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LA BESTIA por Artemisa Fowl

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CAPÍTULO 30

—Siempre sentí curiosidad por lo que había debajo de esa máscara. Estaba seguro de que era algo hermoso, pero nunca imaginé que eras tan… ¡perfecto!

Las manos que le acariciaban eran suaves, casi amables; en otros tiempos Aysel las habría recibido con lágrimas en los ojos, feliz de ser objeto de afecto de cualquier ser, incluso un despreciable mago; pero ahora no le producían más que repugnancia, deseaba arrancarse la piel a tiras con tal de deshacerse de su asqueroso roce. En cambio, permaneció muy quieto, firme, consciente de todo cuanto pasaba, pero ignorando los impulsos naturales de resistencia de su cuerpo. Debía permanecer fuerte, Zwein volvería y no le gustaría recoger los pedazos de su familiar, le demostraría que podía soportar cualquier cosa e irían juntos a la capital a enfrenar a…a enfrentar a cualquier mago, rey o bestia que su amo dispusiera.

Francis besó su cuello, piñizcó sus pezones, pasó sus dedos a través de sus cabellos.

—No permitiré que vuelvas a los calabozos— le dijo entre jadeos de placer—. Eres demasiado precioso para vivir entre aquella inmundicia.

Francis le veía con adoración, no era amor, ni siquiera afecto, el brillo en los ojos azules del hombre se parecía mucho a la obsesión.

¿Qué era diferente ahora?

Francis nunca fue un amante afectuoso, distaba mucho de ser el más cruel, pero disfrutaba con el ruido de los huesos quebrándose, el olor de la sangre, los gemidos de dolor. ¿Por qué de repente le susurraba promesas de amor al oído, le acariciaba con ternura, le prometía dulces regalos en el futuro?

La máscara.

De pronto lo comprendió.

Su reflejo no le pareció nada especial, quizás un tanto insulso, pero a los ojos de los humanos, los vampiros eran criaturas capaces de “encantar y enamorar” a quien se lo propusieran.

Tal vez esa era la razón de que su maestro Zwein fuera tan amable con él; quizás al igual que Francis había caído víctima de su “hechizo”.

¿Entonces no vendría?

Una vez que Zwein dejará de ver su rostro, el hechizo se rompería y él no vendría; al contrario, su maestro se sentiría manipulado y engañado. Lo odiaría. ¡Nunca debió dejar que le quitará su máscara! Ahora lo comprendía, ese pedazo de hierro protegía al mundo de él. Los humanos tenían razón, era un monstro.

—De una belleza tan exquisita. ¡Fui un tonto al no verlo antes!

Francis continuaba divagando.

Bien, él podía ser un monstruo, pero el hombre encima de su cuerpo no podía ser mejor que él.

Zwein no vendría, ahora lo sabía. Todo se trató de una mentira. Las palabras amables, los gestos dulces, las miradas preocupadas. La magia era terrible. ¡Cuán feliz habría sido si hubiera nacido como un humano más, sin pizca de magia, vendiendo chucherías, trabajando en el campo, ajeno a los sinsabores que la magia tejía tras sus aparentemente fantásticas actos y obras!

Miró a Francis, el hechicero cuyo sonido de voz le producía escalofríos y lo atormentaba en sus pesadillas.

—Te odio— le dijo sin expresión—. Tú y todos los magos deberían morir. No, todos los seres capaces de usar magia deberíamos desaparecer del mundo. Nuestra existencia sólo causa amargura a otros. Les odio a todos.

El mago le miró con una expresión divertida antes de estallar en carcajadas.

— ¡Oh, mi niño! — respondió besando su frente con el mismo afecto que le dirigiría a un niño—. A veces olvido que no sabes nada sobre le magia. Nuestra magia no fue producto del amor, sino del odio. Tu odio y el de todas las otras criaturas mágicas sólo nos hace más fuertes. Así funciona el mundo, cariño.

El puñetazo fue rápido, sorpresivo y doloroso, Aysel escuchó como los huesos de la nariz se le rompían en varios pedazos, saboreó el sabor metálico de la sangre antes de registrar el dolor como propio.

Francis se levantó de la cama, sacó un baúl dentro del armario y extrajo de adentro un martillo.

—Fue divertido dejarme envolver en tu pequeño hechizo, pero…mi inocente bestia, temo me cansé de jugar al buen amante.

Aysel se ajustó con sus propias manos la nariz torcida, no era la primera vez que él mismo se acomodaba los huesos dislocados; aunque los huesos rotos eran un doloroso problema contra el que nada podía hacer.

—Los vampiros son las criaturas más atractivas que hay, pero su magia física sólo funciona con los seres carentes de magia, quizás surta efecto contra el hijo pequeño de alguna familia mágica. La máscara sólo sirve para despersonalizarlos, se vuelven más volubles y fáciles de manejar si ni siquiera entre ellos mismos son capaces de identificarse.

El vampiro sonrió feliz, Zwein le quería.

Vendría por él. Nunca debió dudar de él.

—Sin embargo—, continuó Francis— no mentía cuando te dije que nunca volverías a los calabozos. ¿Quién se cansará primero? — preguntó Francis acercándose a él con el martillo—. ¿Yo de torturarte o tú de vivir? Al parecer a alguien no le interesa continuar manteniéndote con vida…

Aysel cerró los ojos segundos antes de que Francis le golpeará con el martillo en el tobillo izquierdo…

Notas finales:

Ya terminé la segunda parte, al final quedó con 37 capítulos, uno más de lo planeado, pero quedé medio satisfecha con el resultado. Bien, aquí acaban las notas del fic, lo siguiente están relacionados con la historia, pero se mezclan más con la publicación y de índole personal, no son importantes, así que si deciden dejar de leer aquí (si es que lo hicieron). Gracias por leer, saludos, bye…

 

Bien, me pensé mucho si escribir esta nota porque no la considero importante y porque no estoy tan segura de que más allá de una persona (gracias anmamez ) este leyendo esto y le interese, pero bueno…supongo que no le hará daño a nadie.

Padezco dos enfermedades crónicas menores: depresión crónica y neuralgia facial atípica. La persona es más popular de lo que parece y hubo un tiempo en que me avergonzaba incluso de escribirlo anónimamente y la segunda es tan extraña (o quizás no) que es de difícil diagnóstico. No entraré en detalles como estas enfermedades me afectan diariamente, pero mantenerle medio “controladas” tomó dos medicamentos diarios (un antidepresivo y antiepiléptico) y el mayor efecto secundario de ambas pastillas es la somnolencia, me da muchísimo sueño, demasiado. Cuando era un adolescente, antes de cumplir 18 dormía de 5 a 6 horas diarias, no tomaba siestas y aunque no era una persona precisamente “activa” en el ámbito social podía hacer muchas cosas en el día, ahora tengo la necesidad de dormir de 10 a 12 horas al día en promedio, a veces menos, a veces más. En mi adolescencia podía desvelarme escribiendo hasta las cuatro o cinco de la mañana, ahora no puedo acostarme más allá de las doce sin que el otro día necesite casi, casi drogarme con pastillas para el dolor que me provocan todavía más sueño. No son enfermedades incapacitantes ni nada por el estilo, pero me imponen algunos limitantes en lo que no me extenderé.

Les cuento todo esto no porque quiero que me den palmaditas en la cabeza y me digan “pobrecilla” o por el contrario me digan “exagerada, dejar de estar de ridícula”, sino que a partir de la próxima semana comenzaré un nuevo trabajo de ocho horas laborables, reportes dos o tres días por semana después de la jornada laboral y que requiere que trabaje los fines de semana, aunado a el tiempo que me llevará transportarme representará una carga, sino considerable, algo a lo que me costará adaptarme los primeros días o semanas. Hasta ahora había estado trabajando en mi casa, así que podía adaptar mi horario, pero se me presentó esa oportunidad y bla-bla-bla…

Así que no sé como mantendré la actualización a partir de ahora, quizás lo reduzca a dos capítulos por semana, tal vez a tres cada quince días, quizás apenas escriba un capítulo lo publique (mi opción menos favorita, porque luego edito, cambio cosas)

Incluso me he planteado la posibilidad de borrarlo, pedir el correo de la persona que está interesada (aunque sea sólo una) y enviarle personalmente los capítulos apenas lo saque. Creo que solo lo haré a menos que me sienta muy presionada o enloquezca un poquillo.

No pienso abandonar esto, tengo muchas ideas en la cabeza, incluso si al final se trata de escribir para mí, pero nunca sé cómo evolucionaré laboral, mental o físicamente.

Bueno, están avisados, creo que la próxima semana todos normal (o quizás no).

De cualquier manera, sea cual sea la decisión que tome, avisaré…y bueno, creo que es todo, saludos…

 


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