ferryman», ganadora de tres Tonys y Oliviers Awards que incluyen mejor dirección y obra teatral: Charlotte Cusart, y protagonizado por la ganadora del Globo de oro y BAFTA a mejor actriz por «Elle»: Charlotte Angel”

«…Charlotte…»

¡Maldita sea la hora que centro su mirada en esa pantalla!

¿¡Por qué ese maldito apellido tenía que aparecer de la nada para taladrarle el cerebro nuevamente!?

¿Qué acaso esto se trataba de alguna especie de broma bizarra de despedida que le hacia Londres? ¿No habían más conjugaciones de apellidos en ese país, o qué? Porque jamás creería que por azares del destino esas dos chicas guardaran una especie de parentesco con Katakuri.

¡Por amor del jodido Dios!

–Sera pésima, Reiju. – Zanjo enardecido.

Esto no debía ser otra cosa que una burla del universo hacia él.

–Pero ahí dice que la actriz que encarnara a Anna tiene una trayectoria muy...–

–¡Gwyneth Paltrow ganó el Oscar a mejor actriz con una actuación mediocre en una película sobrevalorada que jamás debió haberse impuesto por encima de obras como «Saving Private Ryan» o «La Vita e Bella»! Nunca te guíes de eso ¡Es basura! – Y si tuviera a esas dos condenas en frente suyo se los gritaría en sus asquerosas caras por causarle una debacle mental al recordarle al condenado hijo de golfa de Charlotte Katakuri.

¡Vaya forma de despedirse de la ciudad!

………………………………………………………

Marco coloco una de sus manos sobre su barbilla, pensativo. Analizando meticulosamente la explicación que había recibido múltiples veces en su cabeza antes de dar su veredicto final.

–Concuerdo completamente con el médico de tu hermano. Fuiste en extremo irresponsable y mereces el castigo que tienes, Ace. – Sentencio serio.

–¡P-Pero! Ni siquiera lo pensaste por más de dos segundos – Reclamo el pecoso confundido.

–Porque no había nada que pensar ¡Por Cristo! ¿Acaso estabas bajo el efecto de sustancias alucinógenas cuando se te dio por sacar a tu hermano de aislamiento?

Había estado agónicamente aburrido durante las últimas horas. Antes de internarse aclaro a su familia que no deseaba la visita de absolutamente nadie mientras estuviera en el hospital. Lo último que deseaba era que esa información se filtre a los medios, pero luego de dos horas viendo los inverosímiles programas que ofrecía la BBC – Que incitaban a cualquier ente inteligente que los viese al suicidio por desgaste. – Realmente se replanteo la idea de recibir visitas. Por suerte para la integridad de sus venas, ese día seria dado de alta, y para mejorar aún más su estado de ánimo. Aquel encantador y pecoso joven de inocente mirada, Ace, le había dado otra de sus furtivas visitas.

Apenas entro por la puerta de su habitación, cayó en cuenta que el chico que había conocido y el que se mostraba ahora frente a él, eran dos personas completamente diferentes. Así que cuando le pregunto por su estado de ánimo, Ace le narro con lujo de detalles todas las barrabasadas que se dedicó a hacer desde que salió de su habitación de hospital el día de ayer. 

Cosas que haría cualquier adolescente, como dormirse en la ducha por culpa de uno de sus ataques de narcolepsia. – Ya que, según él, no contento con ser disléxico, su cuerpo necesitaba de otra rareza más para ser feliz. – También estaba la de meterse furtivamente en la cocina del hospital para prepararse algo por sí mismo en vez que comprar un dulce en una condenada máquina expendedora – Que por alguna extraña razón, Ace argumentaba que le guardaban manía – solo para terminar quemando el horno y huir. O esa de perderse por dos horas entre las calles de Londres al buscar el Emirates Stadium porque,a causa de su dislexia, se le complico en gran medida el buscar los nombres de las avenidas, y la mejor de todas, ¡Sacar a su hermano de una habitación de cuya permanencia en la misma, dependencia su vida!

¡Cosas normales!

Pero debía darle un mérito. Ese chico realmente lo había hecho reír como nunca con todas sus ocurrencias. Vivir a su lado debía ser una vorágine de experiencias y aventuras sin igual.

Una media sonrisa floreció en su rostro al ver como el pecoso arrugaba ligeramente la nariz en un gesto condenadamente infantil. Estaba ofendido, sin duda. 

–Ace, ¿Querías que te dijera lo que pensaba o lo que querías escuchar?

–¡Si! ¡Si!, Ya entendí Marco. No tienes que explicármelo con dibujos como si fuera un niño. – Contesto desafiante mientras le desviaba le mirada, pero lejos de sentirse ofendido, el rubio prefirió dedicar esos cortos milisegundos a perderse en todas y cada una de sus expresiones.

–Entiendo, ¿Y ya has pensado en lo que harás mientras tu hermano sigue en recuperación? – Porque según Ace, cuando su madre se enteró de que había raptado a su hermano, le prohibió tajantemente acercarse al menor hasta que este fuera dado de alta.

–Aun no estoy seguro – Y no mentía, realmente no tenía ni idea de que hacer. Se había graduado de la universidad hacia solo unos meses, pero aún no consideraba ejercer su carrera a tiempo completo porque tenía la esperanza de que Luffy se recuperase pronto para finalmente cumplir el sueño de ambos y salir al mar. – Supongo que me gustaría recorrer todo Londres y volver a conectarme con la ciudad. Desde que me mude a Edimburgo regrese en contadas ocasiones y ya no recuerdo prácticamente nada de mi antigua vida aquí como te habrás podido dar cuenta.

A Marco se le prendió un foco al escucharlo – Si quieres yo puedo ayudarte. – Al ver como Ace levanto una de sus cejas confundido, considero que era necesario aclarar la situación o asustaría al chico – Digo, ¡Tu dislexia y narcolepsia pueden ser una combinación muy peligrosa en una ciudad que no conoces! Y yo–

–¿Acaso no tienes un trabajo o algo por el estilo?

¿Ah? ¿Cómo le explicaba que a pesar de estar imposibilitado sobre una camilla seguía facturando millones?

Para su fortuna, un par de golpes en la puerta lo salvaron de dar una explicación que aún no deseaba realizar. – No quería mentirle al chico, pero tampoco le agradaba la idea de exponerle quien era él. – Sin perder tiempo Ace se encubrió en su escondite predilecto debajo de la camilla. Lo habían hecho un par de veces en el transcurso del día, y esta vez no sería la excepción.

Cuando su voz pronuncio un cortes «Adelante». Inmediatamente un médico con una cara muy redonda, orejas extrañamente circulares y cuya piel era condenadamente blanca, ingreso a la habitación. Apareciendo detrás de él más doctores con una apariencia notoriamente más juvenil.

–Buenos días, señor Newgate, es un placer conocerlo. – Saludo el galeno con una expresión que no sustentaba del todo a sus palabras, ya que en todo momento permaneció inexpresivo. Pero nada más mencionar su apellido, los que si mostraron una reacción de sorpresa fueron sus estudiantes. – Soy el doctor Bepo, y vengo a realizarle el ultimo chequeo correspondiente a su cirugía de donación de medula ósea antes de darle el alta. 

–Claro… entiendo... – Rayos, no podía quitarle la mirada de encima a ese sujeto, ¡El parecido del condenado con un oso polar era impresionante!

–¿Quién quiere iniciar? – Hablo Bepo dirigiendo la mirada a sus residentes.

Le había hecho el favor a Law de ir a darle el alta al paciente estrella del hospital, ya que según el moreno, había estado ignorando el caso de Newgate Marco porque no tenía la más remota intención de si quiera interactuar con él, y le pidió encarecidamente que se hiciera cargo del rubio.

Además, sorprendentemente Law estaría presidiendo a varios eventos de medicina durante los próximos días, y su agenda estaba completamente saturada.

Parecía que aún no se recuperaba del todo por lo ocurrido con la niña Redleg.

Al ver alzada la mano de cierto rubio, asintió con la cabeza – Sabo, el residente de moda. Adelante hijo.

–Gracias Doc. – Agradeció un esvelto rubio que se adelantó al médico principal y se posiciono a su lado – Newgate Marco, treinta y seis años, ingresado por una donación de medula ósea el día…–

Apenas Ace escucho la edad de Marco ignoro todas las demás palabras que salieron de la boca de ese doctor y quiso darse un puñetazo en el estómago ¡Joder! El creía que la diferencia de edad entre Marco y él no era mucha. ¡Fue por eso que le hablo tan despreocupadamente de sus estupideces! Le daba unos veintiocho como máximo, pero no ¡Se llevaban como trece jodidos años de diferencia! ¡Joder! ¿¡Realmente fue capaz de decirle que se quedaba dormido en la ducha!? ¡Demonios! Se sentía como un completo estúpido.

Marco por el contrario, se vio inmiscuido entre las miles de expresiones y términos médicos que empleaba ese joven. Lograba entender un par de cosas, esos dos años en la escuela de medicina finalmente le servían de algo. Pero cuando el joven galeno termino de exponer lo que fue toda su trayectoria en ese hospital, y antes de regresar a su lugar, pudo darse un último segundo para acercársele muy sutilmente y susurrarle unas últimas palabras.

–Señor Newgate, disculpe la imprudencia, pero le traigo un mensaje de la doctora Nico Robin…

Marco expandió su mirada de manera exorbitante al escuchar el nombre de su amiga, y la aceleración en su pulso no hizo más que aumentar luego de escuchar las rápidas pero concisas palabras del joven rubio.

–¿Realmente eso es lo que ella quiere? – Sabo únicamente pudo asentir ligeramente para alejarse paulatinamente de la camilla.

Una vez Sabo hubo terminado, recibió una clara felicitación de su superior porque a pesar de haberse trasnochado en una exitosa cirugía la noche anterior, había tenido tiempo para estudiar los casos de sus titulares y exponerlos brillantemente.

–Gracias, doctor Bepo. – Se sentía muy confiado. Su cirugía de ayer con la doctora Robin le había dado la confianza que necesitaba para demostrar lo tan buen doctor que podía llegar a ser, y cuando su querida maestra lo llamo en la mañana pidiéndole encarecidamente que le entregara un mensaje al señor Newgate de su parte, fue incapaz de negarse.

A pesar de que su chequeo se prolongó durante los siguientes diez minutos, en donde el medico de cara graciosa junto con el resto de sus residentes revisaron minuciosamente la cicatrización de su espalda y demás, él fue incapaz de apartar de su mente las palabras que el rubio le acababa de revelar.

«¿En qué diablos estás pensando, Robin?»

–Bueno señor Newgate, eso sería todo. – Por el rabillo del ojo pudo ver como Bepo firmaba lo que el intuyo era su autorización de alta – En caso de que presente cualquier molestia en la zona lumbar tome los medicamentos que le he prescrito y si el dolor persiste no dude en comunicarse con el hospital.

Tomo el papel entre sus manos sin verlo realmente, mientras que dé a pocos se retiraban todos los doctores presentes en su habitación. Estratégicamente, aquel rubio fue la última persona en permanecer en la habitación junto a él, esperando su respuesta.

Sabía que si hacia lo que Robin le estaba pidiendo, – y Zoro se enteraba que había sido el quien la había ayudado – Muy probablemente terminarían enfrascados en otra pelea.

Pero el peliverde no era el único que estaba en deuda con esa mujer.

–Dile que lo hare, pero… – Su repentino silencio fue mortífero – A cambio quiero que luego ella me explique, personalmente, la razón detrás de todo esto. 

Sabo únicamente asintió y se retiró de la habitación cerrando la puerta en el proceso.

Su cerebro obvio el momento en el que Ace salió de su rebuscado escondite y empezó a quejarse, aun sobre en el piso, que sentía unos calambres insoportables por la incómoda posición.

«Pero ¿Por qué precisamente ahora? Robin…»

Una vez que se pudo recomponer de los insoportables pinchazos que atacaron sin piedad sus piernas, Ace finalmente fue capaz de levantarse. Estaba a punto de decirle a Marco que olvidase todos los disparates que había escuchado de su boca y que mejor actuaran como si esa conversación nunca hubiese ocurrido. Pero todo intento de reclamo murió en sus labios al caer en cuenta de que Marco se encontraba con el torso totalmente descubierto sentado sobre la camilla y con una expresión que denotaba a leguas que el hombre estaba teniendo una lucha existencial consigo mismo. Trato de ignorar la visión que inconscientemente le estaba dando el mayor, y hacer como si nada estuviese pasando, pero su mirada fue incapaz de apartar la vista del rubio. Su cuerpo se encontraba perfectamente bien trabajado a pesar de que a primera vista no lo denotase. Un ligero vendaje descansaba en su espalda baja, y esa imagen sumada a la expresión de seriedad extrema que portaba lo hacía ver endemoniadamente atrayente. 

¡Alto ahí!… ¿¡En que disparates estaba pensando! ¡A él le gustaban las chicas!

–Ace.

Casi cae al piso luego de escuchar su nombre de labios de Marco.

–¿S-Sí?

–¿Puedes abrir ese armario que está en la esquina y traerme lo que hay dentro, por favor? – Señalo el mayor.

–Claro… no hay problema.

Al abrir la gaveta se percató que dentro habían cosas como ropa perfectamente doblada, un cargador de iPhone y una MacBook Air.

–Gracias. – La voz de Marco sonó tan lineal cuando le entrego sus posesiones que lo dejo sin palabras.

Uhm… Marco ¿Esta todo bien? – Pregunto levemente inquieto al ver que el rubio empezaba a colocarse su camisa rápidamente.

«No, Ace. Nada está bien. ¡Tengo tremendo embrollo entre manos gracias a un estupido!! Y aunque me encantaría quedarme contigo lo que reste del día, y más, escuchando lo que sea que valla a salir de tus labios rosas con aquella cantarina y calmosa voz que posees. Tengo que arreglar este problema lo antes posible o se hará más grande de lo que de por sí ya es.

–Por supuesto ¿Por qué no habría de estarlo? –Sonrió calmadamente mientras tomaba su camisa Burberry azul pálido. Tenía que darse prisa. – Es solo que… Tengo que encargarme de unos asuntos. – Lamentablemente para la suerte del rubio en el ínterin de estarse vistiendo sufrió un fuerte retorcijón en su espalda al tratar de ponerse de pie que lo hizo desistir de su acción.

¡Mierda, Zoro! ¿¡Porque justo tenías que aparecer en el mismo momento que me rompieron la maldita espalda!?

¡Es la última vez que me ofrezco para esto!

Entrecerró los ojos por la incómoda sensación, pero instantáneamente los reabrió al sentir un cálido tacto surcado por su tórax. Ace, sin ni siquiera habérselo pedido, se había acercado hacia el para terminar de abotonar por el mismo su camisa. Vistiéndolo con todo el cuidado del mundo, con el rostro totalmente sonrojado como si de un niño se tratase.

–Supongo que esto es lo único que podre hacer por ti ahora que te tienes que ir – Susurro con la mirada gacha, enfrascado en aquellos botones blancos y rehuyendo del azul mirar del mayor. – No sé porque me abrí a hablar de todas mis estupideces contigo, aunque bueno, suelo tener una gran bocotá, pero tú... desconozco la razón, pero siento que te conozco de mucho antes… – Rio avergonzando al terminar de colocar el ultimo botón de la parte superior del pliegue de su camisa – Solo espero no haberte cansado con mi molesta voz. 

Instantes antes de retirar su tacto del mayor, el inesperado agarre de Marco sobre sus manos logro desestabilizarlo completamente. Haciendo que sus ojos viajaran hasta chocar contra la azul mirada del rubio, admirando aquella intensa mirada a solo centímetros de distancia de su rostro.

Dándose cuenta que los ojos de Marco eran tan azules como el mismo océano que lo había cautivado desde niño.

–Si de mi dependiera escucharía tu voz hasta perder la audición. 

Inmediatamente el sonrojo que hasta entonces solo había atacado su rostro se esparció hacia sus orejas, haciendo que el mayor sonriera por tan tierno gesto. 

–Ah.. B-Bueno… Y-Yo…  –¡Rayos! ¿Cómo debía responder al flirteo de hombre? ¿Era lo mismo que con una chica? 

¿Y por qué su pecho empezaba a bombear tan descontroladamente así de repente?

Marco ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo cuando lentamente empezó a acercarse hacia un cada vez más sonrojado pecoso.

–¡Ahg..! M-Marco e-espera... –Cerro los ojos abrumado por la cantidad de sensaciones que estaba viviendo, esperando que pasara lo que tenía que pasar. Sin embargo, aquel suave contacto jamás llego.

Inmediatamente Marco alejo tu tacto ante la atenta mirada de Ace. Dejando a un sonrojado pecoso totalmente desencajado. – Te pido perdón por mi comportamiento anterior, Ace. No debí acercarme a ti con esas intenciones si tu no lo deseabas.

–N-No, no se trataba de eso – Hablo entrecortadamente – Es solo que… – Sus palabras murieron en su garganta, al sentir el ligero tacto de uno de los dedos de Marco rozando sus labios.

–Descuida, no tienes que justificar nada en lo absoluto. Fue mi culpa.

¡No! ¡No es eso! Yo quería que terminaras ¡Oh! ¡Joder! ¡No puede ser! ¿¡Realmente quiero que me bese un hombre!?

Lamentablemente, aquel irrepetible momento entre ambos fue interrumpido de la manera más burda posible cuando furtivamente la puerta de la habitación fue abierta de un zarpazo develando a un hombre castaño con una entrañable sonrisa pegada en el rostro.

–¡Cabeza de piña~! – Con una grave pero cantarina voz rompió toda la atmósfera que hace solo segundos rondaba a los dos presentes. – Vine por tu blanco trasero.

De no ser porque su cuerpo se hallaba al cincuenta por ciento de su capacidad de movimiento, no hubiera dudado en tomar a su hermano del cuello e impactar su cráneo contra la pared. 

Ace rehuyó el tacto de Marco al segundo de escuchar a la perilla girar. No deseaba que los captasen en algún tipo de situación vergonzosa, pero ni bien escucho el peculiar apodo con el habían tachado a Marco, todo su nerviosismo se desvaneció para darle paso a sus sonoras carcajadas que terminaron inundaron toda la habitación.

–¡Maldito seas, Thatch! – Clamo Marco exageradamente avergonzado. No le molestaba que Thatch lo llamara de esa forma, pero ¿¡Porque tenía que ser justo en ese preciso momento!? – ¿¡Que diantres estás haciendo aquí!? 

–¡Hey! Tranquilizante fruta hiperdesarrollada. – Alzo ambas manos en son de paz – Padre me comento que hoy te darían de alta, y como no tengo que ir al restaurante hasta más tarde, me pidió si podía… Oh… Marco, ¿Pero quién es este encantador jovencito? – Ignorando por completo la presencia del rubio Thatch se presentó frente a Ace.

El pecoso se percató que era un hombre que aparentaba estar en sus cuarentas, tenía el cabello castaño con un peculiar copete y estaba vestido de manera casual. Además de desprender un ligero aroma a cerveza artesanal.

Le agradaba.

Respondió a su apretón de manos con efusividad – Soy Ace, es un placer conocerte hermano de Marco.

El castaño rio con gracia ante la actitud tan jocosa del muchacho –Thatch, y aquí entre nos, – Se acerco para susurrarle al oído ante la atenta mirada del Rubio – Soy el hermano más guapo.

Fue inundado por otro ataque de risa ante las palabras del castaño al mismo tiempo que Marco lanzaba una maldición contra el de copete.

–¡Bien! ¡Bien! Ya deja de hacerte el payaso y dame una mano Thatch. – Demando el rubio.

Con ayuda del castaño pudo terminar de alistarse ante la atenta y pudorosa mirada de Ace. Ciertamente le resultaba algo incomodo caminar, pero tendría que aguantarse por el momento. Al colocarse su reloj Hublot en el brazo y guardar su teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón, le hizo una señal a Thatch para finalmente largarse de esa condenada habitación.

–¡Bueno! Ace, fue un placer conocerte. Me divertí mucho en estos diez minutos que llevamos de conocernos. – Se despidió efusivamente el castaño.

–¡Igualmente Thatch!

–Thatch –Llamo el rubio – Adelántate, te alcanzó en un segundo.

–¿Seguro? ¿Podrás sola, abuela? – Inquirió con falsa preocupación, pero la clara señal de Marco para que lo dejase solo con el chico lo hizo dar media vuelta y salir como si nada del lugar – Te espero en la puerta principal.

Al devolver su mirada sobre Ace, se percató que este seguía jugando de forma muy inquieta con sus manos. Por lo visto aún estaba algo confundido por lo ocurrido hace unos minutos.

Sigue siendo un niño después de todo.

–Marco… – Lo llamo en un quejido – Solo quería decirte que no tenías porque…– Fue el mismo rubio quien le impidió continuar al tocar la punta de su cabeza en un tacto relajado y tranquilo, acariciando sus cabellos mientras se perdía en la exquisita textura de sus hebras negras.  

–Confió en el que me lo dirás después. No dudo que nuestros caminos se volverán a cruzar más pronto de lo que imaginas. – Sonrió complacidamente al ver como Ace bajaba la mirada, avergonzado, pero asintiendo lentamente. – No olvides que prometí mostrarte Londres.

Marco salió de la habitación en silencio luego de eso, dejando a un sonrojado pelinegro a la deriva y solo cuando estuvo a una distancia considerablemente prudente fue que saco su Iphone, marcando rápidamente un número que se sabía de memoria. 

¿Marco? – La aguda y afable voz al otro lado de la línea no lo tomo con sorpresa. – ¡Por fin se algo de ti, ingrato!

–¡Hola Bay! – Exclamo divertido al verdadero cerebro detrás de Newgate Industries. – Lamento que hayas tenido que hacerte cargo de todo en mi ausencia. ¿Alguna novedad?

No, ninguna. – Comento con tranquila voz – Todos nuestros socios creen que sigues de vacaciones en Montecarlo.

–¡Bien! 

–¡Nada que “Bien”, Marco! ¿Cuándo se supone que vas a regresar?

–Nunca pensé que me extrañarías tanto, mujer.

–¿Eres idiota?

–¡Ja! Un poco. – Relato entretenido. Sacar a Bay de sus casillas era su deporte favorito. – Escucha Bay, necesito que hagas algo por mí.

Pudo escucharla suspirar al otro lado de la línea –¿De qué se trata esta vez, Marco? – Expreso en una voz cansada.

Su mirada, al igual que su sonrisa, poco a poco empezó a tornarse totalmente seria al igual que su tono de voz.

– Necesito que investigues algo de Zoro…

………………………………………………………

Al salir del Saint Thomas, pudo ver aparcado a unos metros de la puerta el Maserati Levante Trofeo azul de Thatch. Abrió la puerta del copiloto sin cuidado y encontró a su hermano pegado a la pantalla de su iPhone. A pesar de que el castaño seguía mandando mensajes se recompuso rápidamente y piso el acelerador de forma automática. Permanecieron en silencio durante unos minutos más, en donde las miradas del castaño no le fueron inadvertidas.

–Thatch, ya suéltalo. – Inquirió – Si vas a seguir viéndome de esa forma terminaras chocando el auto y no está en mis planes ser internado nuevamente por un muy largo periodo de tiempo.

Su hermano libero una risa despreocupada – Sabes piña con patas, quizás este alucinando, pero ese chico se me hacía muy familiar… – Comento a medida que se adentraban en el centro de Londres.

–Es porque su cara realmente te es familiar, Thatch. – Aseguro con la vista plantada en la ventana – Ace es hijo de Gold D. Roger.

–¿¡Que!? – El castaño casi pierde el control del volante de la impresión, y tuvo que maniobrar rápidamente para evitar que terminaran estrellándose contra un poste.

–¡Thatch, maldita sea! ¡Ten cuidado!

–¿¡Que acabas de decir!? – El parecido que el supuso era mera coincidencia no era otra cosa que un parecido de padre e hijo. ¿Entonces eso significaba que…? – ¡Oh! ¡Por lo que más quieras, Marco! Dime que viste a su madre ¡Dime que lo hiciste! Recuerdo que cuando tenía doce, llene todas las paredes de mi habitación con sus posters ¡Es más! A ella le dedique mis primeras–

–¡Thatch! –  Callo con la mano – Por favor, no quiero saberlo. 

Cuando el pecoso se presentó de improviso en su habitación ciertamente tuvo sus dudas, pero al revelarle su apellido lo reconoció al instante. Sin embargo, Ace parecía guardar recuerdos muy nublosos de él. Algo que para nada le sorprendía si tenía en cuenta que la última vez que ambos se vieron, el rondaba los veinte años y el chico apenas contaba con seis.

Y también se volvía un recuerdo muy bizarro, ya que por poco besa a ese mismo niño.

–Ahora que lo mencionas, el chico es una copia exacta de su padre pero sin ese feo bigote y con los finos rasgos de su madre, – Medito en voz alta el castaño – …Aunque su personalidad dista mucho de la del Tío Roger.

–Ciertamente. Creo que no guarda relación alguna con él.

–Bueno, era de esperarse. – Reconoció el castaño– El divorcio de sus padres fue muy mediático. Aunque si yo hubiera sido Roger ni muerto dejaba escapar a ese portento de mujer, pero ¡Hey!, ¡Que su hijo no está nada mal! Ni creas que no me di cuenta de la mirada que le diste – Asevero dándole un codazo juguetón en el brazo – y lo dice alguien a quien solo le gustan las vaginas.

Las risas que compartió con Thatch no tardaron en salir a flote, pero entonces recordó una duda existencial que había absorbido su mente cuando era más joven – Explícame una cosa, ¿Cómo fue que conseguiste los posters de Rouge? Dudo mucho que padre haya accedido a darte dinero para que redecoraras tu habitación con imágenes de la, en ese entonces, esposa de su mejor amigo.

–No, claro que no, me hubiera sacado los dientes de una bofetada de habérselo propuesto, pero en mi defensa ¿Qué chico no piensa solo en jalársela a los trece años? – Admitió – Por eso siempre te repito que cuando Haruta dice «Ya voy» – Imito la infantil voz del menor de los vástagos Newgate – a la hora de cenar, le demos tiempo. ¿Qué solo yo soy el único que entiende que está en esa época de sequía?

Marco rio por lo bajo y trazo los dedos por sus rubios cabellos. – Bien, quizás podamos llegar a un acuerdo con él, pero ¿Con lo que respecta a las fotos de Rogue…?

–Simple, le dije a Izo que le presentaría a todo el equipo de futbol de la escuela si me daba sus recortes de Vogue. – Sonrió divertido ante su rápida respuesta.

–Oh… Ahora entiendo porque siempre le pedía a papá dos juegos de revistas todos los meses.

No paso mucho tiempo para que ingresaran a una de las zonas más conocidas de la capital. El histórico y aclamado barrio de Westminster. – Si, se podría decir que sus vecinos más cercanos eran los Windsor. – A medida que se adentraban entre sus calles con propiedades cada vez más sorprendentes que las anteriores, divisaron una casona antigua con notorias influencias Gregorianas en ella.

–De niño pensaba que la fachada de nuestra casa era demasiado anticuada, ¡Y de adulto lo sigo pensando! – Menciono el castaño al detenerse por unos instantes frente a las puertas de su hogar.

Al llegar a lo que era la humilde vivienda de la familia Newgate, – una de las propiedades inmobiliarias más grandes del centro de Londres – Solo por detrás del hogar oficial de la monarca del país. – Fueron recibidos efusivamente por el personal de servicio.

Los saludos fueron recíprocos por parte de ambos hermanos, ya que a pesar de haber sido criados dentro de una de las familias más pudientes del Reino Unido, su padre les inculco desde chicos que todas las personas con las que compartían el techo eran su familia, independientemente de que tuvieran su apellido o no.

–¿Dónde está padre, Oars? – Pregunto el rubio a su mayordomo a medida que él y Thatch se adentraban en el hogar de su progenitor.

Oars era un hombre de una contextura infinitamente superior al de una persona normal, siendo su altura una de las cosas más llamativas de su persona. Sin embargo, a pesar de ser dueño de una voz tan intimidante como su presencia. Era por mucho una de las personas más amables que podían existir en el mundo – Marco, padre está afuera, en el living de la segunda planta. – Contesto con una sonrisa.

–¿Y eso? – Cuestionó Thatch – Es raro que salga solo a los jardines ¿Esta con alguno de los bastardos?

–No precisamente, pero creo que deberían ir personalmente a ver de quien se trata. En especial tu Marco. Llevan horas hablando.

–Bien Oars, con esa última palabra sedujiste a mi curiosidad ¡Vamos, Marco! Padre podría estar hablando con alguna ex tuya que lleve un bebe de dos años en brazos.

–Ambos sabemos que esa idea se apega mucho más a ti que a mí, Thatch.

Tuvieron que caminar por algunos minutos que se tornaron extremadamente tortuosos para el rubio, dado que por la extensión de su hogar los jardines no estaban precisamente cerca y su espalda lo castigaba sin piedad por ese mismo motivo. Sin embargo, a medida que la luz artificial de los candelabros era remplazada por la cada vez más abundante luz natural que ingresaba por los amplios ventanales, un sonoro par de risas se hacía cada vez más evidente.

Al salir al exterior y subir las rusticas escaleras del living pudieron ver a su padre, Edward Newgate, mejor conocido como Barbablanca, – por su característico bigote – uno de los hombres más admirados e influyentes del Reino Unido, sentado en su rustica mesa de madera de cedro teniendo una divertida y tranquila conversación con una persona que tanto Marco como Thatch conocían muy bien, pero en especial el rubio.

–Entonces, ¿Prefieres la carne marinada con cerveza de trigo? – Pregunto intrigado un hombre mayor con una singular barba blanca y de respetable presencia vestido al mejor estilo campestre, mientras cargaba en su brazo izquierdo un típico vaso Weizen.

Su joven interlocutor recibió la pregunta con gracia – Únicamente si deseo darle un estilo más ahumado, – Señalo dándole un sorbo a su bebida – Si busco algo más contundente sin duda escogía una Schwarzbier.

–¿Zoro?

La confundida voz de Marco llamo la atención de los dos hombres sentados en el rustico living. Tanto el patriarca Newgate como el peliverde interrumpieron su profunda charla al ver la cara desencajada del Tharch y aún más del rubio.

–Oh, ¡Hola, piñata! Ya era hora de que llegaras a casa. Tu padre y yo nos estábamos cansando de esperarte. – Señalo el peliverde con una sonrisa mientras alzaba su copa hacia Marco acompañado de las sonoras risas de su padre de fondo.

–¡No puede ser, Zoro! ¿Hace cuánto volviste, malnacido? – A diferencia de la reacción tan sorprendida del rubio, Thatch recibió al recién llegado con los brazos abiertos – ¡Abrázame hermano de otra madre que jamás conoceremos!

Marco aun no podía salir de la impresión que le había causado encontrar a su mejor amigo en su hogar. No iba a contactarlo hasta mucho más tarde. ¿Cómo supo que ya no estaba en el hospital?

………………………………………………………

 

No había parado de dar vueltas por todo el hospital luego de que Marco se fuera, ya ni siquiera sabía por dónde estaba. – Aunque bueno, eso le pasaba con regularidad – Realmente había terminado muy confundido luego de su encuentro, y no era para menos, es decir ¿Qué diablos había sido eso ultimo? ¿Realmente quiso que Marco lo besara? ¡Carajo! Pensar en el tema le generaba un dolor de cabeza más grande de lo que podía imaginar. 

¿Cuántas posibilidades de que tuviera una atracción inconsciente por los hombres que no se presentara hasta sus veintitrés años, existían? No debían ser muchas.

Bueno, en situaciones como esta solo le quedaba una cosa por hacer.

Rápidamente saco de su bolsillo un paquete de galletas de avena que había tomado de la cocina del hospital antes de huir de allí. ¡No se podía pensar con el estómago vacío!

Estaba a punto de abrir el envoltorio cuando se percató de que no tan lejos de donde estaba, se hallaba una persona a la que ni siquiera se le podía ver el rostro porque llevaba encima una pila de archivadores que estaban a nada de rozar el techo.

No tuvo que ver más para acercarse inmediatamente.  –¡Hey! Déjame ayudarte, eso se ve muy pesado.

–¿Hm? Aguarda, no necesito…–

–¡Vamos! No te hagas de rogar. – Insistió.

Quitarle todo el peso de esos folios fue muy sencillo, tomándolos rápidamente con una sola mano. Pero al ver a la persona detrás de toda esa montaña de archivadores se llevó una gran sorpresa de encontrar a una chica de cabellos melones y con una férrea mirada dorada. Tenía rasgos muy bonitos, pero también unas ojeras muy prominentes e ¿Hinchadas?

–¡Aguarda! No puedo permitir que lleves eso, mis jefes me gritaran si ven que una persona no autorizada tiene en su poder los historiales médicos de nuestros pacientes.

Y después del episodio que vivió ayer no quería volver a pasar por otra vergüenza parecida en lo que le quedaba de carrera médica. Porque el Doctor Trafalgar no contento con solo darle la reprimenda de su vida, le ordeno revisar todos los expedientes de los casos que tenía mientras sus compañeros hacían rondas y entraban a quirófano como si la única que tuviera que pagar por los platos rotos fuera ella.

–Mmm… ¡De acuerdo! – Sonrió el pelinegro – Puedes ayudarme con esto – Rápidamente le tendió su paquete de galletas – Ahora dime hasta donde te ayudo a llevar todas estas cosas, y no aceptare un no por respuesta. Tus jefes deben ser muy inconscientes para hacerte cargar todo esto tu sola.

¿Pero quién se creía este chico que era?

–Al archivador…

–¡Bien! – Resalto Ace convencido, pero antes de dar el primer paso se volvió hacia la chica de cabellos duraznos. – Disculpa, pero ¿Dónde queda eso? – Su despreocupada risa no hizo más que descolocar a Isuka.

–Esta en el segundo piso, sígueme.

No tuvo problemas en seguirle el paso, amablemente llevo todos esos papeles hasta un archivador enorme que tenían bien resguardado en la segunda planta del hospital, y cuando finalmente logro entregar todo, la chica le devolvió sin decirle ni una palabra su paquete de galletas, pero el simplemente le esbozo una sonrisa.

–Quédatelo. – Pidió – No te ves muy bien que digamos. Cuando yo no estoy de ánimos, comer siempre me pone de muy buen humor, y por lo poco que he podido ver ustedes los doctores realmente trabajan demasiado ¡Diablos! Deberían tener más tiempo para divertirse. – Rio ante su propia ocurrencia.

–Te repito que no es necesario que me des esto, yo–

–Bien, te veré luego doctora desconocida. – No le permitió continuar sus reclamos, ya tenía que volver con su madre, así que no perdió tiempo y empezó a correr en dirección contraria a donde estaba la chica. 

Dejando a una Isuka totalmente confundida con un paquete de galletas entre las manos.

Al llegar a la sala de espera que estaba a unos metros de la zona de aislamiento pudo ver a su madre hablando por teléfono. Aún seguía ocupada y solo le hizo una seña para que se sentase a su lado mientras ella terminaba su llamada telefónica.

–Era Dragon – Menciono Rouge cuando guardo su móvil en el bolso. – Esta muy molesto contigo y Luffy. Supongo que sabrás porque ¿No, jovencito?

–¡Mamá! Ya te dije que lo siento, solo trataba de ayudar a Luffy.

–Escucha, entiendo perfectamente que ni tu, ni Luffy puedan soportar esto, pero ambos tendrán que aceptar como haremos las cosas de ahora en adelante. –  Su expresión estaba anormalmente seria, y tampoco le sorprendió.

–¡Si, ya entendí! ¿Alguna noticia de Luffy? – Pregunto cruzando los brazos.

–Ace.–

–Oye mamá, sé que merezco un castigo por lo que hice, pero sería algo exagerado si por eso también me privaras de–

–No lo digo por eso, Ace. – Recalco Rouge. – Aparentemente el doctor Trafalgar estuvo muy ocupado en la mañana y aún no ha podido pasar a revisar a tu hermano. Dios, solo espero que este bien – Suspiro – No lo he visto desde que él y tu cometieron la locura de ayer.

Su semblante estaba algo apagado. No le gustaba ver de esa forma a su madre. Quería recuperar a la hermosa y risueña mujer que fue antes de la enfermedad de Luffy, pero sabía que tomaría tiempo.

Nunca le gusto verla triste, ella había sido, y era, una excelente madre. Prácticamente se hizo cargo de él ella sola. Incluso desde muy pequeño lo llevaba con ella a sus pasarelas o sesiones de fotos.

–¿Ace?

–¿Sí?

–También quería hablarte de otra cosa… – Rouge suspiro largamente, necesitaba tomar energías para lo que se veía. Ace nunca reaccionaba bien cuando hablaban de ese tema, pero esperaba que al menos en esta ocasión, por toda la situación de Luffy, su hijo se volviera un poco más indulgente. – Tu padre me llamo y pregunto si–

No necesito escuchar más para que una expresión de absoluto asco se formara en su rostro – ¿¡Como puedes llamar a esa basura humana, mi padre, mamá!? ¿¡Qué pasa contigo!?

–¡Ace! Ya te he dicho miles de veces que no te expreses así de tu padre y ¡Baja la voz! 

–¡Lo digo porque es un imbécil! ¿Qué demonios quiere ahora?

–Hijo, ¡No puedes ser tan–! – Callo al ver la mirada furibunda del pecoso.

Siempre era lo mismo con él.

El risueño niño que ella había criado se transformaba cada vez que mencionaba a Roger.

Hasta cierto punto podría entender la posición de Ace respecto a su padre. A fin de cuentas fue el mismo Roger quien la llevo a un punto de no retorno en el que divorciarse era la única opción factible, pero no le guardaba rencor en lo absoluto. – Al menos ya no más – Después de todo fue ese mismo hombre quien le dio algunos de los momentos más maravillosos de su vida. Y a diferencia de lo que cualquier persona podría pensar luego de experimentar un divorcio, – En especial de ella teniendo en cuenta apenas tenía veinticuatro cuando decidió separarse del padre de su hijo – Jamás se expresó mal de Roger frente a Ace. Deseaba desde el fondo de su corazón que a pesar de que ambos no viviesen juntos, desarrollasen una excelente relación padre e hijo.

Pero lamentablemente para Ace, que tanto ella como Roger fueran personas extremadamente mediáticas hizo que tarde o temprano se enterase de todo el idilio que vivió durante los últimos años de su matrimonio y su posterior divorcio. La batalla legal en la que ambos se enfrascaron fue extremadamente encarnizada y la mejor comidilla de los tabloides. A ella le daba igual que Roger se quedará con todo lo que había cosechado con su desbordante carrera como supermodelo hasta ese momento. Lo único que deseaba era tener a su hijo consigo, algo que Roger, siendo un hombre tan influyente, jamás iba a permitir, y eso ocasiono que recurrieran a tácticas muy bajas para decidir el futuro de Ace.

Fue tan caótica la situación que incluso llego a pedirle ayuda a uno de los enemigos acérrimos de Roger para que sin importar los medios, ella saliera victoriosa del juicio.

Y Kaido lo consiguió.

Eso daño irreparablemente la relación de padre e hijo, y desde que Ace tuvo uso de razón, genero un repudio absoluto hacia Roger. Le causaba mucha tristeza que su niño fuera incapaz de perdonar a su padre por una batalla que fue únicamente entre su exmarido y ella.

Pero por lo visto, cuando su hijo perdía los estribos no era capaz de escuchar razones.

Algo que le recordaba mucho al carácter de Roger.

–Escucha, tu padre únicamente me llamo para decirme que si necesitábamos cualquier cosa, aunque sea lo más mínimo con respecto a la salud de tu hermano, le avise. – Comento, y al mismo tiempo pudo ver como la mirada furibunda de Ace mutaba a una expresión de sorpresa – Y como sabe que tú también estas en Londres, me pidió que te comentara si estabas dispuesto a que ambos se vean, aunque sea para comer algo. – Señalo con los brazos cruzados, viendo inquisidoramente a su hijo. – Ace, puedes estar todo lo ensimismado que quieras con tu padre. Si eso se hace sentir bien, ¡De acuerdo! pero quiero que pienses en una cosa. A pesar de todos tus desplantes, él nunca ha dejado de preguntarme por ti. 

No le gusto que su madre lo viera con esa expresión – una mezcla de decepción y molestia – pero no podía evitarlo. Roger había sido un grandísimo idiota desde incluso antes que el naciera.

¡Jamás lo perdonaría por todas las cosas que le hizo a su madre! Y eso iba mucho más allá de su divorcio. Si se había negado a verlo siempre que podía, era porque si lo tenía frente suyo no dudaría tirársele encima.

 –Solo una vez, nada más. – Agacho la mirada, sin opciones. – ¡Y no me hago responsable de lo que pueda pasar si actúa como un idiota!

Pudo sentir como los brazos de su madre lo arropaban, no le incomodaba, pero si logro sonrojarlo.

–Ya no digas eso, tú eres un niñito hermoso, mi niñito hermoso.

–¡Mamá! No me llames así en público.

 

………………………………………………………

 

Tener que usar el metro de Londres en horas pico siempre terminaba con resultados contraproducentes. Como no era de otra forma, el centro de la ciudad tendía a reventar al atardecer. Así que cuando finalmente escucharon el nombre de su estación fue como si el cielo se abriera frente a ellos.

 

Luego de un exageradamente largo día, finalmente regresaban a casa.

 

–Maldita sea, ya no siento las piernas, y en otra circunstancia sería algo increíble, pero no precisamente en esta. – Exclamo un cansado Niji mientras caminaban lo que eran los últimos quince metros hacia su hogar.

 

–Vamos, solo piensa que–

 

–Sanji, no estamos de humor para tus comentarios motivacionales – Zanjo Ichiji.

 

–Quizás podríamos pedir algo para la cena –Propuso Reiju mientras camina al lado del rubio, finalmente sus hermanos le permitieron ayudarlos y llevar al menos un par de bolsas consigo.

 

–¡Eso es, Rei! Me gusta esa idea – Señalo Yonji a la pequeña – ¡Pidamos pizza! – Propuso emocionado. Ser alimentado durante la última semana mediante una sonda hacía que su cuerpo le pidiese a gritos comida de verdad.

 

Eug… Ni hablar Yonji. Esa cosa tiene demasiada grasa encima. No es sano que–

 

–¡Cierra la boca, Ichi! – Exclamo el peliazul – Yo también quiero pizza y si te da asco entonces muérete de hambre – Poco le importaban los estúpidos hábitos alimenticios del pelirrojo.

 

 –Apoyo la moción, no voy a ser el único que regrese a casa para cocinarles a todos ustedes, pila de inútiles, como si fuera su esclavo. Excepto a ti princesa, deje una porción de Magret en la nevera por si se te antoja.

 

–Oh, gracias Sanji. – Destaco la pequeña por el dulce gesto.

 

–¡Sanji! Cuando yo te pregunte ayer si aún quedaba un poco, me dijiste que ya se había terminado – Reclamo Yonji.

 

–…Ups. – Devolvió la misiva con una sarcástica respuesta y una sonrisa burlona clavada en el rostro.

 

–¡Tenia hambre, imbécil! Mi estomago es cinco veces más grande en comparación al de Reiju.

 

–Siempre tuve la teoría de que algo habría de compensar el tamaño de tu cerebro – Razono el peliazul.

 

–Si quieres puedes comerte mi porción, Yon – Comento la pequeña mientras subía los pocos escalones que había hacia el portal de su casa, pero antes de dar el último paso Reiju se detuvo por unos cortos momentos frente a la puerta. Observando infinitamente la fachada de su hogar.

 

–¿Rei? – Sanji rápidamente se hinco hasta la altura de su hermana al ver su reacción – ¿Todo bien, princesa?

 

–Si, es solo que… – Reiju devolvió la mirada al resto de sus hermanos como una afectiva sonrisa en sus pálidas mejillas. – Me divertí tanto hoy que no quiero que el día se termine.

 

La tenue luz que salía de la lampara colgada en la fachada de su hogar fue iluminándose poco a poco para mostrar los cristalinos ojos de Reiju frente a los cuatro.

 

Quizás aun no existía una palabra para definir el sentimiento que embargo a los cuatro al ver tal imagen frente a ellos.

 

Ichiji no era una persona que sonriera tan a menudo, – más que nada porque nunca había tenido muchas razones para sonreír antes – pero ahora… Quizás si se podía permitir sonreír más seguido. 

 

–Para eso existen los días nuevos, son una oportunidad para iniciar de nuevo, Rei.

 

La opresión que invadió el pecho de Reiju ante las palabras del pelirrojo fue compartida por el resto de los cuatrillizos. 

 

Sanji en un instante cargo a Reiju en un caluroso abrazo, mientras le susurraba al oído lo mucho que la amaba y esas cursilerías que tanto solía decirle, pero rápidamente Yonji se la arrebato para hacerla saltar por los aires con una sonrisa ante la preocupada mirada del rubio. Mientras la menor reía entre los mimos del menor de sus hermanos.

 

Niji permaneció con Ichiji en el fondo, viendo aquella escena con una mescolanza de emociones encontradas. – Se que no digo esto muy seguido. Sobre todo a ti, que últimamente que no has hecho otra cosa que cagarla en grande, pero… Bien hecho, Ichi. – Susurro posando su tacto sobre el hombro del pelirrojo, haciendo que Ichiji asintiera lentamente con un tenue, muy tenue, sonrisa en los labios.

 

–Bueno, Sanji abre la puerta. — Ordeno Niji — No se me antoja pasar la noche afuera.

 

–Te falto decir por favor. – Pidió cínicamente solo para cabrear un poco más al peliazul.

 

–¡Abre la jodida puerta o te pateo en las bo–!

 

–Niji, no grites por favor. – Murmuro Reiju.

 

–¡Este tarado lleva gritando como un energúmeno desde ayer! Vas hacer que los vecinos de al lado llamen a la policía si sigues actuando como un psicópata.

 

 –¡Tendrán que llamar a una ambulancia cuando vean cómo te–!

 

–¡Ya! Guarden silencio – Pidió Ichiji – Sanji, déjate de idioteces y abre la condenada puerta de una buena vez.

 

–Que sensibles se han vuelto. – Imito el rubio al abrir la cerradura.

 

Pero apenas pusieron un pie dentro de su hogar, los cinco fueron recibidos por el estridente sonido de una bombarda seguida de una infinita lluvia de confeti sobre sus cabezas. La impresión por el estallido hizo que hasta Sanji soltara una maldición muy altisonante, pero tan pronto se recompusieron de la impresión un silencio inmaculado se apodero de sus labios al ver lo que había frente a ellos.

 

Todo el techo se había convertido en una gigantesca nube de mini globos aerostáticos con tonalidades rojas, azules, amarillas, verdes y rosas. El piso tenía unas curiosas flechas de color amarillo pegadas, señalando el camino hacia un divertido cartel en negro y amarillo que decía «Boarding Gate» en lo más alto, siendo este seguido por una flecha que llevaba escrito las palabras «Check-in» apuntando directamente hacia su sala, la cual tenía en las paredes

aviones de diferentes tamaños hechos de papel de colores, y en cuyo centro había una mesa finamente decorada con molinos hechos de papel de mapas topográficos, así como globos terráqueos de múltiples tamaños en donde todos señalaban hacia Rusia con la minifigura de un tierno avión, además de las miles de galletas que habían alrededor de la mesa que tenían forma de pasaportes, maletas, e incluso aviones.

 

Sin embargo, lo que más destacaba era la parte trasera, habiendo un enorme pallet de color blanco en cuya parte de abajo se mostraban las sombras de lo que eran edificios como el Kremlim y San Basilio en papel dorado, añadido a unas cortas pero profundas palabras en el centro que fueron acompañadas al unísono por las cantarinas de Vivi, Nami y Pudding dedicándoles una calurosa bienvenida.

 

«¡Bon Voyage!»

 

Reiju fue la primera en dar unos cortos pasos, viendo fijamente todo lo que brillaba frente a ella aun sin creer lo que sus ojos le mostraban. Su brillante mirada se empaño en segundos, creando una tenue sonrisa que poco a poco se fue expandiendo hasta aflorar completamente, al mismo tiempo que fue arropada por los calurosos brazos de Vivi quien la tomo como si la pequeña fuera el objeto más delicado y valioso del mundo.

 

La joven suspiro dulcemente mientras veía a esa niña en sus brazos ¿Cuánto tiempo llevaba de ver a ese pequeño capullo crecer hasta verla florecer?

 

– Oww Reiju, preciosa no llores.

 

–Amor, te dije que las bombardas de confeti eran demasiado. – Una voluminosa pelinaranja de refinadas facciones con un singular vestido rojo ajustado y con un agradable aroma a mandarina poso su barbilla sobre el hombro de su novia acercándose a la singular escena – Rei, linda discúlpanos. La idea era darte una sorpresa, no un susto.

 

–Así que tú eres Reiju... – Inmediatamente la imagen de una singular castaña dueña de una seductora mirada y deleitable figura se mostró frente a la menor. Llevaba un top corto a rayas y una falda larga con una abertura a la altura de la cadera que destacaba aún más su envidiable silueta – Creo que las palabras de Vivi y Nami se quedaron muy cortas – Susurro con una voz que rivalizaba con el cantar de las musas – ¡No te imaginas las ganas que tenia de conocerte, Rei!

 

Reiju se sonrojo muy ligeramente por el tierno cumplido, viendo de pies a cabeza a aquella joven de intensa mirada ébano. –Oh… Gracias.

 

Es muy bonita, pensó en su pequeña mente.

 

Ichiji se apresuró en tomar fuertemente a Sanji del hombro, le urgían muchas explicaciones. –¿¡Sabías de esto!? – Pregunto con voz robótica.

 

–No... No tenía ni idea, lo juro. – Susurro al pelirrojo aun sin palabras – C-Chicas, ustedes… –

 

–¡Hola, Sanji! – Vivi dejo a Reiju con Pudding y se dirigió con una sonrisa a los cuatrillizos, se veían algo desencajados y en cierta forma, lo entendía – Se que a más de uno de les gustan este tipo de cosas, – Recalco viendo por el rabillo del ojo a Ichiji – pero no pudimos resistirnos.

 

Ichiji estaba a punto de despotricar contra Vivi alegando que hubiera preferido que le consultara primero sobre aquella sorpresa, antes de que fueran a redecorar su casa con confeti, pero Niji lo empujo casi de inmediato para colocarse frente a la peliazul. – Vivi, muñeca, a mí no me incomoda en lo más mínimo que hagas este tipo de cursilerías en mi casa, pero si querías que fuera una verdadera sorpresa nos hubieras recibido con alguna lencería de azafata o algo por el estilo, para que valla más acorde a la temática, tu entiendes.  – Apunto el peliazul desatando las sonoras risas de Yonji por tan descarado comentario.

 

–¡Tarado! No seas irrespetuoso. – Sanji se apresuró en propinarle un rápido codazo que el peliazul no tuvo problemas en esquivar mientras se burlaba cínicamente con Yonji por aquella indecorosa idea. – ¡Y ya deja de reírte, Yonji!

 

–¡Niji, eres asco! – Urgió Nami en extremo ardida – De no ser porque tu hermana está aquí te rompería el otro brazo –Odiaba que el peliazul tratara de flirtear con su novia frente a ella cada que podía.

 

–Ya amor, sabes que no lo dice enserio. – Aclaro Vivi antes de que Nami cumpliera su promesa y lesionara de gravedad al hermano de su mejor amigo. Desde que era chica había lidiado con los indecorosos flirteos de Niji y después de tanto tiempo se podría decir que ya se había acostumbrado a su variado abanico de cumplidos.

 

La sutil intromisión de la armónica risa de Pudding acompañada de Reiju en brazos hizo a los presentes acentuar la mirada, en especial a los tres Vinsmoke restantes – Disculpen si esto les pareció demasiado, sobre todo a ti Sanji – Miro hacia el rubio – pero cuando me dijiste que tus hermanos y tú se irán de Inglaterra – Comento apenada al ser la autora intelectual del delito – Quería que al menos se llevaran consigo este último recuerdo, y antes de que sigan escuchando las palabras de una completa desconocida, y como Sanji aun no nos presenta, soy…

 

–«Charlotte» Pudding – Comento en un susurro aun creérselo Yonji. Al principio pensó que era otra de las tantas amigas de Sanji, pero al verla más detenidamente, era imposible que no fuera ella

 

¿Qué hacia una supermodelo como ella en su casa?

 

Ichiji giro la mirada hacia Yonji tan bruscamente luego de que pronunciara el nombre completo de esa chica que hasta le sorprendió que su cuello aun permaneciera en su lugar.

 

Debo estar maldito.

 

–Ahm… bueno… – Pudding parecía algo incomoda por el reciente alegato.

 

–Yonji – Llamo el rubio preocupado. – A ella no le gusta hablar de–

 

–¡Joder, que si eres tú! – Reacciono ofuscando una sonrisa segura. Diablos, era incluso más bonita en persona – ¡Te sigo en Instagram!

 

–Tú y otras cincuenta millones de personas. – Apunto Nami de brazos cruzados.

 

Cuando Vivi le comento que estaba planeando una fiesta de despedida para los Vinsmoke junto a una amiga y que necesitaban su ayuda, sin dudarlo acepto. Aunque siendo honesta, jamás pensó que esa amiga, sería Charlotte Pudding. Ya luego le preguntaría a Sanji como es que se había hecho tan íntimo con una mujer tan famosa y mediática como la castaña.

 

–…Ya decía yo porque tu cara se me hacía conocida. – Niji la había visto infinidad de veces en la publicidad que Gucci solía colocar en las fachadas de la tienda.

 

A Reiju se le encendieron los ojos al escuchar ese detalle – ¿Pudding, eres modelo?

 

La castaña parpadeo una infinidad de veces al ser testigo de lo rápido que trabajaba la mente de la pequeña.

 

Cuando Reiju noto su desconcierto supo que tenía que explicarse. – Yonji solo sigue a chicas en su Instagram, y en su mayoría son modelos.

 

–¡Reiju, te he dicho mil veces que no revises mis redes sociales! – Solía darle su teléfono a la pequeña para que viera Netflix y esas cosas, pero claramente Rei no desaprovechaba ninguna oportunidad para hurgar de más en sus cosas. Ya había encontrado un par de conversaciones de alto calibre y había tenido que hacerle algunos favores a su hermana para que esta no le fuera con el chisme al pelirrojo.

 

–Pero ella tiene razón tarado, solo sigues modelos y actrices porno. Así que puedes darte una idea de lo que hace mientras le da «me gusta» a tus fotos. – Explico Niji con una acida sonrisa dándole un ligero guiño a la castaña.

 

Que joder, realmente era muy sexy. ¿Sanji se la habrá tirado?, pensó en sus adentros.

 

–¡Niji, cierra la boca! – Maldita sea, ¡Por eso jamás considero en presentarle a cualquiera de sus hermanos! – Pudding, enserio lo siento. Solo ignora lo que dice, él salió defectuoso.  –Pero ni siquiera llego a explayarse por completo cuando que las sonoras risas de Pudding lograron sobrecogerlo. 

 

A pesar de ver como sus hermanos reían y Reiju destilaba una fugas sonrisa, Ichiji permanecía desentendido de su propia realidad en esos momentos. Pudo sentir como una de las tiras de confeti se deslizaba a través de su cabeza hasta caer al suelo. El papel era de color magenta, pero estaba ligeramente manchado por un tinte escarlata.

 

¿Sera que se habrían mezclado entre sí?

 

Por qué sentía que a donde sea que iba, cualquier lugar que pisaba, Katakuri estaba allí. Ni siquiera había salido de Londres, pero deseaba con todas sus fuerzas abandonar esa isla ahora más que nunca.

 

Deja de perseguirme, no me vas a alcanzar.

 

¡No te voy a dejar!

 

.              .              .

 

Mientras Pudding era apresada por la incansables insistencias de Niji y Yonji, Vivi tomo unos segundos para acercarse a Sanji. Que veía fascinado la mesa de centro que las chicas habían armado con sumo detalle. Las galletas que tenían forma de pasaporte mostraban el flamante diseño francés. Las que tenían forma de maletas tenían una capa de glaseado encima que representaba los colores de sus cabellos y los de sus hermanos teniendo la inicial de cada uno de ellos en su respectivo color. Además, los mapas cartográficos – Que estaba seguro pertenecían a los atlas de Nami, puesto a que estudiaba geografía – Habían sido empleados para crear molinos de diferentes tamaños con el papel. 

 

El detalle era esquicito.

 

–Pudding las hizo – Comento viendo la galleta con forma de maleta amarilla. – Le salieron tan lindas que hasta me dio algo de pena comérmelas.

 

El crujido de la masa en los labios de Sanji fue seguido por su cándida expresión. La masa estaba horneada en su punto. Tan crocante que las migajas salían volando en todas las direcciones a cada mordisco que daba. La capa de glaseado tenía las porciones exactas de azúcar, no era empalagoso ni desabrido. Estaba hecha con total maestría.

 

–Las hace incluso mejor que yo – Reconoció dándole una sonrisa a Vivi.

 

Vivi compartió el mismo silencio que el rubio con su propia sonrisa por unos segundos más. Esta quizás sería la última vez que ambos compartieran un silencio en común. 

 

–¿Recuerdas tu primer día en la escuela? – Pregunto rememorando su niñez en su natal Paris.

 

–¿Cómo olvidarlo? – Vivi se sonrojo al recordar aquel momento, aun tendría que pasar mucho más tiempo para lograr desaparecer ese recuerdo. – Mi francés era tan malo que toda la clase, y en especial tus hermanos, se rieron de mí cuando me presente. – Al pertenecer a un país extranjero, y tener una religión diferente, tuvo muchos problemas para adaptarse a un entorno tan elitista como lo era ese mini Versai escolar. Aun se podía ver estando parada al frente de la clase sin ni siquiera saber cómo decir «Bonjour» sin que su acento la delatase. Entonces, en medio de todas las risas y burlas, encontró una mirada azul. Siendo el único que no se reía, y la veía con una sonrisa. Como si estuviese contento de que finalmente hubiese llegado.

 

Con solo chocar miradas supo que Sanji y ella serian inseparables.

 

–Llame a tu abuelo – Susurro con delicadeza, pero ni aun así pudo evitar que Sanji se tensase. –Le comenté de la fiesta, pero… dijo que estaría muy ocupado con el restaurante. – Pronuncio de la forma más delicadamente posible de la que podía expresar.

 

No le diría a Sanji que la voz de su abuelo se deformo cuando ella le dijo que a pesar de tener serios conflictos con sus nietos varones, y en especial con Ichiji, debería asistir a la fiesta para despedirse de su nieta como era debido. – Lo siento.

 

–Descuida. – Entendía que Zeff no lo quisiera ver.

 

Y dolía. 

 

Fue entonces que el timbre de casa sonó a tiempo para detener los pensamientos de Sanji, – Yo voy – Menciono alejándose de Vivi, quien lo vio irse con una expresión dolida. Podía hasta palpar el dolor que Sanji sentía ante el rechazo de su abuelo.

 

Zeff fue el padre que él jamas tuvo, y que este ya no deseara ni verlo, lo destrozaba por dentro.

 

–Entonces, ¿Posaste completamente desnuda frente a la cámara o como siempre un juego de sombras arruino la diversión? – Cuestiono Niji totalmente concentrado en la castaña luego de que Pudding les comentara que había aparecido en la colección Angels de Russell James de este año.

 

–Bueno, el concepto de Russell es mostrar la belleza del antropocentrismo, el cuerpo en su máxima expresión. Así que cuando me comento del proyecto no pude resistirme. Por lo que–

 

–¡Joder, dime que guardaste una copia! – Rogo emocionado.

 

–¿Y no te da algo de vergüenza posar sin ropa? – Pregunto ruborizada Reiju mientras todos los presentes tomaban coctel de mora y ella jugo de fresas.

 

Pudding rio divertida por las inocentes palabras de la menor – ¡Al principio estaba aterrada! –Admitió – Era la primera vez que lo hacía, sobre todo porque mi familia no estaba muy cómoda con que me prestara para ese tipo de cosas. – En especial Perospero. – pero siento que si amas lo que haces, no debes sentir miedo de mostrárselo a los demás. Nunca debes avergonzarte por ser quién eres, preciosa.

 

–Pudding, volviendo al tema de interés ¿Tiene la copia?

 

–¡Niji, ya para imbécil! La harás salir corriendo de aquí. – Reclamo Yonji.

 

–¿Cómo es que Rei y ustedes están relacionados? – Pregunto Nami alzando una ceja – Ni con Nojiko eramos tan… cariñosas.

 

–¡A mí me parece muy tierno! – Soltó como si nada Pudding mientras le daba un sorbo a su coctel. Dejando absortos a todos los presentes, viéndola sin poder creer lo que acababa de salir de sus labios. Al notar todas esas miradas la castaña dio un largo suspiro y rápidamente alejo la copa de sus labios.

 

–¿Quieren escuchar verdadera violencia intrafamiliar? ¡Bien! Cuando era chica dos de mis hermanos se agarraron a puñetazo limpio frente a todos como si estuvieran en algún club de lucha callejera. Porque mi hermano fue tan desgraciado de recriminarle a mi hermana que a pesar de ser hombre tenía los pechos más grandes que ella. Terminaron rodando por las escaleras de la casa y con un par de costillas rotas. – Relato como si de un juego de niños se tratase. Aunque no iba a negar que fue muy divertido ver como Katakuri y Smoothie mandaron al diablo la regla de no violencia y se golpearon sin piedad. Sorprendentemente Katakuri salió mucho más herido que su hermana, pero fue únicamente porque mientras ambos rodaban por las escaleras como dos costales, el cubrió con su cuerpo a Smoothie para recibir la mayor cantidad de daño posible.

 

Niji rio aparatosamente ante la incidencia de la castaña – Siempre supe que todas las modelos debían tener vidas muy traumáticas como para que prefirieran interactuar con el lente de una cámara que con las personas ¡Tienes que presentarme a tu hermano, algo me dice que nos llevaríamos muy bien!

 

Cuando Sanji paso por la cocina, desvió por unos segundos su mirada hacia Ichiji. Estaba apoyado en el lavadero sosteniendo un vaso de agua con extrema fuerza, como si lo fuese a romper a conciencia. Se veía incomodo y molesto. Sin duda odiaba las sorpresas, o quizás solo era Ichiji en su máxima expresión chocando con la realidad de que había gastado una verdadera fortuna el día de hoy.

 

Al tomar la perilla y abrir el portón, esperaba encontrar a Nojiko del otro lado o quizás incluso a Rika – Aunque sabía que no era posible porque la primera seguía en la facultad y Vivi le menciono que Rika con el dolor de su corazón tuvo que irse para cumplir con su turno en el restaurante. – pero su mirada se esclareció al encontrar en frente a un hombre de mediana estatura y con un mostacho muy conocido para él.

 

Zeff mostraba su temblé impasible de siempre, pero había algo diferente, en sus ojos había un brillo inusual, como el de una llama batallando por no extinguirse.

 

–¿Me vas a dejar entrar a mi propia casa, mocoso? – Razono seriamente, provocando una sonrisa de medio lado a Sanji.

 

Aquella casa había sido la misma donde se crio su madre. Cuando su abuela falleció y Sora se mudó a Francia. Zeff pensó seriamente en venderla y habilitar un espacio dentro del Baratie para vivir allí. Pero sentía que esa casa era el único recuerdo material de su esposa. Así que a regañadientes la conservo. Que Sora decidiera que hacer con ella seria lo justo, quizás en algún momento la necesitaría.

 

Y vaya que acertó.

 

–¡Abuelo! – Reiju ni siquiera tuvo la necesidad de ver quien era la persona que acababa de llegar para saber que no era otro que su abuelo. Como pudo, fue corriendo a darse al encuentro con el mayor.

 

Sanji simplemente se hizo a un lado con una tenue sonrisa en su rostro para ver como Zeff iba lo más rápido que su pierna ortopédica se lo permitía al encuentro con su nieta.

 

Al ver a Reiju corriendo hacia él con los brazos abiertos, podía ver a su propia hija recibiéndolo en casa luego de un arduo día de trabajo. Reiju era la viva imagen de Sora, el tesoro viviente que su hija le había dejado para recordarle que nunca estaría solo.

 

–¡Qué alegría que hayas podido llegar! – Susurro Reiju con una sonrisa mientras los ya cansados brazos de Zeff la presionaban lo más posible a su cuerpo. Si la soltaba aunque sea un poco, ella se rompería en pedazos frente a él. – Sabia que vendrías a despedirte, abuelo.

 

Yonji maldijo para sus adentros al ver la llegada del viejo, levantándose del sofá con cierto aire temeroso para ir a su encuentro mientras Pudding comentaba de lejos sobre lo tierno que se veía su abuelo junto a Rei.

 

Si, tierno no era una palabra que definiera al viejo Redleg exactamente.

 

–Oh, Carajo. – Gruño el peliazul por lo bajo. Se alegro de ver a Zeff unos instantes, pero ahora que lo pensaba más detenidamente, estaban en graves problemas. En especial cierto pelirrojo.

 

¡Ichiji más te vale esconderte! Estoy seguro de que Zeff trajo consigo el mismo fusil que uso para matar nazis en la segunda guerra mundial.

 

Cuando Yonji estuvo a unos pasos de aquel eterno abrazo entre Zeff y Rei raspo un poco su garganta para llamar la atención del viejo. Pudo ver que Zeff le susurraba unas cuantas palabras a Rei. Preguntándole como había estado o que cosas había hecho. Mimándola y acariciando su calva cabeza. Ella simplemente asentía con sus brillantes ojos encendidos. Relatándole fugazmente todo lo que hicieron ese día.

 

Diciéndole lo feliz que se sentía.

 

Cuando Zeff poso su mirada en su nieto menor, Yonji sintió un extraño pinchazo en la espalda.– H-Hola abuelo, ¿Qué cuen– Pero no pudo decir más cuando Zeff también lo tomo entre sus brazos.

 

–Nunca me vuelvas a dar otro susto igual, niño tonto. – Murmuro mientras Yonji sentía las pobres articulaciones del mayor temblando del miedo.

 

Sus dos nietos la habían visto de cerca, pero encontraron la manera de regresar a su lado.

 

Desgraciadamente su mirada cambio completamente al sentir una sombra a su lado. A pesar de aun estar unido a Reiju y Yonji, pudo ver la figura de Ichiji apoyada en el marco de la cocina. Su nieto mayor se veía diferente, como si hubiera regresado de alguna especie de conflicto bélico, pero aun así, ambos pudieron leer perfectamente la mirada del otro.

 

Necesitaban hablar.

 

Zeff soltó con cierta reticencia a sus dos nietos y sin necesidad de palabras se dirigió al segundo piso de su casa, seguido por Ichiji de cerca. En el camino saludo a Niji con la mirada, también hizo lo mismo con las amigas de Sanji. Quizás no era la acción más educada, pero su conversación con Ichiji ya no podía esperar más.

 

Sanji vio la imagen de Ichiji y su abuelo perderse tras la puerta de la alcoba del mayor. Les tomaría un buen rato salir de allí.

 

–¿Por qué Ichiji y el abuelo se fueron? – Pregunto Reiju con cierta confusión.

 

Sanji suspiro pesadamente – Hay cosas que tienen que aclarar en privado, princesa.

 

–Son conversaciones de viejos, mocosa. – Aclaro Niji. – A pesar de que Ichi aparente veinticuatro posee la agónica edad de un anciano de ochenta años. Zeff y el harán su propia fiesta en la habitación.

 

Si, una fiesta con golpes y amenazas de muerte.

 

………………………………………………………

Ya había un par de docenas de botellas vacías en la mesa para cuando la tarde llego. Las risas de los presentes sumados al divertido ambiente que los rodeaba no hacía más que animar al ocaso.

–…Y entonces el tarado de Zoro dijo: “Descuida, Marco, ¡Shanks no se dará cuenta! Él nunca revisa los barriles que guarda. Una vez que los contabiliza, los deja añejando hasta casi olvidar que existen” – Explico efusivamente un alcoholizado rubio.

–¿¡Que iba saber yo que si lo hacía!? – Se defendió el peliverde en las mismas condiciones en las que Marco se hallaba.

–¡Esto es para no creérselo! ¿En verdad fueron tan inocentes o solo muy imbéciles como para tratar de robarle algo alcohol a tu viejo? – Thatch no podía contener sus risas, incluso se atrevía a decir que estaba dañando su caja torácica.

Los desaforados asentimientos de ambos hicieron estallar aún más a Thatch y al viejo Barbablanca.

–¡Gurarara! Recuerdo ese día. Ese escandaloso niño pelirrojo me llamo extremadamente enojado. Nunca lo había visto así de molesto en todos los años que llevaba de conocerlo hasta ese momento. Gurarara – Conocía a Shanks desde hacía mucho, al ser el pupilo de Roger siempre iba de acá para allá con él. Coincidieron en infinidad de ocasiones hasta que el pelirrojo decidió dejar el ala de su amigo y aventurarse a abrir su propio imperio. – Menciono muy ligeramente que Marco y tu habían robado su mercancía, parecía no importarle tanto ese detalle. Lo que realmente lo volvió loco fue que ustedes dos – Señalando a Marco y Zoro –, par de buscapleitos, terminaran completamente ebrios en el jardín de su casa teniendo solo doce años.

La euforia – provocada en parte por el alcohol – hizo que sus carcajadas aumentaran en muchas notas los decibeles de todos los presentes.

–Des…Desde ese día sabias que Marco sería un alcohólico en potencia ¿No, padre? – Pregunto Thatch con una sonrisa. – ¡Dinos la verdad!

–¡Imbécil! El que necesita un trasplante de hígado eres tú, no yo. – Se defendió de los ataques de su hermano.

–No, no, ¡Ese es Zoro! – Aseguro el castaño señalando acusatoriamente al peliverde que no fue capaz de terminar su onceavo vaso al ser invadido por un ataque de risa que lo hizo escupir la espuma de la cerveza sobre la mesa.

–¡Hijo de puta!

–¡Hey! Su madre no tiene la culpa de que el haya salido así. – Defendió el patriarca Newgate.

–Ya dinos la verdad, ¿Cuál es tu hijo favorito, viejo? – Lo acorralo Zoro. A pesar de que Edward Newgate fuera uno de los hombres más respetados y temidos de Inglaterra, en la intimidad de su hogar era alguien extremadamente tolerante, ameno y divertido. Que recibía a todos los amigos de sus hijos como si fueran los suyos propios. Desde el principio su relación con el padre de su mejor amigo había sido excelente.

–Veamos… – Suspiro largamente para seguidamente dar un prolongado sorbo de cerveza. – Supongo que es el que siempre ha estado allí sin importar que. El que nunca me causo problemas, y escucho todos los consejos que le di... – Comentaba a la par que un alcoholizado Marco se golpeaba el pecho orgullosamente mientras Thatch le mostraba el dedo medio al rubio.

–N-No tienes que d-decir más… – Rogo Marco totalmente compungido. – Tu t-también eres el mejor padre que pude haber–

–Izo, sin dudarlo.

 Esa simple afirmación sumado a la desencajada expresión del rubio no hizo otra cosa que desatar las burlas de Thatch y Zoro.

–¡Te la metió entera, Marco! – Grito Thatch a todo pulmón mientras Zoro no paraba de golpear la mesa hasta casi romperla.

–¡Zoro! Sabias que mi padre diría eso, lo coaccionaste adrede. – Alego furioso el rubio – ¡Largo de mi casa, pedazo de…!

–Marco, esta es mi casa, y él se queda. – Defendió el mayor con una sonrisa. Sabía que su hijo no hablaba enserio, pero igualmente le gustaba exponerse como figura de autoridad de vez en cuando.

No esperaba recibir la visita de Zoro. Marco no le había mencionado nada de su regreso a Londres, pero estaba feliz de verlo. Habían compartido una charla muy agradable sin hondar en todos los problemas que, el sabia, envolvían al peliverde. Sabía que esto había sido un respiro de aire fresco, en el tortuoso y largo proceso de Zoro hasta que finalmente lograse desinfectar la profunda herida que cargaba.

Ver a Marco y Zoro actuar como si todo no hubiera sido más que una simple pesadilla lo reconfortaba en demasía. La esencia del muchacho no había cambiado, seguía siendo ese mismo chico simple de mirada molesta y de voluntad inquebrantable que se permitía reír en los momentos menos esperados junto a Marco.

–Bueno, fue una velada irrepetible – Relato el mayor poniéndose de pie con esfuerzo. – pero creo que ya fue suficiente. ¡Thatch! Deja esa botella en paz, ya esa vacía. – Comento mientras el castaño lamia de forma patética el pico de una cerveza.

–Es-Está bien, padre – A duras penas el castaño logro reponerse para poner un pie sobre el otro –E-Es hora de ir a t-trabajar… – Su mente le decía que tenía algo muy importante que hacer hoy en el restaurante, pero el nivel de alcohol en su cerebro le impedía recordar exactamente lo que era.

–¡Thatch, ve a dormir! No iras en ese estado tan deplorable. – Ordeno el mayor mientras se retiraba. – ¡Y ustedes dos! – Refiriéndose a su hijo y Zoro – No hagan me que arrepienta de dejarlos solos.

Fue necesario que Oars fuera a ayudar a Thatch para que pudiera llegar hasta su habitación, pero lamentablemente solo pudo llegar hasta el estudio de su padre y caer rendido en la alfombra.

Tuvieron que pasar unos cuantos minutos hasta asegurarse de que no hubiese nadie cerca. Necesitaba estar a solas con Zoro para lo que vendría – ¿Qué tanta sangre queda en tu alcohol? – Pregunto en un ingenioso juego de palabras con voz rasposa.

Zoro soltó un lacerante quejido mientras se estiraba – La suficiente para escuchar tu reclamo por no haber avisado que vendría, pero descuida, no estoy trabajando si ese es tu temor. No me mandaron a investigar las adquisiciones hostiles de tu padre, ni los extraños movimientos en las cuentas de Thatch en Islas Caimán. – Enfatizo rascándose la nariz. Estaba ebrio, pero no lo suficiente como para perder la razón. No por nada él y Marco empezaron a consumir alcohol desde los doce – Aunque quizás la Interpol ponga a alguien a cargo de eso más adelante.

–¡Mi padre no compra acciones en bolsa desde hace más de diez años y Thatch no posee cuentas en Islas Caimán, Imbécil! – Expuso furioso solo para ver la sonrisa altanera de Zoro.

–Cierto, lo olvide – Menciono abriendo la última botella de cerveza con los dientes – Y te diría que es muy contraproducente para tu organismo que te pongas a consumir cantidades infartantes de alcohol luego de una cirugía, pero eres el único Newgate al que no me importa lo que le pase, así que haz lo que se te antoje. – Termino de llenar ambos vasos altos, viendo como la espuma blanca de la cebada empezaba a rebasar a través de los bordes.

–Claro, gracias por tu preocupación. No sé qué haría sin ti. – Asevero sarcásticamente mientras tomaba el vaso que Zoro le ponía en frente. – ¿Y qué tal tus primeros días en la nueva sede de la Interpol?

–Me habían dicho que Greenbull era un idiota, – Recordó mientras tronaba las articulaciones de su cuello. – y tenían razón. Aún no me acostumbro del todo a esto de bañarme seguido y dormir en una cama caliente, ¿Pero quién podría luego de vivir en una jodida selva rodeado por narcotraficantes con sombrero?  – Comento con aire molesto. Echaba de menos la adrenalina de vivir al día a día, pero una vez que consiguió lo que necesitaba, ya no había sentido en permanecer en México por más tiempo. – Además, Tashi no para de bombardearme con casos de oficina cada vez que desobedezco sus órdenes. Cree que castigándome con no dejarme salir hará que aprenda la lección.

–Mmm… – Medito en voz alta – Que tu ex sea también tu jefa no te ubica en la mejor posición que digamos. No sería lo más inteligente de tu parte ponerla en tu contra. Aunque si lo colocamos en una balanza, su peso seria inexistente en comparación a lo que hay del otro lado.

Bostezo escandalosamente sin preocuparse por sus modales ante el entreverado discurso de Marco. Quizás tenía razón, pero en algo se equivocaba, Tashi y el nunca tuvieron nada serio.

–Compre una casa. – Comento desganado.

Marco permaneció en silencio por unos segundos, observando la impenetrable mirada de su amigo.

–¿Felicidades? – El rubio alzo una ceja viéndolo incrédulo para luego suspirar cansando. – Sabes Zoro, normalmente las personas tienden a alegrarse por esa clase de acontecimientos, pero como se trata de ti, tomare la noticia con tu mismo entusiasmo. – Recalco para seguidamente sentir como el sabor a trigo fermentado bañaba sus labios – Espero que esto signifique lo que creo, y te quedes aquí.

Zoro se recostó sobre el asiento donde estaba, colocando ambas manos detrás de su cabeza. Perdiendo su mirada en la oscura noche del cielo inglés, aún era temprano pero en esa ciudad solía oscurecer a esas horas. – La última vez que nos vimos fue en este mismo lugar…

La mirada de Marco se estancó en la mesa, viendo los pliegues de la madera. – ¿Cómo olvidarlo? Te invite un par de cervezas y disfrutamos juntos de la última gota de la dulce vida que no sabíamos que teníamos. Luego Robin te llamo y todo se fue al traste. Fuiste a darle el alcance al hospital y no supe más de ti…

–Esta vez será diferente – Reconoció luego de un corto silencio, estaba completamente convencido. Era hora de ponerle un fin a todo. Cerrar la página, y empezar de cero, pero para lograrlo tenía que cumplir con algo antes. – Esta aquí en Londres, no tengo dudas.

La mirada de Marco se acentuó en gran medida, compartiendo el mismo sentimiento que rodeaba a Zoro. – ¿Estas completamente seguro? – Por su mente paso la petición de Robin, pero sabía que aún no era momento para tocar ese tema con el peliverde.

Al ver el asentimiento de Zoro una sincera sonrisa se formó en su rostro. Alzo su vaso, cómplice. – Entonces brindemos porque que esta sea la última vez que tengas que irte, amigo mío.

El choque de ambos cristales entre las sombras de la noche despedía un aroma de conciliación.

Finalmente la redención estaba a su alcance.

Soltaron un quejido de complacencia al unisonó. Los vasos se hallaban vacíos y la misma botella tirada a un lado de ellos.

–Se termino el alcohol – Señalo el rubio con una falsa tristeza – ¿Le volvemos a robar otro barril a Shanks? – Cuestiono divertido ante la pesada mirada de Zoro.

–Podrás ser muy inteligente para los negocios, pero eres un idiota de primera si de comedia se trata, Marco. – Señalo.

–Tenía que intentarlo. – Admitió sin pena.

–Tengo una mejor idea – Zoro se levantó sin problemas de la silla, caminando perfectamente a pesar de haber superado hace mucho el dosímetro de alcohol permitido. – Sígueme, piña con patas.

 –¿A dónde vas?

–¿Sabías que nunca me deshice del Dodge? – Lo vio con una sonrisa de medio lado.

–Me estas jodiendo. – De inmediato Marco se puso de pie y siguió al peliverde.

………………………………………………………

Ichiji podía sentir la lacerante mirada de Zeff sobre sí. Hacia varios minutos le había terminado de relatar todos los sucesos que ocurrieron durante la operación de Yonji y la fuerte recaída de Reiju. Durante todo el relato, su abuelo no había transmutado su expresión. Seguía igual de serio e insatisfecho por sus explicaciones.

Como si supiera que le estaba ocultado algo más…

–Si solo vas a estar allí sentado sin decir ni una palabra entonces dímelo y me iré. No tengo tiempo, ni ganas, de soportar esa ridícula expresión tuya. Ya te dije todo lo que paso, hice lo necesario para proteger a mi familia, y eso, aunque no lo creas, te incluye. Lamento si te molesto que te ocultara la situación en la que se encontraran Reiju y Yonji, pero lo hecho, hecho esta.

Zeff suspiro pesadamente, soltando todo el aire que llevaba contenido en sus pulmones.

–Tu madre y tú se parecen bastante… – Reconoció triste sorprendiendo a Ichiji en el proceso – Ella ni siquiera me comento que estaba enferma durante las miles de llamadas que tuvimos cuando ella estaba embarazada, jamás lo hizo. Incluso me prometió que cuando naciera Reiju vendría a Londres a para que yo la conociera. ¿Sabes cuándo se dio esa conversación?  – Rio sin gracia – Un mes antes de que diera a luz…

Jamás entendió porque su hija nunca le revelo que estaba muriendo. Sora siempre se escuchaba alegre y encantada con su embarazo cada vez que hablaban. Le comentaba feliz de todos los planes que tendría para Reiju, y lo mucho que la ilusionaba tener una hija.

¿Por qué nunca le confió a él, su padre, todo lo que estaba sufriendo?

Su hija, su amada hija. Si cerraba los ojos aun podía recordar la última vez que la abrazo. Fue un mes antes de que saliera encinta de Reiju, la última vez que piso Londres.

Porque ella sabía que si te lo decía no hubieras podido soportarlo, abuelo. Pensó el pelirrojo, pero estaba de más decirlo.

Aun en su lecho de muerte, estando a unos minutos de entrar en un sueño eterno, y con miles de cables atados a ella, Sora jamás lo olvido. El la vio llorar lagrimas amargas al pensar en todo el daño que ocasionaría en Zeff.

–Pero hay una gran diferencia entre ella y tu – Exclamo acido el mayor – Nunca pude sentir miedo en la voz de Sora y fue por eso que jamás se me cruzo por la cabeza que ella estuviera en estado terminal. Incluso era como si aceptara feliz el dar su vida por Reiju, pero tu… – Su voz se trastorno. – Al verte a ti, veo a un hombre que está siendo consumido por un peso muy grande, y que te lastima cargarlo solo.

Presiono con fuerza sus nudillos, no quería que Zeff viera que estaba empezando a temblar. 

–A Reiju le quedan seis semanas de vida ¿Esperas que este contento?

–No Ichiji, sé que no es eso. – Afirmo Zeff mientras mantenía la mirada fija en su nieto mayor. – Se que está de más decirlo, pero no me importa el tener que preguntarlo nuevamente ¿Está todo bien? 

Su silencio fue la única respuesta que recibió el mayor, no estaba dispuesto a decir ni una palabra más.

Deja de intentar meterte en mi cabeza Zeff, no te gustara saber lo que vas a encontrar.

………………………………………………………

–Entonces, si tuvieras que escoger tu mejor momento como modelo ¿Seria cuando posaste con el Swarovski outfit en el Victoria's Secret Fashion Show? – Cuestiono Nami afilando su gatuna mirada hacia Pudding.

 

–Bueno… – La castaña pareció pensativa ante la mirada de todos los presentes. – Hasta el momento supongo que sí. – Tenia descinueve años la primera vez que participo en un Fashion Show, pero más allá de posar con uno de los trajes que mayor expectativa causaban en los medios, o su sueño de volverse un ángel de Victoria's Secret. Fue el hecho de que toda su familia viajara a Paris solo para verla modelar.

 

–¿Y cómo es compartir Back Stage con las Hadid o Kendall Jenner? Digo, ¿Es cierto que todas van corriendo de un lugar a otro las tetas al aire, o qué? – Si bien Niji no era un fanático acérrimo de la moda, si había visto un par de pasarelas de Victoria's Secret, porque bueno ¡Las modelos estaban buenas!

 

Hizo una mueca al recordar cierta anécdota en sus primeros años en el mundo del modelaje. –¿Cómo te explico que no son las personas más agradables del mundo?

 

–¿Son unas perras?

 

–Total y absolutamente. – Había tenido el desagrado de trabajar en conjunto con Kendall y Bella para una campaña de Tommy Hilfiger, y le resultaron seres realmente desagradables.

 

–¡Niji, modula tu lenguaje frente a Reiju!

 

–¡Cállate Sanji! No es como si fuera la primera vez que me escucha decir eso. Mientras la mocosa no lo repita todo bien.

 

–Pero eso último que mencionas también es verdad, apenas termina una pasarela tenemos que volar a los camerinos para cambiarnos de traje en menos de tres minutos. Es una locura.

 

Mientras tanto, Yonji, – Quien estaba buscando en Youtube el video de Pudding en su primera pasarela en Victorias Secret, casi suelta un grito al ver a la persona con quien la castaña compartió el escenario mientras modelaba esa ardiente lencería cubierta de diamantes. –¡Mierda! ¿¡Conoces a Bruno Mars!? – Sin poder creérselo les mostro a todos la pantalla de su móvil. En donde se veía a Pudding y Bruno Mars bailando al ritmo de «24k Magic».

 

–Sabía que debí volverme modelo. – Reconoció Vivi.

 

–Si, bueno, no es para tanto… – Trato de restarle importancia, le apenaba mucho ver ese video porque se veía como una novata bailando al lado del cantante.

 

–Pudding, esa costumbre de minimizar todo lo que haces en muy mala – Siseo Sanji con su palma abierta sobre su barbilla – Hasta yo reconozco que mataría por bailar con el condenado de Bruno Mars. Digo ¡Es el jodido Bruno Mars!

 

–Y si pudieras escoger tu trabajo ideal ¿Cuál sería? – Pregunto Reiju con los ojos brillando, para ella, tener en frente a alguien como Pudding era realmente deslumbrante. Como estar frente a una musa griega.

 

Desde que se enfermó, ella había remplazado los vestidos y lazos de color rosa por batas de hospital y mascarillas.

 

Pudding se deleitó ante la inocente mirada de Reiju, le parecía tan tierna su pregunta. – Veamos… Supongo que sería lo que me inspiro a convertirme en modelo – y tenía muy claro cuál había sido ese momento – ¡Inaugurar la pasarela del London Fashion Week! – Afirmo emocionada – El día que lo consiga podre retirarme del modelaje sin ninguna objeción. 

 

Ella apenas tendría cinco años pero recordaba perfectamente la primera vez que asistió al LFW con su madre y hermanas. Fue la experiencia más asombrosa de su vida ver a mujeres con tanta presencia y gracia en la pasarela; Naomi, con su preciosa piel de ébano destilando seguridad, Kate con indomables mechas rubias revoloteando al compás de su centellante mirada o su favorita, Rouge, y su innata elegancia y porte al caminar.

 

Era cierto que el estigma de ser modelo se había trastocado profundamente en los últimos años. Recibiendo infinidad de críticas por vender un canon de belleza imposible de alcanzar o una imagen idealizada de lo que era la mujer, pero, esa idea utópica de salir en portadas o trabajar con diseñadores de renombre mundial jamás fue la razón por la que deseo formar parte de ese excéntrico mundo. Lo que busco en el modelaje fue la misma confianza que ella vio cuando era una niña en todas esas mujeres que posaron frente a miles de personas con una seguridad plena en sí mismas. De alguna forma convertirse en modelo le dio la fuerza y autoconfianza que jamás había sentido. 

 

La ojos de Reiju se ampliaron ante la respuesta de Pudding. –¿Qué es exactamente una Fashion Week?

 

–Es el evento más importante del rubro de la moda que se realiza en cada país. Allí se reúnen las mejores casas de modas que existen para mostrar sus más exclusivos diseños a la prensa, y a la crítica. Las más importantes se les conoce como el “Big Four” y son las pasarelas de New York, Londres, Milán y Paris. – Explico paso por paso la castaña. – He tenido la oportunidad de participar en las cuatro, pero nunca he podido abrir alguna de ellas. – Reconoció apenada. – El primer evento de modas al que asistí cuando era niña fue al London Fashion Week, por eso significaría mucho para mi poder estelarizar el mismo evento que me inspiro a convertirme en modelo en mi ciudad natal.

 

Y si bien era cierto que ya le habían ofrecido protagonizar la pasarela hace tres años. Sabía que había sido únicamente porque su madre movió sus influencias para que su hija se convirtiese la modelo británica más joven en lograr ese honor, pero ella cortésmente rechazo la propuesta.

 

Iba a conseguir su meta de la misma forma en la que había logrado convertirse en una supermodelo de talla mundial…

 

Por su propio esfuerzo.

 

–Ni siquiera te preguntare cuanto cobras por todo eso… – Pregunto sin gracia Niji.

 

Hmm… No pudo quejarme – Reconoció la castaña con una sonrisa.

 

–Valla… ¡Debe ser increíble vivir ese momento! – Reiju se sobo las manos, con cierta tristeza rozando su aura. – Dudo mucho que yo pudiera hacer lo que tú haces, Pudding…. No es belleza ni confianza lo primero que se le viene a la mente de una persona cuando me ve… – Reconoció en un suspiro.

 

Cualquiera que la viese, solo veía a una niña con cáncer.

 

– ¡Pero igualmente me gustaría mucho poder ir a verte modelar cuando logres tu sueño! – Sonrió ilusionada.

 

Algunas veces la habían llegado a confundir por un niño al verla sin cabello. Cuando se tenía una neoplasia, para lo último que uno se podía dar tiempo era para su apariencia personal. Aunque eso no quitaba que en ocasiones le doliera verse al espejo, porque ya ni siquiera podía reconocer a la persona que se mostraba frente a ella.

 

A veces sentía que el cáncer le había quitado incluso hasta su propia persona.

 

El ameno ambiente que antes se había respirado en el hogar de los Vinsmoke poco a poco se fue opacando al ver la triste mirada de Reiju. Las risas se apagaron indefinidamente. Todos allí entendían lo que estaba pasando, y en especial los hermanos. Sanji la veía con dolor; Yonji con incertidumbre, y Niji ni siquiera la veía, el simplemente maldecía con rabia encarnada a todo lo que los rodeaba. Era cierto que la enfermedad de Reiju tenía una explicación científica, estando ya probada y comprobada, pero si eso era cierto entonces, ¿Por qué a pesar de ello no era capaz de aceptar la idea de que Reiju iba a morir?

 

Simple, porque así le restregaran todos esos estudios, datos y estadísticas en la cara, para él, jamás tendrían el más puto sentido

 

–Reiju – La voz de Pudding sonó como un llamado en la oscuridad. Levantando la decaída mirada de la pequeña hacia esa luz – A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de trabajar con algunas de las personas más hermosas de todo el mundo, pero creo que ninguna es capaz de si quiera compararse con tu belleza. – Recito mientras acariciaba la mejilla de pequeña. – Tu eres la modelo a la que todos deberíamos admirar, no a mí.

 

Los labios de Reiju empezaron a temblar por aquellas palabras, siendo el brillo que adquirieron sus ojos lo más hermoso que vio la castaña en mucho tiempo.

 

–Oye Pudding, – Vivi llamo a la joven Charlotte con una sonrisa enternecida – Creo que este es el momento adecuado. – Había terminado soltando unas cuantas lagrimas al ver a Reiju así. Era como una hermanita para ella y había visto de primera mano todas las inseguridades que cargaba detrás de esa fortaleza con la que batallaba contra su enfermedad.

 

No siempre era esa niña fuerte que se mostraba frente a sus hermanos mayores.

 

–Esperen, ¿Qué están tramando? – Pregunto preocupado Yonji.

 

–¿Estas segura, amor? – Pregunto dudosa Nami ignorando la pregunta de Yonji. – Ichiji aún sigue hablando con su abuelo.

 

–¡Oigan! Ya fue suficiente con que tengamos que sumarle “Barrer el piso” a la larga lista de cosas que nos faltan por hacer antes de irnos. ¿Qué es lo que se traen? – Definió el peliazul.

 

–Descuida, Ichiji sería el primero en decir que no lo esperemos. – Afirmo segura Vivi. Se había dado cuenta que cuando se trataba de Reiju, el pelirrojo cambiaba totalmente su forma de pensar.

 

–Me hubiera gustado que estuvieran los cinco juntos, –Comento Pudding – pero si ustedes dicen que no le importara…

 

–Chicas ¿A qué se…? – Sanji ni siquiera pudo terminar de hablar cuando de la nada, Vivi se agacho frente a Reiju con una caja color rosa entre manos.

 

La niña permaneció expectante ante la repentino presente y fue entonces que Vivi se explayo– Se que está de más decirlo, pero siempre he a admirado lo valiente que eres mi pequeña Rei, – Señalo con un aura calurosa – eres una niña, pero tienes la fuerza de cien hombres juntos. – Reconoció – Se que tus hermanos y tu aún recuerdan el día que empezó a caerse tu lindo cabello rosa.

 

Reiju soltó quejido de sorpresa al recordar ese día.

 

–Tu quimio no había hecho más que empezar y las dosis que te administraban eran tan fuertes que ya nada se pudo hacer. – Muchos pensaban, si, es solo cabello, ya crecerá. Sin embargo, para las personas que padecían de cáncer, perder esa parte de su cuerpo era la primera gran batalla que tenían que afrontar. Darse de bruces contra la realidad, ser conscientes de que se encontraban muy enfermos, y que cada día a partir de ese momento sería una lucha constante por su vida.

 

– Raparte la cabeza fue una de las cosas más duras que he tenido que hacer. – Soltó compungida Vivi.

 

Sanji le había pedido que hiciera eso por ellos, porque ninguno de los cuatro serían capaces de arrebatarle a Reiju esa parte de ella. – pero tu… tu jamás soltaste una lagrima durante todo ese proceso – Recordó incrédula. Incluso ella fue incapaz de mantenerse ecuánime mientras el pavoroso sonido de la afeitadora de cabello desprendía los últimos mechones que restaban en su cabeza – Y aun así, lo más sorprende no fue eso…  – Hablo aun sin poder creerlo – Cuando termine, Sanji y los demás me pidieron que también les cortara el cabello como a ti… y tú te opusiste.

 

«–¡No quiero que tengan que sacrificar su cabello por mí! Me dolería mucho verlos perder esa parte que los hace tan… ustedes... Confíen en mí, ¡Esta es mi batalla, y yo la voy a ganar!

 

Sanji mordió con fuerza sus labios al repasar ese momento, era cierto. Yonji propuso la idea al saber que tarde o temprano Reiju terminaría completamente calva, y para que no se sintiera fuera de lugar, que los cuatro hicieran lo mismo también. El acepto la idea de inmediato, al igual que Ichiji. Niji se negó al principio, pero igualmente termino aceptando.

 

–Bueno, también lo dije porque si se cortaban el cabello, ya no podría diferenciarlos. – Comento con gracia. – Al menos a Ichi, Ni y Sanji.

 

–¿Perderían su encanto, no? – Añadió Nami, viendo la escena enternecida.

 

–¡Si! – La menor les dio la razón mientras unas cuantas risas se escapaban de ella. – Lo siento, pero es la verdad. – Admitió viendo a tres de sus hermanos.

 

–Rei… – Vivi exclamo su nombre – Quizás no tengamos la cura contra el cáncer, – Reconoció sumida en una gran tristeza. – pero si podemos darte algo para que recuerdes como eras antes de que todo esto empezara.

 

Cuando Vivi abrió la caja el rostro de Reiju se ilumino con gran sorpresa. Matizándose en un sentimiento de gran felicidad y añoranza desmedida. 

 

–Se que nunca quisiste usar una porque no querías que nadie pensara que te avergonzabas de tu enfermedad, pero esta ocasión es diferente…

 

Al momento que Reiju introdujo su mano dentro de la caja y saco una peluca de preciosos cabellos rosados – Exactos a los que ella solía tener – a Sanji, Niji y Yonji se les fue el aliento.

 

Cuando Vivi se la coloco, Reiju logro revivir una sensación que creía olvidada, tanto fue el impacto que fue inevitable que sus ojos se acumularan de lágrimas, aglomerando una infinidad de sentimientos deseosos por desbordarse a través de sus ojos.

 

Algo tan normal como acariciar su cabello y sentir las hebras deslizase sobre sus dedos se había vuelto tan foráneo para ella, y experimentar nuevamente un sentimiento perdido como ese hizo que fuera incapaz de contenerse.

 

–Cr-Creí… Creí que nunca podría volver a verlo… así de largo…– Acaricio cada palabra aun sin poder asimilar lo que estaba pasando.

 

No todas las lágrimas eran de tristeza, también se podía llorar de felicidad.

 

Niji sintió como si le estuviesen realizando un corte directo a la clavícula cuando vio a Reiju así, ¿Hacia cuanto tiempo que no la veía con su característica cabellera rosa? Esta se veía mucho más larga de lo que Reiju solía tenerlo, llegándole incluso hasta más debajo de la cadera, pero eso no significaba que se veía menos hermosa.

 

Yonji estaba seguro que de no haber experimentado en carne propia todo lo que habían vivido, al ver a Reiju incluso hubiera creído que el cáncer jamás había sido parte de sus vidas. Su nueva cabellera era un poco más ensortijada de lo que ella solía tener su cabello, pero el color y el largo eran perfectos para él. Brillando sedosamente y haciendo que recupera esa ilusión de niña que su enfermedad le había quitado a tan temprana edad.

 

Sanji ni siquiera fue capaz de decir o pensar nada, su sonrisa broto de forma natural al ver a Reiju regocijándose por algo que para muchas personas sería lo más burdo del mundo, pero que para ella guardaba un significado muy especial. Aparto su mirada por unos segundos para ver Pudding, encontrándose con la cincelada mirada de la castaña posada sobre Reiju.

 

¿Cómo fue que lo hizo?

 

–¿Reiju? – La voz de Ichiji sonó de improvisto, quedando estático en el último peldaño de la escalera, al igual que Zeff, al caer en cuenta del sorpresivo cambio de apariencia en su pequeña hermana.

 

Reiju por su parte, opto por virar su mirada hacia el mayor de los cuatrillizos. Recibiéndolo con una inusitada sonrisa que brillaba por todo lo alto – Ichi… ¿Me veo bonita? – Pregunto con un ligero carmín decorando sus mejillas.

 

Por unos cortos segundos, aquel mismo brillo que hacía a Reiju destellar con luz propia, logro contagiar a Ichiji.

 

–Tu siempre has sido hermosa, Reiju. – Aseguro con una convicción plena.

 

Con o sin cabello… eres la niña más hermosa que he visto jamás.

 

Dichas palabras provocaron que la tierna mirada de la pequeña se expandiera eternamente, Zeff quedo embelesado al ver tal acontecimiento. La vida podía ser tan cruda, como deslumbrante y duradera. 

 

Hizo bien al dejar que esos cuatro tontos criasen a Reiju…

 

El cadencioso choque de palmas de Pudding, hizo que de repente todos los presentes desviasen la mirada hacia la castaña. – Lamento interrumpir este hermoso momento, pero… – Hizo una pausa, ensanchando su sonrisa. – Aún nos queda un último regalo para ustedes. Aseguro la modelo al tomar su bolso Large Prada Diagramme y sacar de este una caja negra rectangular y muy delgada.

 

–¿No pensaban que solo Reiju se llevaría un recuerdo de Inglaterra, o sí? – Replico Nami, haciéndole una seña a Reiju y al resto de los Vinsmoke para que se acerquen.

 

Cuando Pudding abrió la caja, todos los hermanos, incluida Reiju, mostraron una expresión de sorpresa al ver cinco collares perfectamente colocados dentro de un felpudo oscuro, pero lo que los dejo sin palabras no fue eso. Sino que de cada gargantilla colgaba una minúscula piedra preciosa que a su vez estaba finamente bordeada por un marco de oro.

 

 –Al principio no estábamos tan seguras de que era lo que podíamos darles. – Comenzó a explicar Pudding – Miles de ideas absurdas pasaron por nuestra mente, desde las cosas más estúpidamente excéntricas hasta las más simples, pero, conforme pasaba el tiempo, pensé que quizás el mejor regalo que les podríamos hacer seria que cada uno de ustedes tuviera algo para recordar todos estos momentos. Que pueden haber sido muy duros o tristes, pero estoy segura de que también pasaron por muchos muy buenos, y sin importar que, se mantuvieron juntos a pesar de todo. – Recalco –. Así que terminamos decantándonos por esto – Señalo resaltando la pequeña caja que sostenía entre sus manos.

 

–¡Y de corazón espero que en verdad los usen, porque fue muy difícil obtenerlos! – Advirtió Vivi.

 

– Yonji, – Pudding nombro al menor de los cuatrillizos – la tuya es una Grandidierita, – Aclaro al mismo tiempo que el peliverde tomaba el collar – El verde me parece un color muy tierno, como tú. – Resalto con una sonrisa.

 

– Niji, contigo no nos quisimos arriesgar, además queríamos algo más romántico. – Rio divertida Vivi – Así que escogimos un Diamante azul.

 

–Solo no lo vallas a hacer nada raro con ella. – Amenazo Nami.

 

– No prometo nada. – Aseguro mientras sus dedos acariciaban la gema que iba acorde con el azul de sus cabellos. – pero descuiden que no soy Rose. La vendería antes de tirarla al mar. – Por unos segundos pensó que no eran originales, pero al notar el brillo que la gema desprendía no tuvo dudas.

 

Era un diamante cien por ciento original.

 

–Ichiji – Cuando Pudding y el pelirrojo cruzaron miradas, la castaña pudo palpar un aire diferente viniendo de él. A diferencia de Niji o Yonji, con los que ya había tenido la oportunidad de interactuar, el pelirrojo parecía ser alguien distante y reservado, pero aun así, presentía que cada vez que Ichiji la observaba, se sentía intranquilo.

 

Como si con solo verla le recordase algo que él deseaba olvidar.  

 

–Se que no hemos podido hablar mucho, pero por lo que Vivi me comento, eres la mente maestra detrás de todos ellos – Nombro señalando con la mirada al resto de los Vinsmoke – Yo también fui cridada por mis hermanos mayores – Admitió, e instantáneamente una melancólica sonrisa se apodero del rostro de la modelo – Así que entiendo que debe ser muy difícil ser tú en ocasiones. – Los tiernos recuerdos de su propia infancia la golpearon con fuerza. – Es tuyo es un Rubí, y aquí entre nos, el rojo es mi color favorito.

 

Ichiji tomo con cierta reticencia la piedra. De cierta manera apreciaba el presente, pero una parte de su cabeza no paraba de decirle; «Tú no eres un rubí, eres una espinela.» Siendo esa misma parte de su cerebro la que se moría por extirpar.

 

–Sanji – Pudding lo llamo con una sonrisa – contigo lo normal hubiera sido darte una piedra ambar o incluso de oro, pero… – Hizo una ligera pausa – Me tome la libertad de escoger algo diferente. – Hablo convencida, para que seguidamente Pudding pusiera ante los ojos del rubio un fino collar con una pequeña piedra de color negro – Se llama Serendibita, es una piedra muy rara que solo se obtiene en Sri Lanka, y la escogí porque, a pesar de que sea totalmente ónix puede mostrar hermosos matices de colores cuando es bañada por el sol, al igual que tú. – Detallo

 

Sanji la tomo con cuidado, y dando se cuenta de que las palabras de Pudding eran muy ciertas, si ponía la piedra contra cualquier fuente de luz, esta empezaba a mostrar un deslumbrante matiz amarillo sobre sí.

 

 El efecto era sin duda muy hermoso.

 

–Gracias, Pudding.

 

La castaña le devolvió la sonrisa con la misma intensidad – …Y para terminar – Se agacho hasta la altura de Reiju, para que la pequeña viese el ultimo collar que quedaba dentro de la caja. – Reiju, cariño, la tuya fue la más difícil de conseguir. – Admitió apenada, y es que no era tarea sencilla encontrar una piedra que mostrara un innegable color rosa. De no por la influencia de su apellido, jamás hubiera podido obtener tan preciado objeto a tiempo. – Esta es una…–

 

–Es una Taaffeiete – Reiju se adelantó al momento que reconoció la invaluable muestra de pedrería. Había leído sobre ella en un libro de minerales y piedras preciosas. – Pero Pudding, yo no puedo aceptar esto. – Había leído que esa piedra tenía un valor en el mercado de más de treinta mil dólares ¡Era demasiado!

 

–¡No digas tonterías, Reiju! Eso no es nada –. Reconoció Pudding haciendo a un lado la caja ya vacía y colocándole ella misma aquella deslumbrante garganteara a Reiju.

 

–¡Si les dan la vuelta a los dijes encontraran la verdadera sorpresa! – Menciono Vivi.

 

Y dicho y hecho, Niji fue el primero en reaccionar al reconocer de inmediato la fecha que estaba grabada en la parte trasera de su collar. – Es el día que dejamos Paris. – Recordaba perfectamente esa fecha, ¿Y cómo no hacerlo? Fue uno de los días más largos de su vida. 

 

Ninguno de los cinco necesito decir más. El recuerdo los golpeo directamente, junto con todo lo que desencadeno en sus vidas.

 

–Pedí que la enmarcaran porque fue la fecha que lo inicio todo. – Reconoció Vivi. – No quiero que piensen en ese día como un recuerdo triste, sino todo lo contrario. Fue el día en el que finalmente pudieron ser libres, y eso es algo que ni el tiempo, ni su padre y ni siquiera el cáncer les podrá quitar nuevamente. Así que… ya no tienen por qué cargar con ninguna de esas cosas nunca más. Solo váyanse tranquilos y sean felices, ¿Sí? Porque estoy segura de que su madre no hubiera querido otra cosa que esa.

 

Unicamente ellos cinco, Vivi y Zeff entendieron el profundo significado detrás de esas palabras.

 

–Vivi…– Sanji estaba a punto de hablar pero inesperadamente fue interrumpido por la persona menos pensada.

 

–Yo quisiera decir algo… – Insistió Reiju, al jalar la manga de la camisa negra de Sanji – Y-Yo… Yo entiendo porque nos estamos yendo a Rusia – Menciono con un hilo de voz, haciendo que esas simples palabras lograran llenar de pavor a los cuatro mayores.

 

– Ustedes cuatro han hecho tanto por mi – Se abrazo a si misma al recordar cada uno de los sacrificios que sus hermanos – Ichiji, cuando volvías a casa luego de un largo día de trabajo, te quedabas despierto toda la noche cuidando de mi luego de mis secciones de quimio. Desde que llegamos aquí, te has vuelto un maniático en toda regla preocupándote por pagar mi tratamiento y las cuentas que no paraban de llegar, pero aun así, siempre te dabas un tiempo para que ambos leyéramos un libro juntos. – Recordó mientras veía a Ichiji con una sonrisa. – Niji, tú siempre has cuidado de mí. – Señalo, reviviendo todos esos momentos en donde el peliazul y ella pasaban horas de horas viendo películas, jugando cartas, escuchando música, hablando de cualquier tema en específico y hasta incluso rompiendo su dieta para comer pizza a escondidas del resto de sus hermanos. –Hemos compartido muchas cosas juntos, pero también siento que yo te he quitado tanto... Sino tuvieras que cuidarme todo el tiempo fácilmente ya hubieras terminado la universidad. Sanji, tú siempre has sido tan lindo y cariñoso conmigo. Cuando estoy contigo, me haces sentir tan especial… como si no tuviera cáncer. – Imagino, mientras veía hacia el piso con una triste sonrisa – Yonji, y-yo sé que todos esos golpes con los que volvías a casa eran por mi… – Un día por accidente encontró todo el dinero que el peliverde distraídamente guardaba en su gaveta. – P-Por mi culpa casi mueres. – Sollozo recordando el trágico momento en el que encontró a Yonji desplomado en piso – Ustedes han sido tan buenos conmigo… ¡Y lamento tanto que no pueda devolverles ni siquiera una parte de todo lo que dieron por mí! – Admitió dolida – Se que no que queda mucho tiempo…

 

Ella pronto tendría que partir también, pero a diferencia de todas las veces anteriores, sus hermanos ya no podrían ir con ella.

 

–Y que hagan este último esfuerzo por mí es… es mucho más de lo que yo jamás hubiera podido pedir… – Coloco ambas manos en su delgado pecho al pensar en lo difícil que habrá sido para ellos aceptar la idea de que muy pronto ya no estaría allí. –Quiero darles las gracias… P-Por amarme a pesar de todo lo que yo les he quitado…

 

Ver a Reiju llorar de forma tan desconsolada era una imagen que fácilmente logro abatir, no solo a los cuatrillizos, sino a todos los presentes en aquel desgarrador acto, era como ver a un ángel a punto de perder sus alas.

 

–Por eso...– Sus ojos brillaron con una última aura de añoranza – Por eso quiero decirles que cuando me encuentre con mamá… – Sus lágrimas fluyeron con gran pesar al saber que muy pronto dejaría a sus hermanos, pero por con halo de esperanza al comprender que finalmente conocería a su amada madre. La mujer que la amo incondicionalmente incluso sin conocerla. – L-Le diré todo lo que h-hicieron por mi… ¡Y sé que ella se pondrá muy contenta!

 

Ya no fue capaz de continuar al sentir los fuertes brazos de Yonji tomándola con fuerza. Era tan injusto que no les quedara más tiempo, pensó el peliverde mientras sus lágrimas caían sobre la cabeza de Reiju.

 

La niña levanto la mirada al sentir la mano de Niji sobre ella. – Mocosa estúpida… – Arrastro sus palabras amargamente – Tu no nos quitaste nada… – De hecho… nos diste todo… Recapacito, e incluso cuando trato de morderse los labios fue incapaz de contener el pesar que cargaban las palabras de Reiju.

 

La mirada de Reiju se transformó al ver a Niji soltar una ligera lagrima… era la primera vez que lo veía llorar.

 

–Reiju… – Al escuchar la voz de Sanji, la pequeña giro su mirada hacia el rubio, se encontraba en las mismas condiciones que ella, pero con una tierna sonrisa sobre sus labios – Eres lo mejor que pudimos tener, mi princesa, y con o sin cáncer, somos increíblemente afortunados por tenerte. – Su madre tenía razón, ella era lo mejor que les había pasado.

 

Y lo que realmente necesitaban.

 

Fue inevitable que Reiju buscara el calor del pelirrojo, pero cuando su mirada se topó con Ichiji, una amarga realidad la golpeo. El pelirrojo se encontraba arrodillado frente a ella, cubriendo su azul mirada con una mano – Como si estuviera avergonzado de que el la viese – Temblando sin control al enfrentarse ante la más cruda de las verdades.

 

Al instante se soltó del agarre de Yonji, solo para ir hacia el mayor de sus hermanos y tomarlo entre sus delgados brazos. Al hacerlo, Ichiji ya no pudo soportarlo más. Tomando a Reiju con una intensidad que pensó, podría llegar a asustarla, pero que ni siquiera logro inmutarla.

 

Todo lo que hizo… Todos los esfuerzos que entrego no sirvieron para nada…

 

Perdió inútilmente todo el tiempo que pudo haber disfrutado junto a Reiju.

 

–Perdóname tu, Reiju… ¡Perdóname por no haber hecho más por ti…! – A ese punto ya ni siquiera le importaba que lo viesen llorar.

 

–Ya, ya, No hay nada que perdonar Ichi, tú siempre serás el mejor. – Aseguro, acariciando el sedoso cabello escarlata de Ichiji con una sonrisa. Siendo ella la que ahora consolaba al que en su momento fue el hermano más fuerte. Ichiji, ya no tenía por qué soportar ese peso nunca más.

 

No fueron necesarias las palabras cuando Niji, Sanji y Yonji llegaron con ellos. Cuando Reiju sintió el calor de sus cuatro hermanos, supo que finalmente podría irse tranquila. Los cinco resumieron en un gesto todo el cumulo de sentimientos, decepciones, tristezas y alegrías que cargaban.

 

–Si pudiera volver a vivir, los escogía a ustedes cuatro como mis hermanos sin importar que...

 

Nadie se atrevió a interrumpir ese momento, ni Pudding, ni Nami o Vivi, que no podían hacer otra cosa que ver aquella tierna escena – Tan foránea de lo que eran esos cuatro chicos. Sacando a flote toda la vulnerabilidad que cargaban en lo más hondo de ellos, solo por Reiju – a cantaros de lágrimas, ni siquiera Zeff, que se había tomado su tiempo, para llorar en silencio la suerte de todos sus nietos.

..................................

–¡No puedo creer que tu abuelo haya conservado esto! – Enfatizo un emocionado Marco mientras se subía al copiloto del Dodge Challenger SRT8 negro de Zoro.

Zoro rio con el mismo sentimiento a flor de piel.

Antes de irse de Londres, le pidió a su abuelo que cuidara de él, y como ya le había devuelto su Bentley a Shanks, supo que ya era tiempo de recuperar a su primer gran amor, por eso quería que Marco lo acompañase hasta Croydon. Ese auto tenía un valor sentimental muy grande para ambos, ya que había sido el primer auto del peliverde y en esa misma maquina Marco había perdido la virginidad cuando tenía quince con Zala, su entrenadora de tenis.

Si, en esos mismos asientos de cuero habían vivido mil y un estupideces.

–Marco – Lo vio serio. – Mañana es mi día libre – Apenas el rubio recepciono esa noticia, no necesito saber más.

–¿Y que estas esperando para encender el auto? ¡Tenemos que volver a Londres!

Puso el auto en primera y salieron disparados de la casa de su abuelo. Ya le había pedido a Shakki que le agradezca de antemano por el favor cuando volviera del bar. Al encender la radio, la tonada de «Highway to Hell», hizo que Zoro acelerara hasta los ciento cincuenta kilómetros por hora.

De cierta forma, esa noche él y Marco se irían al mismísimo infierno, recordarían viejos tiempos a su propia manera. 

–Brian Jhonson fue lo mejor que le pudo pasar a AC/DC – Reconoció Marco.

–Su único defecto es ser Newcastle. – Lamento el peliverde – Pero nadie es perfecto.  

..................................

Estaba en la barra de la cocina lavando algunos de las copas que habían usado, no quería dejarlas para después y que luego se olvidara completamente de ellas. A lo lejos podía ver a Reiju sentada sobre las piernas de Ichiji, riendo de algo que Vivi estaba diciendo. Se encontraba tranquilo consigo mismo. Ella se veía muy feliz, y no necesitaba de nada más mientras su princesa se mantuviera así.

Cuando Pudding trajo consigo un par de vasos y los coloco en el lavadero, ella y Sanji se encontraron a sí mismos sonriéndole el uno al otro.

–Pudding tu…– Había conocido a muchas personas en su vida, pero nunca a nadie como la castaña. Ni siquiera eran amigos por tanto tiempo, ¡Ella no le debía nada! Incluso se atrevía a decir que era todo lo contrario, Pudding sin pensarlo le había dado presentes excesivamente costosos como aquel smoking para la Gala e incluso se ofreció a pagar el tratamiento de Reiju en su momento y no contenta con eso, aun así fue capaz de armar todo esto solo para él y su familia.

 

Era innegable que había vivido y tratado con gente de la peor calaña a lo largo de todo este tiempo, pero no todo había sido tan malo, y Pudding claramente entraba dentro de eso pequeño espacio atemporal de personas que jamás espero conocer.

 

–No tienes que decir nada. – Le comento en un leve murmullo. – Fuiste tú quien me tendió la mano primero. Esto no es nada en comparación con lo que tu hiciste esa noche por mí, Sanji. – La brillante sonrisa de la castaña conecto con la suya.

 

Estaba a punto de preguntarle a Pudding porque una chica como ella estaba tirada por un basurero de Soho cuando se conocieron, pero antes de poder hablar, la voz de la castaña volvió a imponerse.

 

–Y si realmente quieres agradecerle a alguien, que sea a Perona. – Aseguro la joven Charlotte mientras tomaba impulso de la barra y se sentaba sobre el mármol para mecer sus pies en el aire.

 

El rubio pensó por unos cortos segundos las palabras de Pudding hasta que la imagen de la hermana de Zoro y la amiga de la infancia de la castaña llego a su cabeza. No entendió a lo que se refería hasta que esta le señalo con la mirada hacia Reiju.

 

–Oh… No puede ser.

 

Pudding asintió con una sonrisa – Al principio me dio mucha vergüenza pedírselo, pero era única persona que conocía con el mismo tono de cabello de Reiju. Sorprendentemente, cuando la invite a mi casa para comentarle la idea, ella acepto encantada casi de inmediato.

 

Y no solo eso, luego de que su amiga le conto que había tenido que irse de la casa de sus padres por ciertos problemas entre ellos, ni siquiera lo pensó dos veces cuando le ofreció quedarse en su departamento todo el tiempo que quisiera. Ella ni siquiera pasaba mucho tiempo allí cuando iba de visita a Londres. Normalmente dividía su tiempo entre su apartamento y Charlotte Château. Así que por todo el mantenimiento que pagaba, no estaría mal que Perona viviera allí una temporada. – De hecho, ella también nos estuvo ayudando con la decoración y demás, pero tuvo que irse unas horas antes de que llegaran porque tenía que rendir su examen de Politometria.

 

–¿Politomi… que? – ¿Eso si quiera era una palabra?

 

–Perona estudia ciencias políticas en Cambridge. – Aclaro.  – Uno de sus padres es miembro de la Cámara de Lores, cuando él se retire del puesto, Perona tomara su lugar. – No sabía si era para bien o para mal, pero en muchos aspectos su país seguía siendo muy tradicional y conservador.

 

Valla, nunca pensó que esa chica que le propino una tremenda bofetada a Zoro estaría metida en la política. –Pero, espera un momento ¿Y qué hay de Zoro?

 

–¿Su hermano? – Repregunto sin mucho interés. – No estoy muy enterada, pero aparentemente tuvo ciertos problemas con su padre, y este término desheredándolo. – Ciertamente Perona le había contado mucho más, pero no considero correcto hablar de temas tan personales de la familia de su amiga con Sanji.

 

Sanji afilo la mirada ante las palabras de Pudding, le parecía extraño oír eso, ya que cuando Zoro le practico de su familia lo había hecho con mucho cariño, incluso con ese extraño recuerdo de la espada de madera rota y demás. Lo que le hacía pensar,

 

 ¿Y si Robin había tenido algo que ver con la decisión de su padre?

 

–¡Oh, por favor! ¡No sean así! Cuando estén en Moscú no pueden desaprovechar la oportunidad de hacer ese baile tan divertido que hacen todos los rusos con los pies. – Acoto Nami con gracia. – ¿Tu que dices, Rei? Se verían muy gracioso, ¿no?

 

–¡Cierto! Se verían geniales – Argumento Reiju mientras le brillaban los ojos.

 

–¡No coacciones a mi hermana! – Exclamo Ichiji – Además, ese “bailen tan divertido” llama «Chechotka» y es la danza tradicional de–

 

–Ichiji, a nadie le importa. – Lo callo Niji. – Aunque quizá yo si lo intente luego de unas cuantas botella de Vodka. Esos jodidos rusos desafían a la gravedad, ¡Finalmente descubriremos como lo hacen! Vivi, ¿Estas segura que no quieres venir con nosotros, preciosa?

 

–Niji, entiende, no pasara. – Le explico tranquilamente mientras negaba con la cabeza.

 

–Yo me sigo preguntando como diablos le vamos a hacer para comunicarnos. – Dijo Yonji, sentado en el piso y apoyando su espalda contra uno de los sofás – Los rusos odian hablar en otra lengua que no sea la suya, y que yo sepa ninguno de ustedes habla ruso.

 

–Descuida, para eso está Rei, – Aseguro Niji – Nadie puede decirle que no a las niñas con… ¡Auch! – Ichiji lo pateo fuertemente antes de que dijera alguna estupidez.

 

–Novatos, ¡En mis tiempos esos comunistas tenían miedo de hablar con nosotros!

–Abuelo, tranquilo. – Pidió Niji mientras se sobaba la espalda con el único brazo que tenía disponible. – La toma de Berlín ya termino. ¡Ganamos! Estas en casa y Hitler muerto, o al menos eso es lo que nos hacen creer.

–Niñato estúpido.

Las risas colectivas no se hicieron esperar con el singular apodo, ¿Si Niji realmente era estúpido? Era una pregunta que difícilmente tendría una respuesta.

Ichiji estaba disfrutando de un momento muy ameno y tranquilo, algo extraño en él, pero aun así le agradaba. De repente un vaso color rosa pálido se posó frente a sus ojos. Al ver a Reiju supo exactamente lo que quería.

–¿Mas agua?

–Si, por favor.

Se levanto tranquilamente del sofá mientras Reiju entrelazaba su mano con la suya y dejaban al resto riendo en la sala de star, pero antes de entrar en la cocina pudo escuchar un extracto de la conversación entre Pudding y Sanji que lo dejo muy pensativo.

–…Sabes, Sanji. Cuando veo a tu familia me recuerda un poco a la mía – La voz de Pudding se tornó irreal – No sé si alguna vez te hable de mi madre, pero ella es una mujer muy… difícil. – Era la mejor forma que encontraba para describirla. – Digo, la amo por ser mi madre, pero ella prácticamente no nos crio ni a mí ni a mis hermanos. Paraba ocupada yendo a fiestas y haciendo crecer el negocio familiar más que ninguna otra cosa. Según ella, lo hacía para que ni nosotros ni nuestros hijos tuvieran que preocuparse por nada en un futuro. – Pero ella sabía que eso no era cierto, esa solo era la escusa que le daba Smoothie durante todos los años que su madre se ausentaba en sus cumpleaños, y lo hacía porque simplemente no se acordaba, o de plano, no le importaba. – pero creo que es ahí donde te das cuenta de quienes son tu verdadera familia.

Sus ojos brillaron al recordar su tierna infancia al lado de sus hermanos. Smoothie colocándole un sombrero de cumpleaños a media noche en su cama mientras la besaba en la mejilla, Katakuri sosteniendo un pastel con diez velas que brillaban cual fuegos artificiales con la misma sonrisa que Smoothie cargaba. Mientras que Brulee, Mont d Or; y el resto de sus hermanos sostenían centenares globos de helio.

– No sé en donde hubiera terminado sin ellos en mi vida. 

–Se nota que hicieron un buen trabajo – Destaco Sanji con una sonrisa.

–¿De que hablan? – La curiosa intervención de Reiju hizo que los dos mayores recayeran en su presencia. Reiju se acercó hacia Pudding y Sanji, jalando al pelirrojo sin mucho esfuerzo con una de sus manos. – Nosotros vinimos por agua – Señalo hacia el vaso rosa de platico con una pajilla.

–Reiju, sabes que no debes meterte en conversaciones de otros. – Destacó el pelirrojo ignorando a Sanji y la castaña para abrir el grifo y llenar el vaso de Reiju hasta el tope.

–Descuida, Ichiji – Pudding rio despreocupada mientras descendía de la barra para colocarse a la altura de Reiju – Estábamos hablando de lo genial que es tener hermanos mayores, ¿No crees, Rei? – Comento acariciando su reciente cabellera rosada. Perona había cuidado mucho de su cabello, era increíblemente sedoso.

Pero la menor se veía pensativa – Mmm… No siempre.

El pelirrojo gruño rodando los ojos mientras que Pudding y Sanji sonrieron con gracia ante la aseveración de la menor, Reiju era todo un mundo por explorar. Ichiji estaba a punto de reprenderla pero entonces el teléfono de la casa empezó a sonar interrumpiendo el momento.

–Reiju, ve a contestar mientras termino. – Ordeno el pelirrojo.

–Ves lo que te digo, Pudding. – Señalo frunciendo tiernamente el entrecejo.

–Reiju, ¡Ahora! – Tendría que correr si quería alcanzar el teléfono.

–Ya, ya, tranquilo. – La vio salir de la cocina rápidamente, y en el ínterin pudo sentir la reprobatoria mirada de Sanji.

–¡No me mires así! Ella tiene que amoldarse a las reglas. – Argumento levemente fastidiado por la expresión del rubio – El que este enferma nunca será una excusa para malcriarla.

–No estaba haciendo nada, tarado. El problema es que tu–

–Residencia Vinsmoke-Redleg, ¿Con quién desea hablar? – Los interrumpió la tierna voz de Reiju que se escuchaba hasta la cocina.

–Como decía, el problema es que eres demasiado cuadriculado.

–Sanji, termina de lavar los trastes y lárgate a tu última noche como cantinero. – Hablo tomando sin prisa el vaso rosa de Reiju. No iba a malgastar su tiempo con el rubio.

Pero el inesperado retorno de Reiju en el umbral de la cocina evito que tuviera que ir a buscarla. – Ichi, es Barclays, te buscan.

–¿Hm? ¿Por qué un banco llamaría a esta hora de la noche? – No recordaba tener deudas pendientes con ellos, pero quizás tenía algo que ver reciente depósito de más de cinco cifras que había hecho en su cuenta. No podía llevar todo el dinero que le quedaba en una maleta, y no le quedo otra más que ingresar una gran cantidad de efectivo en Barclays, más que nada para evitarse problemas.

Ahora, Ichiji.  – La molesta voz de Sanji zumbándole en el oído hizo que lo viera con mirada de muerte.

–Piérdete – Sugirió entregándole el vaso con agua a Rei y subiendo las escaleras hasta llegar a la repisa blanca donde descansaba el teléfono inalámbrico.

–¿Sí? – Pregunto despreocupado.

–Ella tiene una voz realmente adorable. Dudo que sea tu hija, aún eres muy joven para ser padre, ¿Hermana o sobrina? – Pudo reconocer al instante aquella imponente voz del otro lado de la línea, y de inmediato soltó un gemido ahogado del asombro.

Solo eso fue necesario para que toda la tranquilidad que llevaba encima sufriera un revés. Su respiración sorpresivamente empezó a fallar, y aduras penas pudo permanecer de pie a causa del inconmensurable pavor que se apoderó de sus piernas.

«No… tu no deberías aparecer nuevamente.»

–Ichiji, ¿Qué te pasa, imbécil? –  Grito Niji desde la primera planta al escuchar como algunos objetos que descansaban en el buro del teléfono cayeron de repente al piso.

El pelirrojo no perdió ni un segundo y corrió a encerrarse en su habitación bajo siete llaves.

–¿¡Como te atreves a llamar a mi casa, Katakuri!? ¿Acaso perdiste la cabeza? ¿Y que es esa estupidez de Barcleys? ¡Y una mierda! – El pánico que se apoderaba de él era colosal. ¿¡Qué diablos hubiera pasado de haber sido Niji o Sanji los que tomaban el maldito teléfono!?

–Lo de Barclays no es del todo incierto, soy el accionista mayoritario de ese banco, y con respecto a lo otro, no hubiera tenido la necesidad de hacerlo si hubieras mantenido tu teléfono prendido en primera instancia. – El temblor en sus manos se hacía cada vez más evidente. – Ichiji… – Katakuri raspo su nombre largamente – Puedo sentir tu miedo incluso hasta aquí, y eso me encanta. – Recalco tranquilamente – Mi espinela, te has portado muy mal. – Escuchar a Katakuri tan tranquilo no podía significar nada bueno. – Rompiste una de las reglas y vas a pagar por ello.

El pánico que embargaba su mente hizo que fuera extremadamente difícil poder formular una oración coherente. –¡Mira, no sé qué clase de trastornada idea tengas en la cabeza, pero estoy muy ocupado, y tú eres la última de mis prioridades en este momento. ¡Así que te recomiendo ejercitar tu mano izquierda y dejarme en–!

–Si no estás en mi departamento en cuarenta minutos, yo mismo iré por ti. – Recalco fríamente dejando a Ichiji sin palabras. – ¿Enfield, no? – ¿¡Como diablos sabia donde vivía!? – Llegare en un parpadeo hasta allá. Así que tú decides, mi espinela. – Katakuri cancelo la llamada sin ni siquiera esperar respuesta, dejando a Ichiji totalmente congelado en el medio de su habitación.

..................................

Había olvidado cuando fue la última vez que se puso un traje hasta ese día. Finalmente su primer día de potencias en el Cancer Institute de Londres había concluido y lo primero que hizo al llegar al Saint Thomas fue arrancase la corbata y desabotonar los primeros botones de su camisa que lo estaban asfixiando a mas no poder.

Al entrar al piso de oncología fue recibido por Cosette, se veía algo decaída, pero igualmente cumplió su labor y lo puso al tanto de todo lo que había ocurrido en su ausencia. Siendo un nombre el que destacaba como primero de la lista.

Monckey D. Luffy.

Su noche tampoco pintaba para mejor.

Esperaba que el chico estuviera agonizando del dolor cuando entro a la zona de aislamiento, pero lejos de eso. Se encontró a Luffy riendo a pulmón con Sabo. ¡Sabo! Uno de sus condenados residentes.

El ambiente fue víctima de un silencio voraz cuando su presencia se hizo notar.

–D-Doctor Trafalgar – Cuando el rubio vio a su titular ingresar en la habitación quiso desaparecer. Por su expresión no se veía de tan buen humor.

Habían estado haciendo rondas con el Doctor Bepo hasta bien entrada la tarde, y supuestamente luego de eso tendrían que dedicarse lo que restase del día a revisar historias hasta desfallecer como castigo del Doctor Trafalgar. Sin embargo, al llegar hacia su ultimo paciente, Luffy, le pareció alguien tan divertido y lograron congeniar de tal forma que el pelinegro fingió que le dolía la espalda solo para que el Doctor Bepo lo dejara al cuidado de Luffy. El chico le había explicado que se sentía muy solo desde que su hermano no podía entrar a verlo, así que aprovecho ese tiempo para pasar un buen rato juntos. – Después de todo, el factor anímico era vital en los pacientes con neoplasias – Y prefería mil veces cuidar de la saturación de oxígeno de Luffy a leer aburridas historias clínicas sin parar.

Pero en todo su maquinado plan no figuraba el Doctor Trafalgar, quien no debía aparecer hasta la semana siguiente donde acababan sus ponencias…

–P-Permítame explicarle –

–¡Hola Torao! – Luffy, para variar, lo saludo de forma efusiva – Que bien te ves con ese traje ¡Shishishi! – Rio por lo bajo haciendo énfasis en el Smoking que llevaba debajo del guardapolvo.

Pero el permaneció impasible. No estaba para juegos.

–Sabo, contare hasta tres y si no estas fuera de mi campo de visión en ese plazo, ya no serás más un residente de este hospital y me encargare personalmente de que ningún programa en el país te acepte como tal ¿Quedo claro? Uno… – No fue necesario contar más, el rubio desapareció en un santiamén de la habitación dejándolo solo con el niñato.

–¡Torao! ¿Por qué botaste a Sabo? Nos estábamos divirtiendo… – Se lamento el menor. Extrañaba demasiado a Ace, y como Torao había dado la orden de restringir todas sus visitas a cero, a acepción de su madre, la llegada de Sabo realmente lo animo. – ¿Sabías que él es un casi doctor? ¡Le gusta Marvel casi tanto como a mí! Y su comida favorita es…–

–Abre la boca. – Ordeno sin prestar atención a todas las palabras que salían de los labios de Luffy por segundo. Era increíble que a pesar de estar revisando su abertura en busca de Parotiditis o alguna anomalía física ¡El mocoso no dejaba de hablar!

Se quito los guantes de látex luego del examen físico para revisar el historial clínico de Luffy. Deseaba saber los resultados de sus pruebas para estar seguro. Su urea y creatinina se encontraban muy bajas, al igual que su anemia. También habían claros signos de mucositis oral.

Y eso solo podía significar una cosa.

–¿No te parece raro que a pesar de ser doctor, Sabo sea tan divertido? – Hablo animado. –¿Y cuándo crees que pueda comer carne, Torao? ¡Extraño mucho el sabor de un buen–!

–¿Desde hace cuánto estas aguantando el dolor? – Pregunto fríamente.

La mirada de Luffy decayó de inmediato, extinguiendo en un segundo todas sus sonrisas.

–Podrás haber engañado a Sabo, a tu madre, e incluso a Bepo, pero no a mí. – Finiquito – Tus signos están muy graves. En estos momentos el cansancio que sientes debe ser extremo. Algo que es completamente entendible, ya que la cirugía no solo destruyo tu sistema inmunológico, sino que tú mismo ayudaste al exponerte en más de una ocasión el día de ayer. Ni siquiera deberías ser capaz de hablar, ni que decir de comer. Dime algo, ¿Apenas pudiste probar un bocado en el almuerzo sin vomitar? Por supuesto que sí, esas imperceptibles manchas rojas en tu rosto en conjunto con el ligero enrojecimiento de tus pupilas son una clara muestra del esfuerzo que hiciste al arrojar. Olvídate de la carne por un tiempo, sino logras ingestar alimentos para cuando te traigan la cena tendré administrarte alimentación parenteral. – Si ese niño seguía haciendo tantos esfuerzos por fingir que estaba en plena forma iba a terminar muy mal.

¿Por qué sigues actuando como si nada te pasara?

A pesar de las duras palabras del oncólogo, Luffy no deformo su mirada. Observando infinitamente la oscuridad en los ojos de Law. Había algo en él que lo hacía incapaz de apartar la mirada, un acertijo indescifrable.

 –Torao, ¿Por qué siempre estas tan triste?

Esa simple pregunta sumió al oncólogo en un silencio mortífero. Desorbitando la mirada hacia ese mocoso que lo veía expectante. Como si su respuesta fuera la única cosa que necesitara.

………………………………………………………

Cuando Ichiji salió de su habitación, su expresión denotaba que se había encontrado con el mismísimo demonio. Tuvo que sostenerse fuertemente del barandal de la escalera para no terminar dando vueltas en el piso. Lo primero que hizo fue buscar a Reiju con la mirada. Encontrándola aferrada a los brazos de Vivi mientras que esta se despedía de ella con los ojos acuosos junto con Nami. Eso lo hizo recordar algo, Sanji se iría pronto a trabajar.

Un problema menos.

–Sanji –Pudding la llamo mientras se ponía corto saco negro con un estampado clásico de Fendi. –Mi chofer ya está afuera, ¿Quieres que los deje a ti y a Nami en el bar? – Pregunto relajadamente.

El rubio frunció la mirada por unos segundos – Pero ¿El Bar de Apoo no está muy lejos de tu departamento? – Tampoco quería abusar de la amabilidad de Pudding al llevarlo al corazón de Soho.

–Descuida – Lo tranquilizo –Esta noche iré a la residencia de mi madre – Acentuó, con cierto dejo de preocupación. – Y ella vive a las afueras de Londres, da lo mismo si los llevo o no, el trayecto será igual de largo.

–Bueno, Sanji no sé tú, pero yo acepto encanta – Llamo Nami, dándoles el alcance en el pasadizo.

Ichiji rápidamente se acercó a Niji, que estaba extremadamente ocupado tirado sobre el sofá terminándose una lata de cerveza de un sorbo. Tomo el brazo del peliazul con una fuerza poco común, haciendo que Niji casi termine por escupir el líquido de la impresión. Estaba a punto de insultarlo por casi manchar su ropa, pero cuando vio la expresión que cargaba encima, callo.

–Necesito tu ayuda.  –Pidió tratando de aparentar la mayor normalidad posible en su voz. Fue muy difícil para él hacer eso, pero sabía que si no contaba con la ayuda del peliazul, su familia podría empezar a sospechar.

Muchas veces lidiar con Niji podía ver un verdadero tormento. Incluso él, había tenido muchas diferencias con su hermano en su respectivo momento. Pero si Ichiji sabia algo, era que a pesar de todo. Al final del día siempre podía contar con Niji sin importar que.

Entre ellos había un lazo incluso más fuerte que con Sanji o Yonji. 

Para Niji no fue necesario que Ichiji dijera nada más, y su simple asentimiento, logro hacer que Ichiji finalmente pudiera soltar un poco de toda la presión que cargaba encima.

………………………………………………………

Era la hora punta en el centro de Londres, los autos se aglomeraban en las principales avenidas de la gran metrópoli y centenares de personas se dirigían a pasos apresurados hacia el metro de la ciudad para dirigirse a sus hogares en busca un merecido descanso luego de un arduo día laboral. Mientras tanto, a través de la ventana de una camioneta Tahoe altamente resguardada, era escoltada Charlotte Smoothie. Había hecho una parada en el Palacio de Westminster, luego de un muy largo día de trabajo en Whole Cake, para encontrarse con alguien muy especial, y mientras su interlocutor no paraba de hablar, ella pudo visualizar a través de la ventana antibalas polarizada la imagen de un par de niños esperando a que el semáforo cambiase de color para poder cruzar. Eran tres y ninguno pasaba de los quince años, por sus ropas, Smoothie pudo reconocer que estaban saliendo de la escuela.

Inmediatamente la persona que se hallaba a al lado de la albina se percató del desaire de esta y al dirigir su vista hacia el mismo punto que la mujer, sonrío complacido, ya que podía entender los sentimientos encontrados que experimentaba la mente de Smoothie.

–Ver a esos mocosos me recuerda a todos ustedes cuando volvían de la escuela y me quitaban el poco tiempo libre que me quedaba, perorin.

–¿Así? – Movida por el comentario de su hermano, respondió con satírica ironía – Hasta donde yo recuerdo nunca usamos el transporte público cuando volvíamos de Westminster School.

La risa del primogénito de los Charlotte, Perospero, se prolongó largamente luego de escuchar a su hermana.

–Quizás ese fue mi error, Compote y yo los engreímos demasiado, pero no salió tan mal. Los seis superaron todas mis expectativas y ni que decir de ti.

–Si tú lo dices… – Su mirada era cruda, siendo incapaz de apartar la mirada de aquella visión.

–Supongo que… – Perospero no pudo evitar los deseos de soltar una maldición luego de que un potente claxon lo interrumpiera de repente y redujera aún más la paciencia del mayor de los Charlotte. – Ahora entiendo porque Katakuri opta por trasladarse en helicóptero, ¡El tráfico en esta endemoniada ciudad está cada día más insoportable! Ya ni siquiera pareciese que viviéramos Londres sino en alguna maldita ciudad de China o Nueva York.

–Si consigues ser el sucesor de Theresa May, prioriza el mejoramiento de las vías de transporte. – Le reto divertida. 

No era ningún secreto que Perospero estaba entre las grandes mentes que podrían tomar el lugar de la futura ex primera ministra. Su ardua labor como miembro de la cámara de los Comunes era sin duda impecable. Un trabajo que había labrado por años y para el que Linlin prácticamente lo había encaminado desde que nació. 

Su madre siempre fue muy hábil al distribuir a sus hijos – fichas – de la mejor forma posible en su juego de poder. Josep Kennedy se quedaba corto comparado con la matriarca de los Charlotte.

–Falta muy poco para las elecciones de los diputados. Espero que todos entiendan que necesitamos tener nuestra reputación más impecable que nunca, cualquier tipo de escándalo que involucre a nuestra familia podría lapidar el futuro de los Charlotte en el 10 de Downing street y si eso pasa, juro que no les tendré piedad. – Amenazo sin pestañar.

–Descuida, se lo mucho que te has esforzado en esto. – La mirada de soslayo que recibió del mayor fue inconfundible.

–Quizás, pero sé que no soy el único que ha estado trabajando de más– Reconoció – ¿Cómo va la diversificación de Whole Cake? – Pregunto curioso. Katakuri y Smoothie estaban concibiendo un plan muy ambicioso para el arma más letal de su familia. Su hermanito ya le había hablado del tema con anterioridad, y debía reconocer que las aspiraciones de ambos Charlotte estaban apuntando muy alto ahora.

Siempre supo que Smoothie y Katakuri eran… diferentes del resto de sus hermanos.

La albina sonrió de medio lado. – Sabes que aún no podemos hablar de ello, pero han sido bastante positivas. Si las cosas continúan como van, haremos en anuncio público en unas semanas. – Perospero entendió de inmediato que “Bastante positivas” significaba que ella y Katakuri se habían enfrascado en una pelea sin cuartel durante todo el día. Pero estaba bien, confiaba en que esos dos juntos eran imparables. – Katakuri viajara mañana a Bélgica a cerrar personalmente los contratos de la primera de nuestras nuevas plantas de producción por toda Europa.

–¿Bélgica? ¡Por Dios! De todos los países que habían justo empezaron por el que más problemas me está dando con el maldito Brexit.

–No fue una decisión personal, hermano. Aunque he de admitir que esta salida que te encargaste de promover desde un principio se ha vuelto realmente perjudicial para nosotros. Necesitamos estar dentro de la eurozona si deseamos ahórranos miles de millardos de libras en aranceles por el simple capricho de permanecer en Inglaterra.

–Están arriesgando mucho con esto ¿Saben?, pero si todo sale de acuerdo al plan, los resultados serán realmente satisfactorios.

Su familia ya había alcanzado todos los laureles posibles en la sociedad, pero aún quedaba dos cosas que aún no habían conseguido. La primera, que los Charlotte llegasen a ocupar un cargo político tan influyente como el que Perospero pretendía, y el segundo, cayendo esa responsabilidad sobre ella y Katakuri, que su apellido perdurara por siempre en la memoria de las personas.

– Bueno, siempre fuimos de decisiones arriesgadas ¿No?

– Concuerdo, y hablando de decisiones arriesgadas, – Acoto el primogénito de los Charlotte, raudamente – Me puedes decir ¿Qué fue lo que paso por tu cabeza para que pactaras una reunión con Oven y Daifuku a espaldas de Katakuri?

La mirada de Smoothie se afilo lentamente – ¿Acaso una hermana no puede verse con sus hermanos?

–Por favor Smoothie, no trates de verme la cara de idiota. Lidio día a día con los mayores mentirosos que pueden existir en este mundo. – Repaso indignado – Y el rencuentro con esos dos no tendría nada de malo si es que Oven y Daifuku únicamente se hubieran centrado en preguntar si a Anana le creció un diente o si Galette ya escogió una especialidad.  

La cristalina mirada de la albina se tornó glacial –¿Cómo te enteraste? – Cuestiono precavida. El Charlotte parecía muy seguro de sus palabras, por lo que no tenía sentido intentar negar la pregunta. Aunque no podía evitar sentirse intrigada, las únicas personas que sabían de aquel encuentro, además de ellos tres, eran Vi y Lucci.

–Mi dulce hermanita – Perospero llamo su atención, hasta parecía indignado por la pregunta – Los conozco desde que, literalmente, salieron del vientre de mamá. Yo les cambie los pañales a todos ustedes y he de reconocer que desde que era un bebe, Katakuri ha tenido una gran puntería. El desgraciado siempre se las ingeniaba para orinarme en la cara. Tú tenías la particular costumbre de arrancar las cabezas de tus muñecas para solo jugar con lo que quedara del cuerpo. Incluso Oven y su peligroso gusto por tocar el fuego de las chimeneas y ni que decir de Cinamon y su extraña afición de correr por la mansión desnuda, o aquella vez en la que Katakuri y tú terminaron agarrándose a puñetazos cuando eran niños por una simple broma. 

–Creo que ya se entendió tu punto – Reprocho avergonzada. Perospero soltó una risa ante tal reacción, era extraño ver a Smoothie en esa posición y ese acontecimiento era un recuerdo muy vergonzoso tanto para ella como para Katakuri.

Pero la verdad era que había algo mucho más oscuro oculto en esa simple “broma”, ya que esa fue solo la escusa que ambos dieron para que sus hermanitos dejaran de preguntar…

La albina medito en silencio las palabras de su hermano mayor, quizás esa era una de las muchas razones por las que Perospero era el único ente sobre la tierra que lograba desarmarla.

Él siempre estuvo allí.

–Con todo eso a cuestas, ¿Crees que no iba a descubrir que usaste la coartada del cumpleaños de Anana para verte con esos dos al día siguiente? Del que dicho sea de paso, aun sigo esperando las fotos. – Su afirmación vino acompaña por el humo del cigarro que recientemente había encendido.

Smoothie rio bajo, tratar de engañar al que les había enseñado las reglas del juego no fue una estrategia muy inteligente, pero por eso mismo, ella había creado sus propios trucos.

La albina lo analizo rápidamente. Los temas que se trataron fueron muy variados y realmente delicados. Hubiera preferido hablar más detenidamente con Katakuri antes, pero su hermano ya se había adelantado. 

–Se trata de Kaido.

La mirada de Perospero se agudizo al escuchar ese nombre. Él siempre había tratado de llevar una relación estable con todas las ex parejas de su madre, independientemente de que le agradasen o no, se trataba del hecho de que esos hombres eran los padres de sus hermanos y como buen político que era, sabía que mantener buenas relaciones diplomáticas siempre te generaba mejores resultados en cualquier tipo de negociación.

Pero con ese sujeto todas normas se rompían.

El apenas tenía tres años cuando Kaido entro a su vida para casarse con su madre, pero aun así recordaba perfectamente todo lo acontecido en esos años de matrimonio.

–Siempre hubo algo en ese hombre que nunca me agrado – Reflexiono en silencio. Smoothie estaba tocando terreno peligroso. Si Katakuri se enteraba de esto muy probablemente desencadenaría una verdadera pelea entre ambos, y con el matrimonio de Cracker a la vuelta de la esquina. Tenía que evitar cualquier tipo de conflicto de cara a los próximos días.

–¿Nunca te has preguntado porque desde que Katakuri se hizo cargo de la firma él no ha vuelto a aparecer en público?

Perospero arrugo la nariz ante su aseveración. –¿A dónde quieres llegar?

–Sabes a donde quiero llegar.

–¡Maldita sea! – No le estaba gustando la forma en la que se deformaba su conversación – ¿Oven y Dai vendrán para la boda, correcto? – Tendría que tomar sus precauciones.

–Cracker les aviso personalmente. – Smoothie vio de soslayo por la ventana como poco a poco se alejaban del barullo de Londres – Así que, oficialmente toda la familia estará reunida para este fin de semana.

A pesar de que se esperaba la aparición de Oven y Dai en el evento de la firma al ser miembros de la mesa directiva. Ambos le dijeron que ni en diez vidas se hubieran presentado para ser testigos de cómo Katakuri se hacía con todo el poder de su padre frente a sus narices.

Si, las cosas entre ellos no estaban en los mejores términos.

–Entonces, no hay más que decir – Recapacito tranquilo – Hablare con ellos personalmente cuando lleguen aquí. Hasta entonces, no quiero que Katakuri se entere de absolutamente nada de tu reunión.

–Muy tarde – Señalo la albina tranquilamente.  – Vi ya lo sabe.

Al oír ese nombre Perospero soltó un suspiro cansado – Jamás entenderé la relación de Katakuri con esa… mujer. – Aunque ciertamente el título de mujer le quedaba muy grande.

–No cargues contra ella. – Defendió Smoothie – Yo misma le hable del encuentro con mis amados hermanitos. Quería ver su reacción, y ciertamente, no tenía ni idea de que yo iría a los Estados Unidos. Descuida Peros, Violet ya sabe lo que pasa cuando juegas con fuego. – El vanidoso mirar de la albina era tan bello como amenazante. – Ya se quemó una vez, ¿Lo olvídate?

La oscura risa del primogénito Charlotte hizo a Smoothie sonreír tranquila. 

–Por supuesto que no. Después de lo que le hizo a Katakuri que ahora viva amarrada a un ser tan aberrante como Donquixote, es toda una justicia poética. – Relato sin romper la curva de sus labios. – ¿Y la niña?

–Rebecca es inofensiva. – Destaco Smoothie, aunque realmente le debía mucho a la pequeña hermanita de su mejor amiga – pero no tengo dudas de que su amor por Cracker es sincero.

–Quizás tengas razón. – Medito el mayor de los Charlotte – Que lo ayudara a salir de su adicción fue algo que ni nosotros pudimos hacer –Señalo pensativo.

 Y tampoco dudaba de los sentimientos de su hermanito. Sabía que Cracker estaba tratando con todas sus fuerzas el evitar que la historia de su madre se repita con él.

Pero nunca estaba de más guardar unas cuantas cartas bajo la manga.

Y hablando del diablo.

–¿Mamá sigue furiosa? – Pregunto Peros con cautela. No la había visto desde la inesperada pedida de mano de Cracker, y si había alguien con la que no se podía “jugar” de esa manera era con la matriarca de los Charlotte.

–Como era de esperarse – Comento Smoothie. – Esta asqueada con la idea de que Rebecca lleve su apellido. – Tampoco había que ser un genio para esperar lo contrario. – pero Cracker fue lo suficientemente inteligente como para hacer su pedida de mano publica, y aún más para anunciar su boda tan pronto.

Sus otros hermanos lo subestimaban demasiado.

–¡Por Dios santo! – Soltó derrotado el primogénito de los Charlotte. – Habrá que ocultar los cuchillos cuando lleguemos a Charlotte Château – Apunto – En especial cuando Oven y Dai lleguen a Londres y se encuentren con Katakuri.

–Te equivocas, Perospero. – Smoothie lo vio convencida – …Habrá que afilarlos.

………………………………………………………

Estaciono el Pagani Zonda HP Barchetta frente a la fachada del Four Seasons, y haciendo uso de los últimos segundos que le quedaban de paz, saco su S.T Dupont dorado del bolsillo. El «Clap» que hacían esos encendedores al abrir la tapa era un sonido que siempre le agrado. Fue entonces que de la fachada del neoclásico edificio salió la figura extremadamente apetecible de una mujer vestida con un top color nude con las palabras Chanel que a duras penas cubría la extensión de sus pechos y con una minifalda tubo del mismo color. Tenía la misma mirada de siempre, cargando un aire de pomposa supremacía y poder.

Cuando abrió la puerta del auto Kid pudo sentir el intenso olor de su perfume mezclándose con el humo de tabaco.

–Kitty, ha pasado tiempo. – Su voz cargada de ironía no lo engañaba.

El pelirrojo se limitó a virar la mirada hacia su ventana para expulsar el humo que llevaba contenido en sus pulmones, para luego darse la vuelva y encontrarse con los carnosos labios de Monet sobre los suyos. Sentir como mordía la parte baja de su labio hasta casi desgarrarla, solo provoco que le respondiera con la misma intensidad. 

–Hola desgraciada. – Susurro en sus labios para seguidamente mostrarle una sonrisa cínica – Extrañaba eso. – Admitió sin vergüenza.

Monet humedeció sus labios con cierto aire de superioridad, mezclando el ligero rastro de sangre con su labial rojo.  – Por supuesto que lo hiciste, Kitty. – Rio al mismo tiempo que estiro el cinturón de seguridad para que rodeara su infartarte figura.

Kid piso el acelerador para dejar Tower Hill atrás en cuestión de segundos. Al entrar por Lower Thames Street, pudo ver el HSM Belfast descansando en el Támesis luego de haber cumplido su labor con la patria. Mientras veía la embarcación recordó que jamás había ido antes. Aunque lo suyo eran los motores de autos sentía cierta predilección por la ingeniería naval. Quizás podría darse un tiempo en estos días para conocer a uno de los buques de guerra que jodieron a los nazis en Normandía.

–Este auto se me hace muy familiar – Comento Monet acariciando cada palabra. No era la primera vez que se subía a ese Pagani azul mate. – ¿Estuviste con Katy, no es así? – Pregunto curiosa.

La risa ahogada de Kid confirmo su teoría.

–Toda la jodida tarde. Teníamos que hablar de unas cosas y aproveche para vaciar su cava.  – No solía tener mucho tiempo por su trabajo en la Formula uno. Así que cada vez que podían trataban de verse para no perder la costumbre. – Incluso pensaba dejarte plantada y quedarme en su Pent-House, pero el muy hijo de puta me echo. – No le explico exactamente qué era lo que tenía que hacer, pero en resumidas cuentas le dijo que se largara porque mañana tendría un día muy demandante y quería dormir.

En resumen, más de sus escusas de mierda para que pudiera coger tranquilo.

–Le deje uno de mis McLaren y tome prestado a este bombón. – El malnacido de Katakuri casi nunca lo usaba por su pavor a conducir. Así que sin perder tiempo tomo las llaves y las remplazo por las de su auto cuando Katakuri se fue a hacer una llamada.

Aunque tampoco era la primera vez que intercambiaban deportivos. Si había alguien con un gusto casi tan bueno como el suyo para los autos, ese era Katakuri.

–Ustedes tienen una relación homo erótica tan profunda que incluso comparten dos de las cosas que ningún otro hombre compartiría jamás; autos y mujeres. – Dubito incrédula – Aunque si mal no recuerdo, esa última no fue de mutuo acuerdo del todo.  – Rio por lo bajo.

–¡Lo único que los dos compartimos sin pena ni gloria es eso que tienes ahí atrás! – Se defendió sin gracia, pero aun así no pudo evitar que la risa de Monet se expandiera.

–Pero bien que lo hacen con gusto. – Destaco deslumbrante. – ¿Y qué tanto pudieron estar haciendo dos hombres como ustedes solos en una casa? De solo imaginármelo – Mordió tenuemente sus labios – Se me hace una fantasía muy apetecible.

–¿Celosa? – La encaro al toparse con un semáforo – No te resistas, preciosa, la próxima te invitamos. – Soltó socarronamente devolviéndole la jugada.

–Descuida, con solo ver como Katakuri te deja como pingüino para mi es suficiente. – Reto viéndolo de soslayo.

–Si sigues así tendrás que retrasar tu vuelo a Silicon Valley ¡Porque te voy a dar tan duro que no podrás ni caminar! – Advirtió con sorna.

Bufo con gracia ante la advertencia de Kidd – Descuida, retrasare mi regreso a Silicon Valley hasta la boda de Cracker. – Comento, llamando la atención del pelirrojo. – Así que podrás sacar tu lado más sádico sin problemas, cariño.

Eso último no tenía que ni mencionarlo. De igual manera planeaba dejarla coja.

–Si, Katakuri me hablo de la boda del niño. – Recordó mientras pisaba el acelerador. – Le doy a Rebecca nueve meses, no más. –Cracker únicamente conservaba su integridad por ser el hermanito de Katakuri, de lo contrario hace mucho lo hubiera parado de cabeza por todas las veces que jodio a Vi. – Entonces, ¿Te quedaras hasta el fin de semana?

Monet rio por lo bajo –No me perdería esa boda por nada del mundo – Estaba convencida de que sería un evento inolvidable – Así que te espero a las diez en punto, usare un vestido rojo de Versace, ponte ese esmoquin azul oscuro de Brioni que te queda tan bien. – Le guiño el ojo.

–Nunca le encontré sentido a las bodas ostentosas. – Reconoció, con solo recordar la boda de Vi con el malnacido de Quixote era suficiente para darle un dolor de cabeza. Lo único bueno de ese día fue que pudo alcoholizarse hasta perder el conocimiento y coger con las amigas españolas de Vi sin tener que preocuparse por entender lo que le decían.  – Si de mi dependiera me casaría ebrio en Las Vegas y el juez sería algún gordo disfrazado de Elvis.

–Hay dos problemas con tu planteamiento, Kitty. – Indico mientras se acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja – Uno, no estas comprometido y dos, tampoco estas en Las Vegas.

–Eso se arregla fácilmente preciosa. Si a los cuarenta sigo soltero y sin hijos, ¡Casémonos!  – Propuso el pelirrojo mientras presionaba el acelerador.

Euh… – Su mueca de asco fue recibida con una sonrisa por Kid – Aunque seas tú, tendré que declinar, ya tuve suficiente con mi primer matrimonio. – Jamás volvería a pasar por esa experiencia nuevamente.

Cuando llegas a un punto de equilibrio en tu vida, no deseas que nada más perturbe ese balance.

–Comparar a tu exesposo conmigo, es insultante hasta para ti. – Recrimino con su ya típica altanería. 

Ambos compartieron una risa cómplice.

Su amistad había nacido gracias a la gran afinidad que ambos compartían con Katakuri, y fue solo luego de conocer a Monet que entendió porque el Charlotte la apreciaba tanto. Jamás negaría que la ojidorada era una perra desalmada, pero al menos era una perra honesta. Y esa era una cualidad que muy pocas personas poseían en esos días.

–Apropósito – Lo llamo la Hazard – Mientras te esperaba, revise los últimos planos que me mandaste de tu nuevo monoplaza – Bisbiseo complacida – …Es magnifico Kidd.

El pelirrojo esbozo una risilla orgullosa. Esa era otra de las grandes razones por las que él y Monet eran tan buenos amigos.

Al ser nanotecnóloga, la visión de Monet era muy apreciada por el, sus aportaciones y manía por los detalles lo habían ayudado en gran medida al momento de iniciar su propuesta de motor. Se podría decir que entendían un mismo idioma.

–Tu propuesta de una nueva tecnología de motores que sea compatible a nano codificadores que permitan rastrear la raíz de los desperfectos en las carreras, es muy novedosa. Te permitirá identificar al instante los desgastes técnicos que se desarrollen durante las vueltas. – Recalco – Es como si cauterizaras la hemorragia de un solo movimiento.

–Y me ahorrarán microsegundos en los jodidos Pits que serán de mucha utilidad en las últimas vueltas – Había estado trabajando en ese proyecto desde hace unos meses. Si bien habían arrasado con los últimos Premios. Habían terminado terceros en el Grand Prix de Azerbaiyán porque su equipo perdió segundos de la forma más estúpida posible al no encontrar una fuga de agua provocada en una de las vueltas.

–¿Lo introducirás este año? – Pregunto curiosa.

–Nah, la maldita FIA solo permite que usemos un tipo de motor durante toda la temporada – Señalo fastidiado. – pero ten por seguro que el próximo año ese bebe debutara sin dudarlo. 

–Perfecto, ya tengo una excusa para ir a Austria el próximo año. – Comento con gracia – ¿Y a dónde me llevaras, Kitty? Aún es muy temprano para ir a «Sins» y quiero un lugar tranquilo para que podamos hablar sin interrupciones.

La nasal risa del pelirrojo hizo a Monet fruncir leventemente la mirada.

–Kid…

–Monet, ¿Con quién crees que estás hablando? No te llevare a Alain Ducasse. – Soltó con una sonrisa socarrona – Si quieres hablar, hablaremos de la forma en la que yo sé hacerlo, ¡Con un buen par de cervezas! y si no te gusta te pides un jodido Martini.

La mirada indignada de Monet lo hizo entender que no estaba muy de acuerdo con la idea.

–Un amigo abrió un bar hace unos meses y le prometí que iría cuando tuviera tiempo, y resulta que ahora tengo tiempo. – Sentencio ante la mirada desencajada de Monet. – Nena, no me mires así, crecí en un astillero maloliente de Liverpool. No me pidas mucho.

………………………………………………………

La gran mampara de cristal se abrió automáticamente al sentir su cercanía. Solo cuando puso un pie en la iluminada recepción cayó en cuenta que era espaciosa y muy blanca. – Algo en lo que jamás detallo la primera vez que estuvo allí – Tenia una iluminación prodigiosa que destacaba aún más la impolutes del lugar. Todo lo contrario a él, que estaba vestido totalmente de negro.

El purgatorio lo recibía de brazos abiertos, pero su visita sería muy rápida, ya que aún faltaba descender un cirulo más hasta el infierno

O en su caso… subir.

La recepcionista del edificio ya no era la misma que había visto antes, ahora se trataba de una chica de largos cabellos azules y mirada inocente que únicamente le sonrió de manera delicada mientras él se dirigía al asesor sin ni siquiera decir su nombre – Como si ella supiera de antemano a lo que venía. –No quería ni imaginar que habría sido de Issilly, pero se podía hacer una idea.

Era un hombre en extremo precavido.

«–¿Cómo que los dos van a salir? –Pregunto Yonji confundido

A medida que el elevador fue ascendiendo, la visión de una oscura Londres siendo únicamente iluminada por la brillantes de pequeñas luces que destacaban algunos de sus más prominentes encantos, lo envolvió.

«–¡Es nuestro último día en Londres, tarado! – Exclamo indignado Niji – No vamos a desperdiciarlos quedándonos aquí. Tu deberías hacer lo mismo.

Estar encerrado en ese cubículo trajo a su memoria el que quizás fue el momento más errático de su vida. Presiono con fuera su suéter, sintiendo como las costuras de las mangas se impregnaban en sus manos hasta dejarlas levemente marcadas.

«–Descuida, Yonji. Ya hablamos con Zeff, él se quedará con Reiju. – Tenia que asegurarse de dejar a la pequeña en buenas manos. – Verán alguna que otra película bélica de esas que le gustan al abuelo durante toda la noche.

Al darle una mirada a su teléfono, este marcaba las veinte con cuarenta. Le quedaban cinco minutos cuando las puertas del elevador se abrieron para mostrarle el lujoso Pent-House de Katakuri. 

«–Ichiji –Niji lo llamo apoyado detrás de las puertas del metro antes de que estas se cerrasen – …Cuídate.

Estaba decidido, esta sería la última noche.

Al igual que le paso con la recepción, tampoco había hecho mucho hincapié en lo majestuoso que era el Pent House de Katakuri la primera vez que estuvo allí. Tenía una visión de trescientos sesenta grados que te permitía ver toda la extensión del lugar y que era resguardado por miles de mamparas en donde la visión de una taciturna Londres se veía a la deriva. El amplio espacio estaba repleto de mármol negro por doquier. Siendo la estancia rodeada por algunas esculturas sumamente llamativas, ya que tenían unas formas muy particulares y estaban hechas de materiales poco convencionales como vidrios rotos, yoyos, hojas de libros y demás. – Jamás pensó que Katakuri fuera fanático de ese tipo de arte – Tambien había un gran muro blanco de doble altura en el centro del lugar que se extendía como un falso cielo del que colgaba una araña muy minimalista, pero no por eso menos lujosa. Al frente de la gran estructura destacaba una enorme chimenea y sobre esta un televisión de grandes proporciones que a su vez era rodeado por una magnifico juego de sofás de cuero blanco.

Y fue entonces cuando lo vio, sentado sobre uno de aquellos finos muebles. Mostrándose como un omnipotente Dios que todo podía, castigando a diestra y siniestra a pecadores como él.

Estaba de espaldas, desprovisto de su fiel bufanda, con una de sus piernas cruzada encima de la otra y los brazos extendidos sobre la cabecera de su costoso sofá de piel mientras que en una de sus manos colgaba una copa a medio terminar de vino.

Aparentemente, no había estado solo, ya que justo al lado de la botella – Que fácilmente reconoció como un Domaine Leroy – que descansaba sobre una asombrosa mesa de centro hecha de cristal, había una copa vacía con ligeros tintes de vino en la base.

Cuando Katakuri viro la mirada, buscando su reflejo entre sus ojos y encontrando sus miradas, Ichiji sintió una honda de choque en expansión dentro de su cuerpo.

–Mi espinela. – Su seductora voz lo llamo a modo de saludó, pero el no hizo más que afilar la mirada. 

Esta vez no sería como su último encuentro.

Al Katakuri ponerse de pie y enfrenar sus alturas, su temple bacilo por unos segundos. Su sola parecencia era avasallante.

Vestía una camisa blanca remangada que se acoplaba muy bien a su atlética figura, dejando tres botones libres que daban un ligero vistazo de lo trabajado que estaba su cuerpo, además, su pantalón de vestir negro iba a juego con sus calzado de diseñador. Se mostraba imbatible ante él, pero igualmente se plantó frente al mayor, preparado para soportar hasta la más avasallante de las tormentas.

 –Terminemos con esto de una vez. – Exigió acido. Si Katakuri quería coger, le daría eso. Una sesión de sexo duro y áspero. 

Solo deseaba que el maldito tuviera alguna especie de eyaculación precoz o que se corriera lo más rápido posible para poder tomar el condenado avión a Rusia y no volver a verlo nunca más.

Sin embargo, Katakuri estaba dispuesto a tomarse su tiempo. Ichiji lo había hecho una vez más. Había roto una de sus reglas, y como le advirtió aquella vez en su oficina.

Iba a pagarlo muy caro.

–Deberías probar un poco de vino, tú y yo, – Enfatizo – Tenemos un par de cosas que discutir. – Medito un tanto divertido mientras rotaba la base de la copa, provocando que el fino líquido que había dentro se tornase en un pequeño torbellino dentro de aquella prisión transparente.

–¡Tú y yo no tenemos nada que hablar! – Le recrimino al instante. – Ya estoy aquí, así que baja tu maldito zipper para que… – Su oración murió al mismo tiempo que la intranquilidad empezaba a aflorar dentro de él.

Katakuri lo estaba viendo con «esa mirada» nuevamente.

Cada vez que él lo veía de esa forma, se sentía desnudo ante sus ojos.

–Adelante, continua Ichiji. – Secundo el mayor mientras el cristal de su copa hizo contacto con sus delgados labios.

Ichiji trono los dientes al ver como cataba aquel liquido de la forma más prodigiosa posible a la par que su manzana de Adán ascendía muy pausadamente.

¡No!

 Él ya no debería ser capaz de causarle esa sensación...

Pero toda la magia se hizo pedazos cuando sus ojos detectaron una imperceptible marca morada posándose orgullosa a un lado del cuello de Katakuri.

Y podía apostar su alma a que esa cosa no estaba allí el día de ayer.

Sintió la amarga sensación de un par de ojos dorados viéndolo con burla. Inmediatamente la desagradable imagen de Katakuri junto a Monet choco de lleno en su conciencia.

Pero… ¿¡Por qué!?

¿¡Por qué se sentía tan furioso cada que pensaba en esos dos juntos!?

Sus maquinaciones se desintegraron tan rápido como aparecieron cuando Katakuri jalo de él bruscamente para que sus labios de cereza se encontraran en un tosco beso con los del mayor.

Abrió fuertemente la mirada por el repentino movimiento, pero antes de poder alejarlo, Katakuri aprisiono su espalda con sus fuertes brazos, atrayéndolo aún más hacia él y dejándolo sin escapatoria.

Se sintió desfallecer cuando un exquisito liquido con sabor a uva empezó a embargar sus labios. Con un quejido ahogado trato de alejarse, pero únicamente logro que Katakuri profundizara su acción, haciendo que Ichiji probara de los propios labios del mayor la refinada cosecha de 1989, asegurándose de que lo bebiese hasta la saciedad. 

La mezcla de sabores en sus labios fue un afloramiento total, dándole muerte instantánea a su psique. Su mirada azul se descoloco cuando Katakuri retrocedió solo para sonreírle de manera presuntuosa. De repente una traviesa gota de vino escapo de sus labios, trazando un singular camino carmesí hasta llegar a su barbilla, solo para terminar siendo atrapada por los labios de Katakuri.

La opresión en su pecho aumento a mil cuando la traviesa y humeante lengua del Charlotte le robo la última gota de vino. Haciendo que uno de los dedos del mayor delinease una sutil línea hasta sus húmedos y recientemente hinchados labios, para finalizar en un nuevo beso demandado por el mayor.

Y que él entrego sin objeciones.

Ichiji suspiro largamente al ser envuelto por la incandescente onda de calor, respondiendo en igual medida a la demandante petición del Charlotte. Probando ambos la mezcla de sabores que expendían los labios del contrario. Extendiendo su tacto sobre el otro para perderse aún más en  el fogoso contacto. Sintiéndose como solo ellos dos sabían, ya que a pesar de que al menos uno de ellos lo negara, ambos habían extrañado la cercanía del otro.

Ichiji cayo víctima de los diestros labios del mayor, en donde la única melodía que acompasaba a la de su errático corazón, era las del choque de sus labios. Poco a poco quería tomar un poco más de aquel peligroso y maquiavélico hombre, pero cuando los dígitos de Ichiji rozaron accidentalmente el cuello de Katakuri, su fantasía de desplomo en un instante.

Pudo sentir una sedosa risa desde las sombras, burlándose de lo idiota que estaba siendo.

«Disfrútalo mientras puedas…»

–¡Apártate de mí, idiota! – Gruño indignado. Rompiendo en el acto su caluroso contacto, y siendo víctima de una fuerza sobrehumana, aprovecho los microsegundos de confusión en la mirada de Katakuri para finalmente propinarle la fuerte bofetada que desde el día que lo conoció le quiso soltar.

– ¡No quiero que me vuelvas a tocar con las mismas manos con las que tocaste a esa mujerzuela! – Grito sin poder contenerse.

Pero solo tuvo que escucharse a sí mismo para que el calor se le fuera del cuerpo.

No, no pude ser posible que haya dicho eso.

No cabía dentro de su cabeza lo que acababa de salir de su propia boca, y a juzgar por la expresión de Katakuri…

Él tampoco.

Se dio media vuelta sin esperar una reacción por parte del mayor, pero debió suponer que las cosas no se quedarían de esa forma, ya que apenas dio un paso hacia atrás, el Charlotte ya había aprisionado con brusquedad su brazo, obligándolo a volver sobre sus pasos y desafiar su mirada. 

Sus ojos bermellón no denotaban molestia alguna a pesar de que hace solo unos segundos le hubiese volteado la cara, y su acción obtuvo el efecto contrario cuando la momentánea estupefacción de Katakuri muto a una sonrisa sugerente.

 

– Quien pensaría que mi espinela, además de estúpida y obstinada, también es muy celosa.

 

………………………………………………………

La noche era brillante y tecnicolor en el bar On Air al ritmo de «Dance Monkey». Como siempre, el británico promedio siempre tenía tiempo para el descontrol y la fiesta sin importar la fecha. Siendo esa una de las primeras cosas que lo dejaron en una pieza cuando llego a Londres. Era incluso como si hubiese personas que sin problemas pudieran vivir solo por las noches en la capital británica.

Desvió la mirada de las copas que estaba puliendo en la barra solo para soltar una risa al ver hacia una de las mesas más concurridas. Se trataba de una despedida de soltero y como diez chicos estaban haciendo una competencia de cervezas mientras Nojiko saltaba energéticamente junto ellos con un par de pompones en mano dándoles ánimos a todos. Del otro lado estaba Apoo, en la parte superior de la pista haciendo el trabajo de DJ que siempre le gusto. A pesar de que el dueño de On Air no fuera su persona favorita, podía decir que si Scratchmen le profesaba devoción a algo, era a su bar. Incluso le había enseñado a mezclar un par de pistas, y en algunas ocasiones el mismo había fungido como DJ cuando Apoo estaba ocupado.

Quizás por eso acepto ir esa última noche, necesitaba ver una última vez esa cara de Londres.  

El choque de la batea vacía de Nami contra la barra sorprendió a Sanji. Su amiga le guiño el ojo, y con una mirada traviesa se sentó frente a él.

–¿Sera un mal ejemplo que regreses ebrio a casa?  – Pregunto con una sonrisa radiante.

–Creí que mañana tenías que ir a la facultad – Menciono mientras servía dos chops de cerveza para él y Nami. – Me ayudaría estar ebrió para aguantar a Ichiji y Niji por más de seis horas en un avión. – Secundo divertido mientras él y Nami brindaban y un poco de cerveza caía sobre el mármol negro de la barra. – Sino terminare saltando de allí.

–Por tu paz mental en este viaje – Alego contenta mientras alzaba su copa y el líquido fermentado caía sobre su garganta.

Sanji repitió el mismo proceso, pero rio fuertemente al darse cuenta que Nami no se detuvo hasta dejar el gran vaso sin una gota de cerveza.

– ¿Qué? – Señalo animada.

–Nada. – Sonrió de medio lado mientras apoyaba su codo en la barra para descansar su rostro en una de sus manos. Nami era una de las personas más audaces que había conocido. Con una picardía nata y atrayente que podía hacer a cualquier persona caer ante su gatuna mirada.

Pero ella no era ninguna gatita indefensa, sino un tigre al asecho. 

–Cuando Vivi nos presentó, supe desde el principio que te morías de ganas por golpearme creyendo que era su ex. – Recordó, mientras saltaban las risas de ambos.

Nami y Vivi recién iniciaban su relación cuando él llego a Londres, y cuando su mejor amiga los presento, no fue difícil para el notar la desconfianza inicial de Nami. Aunque siendo justos, hubiera pensado lo mismo si veía que su pareja y el mejor amigo de esta actuaban como si estuviesen en una especie de relación.

–Ahora que entramos en este círculo de honestidad, tengo que darte las gracias por hacer a Vivi perder la última gota de fe en los hombres. – Reconoció mientras mordía pícaramente su labio inferior.

Lo sabía, Vivi se le había declarado cuando estaban en la escuela, pero el respetuosamente la rechazo.

Lo que ambos tenían era muy hermoso, y temía que si se volvían pareja tarde o temprano se fuera a destruir.

–Sabes que ella y yo siempre vamos a estar para ti, ¿Sí? – Comento con una melancólica sonrisa. No iba a llegar al punto de llorar, pero decir que Sanji no le haría falta sería imposible.

–Extrañare esto, y a ti. – Concordó el rubio, alargando la vida de ese círculo invisible que ambos habían creado por unos segundos más. 

–¡Sanji! ¡Nami! – Desgraciadamente el cruento rugido de Apoo acribillo su burbuja hasta hacerla reventar. – ¡Dejen de holgazanear y terminen de preparar todo para la llegada de mi invitado.

–¡Apoo, cierra la boca!, O no solo tendrás que buscar un nuevo bar tender para mañana, sino también una mesera – Desafío Nami mientras se ponía de pie junto con Sanji. Su descanso oficialmente había terminado.

–Si de algo estoy seguro, es que no lo extrañare a él. – Secundo Sanji mientras que Nami le pasaba un par de copas de cristal para que los llenara de cerveza.

–Es un imbécil – Aseguro Nami – Recuerdo que en primera semana aquí no paraba de verme los pechos. Le di una buena patada en la entrepierna para que lo dejara de hacer y funciono. 

Sanji rio alto ante las palabras de la pelinaranja. Era una mujer fuerte y decidida. Verdaderamente, una amiga sin igual. Estaba feliz de que Vivi tuviera a alguien así a su lado. Estaba tranquilo, ya que a pesar de dejar a Vivi, sabía que esta siempre podría contar con Nami a pesar de todo.

Y tambien lo hacía pensar en que hubiera sido de él sino estuviera viviendo lo que estaba viviendo.

¿Él hubiera tenido algo similar?

Rio por lo bajo ante sus propios pensamientos. Realmente lo dudaba.

–Me pregunto quién será tan importante como para que el tacaño de Apoo te haya ofrecido duplicarte la paga solo para que vengas esta noche. – Cuestiono en voz alta Nami mientras limpiaba la mesa central.

–Dudo que sea otro jugador de la Premier League si necesitaba de mis servicios. – Dilucido mientras colocaba una gran cantidad de copas de cerveza encima de la barra. Quien quiera que sea, no necesitaba conocerlo para saber que era una persona que ovacionaba el alcohol en gran medida.

–Buen punto – Reconoció la peli naranja mientras cruzaba la barra para tomar cada una de las presentaciones de cerveza que poseían.

Pero fue entonces que una gran cantidad de murmullos comenzaron a hacer eco en el lugar. Sanji y Nami se percataron de que muchas de las personas que habían en las mesas e incluso las que estaban en la pista de baile se detuvieron casi de inmediato. 

Vieron que Apoo se acercó inmediatamente a la puerta con los brazos extendidos y una risa jocosa en el rostro para recibir a un hombre que fácilmente llegaba a los dos metros de altura. Llevaba una playera blanca con el logo de Gucci y unos pantalones de mezclilla negros muy ajustados ocultándose sobre un saco azul eléctrico que le llegaba a la altura de las rodillas. Era un estilo muy simple, pero de alguna forma funcionaba y hacia un gran contraste con sus largos cabellos rojos.

–¡Captain Kid! ¡Ya echaba de menos esos repugnantes cabellos rojos, Yokel! – Saludo altaneramente Apoo.

–¡Que te jodan, Scratchmen! Y si no encuentras a alguien que lo haga, lo no me sorprendería viendo esa horrible cara tuya, llámame y lo hago yo mismo. – Replico fastidiado, pero igualmente recibió el saludo del dueño del bar.

–Mmm… No esperaba que Apoo conociera a ese sujeto – Comento Nami apoyada sobre la barra, viendo como su jefe y el recién llegado intercambiaban unas palabras.

–¿Y quién se supone que es? – Pregunto el rubio, pero no estaba interesado por el “amigo” de Apoo, sino por el hecho de que incluso Nami reconociera a esa persona.

–Es el director técnico de la escudería de McLaren. – Comento tranquilamente – Algo así como Ferguson con el Manchester United, pero de carros. – Comparo con gracia – Se hizo famoso por salir de la nada y hacer a McLaren campeón de la Formula 1 por tres años consecutivos. – Nami lo tomo del brazo para susúrrale al oído – Las malas lenguas dicen que fue él quien echo a Hamilton porque ya no lo soportaba más. – Sanji abrió la mirada ante ese singular dato. Si bien no sabía mucho de carreras de autos en comparación al futbol, si sabía quién era Lewis Hamilton. El hombre era prácticamente un icono en Gran Bretaña – Es famoso por ser polémico, Sanji. Odia a los periodistas, muchas veces a insultado a varios en rueda de prensa, y lo sé porque su nombre es Trending Topic muy seguido en Twitter.

–Entonces es solo un fanfarrón más – Señalo en un tono afablemente sarcástico. No era la primera vez que venían famosos al bar, y en su mayoría eran muy molestos, puros imbéciles con complejos de grandeza en su opinión.

–Quizás – Acepto la pelinaranja – Pero mientras nos deje una buena propina, por mi puede insultar a Apoo todo lo que quiera.

Los observaron hablando por unos cuantos segundos más. Hasta que de repente Apoo se quedó a media palabra ante la llegada de una hermosa mujer de cabellos esmeralda que se enrosco grácilmente al brazo de Kidd.

Al verla Sanji, y en especial Nami, se quedaron sin palabras.

Era muy hermosa, como una peligrosa sirena que encandilaba con su encantadora pero mortífera voz. Vestía ropas muy cortas que avivaban aún más su escandalosa sensualidad, pero ¿Acaso esa mujer no sentía frio? Alla afuera debía estar como a ocho grados y ella vestía como si fuera una tarde de verano. Extrañamente Sanji sintió un retorcijón cuando su mirada paso fugazmente por donde él estaba.

Algo en esa mujer no lo convencía del todo, y era extraño, porque estaba seguro de que jamás la había visto en su vida.

Apoo, y sus invitados emprendieron camino hasta la segunda planta del bar, justo donde se encontraba la zona VIP, pero algo que sorprendió a Sanji de sobremanera fue que muchas personas empezaron a saludar a ese pelirrojo como si lo conocieran de años, y contrario a lo que creyó, el recién llegado respondía con la misma efusividad a todos los saludos a medida que se adentraba al bar. Incluso los chicos que estaban en la despedida de soltero se levantaron a estrecharle la mano y pedirle un par de fotos, a lo que este no se negó, e inclusive se tomó una cerveza con ellos.

Por lo visto, no era de la clase de personas que era petulante por ser famosa. 

anji… ¡Sanji!

–¿Mh? – El repentino llamado de Nami lo hizo desviar la mirada. – ¿Qué?

–¿Qué paso contigo? ¡Te llevo llamando desde hace horas! Ayúdame a buscar las reservar de cerveza artesanal en la bodega para llevarlas a… Oh…– El repentino silencio de Nami, seguida de la enigmática sonrisa que se formaba en sus brillosos labios no le gusto ni un poco – ¿Te gusta lo que ves, no?

–¡Nami! No digas tonterías.

–¡Vamos! Tampoco es que se vea tan mal. De hecho no se ve para nada mal. – Destaco alzando las cejas acompasadamente – Aunque prefiero a su acompañante.

–Nami, tienes novia. – Le recordó molesto.

–Que este a dieta no significa que no pueda ver el resto de la carta, Sanji.

Bufo ante el descarado comentario de Nami. – Vamos a la bodega.

………………………………………………………

–¡Debiste haber venido a la inauguración, Eustass! ¡Fue todo un éxito! – Señalo Apoo, recordando animadamente la apertura de su bar hace unos meses.

Kidd se encontraba prendiendo un cigarro para Monet totalmente distraído de las palabras de Apoo mientras este no paraba de hablar.

–Si, lamento no haber venido antes a tu antro de mala muerte Scratchmen, pero esa fecha coincidía con el Grand Prix de Alemania. – Comento con molestia mientras guardaba su encendedor. Diablos, la estruendosa risa de Apoo era incluso más molesta que su jodida voz.

–¡Claro! Recuerdo que lo vi por la tele. Apropósito, felicidades por tu victoria en Budapest. – Recalco con una sonrisa – Y tambien–

–Apoo, no quiero ser un hijo de puta, pero… no, miento. Si lo quiero ser. – Se adjudico mientras alzaba la voz – Necesito que te largues. Vine por dos cosas, para embriagarme y hablar con esta belleza – Hablo mientras señalaba a Monet – Y tu presencia ralentiza ambos objetivos.

–P-Pero creí que…–

–¡Si! ¡Si! Me alegra verte, y todas esas mariconadas que se dicen los amigos cuando se ven luego de mucho tiempo, pero ahora no es el momento. ¡Así que largo! Me quedan seis días libres antes de largarme a Silverstone y me estás haciendo perder mi valioso tiempo contigo. – No tuvo que decir más para que el dueño del bar le levantara el dedo medio y lo dejara a solas con la ojidorada. – ¡Casi lo olvido, tráeme toda la cerveza que tengas y un Martini doble!

La prolongada risa de Monet luego de ese acontecimiento hizo a Kid deformar la mirada.

–Eres un cretino, Kitty. – Acoto Monet lanzándole el humo del cigarro coquetamente sobre los labios.

–Sino lo hacía se iba quedar aquí por lo que restara de la noche.  

–¿Y cómo así conoces este agujero en el corazón de Soho? – Cuando Kid le dijo que se bajara del auto porque ya habían llegado casi le da un ataque de risa. El pelirrojo realmente era una persona muy creativa.

–Conocí a Apoo por un amigo en común. – Comento restándole importancia mientras se encogía de hombros. Lo que le recordaba que hacía mucho que no se veía con ese traficante de órganos al cual erróneamente llamaban médico. 

–Oh… – Monet no se veía sorprendida por sus palabras, pero igualmente tomo su comentario con ironía.

–¿Decepcionada? – La miro alzando los brazos sobre el lugar.

–Para nada cariño, soy capaz de adaptarme a cualquier tipo de situación. – A pesar del fuerte sonido de «Wild Thoughts» de fondo y los ebrios revoltosos que habían en la primera planta, no veía un impedimento para no hablar con Kid tranquilamente. 

El pelirrojo rio cínicamente – Puedo confirmar eso. – Indico mientras encendía la pantalla de su teléfono. Sonrió al ver que tenía un par de mensajes de cierta persona en su bandeja de entrada indicándole que estaría en Sins esta noche, pero se le borro al instante cuando vio que tambien habían unos cuantos de la reliquia de Kong.

Mierda, debía encontrar una solución para el maldito informe de la FIA, que claramente aún no hacía, o se ganaría un par de gritos del viejo.

Tambien hallo un par de mensajes de Vi, y otro de Katakuri amenazándolo de muerte por haberse llevado su Pagani sin su consentimiento.

–¡Ja! Espero que aun conserve las llantas cuando salgamos de aquí. – Sonrió atrevidamente con su atención totalmente puesta en la pantalla.

–Sera divertido ver como Katakuri te entierra vivo por eso. 

–Si fuera su único auto realmente lo lamentaría. 

–Bueno, serás tú el que pague los quince millones que le costó el Pagani, no yo. Ahora, ¿Te importaría dejar el móvil y prestarme atención? 

–¡Dame un segundo, maldita sea! – Gruño concentrado en la pantalla – Si debes culpar a alguien porque te ignore que sea a ti misma que diseñaste esta basura de Iphone X.

La peliverde se encantó con una sonrisa traviesa – Y fue uno de mis mejores trabajos, lo que hace que sea una lástima que la gente apenas y use el diez por ciento de todos los usos que ofrece. A propósito, ¿Qué opinas de que le quitemos el cargador al próximo iPhone?

–Opino que es algo estúpido – Remedo aun ignorándola – pero la gente es tan idiota que aun así lo va a seguir comprando, así que adelante.

–Perfecto, entonces se lo comentare a Tim cuando regrese a Palo Alto. Quizás lo pueda instaurar en el Iphone 11… ¿Kitty, me estas escuchando?

Un inusual interés invadió la mente de Monet al ver a Kid, era raro que él se distrajera por algo tan simple como un mensaje cuando estaba con otras personas.

Cuando Monet desvió la mirada del pelirrojo para observar un poco más de aquel bar le pareció un lugar simpático, algo sencillo, como esa taberna del pueblo en la que se reunían todos los borrachos luego de pelear con sus esposas, pero con un matiz de extravagancia tan típico de los ingleses.

Las luces de colores bañaban las columnas neutras, las mesas de madera y el piso de agua de la pista de baile le parecían muy hipnotizantes. Su mirada siguió su camino hasta la barra, donde pudo ver a dos chicos, un rubio y una pelinaranja, supuso que eran los meseros porque estaban sirviendo miles de chops de cerveza. No pudo divisar sus rostros claramente por la oscuridad del lugar, pero si sus siluetas, y valla que la chica tenía un trasero muy apetitoso.

Se mordió los labios indiciosamente al imaginar todo lo que podría hacer con este.

Su par de dorados siguieron su camino hasta la segunda planta del bar, además de ellos dos, no había nadie más, algo que agradecía gratamente – Aunque Kid ya le había asegurado que ambos se verían sin problemas – A diferencia de los asientos de madera dell primer piso, en este todos los asientos eran finos muebles blancos con una pequeña mesa de centro negra donde una pequeña vela brindaba su única fuente de luz. Añadida a la gran televisión de pantalla plana que levitaba en lo alto, y al ver esta pudo divisar algo interesante en la programación de la noche.

–Kid – Susurro al pelirrojo – Están repitiendo tu rueda de prensa.

Quizás esas palabras fueron suficientes para obtener la atención del pelirrojo, porque de inmediato Kid soltó el teléfono y mostro una risa socarrona al verse en la pantalla. 

La retransmisión mostraba un panel totalmente negro en la parte trasera donde destacaban las siglas “FIA Formula 1 World Championship” en letras rojas, y en la parte inferior, una mesa del mismo color con todos los espónsores de la competición. Estando detrás de los buros dos hombres, uno era un pelirrojo de grandes proporciones cubierto por lentes de sol y una gorra con el logo de McLaren, mientras que a su lado estaba un joven que vestía una chaqueta con las siglas del motor inglés, pero que se veía extremadamente nervioso frente a la cámara, tenía cabellos rosados y era de una contextura muy delgada.

«–«Mister» para Skysports. – Inesperadamente un voz sonó ante los dos presentes, pero mientras que Kid se mantuvo impasible y sin cambiar su expresión, el joven a su lado empezó a mover sus dedos de forma incontrolable – En primer lugar, quería felicitarlos a usted y a Coby por la victoria en Hungaroring.

«–G-Gracias… –El joven de cabellos rosas fue el único que con un hilo de voz agradeció las palabras del reportero.  

«–Coby, ¿Nos podrías decir cuales fueron tus conclusiones del circuito? Y tambien ¿Cuál será tu estrategia de cara a Silverstone teniendo a Hamilton a unos puntos de diferencia tuya?

«–B-Bueno… yo…–

–Carajo Coby, ¿Por qué siempre tienes que actuar como un perfecto imbécil frente a la cámara?

–A mí me parece tierno, y deberías estar agradecido de que Coby sea alguien a quien puedas mantener a raya. – Comento Monet con una sonrisa traicionera – A diferencia de Lewis.

Para nadie era desconocida la desidia que sentía el director técnico de McLaren por el actual corredor de Mercedes. Desde el momento en el que Kid empezó a liderar la escudería inglesa, Lewis Hamilton y él habían pasado por un centenar de diferencias. El ego del primero y la impasividad del segundo hicieron prácticamente imposible la convivencia entre corredor y director técnico. Añadido al hecho de que Lewis creía que él era la única estrella de McLaren, olvidando que había todo un equipo detrás de él. Fue por eso mismo que Kid lo termino echando del equipo a mitad de la temporada pasada.

–Vuelve a mencionar ese nombre y tu trasero lo pagara caro, preciosa. – Aunque, como siempre, Monet no mentía. Cuando prescindió de Hamilton, Kong casi lo despide a él tambien, pero le prometió que encontraría a alguien mucho mejor que ese imbécil, y valla que lo hizo.

Ese alguien era Coby, el niño apenas y tenía la edad mínima para participar en carreras de autos. Lo conoció cuando fue a buscar una joven promesa en los circuitos ilegales de Londres. En un principio se sorprendió de encontrar a una persona en extremo tímida en un lugar como ese, pero su gran habilidad sobre el volante acallaron cualquier duda que guardase. Finalmente, fueron sus grandes aspiraciones las que llegaron a convencerlo. Sabía que tendrían que trabajar en su confianza, pero no dudo en contratarlo, y cuando lo hizo, media FIA y todos los malditos paneles deportivos británicos se le fueron encima sin piedad. Burlándose incansablemente de él por remplazar al Bicampeón de la Formula uno por un don nadie para que encabezara el equipo de McLaren.

Pero todos esos idiotas terminaron tragándose su propia mierda, ya pesar de su cohibida actitud, ese niño de apenas dieciocho años se volvía otra persona cuando estaba al volante, y a diferencia de Hamilton, Coby si lo escuchaba. Aprendía de sus errores, tomaba sus pautas y atendía sus consejos. Realmente pensaba en el equipo.

Y eso era justo lo que Kid necesitaba.

«–Kid, aquí Fullbody para BBC Sports – La voz de un hombre resonó en la rueda de prensa haciendo que el joven piloto de McLaren se empezara a hiperventilar. Se solía poner más nervioso de lo normal cuando lidiaba con la prensa.

–Ahg… – El pelirrojo soltó aire molesto – no te imaginas como aborrezco a ese maldito reportero amarillista.  

–Lidiar con la prensa es parte de tu trabajo, Kid. Lo quieras o no.  

–Lo sé, pero eso no les quita puntos de idiotez. 

«–¡Pregunta de una buena vez que ya quiero regresar a casa!

«–En la vuelta sesentaicuatro, McLaren ya tenía la victoria casi asegurada, pero en ese momento se izó la bandera multicolor a causa de una fuga de aceite en la carrocería de Williams y en vez de reducir la velocidad, ordenaste a Coby aumentar su kilometraje para llegar más rápido a la línea de meta. ¿No crees que fue una maniobra peligrosa tanto para Coby como para el resto de competidores? Su carrocería corrió el riesgo de haberse descarrilado.

–Escucha atentamente Monet, porque la respuesta que le di a ese imbécil quedara grabada en los libros de las competiciones de motor.

Mientras Coby bajo la mirada avergonzado, Kid contemplo de manera aburrida al periodista. «–¿Realmente eres tan idiota como para pensar que arriesgaría a mi propio equipo de esa forma? –¡Joder! Si el mismo había diseño cada uno de los autos que usaba Coby desde el Motor – Te hare una pregunta muy sencilla ¿Sabes más de autos que yo? – Inesperadamente la expresión de Fullbody se deformo, y la soberana pregunta del pelirrojo obligo a más de una persona en la rueda de prensa a aguantarse la risa. Incluido Coby.

«–¿Por qué no respondes la pregunta, Kid?

«–¿¡Sabes más de autos que yo, si o no!?

Luego de un prolongado silencio la voz de Fullbody se volvió a escuchar – No.

«–Tu mismo acabas de responder a tu estúpida pregunta. – Mediante la pantalla se pudo ver como Kid se levantaba de su asiento seguido de un nervioso Coby mientras eran bañados por miles de flashes. –¡Se termino la rueda de prensa! Los veo en Silverstone, y espero que para la próxima vez que tenga el desagrado de verlos a la cara, finalmente descubran como hacer su trabajo y sean periodistas de verdad. En especial tu Fullbitch.

–Sabes, es la quinta vez que veo esa rueda de prensa y hasta ahora no me canso de escucharla. –Apunto el pelirrojo. – Lo único que esos imbéciles buscan es que les responda cosas como que me acosté con sus esposas para que así tengan que comer hasta la próxima rueda de prensa.

–Si, ayer Katakuri y yo la vimos mientras almorzábamos en Marcus Wareing. – Recapacito la ojidorada. A ambos les causo gracia las respuestas de Kid, pero tampoco era que les sorprendía el trato tan despectivo que este llevaba con la prensa.

Desde su llegada a McLaren, los tabloides deportivos se habían encargado de prostituir su imagen solo porque no era igual de lameculos que el resto de los miembros de la Formula 1. Lo que le gano ser catalogado como como un simple Yokel inculto que todo lo que sabía de autos lo había aprendido en la mugrosa mecánica en la que se crio. 

Tenía sentido su total repudio a la prensa.

–Cuando escuchaba las ruedas de presa de Mourinho pensaba que el malnacido solo estaba siendo un fanfarrón. Tuve que llegar hasta donde estoy para entender que el desgraciado tenía razón. – Señalo Kid.

–¿Quién es Mourinho? – Pregunto con curiosidad Monet.

–¿¡No sabes quién es José Mourinho!? – Contrargumento indignado el pelirrojo – Bueno no importa, es un hijo de puta, como tú. De seguro se llevarían muy bien. – Recapacito mientras pasaba una de sus manos por su nariz. – Bien, habla de una vez, ¿Por qué estamos aquí?

Inesperadamente la mirada de Monet se afilo y el choque de sus largas uñas acrílicas contra la mesa formo un chillido nada apetecible a oídos de Kid.

–Ayer me vi con Katakuri… – Inicio tranquilamente.

–Dices lo obvio, preciosa. – Comento despreocupado. Eso no era nada raro.

–No lo entiendes. Fui a verlo a la nueva firma y lo encontré en una situación un tanto particular. Actuaba de manera muy extraña. Así que cuando salimos de allí y fuimos a comer trate de preguntarle lo que le pasaba, pero él–

–¡Vamos Monet! Estas exagerando. – Desestimo Kidd – Solo esta estresado y ya. Apenas y tiene tiempo para ir al baño desde que volvió a Inglaterra. Que el hombre dejara Nueva York para mí nunca fue una buena idea. ¡No me sorprendería que un día de estos lo encontrase muerto en su Pent-house con una herida de bala en la cabeza! – Reconoció en voz alta – Me dijo que hoy estuvo en Whole Cake toda la jodida mañana discutiendo a muerte con Smoothie los últimos detalles de la nueva estrategia de diversificación y esas mierdas. Con solo saber eso hasta a mí me dan ganas de buscar una escopeta. –Reconoció sobándose la cabeza – Te diré algo, aquí entre nos Smoothie está muy buena, y te puedo decir por experiencia que ese culo es de las mejores cosas que he probado en mi vida, pero cuando la maldita actúa como una perra, puede ser hasta incluso peor que tú.

–¿Te volviste a acostar con Smoothie? – Pregunto Monet con una clara sonrisa en el rostro.

–¡Por supuesto! – La mueca orgullosa que se cincelaba en su rostro hizo a Monet soltar una risa altiva. –Fue el día de la fiesta de la firma a la que tristemente no fuiste, ¡De lo contrario hubiéramos hecho un maravilloso trio! – Hacía mucho que no probaba un poco de esa bestialidad oculta entre los exquisitos modales que era la Charlotte, y ¡Joder! podía afirmar que esos labios rosas hacían mucho más que solo encantar con sus palabras.

Monet negó con la cabeza sin quitar la curva de sus labios – Si, lo siento por eso. Katakuri me aviso, pero estaba trabajando en un nuevo microprocesador para el iWatch. Aunque descuida, que si estaré para decirle que te revolcaste con su hermana, otra vez. – Reto con dulce ironía. Aunque no lo aparentara, Katakuri era alguien extremadamente celoso con su familia.

–Anda, ¡Hazlo! – Reto descaradamente el pelirrojo. – pero llegaras tarde con el chisme, preciosa. Katakuri ya lo sabe, yo mismo se lo dije esta tarde.

–Oh… – El pequeño circulo que formaron sus labios por su falsa sorpresa hicieron que Kid rodara los ojos – Me alegra saber que ahora ya aprendiste la lección y le dices la verdad.

Kid no se tomó la gracia como tal. –Mira maldi–

Monet lo interrumpió antes de que empezara a soltar toda su bilis con ella –Obviando el hecho de que te liaste a la hermana de tu mejor amigo, de nuevo. – Recalco con gracia – Luego de que fuimos a comer lo acompañe a ver a Cracker a su exposición de arte.

–¿Lo asesinó por ocultarle lo de su matrimonio? – Interrumpió preguntando con sorna. Katakuri le había revelado que realmente lo descoloco la futura boda de su hermanito.

–No, para la suerte de Cracker entre prensa y asistentes formaban muchos testigos. – Monet hizo una nueva pausa para darle una sutil calada a su cigarro. – Todo estuvo relativamente tranquillo hasta allí, pero luego fuimos a su Pent-House, y fue allí donde supe que algo estaba realmente mal.

–¡Ahg, maldita sea! Ustedes las mujeres siempre se demoran diez horas explicando algo que fácilmente podría decirse en diez segundos. ¡Por eso prefiero los pen–

–No se quiso acostar conmigo.

Si Kidd hubiera estado tomando cerveza en ese momento, quizás Monet hubiera terminado empapada de alcohol a causa de su inusitado ataque de risa y él con una buena bofetada en el rostro.

–¡Oh! ¡Hahaha! ¡No puede ser! – Kid empezó a aplaudir sin piedad formando sonoras palmadas a su alrededor. – ¡Ese hijo de puta! En ningún momento me menciono ese minúsculo detalle. ¡Hahahaha! Merece una medalla.

–¿Katakuri te hablo sobre eso?

–¿Estas de coña? Preciosa, él y yo nos decimos todo. Soy lo más cercano a un matrimonio homosexual de lo que el hombre jamás tendrá. – Razono en voz alta – Como sea, te digo desde ya que solo estas exagerando. – Trato de calmar las aguas – quizás solamente no tenía ganas y ya. ¡Aunque sea difícil de creer a veces nos pasa! Ver la misma vagina una y otra vez se puede volver algo muy aburrido. Por eso los hombres casados engañan a sus esposas contigo. – Se gano una mirada de reproche por parte de la ojidorada por su comentario, pero igualmente siguió adelante con sus palabras – Y en caso de que yo este equivocado y tenga alguna especie de pseudo relación de la que no me haya dado cuenta, cuya probabilidad es muy baja, – Recalco – estoy convencido de que no debe ser nada serio. Aunque bueno, estamos hablando de Katakuri, – Recapacito ahogando una risa – con el nada es serio.

–¿Así? – El sarcástico tono de Monet mientras levantaba las cejas provoco que Kid se alzara de hombros. – ¿Con que nada serio?

–Por supuesto.

–Entonces explícame porque se acuesta esporádicamente con uno de los trabajadores de su firma.

La mirada de Kid se revolvió ante las palabras de Monet.

–No lo sabias. – Afirmo con una sonrisa – Me lo esperaba.

–Él no es acuesta con su personal.

–Kitty – Lo interrumpió la peliverde – Ambos sabemos que eso no es cierto. – Si bien en el historial de Katakuri solo figuraban un par de personas, eso era suficiente para crear un precedente.

–Bueno, sí lo hizo, ¿Y qué? – Desestimo alzando los hombros – No significo nada importante antes y no significara nada importante ahora. Es más, él es tan indiferente con esas estupideces que si no me equivoco ahora esas dos están a cargo de las sedes de su firma. – Explico tranquilo.  – ¿Te das cuenta de que te estas esforzando por mover las aguas en un riachuelo? Puedo entender que estés celosa porque él no haya querido clavártela pero–

–Deja esos sentimientos tan infantiles para alguien como la perra española. – Acallo de repente, provocando que la mirada de Kid se intensificará en azul tormentoso. – Yo te estoy hablando de un hecho factual. – Inmediatamente el tono de Monet se oscureció – Creo que no es necesario que te recuerde lo que paso aquella vez ¿No es así?

El pelirrojo contrajo fuertemente la mandíbula.

No, claro que no.

–En cualquier otro escenario yo hubiera entendido el accionar de Katakuri. – Explico pensativa. Tampoco es que fuera la primera vez que pasara. No era como si Katakuri y ella solo se dedicaran a tirar como dos conejos y ya cada que se veían. Katty era alguien con quien podías perderte en una buena charla que en ocasiones podía llegar a ser mejor incluso que el sexo. – Pero él se rehusó a darme cualquier tipo de explicación. – O al menos, cualquier tipo de explicación que la dejase satisfecha.

–¿A dónde carajos quieres llegar? – Estaba empezando a hartarse de esta mierda.

–Kid… – La voz de Monet salió en un tono inusual de voz, uno intranquilo. – Tu y yo lo conocemos desde hace años. – Comento con la mirada baja – Nos encontramos con él en diferentes partes del camino, y para bien o para mal, hemos influido en su vida.

Fue la primera vez en toda la noche de Kid tuvo que desviar su mirada de la de Monet.

Recordar esa mierda siempre lo ponía de mal humor.

–No te estoy culpando por lo que paso. – Comento con presura – Fue algo bajo, pero a pesar de ello Katakuri logro perdonarte, y aun con todo el daño que le causaste en el pasado, sé que te aprecia, tal y como tú a él.

Ese hecho era innegable. Katakuri y el compartían una gran estima mutua. Era el primero en reconocer que había cometido cagadas muy grandes en el pasado, y no se sentía orgulloso de ello. No fue un buen amigo, pero al menos agradecida haber estado allí en el momento más bajo de la vida de Katakuri.

Ese amargo recuerdo siempre hacia mella en él cada vez que venía a su mente esa maldita tarde de lluvia.

Fue la única vez que vio al hombre llorar.

–Habla con él, Kid. – Sentencio la peliverde mientras colocaba su cigarro contra la mesa, apagándolo en el acto. – No sé qué diablos está pasando por su cabeza, pero tuve la desgracia de conocer a ese idiota de cabeza roja cuando los atrape a apunto de coger en la oficina de Katty, y tengo que decirte que no me agrado ni un poco. – Había algo en esa cucaracha que no le encajaba del todo. Estaba segura de que ese niño ocultaba algo muy grande y lo último que quería era que Katakuri repitiera el mismo error que hace años.

Kid había escuchado con inusual paciencia todo el discurso de Monet. Sabia a lo que se refería con sus palabras, y entendía la preocupación genuina que mostraba por Katakuri.

Frunció el entrecejo, molesto por la inesperada línea de acontecimientos. ¡Y el que planeaba perderse en «Sins» lo que le quedaban de sus extremadamente cortas vacaciones! pero no, tendría que cumplir su maldito deber de mejor amigo.

Repaso sus rojos cabellos con los dedos. ¡Carajo! Ese imbécil. –Bien, ¿De quién se trata? – Pregunto con retraído interés.

Monet sonrió peligrosamente ante él. Sabía que Kid podría hacer más que ella en esta situación. –Su nombre es Vinsmoke Ichiji.

–¡Tsk! ¡Mierda! Está bien, yo me encargo, pero tendré que esperar a que Katakuri regrese de su maldito viaje o de lo contrario–

Las palabras de Kid se vieron abruptamente cortadas cuando dos burbujeantes chops de cerveza chocaron contra su mesa.

–¡Por fin, maldita sea! – Acuño el pelirrojo al sentir el incomparable aroma de la cebada fermentada. Desde antes de empezar su conversación con Monet necesitó de una de esas. – Ya era hora de que llegaran ¿¡Acaso Scrachtmen les ordeno matarme de sed!? –Giro la vista listo para despotricar con los estúpidos meseros la razón de su condenada tardanza, pero toda palabra quedo en su garganta cuando vio al joven que tenía frente a él. 

–Disculpen la demora, tuvimos que buscar en nuestras reservas especiales de licor. En nombre del bar On Air, espero que disfruten de nuestra amplia gama de cervezas artesanales esta noche. – La tranquila voz de cierto rubio que llevaba una sonrisa tallada en el rostro mientras sostenía una batea con miles de vasos de cerveza en tanto era ayudado por una sexy pelinaranja dejo totalmente incrédulos a ambos comensales.

En ese preciso momento la mirada de Monet se amplió en extremo al contemplar la irreal imagen de un rubio con facciones muy refinadas, pero no. ¡Esto no debería estar pasando! 

¡Ese chico era la viva imagen de ese pelirrojo revoltoso de Ichiji!

¿Sera posible? No, sus cabellos son totalmente diferentes. ¿Qué diablos está pasando?

Y fue quizás su estado de total discordancia lo que la hizo pasar por alto que no era la única en esa situación. 

Sanji se sintió fuera tono ante el incomodo momento. Quizás habían interrumpido algo importante, ya que tenía la vista de ambos sujetos encima suyo como si fuese la nueva atracción de un circo, y en especial la de ese sujeto.

–Uhm… ¡Es un placer atenderlos esta noche! – Nami se percató de la situación y corto el momento con un caluroso recibimiento – Mi nombre es Nami, y él es Sanji. Cualquier cosa que necesiten no duden en llamarnos. – Su cantarina voz combatió en el incomodo silencio con su sonrisa, a la par que colocaba un Martini doble frente a la intrincada mirada de Monet.

Sanji.

Monet logro salir de su transe para recuperar su antigua postura casi de inmediato, y con una sonrisa casquivana poso su atención en los recién llegados. Analizándolos detalladamente

No, era imposible que ese muchacho fuera Ichiji. De haber sido el, no hubiera dudado en tirarle encima toda la batea de cerveza, pero eso no explicaba el mortal parecido entre ambos.

¿Hermanos? Quizás gemelos. 

Que interesante…

– Gracias – Susurro hipnóticamente mientras le giñaba un ojo a la pelinaranja.

Pero Kid por el contrario, únicamente podía escuchar aquella pegajosa canción de Daft Punk de fondo en la disco la cual sonaba sin piedad sobre sus oídos y debía darles la razón a esos jodidos robots, aliens o lo que sea que fuera ese condenado dúo de franceses.

Porque sí.

Después de tantas noches despierto, finalmente había tenido suerte…

Así que aquí estabas.

–Fue un acierto que finalmente me haya animado a venir a tu mugrienta cantina, Scrachtmen. – Comento para si riendo de forma escalofriante.

Nadie más que Kid entendió el significado oculto tras esas palabras, pero de inmediato la instintiva mirada de Monet no se quedó atrás. 

Sanji levanto una ceja sin comprender el sentido de las palabras de ese sujeto. ¿Se estaba refiriendo a él mismo o a Apoo? ¿Qué diablos le pasaba? Sin duda era alguien extraño.

Por lo visto su última noche de trabajo seria de todo menos normal.

El rubio se sintió fuera de lugar ante la intensa mirada que ese sujeto le estaba dedicando, y antes de que fuera a reclamarle a ese idiota rojizo si tenía algo en la cara, Nami lo tomo por la fuerza y empezó a caminar rápidamente hacia la escalera.

–Bueno, ha sido un placer atenderlos. ¡Adiós! – La pelinaranja intervino tan rápido que Sanji apenas pudo entenderla.

–Nami, ¿Qué haces? – Le reclamo mientras bajaba a la fuerza los escalones de metal.

–¡Por Dios, Sanji! Ese idiota de Eustass Kid te estaba viendo como si quisiera arrancarte la ropa con los dientes. – Susurro con cautela. Si Apoo o alguien la escuchaba se armaría un escándalo – Diablos, olvida todo lo que dije, el sujeto es un imbécil.

Hizo una mueca de asco ante la aseveración de Nami. El sujeto era agradable a la vista, pero no. Alguien así de descarado jamás seria su tipo. – No tienes que decírmelo. Con solo escuchar la repetición de su rueda de prensa por el altavoz fue suficiente para saber que es un cretino.

La inesperada sucesión de acontecimientos que se desarrolló frente a Monet la dejo muy intrigada. Por lo poco que pudo ver, ese rubio que veía descender por las escaleras difería mucho de Ichiji. Se veía alegre y lleno de luz. Totalmente opuesto a lo taciturno y marchito que era ese pelirrojo. Aunque había algo que ambos compartían en igual medida, y era esa desafiante mirada desbordante de fiereza. La pudo sentir en Ichiji aquella vez que la enfrento sin parpadear, y ahora la veía por segunda ocasión con Kid.

Y hablando de pelirrojos.

–Kitty, ¿Me puedes explicar lo que acaba de pasar?

Pero la afilada mirada de su interlocutor se mantuvo fija en el vacío que habían dejado esos para que seguidamente voltease a verla con una sonrisa sin igual resonando en su rostro.

–La noche está llena de sorpresas, preciosa. – Comunico con inusual excitación.

–¿Conoces a ese chico? Por no creerás lo que estoy a punto de decirte. Él se ve exactamente igual a…–

Ni siquiera escucho lo que sea que salió de los labios de Monet y se levantó del sofá, siendo seguido por la desencajada expresión de la mujer.

–¿Qué es lo que haces? Aun no termino de hablar contigo.

No le dio respuesta cuando sin perder el tiempo tomo uno de los voluminosos vasos de cerveza que habían sobre la mesa. Por el aroma y la presentación reconoció al instante que era una Barley Wine

Perfecta.

Solo los británicos conocían el verdadero secreto de las bebidas alcohólicas, y este en consistía en esperar pacientemente a que su exquisita fermentación estuviera lista. Podían ser diez, veinte, incluso treinta años.

Mierda, la paciencia era una de las virtudes más molestas del mundo.

Y de la que el menos tenía. 

–Espera aquí, Monet.

………………………………………………………

Al sentarse sobre el cofre del Dodge pudo notar que estaba hirviendo, y es que no era para menos. Había recorrido a más de 180 kilómetros por hora para volver a Londres en tiempo récord. Estaba aparcado en plena avenida principal cuando vio que Marco finalmente salió de Lidl con una bolsa llena de botellas alcohol, y empezó a reír sin control. El rubio llevaba puesto un gorro que cubría sus dorados cabellos en su totalidad, más que nada para evitarse cualquier escándalo en caso de que los llegasen a multar por ebriedad en plena vía pública.

Algunas cosas jamás cambiarían.  

–Sigues siendo un maldito avaro. – Llamo divertido al ver a su rubio amigo. Marco compartía su ideología de gustos extremadamente simples en muchos aspectos, pero había una gran diferencia entre ellos dos. – ¿Cómo puedes seguir ingiriendo esta basura cuando te pudres en dinero? – Pregunto incrédulo mientras tomaba la botella de Beefeater

–Zoro, ¡No seas malagradecido! Las cuatro botellas me costaron ciento veinte libras. – Reconoció indignado. –Además, Beefeater es lo mejor que ha creado Inglaterra desde Mayfair – Aclaro el rubio mientras veía a Zoro abrir la botella solo para hacer una mueca de asco al dar el primer sorbo – Shanks produce uno de los mejores rones del mundo y aun así tu no heredaste su buen gusto por el alcohol.

–De hecho si lo hice, y por eso mismo es que me da tanto asco esta cosa. – Reconoció mientras le estregaba la botella al rubio, que empezó a consumir la ginebra como si de agua se tratase.

Habían algunas cosas que jamás entendería de Marco. A pesar de tener mucho dinero, el rubio era una persona en extremo austera, pero una cosa era ser sencillo y otra muy distinta era que con más de treinta años siga consumiendo las mismas malditas bebidas que solían ocultar en sus chaquetas para no tener que pagar en los supermercados cuando tenían dieciséis.

Aunque al menos esta vez sí pago; rio por lo bajo.

–Honestamente, no probaba un Beefeater desde que te fuiste de Londres. – Reconoció Marco con un aire de nostalgia provocando que las risas de Zoro cesasen de inmediato. – Cuando cambié la escuela de Medicina por la de Negocios, no lo hice porque fuera algo muy difícil para mí – De hecho, era de los mejores de la clase. – Lo hice porque ya no quería que mi padre siguiera encadenado a trabajar sin parar en Newgate Industries.

Edward era el hombre al que el más admiraba. No solo fue un padre maravilloso, aceptando todas las excentricidades y locuras de sus hijos mientras los educaba para volverse personas de bien, sino que también era un hombre muy preocupado por los suyos. Merecía tomarse un descanso luego de haber emprendido su imperio desde cero. 

–Al volverme vicepresidente de la compañía, entendí un poco más del por qué mi padre jamás se tomó un descanso. – Y tenía que darle todo el mérito del mundo, ya que a pesar de tener a sus hijos revoltosos por un lado, y a su demandante trabajo del otro, su padre había encontrado un equilibrio entre ambos. – Es algo que te puede llegar a absorber sino lo llegas a controlar – Reconoció con un ligero aire de oscuridad en sus palabras. Era una vida realmente solitaria. Quizás por eso su padre decidió adoptar a tal cantidad de hijos.

De alguna forma llenaba el vacío.

Nunca te sentías solo.

–Y hacer todas estas estupideces contigo hoy, me recordó lo que era ser un adolescente cuya única preocupación era el siguiente juego del Chelsea. – Soltó mientras sus labios volvían a probar de aquella botella de ginebra – Me hiciste falta, hermano.

Zoro permaneció en silencio luego de las palabras del rubio, observándolo con la mirada eternamente abierta –Marco... – Él era el único que sin importar nada siempre estuvo a su lado, e incluso ahora, después de tanto, seguía allí para él. –Gracias.

El rubio rio ante el gesto de Zoro – Vamos, no digas idioteces. Esto no es nada ¿Cuántas veces tuve que cargar tu ebrio trasero hasta casa sin protestar? Eso sí que fue peor.

Zoro casi escupe la ginebra al escuchar al rubio.

–¿Qué? – Pregunto un confundido Marco.

–¡Hahaha! No, es que recordé que en una de esas ocasiones, luego de que me dejaras tirado en mi cama, Mihawk me pregunto a la mañana siguiente si éramos pareja. – Por un tiempo su padre llego a ser muy incisivo sobre su relación con Marco.

–Oh… Ahora entiendo porque siempre pedía que dejásemos la puerta abierta. 

Zoro suspiro para luego recostarse sobre el cálido cofre de su auto – Deberíamos hacer eso.

–¿Decirle que somos pareja? – Musito el rubio levantando una ceja – No creo que eso sea suficiente para arreglar tus problemas familiares. 

–No, eso quizás más adelante. Sera el último recurso que use. – Sonrió cínicamente ante el estúpido juego de palabras ideado por el rubio – Me refiero a lo primero. – Señalo observando hacia el oscuro cielo – He estado en muchas ciudades a lo largo de mi vida, pero creo que ninguna se compara con Londres. – Desde siempre había sentido una fascinación por aquella ciudad de guerras y leyendas. 

Sin perder tiempo, Zoro le arrebato la botella de Beefeater de los labios a Marco, y tomo las restantes que habían quedado en la bolsa para que seguidamente un fuerte estruendo y una maldición del rubio rompieran el ambiente.

–¡Puto loco! ¿Acaso ya estas totalmente ebrio? ¿¡Que carajos acabas de hacer!? – Exclamo indignado al ver todas las botellas de Ginebra hechas pedazos en la grava.

–¡Mueve el culo, Marco! No tomaremos esa basura por más tiempo. Cuando estábamos de camino aquí pude ver un bar a unas cuadras. Así que ¡Felicidades! Hoy me cargaras ebrio hasta mi nueva casa.

–¡Zoro, lo que dije fue en sentido figurativo! Apenas y puedo con mi propio peso luego de esa cirugía. – Pero el peliverde estaba decidido y ni siquiera espero a los reclamos del rubio que de mala gana lo siguió.

………………………………………………………

 

Inmediatamente una lluvia escarlata invadió todo su rostro cortándole la respiración en el proceso. –P-Pero… ¿¡Que es lo que acabas de decir!?

 

Ichiji no pudo hacer algo más cuando Katakuri lo cargo sin dificultad con un brazo y lo siguiente que supo fue que estaba acorralado contra el sofá blanco y con ambas manos aprisionadas sobre su cabeza mientras Katakuri se alzaba ganador sobre él.

 

–Vamos a aclarar un par de puntos, Ichiji. – Remarco el mayor – Primero que nada, no existe excusa en el mundo para que no hayas contestado mi llamada el día de ayer, y antes de que te pongas a gritar por haber irrumpido tu privacidad y demás. Te recuerdo que hicimos un trato en donde ambos aceptamos cumplir las condiciones del otro. Así que quiero que uses esa roja cabeza tuya y pienses un poco, ¿Qué pasa cuando una de las partes no cumple con lo acordado? Créeme que no tienes que haber estudiado leyes para saber la respuesta.

 

Como odiaba que empleara su entreverada lógica para todo. – ¡Yo no tengo porque darte explicaciones sobre mi vida privada, Katakuri! Eso no tiene nada que ver contigo. No eres el centro del universo, solo acepta que simplemente no se me dio la gana de contestarte, y ya.

 

–Ahórratelo, no te estoy pidiendo ningún insulso pretexto. Ya te lo dije antes, lo que hagas fuera de mi firma o de mi cama no es de mi interés, no confundas las cosas. – Declaro contundente. – Lo que me lleva al segundo punto, ¿Tanto te molesto la presencia de Monet como para que reaccionases de esa forma hace unos segundos?

 

Repentinamente se quedó sin argumentos ante las palabras de Katakuri. No esperaba que le hiciese esa pregunta. Sabía que Katakuri no era alguien que se atara a una persona. De hecho, era extremadamente pragmático en ese aspecto, pero él por el contrario…

 

Realmente aborreció que Monet pusiera sus manos sobre Katakuri.

 

–¿¡Crees que yo sería capaz de sentir celos por una mujer tan despreciable como ella!? O incluso peor, ¿¡Por ti!? Realmente tu ego no conoce límites.

 

–No me molesta que estés celoso, Ichiji. – Katakuri susurro travieso en su oído provocando que abriera desmesuradamente su azul mirada – De hecho, es todo lo contrario, me excita aún más.

 

Su pálida piel se transformó en multicolor al escucharlo ¿¡Porque tenía que ser tan descarado!? – ¡Tú, y tu nido de enfermedades venéreas pueden irse directo al diablo!

 

– ¿Es eso lo que te preocupa? Te recuerdo que la pasaste muy bien la otra noche sobre mi nido de enfermedades venéreas. –Inquirió divertido sobre sus labios.

 

–¡Eres un asco! Y permíteme decirte que si Monet es tu arquetipo de mujer, entonces tienes un pésimo gusto.

 

–Ichiji, yo no tengo “arquetipos” con las personas. Si veo algo que me gusta, lo tomo y ya. – Advirtió – Lo que no logro entender es porque armas un show de no querer contestar el maldito teléfono como si fueras un crio y luego me lanzas una bofetada de la nada.

 

–¡¡Porque para mí esto no está funcionando!! – Le grito sin más. – ¡Yo no soy tu zorra, Katakuri! Y no puedes tratarme como una solo porque sí. ¿Quieres saber porque no te conteste el maldito teléfono? ¡Porque te lo merecías, imbécil! – Escupió sin piedad – Entiende esto, ¡Yo no soy, ni jamás seré de tu propiedad!

 

Finalmente se lo había dicho.

 

Y casi al instante la cara de Katakuri se transformó, volviéndose un tempano de hielo.

 

–¿Desde hace cuánto piensas eso, Ichiji?

 

–Cada vez que te veo. – Soltó acido desviándole la mirada.

 

–No. Mientes. – Adjudico totalmente seguro. – Algo me estas ocultando, no estabas así la última vez que nos vimos. – Katakuri se vio pensativo por unos segundos para luego afilar la mirada de forma mortal. – Monet tuvo algo que ver ¿No es así? – Pregunto con voz cavernosa.

 

Termino por morderse los labios de forma visceral, ya no quería decir más y seguir avergonzándose a sí mismo.

 

–¡Responde mi pregunta, con un demonio! ¿¡Ella te dijo algo!?

 

«Que me desecharías de tu vida como a un condón usado…»

 

–Déjame en paz. – Soltó con ira.

 

Carajo, si lo hizo – Katakuri gruño ofuscado al confirmar su teoría. – ¡Te dije que no le prestaras atención!

 

–¿¡Y que querías que hiciera cuando vi como esa mujerzuela no paraba de mover el culo por ti!? – Exclamo dando libre albedrio a todo el cumulo de emociones que llevaba dentro – ¡Lo peor fue que en todo momento me ignoraste como si yo ni siquiera existiera! ¿¡Tan desesperado estabas por querer irte a coger con ella!? ¿Acaso tan poco respeto me tienes, imbécil? ¡Ni siquiera me ves como una persona sino como un maldito agujero! ¡Y lo mismo paso aquella noche! – Bramo si reparo – ¡Ni siquiera te dignaste a dormir conmigo! ¡Me dejaste con tus fajos de billetes a un lado de la cama cual ramera!

 

La mirada de Katakuri se volvió magma puro luego de oír sus palabras.

 

¿¡Porque tenía que verlo de esa manera!?  Ya no deseaba seguir cayendo víctima de esa mirada, solo su tacto bramaba en su piel.

 

Intento apartarlo usando la fuerza, pero fue imposible levantar su peso y todo se volvió aún peor cuando en respuesta Katakuri estrujo su cuerpo contra el suyo. Obligándolo a sentir una creciente erección sobre su vientre.

 

–¡Katakuri, quítate! – Grito con fuerza mientras hacía inútiles esfuerzos por forcejear con él.

 

Pero era imposible sobreponerse a él por medio de la fuerza.

 

–Ichiji, deja de moverte y escúchame. – Pidió con una pausada voz. Algo totalmente ajeno a él.

 

La luz incandescente del candelabro caía directamente sobre el mayor. Katakuri lo veía con una expresión indescifrable en su rostro, como si estuviera librando una batalla consigo mismo para soltar sus siguientes palabras.

 

–Antes que nada, olvida esa estúpida idea que tienes en la cabeza. Porque es totalmente errónea. Yo nunca te he visto como mi prostituta personal. – Reconoció – Ambos somos adultos, y las acciones que cometimos esa noche fueron totalmente consensuadas. Si me tengo que disculpar contigo por haberte hecho sentir de esa forma, no dudes que lo hare, pero no me voy a disculpar por lo que te propuse, porque yo no te obligue a nada. – Hablo totalmente serio – Y siento si herí tu orgullo al no dormir contigo, pero se trata de algo totalmente personal. Yo duermo solo. No comparto la cama con absolutamente nadie. No lo he hecho en años, y no pretendo empezar ahora.

 

¿Por qué cada vez que sentía que abría una puerta con Katakuri aparecían cien más?

 

Tuvo que cerrar los ojos por el ardor que sentía en las pupilas.

 

Desconocía como actuar con Katakuri. Él era capaz de llevarse todo su alrededor de un solo soplido. – …Olvida todo lo que dije. Ya lo mencionaste con anterioridad, no tengo porque reclamarte nada.

 

–No. – Alzo su potente voz.  – Solo porque nuestra relación sea exclusivamente sexual no significa que no tengas derecho a decir cómo te sientes. –Detallo suavizando la mirada.

 

Ichiji se vio acorralado ante aquella sucesión de palabras.

 

– Y solo para que lo sepas, esa noche que pasamos juntos… No fue como cualquier otra para mí, Ichiji.

 

Su mirada se expandió al escuchar esa última parte viendo fijamente hacia esos fascinantes ojos bermellón. Allí estaba nuevamente, ese sentimiento suicida de jugar con fuego sin temor a quemarse.

 

¿Qué era lo que realmente sentía por Katakuri?

 

–Para mí tampoco lo fue. – Susurro con dificultad.

 

–No me tortures más mi espinela, déjame besarte.

 

Antes de que pudiera responder, Katakuri rozo su barbilla con la nariz, atrayéndolo hacia él y apoderándose de sus labios. Su expresión de sorpresa fue aprovechada por el mayor para introducir su lengua dentro suyo. Quiso protestar pero cualquier gesto de resistencia quedo en el olvido al sentir el compás lento y pausado en su boca. Este era un beso diferente, era cálido.

Colmado de fogosidad y calor, de aquellos que te hacían suspirar largamente y ahogarte de sentimientos.

 

Su perdición.

 

Katakuri se separó de sus labios muy lentamente. Pareció meditar sus siguientes palabras – Al igual que tampoco me acosté con Monet si es eso lo que te quita el sueño. –Admitió con voz neutral al mismo tiempo que las pupilas de Ichiji se dilataban.

 

–¡Pura mierda! ¡Eso si no te creo! – Jadeo furioso.

 

¿Y cómo hacerlo? ¡El mismo Katakuri acepto de buena manera toda la “cordialidad” que le mostro esa mujerzuela!

 

–No gano nada mintiéndote, Ichiji. Es problema tuyo si me crees o no. – Reconoció despreocupado. – Como te lo mencione en la firma, Monet y yo solo somos amigos. 

 

No podía creer lo que estaba a punto de preguntar, pero necesitaba respuestas – ¿Y acaso te acuestas con todas tus amigas?

 

Por el repentino cambio en su respiración supo que la pregunta no le había agradado, pero igualmente le contesto. – No, Ichiji. – Su respuesta fue contundente – No tengo sexo con mis amigas.

 

–¿Y Monet? – ¡Porque jamás se creería que no había pasado nada entre esos dos antes!

 

–Es diferente, Monet no mezcla la amistad con sexo. Es igual de pragmática que yo, si fuera lo contrario hace mucho hubiera cortado toda relación con ella.

 

Valla, ahora podía entender un poco más el pensamiento de Katakuri.

 

Entonces ¿Realmente le estaba diciendo la verdad? Pero… ¿¡Y esa marca!?

 

–Y si estás pensando en esto – El mismo Katakuri señalo el punto morado sobre su cuello – No fue Monet, y no tuvo nada que ver con lo que te estas imaginando. Te lo puedo asegurar. – Su mirada era totalmente avasalladora.

 

Bien, estaba seguro de que no estaba dispuesto a decirle nada más con respecto a ese tema, pero ¿Realmente podía confiar en él?

 

Desde siempre había sido una persona desconfiada, ¡Y es que no era para menos! Había aprendido de la forma más cruda posible a siempre esperar lo peor de la gente. Con los únicos con los que realmente podía contar era con los idiotas y Rei.

 

Pero Katakuri…

 

En todo lo que llevaban de conocerse, había sido lo más demoledoramente honesto posible con él. Quizás demasiado. Nunca le pinto las cosas de rosa, y crudo como era, limito muy bien los parámetros de su acuerdo y su relación laboral. A pesar de que la forma no le agrado, tambien cumplió con su trato de la forma en la que habían acordado, e inclusive ahora, aunque con ciertas reticencias, de igual forma le aclaro su situación con Monet. 

 

En ningún momento le había dado razones para dudar de él, ya que sus acciones, siendo frías o no, hablaban mucho mejor sobre él de lo que cualquier voz podría.

 

–Lamento haberte abofeteado… – Articulo en un murmullo.

 

Aún estaba muy confundido con respecto a lo que ocurría entre Katakuri y el, pero eso era lo mínimo que podía hacer.

 

Diablos, ese hombre lo hacía perder la cabeza.

 

Katakuri le dio una última mirada y sin decir ni una palabra se levantó del sofá, liberándolo al fin. Procedió a tomar la botella de vino que había quedado sobre la mesa de centro para servirla sobre su copa hasta casi hacerla rebalsar.

 

No podía descifrar lo que estaba pasando por su cabeza, pero Katakuri se veía muy pensativo.

 

–Bien Ichiji. No quiero que este problema se vuelva a repetir, y como buen hombre de negocios que soy, tendremos que resolver esto de tal forma que no se vuelva un problema ni para ti ni para mí. Así que habla de una vez. ¿Qué es lo que quieres?

 

–¿Disculpa? – ¿Por qué siempre tenía que resolver todo de esa forma?

 

–Aunque no lo parezca. Realmente disfrute de nuestra noche compartida, – Menciono trazando una ligera línea por sus delgados labios – y estoy dispuesto a hacer lo necesario para que nuestros encuentros sean algo que ambos disfrutemos totalmente. – Explico – Para mí, desflorarte fue una de las experiencias más exquisitas que he–

 

–Basta. – Pidió de repente. Diablos, se retractaba de lo que dijo, realmente quería lanzarle otra bofetada ¿Porque tenía que ser tan descarado? Pero obviando su manera poco ortodoxa de pedir las cosas, ¿Realmente estaba dispuesto a escucharlo?

 

–Entonces, ¿Te puedo pedir lo que sea? – Pregunto cauteloso.

 

–Tampoco tientes tu suerte, niño. No te daré mi firma.

 

–Es una pena.

 

Mostrar ese dejo de cinismo hizo a Katakuri sonreír de medio lado.

 

Esa era una de las cosas más le atraían de su espinela.

 

Ichiji se mostró pensativo por unos segundos. Sabía lo que quería pedirle, al igual que también sabía que era una petición estúpida.

 

Porque luego de esta noche, los caminos de Katakuri y el suyo, se separarían para siempre.

 

Pero solo por esta noche, por esta última noche, él…

 

Sin perder tiempo se levantó del sofá, y con la gracia macabra que lo caracterizaba, se colocó sobre Katakuri, sosteniéndose de él y colocando ambas piernas a los extremos de su humanidad. Enfrentando directamente su avasalladora mirada. Solo en esa posición podía sentir el dulce resonar de sus hombrias al encontrase nuevamente.

 

Ya no le tenía miedo, no más…

 

Al principio el Charlotte vio con cierta sorpresa el acto, pero lo acepto gustoso cuando Ichiji sintió como el brazo de Katakuri no perdió tiempo y rodeo sus caderas incitándolo a moverse en un acto condenadamente lento sobre su ya despertado miembro.

 

Ichiji jadeo al sentir como la erección de Katakuri crecía sobre su trasero, y ciñéndose a su cuello, gimió sobre su oído. La sentía dura y palpitante mientras se movía de un lado a otro sobre la cada vez más ajustada tela.

 

Solo en esa cercanía Ichiji podía sentir el maravilloso aroma a canela y uva. Sin esperar autorización acaricio una de las cicatrices de Katakuri con la punta de sus dedos. Sabía que a Katakuri no le agradaba que tocara esa parte tan grotesca de él. Sin embargo, el mayor veía la escena con abrumador erotismo. Que Ichiji rosara con tenue delicadeza y profunda curiosidad aquella zona tan intima suya, era un afrodisiaco visual para él.

 

–Quiero ser el único… – Pidió jadeante – No quiero que te acuestes con nadie más que conmigo hasta que nuestro acuerdo llegue a su fin.

 

Estaba totalmente consciente que solo quedaban escasas horas para que se fuera de Inglaterra, pero solo por esa noche…

 

Quería ser él quien se apoderase totalmente de los pensamientos de Charlotte Katakuri.

 

Katakuri sonrió maquiavélicamente.

 

–Como desees, mi espinela. Lo haremos a tu modo. – Mientras tuviera a Ichiji no necesitaría a nadie más calentando su cama.

 

Repentinamente Katakuri tiro de la polera de Ichiji, y el pelirrojo pensó que el mayor atracaría sus labios en busca de cerrar su nuevo acuerdo, pero no. Se detuvo a un segundo de chocar sus bocas.

 

–Ichiji, yo jamás haría esto en condiciones normales. – Advirtió a milímetros de su rostro. – Disfruto de la compañía tanto femenina como masculina con mucha regularidad, esa es mi naturaleza, pero si deseas que seamos exclusivos. Entonces necesitare algo cambio, mi tonta espinela – Advirtió con su virilidad a flor de piel. Ese atractivo innato inglés y mirada destructiva. El principio y el fin eran ese hombre. – No más secretos.

 

La solicitud hizo que a Ichiji se le resquebrajara la mirada. – ¿Q-Que?

 

–Quiero que me digas que es lo que sientes en todo momento, Ichiji. – Exclamo con cautela – No te estoy pidiendo que me hables de tu vida, solo quiero saber qué es lo que pasa por esa explosiva cabeza roja. No quiero que haya problemas entre nosotros por algo tan estúpido como lo que acaba de pasar. Si algo te molesta, solo dímelo. No esperes a que tenga que entrar en tu cabeza para descubrirlo, porque créeme, será peor si yo lo hago.

 

¿Por qué?

 

¿¡Porque le pedía eso precisamente ahora!?

 

–De acuerdo. – Las palabras fueron acido sobre su tráquea.

 

–¿No hay nada más que quieras decirme, Ichiji? – La vivas mirada de Katakuri era capaz de ponerle fin hasta al invierno más crudo. 

 

Habían tantas cosas de las que quería platicarle, pero ya no tenía razón de ser el darle voz a sus lamentos…

 

No cambiaria nada.

 

–No. – Mintió descaradamente.

 

Con esa simple palabra, Minos sello su sentencia, y cual alma en pena labro su propio camino hacia el barquero, para arder en el más crudo de los infiernos. 

 

Katakuri tomo sus mejillas para sí, acorralándolo contra sus labios. Con total deseo, sus lenguas se buscaron para un encuentro caliente y despiadado.

 

Presionaban y mordían.

 

Pedían y demandaban.

 

Buscaban y se hallaban.

 

–Te quiero desnudo, ahora. – Exigió el mayor mientras recorría con su lengua la palidez de su cuello.

 

Ichiji gimió con fuerza cuando la erección de Katakuri empezó a simular que lo penetraba por encima de la ropa. Katakuri introdujo las manos por debajo de la tela de su ropa y busco sus rosados pezones en la oscuridad. Exprimiéndolos con suma maestría y jalándolas sin piedad.

–O-Oye… ¡Ahm!... – Su cuello termino contrayéndose por su raudo contacto. Sus manos quemaban en su piel – ¡Tranquilízate idiota! Solo han pasado dos días desde aquella vez.

 

–Que para mí han sido una eternidad. – El rostro de Ichiji ardió ante la sempiterna honestidad de Katakuri – ¡Maldita sea, Ichiji! Por más complicado, engreído e idiota que seas… te deseo, y mucho. – Reconoció en un jadeo.

 

–Katakuri…. – Gimió prolongadamente su nombre. No podía evitarlo. Una imparable llama empezaba a quemarle la piel.

 

Yo tambien… ¡Yo tambien te deseo!

 

Katakuri sonrió libertinamente ante los desesperados gritillos de su pelirrojo, y dispuesto a hacer esta noche inolvidable tanto para él para como para su revoltosa espinela, volvió a tomar el control de la situación acorralando a Ichiji sobre su sofá mientras el pelirrojo gemía desorientado por el brusco cambio de posiciones.

 

No es que no le gustara que Ichiji estuviera encima de él. De hecho era todo lo contrario, le encantaba ver a su pelirrojo siendo bañado por ese embriagador tinte escarlata en todo su cuerpo, pero su espinela aún tenía mucho que aprender.

 

Y él, como buen maestro, se encargaría de enseñarle todo, paso por paso.

 

–Esta vez me tomare mi tiempo para degustarte lentamente, cereza. Quiero probar de tu elixir con calma hasta saciarme enteramente de él. – La maestría en sus palabras hacían a Ichiji perder la poca cordura que le quedaba. 

 

Pero… ¿Era correcto perder la razón por ese hombre?

 

No, claro que no. Katakuri era misterioso y pragmático, una bestia encerrada en un castillo de tinieblas que era su propio ser, y él solo era la gárgola que lo observaba desde lejos.

 

–Hazlo… – Susurro en una súplica. Adhiriendo sus labios a la boca de Katakuri como si su vida dependiese de ello.

 

Sin romper el demandante beso, Katakuri poso su tacto sobre sus pantalón. Arrebatándole lentamente aquella prenda. Era un acto calmo y pausado, todo lo contrario a lo que fue en la noche que perdió su inocencia. Podía sentir como los dedos de Katakuri descendían con suma elegancia por sus piernas, sacando a la luz su tersa firmeza. Una oportunidad que el mayor no desaprovecho para contornear la fría piel contra su calidez natural. Ichiji gimió con sorpresa cuando Katakuri tiro del elástico de sus boxers sin previo aviso, sintió como los dedos de Katakuri contorneaban sus glúteos, lanzándole una fuerte nalgada que lo hizo hincarse sobre el sofá mientras su prenda intima desaparecía. Estaba muy excitado, y solo le quedo levantar los brazos mientras Katakuri le arrebataba lentamente su polera para finalmente quedar desnudo ante su mirada borgoña.

 

A pesar de que ese hombre ya lo hubiera visto sin prenda alguna, no podía evitar sentirse vulnerable ante él. Era una sensación extraña, una entrega tanto física como psicológica. Revelarle su cuerpo siempre resultaba más abrumador de lo que pensaba, pero todas sus inseguridad se desvanecieron tras oír las palabras de Katakuri.

 

–No me prives de la perfección de tu cuerpo, Ichiji. – Su voz sonó como una serenata melancólica ante él.

 

Sus palabras lo hicieron arder de la pena.

 

–I-Idiota.

 

¿Por qué cada vez que estaban los dos solos Katakuri era otro? Ya había visto al temerario empresario, pero en aquella estela, estando solo ellos dos sin ningún otro ente vivo a su alrededor, el Charlotte se alzaba como alguien cálido y encantador. Aunque sin dejar de lado esa presencia y ego sobrecogedor que lo caracterizaban.

 

Katakuri estaba a punto de deshacerse de su camisa de un tirón. Deseaba a muerte sentir el rose de sus pieles entre sí, pero el inesperado tacto de un avergonzado Ichiji sobre sus hombros lo hizo detenerse.

 

–Déjame a mi hacerlo –Pidió en un siseo. A pesar de que no dejaba de ser extremadamente vergonzoso para el – Esa noche, te deshiciste de tu ropa sin darme tiempo de asimilarlo. Se que lo hiciste para que dejara mis dudas a un lado… pero ahora ya tengo dudas. – Hizo una pausa para tomar aire – Esta vez quiero ser yo quien te desvista.

 

La tenue risilla de Katakuri era una melodía indescifrable que para Ichiji era solo comparable con la master piece de Debussy

 

Katakuri era su Clair de Lune

 

–Adelante, mi espinela.

 

Su tacto no dejo de ser tembloroso en todo momento, pero su torpe inexperiencia dejaba profundamente satisfecho a Katakuri, que vio atento como Ichiji empezó de a pocos a desabotonar las costuras restantes de su camisa Canali como si fuera un niño que estuviera a punto de hacer una travesura.  

 

Katakuri solo tuvo que mover un poco sus hombros para que la gravedad hiciera el resto y la camisa terminase arrugada sobre el sofá.

 

Quedo perplejo ante el fascinante tórax de Katakuri, lo había visto una vez, y sentido otras mil, pero solo hasta ese momento no realizo lo mucho que extrañaba esa desbordante visión. Su cuerpo, siempre contorneado, siempre fuerte, brillando de esa tonalidad canela, era más exquisita que cualquier fantasía de adolescente que hubiera podido tener.

 

No perdió tiempo, e hizo algo que desde el primer momento deseo hacer, trazando sus dedos con extremo cuidado cada poro de su marcado abdomen. Cada musculo era duro al tacto, y Katakuri veía entretenido como Ichiji realizaba líneas imaginarias por todo su cuerpo hasta llegar a su prominente tatuaje y rozarlo hasta chocar con su pecho.

 

Podía estar seguro de que jamás conocería a un hombre así de viril…

 

Lentamente los dedos de Ichiji empezaron a descender por la piel de Katakuri, y a medida que sus manos viajaban más y más hacia el sur, el ligero tono sonrosado de sus mejillas se hacía más prominente. Se detuvo tembloroso sobre la hebilla del mayor. Podía ver el prominente bulto que sobresalía por encima de su ropa, respiro con dificultad ante ese instante de inseguridad.

 

Estaba a punto de bacilar cuando la mano de Katakuri, caliente y fuerte, se posó sobre la suya, atrayéndolo hasta su ya despertada hombría por encima de la ropa.

 

–Katakuri… – Titubeo por el repentino acto. 

 

–Shh…. – Pidió su silencio en un suave bisbiseo. – Aun tienes mucho que aprender mi espinela, pero descuida. Para eso estoy yo, y me encargare de pulirte lo que sea necesario.

 

Sus labios fueron invadidos por la lengua de Katakuri, quedando a la deriva de estos y de sus propios suspiros. Solo con su tacto, Katakuri era capaz de llevarlo a otro plano astral.

 

En sus brazos, podía ser libre de toda responsabilidad, de toda atadura.

 

Escucho un sonido metálico y gimió con sorpresa al sentir el caliente pene de Katakuri entre sus dedos. Katakuri rompió el beso para apreciar especialmente todas y cada una de las expresiones de su brillante espinela. Ichiji apenas podía rodear todo su contorno. Desfalleciendo cuando Katakuri empezó guiar su camino de manera lenta y tortuosa por toda su hombría. Bombeando la prominente extensión de su despertado ser hasta hacerlo tomar proporciones inverosímiles.

 

Podía sentir la venosa piel de Katakuri palpitar bajo su tacto, caliente y viscosa. Tuvo que apartar la mirada por unos segundos, ver su tronco totalmente erguido y prominentemente duro era tan…

 

–No tienes por qué avergonzarte, mi tonta espinela. Siéntete libre de tocarme todo lo que desees esta noche.

 

–I-Imbécil… ¡No se trata de eso! – Desafío con su orgullo por todo lo alto. – Es tu… ¡Eso! No puedo hacerlo bien porque es muy grande y– La inesperada risilla de Katakuri casi provoca un ataque de histeria en el – ¡No te rías! Sé que estas acostumbrado a introducir tu pene en todo lo que se mueva, pero yo por el contrario–

 

–No te imaginas las ganas que tengo de marcar ese apetitoso trasero tuyo hasta que esté tan rojo como tu cabello. –Katakuri ignoro su insulto mientras se deshacía su pantalón.

 

Ichiji gimió sin reparo ante la morbosa declaración ¿¡Porque tenía que ser así de pervertido!?

 

–¡Eres un descarado! – Debía de reconocerle a Katakuri el saber aparentar las formas de manera excepcional, porque detrás de esa apariencia, realmente se ocultaba un verdadero animal.

 

–Lamento que mi diversificado vocabulario sea demasiado altisonante para ti, Ichiji. – Susurro en su oído sin perder la oportunidad de morder suavemente la aureola. Katakuri abandono la guía sobre su propia hombría dejando que fuera el propio pelirrojo quien explorase por cuenta propia toda la magnitud su virilidad y se centró en otras áreas más desatendidas de su espinela.

 

El mayor empezó por magrear la tetilla de Ichiji con su lengua. Su pecho bombeo desesperadamente cuando Katakuri lamio con eterna calma uno de los tantos rasguños que habían quedado en su cuerpo. Las pruebas de que Ichiji había pasado por su cama y de que había salido victorioso.

 

–Fui muy agresivo contigo en aquella ocasión, mi espinela. No te lo merecías, me excedí. – Reconoció besando eternamente uno de los escarlatas raspones que descansaba a un lado del rosado botón de Ichiji, provocando que este soltara la hombría de Katakuri y se arqueara sobre el sofá. – No volverá a pasar. – Siguió su descenso hasta llegar a su ombligo, donde empezó a simular penetraciones que hicieron a Ichiji cerrar los ojos fuertemente, permitiendo que un tenue gritillo escapara de sus labios.

 

¿Qué tenía ese hombre que con solo respirar sobre él lo hacía desentenderse de la realidad?

 

–¡N-No! – Reclamo el pelirrojo en un jadeo– Yo quiero que lo hagas…

 

–Entonces espero que estés preparado, Ichiji. – Su voz era como un llamado en la oscuridad – Porque esta noche vamos a terminar lo que empezamos ayer, y no habrá nada ni nadie quien pueda detenerme esta vez.

 

El calor infernal que se acumuló en el núcleo de su cuerpo no pasó desapercibido de Katakuri, quien rápidamente procedió a tomar cartas en el asunto mientras siguió su camino por el apetecible cuerpo de su espinela. Descendiendo más y más hasta quitarle el oxígeno a Ichiji.

 

–E-Espera… ¡K-Kataruri! S-Si continuas… Y-Yo… ¡Mmh…! – Arrugo la piel del sofá al sentir la lengua de Katakuri jugando con su pubis – D-Detente … – ¡Joder! ¿Realmente le iba a hacer lo que estaba pensando? Trato de apartarlo jalando sus cortos cabellos granate, pero solo sentir el respirar del mayor sobre su glande fue un acto condenadamente placentero. Provocando que lentamente sus fuerzas menguaran.  

 

–Sería muy desconsiderado de mi parte pedirte una felación sin haberte enseñado como hacer una adecuadamente. Así que presta atención que luego lo tendrás que poner en práctica, mi tonta espinela. – Indico con una sonrisa depredadora

 

Sin pedir permiso tomo el ya despierto miembro de Ichiji quien de inmediato empezó a respirar todo el aire que podía, pero aun así no era suficiente.

 

–¡Ahhg!

 

–Tranquila, mi espinela. – Calmo el mayor con profundidad – Te prometo que no te arrepentirás de esto. – Insistió con su apabullante mirada rojiza mientras bombeaba con suma maestría el miembro de su rojizo amante. – Permíteme corromper esa inocente mente tuya por completo. Bailemos juntos es el circulo infinito de placer y perversión que nos brinda la oscuridad de la noche, Ichiji.

 

Y sin más, engullo por completo el miembro de Ichiji, generando en el acto que un fuerte grito inundara toda la estancia.

 

–¡Ahh…! ¡D-Dios Mio! – Su boca se abrió hasta el punto que las comisuras de sus labios le empezaron a doler.

 

Caliente.

 

Muy caliente.

 

Sentía su pene ardiendo hasta la combustión. Palpitando sin piedad ante una sensación desconocida pero indescriptiblemente exquisita. Katakuri lamia sin piedad, succionaba hasta llevarse a su propia alma. Pedía todo, exigiéndole que le entregara todo su ser sin restricciones.

 

Y él se lo daba.

 

Jalaba con fuerza sus cabellos granate, pero esta vez ya no para apartarlo, sino para acompasar las arremetidas sobre su miembro. ¿Esto era el placer oral? Ni Homero hubiera sido capaz de recitar una oda tan impecable. Gemía indecorosamente mientras se contorsionaba sin control sobre el sofá. Katakuri tuvo que aprisionar sus piernas con ambas manos para que pudiera succionar su pene con total libertad.

 

Pero a pesar de la placentera sensación de ser absorbido lentamente por la boca de Katakuri, de sentir sus puntiagudos caninos morder con insano deseo su miembro y el obsceno sonido que provocan sus irreverentes lamidas sobre sus testículos, lo que más fascino a Ichiji fue su borgoña mirada.

 

«Mírame Ichiji… Quiero ver cómo te retuerces de placer solo ante mí.»

 

En ningún momento los apabullantes ojos de Katakuri habían dejado de observar todo el cumulo de sensaciones que generaba en su espinela. Y para Katakuri, darle esa cantidad incalculable de placer a Ichiji, y ser testigo de los estragos que causaba en el pelirrojo, era incluso más excitante que clavarle su verga hasta el fondo. Su viscosa lengua degustaba de su salado sabor, e inconscientemente Ichiji empezó a simular pequeñas penetraciones que a Katakuri lo volvieron loco.

 

–Ichiji, hay mil maneras de sentir placer, – Se separo lentamente de la hombría de Ichiji para calmar su calor con un tenue soplido que hizo al pelirrojo gruñir – y una de las más gratificantes, es brindándolo… 

 

Deseaba más. Lo deseaba todo.

 

Todo de él.

 

–Solo si son tuyas… –Suspiro largamente cuando Katakuri volvió a engullir su miembro. Esta vez sus labios ya no tuvieron piedad. – ¡Solo si son tus caricias, Katakuri! – Gimió alto.

 

–Esa estupidez de la exclusividad tambien se aplica para ti. Recuerda bien esto, porque nadie nunca te hará sentir como yo. No olvides mis caricias, grábate mis besos y recuerda que mi verga es lo único que puede entrar en ese apretado y apetitoso culo tuyo.

 

La mirada de Ichiji se llenó por completo. Fue invadido por una fuerte opresión en su parte baja que le avisaba que pronto llegaría a su límite. Aquella vulgaridad única que siempre acompañaba a Katakuri, pero que era oculta en una sombra autocontrol y quietud lo tenía por completo.

 

–¡Kata… ¡Katakuri! – Trato de empujarlo pero fue inútil. No solo Ichiji había sentido que estaba por llegar a su clímax, y el Charlotte no se lo perdería por nada del mundo – ¡Katakuri! ¡Por Dios!

 

Ante el agudo aullido de placer de Ichiji, su denso liquido blanco se liberó para ser tomado hasta la saciedad por el mayor quien provo encantado su espesa textura.  

 

–Exquisito, mi espinela. – Susurro con una voz tan hipnótica como el resto de su ser.

 

El pelirrojo tuvo que morderse la mano al no saber que hacer. ¡Diablos! Se había corrido en la boca de Katakuri.

 

Ichiji se sintió morir al ver como una pesada gota trasparente se escapó de los labios de Katakuri para terminar siendo atrapada por el pulgar del mayor sin mucho esfuerzo. El granate se irguió sobre él, solo para trazar los enrojecidos labios de Ichiji con su propia esencia cual bálsamo.

 

Provo de su estela junto a Katakuri, quien sin perder tiempo volvió a buscar su cavidad para, tal y como había hecho antes con el vino, hacerlo probar de sus propios labios el salado sabor de sus fluidos.

 

Viscoso y húmedo.

 

–¿Cómo lo haces? – Susurro con los ojos llorosos. ¿Cómo era posible que Katakuri lo hiciera sentirse de mil formas posibles? Una estrella siendo absorbida sin piedad por un agujero negro. Con él a su lado se volvía un caos total. Rabia, celos, odio, deseo, cariño…

 

Lo hacía sentirse tan humano y al mismo tiempo, omnipresente.

 

–¿Hm? – Katakuri lo vio extrañado por unos segundos sin entender su pregunta.

 

Ichiji simplemente cubrió la mirada tras su antebrazo. El centro de su pecho había empezado a retumbar a la acompasada sinfonía de su desbordado corazón.

 

– …Nada.

 

«¿Cómo es posible que me hagas sentir algo más que no sea desprecio por ti, Charlotte Katakuri?»

 

–Ichiji… – Su llamado no fue autoritario, sino tranquilo, pausado y exquisitamente armónico.

 

–Katakuri, bésame. – Exigió sin saber que más hacer para calmar esa terrorífica sensación.

 

Sus demandas no se hicieron esperar, y agradeció enormemente sentir el pesado aliento del granate sobre sus labios, porque así Katakuri no sería testigo de las traicioneras lagrimas que empezaron a escapar lentamente por sus ojos.

 

«¿Cómo es posible que me esté enamorando de ti, Katakuri?»

 

Sentir el aliento del mayor sobre si era lo único que necesitaba para respirar, y su beso no se cortó ni siquiera cuando el Charlotte lo cargo entre sus brazos. Sus manos recorrieron su pronunciado cuello, arañando su exuberante piel hasta dejarla roja. 

 

Sintió el refinado contacto de ambas pieles totalmente desnudas mientras emprendían camino hacia las escaleras de su Pent-house.

 

«¿Habré perdido ya la cordura?»

 

Se sostuvo a su cuello buscando sentirlo lo más condenadamente cerca de él. Palpar su robusta espalda, cepillar sus cortos pero cautivadores cabellos borgoña, oler su inigualable aroma a canela y grabarlo en lo más profundo de su ser.

 

«Fuiste lo peor, y tambien lo mejor que me pudo haber pasado.»

 

 «Y tambien serás lo único que realmente voy a extrañar…»

 

No se quiso separar de Katakuri ni cuando sintió la suavidad de una cama rosando su espalda.

 

Finalmente fue Katakuri quien rompió el beso, y solo así Ichiji se dio cuenta de que no estaban en la misma alcoba donde lo hicieron la primera vez.

 

–Esta es mi habitación – Dictamino el Charlotte, y de inmediato la expresión de Ichiji cambio por completo.

 

Ese insignificante detalle tuvo una gran repercusión para él. Katakuri le había mencionado que era alguien en extremo receloso con su espacio personal, pero que lo llevara a él a ese lugar…

 

Contemplo la estancia sin decir ni una palabra. Era muy amplia, quizás el doble de amplia de lo que era aquella anterior habitación – Que de por si era gigante – Todo era muy sobrio, con una mezcla de blancos y grises por doquier. La enorme cama tenía un respaldo monumental. Mostrándose sobre ellos un falso cielo de madera gris con pequeños puntos de luz que iluminaban tenuemente la cama. Frente a esta había un mueble de entretenimiento en donde destacaba una gigantesca televisión. Tambien pudo ver una puerta semiabierta al lado de la chimenea que mostraba los destellos de lo que era el baño. Al fondo del salón había una pequeñasala de star que estaba compuesta por un juego de sillones, una mesa de madera y una lampara muy moderna. Pero algo que lo dejo sin duda perplejo fue la vista. Desde aquella mampara se podía observar completamente el cautivador brillo de todo Londres.

 

–Creí que no dormías con nadie. – Menciono asombrado por la magnitud de la estancia. 

 

–¿Y quién dice que vamos a dormir? – Contrataco con una expresión depredadora en su rostro. Acorralándolo contra la cama.

 

De inmediato la mirada de Ichiji se sonrojo por completo. – Realmente eres un Neandertal.

 

–Soy muchas cosas, mi espinela. – Reconoció orgulloso – Espero que hayas descansado bien, Ichiji. – Susurro sobre su oreja – Porque esta noche, dormir es lo único que no vamos a hacer.

 

………………………………………………………

Sanji se encontraba agitando una coctelera con ambas manos en la parte trasera de la barra mientras escuchaba con gracia las vivaces risas de Nojiko ante el relato de Nami. Apenas regresaron del segundo piso, la hermana de la pelinaranja se les acerco a preguntarles insistentemente lo que había ocurrido allá arriba con el invitado de lujo de Apoo, y al escuchar los detalles de aquel bizarro encuentro sus risas no se hicieron esperar. 

 

 –Con que Eustass Kid. – Pronuncio Nojiko apoyándose un brazo sobre la barra – Bueno, no es de sorprenderse que actúe así. El sujeto se cree un Dios en la tierra, y no solo por sus títulos. Medio país lo adora por poner en su sitio a la prensa. Tengo un gif de él lanzándole un micrófono a un reportero directo en la cabeza. Se los pasare, es muy divertido.

 

–Es un fanfarrón, pero no se le puede pedir mucho. – Sentencio Nami. – Ganar tantos campeonatos lo ha hecho una superestrella.

 

–Bueno, he lidiado con gente de su tipo desde que estaba en el vientre, así que podría decir que he aprendido a tolerarlos en mayor medida. – Comento el rubio mientras servía un Daiquiri sobre las tres copas que habían en la barra. – Ustedes primero, chicas.

 

–Sanji, no tenías que. – Agradeció Nojiko sosteniendo la copa

 

–Oww… Sanji ¿Qué será de nosotras sin ti? – Suspiro Nami mientras olía el placentero aroma del coctel de limón. – Pero la que si fue muy dulce fue su amiga – Menciono sonriendo de medio lado.

 

–Nami, por favor – pidió Nojiko. Conocía a su hermana, y no era raro que en ese bar siempre paras cosas particulares. – Deja de ser tan zorra, piensa en Vivi.

 

–¡Vamos! Vivi sabe que la amo y jamás la engañaría, pero no soy la única aquí que se ha liado a un cliente en el pasado. – Menciono por lo bajo con una sonrisa traviesa provocando que Sanji y Nojiko rieran al unísono.

 

Ciertamente.

 

No era raro que pasaran muchas cosas bajo la seguridad que brindaba en manto de la oscuridad.  

 

Sanji se apoyó con una mano sobre la barra mientras buscaba la caja de cigarros en su bolsillo trasero ¿Para qué negarlo? La vida se veía con otros ojos en la noche, y él lo había aprendido al conocer la otra cara que guardaba Londres.

 

A fin de cuentas, de alguna forma tenía que desfogar todo el estrés que le causaba la situación de Reiju.

 

No es que se hubiera liado con mil personas, pero muchas veces ser bartender tenía sus ventajas. Aunque claro, tampoco llegaba a los extremos de Niji ni a la hafefobia de Ichiji. Aun recordaba al último, fue al día siguiente de conocer el diagnostico terminal de Reiju.

 

Moreno, cabello negro, desaliñado, tatuajes por doquier y la imagen de una serpiente roja sobre su espalda.

 

Gin…

 

Los chicos malos nunca fueron su tipo, pero necesitaba con urgencia desfogar toda la desesperación que sentía y que al momento de pagarle las cervezas que consumió junto a unos amigos, Gin le acaricio insistentemente la palma de la mano, lo que hizo que lo invitara a la parte trasera del bar a buscar su cambio.

 

La paso bien, incluso tenía su número guardado en el móvil, pero jamás le devolvió la llamada.

 

Quizás él no estaba hecho para esas cosas a diferencia de Vivi y Nami.

 

Aunque no todo era color de rosa en ese empleo, tambien tenía que lidiar con miles de ebrios idiotas. Algo de cada día, nunca faltaba el borracho escandaloso de turno que incitase a la vergüenza ajena con sus desaforados gritos.

 

Solo espero que en mi última noche no tenga que lidiar con ninguno.

 

–Por las zorras. – Brindo el rubio alzando su bebida.

 

–¡Por las zorras! – Replicaron al unisonó Nojiko y Nami resaltando sus encantadoras sonrisas.

 

Sanji replico el mismo gesto con una entrañable tranquilidad. Era extraño, porque sabía que se acercaba al que quizás sería el momento más trágico de su vida, pero finalmente podía alzar la mirada y sentir que lo podía enfrentar sin temor.

 

Pensó en esa hermosa fotografía que había en su billetera, de Reiju y él sonriendo a la cámara con una deslumbrante sonrisa que reflejaba una felicidad incalculable.

 

Se quedaría con eso, y solo con eso.

 

–Escucha San – La voz de Nojiko lo llamo – Se que no hablamos de esto muy seguido, y entiendo que no es lo más sencillo para ti, pero… Creo que con todo lo que has hecho por Rei te has ganado ya un pedacito allá arriba.

 

–Nojiko tiene razón – Menciono Nami – Las palabras de Rei realmente me quebraron. A pesar de todo lo que vivió, ustedes fueron capaces de hacerla tan feliz y… ¡Diablos! No quiero llorar de nuevo o mi maquillaje se estropeará. – Aclaro abanicándose los ojos con una mano provocando las ligeras risas del blondo y de su hermana.

 

–Realmente creo que si no hubiera empezado a trabajar aquí me hubiera vuelto loco del estrés. – Reconoció acabando de un sorbo su Daiquiri. – Estar aquí me recordaba que aun ni llego a los veinticinco. – Reconoció viendo hacia su copa ya vacía – Aquí puedo ser solo yo otra vez, y no el hermano mayor de una niña con cáncer.

 

–Juro que si empieza a sonar Just Getting Older, matare a Apoo. – Aclaro Nami.

 

–Descuiden, sigo escuchando la voz de Pharrell Williams – La risilla de Sanji mientras se mordía los labios contagio a ambas hermanas.

 

Pero aquel corto momento fue interrumpido cuando se escuchó un estruendo por todo el bar. Inmediatamente los tres meseros levantaron la vista y Nojiko soltó una maldición al ver que se trataba de la despedida de soltero que estaba animando hasta hace unos momentos. El novio, un moreno alto y de cabellos negros había roto una de las mesas al caer hacia el piso como peso muerto por culpa del alcohol.

 

–Mierda, Apoo se volverá loco. – Menciono preocupada Nojiko.

 

–¡Ya fue suficiente con esa banda de gorilas! Levantemos al sujeto y saquemos a todos esos idiotas de aquí. Apoo se las agarrara con nosotros si algo le llega a pasar al bar. – Exclamo la pelinaranja levantándose de la barra junto con Nojiko y Sanji.

 

–Sanji, trae el P.O.S. – Le pidió Nojiko adelantándose junto con Nami –No se irán de aquí sin pagar por la maldita mesa. ¡No permitiré que Apoo nos descuente ni una libra por su estupidez!

 

Sanji asintió mientras que ambas chicas se adelantaban. Normalmente se hubiera negado y el mismo hubiera echado a patadas a todos esos imbéciles, pero ni Nami ni Nojiko eran damiselas en peligro. Ya había visto a Nami tirarle todos los dientes a un idiota que le había tocado el trasero mientras entregaba bebidas en su primera semana en el bar.

 

Tuvo que buscar el maldito P.O.S entre las miles de botellas de cerveza vacías que quedaban debajo de la barra, pero finalmente lo encontró a un lado de la caja registradora. Estaba a nada de salir para darle el alcance a Nami cuando sintió un fuerte tirón de su brazo que lo hizo irse de espaldas contra el muro.

 

–¿Pero qué…? – No tuvo tiempo para reaccionar cuando su cuerpo fue acorralado dejándolo sin salida, y al ver a la persona responsable de aquello, la tira de improperios que tenía listas para el imbécil terminaron colapsando en su garanta.

 

–Hola, «Blue Meth» ¿Me extrañaste? – La cínica sonrisa de Eustass Kid ¡El jodido Eustass Kid! Lo dejo totalmente confundido.

 

–¿Pero... que? ¿Blue Meth? Oye idiota, ¿¡Acaso estas ebrio!? ¡Quítate!

 

–¡Mierda! Esta noche estas agresivo. – Agrego fascinado el pelirrojo haciendo aún más presión sobre el cuerpo de Sanji – Me encanta cuando te pones así. – Susurro peligrosamente cerca causándole un rechazo absoluto hacia el sujeto – No tenía idea que trabajabas en este mugroso bar. ¡Y ahora estas rubio! Tengo que decirte que prefiero el otro color, pero está bien. Los rubios tambien me ponen demasiado.

 

–¿De qué diablos estas…? – Sanji callo de inmediato al razonar más detenidamente las palabras de ese sujeto ¿Blue Meth? ¿Otro color? Oh, mierda…

 

¡No puede ser que sea la persona que está pensando!

 

–Si, ya sé que fuera de «Sins» debemos actuar como desconocidos, pero cuando te vi no me pude resistir. – Recalco un pelirrojo totalmente emocionado.

 

–E-Espera un segundo, idiota. ¡Te estas confundiendo de persona! Yo jamás te he visto en mi vida.

 

–Descuida, – La sonrisa que le dedico Kid realmente llego a helarle la sangre – Yo te hare recordar…

 

Sanji desencajo fuertemente la mirada cuando los fogosos labios de aquel pelirrojo presionaron sobre los suyos. Trato de alejarlo de inmediato pero eso solo provoco que Kid lo acorralara aún más contra su cuerpo, invadiéndolo sin contemplación, y de inmediato sintió el incomodo aroma a cerveza y vino mezclándose con su lengua. Fue algo totalmente demandante y voraz, y por más que trato no pudo hacerlo a un lado, sintiendo de primera mano la fiereza de esos cabellos rojo fuego hechos combustión sobre su boca.

 

Solo cuando respirar se volvió algo imperativo, Kid se alejó de él mordiendo sus labios de manera salvaje. Sonriendo totalmente fascinado mientras la descolocada mirada de Sanji lo veía atónito.

 

Kidd estaba a punto de decirle que se encerraran en el baño hasta que recalo en un pequeño –Muy pequeño – detalle, pero que fue suficiente para que casi lo haga cagarse encima.

 

–O-Oye… – Clamo extrañamente preocupado – ¿¡Tus estúpidas cejas no estaban del otro lado!?

 

Sanji estaba a punto de lanzarle un puñetazo a pesar de saber que el pelirrojo podría enterrarlo hasta el subsuelo si decidía devolverle el golpe, pero antes que su puño impactara contra un desconcertado Eustass Kid, alguien se le adelanto. Mandando al piso a Kid de un certero golpe en la mandíbula.

 

Como si haber sido besado a la fuerza por un imbécil en un día no hubiera sido suficiente. La cabeza de Sanji casi estalla al encontrarse con una furibunda mirada ónix junto a una estela de cabellos verdes revoloteando en el aire mientras lo miraba fijamente. 

 

–¡Sanji! ¿Estás bien?

 

–Z-Zoro… ¿Qué haces aquí? – Decir que no se alegraba de verlo sería la mentira más vil del mundo. ¡Pero porque siempre se tenían que encontrar en los peores escenarios posibles!

 

–¡Salvándote el pellejo, pedazo de idiota! – Exclamo furioso – ¿No existe un solo día donde no te metas en problemas, cejas? – Había llegado hacia solo unos instantes junto con Marco, y apenas vio una cabellera rubia siendo sometida por algún imbécil alcoholizado, supo de inmediato que era Sanji.

 

Aquellas sedosas hebras doradas eran inconfundibles para él…

 

El rubio aun no salía de su asombro, no espero encontrarse con Zoro nuevamente, y menos aún en su última noche en Londres, pero antes de que pudiera acercarse hasta donde estaba el peliverde, este fue tacleado con furia por Eustass Kid hasta impactarlo contra la barra.

 

–¡Hijo de perra! ¿¡Te crees muy hombre golpeándome desprevenido!? ¡Vamos, pedazo de mierda! ¡Golpéame ahora si te atreves! – Grito Kid enardecidamente mientras escupía sangre por la boca. ¡Carajo! Ese golpe en verdad le había dolido.

 

Zoro sentía las fuertes manos de ese sujeto sobre su cuello. Diablos, realmente estaba intentando asfixiarlo. Su mirada estaba totalmente ardida. Si, no había hecho una jugada tan limpia que digamos, pero su cerebro no recayó mucho en eso cuando fue a ayudar a Sanji. Tuvo que hacer un esfuerzo y pensar rápido o terminaría desmayado. Rápidamente movió una de sus manos buscando algo en la barra que le sea de utilidad. Encontró una botella de cerveza a medio llenar y sin pensarlo estallo el frasco de London Porter sobre la rojiza cabellera, envarándolo de un líquido negro en el acto y liberando su cuello para que sus pulmones finalmente pudieran recibir oxígeno.

 

–¡Eres un jodido maricón! – Kid gruño fuertemente del intenso dolor que resonó en el centro de su cráneo, su costosísima ropa ahora estaba bañada de cerveza negra y sentía que su cabeza estaba sangrando, pero para la desgracia de ese sujeto, seguía totalmente consciente.

 

Había recibido varios botellazos cuando apenas era un niño, esto no era nada.

 

Y a pesar de que Kid podía escuchar miles de flashes y gritos en su espalda, poco le importo que mañana fuera a ocupar las primeras planas de The Sun y tomo al peliverde por las solapas de su chaqueta negra y sin pesarlo lo lanzo sobre la repisa de cristal que había tras la barra y que contenían todos los licores del bar.

 

–¡Mierda! – Sanji vio como el cuerpo de Zoro voló como peso muerto por sobre la barra e impacto contra las miles de botellas que tenían en el muro de licores, exclamando un fuerte gemido cuando los vidrios chocharon contra su espalda y le cayeron encima.

 

–¡Zoro! – Inesperadamente Marco se alzó entre la multitud. Habían entrado al bar que Zoro le comento pero de un segundo a otro su amigo desapareció de su vista. – ¿¡Qué diablos paso!?

 

–¿Ese de allí no es Newgate Marco?

 

El rubio pudo escuchar los murmullos de algunas personas que habían logrado reconocerlo. ¡Carajo! Si su imagen llegaba a salir en alguna de esas fotos que la gente no paraba de tomar con sus smarthphones, estaría metido en un escándalo. – ¡No, no es! – Negó de inmediato cubriéndose el rostro.

 

–¿El dueño del conglomerado Newgate?

 

–¡Que no es! – ¡Oh, joder! ¡Padre estaría muy decepcionado!

 

–¿Qué hace ese ricachon en Soho?

 

–¡Sanji! – Rápidamente Nojiko y Nami llegaron hasta donde estaba el rubio. Apenas escucharon el tumulto dejaron de lado a los imbéciles de la despedida de soltero para ver que ocurría, y a Nami se le desencajo la mirada al ver como había quedado la repisa central de licores. – ¡Ahg! ¡No puede ser! ¡Apoo nos va a matar y luego se va a suicidar!

 

Zoro trato de reponerse a pesar del intenso dolor que sentía. En cualquier otra situación no hubiera significado mucho problema para él, pero el alcohol contenido en su cabeza no le estaba siendo de mucha ayuda. Estaba seguro de que tenía varios vidrios rotos clavados en la espalda, pero en contra de lo que cualquier persona normal hubiera hecho, el peliverde empezó a reír amenazadoramente. Se saco la chaqueta negra que llevaba encima y se levantó frente al responsable de haberlo bañado, literalmente, en alcohol.

 

–Hace mucho que no me agarraba a puñetazos con alguien en un bar. – Comento divertido – Y pensar que sería con Eustass Kid. Nadie me lo va a creer. – Reconoció al pelirrojo mientras lo asfixiaba. Que lastima, ahora tendría que romperle la maldita cara, y con lo mucho que a él le gustaba al Formula uno. – Apropósito, fuiste muy poco hombre para dejar ir a Hamilton solo por tu maldito orgullo.

 

–¡Acércate para que te muestre lo hombre que soy! – Advirtió Kid ya fuera de sí.

 

–¡Zoro, no! – Exclamo el rubio esperando que el peliverde entrara en razón. – ¡Ya fue suficiente! – No le importaba si le caían un par de golpes por entrometerse, pero detendría a esos dos idiotas, o al menos esa fue su intención hasta que una tersa mano se puso frente a él evitándole el paso.

 

–No interfieras en una pelea de hombres, niño. – La voz de aquella despampanante mujer que vino junto con el pelirrojo llego hasta donde él estaba, pero a diferencia de él, la mirada de Monet se veía totalmente entretenida. Con una gran sonrisa decorando su rostro, como si estuviera disfrutando del espectáculo – Si te metes allí, no saldrás ileso. Te puedo asegurar que Kid es un salvaje que no sabe medirse cuando está fuera de sí.

 

A pesar de escuchar las suplicas de Sanji en el fondo, Zoro ni siquiera se lo pensó cuando de un salto cruzo la barra y se lanzó sobre el cuerpo del pelirrojo. Kidd lo recibió en el aire y ambos terminaron rodando sobre el piso. Agarrándose a puñetazo limpio a diestra y siniestra, sin piedad.

 

Llego un momento en el que Kidd estaba encima de Zoro marcando sus puños sobre la cara del peliverde, pero gracias a sus largos años de entrenamiento como agente, Zoro logro sincronizar sus piernas sobre el pelirrojo volviendo la fuerza de este en contra suya y lanzándolo sobre una de las mesas del bar; rompiéndola en el acto.

 

Nami solo podía ver con lágrimas en los ojos como el bar estaba siendo totalmente destrozado por esos dos imbéciles. ¡Jamás vería una libra en su vida! Y de haber podido hubiera detenido a esos dos, pero con solo ver la mirada bestial que ambos compartían era suficiente para que nadie de los presentes osase acercarse.

 

Ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder incluso cuando el agónico grito de Apoo llego hasta todo el tumulto. A Kid poco le importaba, haría a ese peliverde pagar por haberse metido con la persona equivocada.

 

–¡No~! – El aullido de dolor de Apoo al ver el estado de su bar asusto incluso al propio Sanji. – ¡Kid! ¡Maldito retrasado! ¿¡Que has hecho!? ¡Deténganse los dos ahora o llamare a la policía!

 

–¡Haz lo que te salga del culo, Scheetchmen! – Gruño Kid dándole un cabezazo a Zoro quien tomo el golpe con la misma intensidad. – ¡Esto no termina hasta que uno de los dos este inconsciente!

 

–¡Deberías hacerle caso! Vas a salir perdiendo Eustass. ¿No querrás que McLaren te eche a la calle por esto, o sí? – Avivo el fuego Zoro.

 

–¡Y una mierda! ¡Ni eso te va a salvar de que te arranque las bolas con los dientes!

 

Zoro iba a lanzarse un puñetazo directo en la cien. Dejarlo inconsciente de un golpe directo y acabar con esto de una vez. Habían tomado miles de fotos de lo ocurrido, y si por asomo esas imágenes llegaban a ojos de Tashi o del mismo Greenbull estaría en graves problemas, pero antes de que pudiera impactar su puño contra esa asquerosa cabeza roja, inesperadamente fue separado del pelirrojo por varios hombres vestidos de chalecos verde fosforescente y fue incapacitado en el acto contra el piso de una ágil llave.

 

¡Maldita sea! ¿Por qué tenían que llegar justo ahora!  

 

–¡Policía! – Grito el que Zoro supuso era el oficial del pelotón. Un corpulento hombre alto y moreno. – ¡Todos, atrás! ¡Es una orden!

 

–Diablos, no. – Tanto a Sanji como al resto de los presentes en el bar no tuvieron otra opción más que acatar. Este debía ser el peor momento posible para que llegase The Met. Para bien o para mal, una de las razones por la que Londres era de las urbes más seguras del mundo era precisamente por lo brutal que podría llegar a ser el departamento de Policía de su Majestad al momento de lidiar con problemas como estos.

 

–Sin duda este realmente debe ser tu día de suerte, Kitty.  – Menciono Monet viendo la situación desde una distancia prudente.  De inmediato saco su teléfono dispuesta a retirarse del lugar, tenía que hacer un par de llamadas para evitar que todas las imágenes que habían tomado de Kid se filtrasen a los medios.

 

–¡¿Qué carajos es esto, idiotas!? – Kid se exalto de sobremanera ante la repentina interrupción de los agentes de la ley, pero a él eso le importaba un carajo. ¡Ese mugroso de cabello vomito no saldría vivo de ese bar!

 

–¡Mire Capitán Sai, es Eustass Kid! – Llamo uno de los policías a su superior.

 

–Oh, miren nada más ¡Pero si es el Bully de la Formula uno! ¿No te conformas con solo maltratar al pobre de Coby, no jovencito? – Destaco el corpulento hombre al ver retenido sobre el piso al pelirrojo. Jamás pensó que vería a un hombre tan orgullo como Eustass Kid reducido de esa forma. – Bien, señores ¡Espósenlos a ambos!

 

–¡Aguarda un segundo, Clancy Wiggum! – Señalo Kid dirigiéndose altaneramente al capitán – ¡Ni se te ocurra ponerme unas mugrosas esposas encima como si fuera un maldito animal!

 

–¿Con que amenazando a un oficial de su Majestad? ¿Quieres que añadamos a tu fianza; resistencia a la autoridad, Eustass? 

 

–¡Zoro! – Marco le grito a la distancia. ¡Ese idiota! Lo último que necesitaban era esto – ¡Muestra tu maldita placa ahora sino no quieres pasar la noche en prisión! – ¡Esto debía ser el colmo! ¡Zoro no solo se había peleado con un ebrio! ¡Resultaba que el ebrio en cuestión era el fanfarrón de Eustass Kid! Y si de verdad llegaban a encarcelar a Zoro, no dudaba de que se metería un verdadero embrollo. 

 

A pesar de que ese pelirrojo fuera un fantoche con una boca muy grande, era alguien muy querido en Inglaterra, y no solo eso, sino que tambien tenía detrás a un amigo muy poderoso.

 

Definitivamente no era alguien a quien pudieras joder y salir bien librado. 

 

Zoro gruño por lo bajo. Realmente no deseaba utilizar su puesto como vía de escape, pero no le quedaba de otra. No iría a prisión por una estupidez como esta. –¡Hey, oficial! – Clamo escuetamente a pesar de tener a dos policías sobre su espalda. – Soy un agente de la Interpol, y lo que acaba de hacer con su intervención fue echar a perder una operación en cubierto en contra de mi oficio como agente internacional. Así que si desea seguir ejerciendo la ley dentro del espacio de la Commonwealth, le recomiendo que le ordene a sus gorilas que me suelten para así mostrarle mi maldita placa y terminar con este circo de una vez.

 

–Si, y mi hijo es Ed Sheeran. – Devolvió despreocupado el Capitán Sai.

 

–¡Oye, cabeza de vomito! – Escupió Kid aun en el piso bajo las mismas condiciones que Zoro –¡Cualquiera inventa una mejor escusa que decir que eres el jodido James Bond!

 

Zoro ni siquiera se inmuto ante la burla del pelirrojo y observo peligrosamente al Oficinal Sai –¿Realmente se va a arriesgar a mandarme a prisión aun sabiendo que soy un agente internacional? – Ambos hombres compartieron un intenso duelo de miradas en donde a pesar de que Zoro estuviera sobre el piso sin posibilidad de moverse, su presencia no claudico ni un segundo ante la apabullante mirada del policía.

 

A pesar de estar a varios metros de distancia y tras un cordón policial. Sanji pudo escuchar casi con total nitidez las palabras de Zoro. Cayendo totalmente en cuenta del peso de las palabras de Zoro cuando el oficial le ordenó a sus subalternos que soltaran a Zoro e introdujo su mano en el bolsillo trasero de su jean para mostrar una reluciente placa que lo oficializaba como un agente de la Interpol.

 

Jamás pensó que Zoro fuera esa clase de hombre, y eso solo generaba en el aún más preguntas que respuestas sobre quien él. 

 

–Lamento mucho el malentendido, Agente Roronoa. – Leo se excusó rápidamente al corroborar las palabras del peliverde. ¡Mierda! ¿Cómo iba a saber él que se iría a encontrar un uno de los lacayos de la maldita Agencia de Policía Internacional en un agujero de Soho?

 

–Descuiden. – Zoro tuvo que reclinarse un poco por el punzante dolor en su espalda. Mierda, que esos locos se hayan lanzado sobre él con todos esos vidrios incrustados en su piel realmente había sido contraproducente. En verdad que la Policía Metropolitana de su Majestad no había cambiado en lo absoluto. Seguían impartiendo su maldita brutalidad policiaca a lo loco.

 

–¡Esto debe ser la estupidez más grande de la tierra! – Ladro Kid ya harto de toda la situación. ¿¡Como que ese imbécil era un miembro de la Interpol!? ¿Ósea que lo iban libre? ¿¡Así sin más!? – ¡Oye! Clancy Wiggum ¡No puedes dejarlo ir solo porque si luego de que te mostrase una jodida placa! ¿Dónde crees que estamos? ¡Esto es Inglaterra! ¡Se supone que todos nos cortamos por las mismas tijeras! ¡Vas a quedar como un idiota si lo dejas ir!

 

–¡Cállate, Eustass Kid! ¡Estás arrestado por atentar en contra del orden público y atacar a un agente de la Ley! Tienes derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que digas será usada en tu contra de llegar a un tribunal. Tienes derecho a un abogado y si no cuentas con los recursos necesarios, algo poco probable viniendo de ti Eustass, el departamento de justicia de su Majestad la Reina te brindara uno. Es todo, hora de retirarnos, señores. – Al finalizar la lectura de sus derechos, los dos mastodontes que aún seguían reteniendo a Kid se levantaron y sacaron un par de esposas de sus chalecos.

 

–¡Oh, no! ¡Si me ponen esas cosas les juro que–!

 

–Mala suerte para ti Eustass, pero parece que veras Silverstone tras las rejas. – Le corto Ideo, uno de los policías del pelotón de Leo mientras colocaba el frio metal sobre las muñecas del gran director técnico de McLaren para retirarse de una vez del establecimiento.

 

Sería una noche muy agitada con un famoso en prisión.

 

Sanji aun no sabía cómo reaccionar ante todos los acontecimiento que había transcurrido antes sus ojos en un centenar de segundos. Había sido besado a la fuerza por un famoso, luego Zoro apareció de la nada a plantar cara por él, después ambos terminaron enfrascados en una absurda pelea de egos, para que todo terminara con la llegada de la policía y la inesperada revelación de que Zoro era un agente secreto o lo que diablos esa.

 

–Esta noche no pudo haber sido más caótica – Se explayo Nami aun sin creer todo lo que había pasado.

 

–¡Zoro, si serás imbécil! – Luego de que toda la conmoción menguara, Marco se acercó rápidamente hacia su amigo. Preocupado por toda la sarta de estupideces que había ocurrido hace instantes. – ¿Qué diablos fue eso? ¿Acaso perdiste la cabeza?

 

Por unos instantes Sanji se preguntó quién era ese rubio que le hablaba tan socarronamente a Zoro, pero antes de que se dispusiera a ir hacia el peliverde. La cruenta presencia de Apoo se alzó entre ambos.

 

–¡Oye idiota! ¡Escúchame bien! A no me importa que seas un agente del MI6 ¡Destruiste mi amado bar junto con ese otro idiota de Kid! ¡Así que largo de aquí! No quiero volver a cruzarme con tu cara por Soho nunca más. – Ya se encargaría de cobrarle a Kid hasta la última libra necesaria para la reparación de su bar.

 

Realmente Zoro no estaba de humor para aguantar más gritos de absolutamente nadie en ese momento, y estaba dispuesto a mandar a dormir a ese idiota con sus puños, pero que Marco se interpusiera evito otro altercado innecesario para el peliverde.

 

–¡Perfectamente entendible, señor! Mi amigo ya tuvo mucha acción para una noche, ¡Hahaha! y a decir verdad, yo tambien. – Comento más para sí mismo un cansado rubio.

 

–Marco, ¿¡Pero que estas-¡?

 

–¡Silencio, idiota! – Susurro el Newgate mientras retenía el puño de Zoro con sus manos. – ¡Solo larguémonos de aquí!

 

Zoro únicamente compartió una mirada con Sanji antes de salir del bar acompañado de ese rubio que parecía ser un íntimo amigo del peliverde. No supo porque no se acercó, quizás porque a estas alturas no tenía nada más que decirle, o simplemente porque sus pies no fueron capaces de moverse, pero lo único que Sanji se permitió hacer fue ver como su imagen desaparecía a la deriva mientras los gritos de Apoo anunciando que el bar se cerraba al público apabullaban al resto de clientes.

 

–¿¡Y que están esperando ustedes tres!? – Gruño Apoo a sus meseros – ¡Vayan por las escobas! ¡Tenemos mucho que limpiar!

 

Su noche no pudo haber terminado de una peor forma…

 

Aunque quizás, esto era lo mejor.

………………………………………………………

Estruendosas embestidas rebotaban en la habitación. Violentos manotazos cortados por una apabullante ráfaga cargada de sexo. Sus manos se sostenían con desesperación a su imbatible cuello, las uñas desgarraban su oscura piel sintiendo el frenesí de la sangre correr mientras aquel mástil se enterraba imbatible en lo más profundo de él. A pesar de no tener alas, Ichiji estaba sobrevolando en el cielo con Katakuri de pie empalando su miembro en él. 

Los gemidos de ambos repercutían en los labios del otro. Las largas piernas de Ichiji se enroscaban con apabullante necesidad al mayor casi al mismo tiempo que la fuerza de Katakuri empujaba sus blancos glúteos de ébano sobre su verga hasta hacer a su piel gritar su nombre.

Las mamparas de la habitación reflejaban el desnudo cuerpo de Ichiji siendo sostenido por los incansables brazos de Katakuri, estando ambos bien resguardados por la seguridad de la noche. Le pareció condenadamente erótico ver el envidiable cuerpo totalmente desnudo de Katakuri a través del reflejo de los vidrios, su fibrosa espalda, sus anchos hombros, su respingado trasero, sus atléticas piernas, todo él…

Era una visión demoledoramente exquisita.

–Dímelo Ichiji – Agito Katakuri en un gruñido, alzándolo solo para después enterrarse bruscamente sobre el pelirrojo haciendo que este soltara miles de improperios a gritos – Dime lo mucho que te encanta ser consumido de esta forma. – Gruño sobre sus labios haciendo a Ichiji respirar con fuerza – Lo mucho que adoras que te la clave mientras tu trasero rebota sediento de más sobre mi miembro. 

–¡Ka...Katakuri! ¡Ah…! ¡Si! ¡Si! ¡Si! – Estaba fuera de sí. Charlotte Katakuri lo volvía instinto puro. Cargaba su cuerpo como si fuera una simple pluma. Era increíble ver como su propio ser se acoplaba a Katakuri con tal desesperación.

–Se que me estabas viendo. –Gruño chocando sus labios con los de Ichiji. – Mi espinela, deberías tener un poco más de pudor. – Rio por lo bajo

–L-Lo dice quién me palmea el trasero cada que puede – Contrataca mordiéndose los labios. – Te he visto… Ni siquiera en el trabajo eres capaz de controlar tu mirada.

–Lo sé, soy un depravado. – Admitió orgulloso el Charlotte – No puedo resistirme a marcarte el culo cada que lo veo, pero no te atrevas a negarme que te gusta. – Contrataco con una sonrisa voraz haciendo que su hombría bombeara con mayor fuerza, obligando a Ichiji a arquearse en el aire.

–¡Oh por Dios! – Cerro los ojos con fuerza ante el rudo contacto

–¿Te éxito en demasía, no es así? – Reclamo en un rugido – ¡Claro que lo hago! No podemos combatir contra nuestros bajos instintos, Ichiji – Se estampo con desmedida fuerza sobre el pelirrojo – Al final del día, no dejamos de ser simples animales con raciocinio. Nos dejamos guiar por nuestra verdadera naturaleza depredadora. Así que pídeme que sacie tu sed, Ichiji – Exclamo – ¡Ruega que entierre mi miembro hasta lo más profundo de ti, y lo hare gustoso!

¿De dónde diablos salió este hombre? No pudo haber sido del cielo, ni mucho menos del infierno. Era un ser caído, que no contento con rechazar la gracia del paraíso, ahora lo arrastraba a él hasta el averno más placentero.

–¡Mas Katakuri! – Suplico con los ojos llorosos – ¡Mas rápido! ¡Mas fuerte! ¡Agh! No te contengas.

–Así me gusta. – Soltó brutal.

Ichiji podía vivir a flor de piel la acompasada y feroz danza desbordante de erotismo que ambos realizaban. El embiste de su cuerpo contra el suyo, su piel rebotando contra él. Katakuri daba y el entregaba.

Sus dedos se enterraron con tal fuerza sobre su piel canela que estaba seguro de que lo había hecho sangrar. Cada golpe que le daba Katakuri con su verga en busca de su calor volvía con más fuerza que el anterior. No podían permanecer quietos. Tocar el cuerpo de Katakuri a la par que este fornicaba sin pena alguna su trasero era casi una necesidad.

–¡Ahg! ¡Mierda, si! – Katakuri gruño con fuerza al sentir como la piel de Ichiji lo atrapaba dentro de sí, dejándolo sin salida. Pidiéndole sin necesidad de palabras que se quedara allí. – Ichiji… eres mi fantasía predilecta.

El pelirrojo se quebró ante las palabras de Katakuri, porque si, se sentía deseado, pero nada más. Placer, puro deseo carnal. Y quizás eso era lo más complicado de aceptar. Él no despertaba en Katakuri nada más que lujuria desmedida. Un desborde de neto placer.

¿Cómo puedes estar tan cerca, y la vez… tan lejos?

Pudo percibir que Katakuri había empezado a moverse dentro de la habitación. Jalo de sus cabellos y gimió alto a medida que sus pasos avanzan con premura. Sin previo aviso, el corpulento cuerpo de Katakuri se movió provocando que Ichiji soltara un gemido lastimero cuando abandono su cuerpo para colocarlo sobre el piso. Se hubiera ido de bruces de no ser porque los brazos de Katakuri lo tenían bien sujetado de las caderas.

–¿Q-Que haces…? – Suspiro con el sudor recorriendo su frente.

Inesperadamente, la mano de Katakuri paso por su mejilla. Acariciando su tersa piel con la dura textura de sus dedos. Ichiji sentía que podía ver esa imagen de Katakuri eternamente.

Suspiro fuertemente cuando un beso húmedo se posó sobre sus labios hasta hacerlo retroceder, pero sufrió un inesperado respingo cuando sus calientes posaderas rozaron contra el frio cristal de la mampara.

La risa de Katakuri, que lo veía divertido, lo hizo devolverle una furiosa mirada. Estaba a punto de reclamarle cuando el mayor volteo su cuerpo con premura provocando que sus brazos se sostuvieran al frio vidrio y su rostro chocara contra el incoloro material.

–E-Espera, ¡Ugh! – Gimió alto al sentir como el húmedo pene de Katakuri palmeaba con total descaro sus ya enrojecidas posaderas. – Katakuri, no quiero hacerlo aquí. ¿Y-Y si alguien nos…?

–Si alguien nos ve, entonces se llevará un grato espectáculo – sonrió depredadoramente al ver el promitente sonrojo de Ichiji oculto por sus escarlatas cabellos a través de la mampara. – Desde un principio quise ponerte en cuatro y joderte de esta forma, mi espinela. Y es hora de que cumplas mi fantasía.

–Tu realmente tienes serios proble… ¡Uhg! – Un agudo grito resquebrajo sus labios cuando Katakuri enterró su prominente falo de una estocada mortal dentro de él. Arrullando su abandonado miembro entre el calor de las paredes de Ichiji hasta hacerlo saltar.

La apabullante estreches que le brindaba Ichiji cada vez que entraba en él era inaudita.

El Charlotte se apresuró y lo estampo con fuerza contra el vidrio. Ichiji podía ver a través del reflejo la inaudita diferencia de sus alturas entre ambos mientras Katakuri azotaba con imperante destreza en sus paredes.

Lo sentía tan dentro, tan adherido a su piel. Sus testículos lo golpeaban sin piedad ni pena. Chapoteando vulgarmente contra la firmeza de su trasero generando un erótico estruendo que solo incitaba por más. Sus sexos se hallaban húmedos y palpitantes. Hambrientos por atiborrase en la piel del otro, siendo Katakuri quien apabullaba su ser con una destreza prodigiosa en busca de mimetizarse en uno solo.

Podía ver la fuerza de su mirada, la rigidez de su rostro y la potencia que estaban cobrando sus embestidas, indicándole que dentro de poco llegaría a su fin. Katakuri lo tomo de la nuca y lo beso con fuerza, Ichiji busco un aliento de vida en sus labios, gimiendo raudamente al sentir el calor del semen de Katakuri esparciéndose en su interior.

Pulso su palma contra el frio cristal en busca de algo a que sostenerse. Su descontrolada respiración creo un halo de vapor que rápidamente empaño el vidrio de la mampara. Lentamente la humedad fue abriéndose paso en la penumbra, mostrando ante Ichiji una mirada cautivadora. Aquella ciudad que se levantaba orgullosa a la deriva, con una infinidad de luces bañando toda la historia de sus edificios. Una ciudad que pesar de haber afrontado guerras, desastres y plagas se había mantenido inquebrantable con el pasar de los siglos. Aquella misma ciudad que cautivo a poetas, artistas y escritores como Shakespeare o J.M.W Turner. Siendo esa misma ciudad la que lo recibió, y le enseño tanto…

Por primera vez podía ver a Londres con otros ojos, y era…

–H-Hermoso… – Susurro en la penumbra con la voz cargada de placer y pequeñas lágrimas en las comisuras de sus ojos producto de su reciente orgasmo.

 –Totalmente.

La inesperada afirmación de Katakuri lo hizo recapacitar, pero cuando poso sus ojos sobre él, descubrió que su mirada no estaba perdida en algún punto de aquella acrópolis, sino que estaba absolutamente concentrada en él.

Katakuri lo estaba viendo a él.

A Ichiji se le atoraron las palabras en la garganta. No supo cómo reaccionar ante el intenso brillar de los fascinantes escarlatas de Katakuri. Lo único que podía sentir eran las pulsaciones de su sexo y de aquella parte en el centro de su pecho que bombeaba con descontrolada rapidez. Gritándole en la cara lo que él ya sabía pero que se había esforzado en más de una ocasión por negar.

–Katakuri… – Callo cuando una de las manos del Charlotte raspo sus labios antes de probarlos con afable fragilidad.

Ichiji únicamente cerro sus ojos, disfrutando de aquel irrepetible momento.

Si, se había enamorado irremediablemente de Charlotte Katakuri.

–Estuviste esplendido, mi espinela.

Gimoteo sorprendido cuando Katakuri lo tomo nuevamente entre sus brazos, alzándolo cual novia en su noche de bodas. No cabía en su cabeza que de un simple movimiento pudiera someterlo de esa forma. Nunca había sido un fanático del color rojo. Le gustaba su cabello y hasta allí llegaba, pero con Katakuri.

El verlo a los ojos lo hacía descubrir que su nuevo color favorito era el rojo.

¿Así se sentía estar enamorado?

Vaya tontería, Jane Austin y Emilie Bronte no podrían haber estado más erradas.

Ya que no era una sensación calurosa ni mucho menos dulce, sino destructiva. Un fuego que te abrazaba hasta las cenizas, que te dejaba con quemaduras de tercer grado. Irreconocible y explosivo.

Katakuri termino de colocarlo sobre la cama con un cuidado extremo, pensó que volvería a unir sus bocas reiniciando así su estruendoso ritual de apareamiento. Cerro los ojos esperando su tacto, pero sorprendentemente, este jamás llego.

–Espera aquí, mi espinela. – Fue lo único que dijo antes de levantarse de la cama y sin importarle estar totalmente desnudo. Ir en busca de la salida de la habitación.

–¿A dónde vas? – Pregunto casi de inmediato. No quería que lo dejara solo nuevamente. – Pensé que íbamos a…–

–No voy a tardar – Aclaro volteando ligeramente la mirada – Quizás no te diste cuenta, pero mi teléfono no ha parado de sonar. Quiero saber de quien se trata. Es todo. – Comento despreocupado.

Ichiji se sonrojo por la repentina explicación del Charlotte, pero asintió lentamente.

Aunque tratara de ocultarlo, Ichiji realmente era una persona en extremo fogosa, aunque sabía que si se lo decía, el pelirrojo no dudaría en armarle otro papelón, aunque le satisfacía de sobremanera ese lado de su espinela.

Salió de su habitación con inusual ligereza. No era normal que buscasen comunicarse con él con tanta insistencia, y de no haber estado en pleno orgasmo hubiera ido por su móvil mucho antes.

Solo esperaba que no se tratare de su padre…

A medida que descendía por la perfilada escalera de cristal pudo ver las esculturas de Cracker ser bañadas por los pequeños puntos focales de luz que se desprendían del techo. Su hermanito le solía regalar muchas de sus mejores obras con cierta regularidad a pesar no ser un claro apreciador del arte.

Lo único que sabía de aquella disciplina lo había aprendido hace años, pero hacía mucho que el grafito se había hecho polvo y los papeles, degradado.

Recogió su iPhone de entre sus prendas tiradas sobre el piso. Estaban junto a las de Ichiji, pero no planeaba llevárselas en lo absoluto.

Deseaba tenerlo desnudo toda la noche.

Arrugo tenuemente la mirada al ver que llevaba como siete llamadas perdidas de un numero desconocido. Eso era extraño. No recordaba que tuviera algún negocio pendiente, y de ser el caso, Vi debió haberle informado antes. Lo tranquilazo que no se tratase de Kaido, no deseaba amargar tan exquisita noche con los malditos problemas de su padre. Ya había tenido suficiente con haber lidiado con Smoothie toda la mañana como para sufrir otra migraña.

Contesto su teléfono antes de que este empezara a vibrar a causa de la llamada entrante. Era el mismo número desconocido de antes. Quien quiera que fuese, no tendría su atención por mucho tiempo. Aún tenía que desfogar mucho estrés y ardía de ganas de volver a enterrarse en Ichiji hasta la medula desde el momento en el que salió de él.

–Char–

–¡Carajo! ¡Por fin te dignas a contestar, negro! – Por el ensordecedor grito al otro lado de la línea, pudo identificar al instante al aberrante ser que se atrevía a irrumpir su creciente tranquilidad. – ¿¡Que supone que estabas haciendo, hijo de puta!? ¡Ningún culo es más importante que yo!

–Kid, tienes un minuto para que me expliques qué diablos quieres.

–¡Déjate de estupideces!

–Cincuentaiocho segundos.

–¡Estoy en prisión! – Arremetió sin más y por unos segundos pensó que el idiota solo le estaba jugando una broma, y una muy mala, pero luego de un pesado silencio en el que Kid no retiro su pésimo intento de comedia, supo que no se trataba de un juego.

–¿Qué hiciste ahora? – No era la primera vez que Kid se metía en problemas. El imbécil tenía el pésimo hobby de coleccionar denuncias por su agresivo comportamiento con la presa, pero que lo llevasen a prisión ya era algo totalmente diferente.

–¡Eso no interesa! ¡Sácame de aquí, Katakuri! ¡Si esto llega a oídos de Kong no me dejara en paz lo que reste de la temporada! 

–No hasta que me digas que fue lo que hiciste. – Sentencio.

–¡Golpee a un maldito agente de la Interpol! – Admitió en un rugido. – ¿¡Contento!?

–¿Y porque hiciste esa sandes?

–¡No sabía que el hijo de perra era un jodido agente federal o como carajos se llame! ¡Estaba en un bar de Soho tratando de ligarme a alguien y el malnacido aprecio de la puta nada y me golpeo! ¡No me iba a quedar de brazos cruzados luego de eso, ni en sueños! Pero entonces la policía entro a detenernos y me arrestaron cuando el hijo de puta saco su jodida placa.

–Ay, Kid… – Se tuvo que sobar en entrecejo luego de escuchar al pelirrojo. – ¿Por qué siempre me causas más problemas de los que solucionas? – Pregunto cansado.

–No lo sé hermano, pero date prisa. ¡No puedo ir a prisión!

–Tranquilízate idiota, te arrestaron; lo que significa detención preventiva, no iras a prisión. – Desestimo levemente exasperado. – Ahora, no vayas a querer pasarte de listo con la policía en lo que arreglo tu estupidez – Advirtió. Se equivoco si pensaba que nada más lo podía estresar ese día. – ¿Lo que me dices es todo lo que paso, no es así? Porque te juro que si me llego a enterar de que hiciste alguna estupidez más por terceros, me encargare personalmente que no salgas de allí.

Por el incomodo silencio del otro lado de la línea entendió que desgraciadamente, había algo más que Kid le estaba ocultando.

–Dilo ya.

–…La policía confisco tu Pagani.

 ………………………………………………………

Las almohadas de Katakuri estaban cargadas de su estela por todos lados. Aquellas sabanas grises eran tan suaves como confortables. Trazaba su mano por los bordados de las colchas acariciando con sus dedos los detalles de aquella costosa funda de quien sabe cuántos hilos.

Todo el lugar olía a Katakuri, cada parte de la habitación tenía un poco de su esencia en él.

Se levanto con cierto cuidado de la cama, sentía algo de frio y en lo que Katakuri regresara quería algo con que cubrirse. Alimentado por una malsana curiosidad empezó a recorrer aquella habitación que guardaba un poco del aura de Katakuri en ella.  El ambiente tenía un aire muy sobrio dentro de su propia elegancia, y al pasar por la puerta que en un principio creyó, era el baño, no dudo en tirar de la entrada de cedro provocando que la madera se abriera paso ante él.

Instantáneamente se prendieron los dicroicos del techo, dejando a Ichiji ante la inconmensurable visión del Walk in closet de Katakuri, y joder, más que un closet parecía una maldita Boutique de lujo. De plano, su “armario” era al menos de la mitad del tamaño de su habitación. Todas las paredes tenían acabado de mármol blanco y muebles negros rodeando toda la habitación. Las prendas estaban colocadas en perfecto orden. Del lado izquierdo sus miles de pantalones de vestir y sacos, del derecho todas sus caminas y en el centro sus infinitos trajes de diseñador. Tambien contaba con una isla en el centro, y cuando Ichiji estuvo un poco más cerca, se dio de lleno con la lujosa colección de relojes de Katakuri. Rolex, Patek Philippe, Hublot, y demás. – Parece que tiene cierta inclinación por los relojes – Aunque tambien había muchos lentes de sol. Empezó a trazar todas las camisas que estaban perfectamente colgadas en un degrade de colores monocromos. Versache, Burberry, Brioni, Tom Ford, Loro Piana, Alexander McQueen entre otros. Opto por tomar entre sus manos una camisa blanca de Brunello Cucinelli.

Olía perdidamente a él.

Se la coloco solo para darse cuenta de que aquella prenda le llegaba casi hasta las rodillas. Otra muestra de que su diferencia de alturas era impresionante, y tampoco es que el fuera un enano. Es más, con su metro setentaicinco no pasaba desapercibido. Solo que Katakuri de por sí era demasiado alto. Siguió adentrándose un poco mas es aquel espacio, abriendo su mirada al notar que había una habitación continua a la del Walk in Closet en donde Katakuri guardaba todas sus piezas de marroquinería, miles de zapatos y lo que más le llano la atención.

Un vitrina llena de bufandas.

No le sorprendió en lo más mínimo que casi todos los bolsos, maletas y canguros de Katakuri tuvieran el monograma de Louis Viutton. Parecía que el hombre tenía una especie de predilección por lo francés, – Y no lo decía solo por los bolsos – Detuvo su andar quedando frente a la vidriada repisa llena de bufandas. Al igual que con el resto de su ropa, todas provenían de marcas de lujo, a excepción de una. Aquella bufanda blanca con negro que Katakuri guardaba celosamente en el centro de toda su colección. Parecía ser su bufanda favorita ya que lo había visto usarla con mayor regularidad y se notaba que de entre todas las demás, esa había sido plegada con total cuidado. Ni cuando vivía con Judge tuvo un armario así de grande. ¿Katakuri realmente llegaba a usar todo? Estaba convencido que si Niji viera ese lugar sin duda se volvería loco. O al menos tomaría prestado alguno de los relojes de la isla. 

Cerró la puerta que colindaba con el armario detrás de si, y se percató que había otra puerta justo al lado de la pequeña sala de star que esta vez sí podría jurar que era el baño. Quería lavarse las manos luego de… Bueno, tenía ciertas manchas de Katakuri en algunas partes de su cuerpo que prefería eliminar, pero al pasar por la mini sala que había en la habitación pudo encontrar un par de libros descansando en la mesa de centro que llamaron su atención. – Aunque más que libros, parecían atlas – Repaso pausadamente los títulos de ambos ejemplares, el primero era «One Billion Hungry» y el otro «Energy: Myths and Realities»

Al abrir la tapa del primer libro no pudo evitar sonreír tontamente. Cada página, cada hoja, cada inciso llevaba al menos una anotación o estaba resaltada con marcador. La letra de Katakuri, sorprendentemente era muy vistosa. Hubiera imaginado que alguien como él tendría una escritura recta y dura, pero no, era muy curvada e imponente. De no ser por la dedicatoria que el mismo Gordon Conway, autor del libro, había redactado en la caratula para el Charlotte, incluso hubiera pensado que eran los libros de una chica.

Por lo visto, el gusto literario de Katakuri difería que el suyo, pero igualmente le parecían interesantes. En uno de los capítulos en los que Katakuri había puesto especial interés, – Por la incontable cantidad de notas que habían allí – Eran en la que hablaba de los peligros de la desnutrición en algunas zonas es especifico sudeste africano, como Angola, y como este a la larga provocaría un alud que se replicaría en todo el continente. Dejo el libro en su sitio, y estaba por abrir el segundo cuando su vista se posó en un pequeño cuadro que había en la pared. Sus dimensiones eran mínimas, pero mostraba el dibujo un mar pintado en acuarelas.

Parecía ser alguna playa del caribe o del sudeste asiático, ya que los colores eran muy vivos y las pinceladas tenían un difuminado único que se mimetizaba con total armonía con los tonos tan pasteles empleados para la técnica de pintura.

Para cualquier ojo común incluso se podría confundir con una fotografía fidedigna, pero a ojos de un amante del arte como el, no fue difícil notar la diferencia.

¿Acaso Katakuri sabia pintar?

–¿Te diviertes hurgando en mis cosas?

Se exalto al escuchar la voz de Katakuri en su espalda.

–No hagas eso. – Reclamo viéndolo con voz quedada, pero casi de inmediato le desvió la mirada. Tampoco es que estuviera del todo acostumbrado a ver a un hombre totalmente desnudo caminando como si nada por su casa. 

–¿Hacer qué? – Pregunto entrecerrando los ojos. Divertido por la pudorosa expresión de Ichiji.

Sus mejillas se sonrojaron de la rabia –¡Eso! ¡Aparecer de la nada!

–Oh, ya veo. – Katakuri asimilo sus palabras con cierto dejo de diversión. Tomando entre sus grandes manos el libro que estaba en posesión de Ichiji. – ¿Por qué te pusiste esto? – Cuestiono haciendo referencia a su camisa.

–¿Te molesta? – Pregunto con voz neutra. No pensó que necesitaría su permiso para tomar sus cosas.

–Para nada, ver tu cuerpo traslucido a través de la tela se me hace condenadamente sexy– Recalco con una media sonrisa – Pero a mi parecer te ves mucho mejor sin prenda alguna.

Mordió sus labios ante su latente sonrojo por la imbatible honestidad de Katakuri. –¿Pudiste arreglar tus asuntos? – Pregunto cómo quien no quiere la cosa.

–Solo fue el descuido de un idiota irresponsable – Resto sin más.

Ichiji hizo una mueca por lo escueta de la respuesta. –Jamás pensé que un desgraciado como tu estaría interesado en proveer alimentos a los más necesitados. – Destaco en un soplido haciendo referencia al libro del mayor.

–Hay muchas cosas que no sabes de mí, Vinsmoke – Contesto despreocupado. – Aunque tengo que reconocer que las industrias alimentarias siempre han sido un tópico que ha despertado una enorme curiosidad en mí. Controla la mano que te da de comer y controlaras poblaciones enteras.

–Claro, otro gesto de megalomanía tuya. ¿Por qué no me sorprende? Se está haciendo muy común para mi ver esa faceta tuya, y me explicas porque el CEO de una firma de abogados estaría interesado en la producción en masa de alimentos. Normalmente los bufetes se encargan de dejar sin comida a las personas, no de proporcionársela.

Las palabras cargadas de cinismo de Ichiji casi lo hacen sonreír, casi.

–Te sorprenderías de la respuesta, mi dulce espinela. – Asimilo con simpleza.

–¿Eso cree, Señor Charlotte? – Desafío resaltando una de sus singulares cejas.

En respuesta, Katakuri no le soltó algún contrataque mortal ni nada por el estilo, sino que por el contrario, empalmo su brazo contra su diminuta cintura. Aproximándolo a su rostro hacia él hasta dejarlo en cuclillas por culpa de la exagerada diferencia de sus tamaños. 

–Si, lo creo.

Observo de reojo la mirada de Katakuri. Ese brillo de poder que tronaba en su mirada era algo que fácilmente podía doblegar a cualquiera que cayera ante él.

¿Cuántos más abrían caído ante ese embriagador hechizo? 

–Valla, entonces creo que tendremos que resolver esta diferencia de caracteres, Señor Charlotte. – Refirió desafiante.

–Aprendes rápido, niño. – Katakuri ni siquiera se tuvo que esforzar en tomar el cuello se la camisa para que esta empezare a recorrer el cuerpo de Ichiji hasta terminar sobre el piso.

Ichiji tallo una irrisible sonrisa en su rostro, y en vez de responderle a Katakuri con palabras. Opto por arrodillándose ante mayor y tomar su creciente erección entre sus manos. Empezando por bombear lentamente aquel trozo de carne latente.

Katakuri gruño complacido por la reciente atención, y apoyo sus nudillos sobre el descanso del sofá. Permitiéndose destensar su cuello ante el viscoso toque del pelirrojo.

En definitiva aprendía rápido.

………………………………………………………

–¿Entonces, crees que sea un problema en las bujías?

–¡Claro! Tienes que remplazarlas por unas nuevas si quieres que tu auto deje de apagarse de la nada. No olvides que son esas cosas las que controlan la combustión del motor. – Explico un tranquilo Kid a Gem, su compañero de celda – Pero no seas idiota. Invierte un poco y cómprate unas que rindan cien mil kilómetros o joderas tu Chevrolet, y si logras salir pronto de aquí dame una llamada y te daré de las bujías que yo mismo diseñe para mis monoplazas.

Cuando llego al departamento de policía se encontraba totalmente descontrolado, pero luego de que le tomaran su mugrosa foto y le permitieran hacer su jodida llamada ya estaba mucho más tranquilo. Sabía que solo era cuestión de tiempo para que Katakuri lo sacara de allí.

Aunque ahora que lo pensaba, esto no era tan malo. Apenas entro a su celda fue recibido calurosamente por el resto de los detenidos. Bueno, para él ese ambiente era como estar en casa. Todos lo felicitaron por dejar en alto el nombre de Inglaterra en la F1 y tambien concordaron al unísono sobre lo que le había pasado no era otra cosa que una cagada muy grande por parte de la policía.

«Eres alguien que salió del pueblo Kid, por eso te odian» Le aseguro Nolan, un Red neckque había terminado en Inglaterra por cosas de la vida.

«No pueden soportar que uno de nosotros escale hasta lo más alto y harán todo lo que este en sus manos para devolvernos al agujero donde nos metieron» Le aconsejo Tonjit.

La valla de la celda se abrió automáticamente despertando la curiosidad de todos los detenidos. Detrás de los barrotes se encontraba el condenado policía que lo esposo con una cara de pocos amigos.

Rio socarronamente cuando Ideo clamo su apellido.

–Cuídense chicos. – Se levanto ágilmente de la mohosa banca de la celda y se despidió con un fuerte apretón de manos de Nolan, Tonjit y Gem. – No olvides lo que dije, ve a buscarme a las oficinas de McLaren para darte las nuevas bujías. – Le señalo al último.

Empezó a recorrer los pasillos de la correccional con Ideo por detrás. Estaba seguro de que el maldito policía se moría de ganas por sacar su arma y llenarle la cabeza de agujeros.

–Esto no se va a quedar así, Eustass.  –Advirtió el guardia cuando la puerta de acero que separaba las celdas del departamento de policía se encendió en una luz verde, abriéndose automáticamente hacia su libertad.

–Si, como digas. Te mandare saludos desde Silverstone, mi amor. – Contrataco con sorna el pelirrojo.

Al cruzar la puerta, sonrió deliberadamente al ver a una belleza morena y de curvilíneas curvas esperándolo del otro lado con un saco negro entallado al cuerpo y una estilizada bolsa de ropa en una de sus manos.

Molesta era un término muy corto para describir su mirada. – ¡Hola, Vi! Te ves realmente preciosa esta noche. – Estaba dispuesto a atraparla entre sus brazos pero la mano levantada de Violet lo detuvo.

–Guarda silencio, Kid. – Respondió con tirria, y empezó a caminar hasta el centro de atención de la comisaria junto con el pelirrojo.

–Muñeca, ¿Por qué tan seria?  –Susurro el pelirrojo a su adorada amiga, y hablando de adoradas amigas ¿Dónde se habría metido la golfa de Monet? – ¿Katakuri te aviso?

–Claramente– Respondió con furia. De no haber tenido suficientes dramas por hoy, cuando Katakuri la llamo y le dijo que Kid estaba en prisión casi estalla de la rabia.

Caminaron a la par hasta llegar al buro de policías, donde Kid se encontró a Clancy Wiggum sentado detrás de su escritorio viéndolo con una cara de muerte. Claro, ese idiota si tenía razones de sobra para estar de ese humor.

–Escúchame bien idiota, no sé qué clase de contactos tengas, pero que sepas que de ahora en adelante estaremos vigilando cada uno de tus pasos. – Había recibido una llamada de nada menos que el Secretario de Justicia de liberar a ese condenado pelirrojo en el acto. – Comete una sola falta más y te devolveremos a ese vertedero de mierda del que saliste. – Advirtió Sai estallando con furia varios papeles frente a él. – ¡Fírmalos y largo de aquí!

–¡Vamos, oficial! Si quiere mi autógrafo hay formas más respetuosas de pedirlo. – Afirmo con una sonrisa.

–Kid, deja de hacerte el payaso y firma.  – Le recrimino Vi. Esto ya era el colmo. Necesitaba de una buena píldora para dormir. Su día había sido eterno con su padre de un lado y Doffy del otro como que para que ahora venga Kid a empeorarlo todo por una tontería de niños.

Cuando Kid termino de poner su marca en las diferentes formas, Vi le asomo una elegante bolsa blanca mate con letras brillantes, y apenas leyó la marca hizo una mueca – ¿Me trajiste la ropa de tu esposo?

–No iba a ir a Versace a esta hora, Kid. – Expreso con claro sarcasmo – Doffy tenía unas muestras su nueva colección de invierno en su taller. Deja de quejarte y agradece que te traje algo.  

–Diablos. – Las prendas que diseñaba Quixote era demasiado pomposa y estrambótica para su gusto, pero mejor eso a andar con su ropa manchada de alcohol.

–¡Kid, no te desvistas aquí! – Reclamo Violet al ver que el pelirrojo empezó a quitarse la ropa en plena estación de policías.

–¡Tampoco es que sea la primavera vez que me miras así! – Recalco tranquilo mientras se deshacía de sus sucios jeans Dolce Gabanna para colocarse unos blancos con lentejuelas brillantes en los bolsillos traseros y un polo rosado pálido que a su opinión estaba muy ajustado, pero ya que.

La morena solo desvió la mirada ante las palabras de Kid.

–¡Listo! Vámonos preciosa. – Aseguro un animado pelirrojo enlazando su brazo con los hombros de Vi para acercarla hasta él. – Y una última cosita, ¿Con respecto al Pagani…?

–Ya me encargué de eso tambien. – Indico la morena con la mirada seria. Tuvo que asegurarse de que el deportivo estuviera sin ningún rasguño cuando lo recogió del depósito o de lo contrario Katakuri estaría muy molesto. – Y supongo que ya sabes quién, quiere que le devuelvas su auto mañana a primera hora.

–Si, el malnacido me corto la llamada cuando le dije lo de su deportivo. ¡Ja! Por un momento pensé que mi iba a dejar pasar la noche aquí por eso. – Resalto riendo. No había tomado en cuenta que se había aparcado en la línea amarilla cuando llego al bar de Apoo.

Ay Kid, ¿Cómo le explicaba que Katakuri si planeaba dejarlo en prisión para enseñarle una lección?

Al salir a las afueras de la estación fueron recibidos por una imbatible ráfaga de viento y Kid no pudo evitar respirar con tranquilidad cuando encontró el Pagani azul de Katakuri aparcado frente a ellos. Vi saco una bolsa hermética de su brillante bolso amarillo Louis Vuitton y se la entregó a Kid. Allí estaba su teléfono y el resto de las posesiones personales más las llaves del deportivo que le había confiscado la policía cuando lo detuvieron.

Cuando ambos ingresaron en el auto. Kid le dio una rápida mirada al vehículo para asegurarse que todo estuviera en su lugar, y encendió el motor.

–Se que está de más decir esto, pero gracias por haberte dignado a venir – Menciono viendo hacia las vacías calles de Westminster. Sabía que no era necesario que ni Katakuri ni Vi hubieran ido por su trasero. El hombre lo podía sacar fácilmente de prisión con solo hacer una llamada, pero entendía que fue el instinto maternal y protector de Vi lo que la hizo venir sin pensarlo dos veces para asegurarse por sí misma de que estaba bien.

–Descuida. – Mencionó la morena viendo hacia su ventana. En el fondo estaba contenta de que nada grave le hubiese ocurrido a Kid. A pesar de que no lo aparentara, solo pudo respirar tranquila al ver su rostro levemente hinchado.

Kid no la podía ver, pero sentía ese aire melancólico que siempre acompañaba a Violet.

–Hey – La llamo con una calidez no muy común en el – ¿Todo bien? – Pregunto con interés – Se que Dolf llegaba hoy ¿Aun no deja de joder?

Vi desistió de su interés por el reflejo de los edificios para observar a Kid por el rabillo del ojo – …Es más que eso.

El pelirrojo asintió lentamente. Si, entendía a lo que se refería. Él no era la persona favorita del viejo florista. De hecho muy por el contrario, Dolf lo odiaba, pero sabía que era con razón. Era lo correcto, eso le demostraba que el hombre era un buen padre, pero tal y como él. Habían muchas cosas que no le entraban en la cabeza con respecto al actuar de Violet.

–Vi – La llamo – Creo que nadie más que tu sabe las razones por las que sigues casada con ese imbécil – Recalco acelerando el motor. – Pero a mí no me importa la razón que sea, por más que no la entienda. Solo quiero que estés bien. Eso es lo único que siempre me ha interesado, y si ese idiota quiere seguir haciéndose el gracioso con sus estúpidos juegos mentales, dímelo y con gusto volveré a prisión por ti.

Violet rio dulcemente ante la particular forma de Kid de expresarle su preocupación por ella. Siendo ella la abogada, Kid había sido su principal defensor en contra de todo y todos – Incluso del mismo Katakuri en su momento – En silencio, entrelazo su mano con la de Kid en la oscuridad.

La genuina amistad que había entre ambos a ese punto ya era inquebrantable.

–¿Realmente quieres que te lleve a casa? – Menciono el pelirrojo con una tentadora sonrisa– Porque si quieres puedes venir conmigo a–

–No te acompañare a ese bacanal, Kid. – Aclaro Vi riendo libremente. Sabía que el pelirrojo iba con mucha regularidad a ese condenado lugar, y que Katakuri lo acompañaba de vez cuando si tenía la oportunidad, pero esas cosas no iban con ella. 

–¡Diablos! No sabes lo que te pierdes mujer, pero bueno, ¡Allá tú! Conste que yo me preocupo por tus necesidades.

–Oh descuida, mis necesidades están muy bien cubiertas.

La resonante risa de Kid se explayo por todo el vehículo – En cualquier otra situación me arriesgaría a preguntar por el morbo que me causa imaginarte desnuda, pero como conozco a ese Leopardo disfrazado de oveja me ahorrare el mal rato.

La pausada risa de Violet ante las palabras de Kid la hizo sonreír cómplice.

Al llegar a una lujosa y alejada avenida residencial en el corazón de Kensington estaciono el Pagani frente a la gran casona Donquixote. – Llegamos señorita. – Anuncio a su acompañante. No planeaba acercarse más de lo necesario a esa residencia. Sabía que si veía a Doffy lo mandaría a dormir de un puñetazo y ya había tenido suficientes problemas con la justicia por un día.

Vi presiono ligeramente el botón de la puerta, y mientras la puerta del deportivo se levantaba por lo alto, le dirigió una última mirada a Kid – Respóndeme una última cosa, ¿Cuál fue el detonante para que desataras una pelea a muerte con un agente de la Interpol? – Conocía a Kid, y el jamás era de los que iniciaban peleas solo porque sí, o al menos ya no.

Realmente necesitaba tener algo en la boca si quería responder esa pregunta, así que busco entre los compartimientos de los asientos su encendedor y la caja de cigarrillos a medio terminar. El brillo de la llama bailo ante sus ojos e inhalo profundamente el humo de tabaco que ingreso libertinamente por sus pulmones antes de contestarle a su querida amiga.

–Porque confundí al chico que me estoy cogiendo con otra persona que se veía jodidamente igual a él. – Afirmo con una mirada vivas mientras el humo de tabaco escapaba de la sonrisa de medio lado que estaba dibujado en sus labios.

………………………………………………………

Sanji solo logro suspirar tranquilo cuando Nami, Nojiko y él terminaron de limpiar todo el desastre en el que había quedado el bar luego de aquella batalla campal. El potente aroma a Clorox aun no desaparecía del todo de su nariz. Tardo una eternidad en terminar de recoger todos los vidrios rotos que habían quedado regados por toda la barra. Nami no quería volver a ver otra botella de Vodka en lo que le quedaba de vida, y Nojiko había empezado a aborrecer al alcohol luego de haber trapeado el inmenso el charco de Cerveza y sangre que había quedado regado por todo el piso.

Lo peor fue que Apoo ni siquiera movió un solo dedo para ayudarlos, lo único que se digno a hacer fue encerrarse en su oficina con una de las pocas botellas de Whisky que habían quedado intactas.

Los tres salieron del bar en silencio, el frio de la noche lograba helarle la sangre a cualquiera que merodeara por el centro de Londres a esas horas, y en el momento en el que Sanji desmonto la puerta enrollable sobre él, pudo entender con mayor comprensión de sí mismo que la vida que había conocido, finalmente había terminado.

Se mantuvo de cuclillas en el piso por unos segundos más hasta que sintió el calor del abrazo de Nami y Nojiko en su espalda. Ninguno de los tres se atrevió a mencionar más nada después de eso. En la deriva solo se podían ver sus sombras siendo iluminadas tenuemente por un poste cuya luz no dejaba de parpadear.

Pronto se extinguiría.

–Las despedidas siempre apestan, pero creo que son necesarias para empezar de nuevo. – Le susurró Nami al oído.

Pero no se podía empezar a escribir un nuevo capítulo sin haber terminado el anterior.

Nojiko le ofreció llevarlo a casa, pero declino con una sonrisa apagada. Estaba cansado, no obstante, deseaba caminar. Necesitaba estar solo aunque sea por unas horas.

Ambas hermanas se treparon a él una última vez, y Sanji alzo la mano en un tenue gesto de despedida al ver el viejo Volvo alejarse en la deriva de las calles del centro de Londres. 

Saco de los bolsillos sus desgastados Beats, le causo gracia ver la cinta adhesiva que colgaba de uno de los auriculares. Habían empezado a fallar hace mucho, pero aun así se rehusaba a tirarlos. Recorrió las ya desérticas calles de Soho en completa soledad. Su única compañía era la imbatible ventisca de la madrugada, un puñado de hojas de otoño revoloteando por la acera, y la confortable voz de Mya mientras cantaba al ritmo de «Fallen».

Puso un pie en el paso de cebra, y termino soltando un respingo cuando el estruendoso sonido de un claxon le revolvió los sentidos. Viro la vista hacia el imbécil que se le ocurría usar la maldita bocina estando el semáforo en rojo, solo para llevarse una gran sorpresa al ver al sujeto que le sonreía desde un singular Dodge negro. 

Pero… ¿Qué hacia él allí?

Se retiro uno de los Earpods a medida que el auto avanzaba hasta quedar justo frente a él.

¿Acaso lo había esperado todas esas horas a que saliera del bar?

–Sube – Le ordeno en un llamado Zoro. 

–¿Disculpa? – Le recrimino – Idiota, ¿¡Tienes idea del desastre que ocasionaste allí adentro y–!?

–Sanji, no quiero gritar, solo hazme el condenado favor de subir al auto. – Cuando Zoro giro el rostro para enfrentarlo fue que se percató del prominente hematoma que se había formado debajo de su ojo derecho.  

Fue inevitable que un ligero sentimiento de culpa se colase en él al ver el estado en el que se encontraba el peliverde, ya que no solo era aquel moretón, su rostro estaba lleno de pequeñas marcas de cortes en él, quien sabe cuántos más abrían en su cuerpo.

Zoro no ocasionó ese desastre porque le diese la condenada gana de embriagarse y ponerse a pelear en un bar.

Fue por él.

 Al cerrar la puerta del copiloto detrás de si pudo sentir como el Dodge empezaba a moverse por Carnaby Street. La mirada de Zoro se vía dura. Presiono los labios al sentir que la brecha imaginaria que había entre ambos se expandía y contraía sin control cada que se veían. 

–¿Y tu amigo? – Pregunto con la mirada fija en la ventana.

–Marco.

–¿Hm?

–Su nombre es Marco. – Menciono con la vista al frente.

Estaba dispuesto a esperar a que Sanji saliera de trabajar para poder hablar con él de lo ocurrido en él bar, y para su buena suerte, la piña recibió una inesperada llamada de Bay a los pocos minutos de ser echados de aquella cantina. No comprendo porque Marco se puso tan serio de repente, lo único que le dijo era que tenía que lidiar con unos asuntos urgentes en Newgate Industries y rápidamente uno de los acorazados autos de su familia fue a recogerlo.

–Zoro – La voz de Sanji salió inusualmente fría. – No tenías porque hacerlo.

–¿Qué cosa? ¿Salvarte el culo del loco psicópata de Eustass Kid? – Soltó una risa ahogada – Niño, ¿Quieres la verdad? Ni yo sé porque lo hice. – Reconoció en un jadeo. ¡Y estaba siendo totalmente honesto! Ni él sabía porque carajos se había lanzado a lo loco contra ese pelirrojo. Quizás la adrenalina del momento o el alcohol en su cabeza lo orillaron a eso, no tenía ni idea.

Pero de lo único de lo que estaba seguro, era que no le había gustado ni un poco ver a Sanji ser besado por ese imbécil.

–Eso no, – Corrigió con la mirada – Me refiero a que actuaste como un energúmeno destruyendo el lugar en el que trabajaba. – Reclamo Sanji viéndolo fijamente.

–¡Ah, por supuesto! No estaría mal que añadas un gracias a tus reclamos, Sanji. – Escupió entre dientes.

–¡No necesitaba tu ayuda, Zoro! – Exclamo molesto – Podía manejarlo yo mismo.

–Seguro que sí, cejas. – Afirmo con cinismo mientras se detenía en la luz roja para devolverle la mirada. – ¡Lo estabas matando! Lo único que yo hice fue evitar que le dieras el golpe de gracia.

A pesar de que las palabras de Zoro llegaron a molestarlo, la risa seca que escapo de sus labios hizo que poco a poco se formara una tenue sonrisa de victoria en el peliverde. – ¿Por qué nunca nos podemos encontrar de una forma normal?

–Esta vez fueron una serie de sucesos inesperados. – Expreso reflexivo – Ni pienses que invierto mi tiempo en vigilar a niñatos como tú por las noches.

–Dudo que la Interpol se digne a invertir su tiempo en una labor tan básica, ¿O sí?  Agente Roronoa. – Desafío con una sonrisa haciendo que la mirada del peliverde se intensificara en él. – ¿Por qué no me lo dijiste? – Pregunto con un ligero atisbo de duda en sus palabras.

Luego de que pasara todo el escándalo el bar, entendió que a pesar de que Zoro supiera muchas cosas sobre su persona, él no tenía ni idea de quien era Zoro. Jamás espero que trabajara para una agencia como la Interpol ni mucho menos, y eso solo le generaba más dudas sobre el peliverde.

–Tengo mis razones para hacerlo. – Expreso restándole importancia al tema en cuestión.

–¿Fue por eso que dejaste Inglaterra?

–Sanji, ¡Basta! – Hablo duramente.

–¿Por qué? Tú sabes todo de mí, pero yo no sé nada de ti. Lo cual me resulta muy contradictorio ya que no me suelo subir a autos de desconocidos solo porque sí.

–No me hagas perder la paciencia, niño. – Sentencio Zoro – Ahora, dime donde diablos vives para lanzarte cerca de allí y poder irme a casa.

–¿Por qué evades la pregunta? – Sanji se vio obligado a callar cuando el fuerte derrape que realizo Zoro sobre la pista casi provoca que su cabeza chocara abruptamente contra la parte delantera del auto. – ¿¡Qué mierda te pasa, Zoro!?

–¡No lo hice porque es peligroso! – Exclamo irritado. No era un trabajo del que se enorgullecía, pero podía decir que la Interpol y él se usaban mutuamente. Apenas cumpliera su verdadero cometido no dudaría un segundo en renunciar. – Ahora deja de hacer preguntas estúpidas.

Lo vio fijamente por lo que considero un tiempo prudente. Se había percatado de un patrón inusual que se repetía en Zoro cada vez que si quiera trataba de ingresar un poco debajo de su piel, y era que el peliverde repelía totalmente cualquier acercamiento que él no aceptase previamente.

Negó con la cabeza a medida que su mirada abandonaba el rostro de Zoro, girar el rostro y apoyar su cabeza contra el mullido asiento de cuero. – Eres un imbécil.

Golpeo el volante con la mano que tenía libre antes de suspirar largamente. ¡Carajo! – Olvídalo, no debí reaccionar de esa forma. – Explico con cierta dificultad. – Es solo que–

–No te gusta hablar de tu pasado, ya lo sé.

–No es solo eso. – Menciono con voz pesada – Sanji, yo he hecho cosas de las que no me siento orgulloso, y esto va más allá de los errores que cometí cuando era joven. Mi vida… es complicada, es todo lo que te puedo decir.

Se había visto envuelto en situaciones en las que tuvo que sobreponer su vida y la de su escuadron por sobre muchas otras. No era algo glorioso, ni mucho menos.

Porque no existía gloria alguna en la muerte.

Sanji soltó una risa sin gracia – ¿Y quién no tiene una vida así? Digo, si existe una sola persona en el mundo que jamás haya pensado que su vida es una mierda, debe ser la persona más afortunada del universo.

–Eres el peor filosofo que he escuchado.

–Hago mi mayor esfuerzo – Comento desganado – Y no creas que hice lo que hice para incomodarte, es solo que dejare Londres en unas horas y… – Rio sin ganas ante las estupideces que estaba diciendo – No pensé que volvería a verte. – Menciono desviando la mirada mientras pasaban al lado del Palacio de Westminster. Aquel monumento lograba dejarte sin aliento al solo ser iluminado por aquellas eternas luces amarillas bajo la intensidad de la noche.

Zoro desvío brevemente su mirada hacia Sanji – ¿Esto tiene que ver con…?

–Si. – Explico en silencio. No había necesidad de explicar nada más, Zoro lo entendía. – Ella… no lo conseguirá. – Era lo único capaz de decir.

Zoro agradeció que la mirada de Sanji estuviera perdida en el condenado palacio de Westminster, ya que así no noto lo blancos que estaban sus nudillos por la presión que ejercía sobre el volante.

Tienes valor Sanji, mucho más del que yo jamás tuve.

–A mi hermana le gusta Rusia, yo no soporto el frio, pero… – Rio tenuemente antes de girar su mirada hacia Zoro – ¡A ella le gusta! – Su triste sonrisa destello con inusual brillo ante la mirada de Zoro.

Sabía que corrían el riesgo de accidentarse, pero no le importo. Porque a pesar de seguir sin saber a ciencia cierta el porqué, no deseaba perderse ni un segundo de aquel espectáculo.

A él siempre le había gustado el cabello negro, pero por esa ocasión, el rubio le pareció el tono más deslumbrante que hubiera visto jamás.

–Sanji. – Lo llamo en un susurro.

Y deseaba con todo fervor por tocarlo aunque sea una única vez.

Sin entender el motivo, Sanji le devolvió la mirada al peliverde solo para caer ante el inesperado ataque de los fuertes labios de Zoro y quedar totalmente confundido cuando por segunda vez en una noche, unos labios ajenos invadieron su boca, con la sola diferencia de que esta vez…

El gesto fue correspondido, formándose así un contacto implacable y duradero que solo se profundizo cuando Zoro introdujo sus dedos dentro de su cabello para unirlo mucho mas hacia él.

De un ágil movimiento Zoro logro detener el Dodge y encender las luces de emergencia sin importarle que se hubieran detenido en pleno puente de Westminster.

Sanji no perdió tiempo, y desabrocho el cinturón del copiloto para colarse encima de las piernas de Zoro sin cortar su férreo contacto ni por un momento siquiera. Gimió sobre los labios de Zoro cuando sintió que el mayor trazaba las curvas de su trasero por sobre la ropa.

Se separaron lentamente, compartiendo una mirada que podría llegar a expresar mucho mas de lo que sus palabras jamás podrían.

–¿Esta es tu forma de decir adiós? – Pregunto el rubio dejando expuesto a Zoro ante su brillante mirada azul.

–Es mi forma de decirte que sin importar lo que vaya a pasar, regreses a Inglaterra cuando todo termine. – No te pierdas en ti mismo Sanji, no cometas los mismos errores que yo.

Quizás con un poco de suerte, cuando Sanji volviese él finalmente le haya puesto punto final a aquella inusitada culpa que acarreaba desde hace años.

Con un poco de suerte, podría considerar la felicidad como un camino valido para él.

………………………………………………………

Podía escuchar el barullo de la multitud arremolinándose en el centro del depósito. En la cima del cuadrilátero había dos chicos, uno moreno y otro rubio, ambos de contexturas similares, golpeándose sin piedad mientras eran envueltos por la sangre y los clamores en éxtasis de la gente. Era un espectáculo sanguinario y fuera de todo contexto. La visión más baja de lo que era la prevención y necesidad nata del hombre por saciar su instinto depredador oculto, pero siempre latente.

¿Acaso así lo veía la gente cuando él hizo lo mismo?

¿Como un simple animal que servía para el entretenimiento de otros?

Yonji sintió que se le trababa el pecho ante la clara y obvia respuesta. Oculto tras una capucha gris que ocultaba sus verdes cabellos paso desapercibido por aquel mismo deposito que, de haber continuado peleando como lo había hecho, muy probablemente tambien hubiera sido su tumba.

Cuando Ichiji y Niji le dijeron que estaban decididos a salir esa noche, el tambien pensó en hacer lo mismo, pero a diferencia de sus dos hermanos, o incluso de Sanji, que tenían decidido un lugar al cual ir.

Él no lo tenía.

Porque simplemente sentía que no pertenencia a ningún lugar. 

Todo lo que había conocido era esto. El dolor de unos nudillos contra sus pómulos y el calor de una batalla ganada.

Dentro de poco estaría muy lejos de allí, y de alguna manera se sentía indefenso fuera de ese circuito. Sabía que era algo estúpido, pero ese condenado lugar era el único lugar en el que realmente sentía que era alguien, y por eso tuvo la necesidad de regresar aunque sea una última vez.

Empezó a descender las escaleras hasta los sótanos cuando escucho el chirrido de la campana. No tuvo que voltear para saber que el vencedor apenas podría respirar correctamente antes de caer desmallado, y el perdedor se hallaba ahogado con su propia sangre sobre la arena.

Recorrió en silencio los descuidados camerinos de los peleadores. Al llegar a la última puerta, no le sorprendió encontrar a otras personas en lo que en su momento fue su vestidor. A fin de cuentas, en ese oscuro mundo se vivía de la gloria del momento. Un día podías ser el más grande, y al siguiente, una basura más.

–¿Yonji?

Su rostro muto a una expresión de impresión absoluta al escuchar su nombre por la espalda. Cuando su mirada se encontró con la de un sorprendido Killer, sus ojos revelaron un desconcierto desmedido, que solo logro aumentar cuando el rubio lo abrazo sin esperar por su respuesta.

–Mierda, Yonji…– Expreso el rubio aun sin poder creer que su amigo estaba allí. – ¡Creí que algo te había pasado! No se sabido de ti en semanas.

–Tu… – Expreso con voz lúgubre.

Killer reacciono con sorpresa al escuchar al peliverde – ¿Yon..? –

–¡Tu! – Para Yonji no fue difícil acorralarlo contra la mugrosa pared – ¡Fuiste tú! ¡Fuiste tú el hijo de puta que me delato, Killer! – Le recrimino furioso. Había olvidado que había otra razón por la que había vuelto hasta el octógono, y era para descubrir como diablos se filtró su participación en esta clase de eventos.

–¿Él que te…? ¿¡Pero de que mierda estás hablando, Yonji!?

–¡Chantajearon a mi familia con llevarme a prisión por estar metido en esta mierda! – Exclamo ofuscado. Le había prometido a Robin no hacer ningún tipo de esfuerzo, pero simplemente fue incapaz de controlarse. Realmente deseaba matar a Killer a punta de golpes – ¡Eres el único de mis amigos que sabía de esto! 

–Pues tu concepto de amistad debe ser una reverenda basura si crees que fui yo él que te delato, Yonji. ¡Puedo ser muchas cosas, pero no soy un soplón! No abriría la boca solo para salvar mi pellejo, y mucho menos si se tratase de ti.

La batalla de miradas que tuvo con Killer se prolongó por varios segundos, y gruño con fuerza cuando lo libero de su agarre.

–Tarado – Le recrimino el rubio – No puedo creer que después de todo lo que hemos vivido sea yo tu primer sospechoso.

–¡Ya! ¡Disculpa! – Se excuso avergonzado. – Es lo que… No sé cómo, pero de alguna forma descubrieron que estaba metido en esto, e indirectamente puse en peligro a Reiju por eso.

–¿Qué diantres paso, Yon? – Pregunto furioso al separarse del peliverde – No te he visto en semanas. Intente comunicarme contigo miles de veces pero me fue imposible dar con tu paradero.

–Ahg – Suspiro agotado. Esto sería largo. – Salgamos de aquí antes. No quiero hablar de eso en un lugar como este.

Terminaron caminando por el puerto de Londres en donde Yonji le explico a Killer con lujo de detalles todo lo que había pasado con él desde su pelea con Uroge. Las respuestas del rubio fueron mixtas. Pasando por el desconcierto al enterarse de que estuvo a nada de morir, a la rabia absoluta al saber que usaron el tema de su participación en el octógono para quitarle hasta la última libra que se habían ganado con sangre y lágrimas. Y tampoco dejo de lado el tema de Rusia, lo que si dejo totalmente desconcertado al rubio.

–Joder, Yon. No sé ni por donde comenzar – Destaco aun sorprendido – Han sido demasiadas cosas… 

–Dímelo a mí, cuando me dijeron que casi mato a Reiju me sentí como la peor basura del mundo. – Reconoció con un sinsabor en la boca.

De no haber sido por Robin, no quería ni imaginar lo que hubiera sido capaz de hacer. El ya no era ese adolescente idiota que culpaba a Reiju por haber matado a su madre, ya no. Ella era lo único bueno que él tenía en su vida.

–Entonces… ¿Esta es tu última noche en Londres? – Pregunto Killer con un dejo de tristeza.

Yonji no necesito responder la pregunta, su simple silencio fue la confirmación que el rubio necesitaba. La primera vez que se cruzó con Yonji, jamás pensó que detrás que detrás de su apariencia habría alguien así de vulnerable. Era una gran persona, y aun más, un entrañable amigo. Desde un principio trato de apoyarlo con lo poco que podía. Ofreciéndole trabajo en su pequeño gimnasio, pero pronto la necesidad de Yonji ante el mal de su hermana fue empeorando y ambos terminaron envueltos es ese oscuro submundo al no encontrar otra forma de combatir el mal de Reiju.

Killer abrió fuertemente los ojos al recapacitar en sus propios recuerdos.  –Festa… – Menciono con la voz en vilo.

–¿Qué? – Exclamo un confundido Yonji.

–¡Festa! – Replico el rubio – Yonji, él es el único que pudo haberlo hecho.

La mirada de Yonji se desencajo al llegar a la misma conjetura que Killer.

Buena Festa, el organizador de ese círculo de violencia y mierda. Una persona muy poderosa en el bajo mundo de Inglaterra. Lo había conocido de la forma más inverosímil posible. Cuando trabajaba como utilero en el pequeño gimnasio que Killer tenía en los distritos bajos de Londres. Cualquiera que lo viese de buenas a primeras pensaría que aquel enano de cabellos afro no era nada más que un fanfarrón dueño de una bocota muy grande – Que claramente lo era – pero cuando lo vio, el hombre le ofreció ganar inmensas cantidades de dinero si lo ayudaba con un negocio que él tenía. Casi de inmediato se negó. Había llegado a Londres en busca de una nueva vida, y no estaba dispuesto a involucrarse en nada turbio, pero cuando el dinero para los tratamientos de Reiju empezó a escasear no le quedo de otra que aceptar la oferta de ese desgraciado.

–No puede ser, ¡Ese hijo de puta! – Se levanto de inmediato de la graba del puerto, pero el agarre de Killer le evito avanzar mas

–¿Qué crees que haces?

–¿Qué no es obvio?

–¡No seas idiota, Yon! Ni siquiera te le podrás acercar. Ese cobarde siempre se oculta tras un centenar de matones. – Trato de razonar con el peliverde – Estas a unas horas de dejar Londres. Se que debe ser una mierda, pero olvida lo que paso. No tiene sentido de que trates de ir a plantarle cara ahora. ¡Por lo que me dijiste la herida que tuviste en la cabeza fue muy grave! No mandes todo a la mierda por un simple ajuste de cuentas. – Además, ese enano mugroso de Festa no era alguien piadoso ni nada por el estilo, se quedaba con el cincuenta por ciento de las ganancias de todos los luchadores en su circuito, era un puto psicópata que buscaba sacar dinero de cualquier forma que le fuera posible.

Tuvo que soltar paulatinamente todo el aire que llevaba contenido en los pulmones – ¡Carajo!¿Por qué no pensó en Festa antes? Ese mafioso bueno para nada, ¿Pero que ganaba él delatándolo? Incluso era arriesgado para el mismo Festa ir por ahí soltando esa información. Si había algo caracterizaba bien a Festa era ser alguien extremadamente avaricioso, y revelar esa información podría costarle una gran cantidad de dinero o hasta incluso su propio negocio.

A menos de que hubiera actuado bajo coacción de alguien más…

Pero ¿Quién?

Él no era nadie importante… ¿Por qué? ¿Qué ganarían con querer enviarlo a prisión? ¿Y porque no simplemente lo entregaron y ya? Pudieron haberlo hecho de haberlo deseado, pero lo único que le pidieron a Ichiji fue su dinero.

La teoría de Killer lo había llenado de más preguntas que respuestas.

¿Quién estaba detrás de todo esto?

………………………………………………………

El reloj marcaba la media noche cuando ingreso al barrio de Hampstead. La zona era conocida por hallarse en lo alto de una montaña desde la cual se podía tener una vista esplendida de The City y del resto de Londres. Si bien Kensington y Westminster eran los distritos más famosos de la capital británica. Hampstead era el Borough donde residían algunas de las personas de mayor poder adquisitivo de toda Inglaterra, ya que a diferencia de los dos primeros, era una zona mucho más discreta y calmada. Ósea, un lugar en el que se podía aplicar vívidamente el «Laissez faire, laissez passer».

Al descender del auto, lanzo las llaves del Pagani a uno de los Valet que la tomo fácilmente en el aire. No necesito de nada más que sacar una tarjeta totalmente negra que guardaba en su billetera y que tenía las siglas «Sins» con acabado mate inscritas en esta para que los miembros de seguridad de la gran mansión neoclásica a la que iba a ingresar le abrieran el paso.

–Bienvenido señor Eustass, un placer verlo nuevamente. – Saludo uno de los mastodontes que vigilaba la puerta.

–Aja. – Respondió desinteresado e ingreso al lugar.

Recorrer los pasadizos de Sins siendo protegido por la mortífera oscuridad de la noche siempre era una sensación revitalizante para cualquiera que la probase. Era solo en espacios como ese donde la máscara de control y orden que rodeaba a muchos se caía por completo. Dándole forma a esos deseos oculto que muchos buscaban saciar.

Lo primero con lo que te encontrabas era con la depredadora mirada de Sadi, la cual pedía con su cantarina pero autoritaria voz que todos los miembros de aquel club entregasen en silencio sus aparatos electrónicos.

Todo lo que se desarrollase bajo esas paredes quedaría únicamente grabado en la memoria de sus asistentes.

Llego al bar que estaba ubicado en el corazón de aquella millonaria residencia, «Anteinfierno». El ambiente era apenas iluminado por tenues luces amarillas que mostraban a muchos de sus asistentes hablando despreocupadamente y disfrutando del momento mientras brindaban con un variado abanico de tragos de alta gama.

Pudo reconocer a varios; actrices, presentadores de televisión, futbolistas, incluso políticos. Pero eso no era ninguna sorpresa. En «Sins» había un sinnúmero de reglas para lograr un ambiente de perfecta armonía, y una de esas era:

«Aquí todos se conocen, pero afuera no son más que meros extraños»

Conforme se acercaba a la barra pudo sentir la mirada de varias mujeres recorriendo todo su ser. Deleitando la mirada con su cuerpo, pero no le importaba en lo absoluto, ya que el hacía exactamente lo mismo. Le guiño un ojo a rubia que tenía dos tiernas trenzas colgando de sus bonitos cabellos dorados. Llevaba una expresión de inocencia que le ponía muchisimo. Rápidamente vio como la mujer le hacia una seña a su pareja y el hombre – Un sujeto alto y de cabello corto – se levantó junto con ella haciéndolo una clara señal de invitación mientras se retiraban al salón continuo del bar.

Rio por lo bajo, quizás después se les uniría, pero primero tenía que hacer un par de cosas.

Pudo ver al rubio dueño de aquel Eliseo dedicado al erotismo sentado en la barra, el “Dios” de aquel paraíso.

–Eustass Kid – Siseo Enel al ver al pelirrojo acercarse para estrecharle fuertemente la mano – Que sorpresa encontrarte por aquí. – Reconoció con claro sarcasmo.

–No digas estupideces, Enel. Por los millones que cobras por tu burdel de clase alta deberías estar limpiando el piso por el que pasan tus clientes con la lengua. – Reto divertido provocando al rubio.

Sabía que el sueco odiaba que tildaran de esa forma tan degradante a su creación. Dado que «Sins» no era otra que el club de ambiente liberal más exclusivo de todo ese jodido país. O en un lenguaje más terrenal para los mortales como él, un jodido club swinger.

–Cuidado Kid, que yo no soy como los periodistas de este condenado país a los que tratas como papel de baño. – Saldo con una expresión divertida mientras le daba un sorbo a su Whisky en las rocas.

Kid sonrió aparatosamente ante las palabras del rubio y abrió la boca dispuesto a responderle pero la exuberante visión que se coló ante sus ojos lo hizo transformar su expresión en una sonrisa.

–Enel, amor. No seas tan duro que él. – La sinfónica voz de Raki, esposa de Enel. La cual estaba envuelta en un revelador vestido de lentejuelas negro, llamo la atención de ambos hombres al aparecer por detrás del rubio y pegar sus frondosos pechos a la espalda de su esposo. – Me alegra verte nuevamente, Kid.

–Hola Rak. – Resalto relamiéndose los labios. La esposa de su amigo era una mujer realmente exuberante, ya había tenido la suerte de probarla antes junto con Enel. 

–Estábamos a punto de ir a jugar – Señalo la morena – ¿No quieres venir? – La invitación fue lanzada con una sugerente sonrisa que provoco que sus pantalones le empezaran a apretar.

–Me encantaría Rak, pero la verdad es que vine a buscar a tu esposo por algo en particular. – Explico.

–Kid, me alagas pero los chicos como tú no son mi tipo. – La sonora carcajada que envolvió a ambos hombres se prolongó por varios segundos.

–Lamento derrumbar tus esperanzas, pero no es por eso. – Indico el pelirrojo. Tenía que averiguar un par de cosas, y sabía que el único que tendría las respuestas era Enel. Después de todo, era el quien tenía absoluto control sobre todas las personas que ingresaban a su territorio. – Blue Meth.

Fue todo lo que necesito decir para que Enel volviera a colocar su habano entre los labios e inhala por largos segundos de este. Había empezado a perder la paciencia y estaba a nada de golpearlo en el tórax para que soltara a la mala todo ese maldito humo y abriera la boca, pero a medida que el aroma de las hiervas se desprendía por sus cavidades nasales fue que el rubio se dignó a responder.

Kid explayo una sonrisa depredadora ante la confirmación de sus previas conjeturas. – Entonces realmente se había confundido de persona. ¡Ja! No sabía si sentirse como un perfecto imbécil por eso, o por el contrario, cagarse de la risa. Intercambio unas cuantas palabras más con Enel, como el paradero de Monet, el cual el rubio le confirmo que había llegado a Sins hacia algunas horas, pero no se molestase en buscarla ya que estaba en los últimos círculos y sin más retiro con prisa de Anteinfierno, yendo rumbo a «Auto de fe».

El agua caliente de las lujosas duchas de oro blanco mezclado con mármol caían como una cascada sobre sus cabellos, generando que sus rebeldes escarlatas cayeran rendidos por la marcada espalda. Finalmente estaba libre de aquel maldito aroma a cerveza y la incómoda sensación viscosa sobre su cabello. Lo que le recordaba que tenía que averiguar el nombre del malnacido agente con cabello de vomito. Ese idiota estaba muy equivocado si pensaba que podía mandarlo a prisión y salir sin cojear. Estaba casi seguro de que para ese momento Katakuri ya sabía de quien carajos se trataba.

Bueno, no se iba preocupar por eso ahora.

Se sobo los ojos mientras las ultimas gotas de la ya cerrada ducha se deslizaban por su cuerpo. Siendo una última lagrima transparente la que surco la prominente cicatriz que se marcaba por todo su omoplato hasta la parte más baja de su espalda. Revelando así no solo una, sino varias heridas de prominentes medidas decorando por completo aquella parte de su cuerpo. Algunas llegaban a ser tan profundas que, recién hechas, habían llegado a descubrir sus huesos.

Kid nunca las tocaba, para él esas cicatrices ya no existían. 

Apenas tuvo la necesidad de secar su cuerpo, y lo único que tuvo que hacer al salir de esas lujosas instalaciones fue tomar un antifaz negro que una de las empleadas de lugar – Una chica joven de lacios cabellos rubios vestida en un leotardo negro y con una máscara de carnaval que cubría totalmente su rostro. – le alcanzo de entre todas las que llevaba en su batea de plata. 

–Gracias Moda.

–De nada, Kid. – Menciono sedosamente la joven, que no desaprovecho la oportunidad para comer con la mirada el desnudo cuerpo del pelirrojo. – Diviértete, pero no vayas a fumar en los Círculos como la última vez, ¿Sí? Recuerda que está prohibido.

Rio por lo bajo al recordar su fechoría de la noche anterior y lentamente se adentró hacia los rincones más profundos de aquella mansión.

Nueve grandes espacios se esparcían a lo largo de aquella mansión de mil metros cuadrados. Siendo el primero, y por el que todos pasaban para continuar su recorrido; el Limbo. Que no era otra cosa que una elegante mezanine alta llena de menajes desde donde todas las parejas Voyeur, o en su defecto, aquellos que por primera vez pisaban aquel recinto y aun no estaban preparados para descender al resto de los infiernos, residían. 

Para su buena suerte, o desgracia, lo que buscaba se hallaba en el segundo de los círculos; Lujuria. Aquel salón era un ambiente que tal y como su nombre lo decía, sudaba erotismo y el lujo. El enorme lugar era cubierto por una tenue luz roja que iluminaba de manera indirecta toda la estancia. Sofás de época y zonas oscuras en donde varios centenares de cuerpos se saciaban y brindaban ese calor que era tan necesario para respirar. Las únicas personas a las que se les permitía estar con ropa en todos los salones eran a las sexys mozas que en bandejas de oro entregaban preservativos a todos los presentes.

Esa era una de las reglas que más le jodian de Sins, pero lamentablemente no le quedaba de otra.

Pudo sentir las miradas de muchas mujeres y hombres observándolo, devorándolo con la mirada cual trozo de carne. Sabía que las invitaciones para unirse a aquellas parejas que buscaban un buen polvo no se iban a hacer esperar, pero lamentablemente para todas aquellas personas. Finalmente encontró su objetivo en uno de los rincones del salón.

Azules.

Siempre azules. 

Cruzaron miradas y de repente todas las personas a su alrededor se evaporaron cual combustión espontanea. Le sonreía traviesamente mientras – A propósito – él empezaba a bombear su culo con más rapidez para el hijo de puta que le estaba enterrando la verga. Mordió sus labios ante el condenado placer que se apoderaba de su miembro al verlo en esa situación, se le hacía jodidamente excitante ver como se lo cogían frente a él y su estado se hizo evidente ante la fuerte erección que nació entre sus piernas.

Supo que acelero el proceso cuando vio que el sujeto que estaba encima de aquel atrayente joven endureció el rostro. Sin esperar una réplica, vio a ese escurridizo pitufo dejarlo en el aire luego de haber alcanzado el orgasmo, para acercarse lentamente hasta donde él estaba con sus largos cabellos azules revoloteando en el aire.

Desde que Kid era niño, había sentido un repudio absoluto hacia las drogas. Odiaba a todos aquellos que las vendían y aún más a los que la consumían. Ya que esas mierdas no hacían otra cosa que joder la vida de las personas, y algo incluso peor, de las que los rodeaban. Él podía gustar del alcohol y fumar con regularidad, pero solo hasta allí. Y si de algo podía estar incluso aún más orgulloso que de todos sus títulos en de la Formula 1, era que jamás en su vida había consumido ninguna de esas mierdas.

O al menos, no al pie de la letra...

–Mira nada más. – Solo con su voz era capaz de ponerlo tan duro como una roca– Me había olvidado ya de tu cara, «Captain».

Ya que Blue Meth era la única droga que llego a hacerlo un completo adicto.

Y luego de largas semanas con síndrome de abstinencia, finalmente volvería a probar de él.

Rio fuertemente por su absoluta desfachatez.

–No me sorprende, debe ser difícil acordarse de todas las personas que pasan por ese agujero. – Imito con gracia libertina logrando sacarle un par de risas al peliazul que iba cubierto por una máscara Colombina.

–Eres un imbécil. – Replico son una sonrisa socarrona brillando lúgubremente sobre sus labios rojos.

Pudo sentir como Blue Meth se hincaba para tratar de besarlo. Le daba risa de que a pesar de no tener una altura pequeña, tuviera que hacer sus esfuerzos para poder hacerlo, pero antes de que fuera a arrancarle los labios de un tirón. Kid detuvo su acción tomándolo de los hombros. Introdujo sus dedos dentro de la sedosa cabellera de agua. Desatando ligeramente el nudo de la máscara, y solo la bajo lo necesario para que él lo pudiese ver.

–¿Qué haces, idiota? ¡Aquí hay mucha gente!

–Aguarda un segundo – Tenia que asegurarse de algo esta vez.

Ninguno de los demás asistentes a excepción de él lo había visto sin ese maldito antifaz que tapaba toda su enigmática belleza, y no iba a permitir que alguien más que no sea él, lo viese.

Suspiro tranquilo al encontrar aquellas tupidas cejas espiraladas en la dirección correcta.

–Perfecto. ¡Ahora, ven acá que te hare un segundo agujero en el culo!

Niji rio profundamente complacido. Realmente tenía sus dudas de que Kid fuera a parecer esa noche en Sins, pero por lo visto, había valido la pena hacerle esa cuartada a Ichiji.

Y era hora de arder en el infierno de la mano del mismísimo demonio, aunque claro,

Seria en un infierno azul…

–Kid, ¿Sabias que el fuego azul es el más peligroso de todos?

………………………………………………………

Con el choque de un par de cervezas, y la cuenta pendiente de una última pelea, Killer y él se despidieron entre risas y lágrimas. El rubio le dijo que en caso de que algo le volviera a pasar, ya sabía dónde encontrarlo, y Yonji únicamente le pudo agradecer el gesto con un doloso gracias.

Ahora se hallaba recorriendo la gran extensión del puerto de Londres en busca de un camino a casa bajo la tenue luz que le brindaban los faros. A diferencia de Marsella, Londres tenía la particularidad de que su puerto se extendía por toda la costa del Támesis. Así que era muy común ver diferentes tipos de embarcaciones recorriendo el afluente. Desde las fragatas más simples hasta los Yates más lujosos. Podía ser una vista muy agradable si la llegabas a apreciar con detenimiento.

En busca de sentir el choque del viento y la brisa fluvial chocando en su cara se deshizo de la capucha que apresaba sus verdes cabellos, pero al retirarse ese pedazo de tela sin querer rozo con la punta sus nudillos aquella imperceptible cicatriz que ahora se ocultaba entre las hojas de su cabeza.

Ya no había dolor, o al menos no uno físico, pero cada vez que repasaba esa línea de carne no podía evitar pensar en el sentimiento de muerte que la rodeaba, así como en el ángel que lo salvo de aquel trágico destino…

Una curva surco sus labios al pensar en aquella hermosa mujer de cabellos tan negros como esa noche. Con dos estrellas por ojos y con sonrisa tan deslumbrante como la luna.

No podría ser más idiota.

Saco su teléfono, y vio como el smartphone marcaba las doce en punto.

Realmente, no podía ser más idiota…

–¿Yonji? – Escuchar como llamaba su nombre una última vez era todo lo que necesitaba para finalmente irse tranquilo. Era suficiente para él, y estaba a punto de colgar hasta que su encantadora voz lo volvió a llamar en la oscuridad. – Yonji, ¿Eres tú?

Se carraspeo la garganta por acto reflejo – H-Hola Robin – Contesto nervioso – Perdona, de seguro debes estar dormida.

Fufufu… – Su tenue risa no dejaba de ser el sonido más relajante y bello que hubiera oído jamás – De hecho, no. – Reconoció con la voz algo cansada – Hoy fue mi día libre en el Hospital, y he estado algo ocupada desde la mañana, pero descuida, ¿Paso algo? ¿Te duele la cabeza o algo similar? – Pregunto totalmente concentrada en él.

La última vez que se vieron, Robin le dio su número telefónico para que la llamase en caso de que sintiera alguna recaída, y no pensaba hacerlo, más que nada porque no quería seguir alimentando a una ilusión vacía, pero…

Simplemente no se pudo resistir a escuchar su voz una última vez.

–La verdad, ni siquiera sé porque llame. Planeaba decirte que me dolía la cabeza como una excusa para escuchar tu voz… – Reconoció oculto tras la seguridad que le daba un simple teléfono, y agradecía enormemente que Robin no lo pudiese ver, porque de lo contrario se reiría de él al verlo totalmente sonrojado de pies a cabeza.

Pero casi con la misma rapidez con la que las palabras salieron, las quiso regresar a su boca, ya que estas fueron seguidas de un prolongado silencio por parte de la morena.

¡Oh, joder! ¡Ahora si la cague! Pensara que soy un maldito acosador. ¿Quién carajos llama a media noche para decir eso?

–¡No, Robin perdona! ¡No pienses que soy un enfermo! Yo solo–

–Yonji, no te lo pude decir aquella vez en el hospital, pero realmente creo que eres un chico muy tierno... – Comento con una estela de felicidad en sus palabras. El peliverde no la podía ver, pero se podía imaginar casi con total exactitud la destellante sonrisa de Robin al otro lado de la linea.

Y estaba seguro que ni aun así su mente le hacia justicia a su belleza. 

–¿Ah sí? ¿¡En verdad lo crees!? – Pregunto con una sonrisa inocente floreciendo en su rostro.

–Fuffufu… Si – Aseguro con dulce armonía. – ¿Y qué tal? ¿Ya estás listo para ir a Rusia?

Su pregunta género que sintiera una aglomeración se sentimientos ebullendo sobre su pecho. Felicidad de que se interesara en él, y tristeza al recordar el gran paso que les faltaba por dar.

–Si. Bueno, no… – Se contradijo – No del todo. Estuvimos metidos en Oxford Street todo el día. Fue realmente agotador, ¡Pero Reiju se divirtió bastante! Y luego las amigas de Sanji le hicieron una pequeña fiesta de despedida o algo así – Una sonrisa inconsciente se formó en él al recordar a su tierna hermanita – Me falta hacer mi equipaje y ya, pero supongo que solo arremolinare todo lo que tengo y hare que entre a la fuerza en la maleta. – Exclamo con el brazo extendido.

Una singular risilla que escapo de los labios de mujer, que escuchaba atentamente las palabras de aquel encantador jovencito de verdes cabellos.

–Qué lindo gesto por parte de ellas. – Realzo la morena – Reiju merece todo el amor del mundo, y sé muy bien que con un hermano tan tierno como tu es imposible que no lo tenga. Tiene suerte de tenerte.

No… Eso no era cierto. No siempre fue un buen hermano para Rei.

¿Yonji? – La voz de Robin quebró el halo de tristeza que dé a pocos empezaba a rodearlo.

–Perdona, estaba pensando en otras cosas… – Contesto escuetamente.

¿Así? ¿En qué? – Cuestiono curiosamente, y Yonji no supo que más decir.

–Ahm… – Vio a su alrededor en busca de alguna respuesta y la encontró en el horizonte. – ¡En las estrellas!

Para su desgracia el interés de Robin no hizo más que crecer luego de su tonta respuesta – ¿Te gusta la astronomía, Yonji? – Pregunto con una alegría sobrecogedora.

–¡Si…! Por supuesto... – ¿Qué diablos era la astronomía?

–¡Me parece fantástico, Yon! ¿Ves alguna constelación en particular desde donde estas?

Oh, Mierda.

–Ahm… L-La de Pegaso – Vamos, ver Caballeros del Zodiaco de niño le tiene que haber servido de algo.

Mmm… Que extraño, creía que esa constelación no se visualizaba en esta época del año. – Comento Robin pensativa.

–¡No, espera! ¡No es la de Pegaso! – ¡Maldito seas Seiya! ¡Mereciste quedar parapléjico! –  Me confundí… Es… Es… ¡Ahg, joder!

–¿Quieres que te ayude? – Susurro tiernamente Robin.

–Por favor… – Patético. Era realmente patético.

Bueno, ¿Ves una estrella de un tamaño superior a las demás en el firmamento? – Explico comprensivamente la tierna voz de Robin.

–Si… – Contesto hechizado por su prodigiosa voz – Espera, ¿No te referirás a la Luna, o sí? Porque no soy tan imbécil. Digo, ¡No es que sea imbécil! Es solo que…–

Las fuertes risas de Robin pronto inundaron sus oídos. – No, Yonji. Fufufufu. No me refiero a la Luna. – Explico divertida – ¿Por dónde estás?

–Al lado del Támesis.

–Perfecto, entonces mira en dirección al afluente del rio. Debe estar por allí… – Relato con especial añoranza.

Hizo lo que Robin le indico y si, encontró una estrella solitaria en lo alto del firmamento. Brillando con impecable fuerza de entre todas las demás. – Si, la veo.

Esa es la estrella del Norte – Explico calmadamente – Tambien se le conoce como Polaris o la estrella de los marineros, es la única que nunca se mueve. Ella es su fiel guía y protectora. – Su voz era un arrullo en la oscuridad. 

–¿Cómo sabes que es esa? – Pregunto fascinado.

–Por la estoy viendo en estos momentos, al igual que tú. – Susurro.  

 Tal y como ese astro era la guía de los viajeros, Robin era su estrella del norte.

¡Díselo! ¿Quién sabe cuándo la volverás a ver? ¡Al menos ahora no te puede ver! ¡Hazlo!

–¡Robin…–

Pudo escuchar a la pelinegra gemir con cierta sorpresa instantes antes de que cortara sus palabras – Yonji, lo siento mucho pero tengo que cortar – Explico escuetamente – Estoy recibiendo una llamada urgente y he esperado hablar con esta persona todo el día. Lo siento, enserio.

El quebradizo sonido de los constantes vips sobre su oído lo golpearon con una fuerza brutal. – ¡Ahg, mierda!

¿Por qué?

¿Por qué nada le podía salir bien?

De la rabia termino pateando uno de los botes de basura que había cerca a un poste de luz. Tirando al piso miles de desechos orgánicos que se mezclaron con el clamor de su rabia.

Y lo peor, ¿Quién carajos era el imbécil con el que Robin se moría por hablar? ¿¡Acaso tendría novio!? Bueno, no le sorprendería. Era difícil que una chica como ella estuviese soltera.

¡Diablos! Pensar en eso ni siquiera le ayudaba.

Se revolvió en la graba ya sin saber que más pensar, pero entonces el brillo de aquella estrella cruzo por sus azules ojos, y se le quedo viendo por unos minutos que se hicieron eternos.

Al menos le quedaba esa estrella para recordarla. Así sea en Inglaterra, Rusia o cualquier otra parte del mundo… ella siempre lo vigilaría desde allá arriba.

………………………………………………………

Gotas de sudor y semen recorrían sus muslos. Su hendidura estaba totalmente dilatada y de esta escapaban los restos de la esencia de Katakuri mezcladas con saliva. Podía sentir el agua comprimida en sus ojos al pestañar. Quiso trazar la dura piel canela de Katakuri sobre sus dedos, masajeando las líneas marcadas en su pectoral y rosando su tetilla con los dedos. Ambos estaban callados. Disfrutando del cómodo silencio que solo el contrario les podía ofrecer. Katakuri estaba con ambas manos detrás de su cabeza, observando el cielo raso con Ichiji encima suyo, cubiertos como dos sombras entre la fría oscuridad de la noche.

¿Cuánta estamina tenía Katakuri en el cuerpo? No debía ser poca para tener tal resistencia luego de todos sus encuentros.

Sonrió por lo bajo, agradeciendo en silencio que Katakuri no lo pudiese ver. Se había vuelto todo un depravado. Su piel estaba roja, en especial sus redondas e hinchadas nalgas. Aunque bueno, la espalda y el cuello de Katakuri tampoco habían salido bien librados.

Y tambien aprovechó ese apabullante momento en el que estaba cabalgando descontroladamente sobre el Charlotte para remplazar esa maldita marca que Katakuri llevaba sobre el cuello con una suya.

El tiempo se había detenido para él desde que había llegado a ese Pent House, pero sabía que pronto tenía que despertar. Algo que era totalmente contradictorio, ya que moría de sueño, pero extrañamente se rehusaba a dormir. Odiaba tener que ser invadido por una necesidad tan básica. Dormir era un verdadero problema, y si lo veía desde el punto de vista racional, la vida del hombre de por si no era nada en comparación de todo lo que lo rodeaba, como para que encima desperdigase la mitad de su existencia soñando.

Además, no deseaba desperdiciar estos últimos momentos con Katakuri desde los brazos de Morfeo. Porque sabía que si por asomo llegaba a caer rendido, Katakuri se iría de allí.

«Yo duermo solo. No comparto la cama con absolutamente nadie. No lo he hecho en años, y no pretendo empezar ahora»

 

¿Qué es lo que ocultas tras esa voluntad de conquistador, Charlotte Katakuri?

El rose de la palma de Katakuri contra sus hondeados cabellos escarlatas lo hizo levantar la vista. Era sobrecogedor, a pesar de estar totalmente oscuro podía ver el rostro de Katakuri perfectamente. 

–Estas agotado – No era una pregunta, pero su voz no fue autoritaria ni mucho menos, sino calma y preocupada. – Descansa un poco – Hizo el amague de querer levantarse pero Ichiji lo detuvo antes de que fuera a levantarse.

–No. – Negó con los ojos hinchados. – …Quiero que nos quedemos así un poco más. – Pidió con la voz en vilo. Abrazando su cuerpo al de Katakuri, tratando de pegar su piel lo más profundamente en él.

La tenue risilla de Katakuri lo desencajo – Mi espinela, lamento decirte que tendré que rechazar tan sublime propuesta. – Explico tranquilamente alejando lentamente los brazos de Ichiji ante un desencajado pelirrojo. Por la mirada de su rostro, Katakuri entendió que quería una explicación – No es por ti, niño. A esta hora suelo hacer ejercicio y quedarme aquí contigo retrasaría mi agenda de todo el día. Además tengo que revisar unos asuntos antes de salir del país.

–¿Te iras de viaje? – Pregunto con un hilo de voz.

Entonces, realmente sería la última vez…

–Si. – Respondió tronando su cuello. – Tengo que ver unos asuntos en Bélgica.

–Eso lo entiendo, pero ¿Por qué tienes que hacer ejerció a esta hora? Digo, ¿No hemos hecho mucho de eso ya? – Hasta él se sorprendió por su respuesta, rápidamente la vergüenza embargo sus mejillas ante tales palabras. Todo lo contrario a Katakuri, que sonrió ávidamente.

–Quizás no te hayas dado cuenta, espinela tonta, pero ya son las cinco de la mañana.

–¿¡Que!? – Ichiji reacciono por auto reflejo. – ¿Tan tarde? ¿Pero… en qué momento? – Se levanto de la cama de un parpadeo. Retirando las sabanas que le proporcionaban calor a su cuerpo casi de inmediato.

Katakuri tenía razón. El despertador digital de cristal que descansaba sobre una de las mesas de noche marcaban las cinco con diecisiete.

Maldijo por lo bajo. ¡Se supone que a las cinco debía estar en casa! Tenían que estar en Heathrow en menos de dos horas. ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Olvidando la presencia de cierta persona, emprendió camino hacia la pueta de la habitación cuando de repente la voz de Katakuri resonó en su espalda, deteniéndolo en el acto.

–Ichiji, creo que ya no es necesario repetir lo que mencione desde un inicio. – Mencionó despreocupado – No voy a preguntar el porqué de tu repentino cambio de actitud y tu cruenta necesidad de irte. – Su tono se sentía cada vez más cerca. – Pero ten cuidado con los pasos que das… No vallas a querer verme la cara de tonto. – Desconocía la razón tras la advertencia, pero la voz de Katakuri fue totalmente apabullante sobre su cuello. – Porque el infierno se derretirá antes de que puedas engañarme. – Finalizo su advertencia trazando una línea por sus hombro y atrayéndolo hacia él, plantando un beso llameante sobre sus bocas.

Ichiji recibió a todo gusto el fulgor del momento y la mezcla de sus salivas. Presiono con aun más fuerza sus labios, ya que sabía que este…

Sería el ultimo.

Tomo sus ropas esparcidas entre el sofá de cuero del star principal y se vistió lentamente. Al tomar su teléfono vio que Niji le había escrito molesto diciéndole que ya estaba esperándolo en Victoria Station, tal y como había acordado.

Se mordió los labios, molesto. Debió ser mas cuidadoso. 

Únicamente cuando entro al ascensor del edificio, asegurándose de estar acompañado únicamente por su propia oscuridad, fue que Ichiji se llevó una mano a la boca y dejo que unas tenues, muy tenues, lagrimas abandonaran sus ojos.

En un aullido de despedida que lo devoraba hasta dejarlo en la mera nada.

Trato de acompasar su respiración a medida que el ascensor descendía más y más, para cuando llego a la primera planta, su ahora débil coraza de orgullo desmedido logro cubrirlo por completo.

Levanto ligeramente la vista al ver como otro pelirrojo cuyo tamaño le hacía recordar al de Katakuri ingresaba con una mirada campante hacia el mismo ascenso del que él había salido hace solo unos segundos. Su contacto duro unos segundos, pero fueron suficientes para que Ichiji viese que el sujeto tenia tatuada una sonrisa intachable en su levemente hinchado rostro.

………………………………………………………

Un grupo de maletas estaban descansando en el portal de la casa, ya listas para ser tomadas por sus dueños en un viaje de ida, pero sin fecha de retorno. 

Sanji veía desde la distancia como Reiju abrazaba fuertemente a Zeff, y este correspondía a su despedida con una expresión de dolor mezclada con tenues pinceladas de esperanza. El anciano ya tenía que ir al Baratie para abrir el restaurante y ellos solo estaban esperando la llegada de Ichiji y Niji – De la que dicho sea de paso, no estaba ni enterado hasta que Yonji le explico que ambos se perdieron por ahí luego de que él se fuera con Pudding. – para ir rumbo al aeropuerto.

¡Par de idiotas! Salir de parranda a solo horas de salir del país. ¡Él se iba a trabajar y esos dos aprovechaban el momento para salir y dejar a Zeff con Reiju! Honestamente, de Niji no le sorprendió, pero ¿Ichiji? Aunque bueno, desde hace varias semanas estaba actuando más extraño de lo normal. Aunque bueno, en cierto modo agradecía el gesto. Su abuelo tambien necesitaba de un momento a solas con su hermanita.

Sentado desde el sofá de su pequeña sala, apoyo la cabeza sobre el espaldar del sofá. Había otra cosa que no dejaba de invadir su mente, y eso era la dura voz de Zoro y sus ásperas manos.

Serendibita – Menciono el peliverde trazando la cadena de oro hasta terminar en la singular piedra ónix que colgaba del cuello de Sanji.

¿La conoces? – Pregunto en un quejido.

El fascinante brillo ámbar que desbordaba aquella piedra era inconfundible. – Tuve la oportunidad de verla cuando estaba en una misión en el sur de la India. Quien quiera que te la haya dado te debe apreciar mucho, es una joya invaluable. – Explico sosteniendo el mineral. No le revelaría a Sanji la oscura razón por la que conocía esa piedra preciosa. – Cuídala bien, cejas.

Algo llamo la atención de Zoro al ver detenidamente el collar de Sanji, una fecha grabada en la parte posterior. – Diecisiete de febrero. – Recito en tono de duda.

Sanji tomo el collar entre sus dedos, chocando su frente con la de Zoro en movimiento grácil y lento – No eres el único que tiene secretos, Zoro. – Susurro mientras sus miradas colisionaban una con otra.

–¿Seria muy pretencioso de mi parte que preguntara, no?

Guardo silencio ante las palabras de Zoro – La próxima vez que nos veamos, te lo diré.

Acaricio con pulida cautela la gema que colgaba de su cuello. La misma que el peliverde reconoció y acaricio con sus propias manos. Zoro y él se perdieron entre tenues miradas y caricias leves en aquel pequeño que la blancura de la neblina mezclada con la brillantes de la luna les brindaron.

Zoro era confusión, un laberinto sin salida en donde ni siquiera el mismo peliverde conocía el final, y estaba bien. Sabía que no era el único que sentía algo, pero ninguno de los dos estaba preparado para dar un paso más. Zoro aun tenía que enfrentar a esos demonios que lo perseguían y el…

El tenía pendiente un último sacrificio del que esperaba que las llamas dejaran aunque sea una parte de su persona cuándo todo acabase.

Escucho el chirrido de las escaleras resonar mientras Yonji descendía de estas. Parecía que no había tenido una buena noche, ya que llevara una cara de los mil demonios tatuada en el rostro.

–Hey – Llamo el rubio al ver a Yonji – ¿Todo bien?

–No. – Respondió seco mientras se apoyaba sobre el respaldar del sofá – Pero no quiero hablar de esa mierda. ¿Hablaste con Ichiji y Niji? ¿Cuánto tiempo nos harán esperarlos esos idiotas? – Menciono cansado. Aún estaba fastidiado consigo mismo por lo ocurrido con Robin.

Ella no le devolvió a la llamada y él… no insistió.

No quería molestarla en lo absoluto, y para despejar su mente lo único que se lo ocurrió hacer fue caminar por todo el Támesis hasta encontrar la estación más cercana a su casa.

–¡Mocosos! – La voz de Zeff despertó a ambos hermanos. Les pareció sumamente divertido ver a ese viejo todo serio y amargado sostener a una dulce niñita. – Ya es hora de irme. – Anuncio despidiéndose y entregando a Reiju a los brazos del peliverde.

–¡Yonji! ¿Sabías que vimos Fullmetall Jacket con el abuelo? – La voz de Reiju siempre era angelical y pausada. Se veía muy graciosa en esa mullida chompa color melón, parecía un durazno con patas.

Ajena de toda maldad.

Estuvo viendo películas con Zeff hasta pasada la media noche y durante todo ese tiempo no solo disfrutaron del buen cine bélico de los ochenta, sino que tambien tuvieron mucho tiempo para hablar de cosas que realmente la conmovieron.

Yonji se permitió sonreír al ver como Reiju se sostenía a él por el cuello. –¿Así? La primera vez que escuche al Sargento Hartman no pare de reír por el resto de la película.

–Uhm… Bueno sí, pero Pale no merecía todo lo que sufrió – Comento con cierta tristeza – No tenía alguien que lo apoyara, solo era muy torpe, pero no una mala persona, y ellos lo volvieron un monstruo.

Yonji centro su mirada en Reiju al oírla decir esas palabras.

Sanji se levantó dispuesto a acercarse a su abuelo, y el viejo termino por abrazarlo en un contacto largo y duradero. – Cuídate mucho, mocoso. – Menciono en su soplido. No tuvo que decir más, Sanji y él sabían perfectamente todo el trasfondo de sus palabras y el incondicional amor que desprendían de estas. – Y tu – Recordó refiriéndose a Yonji – Nada de estarse peleando.

Los tres hermanos se permitieron compartieron una amena sonrisa, y mientras el rubio veía a Yonji responderle a Zeff, pudo sentir por lo bajo que su teléfono había empezado a vibrar. Esperaba que fueran los inútiles de sus mellizos, porque de seguir tardándose llegarían muy ajustados a Heathrow.

Y no quería ni pensar en todo el embrollo que se armaría de perder el condenado vuelo.

Pero en contra de lo que creyó, el nombre que figuraba en su pantalla fue el que menos espero ver en ese preciso momento.

–¿Robin? – Contesto de manera inquieta, y casi con la misma premura de su voz, la risa de Yonji se detuvo casi al instante.

¡Sanji! – El rubio se sorprendió por lo inusual e impaciente de la voz de la morena. – ¡Por lo que más quieras, dime que aún no han dejado la ciudad!

–San, ¿Es Robin? ¿¡Le paso algo!?  – La rápida intervención del menor de sus hermanos hizo que Sanji le hiciera una leve seña de negación con los dedosy se dirigiera rumbo a la cocina para poder hablar con la doctora más tranquilamente.

–¡Sanji, contéstame por favor!

–H-Hola Robin, – Contesto preocupado – No, aun no. Ichiji y Niji todavía no regresan a casa, pero–

¡Sanji, no pueden tomar ese avión! – Su voz fue contundente.  – ¡Escúchame bien, aún tenemos una chance de salvar a Reiju! – Había tardado más de la cuenta en revisar todos los archivos que le facilito Marco, y pensó que no lo encontraría a tiempo, pero finalmente lo logro.

¿…Que?

Pero… ¿Qué acababa de oír?

¿Acaso esto era otra de las muchas otras falsas esperanzas que se mostraban frente a el?

………………………………………………………

Katakuri únicamente podía escuchar el sonido de las hélices de su helicóptero mientras sobrevolaba por The City. Tenía los ojos cerrados, la molesta jaqueca que sentía no hacia mas que aumentar ante el apabullante crujido de la aeronave, pero pesar de no haber dormido en lo absoluto, no se sentía agotado. – Aunque bueno, no era la primera vez que se trasnochaba de esa forma – Estaba profundamente complacido por la gratificante noche que había pasado junto a Ichiji, y de cierta forma extrañaría su fastidiosa voz de duende retumbándole en el oído durante su corta estancia lejos de Inglaterra.

Pudo escuchar desde la cabina de pilotaje como Pauli pedía permiso para el aterrizaje al helipuerto, y poco a poco empezó a descender hasta tierra. Una vez que la hélice se detuvo por completo se retiró los auriculares de aviación y destenso su cuello provocando que las articulaciones de este crujieran a la par. 

–¡Llegamos jefe! – Le comento con una sonrisa su fiel piloto y amigo; Pauli, un rubio italoamericano de piel tostada, y fumador empedernido en sus tiempos libres.

–Gracias Pauli. – Indico mientras el rubio le abría la puerta del helicóptero. – Enciende el motor en veinte minutos. No estaré mucho tiempo en la firma, y asegúrate que el Jet esté listo para partir cuando lleguemos al Aeródromo. Quiero estar en Bruselas antes del mediodía.

–Como ordene jefe. – Señalo el rubio mientras sacaba con una mano su Iphone para llamar directamente al aeropuerto London City, y con la otra, una cajetilla de cigarros.

Al llegar al ascensor reservado únicamente para los directores de la firma, tecleo el código de seguridad e ingreso a la imponente estructura. Le causaba cierta contradicción que el elevador reservado únicamente para King, Queen y el fuera al menos dos veces más grande que los elevadores del resto de la firma, y solamente eran usados por tres personas.

Pero bueno, con Norman Foster diseñando aquella maravilla de edificio no tenía mucho de que quejarse.

Al abrirse las compuertas se encontró con su energética secretaria distribuyendo una nada despreciable cantidad de documentos sobre su escritorio. No noto su presencia hasta que estuvo frente a ella, y como siempre, Rebecca reacciono con un fuerte respingo al verlo para de inmediato cambiar su pose por el de una brillante sonrisa.

–¡B-Buenos días jefe! – Lo saludo radiante como un sol. Rebecca siempre había sido demasiado luminosa. Quizás eso fue lo que cautivo a su hermanito desde un primer momento. – Que alegría verlo tan campante esta mañana. ¡Se le ve muy bien! De seguro tuvo una buena noche.

Oh, buena se quedaba corto.

–Buenos días, Rebecca. – Saludo con voz profunda.

–Gracias por darme el día libre ayer, Jefe – Menciono con un tenue sonrojo mientras le desviaba la mirada – Mi padre le manda saludos, y me pidió que le agradeciera por el vino blanco. Dice que se alegra de que aun recuerde sus gustos.

Esbozo una media sonrisa al recordar al viejo Dolf. Ese hombre realmente le inspiraba mucho respeto. La relación que ambos habían compartido siempre había sido excelente. Solo esperaba que Cracker no le hiciera quedar en ridículo con el viejo florista.

Aunque siendo Cracker, no tendría que esforzarse tanto…

 –No tienes de que agradecerme, Rebecca. Tu padre siempre tendrá toda mi estima, y dejar que se vieran era lo mínimo que podía hacer. – Comento mientras avanzaba hacia su oficina – ¿Y Violet? – Pregunto curioso por saber en dónde estaba la hermana mayor de su escurridiza secretaria.

–En su oficina jefe. ¡Llego muy temprano!

Diablos, eso solo podía significar una cosa.

Al entrar al salón encontró a su mano derecha sentada en la silla central de su escritorio. Se veía totalmente concentrada mientras iba revisando y firmando varios papeles que habían esparcidos por toda su mesa de cristal.

–Por fin llegas. – Menciono la mujer con un tono inusualmente frio al notar su presencia. Casi al mismo tiempo se levantó de su silla dispuesta a recibirlo. Iba vestida con un ajustado traje de vestir color rosa pálido y un corpiño blanco entallado daba una visión muy favorecedora de su figura. – Tienes que firmar los contratos de la transacción de acciones de Bayer que llegaron ayer en la noche, y necesito que revises conmigo el contrato de la constructora francesa que se encargara de la ampliación del aeropuerto de Heathrow. Tambien está el tema de tu entrevista con The Economist que es en unos días, está prevista una sesión de fotos para la portada, así tenemos que definir donde la vamos a hacer, y…–

–Vi. – La llamo con voz pausada, pero eso no pareció importarle a la morena porque continúo hablando de su infinita lista de pendientes ignorando totalmente su presencia. – Vi… – La española continuaba sin prestarle atención. Como si buscara escudarse en el trabajo para evitar su mirada.

–Y por favor, no olvides que apenas regreses de Bruselas tenemos la cita con el–

–Violeta.

Solo fue necesario que él la llamara de esa forma para que la morena desencajase la mirada y todo ese halo de frivolidad desapareciera en el acto para verlo directamente a los ojos con una expresión de absoluta confusión. Katakuri fue el primer hombre después de su padre en llamarla de esa forma…

…Y cada vez que el se dirigía hacia su persona con ese nombre… ella… 

De repente aquel exiliado sentimiento en el corazón de Violet empezó a golpear su pecho hasta amenazar con destrozarla nuevamente, y la sensación solo empeoro cuando el cuerpo de Katakuri la cubrió por completo. Sintiendo el calor de sus brazos sobre su delgada cintura, y su siempre cálida esencia.

Violet era la única persona, además de su familia, con la que él se permitía esa clase de contacto. Ella era mucho más que solo su amiga. Esa mujer tenía una importancia muy grande en su vida.

Los dedos del Charlotte mayor trazaron sus mejillas en una caricia que la hizo cerrar los ojos y acurrucarse contra su tacto. Si había una sola razón por la que era capaz de aguantar tanto dolor, tanta humillación era únicamente por…

–Dime que esta pasando. – Pidió con inusual preocupación.

La tristeza que siempre la rodeaba desaparecía cuando estaba con él.

–Descuida, no es nada. – Trato de evitar la pregunta, pero era difícil con la mirada de Katakuri sobre ella – Es solo falta de sueño. No he podido dormir bien por esto de organizar la boda de Rebecca y lo de Kid tambien me…–

–Basta de tonterías. Lo de ese idiota lo resolví con una simple llamada, y si tanto te estresa el tema de la boda pídele ayuda a Smoothie, pero no mientas, – Hizo una pausa – O al menos, no lo hagas conmigo. Sabes lo mucho que odio el que lo hagas.

Mordió sus carnosos labios sintiendo como sus pulmones se quedaban sin oxígeno. Pego su frente a la barbilla de Katakuri y cerró los ojos. – Perdona. – Susurro con esfuerzo – Es solo mi padre… Tú sabes cómo se pone cada que me ve. – No le estaba mintiendo, solo contaba una verdad a medias tintas.

Sabía que mentía, pero asi era Vi, siempre cargando todo el dolor ella sola. –¿Quieres que hable con él?

–No. – Zanjo aun con los ojos cerrados – Solo… Quedémonos así un poco más.

–Vi… Cuando te pedí venir conmigo a Londres te prometí algo, y aun estoy dispuesto a cumplir esa promesa.

Con o sin ese compromiso de por medio te hubiera seguido sin importar que… –Se que lo harás, siempre has sido un hombre de palabra. – Recapacito en voz alta – Lo que me recuerda… ¿Has hablado con Smoothie? – Pregunto aun siendo sostenida por los brazos de Katakuri.

–Te refieres a hablar de negocios o simplemente hablar. Porque el día de ayer me saco de quicio en más de una vez.

 –Bueno, mientras no rueden por las escaleras estaré tranquila. – Rescato con una tenue alegría. No podía ver a Katakuri pero por su silencio supo que no le había causado gracia su broma – ¡Ya! No seas tan serio.

–«Que chisté para más boludo tenés, Vi» – Recalco Katakuri con un perfecto dialecto español. El haber pasado parte de su infancia en Argentina le había enseñado mucho más que solo el idioma. De algo le sirvió que su madre coleccionara esposos de todas partes del mundo.

–«¡Hahaha! Hace mucho que no te escuchaba hablar así, tío» – Vi respondió a la par de las palabras de Katakuri.

La misteriosa risa del Charlotte la reconforto profundamente. – ¿Lo de mi hermana lo dices por la reunión que tuvo con Oven y Daifuku? – En el momento que Katakuri menciono ese inesperado detalle los sentidos de Violet se agudizaron.

–¿Cómo te…?

–Vi ¿Realmente crees que no me iba a enterar? – Sentencio. Sabía de aquella reunión secreta incluso antes de que sus hermanos se encontrasen en ese Hotel de lujo en Los Ángeles. – Honestamente, no me preocupa en lo absoluto. Si esos dos quieren intentar algo en contra mía, tendrán que esforzarse mucho más. Porque no conseguirán nada usando a Smoothie como medio.

Siempre diez pasos más adelante. Concluyo Vi.– Bien, y con respecto a lo otro. – Fue en ese momento. Cuando Vi se dio cuenta que toco un punto de inflexión, porque casi inmediatamente la mirada de Katakuri se oscureció fuertemente, pero tenía que ponerse fuerte.

–Katakuri, no olvides que esa es la principal razón por la que estamos aquí. Me lo prometiste.

–Ya lo mencionaste antes, cuando regrese a Londres veremos ese tema.

………………………………………………………

–«¡Let this groove, light up your fuse..! Its Alright ¡Alright..!»

El volumen del estéreo estaba en su máxima potencia mientras cantaba a viva voz «Lets Groove» en su Rolls-Royce Phantom. Una de las cosas que le gustaban a Queen de residir en Londres era que finalmente podía darle uso a su amplia gama de autos de lujo que no hacían otra cosa más que empolvarse en su costosa residencia frente a Central Park, y a pesar de que Londres no fuera una ciudad libre de autos, era como un paseo de rosas si lo comparaba con Nueva York, donde era impensable trasladarse por Manhattan a las siete de la mañana sin perder la cabeza en el intento.

Pudo ver la eterna sombra que el avasallante edificio de Emperors generaba en la deriva y sonrió contento mientras movía la cabeza al ritmo de los Earth, Wind and Fire. Y pensar que habían empezado en la nada misma y ahora eran la firma de abogados más poderosa de todo el Globo.

–Y no lo digo yo ¡Lo dicen los malditos de Forbes! – Exclamo a viva voz.

¡Perfecto! Hoy sería un maravilloso día para torturar a sus esclavos jurisprudentes y a los desperdicios humanos de los colegas. Quizás tambien aprovecharía la ausencia de King para armar una fiesta en el piso de los socios mayoritarios.

Estaciono en la curva de ingreso que apuntaba a la firma y salió victorioso de este. Casi al instante los Valet se acercaron en silencio a llevarse su auto al estacionamiento, y campante, hizo su ingreso a la firma luego de tres días de ausencia. Al ingresar por el prominente Hall se encontró con muchos de los colegas y socios del bufete que lo saludaron con desbordante fascinación. Mientras que el, – Como toda la superestrella que era – Devolvía los saludos a diestra y siniestra.

Tarareaba el estribillo de «Lets Groove» mientras ingresaba por el ascensor, y se llevó una agradable sorpresa al encontrarse allí a una de las piezas más prometedoras de su firma.

–¡Kaku! – Exclamo en una apabullante voz que hizo a un joven de cabellos castaños y nariz largar retirarse sus headphones al instante, sorprendido por la avasallante presencia de uno de los directores de la firma, y tambien el jefe de personal. 

–S-Señor Queen – Saludo aun sin salir de la sorpresa – Que sorpresa encontrarlo por aquí.

El obeso director rio escuetamente mientras el ascensor empezaba a ascender. Kaku era uno de los diamantes en bruto que les había llegado de Harvard hace unos años. Su historial académico era casi perfecto. Así que decidió entregárselo a uno de sus pupilos más prometedores para que pudiera terminar de pulirlo, y sin duda hizo un maravilloso trabajo.

–Creo que no hemos tenido tiempo para platicar desde que viniste a Inglaterra. Cuéntame, ¿Cómo te trata la vida ahora que eres socio minoritario

–Muy bien a decir verdad. Creo que el ambiente en Londres es diferente al que se manejaba en Nueva York, pero aun así estoy muy contento por la oportunidad que el Señor Charlotte y usted me dieron al venir aquí. – Señalo satisfecho.

En realidad, había una razón oculta por la que decidieron traer su trasero hasta acá, pero bueno. Eso quedaba entre su adorado ahijado y el psicópata de Rob Lucci.

El ascensor se abrió en la planta treinta y cinco, más específicamente el piso de Derecho empresarial. Kaku se despidió respetuosamente de él, y salió rumbo a su oficina. Queen le menciono brevemente que saludara a Khalifa y Jabra de su parte y el joven socio asintió sonriente ante la remisa. 

Continúo tarareando el estribillo de los Earth, Wind and Fire hasta llegar al averno de las bestias. Y cuanto el ascensor se reabrió en el piso cincuenta no pudo evitar sonreír plácidamente a ver a la hermosa e inocente Rebecca en sus cortos vestidos de secretaria organizando el papeleo.

–¡Pero miren nada más, si es la futura señora Charlotte! – Exclamo resaltado su presencia ante una asombrada Rebecca, que no pudo evitar sonreír al verlo.

–¡Queen! – De inmediato la española dejo sus papeles en el buro y fue a recibir al director con un fuerte abrazo que el mayor no desaprovecho en lo absoluto. – ¡Por fin regresaste!

¡Aww… Tan suaves! La galletita tiene mucha suerte. Pensaba mientras apretaba a Rebecca contra su humanidad.

–Explícame eso de que cometerás matricidio, niña. – Pregunto mientras empezaba a caminar hacia su oficina con Rebecca siguiéndole el paso. – No sabía que Cracker ya cumplía la edad mínima para casarse.

–¡Hey! No hables así de él, Queen – La pelirosada defendió con una sonrisa a su prometido. El día de ayer su cena se había desarrollado muy bien, incluso mejor de lo que esperaba. No paro de reír con todos los esfuerzos de Cracker por tratar de comunicarse con su padre a través de señas y con Google Translate.

Mea culpa, niña – Destaco mientras abría la puerta de su oficina – Solo te diré algo, si al final optas por divorciarte, algo totalmente justificable a mi parecer, no olvides que el Bufete estará dispuesto a ofrecerte sus servicios.

–¡Queen! – Agito la joven secretaria provocando las sonoras risas del director.

–¡Muahahaha! – Pudo sentir el crujir de su cómoda silla de cuero al sentarse. – Bien, empieza Rebecca. – Pidió mientras se acomodaba tranquilamente en su trono.

–Perfecto, tienes programada una deposición a las once por el caso de Royal Dutch Shell. Luego tienes una reunión con los jefes de departamento al medio día, y justo después hay un almuerzo con el consorcio de bancos del Reino Unido. Quieren ver una opción para seguir manteniendo sus direcciones fiscales en Inglaterra sin verse afectadas por las nuevas reformas del Brexit. – Finalizo su lista de quehaceres para el día de hoy con una sonrisa. Diablos, esa niña era tan productiva, y provocativa tambien.

–Perfecto, ¿Y Katakuri? – Pregunto curioso por su niño.

–Mmm… El jefe está en su oficina con Vi, tenían que revisar unos contratos juntos, y luego partirá a Bruselas. Tiene que ver un tema de Whole Cake allá.

–¡Ah, sí! ¡Ya lo recuerdo! Lo de la diversificación – Comento intrigado. Katakuri le había mostrado parte de la matriz de aquel megaproyecto y tanto el cómo King habían quedado profundamente complacidos con los planes de su ahijado. – ¡Ese muchacho es pura ambición! Nunca está satisfecho con nada, ¡Me recuerda tanto a su padre cuando éramos jóvenes! – Aseguro mientras abría uno de los cajones de escritorio para sacar su siempre eterna caja de habanos. – Eso sería todo Rebecca, gracias. 

–¡Como digas, Queen! – Acompaso con una sonrisa la joven secretaria. – Uhm, antes de irme quería preguntarte si King podrá llegar a mi boda.

–¿Hm? – Queen estaba encendiendo su habano al escuchar la pregunta de Rebecca – Descuida, ese imbécil estará aquí mañana. Tuvo que ir de emergencia a Nueva York a por un caso. – De hecho era mentira, King había regresado a Londres junto con él, pero debía ir a visitar a alguien muy importante para ambos ese día. 

Cuando la puerta de su oficina se clausuro, encendió su iMac y teclado rápidamente su clave de seguridad para abrir Apple music y poner música por todo lo alto. Esto de tener una nueva oficina era asombroso, ya que pidió que reforzaran su área de trabajo con un aislante sonoro para que pudiera escuchar Funk por todo lo alto sin que King viniera a partirle las bolas por el apabullante ruido.

–«She's a very kinky girl…» – Su potente voz resonó con fuerza por toda su oficina al mismo tiempo que chasqueaba los dedos al ritmo de Super Freak. Oh, Rick James lo volvía loco... – «The kind you don't take home to mother…»

Sus ojos encontraron la pila de documentos que iban dirigidos hacia su persona a un lado de su escritorio. ¡Diablos! ¿De dónde sacaba tiempo el personal para redactarle tantos documentos? Tomo la pila de papeles y empezó a leerlos rápidamente por lo alto.

Habían varios de recursos humanos, más específicamente de Kiku mandándole la nueva relación de aspirantes a pasantes de la firma. ¡Maldita sea! ¡Había sido claro con ese tema! ¡Solo aceptarían abogados de Oxford y Cambridge! Ningún imbécil de alguna universidad mediocre ingresaría a su bufete a infectarlo con su estupidez. Tenían una política muy estricta de admisión con respecto a ese tema.

Tambien estaba uno de Page que le pedía un presupuesto de ¡Cien millones de dólares para un maldito Hardware! ¡Si será imbécil! Apenas pudiera, iría él mismo al piso de sistemas a darle un patada en el trasero a ese niñato por su estupidez crónica. Ahora Ulti, ¡Bien! ¡Bien! Su jefa de Marketing había hecho un estudio detallado de las empresas mejor rankeadas en el Reino que pronto presentarían ofertas públicas de recesión por culpa del condenado Brexit. Era una excelente oportunidad para meter mas organizaciones en sus bolsillos. – Ay, como se notaba la diferencia entre esos dos hermanos. – Con Sasaki no había mayores sorpresas. Le decía que había que redistribuir la organización monetaria para los socios de la sede de Tokio. – ¡Mierda! Cuando no esos samurái causándoles problemas – Luego habían muchas otras constancias de socios mayoritarios así como minoritarios de la firma. Dudas estúpidas y algunos problemas menores. Nada grave, y así fue como Queen siguió revisando todas las peticiones a su nombre hasta llegar a… ¿Una carta?

¿Quién carajos mandaba una carta en esta época si de todas formas iba a desechar el envoltorio? Rompió la parte superior de la misiva para sacar el condenado papel, y empezó a leerlo por la curiosidad que le causaba mientras el solo de saxofón de Super Freak sonaba de fondo, – ¡Diablos! Amaba esa parte. Siempre lograba sacarle una mueca de satisfacción– pero a medida que su mente codificaba más y más las palabras que iban impresas en ese papel su expresión empezó a trastocarse hasta terminar en una mueca de puro estupor.

–¡Maldito hijo de puta! – Queen se levantó en un santiamén de su asiento sin haber terminado de leer la carta y salió de su oficina con un rumbo fijado en su mente.

Rebecca soltó un grito al escuchar el inusitado estruendo, viendo preocupada a través de su escritorio la furibunda forma en la que salió de sus aposentos, y le importo una mierda la educación cuando de un tirón ingreso a la oficina del CEO.

–¡Katakuri! – Rugió violento, llamando a su ahijado. – ¡Tenemos un problema!

Vi reacciono ante la ante la inesperada aparición de Queen. Katakuri pudo escucharlo perfectamente, pero no le importo en lo absoluto que su padrino lo encontrara en esa situación con Violet. – Sabia que a Queen no podría importarle menos el verlos así – Ambos tomaron su distancia del otro, y el joven CEO vio como el rubio director se acercaba hacia el de manera apresurada.

–¿Te importaría tocar la puerta para la próxima, Queen? – Menciono Violet con sus palabras bañadas en sarcasmo. – Estábamos hablando de algo importante – Hizo hincapié mientras cruzaba los brazos sobre su prominente busto. – ¿Y qué es tan importante como para que entres de esa forma?

–Queen – El tono de Katakuri fue totalmente tranquilo. Lo que se contraponía totalmente con la de su padrino. – Los problemas no existen, solo la estupidez humana. – Recapacito mientras tomaba asiento en la silla de su escritorio.

–¡Entonces merece ser ejecutado por su soberana estupidez! – Rugió furioso.

–Queen, habla ya. – Exigió sobándose el entrecejo. Mierda, esa maldita medicación le provocaba inconmensurables jaquecas por las mañanas y los gritos desenfrenados de su padrino no lo estaban ayudando. – Tengo que tomar un–

–Se trata del mocoso Vinsmoke. – Escupió con tirria y solo necesito de ese nombre para que la inexpresiva mirada de Katakuri cambiara.

¿Ichiji?

Katakuri apretó la mandíbula. –¿Qué hizo ahora?  

–¿Vinsmoke? – Pregunto Vi con un dejo de intriga. – ¿Quién es? – Al ser la COO de la sede de Londres le sonaba de algo ese apellido, pero no lograba recordar por qué.

–¡El imbécil al que cometí el error de ascender! – Exclamo Queen ya fuera de sus casillas. No cabía en su cabeza después de todo lo que había hecho por ese pedazo de mierda, ese impertinente niñato se haya atrevido a dejarlo como un idiota. – ¡Él muy tarado renuncio!

Katakuri se quedó en silencio por unos segundos, y lentamente su mirada se agudizo hasta el punto que incluso su voz salió con un aura homicida – ¿Que él hizo qué? – pero quizás lo mas aterrador no fue eso, sino la oscura calma con la que sus palabras fueron pronunciadas.

¿Realmente te atreviste a desafiarme nuevamente, Ichiji?

–¡Y no termina ahí!  – Explico Queen mientras ponía la carta de Ichiji en el escritorio para ser tomada por Violet quien empezó a leerla con detenimiento. – Ese maldito crio solicito un préstamo a Recursos Humanos, que yo autorice, hace unas semanas ¡Y el muy malnacido se fue sin cancelar esa condenada deuda!

¿¡Ichiji pidió un préstamo a la firma incluso antes de hablar con él!?

–¡Katakuri! – La voz de Vi salió con un ligero temblor cuando termino de leer la carta. – Eso no es todo. Lee la última parte.

Prácticamente le arranco a Violet ese condenado papel de las manos.

¡Maldita sea, Ichiji! ¿Qué carajos hiciste ahora?

«…Le agradezco de antemano por la confianza que puso en mi al darme un puesto de tanta importancia dentro de una firma como esta, pero como ya sabrá, el cáncer de mi hermana ha avanzado a una etapa terminal en la que no me queda otra opción más que renunciar de manera inmediata a mis labores como jefe de departamento para pasar los últimos días que le quedan a su lado.»

Atentamente.

Vinsmoke Ichiji

P-Pero… ¿Q-Que?

¿Ichiji…?

¿Ichiji tiene una hermana con cáncer?

La noticia choco en su espalda como si de un centenar de cuchillos se tratase, y solo entonces, en cada uno de esos puñales, todos los recuerdos empezaron a cobrar total sentido entre sí. De pronto los gritos de Queen mutaron a un silencio de ultratumba y la mirada desencajada de Vi se esfumo ante el cómo la arena misma.

¿Qué había hecho?

………………………………………………………

Había quedado totalmente estático, fue incapaz de hacer o decir cualquier cosa, a lo lejos solo podía escuchar la voz de Robin llamándolo a la realidad, pero él aún no lo podía creer.

 

No lo quería creer.

 

La última vez que lo hizo, termino total y absolutamente destrozado.

 

–¿¡Como se te ocurre decirme esto ahora!? – Rebatió desesperado. No, no volvería a crearse esperanzas solo para que estas terminasen destruidas nuevamente frente a sus ojos. – Yo… Reiju… Nosotros… ¡¿Tienes idea de todo lo que estas ocasionando con tus palabras!?

 

Nosotros… ¡Nosotros ya habíamos aceptado nuestra propia desgracia!

 

–¡Sanji! Se que estas molesto. – Le rebatió Robin con la misma intensidad – ¡Sientes que la vida ha sido demasiado injusta! Y a veces puede tornarse tan horrible que ni si quiera meceré la pena vivirla luego de toda la maldad que te ha mostrado. – Ella conocía ese dolor a la perfección. – Te sientes inútil e incapaz de ayudar a aquellos a quienes deberías proteger, ¡Pero no siempre tiene que ser así Sanji…! Porque a diferencia de muchas otras personas, ¡Ustedes aún tienen una última chance!... Hay alguien que es compatible con Reiju.

 

Empezó a temblar por el torbellino de emociones que estaba sintiendo ese momento. No, esto no podía ser real.

 

Porque no sería capaz de aguantar otra decepción…

 

–¡Y te busque a ti primero porque tu conoces a esa persona…! – Estaba arriesgando su carrera por hacer esto, pero no le importaba. Yonji tenía razón, y si estaba en sus manos impedirlo, no permitiría que ninguna otra persona viviera el infierno que ella experimento cuando lo perdió todo…

 

Sentía que si volvía a acercarse hacia esa luz, esta volvería a extinguirse como ilusión en pleno desierto…

 

–…Se trata de Zoro… ¡El grupo sanguíneo de Zoro es compatible con el de Reiju!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 Aclaraciones del Capitulo: 

Hey Jude: Fue la pista que los Vinsmoke escucharon mientras se tomaban la ráfaga de fotos. Una de las canciones insignia de The Beatles, cantada por Paul y Jhon, compuesta por el primero como una serenata para el hijo de Jhon luego del divorcio de sus padres.

 

Cosmopolitan: Es una de las revistas de moda mas populares del mundo.

 

Real Alcázar de Sevilla: Es un palacio amurallado que presenta una rica combinación de diferentes estilos arquitectónicos como islámico, mudéjar y gótico. El lugar es una verdadera belleza, quizá el palacio mas bello que he visto después de la Alhambra y Versalles. Los fanáticos de GOT lo reconocerán como Los Jardines de Agua de Dorme.

 

Costa Coffee: Es como un Starbucks Británico.

 

Zippo: Famosa marca de encendedores americana, esto es como un autogiño porque tenia uno a los quince al que llame Mew por su color rosa pastel xd. Aun lo converso pero ya no lo uso. Me sirve más como recuerdo. (Chicos, no fumen, es enserio. No tiene nada de bacan, yo lo hacia xq era cojuda)

 

Piccadilly Circus: Les juro que escribir la parte donde sale este lugar me trajo un mar de recuerdos. Se podría decir que es como el Times Square de Londres.

 

Época Zarista: Se le conocía a la época en la que rusia se regía por la monarquía Romanov. Los Zares eran los emperadores de la madre Rusia antes de la revolución. Zar es una forma de llamar al Rey en dicho país. 

 

The Ferryman: Obra teatral desgarradoramente maravillosa que nos pone en los zapatos de una familia simpatizante de una fuerza paramilitar en el conflicto de irlanda del norte de 1981. Obra cruda pero llena de esperanza que arraso en premios el año de su estreno por la magistral escritura y desarrollo de la trama.

 

Tonys: Son como los Oscar, pero del teatro, aunque cabe destacar que en su mayoría se premian a obras que se han estrenado en Broadway, y como todos sabemos que no todas las obras de teatro pueden llegar hasta Nueva York, seria incorrecto decir que las obras que ganan Tony son “Las mejores del mundo” Sino que simplemente son las mas comerciales, like los Oscars.

 

Oliviers Awards: Son los Tonys, pero del Reino Unido, ahora, tengo que hacer una aclaración. No se si lo he mencionado antes, pero los británicos son mas nacionalistas que el carajo. Como se habrán dado cuenta en este fic, - Y con cierto movimiento político que está pasando en UK y que he mencionado en este fic hasta el hartazgo - muchos personajes ingleses son recontra orgullosos, y esto no es solo x la personalidad de los mismos, sino porque en verdad, esa es la idiosincrasia del británico. Son muy orgullosos de sus orígenes y de lo que ellos representan. Por eso los Oliviers Awards, para ellos tienen más valor que el Tony.

 

Globo de oro y BAFTA: Aquí ocurre algo parecido a lo que explique antes. Ambos son premios al cine y la animación de Gringolandia y UK Respectivamente, con la diferencia que el Globo de oro se considera un peldaño menos que el Oscar, mientras que los británicos consideran al BAFTA a la par del Oscar. Y a opinión personal, tengo que decir que estos dos son mil veces mejores, mucho más imparciales, y muuucho menos hipócritas que los Oscars. Aunque si quieren apreciar a películas de verdad compitiendo en premios de verdad, vean los festivales de cine como Cannes o Venecia.

 

Elle: Película franco-belga del 2016. Esto es una petición personal como escritora. ¡Vean Elle! Elle es una película que ni siquiera tuvo la recepción que merecía, pero que recomiendo totalmente porque es una historia con una trama totalmente apabullante. Nos cuenta la historia de Michelle Leblanc, que es el sinónimo de lo que toda mujer desea llegar a ser. Exitosa, ambiciosa, de fuerte carácter y gran personalidad. Ella pasará por un episodio muy traumático que la hará caer en caída libre al ser violada por un completo desconocido. Y la trama se desarrolla en torno a un juego de poder y suspenso en el que ella busca sobreponerse a aquel terrible episodio mientras busca al culpable de su ultraje.

 

BBC: Es el servicio publico de radio y televisión mas importante del Reino Unido, y algo interesante de esto es que los británicos le pagan un impuesto a la BCC, lo que lo hace uno de los servicios mas ricos de todo UK.

 

Emirates Stadium: Es el estadio del Arsenal. F.C.

 

vaso Weizen: Es un vaso cervecero alemán, muy largo y delgado.

 

Schwarzbier: Es una cerveza negra alemana.

 

Angels: Es un libro de fotografías hecho por Russell James. Es esta representa la belleza del arte del cuerpo femenino, y como menciono Pudding, las fotos son todas al desnudo. La mayoría de las modelos que salen en este libros son Angeles de VS.

 

Adquisiciones hostiles: Tambien conocidas como ofertas publicas de Adquisición. Son aquellas en las que se compran las acciones de una empresa para obtener un voto dentro de la mesa directiva o incluso el control absoluto de estas, y ojo, ¡No es un proceso ilegal! Pero si hay que destacar que son algo… agresivas. Se les llama hostiles cuando la compra de acciones no cuenta con el respaldo de los directivos de la empresa a los que se les esta comprando las acciones.

 

Islas Caimán: Territorio de ultramar Británico ubicado en América. Lo sintetizare en tres palabras: es paraíso fiscal.

 

Victorias Secret Fashion Show: Quizás la pasarela más conocida del mundo. Es el evento de moda estrella de la marca de lencería estadounidense. En este han posado las modelos más influyentes del mundo al menos una vez en la vida. – Yo en lo personal soy una gran fan de estos desfiles, simplemente me encantan – Ahora, aquí hay dos cosas que más destacan de entre todos los outfit, el primero, es el Fantacy Bra, del que aun no hablare, y el segundo es el Swarovski outfit que uso Pudding. Esta pieza se trata de una lencería hecha totalmente de diamantes Swarovski, y es el segundo traje que mayor expectativa en la pasarela. Ahora, si quieren ver el traje que poso Pudding, busquen la pasarela de Paris del 2016.

 

Naomi Cambell & Kate Moss: Estas chicas si eran modelos crj. Naomi & Kate eran dos de las supermodelos mas influyentes del mundo. En verdad, mírense pasarelas de Naomi, de Gillese, de Tyra, no tienen punto de comparación con los mamarrachos de Bella Hadid o Kendall Jenner. Enserio, desbordan una sensualidad y porte tal que te dejan sin palabras. Ella si eran modelos.

 

Grandidierita: Piedra preciosa de inusual color verde agua. Muy escasa en el mundo, se han encontrado ejemplares en Madagascar y Sri Lanka, el quilate puede llegar a los 20 mil dólares.

 

Serendibita: Otra piedra precioda, muy cotizada por su inusual tono oscuro por su escases. Solo se han encontrado en Sri Lanka y la costa sur de la india. El quilate puedo llegar a los 18 mil dólares.

 

Taaffeiete: Es una de las piedras preciosas mas raras del mundo. Se han encontrado en Sri Lanka y Tanzania. Su precio por quilate ronda los 35 mil dólares. 

 

Croydon: Distrito al sur de Londres.

 

Zala: Tambien conocida como Miss Doublefinger.

 

Brian Jhonson: El segundo vocalista de la banda australiana AC/DC.

 

Newcastle: Equipo de futbol de la Premier League.

 

Politometria: Esta cosa es recontra fumadasa, así que lo resumiré en que es la materia que investiga los sistemas políticos internacionales y las comparaciones con políticas de estado.

 

Chechotka: Los que se preguntaban como se llamaba ese baile locaso que hacían los rusos con los pies, de nada. Es una danza típica rusa, que se expandió mucho por los cosacos. 

 

Barclays: Es el segundo banco mas grande del Reino Unido y el decimo del mundo por volumen de activos. 

 

Westminster School: Es uno de los colegios mas exclusivos y prestigiosos del Reino Unido, fundado en 1779 por la orden de los Benedictinos. La mensualidad varía entre los 60 mil y 65 mil dólares anuales. Y todos los Charlotte fueron a esta institución en al menos un momento de su vida. Además, es la escuela que mayor rango de admisión a las universidades de Oxford y Cambridge posee en todo UK.

 

Theresa May: Política británica conservadora y primera ministra británica que tomo el cargo luego de que el Brexit ganara en el Reino Unido. Presentando su renuncia tres años después al no conseguir llegar a un acuerdo con la Unión Europea para una salida de UK del espacio europeo.

 

Josep Kennedy: Padre de Jhon F. Kennedy, 35° presidente de USA, Bobby Kennedy y Ted Kennedy. No se habla mucho de Josep Kennedy, pero este hombre fue la mente detrás de la llegada de JFK a la casa blanca. Político y multimillonario muy hábil que controlo desde las sombras las carreras políticas de todos sus hijos. Es muy interesante leer sobre Josep, la forma en la que amaso su fortuna, su visión de la vida y en cierto modo me recuerda mucho a Linlin, por su hijodeputes.

 

10 de Downing Street: Es la residencia oficial del Primer Ministro Británico.

 

Pagani Zonda HP Barchetta: Superdeportivo de la marca Pagani. Presentado en el 2017, solo existen 3 de estos automóviles en el mundo y tiene la descomunal cifra de 15 millones de dólares.  

Four Seasons: Cadena de hoteles de lujo canadiense.

S.T Dupont: Empresa francesa de fabricación de artículos de lujo, entre ellos encendedores. Lo llamativo de estos es que estan hechos de oro y diamantes. Son como los Zippos, pero versión delux.  

HSM Belfast: Es un barco que actualmente funge como museo de la marina real británica. Participo en la Batalla de Normandia y en la guerra de Corea.

 

Pits: Creo que los Pits son lo mas loco de la Formula 1. Aquí es donde los corredores llevan sus autos para cambiar neumáticos, hacer reparaciones mecánicas y sustituir pastes dañadas. Son una parte vital de la carrera, ya que un corredor y su equipo deben saber en que momento entrar a los Pits para no perder puntos en la carrera, no es solo entrar por entrar, depende de una estrategia. Si quieren miren videos de los Pits, para mi son de otro mundo.

 

Alain Ducasse: Restaurante de lujo ubicado en el Hotel Dorchester.

 

Liverpool: Ciudad portuaria ubicada al noreste de Inglaterra. Es una de las más importantes del país, y posee el segundo puerto mas importante de UK después de Londres. Famosa por es la cuna de The Beatles, hogar del Liverpool F.C y tambien por ser el lugar de nacimiento de Kid.

 

Yokel: Forma despectiva de llamar a las personas de bajos recursos que viven en los pueblos o zonas rurales en el Reino Unido.

 

Alex Ferguson: Ex entrenador de futbol que dirigió al Manchester United durante 27 años. Con el al frente los diablos rojos ganaron 26 títulos. El entrenador mas conocido y laureado de ese club.   

 

Lewis Hamilton: Piloto británico de la Formula 1.

 

Marcus Wareing: Restaurante de lujo ubicado en el hotel de lujo The Berkeley

 

Mourinho: ¡Daddy Mou! The Special one and The Only One. Para mí, el mejor entrenador en la historia del fútbol. Ganador de 2 Champions League y dueño de un palmarés envidiable con equipos como el Chelsea, Porto, Inter, Manchester United, Tottenham & el mejor ¡El Real de Madrid!

 

Lidl: Supermercados de origen alemán que operan en 29 países.

 

Beefeater: Bebida alcohólica de ginebra.

Mayfair: Revista pornográfica inglesa publicada desde 1965.

Hafefobia: Fobia a ser tocado por otras personas.

 

The Met: Forma coloquial de llamar a la policía metropolitana de Londres. Es el cuerpo de policía responsable de la seguridad de la ciudad de Gran Londres.

 

Sai: Miembro de la Gran Flota de los Mugis y esposo de Baby5.

 

Clancy Wiggum: Conocido como Jefe Gorgory en Latinoamérica, es el policía de Los Simpson y el padre de Ralph.

 

Commonwealth: Mancomunidad británica de Naciones, es una organización compuesta por 54 paises independientes y semi depentientes del Reino Unido – Osea gran parte de sus antiguas colonias – A pesar de pertenecer a este bloque, ningun pais presenta sumicion a la figura del monarca, pero si se respeta su figura.

 

MI6: Es el servicio de inteligencia secreto exterior del Reino Unido.

 

One Billion Hungry: Escrito Gordon Conway, uno de los expertos en desarrollo agrícola sostenible mas reconocidos del mundo, el libro explica porque mas de mil millones de personas padecen de hambre crónica en todo el mundo y aporta soluciones de como reducir el problema.

Energy: Myths and Realities: Tesis hecha por Vaclav Smil, que trata de romper muchos de los mitos que se tienen sobre los tipos de energías y como son planteadas por los medios de comunicación.

Gem: Tambien conocido como Mr. 5. Fue el antagonista principal del arco de Whiskey Pick, y tengo que admitir que todo lo que pasa en esa isla de gigantes me encanta. Aunque bueno, mi arco favorito de TODO OP es Arabasta, así que eso solo le da mas puntos al arco.

 

Red neck: Es el estereotipo de un hombre blanco de bajos recursos que vive en el interior de USA. Tambien se usa como termino peyorativo para los sureños conservadores.

 

Secretario de Justicia: Es la cabeza del ministerio de Justicia del Reino Unido. Además, ocupa el puesto de Lord Canciller, que es el segundo puesto de mayor rango en el país luego del primer ministro.

 

Borough: Así se les conoce a los municipios o distritos del Reino Unido.

«Laissez faire, laissez passer»: Dejas hacer, Dejar pasar. Expresión francesa que simboliza la abstención de dirección o intervención en una acción.

Auto de fe: Era un acto publico organizado en la época de la Inquisición, que consistía en reconocer los pecados de los acusados. Contrario a la creencia popular, en el auto de fe no se mataba a nadie. Sino que era como la declaración de la culpa, era solo luego de esto, que se procedía al acto de ser ejecutados en la hoguera.  

 

máscara de carnaval: Son las mascaras que se usan en el carnaval de Venecia.

 

máscara Colombina: Es como un antifas muy usado en el carnaval de Venecia que únicamente cubre los ojos de las personas.

 

Caballeros del Zodiaco: Se que muchos aquí conocerán esta obra creada por Masashi Kurumada, asi que no perdere tiempo explicando eso. Sino que me centrare la razón del comentario de Yonji, ya que un dato muy interesante es que además de Latinoamérica, otra de las zonas en donde Saint Seiya tuvo mayor éxito fuera de Japón fue en Francia. Se hizo ampliamente popular en los 90 cuando la serie llego al país galo, y fue por eso que Yonji menciona ese detalle de las constelaciones y Seiya.

 

aeropuerto London City: Es uno de los tantos aeropuerto que hay en Londres. Sin embargo es el mas pequeño de todos, ya que su finalidad es servir como punto de llegada de empresarios e inversionistas a The City por su cercanía con el centro.

 

Bayer: Empresa químico-farmacéutica alemana. Quizás una de las mas grandes en su rubro en el mundo.

 

N/A:

 

¡Dios! ¡No se ni por donde comenzar! JAJAJAJAJA

 

Es que han pasado TANTAS COSAS, que ya ni sé de qué lado partir la torta. Bueno, empecemos desde lo más soft. Sin duda la primera parte es la más dulce y una de las que más deseaba desarrollar al centrarme en la trama de todos los hermanos Vinsmoke, para mí fue muy hermoso escribir la escena de la fotografía mientras sonaba Hey Jude de fondo. Es más, vuelvan a leer la escena con esa canción de fondo. Luego la escena de Reiju agradeciéndoles a sus hermanos en la fiesta, en verdad, como comenté en cierto punto, esta escena ha sido, de todas las de BL, la única que realmente me hizo llorar.

 

Luego pasamos a otro punto mas divertido; Kid. ¡Hahahahaha! Este capítulo debió haberse llamado Kid y sus mil desgracias. ¿Qué no le ha pasado a este rojito en un día? La verdad es que yo adoro al personaje, y moría por explotarlo aquí, pero por su trabajo claramente no me era posible. Hemos visto muchas cosas del rojito aquí, y como muchas ya se habran dado cuenta, Kid es un personaje con una gran importancia en esta historia. Muchos capítulos de su pasado han marcado muchas cosas y actitudes de su personalidad, y en lo personal yo amo a ese idiota.

 

Y mas de uno se habra quedado con la boca abierta al ver que Kid ya estaba enrollado con Niji, pues ¡Si! Ya saben porque Niji estaba tan metido en su teléfono, pero descuiden, toda esta trama de Sins, y como Niji y Kid se conocieron la iré alimentando en los siguientes caps.

 

Ahora, vamos con Katakuri, (Porque primero quiero hablar solo de Katabebe y luego meto a la espinela) En este cap se nos ha revelado muchas cosas de Kata, ya sea por terceros y por el mismo. Kata es una persona que despertara mas de una reacción en muchos de ustedes. Guarda muchas cosas detrás de esa piel de hierro. Sin embargo, aquí va a ocurrir un quiebre porque ciertamente Katakuri desconocía totalmente la situación de Ichiji con Reiju, y finalmente se ha enterado de la verdad. Así que, ¿Qué pasara ahora? Porque ahora que se sabe la verdad, nadie va a salir ileso de esto. Y como estamos hablando de Katakuri, es un buen momento para meter a Vi en la ecuación. Violet es uno de los personajes vitales de este fic. La verdad cada vez que escribo sobre ella escucho “El mal querer” de Rosalia. Siento que todo ese álbum la describe a la perfección.

 

Como se harán percatado, algo paso en el pasado entre Vi, Kata & Kid, que ahora claramente ya es historia del pasado, o al menos ya lo es para uno de los tres.

 

Tambien aprovecho en mencionar lo de la infancia de Katakuri en Argentina, esto es un claro guiño a mi profundo deseo porque este fic no solo se centre en Europa o USA. Es una deuda que tengo con ustedes, porque creo que más historias deberían tener como escenario Sudamérica, porque ¡Dah! ¡Nosotros somos aquí! Y aunque sea difícil, tambien debemos estar orgullosos de nuestras raíces latinas. Aunque recalco, Katakuri no paso toda su infancia en Argentina, solo fueron unos años, y de allí que él sepa hablar español. Luego Linlin hizo Next y se fueron del continente cuando se volvió a casar… Lo que me recuerda ¡Que en el próximo Capitulo debuta la matriarca de los Charlotte! Y prepárense, porque no está nada feliz.

 

Lo que me lleva a la escena de Smoothie y Perorin Perorin, amo a Perospero, enserio. Hay muchas insinuaciones y lenguaje corporal en esa escena. En lo personal, para mi es un deleite escribir a Smoothie, simplemente me tiene. Esa mujer me tiene. Y lo de la escalera, tal y como ella menciono, no es algo que se tienen que tomar a juego, porque la razón que conllevo a esa situación es todo menos divertida. Oculta algo muy oscuro de la infancia de los Charlotte, y en parte es la razón por la que Katakuri y Smoothie pusieron tanto ahínco en cuidar a sus hermanos.

 

Ahora, vamos con Ichiji, en este cap, he reafirmado que es el puto protagonista. La evolución de sus emociones, el aceptar su culpa frente a Reiju, el aceptar sus sentimientos hacia Katakuri, y todo lo que este ocasiona en él, es algo que a mi me tiene totalmente. Esos dos, son lo mas fascinante y llamativo del fic.

 

Y terminemos con lo mejor, el ZoSan, que creo que con todo lo que ha pasado por separado con Zoro, con Sanji, y con los dos para que luego nos llegue esa bomba del final simplemente es esplendido. Aquí es donde llegamos al verdadero punto de inflexión del fic. Porque ahora todo depende de Sanji, la pelota la tiene él. Ya que lo que sea que el valla a decidir, puedo provocar una avalancha sobre Zoro, o sus hermanos.

 

Realmente les agradezco de todo corazón si llegaron hasta acá. Porque se que no ha sido corto, y quizás se haya tornado pesado por momento *se sonroja* Realmente me muero por saber todo lo que piensan. ¿Les gusto? ¿Fue demasiado? ¿Quieren matarme por dejarlo en esa escena? Please, ¡Díganmelo todo!

 

Muchas gracias a todos ustedes bellezas que apoyan esta increíble historia dándole amor y dejando sus comentarios que en verdad para mi no tiene precio. ¡Mil besos, y espero leernos pronto! 


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