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Pesadillas por Silence Tsepesh de Lenfet

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La piedra que hoy lanzas hacia mí, puede ser la piedra con la que tropieces mañana

 

Chiara está esperando al salir de las escaleras. No ayudó mucho al final, se supone que estaba vigilado que no entrara nadie. Ella no me mira cuando llego al último escalón.  Esa cosa sigue intentando morderme, pero no escucho nada, parece que lo está haciendo por diversión.  Me aclaro la garganta.

— Chiara.

— Espera…— tiene la atención en su móvil.  Todo en el lugar parece normal, no hay nada extraño a excepción del perro que traigo, y que es todo menos un perro— Iridian, creo que debes ver esto— me paso el teléfono. Una nota en un blog, me parece completamente insinuante a primera vista, el diseño no es el mejor.  Y está hablando sobre los asesinatos.

umm… eso es revelador. ¿Por qué menciona esas cosas?

— de seguro es solo una coincidencia.

— pensaba lo mismo, pero podríamos pedirle a Santiago que lo revise bien.

Oye, Iridian. No es buena idea, ¿estás leyendo esto?

— no tengo tiempo para esto. Chiara, ya tenemos una idea de que es lo que pasa con las personas que encontramos muertas.

— ¿En serio? ¿Qué pasa?

— te lo diré después— todavía no estoy seguro de que esto sea verdad, una de las primeras cosas que aprendí es a no confiar a la primera en todo mucho menos tratándose de cosas como estas, que pueden engañar al a vista con facilidad— ahora quisiera alejarme de Hackett.

— ¿se lo contaste?

— no tuve opción. Pero admito que es una buena práctica.

— sobre todo porque tenía muy buenas ideas para investigar sobre mí. Solo se contuvo porque tenías mala cara. Si te descuidas, vamos a terminar en su mesa también.

Él no es así— escucho su risa.

— ¿Estás hablando con él?

— ¿Con quién?— Kerem. Chiara no disimula mucho su nerviosismo, se pone pálida, intenta sonreír, pero sus ojos la delatan. Yo suspiro.

— Con esta cosa— le muestro a Tchess.

vaya ¿Ves que no era tan difícil decir mi nombre? Es mucho menos problemático que andar diciéndome cosa.

— ah, es un perro. No sabía que querías adoptar. ¿Tienes tiempo para cuidarle? Yo apenas llego a casa, así que no hay forma de que tenga una mascota. Y parece que va a crecer mucho— cuando intenta agarrarle, le muerde— Auch…

—  Ah— le giro hacia mí, sujetándole aun del pellejo— perro malo— por unos segundos, no pasa nada, luego la ira, como una ola de agua caliente subiendo y a punto de estallar.

¡¿Perro?! ¿Tu…?—  de nuevo,  los insultos estallan en mi cabeza, incluso distingo varias amenazas.  Delante de mí, el perro comienza a ladrar. Es como una doble queja— Yo no soy ningún perro.

— Qué curioso… pareciera que está molesto— Kerem mira fijamente al perro— como si supiera lo que dices— ah, maldita cosa. El pensamiento, insistente y casi punzante de convertirse en humano y poner a todos en su lugar comienza a darme dolor de cabeza. Suspiro. Necesito un lugar más privado, no creo que pueda mantenerlo más como perro.  Me giro, mirando alrededor. No tengo una oficina aquí, la de Chiara queda muy lejos.

— ¿Santiago está aquí?

— ¿Eh?— no espero respuesta. La voz gritona no cesa en mi cabeza, me está dando jaqueca, y me cuesta poner atención a lo que pasa a mi alrededor. A zancadas voy a las escaleras, y luego subo de dos en dos los escalones, esa cosa sigue gritando y gruñendo insultos y maldiciones hacia mi persona.  Santiago está en el primer piso, al fondo de un pasillo, y solo porque es un poco bueno con las computadoras. Abro de golpe  la puerta.

— ¿Iridian? ¿Qué pasa?

—  eh…— la puerta se vuelve a abrir, Chiara y Kerem me han seguido. Para mi suerte, no hay nadie más aquí. Solo alcanzo a dar un vistazo para cerciorarme de que no hay armas por aquí antes de que esta cosa empieza a ser más pesada, lo suelto y antes de llegar al suelo, ya es humano. Da la impresión que se levanta del suelo. La voz desaparece de mi cabeza.

— ¿Cómo te atreves? ¿Un perro? ¿Un perro?  ¡Voy a matarte! ¡¿Quién te crees para tratarme como un ánima!? En serio, me fastidias…— sigue diciendo cosas, gritando más bien. Chiara no hace nada, se queda observando desde la puerta. Santiago pega un brinco y cae de la silla, que se recorre haciendo mucho ruido. Kerem grita, escucho un golpe en la pared, como si hubiera intentado retroceder.

— cállate, haces que me dé dolor de cabeza.

— Eso vas a querer tener cuando nos libremos de esto— está en  una postura típica de pelea, inclinado hacia mí, los puños apretados. Su rostro posiblemente daría miedo, pero no a mí, no me dará miedo nunca con esa apariencia. El odio es muy evidente, y solo por eso sé que no se trata de él— eso será nada a comparación.

— adelante, golpéame.

— tsk. Bastardo. Lo haría, pero no  soy idiota.

— i—Iridian…

—  ¿Qué?— Santiago se ha movido, levantándose, el lugar es amplio, pero somos muchos aquí, le cuesta ponerse delante de mí y sacar un cuchillo de sus ropas. Ah, claro… es tonto pensar que no hay armas aquí.  Pero… no puedo dejar que le haga nada, y esa cosa esta molesta. No sé qué tanto control tengo todavía.  Tomo la muñeca de Santiago y le retuerzo la mano en una llave para que suelte el cuchillo.

—  ¿¡Que estás haciendo!? Iridian está cosa…— me mira, veo como la comprensión le  llega. No solo le acabo de quitar un cuchillo, si no que entre en este lugar con un monstruo— esa cosa…

— ¡Al siguiente que me llame cosa le voy a…!

— ¿Qué está pasando aquí?— la puerta se abre, empujando a Chiara, que pega en mi espalda. Hackett y Evans entran.

— cierra la puerta.

— ¿Por qué hay tanto ruido?

— ah, pensé que ya te habías ido, Iridian— Hackett es el único que no luce alarmado, preocupado, molesto o inseguro— y tu amigo también. ¿Qué es esto? ¿Una reunión estratégica? ¿No estoy invitado?

— Basta— digo, alzando un poco la voz— esto tiene una explicación, realmente no es para tanto, así que ustedes dos, pueden dejar las armas si no quieren morir.

— pero es un monstruo…

— Uno al que no podemos matar de momento sin matarme— eso hace que se callen. Al menos todos están aquí, solo tengo que explicarlo una vez más. Santiago está molesto todavía. Comienzo a explicar lo que pasó esa noche, cuando siento un dolor en el brazo, uno bastante punzante.

— No pierdas el tiempo— de dos zancadas llego hasta donde esta, le tomo del cuello y le hago caer sobre el escritorio, tirando un montón de cosas al suelo. Me arrepiento dos segundos después, cuando siento un dolor agudo en la nuca y la espalda— alguien debe aprender algo de autocontrol ¿no crees?— le suelto, e inmediatamente se endereza. No sé cómo le hace esa cosa para no sentir el dolor de la misma forma que yo. Siento que me están clavando agujas en la cabeza, en la parte donde debí golpearle.

— tsk. Idiota— escucho a Chiara explicar mi situación, contra mi orgullo, me sobo la cabeza. En serio me dolió. Me duele más el orgullo de ver que eso ni siquiera parece estar sintiendo el dolor, está mirando a los demás con expresión divertida, si es que puedo llamarle así a esa expresión. No creo que la haya visto antes en un humano, es como si sintiera una diversión perversa al ver el lio en el que estoy… estamos.  

— No parece que sean las personas que han estado cazándonos. Parecen… bastante normales. Tú no, así que no te emociones tanto. ¿No deberías decir algo?

— Santiago, Chaira encontró un blog,  revísalo y mantenme informado.

— ¡No vas a venir a darme ordenes ahora! ¿¡Porque sigues con esa cosa!?

— Porque si le hace algo Iridian sufre también el dolor, y si muere, Iridian también— Chiara usa ese tono que indica que está perdiendo la paciencia.

— Es preferible morir a estar con eso— veo los asentimientos de Kerem y Evans. Entiendo eso, yo mismo pensé en matarme para así terminar con esta cosa, y debería entender que ellos quieran hacer lo mismo, aun así… no entiendo el sentimiento de traición. Chiara no quiso ni pensar en ello, y  está intentado ayudarme. ¿Tan poco vale la vida de nosotros?

Escucho como se carga una pistola. Debí suponer que aquí habría más de un arma.  Kerem me apunta con el arma, miro de frente el cañón de la pistola. No me importa morir, hace años que he estado tan cerca de la muerte, en este trabajo en el que no es sorpresa morir.  

En un segundo solo puedo ver el color rojizo de la caoba, apenas puedo seguir los movimientos de esa cosa, cuando veo el arma salir por los aires, y terminar en la mano del monstruo, ahora tiene una postura relajada, nada acorde con el ambiente del lugar.

— primero, no es el momento para hacer esto, estúpidos humanos insensatos, hay una dama con un embarazo a la que no creo le siente nada bien ver esta clase de espectáculos— busco a Chiara, la mirada enfadada al responder las preguntas de Santiago y Kerem ahora es una de miedo, está asustada, congelada junto a la puerta, con una mano en la barriga.  No soy el único que la mira,  Kerem hace un sonido inconforme con la garganta— y segundo,  ¿de verdad son tan crédulos? ¿Pensaron que iba a quedarme sentado mirado como matan a su amigo para matarme a mí? En serio…  idiotas— ha perdido el tono educado con el que pretendía hablar.

— eh…

— Este sin duda es uno de los peores días que he pasado— dice, con dramatismo mientras se sienta en la silla. Ni siquiera está apuntando la pistola— me llaman perro,  tengo que salvar a un cazador a que normalmente dejaría que mataran, y tengo que estar explicando todo esto a ustedes.

— Nadie te pidió que dijeras nada— le respondo, arrebatándole el arma. No opone nada de resistencia.

— eso es porque no necesito una de esas para dañar a alguien. Y no te sientas especial, no te salve porque te quisiera vivo, lo hice solo porque yo no quiero morir.  Ahora, ustedes, ¿Qué van a hacer ahora?

— Esa es mi línea— le gruño. El se ríe, como siempre, de forma escandalosa.

— como lo estabas pensando tú, me salió sin querer.

— ¡No voy a dejar que maten a Iridian! Así que… Tchess no puede hacer nada porque Iridian está impidiendo que haga esas cosas. Además, ¿No es el mejor haciendo esto? creo que puede manejarlo perfectamente sin dejarse engañar— su voz tiembla. Yo no soy de sentir mucho, muy pocas cosas me impactan lo suficiente como para hacerme sentir. La voz de ella en ese momento me causa ternura.

— Vale— Hackett se encoje de hombros— no me importa mucho, lamentare la muerte de Iridian, pero no más que perder la oportunidad de investigar a Tchess.

— ¿Qué planeas, Iridian?

— Buscar al que nos hizo esto para hacer que lo revierta…— ah… esto… me giro a ver a esa cosa. Es la primera vez que lo digo en voz alta.  No tiene nada de lógica, es pura palabrería de soñadores, en serio. ¿Quién me dice que esa persona lo va a revertir? Peor aún, ¿y si no tiene solución? Si solo fue algo que paso por accidente, un mal chiste de la vida, y esa persona, sea quien sea, tampoco sabe lo que hizo… no tenemos idea de que es lo que estaba buscando al hacer esto, ¿y si no es lo que planeaba? Asumí erróneamente que las cosas eran así, que esto lo habían hecho deliberadamente ¿y qué pasa si no?

— oh…

— Maldita cosa…— murmuro, presionándome la cara con las manos— ¿en serio?— eso tampoco había pesado esa posibilidad.

— ¡No me culpes solo a mí! Tú también estabas pensando eso.

— ¿de qué están hablando?

— Esto es increíble— me doy la vuelta para salir, solo logro dar tres pasado después de la puerta. Este monstruo. Si no quiere moverse… me regreso justo para tomarle, de nuevo en forma de perro. Por primera vez en mucho tiempo, siento la mente vacía. No le escucho quejarse o maldecir. Ni siquiera percibo el enojo que le da cada que le hago esto. Solo nada.

¿Por qué no pensé en eso antes? Es un problema mayúsculo. ¿Sirve de algo estar buscando a alguien de quien no sabemos nada para hacer algo que quizá no sepa?

Estoy cansado… no, harto de todo. De esta situación, de los demás, de esa cosa que no deja de fastidiarme, de que tenga esa apariencia y no pueda quitarla. Quiero ir a casa y dormir decentemente al menos una noche. Dejo las cosas en la sala de mi casa, incluso a esa cosa, y me encierro en la habitación. Eso sigue sin hacer ruido. Necesito pensar, tener una vía de escape que si funcione… me duermo. No sé cuándo, ni cuánto tiempo dormí, la habitación esta oscura. ¿Dónde está esa cosa?  Busco a tientas el interruptor de la luz. No hay nadie aquí, lo cual es bastante relajante.  Sigo vestido, mi ropa se arrugo. Siento el peso de todo lo que llevo. Necesito, relajarme más.  Revuelvo los cajones, buscando algo que no sea de cuero o tenga metal.  Cuando encuentro lo que quiero, entro a la ducha. El agua esta fría, pero no me molesta, me ayuda a concentrarme en otras cosas. 

Encuentro a esa cosa en la sala, en el sofá mirando al vacío.

— Voy a salir— no me espero a ver que me siga. Como puedo caminar, asumo que me está siguiendo. En la calle, ya oscura, no hay muchas personas. Y deliberadamente busco calles más alejadas del centro por las que casi no hay nadie. Escucho los pasos de eso detrás de mí, increíblemente silencioso a excepción de eso— ¿estás pensando en lo que dije? ¿Acaso descubrí tu plan y eso solo es una mentira?

— no mentí. Y sí, estoy pensando en eso.  Ahora que lo has pensando de esa forma… quizá estamos dando vueltas en círculo. 

— umm.

— no solo con eso. ¿Por qué te pones así por eso? es ridículo, ¿acaso no quieres encontrarle? ¿Qué más da si sabe o no que mierda nos hizo? Si lo sabe, se lo sacare a la fuerza, si no lo sabe, le matare. Así de simple.

— tú,  cosa idiota…

— ah, disculpa, le mataremos— ah,  no puede ser… se me escapa una sonrisa. No sé si son mis propios pensamientos y deseos, pero pensar en la posibilidad de matar al culpable me hace sentir mejor. No me asquea para nada la posibilidad.  

— ¿Lo ves?— sigo caminando. Supongo que tiene un poco de razón con eso. Mucho más si el culpable de los asesinatos es el mismo que nos hizo esto. Si, le encontrare. Sea lo que sea que hizo, tendrá que dar respuestas— oye, Iridian, tengo curiosidad ¿Qué te paso en el ojo?

— ¿Qué?

— tú cicatriz. Me pregunto cómo te la hiciste.

—  ¿no es obvio? Fue uno de los tuyos— no fue en una de las primeras cacerías, como normalmente pasa. Tuve suerte de que solo fuera una herida, considerando que esos monstruos pueden hacer cosas peores.

— siempre piensas eso. ¿No has pensado que lo hacemos solo por defendernos?— lo ignoro, caminando un poco más rápido— bien, de todos modos no tengo ganas de discutir sobre moral contigo.

— ¿Qué clase de moral puedes tener tu?— me burlo. No me responde.  

Ah, esta situación es desesperante. Las cosas no están tan mal como había pensado al inicio, aunque solo hayan pasado unos días,  nada empeoro mucho, pero no celebro nada. No podre cazar más a estas cosas si sigo pegado a una. Si no podemos deshacer esto… si no hay solución… no, no me quiero resignar a vivir toda la vida con este monstruo.

— Oye…— se queja, pero es una queja débil, más inconsciente o mecánica porque no me reclama nada más como es su hábito.

— No puedo creerlo— murmuro. Me siento completamente excluido de todos. Ya no encajo en ningún lugar y tengo que soportar esto.

— ah, te comprendo. No eres el único que está en esta situación. Quiero volver a casa— aunque diga eso, no tengo demasiado que decirle.  Me siento cansado, aunque resignado. No voy a dejar que me maten, tengo que encontrar primero al que nos hizo estoy hacerle responsable. Si ya no puedo ir con los demás…— Yo tampoco puedo volver con los míos, deja de ser dramático.

— no estoy siendo dramático.

— ¿Qué significa tu nombre?

— ¿Mi nombre? No lo sé. Nunca lo habían preguntado.

— ¿No? que raro. He pasado muchos años con los humanos, pero no me había encontrado a alguien con un nombre como el tuyo. Al no ser común, creí que era una pregunta que te hacían seguido.

— no.

— umm… ¿Ya has recodado quién soy?

—  no he pensado en eso— Como si fuera en verdad esa persona. No es más que una imitación de la persona real.

— Imitación… me gusta. ¿Puedo usarlo? Sería mi apodo, imitación oscura.

— Deja de decir tonterías—  doy un paso más, y luego siento esa fuerza tirando de mi. Me giro, mirándole de mala manera. Se ha detenido— ¿Qué haces?

— huele…

— ¿Ah?— no huelo nada diferente.

— sangre… huele a muerte— me pongo alerta. Maldición, no traje nada de mis cosas.  Mientras maldigo a todos por haber dejado las cosas con las que siempre cargo, comienzo a sentir tirones.

— ¿Qué crees que haces?

— Ir hacia allá— camino, siguiéndole.  No me había dado cuenta de que estoy caminando en las afueras de la ciudad. ¿Cuándo llegue? Los últimos edificios no están tan lejos, y alcanzo a ver algunos adelante. Me interno el bosque, a los pies de una montaña no muy alta.

— hey, cosa estúpida, ¿Dónde estás?— como puedo caminar, eso sigue delante de mí. No veo nada. Algo me jala a la derecha.

— no hay nadie por acá— escucho su voz, pero no puedo verle.  Camino más, y luego le veo, de pie ante un arbusto— creo que esto es de tu interés— me acerco. Ah… es otro cadáver, una mujer algo mayor. Parece que murió  igual a las anteriores. Su sangre todavía está fresca.

— pero esa de allá no— señala adelante. Ese es… otro cuerpo. Paso sobre unas ramas. Este es un hombre. No soy de los que siente miedo por algo como esto, pero el viento en el silencio de este lugar me eriza la piel. Miro alrededor.

— Hay… uno más— señalo lo que alcanzo a ver detrás de un árbol. Una pierna. Apenas se puede ver con la luz de la luna.

—  esto… cazador idiota… creo que acabamos de encontrar un cementerio— en mi mente, pasan imágenes de ese bosque, cuerpos desperdigados por los alrededores. Comprendo que es lo que eso acaba de ver, no sé cuando se ha movido… y todo eso en unos metros, porque no sentí que quisiera moverse…

Jovencitas, mujeres, hombres, jóvenes… no hay un patrón fijo, diferentes edades, todos lucen diferentes… todos en diferentes estados de descomposición. Es la primera vez que siento ganas de vomitar.

— …

— ¡Fantástico!— le escucho reír. Pensamientos alegres llegan a mi cabeza, mientras siento que todo comienza a dar vueltas. Me tambaleo por donde creo que vine, tropezando con las ramas. No me detiene nada.

La oscuridad ya no me parece normal, las hojas rojas en el suelo bien podría ser la sangre de esas personas.

Solo quiero salir de este bosque de la muerte.     

Notas finales:

Gracias por leer hasta la próxima semana!! 


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