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Pesadillas por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola!!

He aqui otro trozo de la vida de Alice, espero les guste.

De modo que ella, sentada con los ojos cerrados, casi se creía en el país de las maravillas, aunque sabía que sólo tenía que abrirlos para que todo se transformara en obtusa realidad.


 


Para que él sea el mismo de quien hablan con tanta reverencia en Eerkah es bastante tonto. Alice esta divirtiéndose con esto.


— deberías divertirte también


— es muy tonto. ¿Por qué actúan como si no pasara nada importante para ellos? Alice, deberíamos irnos.


— Tú piensas que está bien que nos quedemos aquí, Hatt. Además, no tenemos a donde ir— yo podría cuidar de ella, pero Alice se asusta con mucha facilidad, y no le gusta tener que estar viviendo en la calle, escondiéndonos en las casas abandonas y sin tener nada que comer aunque debido a mí, no necesita comer tan seguido como lo haría un humano— ¿Qué piensas de ellos? A demás de que son tontos.  


— no lo sé, quieren hablar contigo. ¿Quieres hablar con ellos? No tienes que hacerlo si no quieres, podemos irnos cuando tu digas— siento una sensación agradable, ella esta agradecida.


— Oye, estúpida cosa, deja de hacer eso— aunque parezca molesto, puedo notar que no lo está en realidad, esta aliviado, contento de poder separarse de Tchess. Los demás solo les miran sin entender mucho, yo les miro... todos son tan iguales… los humanos son todos iguales nunca he podido saber cómo se diferencian entre ellos, yo solo podría reconocer a Alice. Ella se gira, me ve y niega con la cabeza, sonriendo ante mis pensamientos.


— Cazador— le llamo— no es definitivo. 


— ¿Qué quieres decir?


— ah, pero esos son detalles mínimos. ¿A quién le importa?— Tchess por fin aparece usando la misma apariencia que tenia— él quiere decir que no estamos libres del todo. Pero sin duda, es mejor. Podemos ir a donde queramos, ya no nos podemos detener, no te escucho a menos que lo quiera y no todo el tiempo.


— ¿puedo matarte?                        


— Lo dudo mucho— yo no les prestó atención. Yo solo puedo ver a Alice, sentir su fascinación por esos dos.


No sé cómo termine con Alice. Eso es algo que ninguno de los recuerda, aunque sospecho que es obra de ella y no mía que no pueda recordarlo. A ella se le da muy bien eso de olvidarse de las cosas. Ni siquiera estoy seguro de que su nombre sea Alice, pero así es como dijo que se llamaba.   Cuando abrí los ojos de nuevo, ella estaba mi lado. Intente irme, pero no tarde nada en saber que no podía hacerlo. Entonces, ella abrió los ojos y me miro. Ella era todavía una niña, y eso fue en lo que me convertí yo, ella me miraba como un humano más.


Hemos estado juntos desde entonces, muchos años.


— ¿Qué haces?— vuelvo  a mirar. Tchess ha sacado una de las armas de los cazadores, un cuchillo afilado. Pasa el dedo sobre el filo. Alice espera que sangre, pero yo sé que no lo hará. El cazador se queda mirando, esperando.


— No paso nada— dice, después de un rato— ¿Seguro que no me estás diciendo eso para no matarte?


— ¿Sigues con eso? no podrías matarme ni aunque todos juntos lo intentaran— creo eso. Alice me mira.


— posiblemente sea un de las pesadillas más fuertes, no tengo idea. Por algo le encargaron las puertas de Eerkah. Nunca le he visto luchar,  muy pocas pesadillas pueden decir que se han visto con él.


— ¿Pero no tiene que estar en la puerta?— me rio, me gusta lo ingenua que puede ser Alice a veces. Por eso no soportaba ver como estaba después de lo que sea que viera en el sótano de su hermano. Por eso le di un lugar agradable.


No necesariamente. Tchess puede saber lo que pasa y lo que sale de las puertas sin estar en ellas, o al menos lo hacía. Dudo que ahora sienta alguna conexión con las puertas. Quizá… umm.


— ¿Qué?


— Si se dan cuenta de que Tchess está con un cazador, puede que no quieran correr riesgos y… ya sabes, sacarlo del juego— no me atrevo a usar palabras más fuertes. Ella lo va a interpretar literal, y no como la amenaza que es— aunque no te preocupes, las cosas en Eerkah son muy diferentes aquí, posiblemente ni siquiera se han dado cuenta de que no está. Y puede pasar mucho tiempo para que lo noten.


— oh.


— por cierto, Alice ¿ya has recodado por que se tiene que ir? 


— No.


— Alice, ¿Cómo has hecho eso? liberarlos— La  amable mujer que nos ha estado cuidando sonríe cuando le habla a Alice. Sé que a Alice le gusta, se siente cómoda con ella y además, le agrada mucho ayudarla. Se ha emocionado mucho cuando sintió al bebé de esa mujer moverse. Yo lo encontré perturbador.


— Solo lo he pensado— Alice se encoge de hombros. Noto sus dudas cuando todos la miran. Todos aquí le dan miedo, son más grandes, no tienen pinta de amables y van armados, muy armados. Solo confía en mí y en esa mujer— yo… solo quería hacer eso ¿entienden? Era lo que necesitaba.


—…


— Ay, por favor. ¿No les he dicho eso desde que me quede atrapado contigo? Ella solo deseo que Hattely fuera… algo que pudiera cortar lo que nos une. Al parecer, funciono a medias.


— ¡¿Entonces podría haberlo hecho desde que nos pusieron así!?


— No. Solo alguien más puede— respondo, porque estoy seguro que liberarse fue la primera cosa que haría cualquiera que pase por esto y este consciente de lo que implica.


— sí, bueno, no soy tan buena como Leo.  Estoy segura de que Leo podría…— Alice, ellos creen que leo les hizo eso— oh…


— entonces es verdad. Tu hermano o lo que sea, nos hizo esto.


— no lo sé. Yo… creo que podría ser, es decir, se que él me dio a Hatt, así que bien pudo haberlo hecho, pero de seguro tenía una buena razón, Leo es bueno, me cuido mucho, quizá solo está pasando por un mal momento. 


— Alice, eso no es verdad. Sabes que no es así y por eso tuvimos que irnos.


— ¿Qué fue lo que hizo? ¿Alice?   ¿Por qué huiste de casa?— todos parecen saber que Alice solo va  a hablar con la mujer.                                                                                                                                                


— Leo… comenzó a hacer cosas extrañas… dejo de ir a casa y dejarnos a solas. Parecía… diferente.  Cuando baje al sótano para saber…—  Alice se sujeta la cabeza, siento el dolor que le causa pensar, recordar. Alguien me sujeta cuando intento moverme hacia ella.


— suéltame. No me importa que seas tú, voy a…


— Shh, déjame escuchar que esto se está poniendo interesante— Tchess. Es una desventaja tener un cuerpo tan pequeño, pero así es como Alice me imagina. No es la única que ha crecido, ella tiene mucha imaginación.


— le está haciendo daño ¡Alice! ¡Alice!— ella me mira. Parece perdida, como si no recordara donde está. Ladea la cabeza cuando me ve.


— yo no quería que nada le pasara a Hatt.  Eso es lo único que recuerdo, hui porque tenía miedo de que Leo le fuera hacer daño a Hatt. Lo siento, pero es todo lo que puedo recordar— Tchess me suelta.


—  dime, niña ¿Por qué tengo que huir?


— yo… Leo te menciono… ¡Si! lo recuerdo. Mi hermano dijo que te estaba buscando, que tú… tenías algo que hacer o harías algo— está cansada, siento el dolor y el malestar que le causa tener que recordar todo, ni siquiera recuerda que Leo nunca menciono el nombre de Tchess, ese fui yo al notar que Leo buscaba a la pesadilla que estaba en las puertas. No la culpo por no recordarlo.


— Alice, ¿quieres dormir?— me acerco a ella, abrazándola. Ellos no se dan cuenta de que le están haciendo mal. Ella se reclina en mí,   le acaricio el cabello,  uso nuestro lazo de unión y comienzo a  dormirla, así como induzco pesadillas, también puedo inducir sueño.  Yo mismo la llevo a la cama.


— vaya, parece que sabes mucho más de lo que nos quieres decir ¿no?— Miro a Tchess. La sonrisa no es amable, y sin duda, oculta mucho más de lo que parece. No por nada es quien cuida las puertas— ¿harías el favor de contarnos?


— no tengo mucho que contarles.


— oh, que lastima.


— Tchess, cállate. Aunque no te escuche en mi cabeza sigues siendo un fastidio—  No  entiendo a ese cazador. Dejo que sigan discutiendo. No me interesa nada lo que estén haciendo o planeando. Yo solo quiero que Alice este bien.


 


 


No me puedo ir. Lo he intentando un buen rato, pero es imposible. Ya ha amanecido y solo estoy aquí con la humana que no se ha movido desde que desperté. Es raro, las pesadillas no dormimos ¿Por qué no recuerdo nada? se que no dormí, pero es imposible que sepa que paso antes de que supiera que estaba aquí.


Esto inquieto, algo no muy bueno está pasando, y entiendo nada. La humana se mueve… está despertando.


— ¿Hola?— No hay una cama en este lugar, ella está en el suelo, en un montón de cobijas y sabanas. Es una niña. Lo primero que noto cuando se sienta, es que tiene los ojos azules muy azules. Los dirige por toda la habitación— ¿Quién eres? ¿Dónde estás? Puedo escucharte. Ah, debes ser el amigo que menciono Leo— ¿Leo?— si, Leo es mi hermano. No puedo verte. ¿Por qué no sales para que juguemos?


— ¿Jugar?


— Sí, Leo me trajo muchos juguetes— Se levanta y camina a la puerta. Es pequeña para la edad que debe detener, y no tiene muchos pensamientos profundos. Piensa en que quiere mostrarme sus juguetes, en que quiere salir al patio y correr. También tiene hambre y quiere usar el baño— ah, creo que todavía no es hora— la puerta no se abre. Se gira a donde estoy. Me sorprendo, por primera vez en mi existencia— ¿Cómo te llamas?


—…— a través de sus ojos, no sé cómo puedo hacerlo, pero a través de sus ojos me veo. Ya no soy nada como pensaba. Ahora soy un humano también, un poco más alto que ella. Un niño con una camisa grande color roja y short de mezclilla. Levanto la mano y me toco la cara. Soy un humano, un niñito.


— sí, seremos amigos. Leo me lo dijo— ella me sonríe. Camina hasta mi— yo me llamo Alice ¿Cómo te llamas? — ¿Qué está pasando? Ella… ¿Ella no sabe lo que soy? Soy un monstruo, algo que puede hacerle daño, y ella solo está queriendo que vaya a jugar— ¿Está mal?


— ¿Qué?


— que juguemos. Eso que dices, ¿Por qué dices eso? ¿No quieres jugar conmigo?— va a llorar. Nunca he tenido un ataque de pánico, no he sentido miedo, pero lo conozco bastante para saber que esto que siento es algo cercano al miedo. Ella sabe que estoy pensando, yo puedo saber lo que ella está pensando, lo que está sintiendo. La miro, intento mirarme a mí, mis manos pequeñas. Veo un lazo, ese lazo que la une conmigo.  Algo nos paso, no sé qué, pero ahora estamos unidos. 


. — Hattely… me llamo Hattely.


. — Ah… ¿vas a quedarte a jugar conmigo?—No puedo ir a ningún lado. Ella sonríe.  La puerta se abre, ella se gira, sonriendo todavía y se abraza a las piernas del humano que entra. Él nos mira, sonríe mientras acaricia el cabello de ella.


— ah, me alegro que se hayan hecho amigos tan pronto.


— ¡Sí! Leo ¿podemos ir a jugar afuera?


— Alice, tienes que comer primero. Ya he preparado el desayuno ¿vas a comer con nosotros?— Me mira. Él humano también parece amable.


— Se llama Hattely. Vamos— Ella corre hacia mí, me toma de la mano y nos hace salir de la habitación. Estoy desconfiado. No entiendo lo que pasa, y tener la apariencia de un niño, estar con los pensamientos de una niña no me ayuda a pensar mucho. Quiero irme, pero a la vez quiero quedarme. Ella me está diciendo lo que hay en la casa hasta que llegamos a la cocina, donde hay una mesa pequeña. El humano, Leo, pone unos platos en ella. Alice se sienta, como si hiciera esto  a diario.  Intento regresar, pero no puedo moverme más allá de la puerta. Es como si estuviera atado a la cocina. A Alice.  


— ¿No vas a comer?— Leo me mira.


— No necesito comida.  Yo… no como.


— ¿No? bueno…


Alice se la pasa jugando. No puedo decirle que no, es como si lo único que quisiera hacer es jugar con ella. Sospecho que lo que sea que nos está pasando, tiene que ver con esto, con que no pueda dejar de hacer lo que me diga. Leo está con nosotros todo el tiempo.


 — ¿Has hecho un castillo de harina?


— ¿Harina? Alice, los castillos se hacen de arena, no harina. Con harina haces pasteles— le digo, mientras observamos las nubes en el patio.  No sé cuánto tiempo ha pasado desde que estoy aquí.


— ¿Pasteles? ¿Sabes hacer pasteles? Quiero hacer un pastel— No sé hacer un pastel— oh, qué mal. Podemos decirle a Leo que nos ayude.


Leo le consigue un juego para hornear, algo demasiado rosa y muy dulce. Mientras observo el pequeño pastel que está en el horno de juguete, pasa. Me siento mal. Comienzo a querer ser nada.


— ¿Hatt? Alice ¿Qué pasa?


— No se… ¿Hatt?— no sé qué me pasa. Ah... quizá estoy muriendo. Escucho a Alice gritarle a Leo, siento su miedo. Eso me hace despertar un poco. Abro los ojos. Ella se calma un poco, pero  sigue asustada. Ya sé lo que me pasa. 


— Soy una pesadilla— digo. Lo había olvidado— necesito asustar. Necesito miedo— comento, a nadie  en particular.


— Oh… ¿puedes hacerlo mientras duermes?


—Yo no duermo. Y Alice no me deja marchar— Leo nos mira. Luego, sonríe. Esa fue la primera noche que llego esa cosa que hacia dormir mucho a Alice, que me hacía sentir aturdido un buen rato, y luego podía irme.  Volvía a ser una pesadilla vagando por todos lados. Aun así, solo puedo irme un rato, no quiero dejar a Alice sola.


No todas las noches salgo. Leo es quien se da cuenta de que lo necesito hacer cada cierto tiempo, cada vez menos mientras Alice crece.


 Alice y yo nos hacemos buenos amigos. Alice tiene una habitación bonita, y Leo ha puesto una cama para mí también.  No viene nadie más a casa, solo estamos nosotros. No hacemos otra cosa más que jugar, ver películas. A veces Leo nos lleva al centro comercial.  A Alice no le interesa saber que pasa, por lo tanto, a mí tampoco me parece importante.


— Alice, ¿puedes venir?


— Si— salgo detrás de ella, porque si yo no me muevo, ella tampoco. Ha sido divertido averiguar qué cosas podíamos hacer. Sé que si Alice se cae y se lastima las rodillas, mis rodillas también comienzan a doler. También la vez que me queme cuando intentamos encender un cerillo, a Alice le dolieron los dedos, así que me apresure a sanarme. Yo me sano rápido, porque no soy humano. A Alice no le importa que no sea humano.


— ¿Qué es esto?


— Es solo chocolate caliente— Alice se lo toma sin dudar.  Pero... pasa algo raro. Comienzo a sentirme mal. Alice está sentada en la silla, parece que se va a caer.


— ¿Alice? ¿Leo?— Murmuro. No me duermo, Alice tampoco está dormida, pero tiene la mirada perdida. Ve sin ver, tampoco está pensando en nada. Leo la levanta con un brazo. Me hace caminar con el otro. Me siento torpe. 


No veo lo que hace con Alice. Leo me alza y termino acostado en una mesa fría. Logro mirar a Alice si volteo mi cabeza. Parpadeo con lentitud. No sé qué me pasa. Algo pasa con ella. Siento dolor, mucho. Grito.  La mano de Leo me aparta el cabello de la cara.


— vaya... no sabía esto. Esto va a dolerte un poco— algo brilla en su mano. Mi mano arde, siento como la piel es cortada. Una sensación desagradable. Alice grita. Leo se aparta y va a mirarle. Unas líneas se sangre bajan por su mano, donde me corto a mí. Le hace daño a Alice. Esta vez grito para que  no le haga daño.  Es tanto el dolor, que ya no se qué pasa.


Por la mañana estamos de regreso en la habitación.


— Buenos días— Leo entra, sonriendo como siempre.


— Leo— Alice corre hacia él, como siempre. Todo parece normal, incluso pareciera que lo que paso anoche fue solo una pesadilla. Solo que yo soy una pesadilla y sé que no imagine nada de lo que paso por la noche. Miro a los dos. Alice no se dio cuenta de lo que pesaba.


Todo sigue igual durante días, nada de ese lugar extraño. No se lo cuento a Alice.


Mientras crecemos, nos acostumbramos a nosotros. No tenemos secretos, a veces, tenemos largas conversaciones solo entre nosotros, sin usar la boca. Leo no lo sabe.


— Oye… Hatt.


— ¿Qué?


— ¿Por qué no piensas mucho en Leo? Siempre que viene evitas pensar en él.


— No me había dado cuenta— ella no me cree. Tenemos trece años. Ella se reclina contra mí.


— ¿Sabes? Anoche… pensé que tenía un sueño.  Estaba en un lugar oscuro. Y Leo estaba allí. Creo que estaba soñando, pero por la mañana…— me muestra su brazo. En la piel pálida, se marcan los pinchazos que le hizo durante la noche— No es un sueño ¿Verdad?


—…


— Hatt…


— No.


— ah, lo supuse… ¿le has preguntado?


— No. Leo es buena persona, debe hacerlo por una buena razón— creo. No me gusta que lastime a Alice, más que a mí mismo. Sé que ella no va a molestarse con él, y seguirá haciendo lo que le pida...    


Pero Leo empeora. Se olvida de nosotros, nos deja sin comer algunos días. No se molesta en darle esa cosa a Alice, y la lleva directo a ese sótano. Alice lo nota, nota como Leo deja de ser él mismo. Parece medio loco, siempre mirándonos como si fuéramos solo cosas, no le importan los gritos de ella, mis suplicas. Alice comienza a olvidar lo que pasa. No sé como lo hace, cada que nos ata en las mesas de metal, ella se va. Miro sus ojos vacios un buen rato. A mí me cuesta recordar las cosas también por las mañanas.


Las cosas hubieran sido buenas si solo pasara eso. Alice no recuerda lo que pasa por las noches, es feliz por las mañana aunque no entiende como se hace algunas heridas. Nos sabe porque de pronto tiene moretones.


— Debe ser porque me muevo mucho al dormir— no sé hasta qué punto se lo creyó. Leo es lo único que tenemos, y no podemos dejarlo. Eso pensaba yo, eso creía Alice.  Alice… se que en el fondo, quizá sabe lo que está pasando pero no quiere entenderlo. Prefiere vivir en la ignorancia. Y yo lo intento,  por su bien, por el de Leo. 


Cuando una noche Leo nos lleva casi arrastrando a ese lugar, se que las cosas serán diferentes. Leo no parece Leo. Murmura para sí mismo.  Alice esta tendida boca abajo, no dice nada, solo me ve, el miedo en sus ojos me hace sentir vivo y me asqueo por eso. No quiero el miedo de Alice. Mientras nos miramos, ella suelta un grito tan fuerte… tan…  miro a Lev. No sé que hace sobre la espalda de Alice, pero duele, comienzo a sentir el dolor. Alice se agita, intenta moverse, pero está atada. Yo también lo estoy, solo puedo mirar, y gritar con ella. Quiero irme, quiero ayudarla. Deseo poder sanarla, que ella no sienta nada. Y lo hago, no sé cómo, quizá lo deseo tanto, que al final mi propia sanación acude a ella, sus heridas se cierran casi de inmediato, y el dolor es muchísimo menor. Alice suspira aliviada, el cabello pegándose a su rostro. La sangre goteando por su cuerpo.


Esa fue la primera noche mala para nosotros. Ella comenzó a olvidarse también de lo que hacía durante el día, cada vez estaba más ausente. 


— Alice, deberíamos irnos.


— ¿Irnos?— ella ríe— ¿Por qué?— no sé si quiero decírselo.


— Creo que Leo ya no es la misma persona que nos leía cuentos antes de dormir, Alice. Quizá... sea mejor que escapemos.


— aquí estamos bien. Además… Leo ha sido muy amable últimamente— eso es verdad. Ya no hemos ido a ese lugar.  Me acerco a ella y le beso la mejilla.


— Este bien. Si es lo que quieres. Te voy a cuidar.


— Yo también voy a cuidarte— su mano toma la mía. Nos quedamos así mucho rato. Luego, vino eso, Alice bajo sótano. Su cuerpo regreso, pero Alice no. sentía sus pensamientos, oscuros, altos, sin sentido, como una barrera que la hacía sufrir. Y un secreto para mi, comenzó a bajar cada vez más, mientras leo no estaba en casa, cada vez Alice parecía sufrir más, cada vez regresaba y escribía en uno de esos aparatos que leo nos compro una vez. Cada que le preguntaba, ella solo me decía que era importante. Y yo lo sentía.


Entonces hice lo único que tenía que hacer. Nunca usaba mis pesadillas en Alice, pero no podía soportar el sufrimiento. Ella apenas fue consciente de que no estábamos en casa, pero cada que lo estaba tenía problemas para asimilar que estábamos fuera, que podíamos ir a donde quisiéramos, pero ese era el problema, ella no era capaz de adaptarse y por lo tanto, yo tampoco.  Encontramos ese bosque, y me alegre de que ella no pudiera verlo, y estaba tan sorprendido que no note que ella siguió caminando hasta que se  tropezó y cayó encima de uno de esos cuerpos.


Ahora solo sé que no voy a volver con Leo.


 


Todos siguen esperando. No sé que esperan, la verdad. El único que me está mirando es Tchess. Alice sigue dormida. Estoy contento con ellos porque pudieron hacer que volviera a ser ella misma.


— ¿Tienes un plan?— le pregunto.


— ¿sabes donde vivían antes? Con Leo.


— No. solo quería salirme de ese lugar. No preste atención a nada mas, Alice no estaba bien y tenía que ocultarnos a los dos— él asiente, luego mira al cazador.


— Rubio idiota, tenemos que ir a un lugar.


— ¿Un lugar?— todos le miran— ¿a dónde? Él no sabe dónde queda la casa, y la chica mucho menos.


— Oh, no iremos a esa casa. Iremos al Pandora— dice, mientras la sonrisa se hace presente en su rostro.


— ¿Ah?— está loco. En serio esta demente. Nadie entiende la complejidad de sus palabras. Está llevando a todos al lugar  en el mundo humano donde las pesadillas se reúnen, al lugar donde se puede pasar a Eerkah. El lugar por donde vine.


Y también el único lugar donde puede haber respuestas. 

Notas finales:

Gracias por seguir esta historia! 

Nos leemos la p´roxima semana


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