CAPÍTULO 33
El joven entró a la habitación, la ropa sucia, el cabello despeinado y el rostro pálido no demeritaban la expresión calculadora propia de una serpiente que engalanaba sus afilados rasgos. Borjas reprimió el impulso de dar un paso atrás instintivamente, pues cada uno de sus músculos le gritaba que ese muchacho era peligroso y bien valía irse con cuidado.
¡Cuánta diferencia con su hermano gemelo, Deux! Mismo cuerpo, idéntico rostro, iguales ojos y auras completamente opuestas.
Donde en Deux había fragilidad y blandura, en Zwein existía bravura y dureza.
Borjas, el director de La Academia de Eta siempre supo que aquel niño despreciado por su padre se convertiría en un extraordinario mago; una autentica lástima que el imbécil de Gabriel estuviera tan ciego.
—He venido— le dijo el muchacho acomodándose en una de las sillas libres frente a la mesa. Lo ocultaba bastante bien, pero su rostro lo delataba, Zwein estaba completamente agotado—. Negociemos.
— ¿Qué te ha hace pensar qué deseó negociar? — preguntó Borjas tomando asiento al otro lado de la mesa.
—Nadie ha cortado mi cuello todavía.
—Tengo algo que te pertenece y deseas recuperar— comentó Borjas—. Una criatura interesante para la que he recibido instrucciones de lo más interesantes.
—Mentiría si dijera que no me interesa, ocultar un hecho obvio en este punto sería una insensatez. ¿Qué deseas por mi familiar?
Borjas sonrió ante el muchacho. De niño había sido un chiquillo encantador, pero ahora era un hombre precioso, no llegaba siquiera a los veinte, le faltaba mucho por desarrollarse todavía, sin embargo, hacía mucho que había dejado la dulzura e inocencia de los infantes; ya no podía considerarse una violación, sería una relación consensuada, un trato entre dos adultos conscientes de sus decisiones y consecuencias. De joven Borjas había sido un hombre atractivo con múltiples amantes, todos jóvenes y hermosos, seguros y confiados de su sexualidad, pero ahora cada vez que tomaba a un joven hombre lobo o vampiro no era más que un jodido violador. Era denigrante.
—Sexo.
La palabra rompió por un breve momento la máscara imperturbable de Zwein, se recompuso en segundos y respondió casi al instante.
—De acuerdo. Lo tendrás.
—No te interesa saber el porqué.
—Los magos toman lo que desean cuando quieren de quién se les apetece— escupió Zwein con amargura—. Lo pides porque puedes y quieres.
—Esa es una razón tan buena como cualquier otra, pero hay más. Siempre te he considerado especial, Zwein. A ti y a todas las bestias mágicas. ¿Sabes cuál es la razón por las que el gremio los odia tanto?
—Porque somos una abominación.
—Seguro que una pequeña de nosotros piensa eso, pero en realidad le temen. Ustedes no son monstruos, son superiores a nosotros, los magos. Los seres humanos le temen a lo que es diferente, pero sabes que les aterra más. Permíteme responderte. Aquellos que los supera.
Zwein rio brevemente.
—Es una interesante teoría Borjas, la recordaré mientras me estés jodiendo y quizás ría un poco sino te molesta.
El viejo hechicero no se molestó. Era un viejo astuto, el muchacho se protegía tras una capa de rudeza para esconder sus miedos.
—Recuerdo cuando tu padre te trajo. Lloraste, gritaste, suplicaste, pero él no escuchó. Intenté consolarte las primeras noches, te saqué de los calabozos, te abracé, acaricié y besé, pero eras un niño tan adorable y por primera vez en mi vida me sentí atraído hacia un chiquillo. Tuve que apartarte.
— ¿Ahora soy culpable de tu perversión?
—No— respondió Borjas pasando las manos a través de los sedosos rizos oscuros de Zwein—. Pero la espera valió la pena. Se que te han lastimado, prometo que lo disfrutarás. Seré amable, todo estará bien.
Borjas había elegido esa habitación por su sencillez, algunos magos seguidores de la escuela tradicional se retiraban a esta recamara para meditar durante semanas. Una mesa de madera sencilla con dos sillas y un colchón relleno de paja eran todas las comodidades permitidas.
Tomó a Zwein de la mano y lo llevó hasta la cama donde comenzó a desnudarlo…
Tres días más tarde ambos continuaban desnudos sobre el colchón, Tirys les traía comida tres veces al día. Zwein era un alumno aplicado, pero poco entusiasta; se entregaba al placer con la misma indiferencia con que se abría a los hechizos curativos que Borjas había aplicado sobre su cuerpo desnudo.
Estrechó el cuerpo delgado y restablecido del joven hechicero, Zwein se estremeció de placer cuando Borjas le mordió el lóbulo de la oreja.
— ¿Lo disfrutaste?
—Si.
—Soy un buen amante, los mejores me enseñaron.
—Nunca había experimentado placer— contestó Zwein—. Es extraño.
—Te acostumbrarás.
El joven no respondió. Borjas continuó.
—Cuando yo era un joven mago todos me auguraban un prometedor futuro, pero me atreví a desafiar en público a uno de los hijos de las Diez Familias. Me enviaron a este lugar para castigarme, seguros de que no lograría nada en la vida, pero se equivocaron; escalé posiciones y llegué hasta lo más alto que mi estatus me lo permitía. No importa cuán grandiosas fueran mis investigaciones o potente mi éter, por contradecir a un mocoso arrogante fui exiliado de por vida a este asqueroso lugar.
— ¿Y esperas que yo tome venganza?
Borjas chasqueó los dientes antes de lanzar una enorme risotada antes de responder.
—Sólo eres un mocoso con traumas y ambiciones estúpidas. Depositar mis deseos de venganza en ti sería ingenuo. Quiero ver cuán lejos llegarán tú y ese vampiro tan curioso. Es todo.
— ¿Qué sabes de él?
—Llegó hace once años. Las órdenes son claras, no asesinarlo, pero tampoco darle ninguna comodidad. Hasta hace unos días…
Zwein se volteó, pasó sus brazos alrededor de su cuello y lo besó en los labios.
—Borjas, seré la mejor puta que hayas tenido si me cuentas todo lo que sabes.
El viejo sonrió satisfecho ante la velocidad con que Zwein aprendía sin importar el área que se tratará. Zenda había sido una gran maestra, pero si tan sólo él hubiera tenido la oportunidad de forjar esa mente tan brillante…
—Es todo lo que sé muchacho. La orden llegó hace dos semanas, mata al hechicero llamado Zwein, culpa a la bestia, pero no la asesines.
— ¿Y por qué sigo vivo? Mi culo puede ser atractivo, pero no creo que arriesgues tu vida por él.
—No estés tan seguro de ello.
Zwein alzó una ceja con escepticismo.
—Fue una orden real, había que cumplirla. Pero un día después de esta llegó otra misiva real ordenando que nos asegurarnos de que Zwein y su familiar llegarán con vida a la capital. Como yo lo veo, estuviste muerto unos días y tu familiar fue tomado como sospechoso, la primera se cumplió y hoy en la noche cuando te llevé a reencontrarte con el vampiro también habremos cumplido con la segunda—. Borjas agarró la nalga derecha de Zwein—. Aunque por este culo seguro que habría dado la vida.
—Me usaste— murmuró Zwein con pesar.
El remordimiento asomó de forma tan fugaz por la mente de Borjas que apenas le prestó atención.
—No exactamente. Tu familiar me ha dado mucho trabajo, ¿sabes? Asesinó a Francis. Ahora me toca encubrir su muerte, no es como si alguien fuera a extrañar a ese imbécil.
— ¿Francis está muerto?
—Como mis sueños de adolescencia.
— ¡Oh! — Zwein bajó de la cama, se arrodilló frente a Borjas y tomó su miembro viejo y arrugado entre sus sedosos labios—. Supongo que te ganaste esto— añadió entre dientes antes de darle la mejor mamada de su vida.